México experimentó un período de transición entre 1876-1910 donde se construyó una red de ferrocarriles, las exportaciones e importaciones aumentaron significativamente, y la economía se diversificó con el crecimiento acelerado de la ganadería, agricultura y silvicultura. Estos cambios económicos ocurrieron bajo regímenes que priorizaron el progreso y se enfocaron en liquidar la deuda externa, promover leyes mineras y reformas monetarias para impulsar el comercio exterior.