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“Una sombra diferente” Francisco Antonio Ramírez
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UNA SOMBRA DIFERENTE
Francisco Antonio Ramírez
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©1ra edición, UNA SOMBRA DIFERENTE, El Salvador enero 2017
Obra: UNA SOMBRA DIFERENTE
Autor: Francisco Antonio Ramírez Cruz
Diseños: Editorial Navegando Sueños
Edición: Editorial Navegando Sueños
Editor: Fredy Ramón Pacheco
Corrección: Fredy Ramón Pacheco y Lic. David Arnoldo Gómez
No. Registro de autor: 635-2016

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P ROLOGO
os físicos definen las sombras como “una región de
oscuridad donde la luz es obstaculizada… Una
sombra ocupa todo el espacio de detrás de un objeto
opaco con una fuente de luz frente a él. La sección
eficaz de una sombra es una silueta bidimensional o
una proyección invertida del objeto que bloquea la
luz.” En esta nueva obra de Francisco Ramírez
encontramos una propuesta profundamente humana,
explorando en el comportamiento del corazón.
Proyectando una luz refulgente sobre el protagonista,
tan luminosa, que proyecta los intersticios de su alma
comprometida en oscuridades que delatan la
fragilidad de sus sentimientos destruyendo los valores
morales y dolor en un ser que lo ama con gran
transparencia y confianza.
Esta confusión de sentimientos crea en la conciencia
del personaje central, Federico, una dicotomía tal que
se revela en la visión de fantasmas a su paso, como
sombras distorsionadas, como el reflejo de su
iniquidad y egoísmo artero.
En el transcurrir de su vida la obra Francisco Ramírez
nos va mostrando como estas “sombras” van
hilvanándose hasta crear personajes interrelacionados
en un contexto filial sorprendente.
Fredy Ramón Pacheco
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INDICE DE CAPITULOS: pag.
I. El viaje a Santa Fe 7
II. San Victoriano 11
III. Los recuerdos de Federico 15
IV. La secretria de Federico 19
V. La mentira 24
VI. Los consejos de Diego 26
VII. El amor de Isabela 29
VIII. La fotografía 31
IX. Las vacaciones 40
X. La adopción 42
XI. La provocación sexual 44
XII. Despedida de Federico 48
XIII. El nacimiento de Federico Junior 51
XIV. Federico en el ejército 55
XV. El combate 56
XVI. En el hospital 60
XVII. Los tres Federicos 64

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“De cómo el ingeniero Federico De La Torre se convirtió en
papá y abuelo y su hija en amante”
I.
El viaje a Santa Fe
ba a gran velocidad por la amplia carretera que conduce de
San Diego a la ciudad de Santa Fe.
Su viejo vehículo comenzó a perder fuerza en la prolongada
cuesta del Tacuacín, de la moderna carretera recién asfaltada.
Decidió parquearse a la derecha en un pequeño tramo de la
curva para revisarlo y observó que la aguja del calentamiento
ya había pasado el límite normal; comenzando a echar humo
por la caperuza.
Era un Suzuki Vitara, rústico, descolorido, que había sido
utilizado por la empresa constructora en proyectos situados en
lugares de difícil acceso.
Levantó la caperuza y revisó el radiador, dándose cuenta que la
tapadera de éste no estaba puesta y que posiblemente había
quedado en la gasolinera donde le revisaron el agua y le
llenaron el tanque de gasolina.
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Sacó el galón de agua que andaba de reserva para alguna
emergencia y esperó a que el motor se enfriara; enseguida
llenó el radiador y le puso un tapón provisional.
Al continuar su marcha, observó su reloj, y se dio cuenta que se
había pasado dos horas de las estipuladas para presentarse a
las oficinas de la empresa donde iba a trabajar.
Apretó el acelerador y encendió la radio para escuchar las
últimas noticias; pero en ese instante, solo música romántica y
predicaciones evangélicas se escuchaban.
De pronto, vio que una sombra, se cruzó en su camino.
Sus nervios comenzaban a fallarle, y su instinto de
conservación, hizo que actuara automáticamente.
Metió el freno bruscamente y las llantas del vehículo chirriaron,
echando humo y chispas de fuego en el ardiente pavimento;
despertando temor en los demás conductores, que pasaban en
ese instante.
Vio para ambos lados, queriendo descubrir el sujeto que se
había cruzado en su camino; pero todo fue en vano, nadie se
encontraba a su alrededor.

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Muchas ideas se cruzaron por su mente, algo le decía que ese
viaje era de mal agüero, que era señal de algún mal espíritu, de
alguna desgracia que sucedería en su ausencia.
Aun con miedo por lo que le había sucedido, siguió
conduciendo, pero esta vez, a una velocidad más moderada.
Ya había avanzado más de dos kilómetros, casi como un
autómata y por instinto, se tocó la frente y se dio cuenta que
un sudor helado corría por su cuerpo; iba tan preocupado que
por poco se le olvida hacia donde se dirigía.
A pocos kilómetros había quedado su residencia, donde vivía
felizmente con su esposa Diana.
La semana anterior, durante su ausencia, su esposa recibió la
visita inesperada de una mujer desconocida que le suplicó le
concediera el honor de cenar juntas en su casa.
La visita duró cuatro horas, durante las cuales, cenaron y
platicaron abiertamente de diferentes temas.
Cuando Federico se dio cuenta de la visita de la señora
desconocida, y al no saber de qué platicaron, entonces se sintió
incomodo, despertando en él, grandes interrogantes; pues su
esposa Diana, nunca le había preguntado sobre su pasado.

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¿Quién sería la señora que visitó a mi esposa?
¿De qué platicaron?
¿Por qué tanto secreto?
Diana no le había comentado nada de la señora, que le había
visitado.
Federico De La Torre, era un joven de veintiséis años de edad,
con cuerpo atlético y piel blanca, sus grandes ojos color miel y
su cabello recortado, reflejaba su recia personalidad.
Estaba casado con Diana Carbonell, una joven señora de
veinticinco años de edad, que por su esbelto cuerpo,
aparentaba ser una jovencita de veinte.
Su piel morena y cabello largo azabache, adornaba su cara
sobresaliendo sus lindos ojos azules.
Aunque tenía su título de secretaria, se dedicaba a ser una
verdadera ama de casa.
Su tiempo completo lo dedicaba al cuido de su esposo; un
ingeniero civil que trabajaba para la empresa constructora
Glodysa, que tenía su sede de operaciones en el barrio
Perseverancia de la floreciente ciudad de Santa Fe.

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Esta empresa había ganado la licitación del proyecto
“reparación de la calle 7 de la zona norte de Santa Fe” cuya
ejecución se realizaría en dos años.
Federico, era el ingeniero ideal para la ejecución del proyecto y
la empresa lo había contratado por su liderazgo y capacidad
para dirigir el personal operativo y administrativo.
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II.
San Victorino
Durante la ejecución del proyecto, tenía que hacer el esfuerzo
de viajar un día a la semana, desde Santa Fe, hasta San
Victorino, un pueblo donde residía él con su familia.
San Victorino, era un pueblo antiguo, pintoresco y amante de la
cultura; donde funcionaban varias universidades estatales al
servicio de la clase pobre.
Su parque central estaba adornado con imágenes de piedra,
mármol y bronce.
Sus amplias carreteras y avenidas eran recorridas por el
moderno sistema de transporte TransMilenio.

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Sus espacios públicos, iluminados con modernas pantallas, y
protegidos con cámaras de vigilancia.
Su primera misión, era visitar el lugar donde se realizaría el
proyecto para explorar la comunidad, buscar obreros y demás
insumos que se necesitarían en la ejecución del proyecto.
El día lunes por la mañana, salió de su casa rumbo a la ciudad
de Santa Fe. Primero llegó a la Plaza de Toros.
Este lugar estaba repleto de personas, debido a que en ese
momento se desarrollaba una manifestación política.
Se acercó a escuchar el discurso y una señora que estaba
escuchando la arenga, le dijo:
-Oiga señor ¿usted entiende lo que está ofreciendo este
político?
Federico -Muy poco le entiendo, parece que está ofreciendo
muchos empleos.
-¿Verdad que son mentirosos? Adujo la señora.
-Sí, casi siempre.
-¿Y para qué otras cosa ocupan esta plaza?

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-Esta plaza, también la ocupan para jaripeos, para realizar
presentaciones artísticas, realizar bailes o campeonatos de
tenis y otros deportes.
Federico, aprovechando la ocasión, le preguntó a la señora:
-¿Por dónde llego al barrio La Macarena?
-¡Ah! señor, usted puede llegar a ese lugar, ingresando por la
carretera sexta, a la altura del Palacio Nacional, pero también
puede llegar, entrando por la calle circunvalación.
La señora, que era un poco chismosa, le pregunto:
- ¿Y que busca ahí?
- Busco un restaurante que ofrezca comida típica-
- ¿Alguna sopa en especial?
- ¿Si, algo especial?
-Entonces le recomiendo el restaurante “El Torero de Maloka”.
Encontrará la mejor sopa “El ajiaco” que es una sopa preparada
con pechugas de pollo, y otros ingredientes más.
Federico le dio las gracias a la señora y continúo su camino.
Solo caminó veinte cuadras y llegó al barrio Bellavista.
Lugar donde se mezcla la cultura antigua con la moderna; aquí
se deleitó escuchando música clásica y contemporánea.

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Oyendo los mejores poemas, en la voz de excelentes
declamadores.
Sus ojos se deleitaron viendo las mejores pinturas y leyendo el
título de obras maestras de reconocidos escritores.
¡Qué rápido pasa el tiempo! Pensó.
Ya llevo seis días de estar en esta ciudad, y no he podido llegar
al lugar donde se ejecutará el proyecto.
Miró su reloj de puño que Diana le había regalado y le echó un
vistazo a su agenda que traía en la bolsa de su camisa.
Abrió sus grandes ojos, frunciendo al mismo tiempo su frente,
dejando ver las grietas de su entrecejo; al mismo tiempo que se
tocaba la frente con su mano derecha, y con su izquierda
buscaba la llave del vehículo en la bolsa del pantalón.
¡Hoy es sábado!
Tengo que regresar a mi casa.
Le prometí a Diana que llegaría a verla un día a la semana,
pensó.
Tuvo que regresar a su pueblo natal, San Victorino, que distaba
a mil kilómetros de la ciudad de Santa Fe.

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Ese día, estaba cumpliendo cinco años de casado, y tenía que
celebrarlo, “aunque sea con una botella de champán, pensó”.
Se dirigió a una perfumería y compró una loción, cuyo aroma
era igual al que había usado el primer día en que la conoció, era
el regalo perfecto para esa ocasión.
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III.
Los recuerdos de Federico
Se amaban con la misma intensidad, como cuando se
conocieron en el parque de San Victorino, hacía cinco años.
En el centro del parque existía un bonito kiosco, donde los
jueves y domingos, una banda musical deleitaba a los presentes
con un concierto de música clásica.
Era costumbre, que al compás de la música, los hombres y las
mujeres caminaran despacio, alrededor del parque.
Con la diferencia que, los hombres caminaban a la derecha y las
mujeres a la izquierda.
Este era el momento preciso para encontrar novia o novio.

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En una de esas noches, Federico conoció a Diana, en el
momento en que la banda musical ejecutaba una pieza
romántica.
En ese instante, los dos se detuvieron, mirándose a los ojos,
como un metal atraído por dos imanes; fue un amor a primera
vista.
Ese recuerdo hacía que Federico y Diana se amaran más
intensamente.
En el trayecto del camino se cruzaban por su mente, los
momentos felices que había pasado junto a su esposa.
No se había dado cuenta que había recorrido la distancia entre
Santa Fe y San Victorino en doce horas.
Diana lo estaba esperando en el portón de la residencia; y al
verlo, salió a su encuentro y lo recibió con un fuerte abrazo y
un dulce beso.
Federico sintió como que si tuviera años de no verla; la
envolvió entre sus brazos, al mismo tiempo que le acariciaba su
cabello y su linda cara.
Al abrir la puerta, observó que la sala estaba adornada con
listones de papel y con globos de colores.

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En el centro de la sala, estaba una mesa arreglada con rosas y
jazmines que formaban dos corazones entrelazados.
Una cajita con chongas de regalo, conteniendo en su interior,
un disco con las mejores canciones que le gustaban a Federico.
Y una carta de amor, con las mejores expresiones de
sentimiento romántico.
Él sacó del vehículo, un estuche que contenía un perfume de la
marca que le encantaba a su esposa y lo colocó a la par de la
cajita que estaba en la mesa.
Además había colocado en la mesa, una botella de champán y
dos copas, acompañadas de un plato de boquitas de
champiñón.
Esos momentos inolvidables fueron de alegría, de gozo, donde
abundó la risa y las carcajadas de felicidad.
Se intercambiaron los regalos, en un ambiente de besos y
abrazos, de risa y de llanto por la emoción que fluía en ambos
enamorados.
Por la noche, se dirigieron al dormitorio a escuchar música del
recuerdo, que los invitó a bailar delicadamente.
Observando en la cama, fragantes pétalos de rosa y un
exquisito aroma emanado por las velas encendidas.

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Rodeados de un ambiente de dulzura, de amor, donde los dos
corazones se unieron en un solo pensamiento, recordando los
momentos felices que habían pasado.
El día siguiente, ambos amanecieron contentos, felices, pues
habían tenido una noche espectacular.
Ella, haciendo su labor en la casa, y él, podando algunos árboles
del jardín y la grama.
Cuando apagó el motor de la cortadora de grama, sintió el
aroma del exquisito desayuno que había preparado su esposa.
Se acercó a la cocina y suavemente colocó su brazo sobre la
cintura de Diana, dándole un suave apretón y acercando su
boca al cuello, la beso tiernamente.
Se lavó las manos y se quitó el delantal, dejándose llevar por la
dulzura y el frenético beso; levantó sus delicadas manos y
cubrió la cara del joven ingeniero, besándolo con pasión.
Se dirigieron al jardín a recordar los momentos y lugares donde
se dieron el primer beso, la primera caricia que selló para
siempre el corazón de ambos.
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IV.
La secretaria de Federico
El lunes, se presentó a las oficinas de la empresa, a recibir el
plano y las órdenes para iniciar el proyecto.
El ingeniero residente, lo presentó con el resto de empleados,
siendo recibido con un fuerte aplauso, identificándose cada
uno con su nombre y cargo.
Entre los empleados, había una elegante señorita que desde
que lo vio, no le despegó la vista, acompañada de una
seductora sonrisa.
Ésta, se le acercó a una de sus compañeras y quedamente le
susurró al oído:
¿Qué guapo está este ingeniero?
¿Será soltero o casado?
No importa, pensó, sea como sea, yo con gusto me lo comería a
besos.
La compañera no le contestó; pero se le quedó viendo con unos
grandes ojos en señal de regaño.

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Se trataba de la señorita Isabela Tinoco.
Una joven de dieciocho años de edad, su elegante cuerpo, piel
blanca y cabello rubio, adornando su bonita cara con sus
elegantes ojos azules, hacían de esta joven una verdadera
muñeca.
Se había ganado el puesto de secretaria por su apariencia y por
su amabilidad más que por su preparación académica.
Era la secretaria de la empresa, y desde ese momento se le
asignó a Federico como su secretaria privada.
El siguiente día, Federico le dio indicaciones:
Isabela, por favor me protege bien en el archivador los
siguientes documentos del proyecto “reparación de la calle 7
de la zona norte de Santa Fe”:
Las bitácoras
Las carpetas
Las ordenes
El calendario de avances del proyecto
Las nóminas y
Las cotizaciones.
Pero Isabela, no escuchaba las indicaciones que le daba el
ingeniero.

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Parecía que prestaba más atención a los rasgos físicos de su
nuevo jefe: la entonación de su voz y el movimiento de sus
encarnados labios; no despegándole la vista directamente a sus
ojos.
Esto le preocupaba al ingeniero.
Pero poco a poco se fue adaptando a Isabela, atraído por su
escultural cuerpo, sin tomar en cuenta su deficiente
preparación académica.
Cinco días después.
Isabela se le acercó a Federico y sonriente le dijo:
- ¿Qué bonitos ojos y sonrisa agradable tiene?
- Gracias Isabela, lo mismo digo de usted, que parece una
muñeca.
- Fíjese ingeniero, que usted comienza a trabajar en esta
empresa y ya le cae bien a todos los empleados.
- Gracias, lo mismo digo yo de sus grandes virtudes.
Isabela, acercándosele con disimulo, le tocó el cabello, como
quitándole alguna basura.
Ese día, a las dos de la tarde, el equipo de futbol de la empresa,
se enfrentaría a otro equipo en el estadio de la ciudad y los
empleados habían llegado vistiendo ropa deportiva.

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Isabela, había llegado con ropa deportiva ajustada a su cuerpo,
dando a conocer todos sus atributos femeninos, su cabellera
suelta apenas cubierta con una gorra roja que hacia juego con
el color de su traje deportivo.
Invitó a Federico que la acompañara al estadio y éste, sin
pensarlo dos veces, acepto acompañarla.
Federico se sentía liberado al estar acompañado de Isabela;
pues ella se había convertido en su fiel confidente, la relación
entre los dos jóvenes cada día se iba haciendo más fuerte.
Cuando Isabela estaba junto a él, con disimulo movía su cabeza,
de tal manera, que su larga cabellera rubia se movía y con sus
manos se lo ordenaba.
Clavaba su mirada fija y penetrante en los ojos de Federico, en
los labios, y en la boca, como invitándolo a que la besara.
Los dos experimentaban una extraña sensación, que poco a
poco se iba convirtiendo en un fuego de amor; donde la fuerza
de la emoción y la pasión, desenfrenaban el deseo bestial del
sexo.

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Eran el uno para el otro, arquitectos, fabricando sueños de
hadas y de príncipes.
Ella se sentía feliz de haber encontrado a su príncipe, a su
héroe, al hombre de su vida; y él se sentía alegre de haber
encontrado su princesa.
Estaba enamorada y soñaba con ir de vestido blanco y un ramo
de flores al altar, con Federico.
Irse a vivir a la orilla de un lago, donde los cisnes con su canto
alegrarían el ambiente.
Soñaba con tener hermosos hijos, que juguetearan en los
amplios jardines del rancho.
La relación de ambos, rápidamente se convirtió en una
relación de amantes, dominados por el dios Cupido.
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V.
La mentira
Viaje a San Victorino
¡Ah! Dijo Federico.
Ya mañana es sábado, y tengo que viajar a San Victorino a
ver a mi esposa, pensó.
El día siguiente, arregló sus maletas y pensando en Isabela,
recorrió la distancia para ir a visitar a su esposa que ya lo
esperaba; pues él le había prometido visitarla todos los
sábados.
Diana al verlo llegar, se sintió feliz y emocionada lo recibió
como siempre con un fuerte abrazo.
Federico tuvo que fingir para no dañarla; pues él no sintió la
emoción tan fuerte como ella.
Por la noche, salieron a pasear, visitando el parque que
estaba cerca de su casa.
Comenzaron a dar vueltas alrededor del kiosco al son de una
bella pieza musical que les traía bonitos recuerdos.
Media hora después, decidieron sentarse en un banco a la

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orilla del parque y ella le pregunto:
-Mi amor, descríbeme ¿cómo es Santa Fe?
-Es un lugar muy bonito, es una ciudad moderna.
- ¿Y tus compañeros de trabajo?
-Todos son personas muy amables.
-Te he hablado por teléfono muchas veces, y no me
contestas. ¿Cuál es tu horario de trabajo?
-Yo no tengo horario de trabajo. A veces me toca trabajar
hasta en horas de la noche.
Diana insistió:
-Esta semana que acaba de terminar, te llamé por teléfono
tres veces y no me contestaste. ¿Has estado muy ocupado?
- Si mi amor, en el día estoy en el proyecto y por la noche
me toca revisar y estudiar la carpeta del proyecto.
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VI.
Los consejos de Diego
Diego, era el motorista que la empresa le había asignado a
Federico para que lo condujera hacia el proyecto.
Pequeño de estatura, con un peso de 200 libras; moreno,
cabello negro liso, ojos negros saltarines, protegidos por sus
gafas ray ban.
A Federico se le notaba nervioso, pensativo y distraído.
Posiblemente, pensaba en el conflicto en el que se estaba
metiendo, entre el amor de Diana e Isabela.
No se había dado cuenta que Diego iba en lo mejor de hablar, y
manejando a una alta velocidad, poniendo en peligro la vida de
los dos.
Diego, era chambroso y parlanchín y quería a toda costa sacarle
la verdad a Federico, y pensaba ¿Por qué va tan triste mi jefe?
¿Cuál será el problema que lo lleva pensativo?
¡Ah! ¡Si pudiera ayudarle!
Federico le indico que bajara la velocidad para escucharle
mejor y poder atenderle sus preguntas; pues de todo lo que
Diego había hablado, Federico no lo había escuchado.

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-Ingeniero ¿Qué le pasa que lo veo tan callado? En esta vida,
todo problema tiene solución. Ja ja ja, mire, yo soy el hombre
más feliz ja ja ja.
-hombre, te admiro; pero ten cuidado cuando manejes, no sea
que en una de estas curvas se te caiga la placa de la boca.
Diego dejó de reírse y en un tono suave, le preguntó:
-¿Tiene algún problema, Ingeniero?
Al no obtener respuesta, Diego aguardó en silencio, pensando
que su jefe se había enojado.
Hubo un momento de silencio.
Pero fue Federico el que acosó a Diego con una retahíla de
preguntas, esperando encontrar respuesta a su problema.
-¿Has tenido conflicto por mujeres? ¿Tú sos casado? ¿Tenés
hijos con tu esposa? ¿Has tenido problemas con tu esposa?
¿Has tenido alguna amante?
Diego volvió a reírse a carcajadas y en un tono desafiante y
burlesco le dijo:
-Ingeniero, esas son niñerías, eso me pasa a cada rato…
¿No sabe usted, que las jovencitas se mueren por nosotros los
motoristas?

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Por eso me encanta mi oficio, porque casi todas las mujeres se
enamoran de los choferes creyendo que los vehículos son
suyos.
Federico le insistió ¿Cuántos años tienes de casado?
-Llevo seis años de cargar la cruz del casamiento; pero además
de mi esposa, siempre he tenido una amante en cualquier lugar
donde llego.
-¿Y cómo haces para mantener el hogar?
- Me las ingenio para mantenerlas contentas
Diego, que no podía quedarse callado, siguió diciendo: las
amantes son para mí, como juguetes que me hacen pasar los
momentos felices y me quitan el estrés.
Federico inquirió:- ¿Cuántos hijos tienes con tu esposa?
- Tengo tres lindos hijos-
Diego insistió -Y usted ingeniero ¿cuántos años tiene de estar
casado con su esposa?
- Tengo cinco años de casado.
- ¿Y cuántos hijos tienen?
- En eso hemos fallado, fijate que aún no tenemos hijos.

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Diego, hizo una mueca de asombro y no pudo evitar un
arrebato de risa nerviosa; al mismo tiempo que le dijo a
Federico:
-A usted lo he visto muy cerquita de Isabela, y si no me
equivoco, ella es su amante. Ya sé, usted busca engendrar un
hijo para conocer su sangre; y la Isabela es un buen prospecto.
Pero tenga cuidado, a Isabela le gustan los hombre jóvenes ; los
enamora y luego se burla de ellos; eso mismo le pasó al
ingeniero que renunció un mes antes que usted viniera a
sustituirlo.
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VII.
El amor de Isabela
Federico ya casi no iba a ver a su esposa, su argumento era el
poco tiempo que quedaba para la finalización del proyecto.
Apagaba el teléfono para no contestar las llamadas que le hacía
Diana, y si le contestaba, le decía que estaba en un seminario o
en reunión de trabajo.
Era una hermosa noche de luna, y en el teatro de cámara,
estaban presentando la comedia “Entre risas y pláticas”

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Federico e Isabela, asistieron a presenciar la comedia; a ambos
se les veía emocionados, bien pegaditos de sus cuerpos cuando
el personaje Juan Tenorio actuaba con sus mujeres.
Era tanta la emoción, que Isabela, tiernamente rodeó la cintura
de Federico, y éste la apretó contra su pecho.
Federico miró los ojos y los labios de Isabela y suavemente
inclinó la cabeza, buscando sus sensuales labios.
Isabela era una experta en el arte de besar; pero Federico era
lo contrario, él no tenía experiencia en ese arte.
En ese momento, vio la cara de su esposa reflejada en la cara
de Isabela; lo que le motivó apartarse bruscamente de ella.
Ésta, sorprendida le dijo:
-¿Qué te pasa Federico?
- No me pasa nada. Isabela.
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VIII.
La fotografía
Federico presentía que algo malo le pasaba a Diana, y decidió ir
a San Victorino.
Le pidió el favor a Diego para que lo acompañara en el viaje;
pues el trayecto era lejos y solitario.
Diego aceptó la invitación; ya que tenía la curiosidad de
conocer la esposa del ingeniero.
Tuvieron que llevar el Land Robert, un vehículo viejo, pero
potente; repararon la llanta que estaba ponchada y revisaron el
agua, el aceite y los frenos.
- ¿Todo listo?
- Si ingeniero, todo está en perfectas condiciones.
El día siguiente salieron rumbo a San Victorino, y como de
costumbre, en todo el camino, Diego no cerró la boca ni un
momento, haciéndole preguntas a Federico.
Diego le preguntó: - Ingeniero ¿Cómo es su esposa?
- Diana tiene todas las cualidades de una buena esposa.

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Diego, al ver que Federico casi no quería hablar de su esposa, le
cambio plática y siguieron platicando de la olla de barro que
habían encontrado en la excavación del terreno donde
realizaban el proyecto.
Federico le comentó: -La olla que encontraron, era una pieza
antigua que tiene un valor histórico.
-Pero la olla solo tenía en su interior un poco de huesos y unos
collares de piedras.
-¿A quién le quedó la olla?
-La olla se la llevó el caporal para su casa.
-Ese hombre va a tener problemas.
-¿Por qué ingeniero?
- Porque antiguamente, los indios así enterraban a sus seres
queridos; y esa olla era la tumba de algún niño. Esa tumba fue
profanada y el espíritu del difunto va a salirle al caporal.
- ¿Quiere decir que lo va asustar?
- Si, a menos que se deshaga de la olla.

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Cuando llegaron a San Victorino, Federico le dio indicaciones a
Diego de que no comentara nada de Isabela.
-Yo soy una tumba, Ingeniero, usted lo sabe. – contestó Diego
Diana no esperaba ese día a su esposo.
Estaba haciendo el aseo de la casa, cuando escuchó el ruido de
un motor y por curiosidad, salió a ver qué pasaba.
¡No lo puedo creer! Es Federico, y el otro hombre que viene
con él ¿Quién será? ¿Qué pasará?
Corrió a abrazarlo y besarlo, sorprendida aun por la visita
inesperada de su esposo.
-Te presento a Diego, él es el motorista de la empresa donde
trabajo.
-¡Mucho gusto en conocerla!
-Sea bienvenido a nuestra casa.
A Diego le picaba la lengua por hablar; pero el ingeniero, con
disimulo le hizo señas que se callara.

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Federico comenzó a enseñarle la casa a su amigo y a platicarle
de lo pintoresco de San Victorino; mientras que Diana se
dedicaba a preparar algo de comer y beber.
Diana, se puso el traje que más le gustaba a su esposo, usó su
aroma favorito, y se maquilló su bonita cara.
Quería que su marido la viera atractiva como siempre; pero
Federico, se mostraba un poco distraído e indiferente ante la
presencia de ella.
Se le acercaba para que éste la abrazara y la besara como
antes, diciéndole con su dulce voz, la falta que le hacia su
presencia.
Ella, notando la indiferencia de su esposo, pensó: ¿Qué pasara?
Ambos, no se imaginaban la idea maquiavélica de Diego.
En su mente, Diego decía: ¡Qué mujer tan elegante! No se
merece que el ingeniero la traicione. ¡Ah!, parece una diosa.
Aquella noche, Federico tomó en sus brazos a Diana, besándole
tibiamente sus lindos labios; pero ya no con la misma pasión
de antes.

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Diana, emocionada, temblaba como una principiante en los
brazos de su amor, dejándose llevar por las falsas caricias de su
esposo.
Después del juego del amor, el corazón de Diana le decía que
Federico ya no era el mismo; lo sintió frívolo y distraído.
Pasaron unos instantes de reflexión, y aprovechando que Diego
había ido a ver la exposición de pinturas, comenzaron a
discutir.
Federico inició el diálogo: -Mi amor ¿hasta cuándo voy a
conocer mi sangre? Necesitamos tener un juguete de carne que
alegre nuestra casa.
-Ten paciencia Federico, ya llegará el momento que Dios nos dé
como regalo un angelito.
- Para mientras eso llega, tenemos que adoptar un niño.
Diana guardó silencio.
Ya Diego había regresado de ver las pinturas, y había escuchado
sin querer la pequeña discusión de Diana con Federico.

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-Perdonen, pero voy a meter mi cuchara en esta plática, mi
consejo para ustedes, es que adopten una criatura como hijo
de ustedes.
Y siguió hablando:
En este hogar, a ustedes les hace falta un hijo para que sea
completa la felicidad; además, donde hay niños, no entra la
tentación.
Federico y Diana movieron la cabeza en señal de aceptación.
Federico, con una pequeña sonrisa nerviosa, para cortarle la
plática a Diego, le preguntó: ¿Qué más te gustó de la exposición
de pinturas?
Diego Me encantó ver tanta belleza, y más que todo, conocer
personalmente a famosos artistas en la pintura y la poesía
como el venezolano Fredy Pacheco y otros más.
El día siguiente, Federico se levantó muy temprano para irse a
su trabajo, y Diana, ya estaba en la cocina preparando el
desayuno.
Diego, ya había revisado el vehículo, y lo tenía listo para el
viaje.

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-Mi amor, te ruego que estés tranquila, porque esta vez sí me
voy a tardar más tiempo en venir a verte.
-¿Por qué mucho tiempo?
- Porque la empresa me va a enviar a ver otro proyecto que se
realizará en un pueblo de Brasil.
-Cuídate mi amor, y te ruego contestarme siempre el teléfono.
Al día siguiente, Diana se levantó temprano para lavar la ropa
que Federico le había dejado en el sucio maletín negro.
Su sorpresa fue, cuando encontró en la bolsa del pantalón, una
fotografía de Isabela.
Al ver la fotografía, comenzaron los celos de Diana,
imaginándose lo más despreciable de su esposo.
Diana se hizo las siguientes interrogantes: ¿Quién será la
señorita de la fotografía? ¿Será su amante? ¿Por qué la dejó en
el bolsillo de su pantalón?
¿Será que quiere que yo me dé cuenta que tiene una amante?
¿Le amará más a ella que a mí?
¿Será su secretaria?

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En el camino, Diego no paraba de hablar de Diana.
-Lo felicito ingeniero, tiene una excelente esposa, es bonita y
cariñosa con usted.
Es mil veces mejor que Isabela.
Federico le cambiaba la plática; pero Diego era una metralleta
hablando, sin parar.
-Usted quiere a su esposa; pero ella no le puede dar un hijo.
La solución es que preñe a Isabela, para que usted conozca su
sangre; pero ¿se quedará con Isabela o con Diana?
-Por favor Diego, ya no me sigas preguntando.
¿Que no sabes que ahorita me encuentro crucificado?
- ¿cuál es el problema, Ingeniero?
- El problema es que amo las dos, y no se con cual decidirme.
No se habían dado cuenta que ya habían llegado a Santa Fe y
no sintieron el camino por lo interesante de la plática.
En la empresa
Federico se dirigió a saludar con un beso a Isabela, quien lucía
radiante, se veía más hermosa que nunca.

39
- ¿Cómo te fue en el largo viaje? ¿Cómo esta de salud tu
mamá?
- El viaje fue placentero y mi mamá se encuentra muy bien. Te
invito a salir conmigo esta noche ¿cómo estás de tiempo?
- Para ti, tengo todo el tiempo disponible
- ¿Paso por ti a las 8 pm?
- Okey, estaré esperándote.
Esa noche, se coronaron de amor con loca pasión, fundieron
sus frágiles cuerpos en un torbellino de lágrimas de perlas, de
amor y de esperanza.
Planearon, declararse y pedir permiso en la empresa, para irse
de vacaciones a un lugar paradisiaco.


40
IX.
Las vacaciones.
Tres días antes, la empresa Glodysa había terminado el
proyecto, y el ingeniero Federico había quedado cesante.
Tenía en su poder un cheque por la cantidad de diez mil dólares
que había recibido como bonificación.
Con este dinero, pensó irse de vacaciones acompañado de
Isabela.
Decidieron viajar a Buenos Aires, al lugar donde nació el tango.
El avión llegó a Buenos Aires, a las catorce horas y en seguida
tomaron un taxi que los condujera al hotel Miraflores.
Era una casa antigua con espacios decorados.
Atendida por un excelente anfitrión con espíritu de servicio,
sirviéndoles sabrosos vinos y demás placeres, y como
complemento un grato descanso.
Por la noche, salieron a la terraza, donde disfrutaron de un
cautivador y desbordante ambiente lleno de energía
apasionada, donde bailaron tango y danza.
El siguiente día, visitaron los barrios antiguos de la ciudad.

41
Caminaron por las calles limpias, empedradas y adornadas con
frondosos árboles de distinta especie.
En estas, fluía la vida nocturna, donde se veían cantinas,
discotecas y restaurantes románticos.
Sobresalía en estos barrios la arquitectura antigua, sus grandes
y espaciosas avenidas.
Y sin faltar, los decorados quioscos en sus antiguos parques
sonoros, donde anidaban variedad de aves.
Al pasar por el café Torná polis, el bar más antiguo de la ciudad,
adornado con piezas del siglo pasado, decidieron entrar.
Se sentaron en la barra, donde saborearon un par de cervezas
águila bien heladas acompañadas de un delicioso cebiche de
camarón.
Posteriormente, decidieron visitar el antiguo Teatro Colón,
donde disfrutaron de una pieza teatral de William Shakespeare,
en la que se identificaron con Romeo y Julieta.
Isabela se sentía la mujer más dichosa del mundo, gozando al
lado de su príncipe azul; más no sabía que estos eran
momentos de despedida.

42
Ella ignoraba que el ingeniero, pronto alzaría vuelo en busca de
otro destino.

X.
La adopción
Un mes después
Federico en su casa.
- ¿Te has cerciorado de los trámites que hay que hacer para la
adopción?
- Me dicen que hay que hacer un trámite legal que es muy
engorroso; pero te tengo una nueva.
- ¡Cual!
- Fíjate que nuestra vecina, la señora Josefina, hace dos
semanas falleció en un accidente de tránsito y dejó huérfana a
su pobre hija.
- ¿Y no puede quedar con sus demás hermanos?
-La señora Josefina era viuda y Marinela era hija única.

43
- ¿Quién es Marinela?
- Marinela es la hija de la señora Josefina.
- ¿Cuántos años tiene?
- Ya está grandecita, tiene catorce años.
-Si tú quieres, platica con ella y si acepta, hacemos los trámites
de la adopción. Solo tenemos que hablarle al notario para que
haga toda la diligencia y para mientras, ya se puede venir a vivir
a esta casa para que te haga compañía.
Pues ya sabes que yo, dentro de poco me enrolaré en la fuerza
armada en la compañía de ingenieros y no quero que quedes
sola.
Antecedentes de Marinela.
Marinela, una jovencita que había reprobado su octavo grado
debido a la pobreza de su madre.
Había crecido junto al grupo de niños del barrio, pues su madre
no pudo ejercer autoridad sobre ella.
La falta de información sobre temas de sexualidad, le
despertaron sentimientos y emociones al ver en su cuerpo

44
algunos cambios como el crecimiento de sus pechos y el
aparecimiento de la menstruación.
La falta de orientación en la escuela y en su casa, la habían
convertido en una niña vulnerable a consumir alcohol y droga
con sus amigos del barrio, quienes la habían inducido a tener
sexo a temprana edad. (El alcohol y la droga la estimulaban a
tener sexo).

XI.
La provocación sexual
Desde el primer día que conoció a su padre adoptivo, fijó sus
ojos en él y aprovechaba cada momento para que se fijara en
ella.
En la noche, cuando se iba a su cuarto a dormir, dejaba la
puerta abierta y se desnudaba totalmente.
Se bañaba desnuda, y hacía sus necesidades fisiológicas sin
cerrar la puerta.
Cuando Diana salía a visitar alguna amiga y Federico quedaba
solo con ella, ésta se le acercaba rozándole su cuerpo con los
pechos desnudos.

45
En cada provocación que le hacía, Federico la reprendía
rigurosamente y ella solo se ponía a reír, invitándolo a que
actuara sexualmente.
El embarazo
Fue el doce de diciembre, fecha en que Diana se fue a visitar a
su mamá que estaba enferma y que vivía en una ciudad vecina;
quedando Federico al cuido de la casa.
Diana, que todavía no sabía nada de la conducta de Marinela, le
dio indicaciones para que atendiera a su padre, especialmente
en la alimentación y demás servicios de la casa; para mientras
ella regresaba de ver a su mamá.
Esa noche, como de costumbre, a la hora de la cena, Federico
se tomó una copa de vino, encendió la televisión y vio su
programa favorito.
Ya eran las diez de la noche y sintió sueño, se tomó otra copa
de vino y se dirigió a su dormitorio, ya iba más dormido que
despierto.
Pero mientras él cenaba, Marínela se había maquillado la cara y
usando un aroma agradable de canela, con la blusa abierta,
dejándose ver los pechos, le lanzaba una mirada retadora a su
padre adoptivo.

46
Federico pensó: ¡Esto es una provocación!
Sin embargo, no le dijo nada.
Federico ya estaba casi dormido, el sueño y el vino le habían
ganado la batalla.
Apenas sintió un ruido, como que algo se había caído en el
comedor; ha de ser algún gato o una rata que anda en la
cocina, pensó, y siguió durmiendo.
El ruido que sintió en la cocina, era Marinela que había
destapado la botella de vino, tomándose tres copas seguidas
para sentirse más tranquila, según ella.
Ya estimulada por el vino, entró desnuda al dormitorio de
Federico y comenzó a acariciarlo.
Éste, que estaba más dormido que despierto, pensó que era
Diana la que había entrado a su dormitorio, y la tomó como su
mujer, quedándose profundamente dormido.
El día siguiente, no sabía lo que había pasado en la noche.
Estaba comenzado a ordenar su pensamiento, cuando Diana
regresó de visitar a su madre.

47
Marinela, se mostró como que si nada había pasado y con
orgullo y respeto le preguntó a Federico:
-¿Cómo amaneció papá? ¿Durmió bien?
Federico, un poco aturdido le contesto:
-Y a ti ¿cómo te fue anoche?
-Muy bien papá.


48
XII.
Despedida de Federico
Una semana después.
Tenía que irse a enrolar en la fuerza armada, y para ello, había
decidido con su esposa, hacer una fiesta en su casa.
Y como invitado especial estaría Diego, el motorista que había
tenido en Santa Fe.
Llegó el día de la fiesta y Diego había llevado de regalo, una
botella de vino y otra de ron para disfrutarlas en familia.
En la fiesta, bailaron música suave; solamente Marinela bailó
música rock, pues se veía bien emocionada, posiblemente se
había bebido algunas copitas de más.
Mientras tanto, los demás invitados la observaban, criticando
su vestuario no adecuado; pues dejaba ver su tierno cuerpo.
Federico llamó a su esposa y le dijo:
-¿Te fijas como se le queda viendo Diego a Marinela?
- Si, se le queda viendo como cuando un gato quiere cazar una
rata. Y ella, más se mueve, cuando la ve Diego.

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Diana invitó a los presentes a sentarse a la mesa para que
disfrutaran una exquisita cena.
Contentos contándose chistes y disfrutando la comida
acompañada de una copa de ron.
Todos se sentían emocionados, pero lo estaba más Marinela;
pues se había tomado algunas copas más de lo necesario.
Como a las dos de la mañana, decidieron irse a descansar un
par de horas, pues Federico tenía que salir a las seis de la
mañana.
El plan de Federico.
Ya tenía todo planeado.
Dejó durmiendo a Diego en su dormitorio, con la puerta
abierta, para que sintiera lo fresco de la noche.
En ese momento apareció Marinela y se cruzó delante de ellos
con una falda corta, exhibiendo sus lindas piernas.
Diego no le despegaba la vista.
Federico, le dio las buenas noches a Diego, con un apretón de
manos, el cual dejo en dudas a Diego, preguntándose entre sí:

50
¿Qué me quiso decir el ingeniero?
Todos se fueron a dormir a su respectivo dormitorio.
Pero no había pasado ni hora y media, cuando Diego sintió un
pequeño ruido, y vio, que una silueta entró a su dormitorio.
En pocos segundos, sintió el aroma de mujer; y él, sin dudarlo,
reconoció que era la joven Marinela la que estaba junto a él.
La tomó entre sus brazos y durmió con ella media hora; esto
sucedía sin oírse ninguna palabra, todo era un silencio
absoluto.
Cuando amaneció, todo seguía con normalidad.
Federico se despidió de su esposa y de Marinela, solamente lo
acompañó Diego que tenía que presentarse a su trabajo en
Santa Fe, donde residía.
En el camino, Federico le preguntó:
-¿Te gusto la fiesta?
- Fue de lo mejor en mi vida.

51
Federico esperaba que Diego siguiera hablando, como de
costumbre; pero no fue así, Diego no volvió a decir ni una
palabra.
Los dos guardaron silencio en todo el camino, quién sabe qué
maquinaban en sus mentes.

XIII.
El nacimiento de Federico Junior
El tiempo iba pasando normalmente, solo una cosa le
preocupaba a Diana, que el estómago de Marinela, le iba
creciendo.
Habían pasado seis meses desde que se llevó a cabo la
despedida de Federico, cuando Diana llamó seriamente a
Marinela y le preguntó:
- Mi amor ¿qué es lo que te pasa en el estómago? veo que lo
tenés inflamado.
Mañana te llevaré al médico para que vea que enfermedad
tenés en el estómago.

52
Diana ya tenía dudas, y al ver que Marinela se había quedado
callada le volvió a preguntar:
- ¿O es que has tenido alguna relación sexual?
¡Dime la verdad!
Marinela, agachó la cabeza en señal de humillación y comenzó
a llorar.
- Dime la verdad, ¿Quién te hizo eso?
Marinela, que era una joven astuta, ya había pensado en no
mencionar a su padre adoptivo para seguir teniendo el mismo
apoyo de Diana.
Con el cabello alborotado y siempre con la cabeza agachada en
señal de vergüenza, comenzó a balbucear:
En la noche de la despedida de mi papá, el señor invitado…
Diana no la dejo terminar la frase y de inmediato le dijo:
-¡Diego!, el amigo de Federico.

53
Bien le dije que ese hombre se te quedaba viendo muy
maliciosamente.
- En verdad ¿Diego te hizo eso?
-Mamá, ya te dije que él fue quien me violó esa noche.
- Bueno hija, ahora ya está, ya no podemos hacer nada, solo
esperar a que nazca la criatura.
El Parto
Rápido pasaron los nueve meses de embarazo y en una fría
madrugada, Marinela sintió los primeros dolores de parto.
Los gritos causados por el dolor, no fueron escuchados por su
madre adoptiva, debido a que en ese momento había una gran
algarabía de cohetes y música en ocasión de las fiestas
patronales de San Victorino.
Pero casi por un instinto, Diana llegó al dormitorio de Marinela,
y la encontró llorando y anegada de sangre, con un tierno
varoncito entre sus piernas.
De inmediato le brindó los primeros auxilios a Marinela y tomó
entre sus brazos la criatura que había nacido.

54
- Este niño tiene un parecido a tu papá, y por eso lo
bautizaremos con el nombre de Federico Junior.
- Si mamá, mi hijo será también hijo de ustedes.
Diana siempre estaba en contacto con su esposo, le
comunicaba todo lo que sucedía en su casa.
Esta fue una de las noticias que más le gustó a Federico.
Al escuchar la noticia de que Diego era el padre del varón que
había nacido en su casa, se puso a reír y lanzó una carcajada de
felicidad, pues su plan había dado los resultados que él
esperaba.


55
XIV.
Federico en el ejército
Era miembro del regimiento militar de especialidades de la
república de Argentina y participaba en la misión internacional
en Líbano.
Formaba parte de un grupo de doscientos efectivos de la fuerza
armada, que integraban la misión multidimensional
estabilizadora de las Naciones Unidas en la república africana,
para ayudar en la reparación de algunos campos de aviación.
Todos estos efectivos militares: 150 soldados encargados de la
protección y seguridad del contingente y 50 miembros de la
compañía de Ingenieros, fueron enviados a Líbano a construir
campos de aviación y a darle mantenimiento a los que habían
sido destruidos.
Esta compañía estaba a cargo del coronel Vicent Aldana y como
segundo jefe el Capitán Federico De La Torre.
Había sido enviado por ser un veterano en la compañía de
ingenieros; y ese día estaba cumpliendo veinte años de
pertenecer a la fuerza armada.

56
Se había ganado una medalla de oro por ser el mejor ingeniero
en la compañía, por su valentía y coraje al frente del
contingente, había ascendido al grado militar de Capitán del
ejército.
Todos estos efectivos militares, habían recibido capacitación
durante dos años en el centro de entrenamiento, sobre las
siguientes áreas:
Operaciones de paz
Técnicas de patrullaje
Preparación física
Respuesta ante amenaza
Ingreso a inmuebles
Derechos humanos
Operativos de protección en casos de emboscada
Defensa personal.
Estaban conscientes que su accionar era en un ambiente de
guerra, donde imperaba la violencia de fuerzas combativas; era
una zona de conflicto.
Tenían que asegurar el perímetro de trabajo, pues había
batallones de tropas de diferentes países.
Los aeropuertos de Libia, estaban destruidos por el conflicto
armado.

57
XV.
El Combate
El contingente de soldados estaba protegiendo a sus técnicos
que estaban reparando un aeródromo.
En ese instante, escucharon la detonación de algunos
artefactos explosivos seguido de varias ráfagas de disparos
cerca del lugar de trabajo.
El coronel Vicent Aldana, levantó su cabeza e inmediatamente
se colocó los binoculares de largo alcance, dirigiendo su mirada
a la dirección donde procedían los disparos.
No tuvo tiempo de dar ninguna orden, pues un francotirador, le
había incrustado en la frente un proyectil de grueso calibre.
Cayendo inmediatamente al suelo bañado en su propia sangre
que derramaba a borbollones, salpicando a los soldados que
estaban cerca de él.
El resto de soldados rodearon el cuerpo del coronel, y
protegiéndose de los disparos, contraatacaron al enemigo.
Por unos instantes ceso el fuego, y un silencio se apodero del
lugar; pero no tardo ni media hora, cuando vieron llegar un

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grupo de soldados que atacó sin piedad, al grupo de soldados
de la compañía.
Uno de los soldados más antiguos, con el grado de Sargento
mayor, gritó:
¡El coronel ha caído!
¡El Capitán está en peligro!
¡Síganme los que aun puedan pelear!
Y con sus compañeros soldados, abrió paso con su AK-47 en la
mano, rompiendo el grupo de tropa enemiga.
Se dirigió al jefe del grupo contrario y lo atacó con gran valentía
y ferocidad; y una vez abatido este, el resto de soldados
enemigos, comenzó a retirarse.
Ya el Capitán estaba en medio de cientos de soldados
enemigos, combatiendo yatagán en mano, cuerpo a cuerpo.
Casi se daba por vencido, al ver que la mayoría de sus soldados
estaban heridos, y a dar la voz de retirada iba, cuando oyó el

59
sonido de la trompeta que anunciaba que un grupo de soldados
de tropa amiga, llegaban como refuerzo.
La batalla se hizo más feroz, a tal grado que la mayoría de
soldados enemigos caían uno a uno derramando su sangre en
la grama del campo.
La sangre fluía en la punta de los yataganes del grupo de
soldados que acompañaban al Capitán Federico.
Alguien de los soldados enemigos había herido en el hombro
derecho al Capitán, pero este seguía incontenible, firme,
avanzando en la persecución del enemigo.
Ya no se podía diferenciar al Capitán Federico, este estaba
rodeado de sus compañeros, soldados de la compañía de
ingenieros, todos asestando golpes con sus fusiles y yataganes
a sus adversarios.
Pero la cantidad de soldados enemigos era superior, y en
menos de dos horas, los soldados que protegían al Capitán,
iban cayendo uno a uno.
Federico sintió que un pedazo de metal helado le había abierto
las costillas y una corriente de un líquido viscoso y caliente se
deslizaba por su costado.

60
En ese momento, se escuchó el ruido de las aspas de un
poderoso avión, que se acercaba al sitio del combate, lanzando
ráfaga de balas, que rápidamente aplastó al enemigo.
Unas esquirlas alcanzaron la humanidad de Federico, dejándolo
sin poder ver ni oír.
Fue hasta cuatro días después, que reacciono, encontrándose
en un hospital militar de Argentina; pero sin poder ver nada,
porque las esquirlas le habían dañado sus ojos.

XVI.
En el hospital
Se encontraba vendado de sus ojos y con un profundo dolor.
La enfermera le suministraba un medicamento para controlarle
el dolor y evitar cualquier infección en los ojos.
Eran las seis de la mañana, cuando escuchó la vos de un médico
que preguntó por el Capitán herido.

61
La enfermera le llevó el expediente, y cuando lo vio, se
asombró por el nombre: Federico De La Torre.
Tenía el mismo nombre de él: Federico Tinoco; solo cambiaba
el apellido.
Se inmediato cruzó por su mente una historia que su madre le
había contado cuando él era apenas un niño.
Le restó poca importancia, y pensó que podía ser una pequeña
coincidencia.
Procedió a hacerle una operación de los ojos la cual duro seis
horas.
Lo último que escuchó del médico fue: Espero que todo haya
salido bien en la operación y que este soldado vuelva a ver.
Le dio un apretón de manos; aunque éste casi no sintió nada
porque todavía estaba anestesiado.
Y se despidió de las enfermeras dándole un beso en la mejía.
Federico quedó sedado y con una venda en sus ojos.

62
Tenía que esperar cinco días para ver los resultados de la
operación.
Cinco días después.
Federico sintió que el médico había regresado a revisarle los
ojos.
Escuchó que el médico dijo:
Buenos días, ¿cómo se ha comportado mi paciente?
La enfermera le contestó que el paciente se había portado bien
y que casi no se había lamentado.
Vamos a ver, dijo el médico, ahora veremos si el paciente ve o
queda ciego para siempre.
Federico, al escuchar estas palabras, sintió miedo; pero en ese
instante agarró fuerza y oyó una voz que le dijo al oído:
Federico, Federico, ten fe, que Jesucristo está contigo.
El médico, se acercó a la cama de Federico acompañado de dos
enfermeras que lo auxiliaban.

63
Con sus suaves manos, quitó el vendaje de los ojos, limpiando
con un fino algodón, la parte de la cuenca de los ojos.
El médico, antes le había dado indicaciones a Federico que no
abriera los ojos de inmediato porque estos habían estado en
oscuridad varios días.
Tendrá que abrirlos poco a poco, pero en la oscuridad, para que
sus ojos se vayan acostumbrando a la claridad.
Federico no se aguantaba por abrir sus ojos y esa misma noche,
los abrió.
Su gran sorpresa fue haber visto como antes de la operación.

XVII.
Los tres Federicos
El día siguiente, regresó el médico y se acercó a Federico para
hacerle algunas preguntas.
- ¿Cuál es tu nombre completo?
- Mi nombre completo es: Federico De La Torre.

64
- ¿De dónde eres originario?
-Soy originario de San Victorino, un pueblo que pertenece a San
Diego.
- ¿Cuál es tu profesión?
- Soy ingeniero civil y militar de la compañía de ingenieros.
- ¿Eres casado?
- Sí, estoy casado
- ¿Cómo se llama tu esposa?
- Mi esposa se llama Diana Carbonell.
- ¿Has trabajado alguna vez en Santa Fe?
- Si, Hace aproximadamente veinte años trabajé en un proyecto
en ese lugar.
- ¿Qué proyecto era?
- Tuve a mi cargo la reparación de la calle 7 de la zona norte de
Santa Fe.

65
- ¿Y cuál empresa era la responsable?
- La empresa se llamaba Glodysa
- ¿Le trae algunos recuerdos esa empresa?
-Muchos recuerdos.
- ¿Algo en especial?
- Si, me recuerdo mucho de mi secretaria.
- ¿Cómo se llamaba su secretaria?
- se llamaba Isabela Tinoco, era una señorita de dieciocho años
de edad.
- ¿Y cómo era ella?
- Tenía un cuerpo muy elegante, su piel blanca y cabello rubio;
aún recuerdo sus grandes ojos azules.
- ¿Por qué la recuerda tanto?
Federico lanza un profundo suspiro, hay un momento de
silencio, y con la voz entrecortada le dice:

66
-Esa jovencita fue el amor de mi vida, la amé tanto, que aun el
recuerdo de ella perdura en mi mente, siempre vive en mi
corazón.
Médico_ ¿Y qué pasó con ella? ¿Cuál fue el resultado de ese
gran amor?
- En ese momento, quede sin trabajo, y tuve miedo de hacerla
sufrir, ella ignoraba muchas cosas de mi vida y mejor opté por
alejarme.
Por buscar otro trabajo; en ese tiempo había oportunidad de
enrolarse en la fuerza armada, y esa era mi oportunidad.
Y aquí estoy, ya tengo veinte años de servirle a la patria.
- ¿Cuántos años tiene de edad?
- Tengo cuarenta y seis años, ya me siento viejo.
- Cuando trabajó en Santa Fe, ¿Cuántos años tenía?
- Tenía apenas veintiséis años, era un jovencito aun.
Con todos los datos que había obtenido de esta maratónica
entrevista, el médico había sacado una conclusión.

67
No sabía cómo reaccionar, su cuerpo sentía una corriente
interna por el aceleramiento de su corazón.
No había duda, el joven médico estaba enfrente de su padre;
pues reunía todas las características que su madre Isabela le
había contado detenidamente.
El médico estaba sudando, había cambiado su semblante y a
cada momento se limpiaba el sudor con su fino pañuelo blanco.
Se preguntaba:
¿Por qué este señor tiene mi mismo nombre?
Todos los datos que me ha dado, coinciden con los que mi
madre me dio.
Mientras tanto, lo mismo ocurría en la mente de Federico
¿Por qué tanta pregunta?
¿Por qué le interesa tanto mi pasado?
¿De dónde será originario?
Hubo un momento de silencio, los dos corazones saltaban de
angustia por saber la verdad.

68
Después de una larga pausa, el médico le dijo a Federico con
una voz entrecortada:
Usted es mi padre.
Federico se quedó mudo, no podía decir ni una palabra.
Sintió un nudo en la garganta, al mismo tiempo que sus
lágrimas rodaban por su cara.
-Padre, ya todo me lo contó mi madre Isabela Tinoco.
Los dos se abrazaron y lloraron largamente.
En ese momento, tocaron la puerta del consultorio.
Entró la enfermera y le dijo: ¡Doctor, puedo pasar!
- ¿Qué pasa?
-Afuera está un joven que viene a visitar al paciente Federico, el
militar.
- Dile que pase.
La enfermera dirigiéndose al visitante le dijo:
Pase joven, ahí adentro está el paciente que busca.

69
Federico Junior, que así era el nombre del joven, entró al
consultorio.
Al nomás ver a su abuelo, le dio un abrazo; y éste, hizo lo
mismo.
De inmediato, se lo presentó al médico, diciéndole:
Este es mi nieto Federico Junior.
Los tres Federicos se quedaron viendo, se parecían tanto que
cuando la enfermera entró para darle un recado al médico, ella
no sabía a quién dirigirse.
Y así fue como Federico De La Torre, se reunió con sus dos
hijos: Federico Junior y Federico Tinocco.
Fin



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Una sombra-diferente111111

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