Este título es conciso y captura de manera optimizada el tema principal del documento, que es el encuentro con Jesús de Nazaret en los lenguajes juveniles según la perspectiva del autor
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Este título es conciso y captura de manera optimizada el tema principal del documento, que es el encuentro con Jesús de Nazaret en los lenguajes juveniles según la perspectiva del autor
1. EDITORIAL
Los grandes interrogantes juveniles
Los tejidos comunicativos en la Escuela están en relación con
los universos culturales del entorno.
La formación de los seres humanos, no se logra sólo con datos,
sino a través de la pasión por la comunicación, por las relaciones
humanas, por la aventura de realizarnos como personas a partir
de la construcción de conocimientos, la creatividad, la
investigación, el intercambio de experiencias.
Los invitamos a leer, a mirar, a interpretar algunos de los
lenguajes juveniles a la luz del Sistema Preventivo; que motivan
nuestras intervenciones y nos animan a buscar otras formas de
relacionarnos con los jóvenes, para compartir con ellos las
experiencias que enriquecen o cuestionan sus vidas.
2. ITINERARIO ESPIRITUAL
SOCIEDAD POSMODERNA
DEL
JOVEN
EN
LA
ser puesto en los ejemplos de los enunciados, el joven se
encuentra en la encrucijada de revisar sus claridades esenciales,
confirmar sus decisiones fundamentales y encontrar una
auténtica identidad cristiana ante los retos del mundo que le tocó
vivir. (Jn.17, 13-18).
El versus de la posmodernidad
Surge entonces en el panorama la misma pregunta que las
primeras comunidades cristianas: ¿qué debemos hacer,
hermanos? (Hch 2, 37). La juventud cristiana se encuentra cara
a cara con los desafíos característicos de la posmodernidad (3) y
busca en el corazón del mismo Evangelio, no dejarse engañar
(Lc.21, 8) por la situación actual de la mayoría que la presionan:
Santiago Valencia López
Teólogo- Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín
El papel juvenil en la cultura actual
En los últimos años hemos recibido de mano de los estudiosos
numerosas identificaciones del marco conceptual y práctico
acerca de la posmodernidad. Desde los autores más
representativos como Lyotard, Vattimo o Habermas, hasta
excelentísimos teólogos que se han dado a la tarea de buscar
las huellas de Dios en la historia de una humanidad compleja. A
todas estas el término posmodernidad sigue siendo un sentido
que está ligado profundamente a los problemas de la sociedad
actual (1).
Lo posmoderno es aquello que supone un rompimiento de un
esquema moderno de vida, aquello que indaga por lo nuevo
porque es impresentable en la modernidad (2).
Quienes tienen la gran responsabilidad de preguntarse por su
papel en este difícil contexto son los jóvenes. De hecho es el
escenario juvenil en el que se han graficado las características
más importantes de esta época que suscita una reflexión
cristiana más allá de los fenómenos materiales que presenta. Al
1- Dar la vida Vs. El fin de las utopías
La cultura posmoderna es la cultura del rompimiento del
progreso. No son importantes las utopías. Es importante lo que
se vive hoy. Los jóvenes de hoy se niegan a esfuerzo por un
futuro. Ante esto, la cruz es el signo que todo está cumplido (Jn.
19,30), es el signo que dar la vida es lo que nos diferencia del
amor falso que grita al mundo y es el comienzo de la espera por
una felicidad prometida que, precisamente, el amor sacrificado
de los jóvenes puede otorgar
2—La responsabilidad Vs la absolutización del sentir
La cultura posmoderna es al mismo tiempo la cultura de la
absolutización, del sentir sobre el deber, es decir, de la estética,
sobre la ética. Los jóvenes de la actualidad actúan bajo el “me
nace o no me nace” y se niegan a prestar una atención
responsable a cada una de las dimensiones de la existencia.
Ante esto, la responsabilidad significa mantenerse firme (Ap.
2,24), ante la presencia del Señor a través de los propios actos.
3. Y así leer en cada uno de los acontecimientos una clave de
salvación, que se vuelve misión en la vida del joven.
opción de Jesús, que no entiende la opción por los pobres y
aborrece la opción por la comunidad.
3—La vida en Comunidad Vs la primacía de la vida privada
Seguir a Jesucristo, es, pues, para los jóvenes, toda una
aventura. Una aventura en la que tiene sentido vivir en un
mundo, más que postmoderno, nuevo.
La cultura postmoderna es la cultura de la primacía de la vida
privada. La postmodernidad rompe con la manera colectiva de
ver la vida. Creer en el Dios de “uno mismo” es la lógica de la
vida privada. Ante esto, Jesús nos llama a vivir en comunidad
(Mc 1, 16-20). Ser cristiano implica entender esta fundamental y
difícil dimensión comunitaria, soportándoos unos a otros por
amor (Ef 4, 1-3). Los valores de la comunidad responden a los
vacios que el joven encuentra cotidianamente en la cultura de lo
privado.
4- La sensibilización Vs. La indiferencia
La cultura postmoderna es la cultura de la indiferencia, de la
pérdida del sentido de la solidaridad y la justicia. La caridad no
cabe en el mundo postmoderno, va mucho más allá de la zona
en la cual suelen encontrarse egoístamente las personas. Ante
esto, el joven cristiano debe asumir con devoción la misión de su
Iglesia, en donde la caridad se hace realidad a través de la
dinámica misma de su participación (4).
La aventura de seguir a Jesucristo
La autenticidad de la identidad cristiana juvenil nace a partir de
lo que en concreto significa ser cristiano en la sociedad
postmoderna, sin dejar el espíritu propio de la juventud. Vivir la
experiencia de la fe, siendo fiel a la Buena Nueva (Ef 6, 14-17),
no puede significar una renuncia a la misma naturaleza de la
Creación. Por tanto, su quehacer cristiano debe ser planteado en
los mismos términos del ambiente juvenil en el que día a día vive
el drama de seguir radicalmente el hermoso llamado que
descubrió en su corazón ante una cultura que no soporta la
Espera en el Señor, sé fuerte, ten ánimo, espera en el Señor
(Sal 27, 14). ♦
________________________________________________
1. VATTIMO, Gianni y otros. En torno a la postmodernidad. Barcelona:
Antropos. 1990. p.9
2. LYOTARD, Jean-Francois. La postmodernidad explicada a los niños.
Barcelona: Gedisa. 1986. p.25
3. ESCOBAR V., Juan Jaime. Proyecto de Pastoral. Bogotá: Orden de
las Escuelas Pías. Providencia de Colombia. 2003. p.4-6
4. BENEDICTO XVI. Deus caritas est. # 20
4. “Amor sin remordimientos”
Romance sin arrepentimiento
Con treinta y un años de edad, Jason Evert
ganó un título de maestría en Teología, y los
grados de licenciatura en Orientación y
Teología, con especialización en Filosofía en la
Universidad Franciscana de Steubenville. Él es
el autor de los libros Si usted realmente me
amó, Amor, el sexo y los bebés, y De puro
amor, que desafía a los jóvenes a abrazar la
virtud de la castidad. Jason habla en seminarios, participa en los
debates, y responde a muchas preguntas de la gente alrededor
del mundo.
Después de dar sus presentaciones sobre la
castidad en solitario durante tres años, Jason se
unió a Crystalina Padilla (26). Ellos hablan de
más de 100.000 jóvenes cada año en las
escuelas secundarias públicas en todo el país.
Tanto Jason y Crystalina son apologistas de
tiempo.
Después de un año de hablar como una pareja
de novios, Jason y Crystalina se casaron en junio de 2003, y
siguen compartiendo sus testimonios de inspiración a cientos de
miles de adolescentes y padres de familia. En su seminario de
castidad más conocido: "Romance sin remordimientos", el dúo
proporciona razones poderosas y edificantes para abrazar la
virtud de la castidad.
Juntos, Jason y Crystalina están en la Junta de Asesores para la
National Abstinence Clearinghouse, y son invitados frecuentes
en programas de radio en todo el país. Sus apariciones en
televisión incluyen Donauhe, BBC, WGN, y EWTN. Juntos
recibieron el Premio de Impacto de 2003 de la National
Abstinence Clearinghouse en reconocimiento de su éxito en el
trabajo con adolescentes.
Algunos piensan que "la castidad"
simplemente
significa
"no
tener
relaciones sexuales." Pero eso es sólo la
abstinencia: lo que no puede hacer y no
puede tener. La castidad es más que
eso, es sobre lo que puede hacer y
tener, en este momento: un estilo de
vida casto que trae la libertad, el respeto,
la paz, y el romance sin sufrimientos.
¿Qué puede salvar el matrimonio del mañana? En una época en
que los medios dicen a los jóvenes que no pueden - y no es
necesario - el control sexual de sí mismos, el mensaje de Jason
y Crystalina a los estudiantes de la escuela secundaria, es
desafiante, divertido, alentador, y reparador. Accede a la sana y
correcta perspectiva de hombres y mujeres a vivir castamente en
un mundo que no valora esta conducta que prepara a una vida
matrimonial responsable. ♦
Para visualizar la charla de Jason y Crystalina “Amor sin
remordimientos”, buscar en youtube el siguiente link:
http://www.youtube.com/watch?v=2vpMvaKCw70
5. El encuentro con Jesús de Nazaret en los lenguajes
juveniles
Iván Maffeis.
Istituto Figlie di Maria Ausiliatrice
Ambiti Comunicazione Sociale - Pastorale Giovanile
FMA in Videoconferenza.
Roma 13 marzo 2010.
Cuando me pidieron la disponibilidad para esta intervención, en
seguida estuve tentado de declinar la invitación de invitaros a
buscar algún otro. No, ante todo no es el tiempo que falta ante
ciertas peticiones, no son los libros en los que puedes
documentarte y sacar de ellos alguna idea… Más bien es el
hecho de que las realidades principales de la vida no soportan lo
que viene de oídas, las cosas recogidas irregularmente de aquí y
de allí; quizás tal vez cosas buenas pero que saben mucho a
obras de un aprendiz, de la pequeña lección aprendida de
memoria, que puede ir bien alguna vez en clase – y, allí también,
no siempre… - pero, sea como fuere, no en la vida.
La vida está hecha de encuentros reales, éstos son los que te
empujan para ciertas opciones, a salir de ciertas lógicas y a
abrazar otras… Cuando te enamoras no te sirven los SMS
preconfeccionados por la compañía telefónica para hacer que el
otro entienda que le quieres; cuando amas sabes encontrar las
palabras para decirle cuánto te importa, cuán importante es para
ti. Cuanto menos, lo dice tu forma de hacer…
¿No pasa quizás por los encuentros también el secreto de
nuestra vida consagrada? Si tuviéramos que explicar el porqué
de nuestra opción, ¿no volveríamos algo todos a la fuerza de
encuentros que nos marcaron de manera imborrable? ¿No sería
ésta la cifra que nos familiariza?
Las palabras no bastan. O mejor; nos percatamos de que las
realidades fundamentales de la existencia pueden explicarse
sólo en la medida en que tienen el grosor de la vivencia, de la
experiencia. Nuestros sermones no comunican porque a
menudo no sacan de la profundidad de la vida, decimos incluso
cosas buenas, pero – para emplear la imagen del llorado obispo
Don Tonino Bello – somos como carteles de la calle, puntuales
al indicar lugares que nosotros los primeros no conocemos
porque no los frecuentamos…
Puedes, incluso, aprender de memoria una por una las frases,
los versículos, los episodios del Evangelio, pero si no está el
encuentro, si no hay pasión, si no está un auténtico ponerse en
juego por parte del educador… todo esto servirá a poco.
En general, los „media‟ se dan cuenta de los jóvenes cuando las
cosas no van, cuando la crónica hace que se registre el episodio
de violencia, el homicidio de la coetánea o de los padres…
Entonces se interpela al experto de turno por cuatro o cinco mil
euros por tertulia, para luego – una vez pasada la ola emotiva –
seguir olvidándose de ellos. ¿Quién frecuenta a los jóvenes, sin
pretender enjaularlos en etiquetas que se paran delante de
lenguajes en los que cuesta reconocerse? Quien no se contenta
con los análisis de salón, sino que sufre la fatiga de ir a
buscarles, de abrirles una puerta, de acercarse a ellos don
dulzura y discreción, entrar en su mundo con una mirada que les
dé reconocimiento y, a la vez, con el Evangelio como propuesta
que encuentra y toma nervio en sus valores; la libertad
(necesidad
de
autonomía
personal,
posibilidad
de
movimiento…), la felicidad (en el grupo se destierra toda tristeza;
no que no las experimenten, pero las tienen escondidas para no
ser excluidos…aún a costa de autoexcluirse de la vida…), la
verdad (el deseo de sinceridad, la desconfianza en la
credibilidad de las instituciones…).
En las canciones
Fabio Pasqualetti, profesor de la Facultad de Ciencias de la
Comunicación Social de la Universidad Pontificia Salesiana, en
la revista “Note di Pastorale Giovanile”, ha publicado en estos
años numerosos artículos, que pueden revelarse ricos de ideas
propiamente para el tema que estamos intentando afrontar. El
autor va a buscar el rostro de Dios – y, por lo tanto, del hombre –
6. en el lenguaje de las canciones populares entre los jóvenes,
sabiendo que estos últimos “habitan constantemente los
territorios musicales y a menudo a ellos verdaderamente confían
sus penas, esperanzas y denuncias”.
No hay aquí lugar para valorar aquellas aportaciones, que me
permiten indicar este horizonte como posible rejilla de lectura,
que se declina en cada País, en cada contexto y cultura, en
cuanto la música tiende a homologar. Le evolución de la relación
entre los jóvenes y Dios se puede explicar a través de los textos
de las canciones, algunas de las cuales constituyen un
verdadero y propio manifiesto cultural y generacional.
Pensemos, como ejemplo, en algunos cantautores italianos de la
segunda parte de los años Sesenta; la contestación social que
expresan refleja el alejarse de los jóvenes de las instituciones, a
la búsqueda también de un rostro distinto de Dios, frente a una
religión que consideran incapaz de dar respuestas a lo que
acontece. O bien, siempre como ejemplo, valdría la pena
considerar cuántos textos de los últimos diez años expresan una
relación con Dios que mezcla a la vez aspectos de religiones
distintas, acentuando sobre todo la dimensión afectiva y del
bienestar individual1.
Las nuevas tecnologías
Durante unos quince años he trabajado en los „media‟ –
semanario, radio, oficina de prensa – de una diócesis del norte
de Italia. He sido testigo en toma en directo de la revolución
introducida en la profesión por las nuevas tecnologías; desde la
“Oh Señor del universo escucha a este hijo disperso que ha perdido el hilo y no
sabe donde está y que no sabe ni tan siquiera ya hablar contigo. Tengo un Cristo
que cuelga encima de mi almohada y un Buda sereno encima de la mesita de
noche, conozco de memoria el Cántico de las Criaturas, grandísimo respeto por
las mil suras del Corán; tengo también un talismán, que me ha regalado un
hermano mío africano y yo sé que tú te revelas en cualquier parte, que no estás
únicamente cerrado detrás de los cielos y en las representaciones humanas de ti,
a veces yo te veo en todo lo que hay y doy vueltas por el mundo entre mis altos
y bajos y como Pollicino dejo atrás piedras tras mis pasos para no olvidar el
camino que he recorrido hasta llegar aquí y ahora donde ahora se va se vuelve
hacia otra ciudad. Quiero ir a casa LA CASA ¿DÓNDE ESTÁ???” (Jovanotti,
Questa è la mia casa).
1
mecanografiada de los primeros años a la situación actual,
donde, ahora ya, también el corresponsal de periferia emplea el
correo electrónico y envía las fotografía digitales…
Ventajas innegables en términos de velocidad de comunicación,
de transmisión de datos, de acceso a banco de datos… Ventajas
que también han modificado radicalmente la profesión; se
emplean motores de búsqueda, se plagian almacenes virtuales,
se bordan estando sentados en el propio despacho.
De aquí el peligro de diarios cada vez más iguales; llenos de
cosas, de noticias, de imágenes que alguien ha puesto en la red,
muy pronto descargadas y “trabajadas”… para artículos que no
tienen a su espalda experiencia alguna directa. Esta semana
Nigeria ha sido noticia por la enésima matanza del odio – un
ataque que ha provocado al menos 500 víctimas y que parece
haber sido planificado con los SMS -; por otra parte, del entero
continente africano no hay espacio en los diarios.
Los jóvenes, a su vez, los has de encontrar, has de hablar “con
ellos” si quieres hablar “de ellos”, escuchar sus lenguajes
(“Aprender la lengua de los otros no es únicamente aprender a
hablar, aprender la lengua de los otros es aprender a amar”
canta – para quedarnos en el tema de música – Fiorella
Mannoia); precisamente como África, que tendrías que mirar con
los ojos de un africano, de un misionero o al menos con los pies
de un Kapuschinski…
Sólo frecuentándolos con disponibilidad nos podemos dar
cuenta, por ejemplo, de que aquellos que para nosotros son
todavía instrumentos de comunicación – las nuevas tecnologías
– para ellos son un ambiente, el ambiente en el que se mueven
habitualmente; ambiente que modifica los recorridos y los
procesos cognitivos, que hace su mirada intermitente, móvil,
interactiva. Hace experiencia que hoy enseña entre los
muchachos.
Las nuevas tecnologías inciden en la mentalidad, en los hábitos,
en los afectos; cambian perspectivas y estilos de vida, dilatan los
espacios, acortan los tiempos.
La red digital constituye un territorio en el que nacen nuevas
formas de contacto y de reunión, nuevas pertenencias y, por lo
7. tanto, un nuevo tipo de comunidad. Se habla de “social network”,
o sea de redes sociales, entre personas conectadas pos los
motivos más distintos; desde la comunidad de intereses –
deportivos, musicales, culturales o profesionales – a la relación
por la relación.
Son una nueva frontera cultural, que – si al adulto pide
competencias, lenguajes y formas nuevas – para la “generación
digital” son pan. Los jóvenes no se limitan a emplear la Red
como si fuera una extensión de los medios tradicionales para
echar una mirada al diario on-line, descargar el correo, buscar
documentos, distraerse o interactuar… Este mundo es más bien
el que les consiente estar constantemente en relación, abrir y
mantener contactos, amistades, intercambios. Es un mundo
descentralizado y horizontal, respecto a la comunicación
centralizada y jerárquica de ayer; un mundo – lo empezamos a
descubrir con la Web 2.0 – que supera la distinción entre emisor
y receptor, entre productor y usuario de servicios; la facilidad con
la cual se pueden publicar textos, fotografías y vídeos, compartir
informaciones y activar respuestas, nos hace actores del
proceso comunicativo.
Estamos en presencia de una nueva forma de pensar y de
construir conocimiento, abierto al concurso de cuantos en la Red
participan en la circulación de significados. Del digital impresiona
la “agilidad” (llega sin demasiadas mediaciones, expresa la
máxima transportabilidad) y su esencialidad (Twitter, donde un
mensaje no puede ser más largo de 140 caracteres…).
No es que sea todo oro; la navegación requiere tiempo y molesta
ritmos de vida ya llenos; puede comportar una dispersión de
tiempo, una caída de la dimensión ética o el surgir de nuevas
formas de dependencia. En Internet se abdica fácilmente de la
propia privacidad, por lo que informaciones que conciernen a la
esfera personal terminan por circular mucho más allá de la
esfera familiar. (El caso de la enfermera de Udine, que ha
“colocado” las imágenes de los pacientes en la propia página de
Facebook con la ingenuidad de pensar que en la Red puedan
existir espacios de íntimo compartir). Pero, también estos límites,
en cierto sentido parece que nos interesan más a nosotros,
adultos, que no a nuestros muchachos…
Permanece, sea como fuere, verdadero lo que Benedicto XVI
escribía en el Mensaje para la Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales de 2009: “El deseo de conexión y el
instinto de comunicación, que así son descontados en la cultura
contemporánea son manifestaciones modernas de la propensión
fundamental de los seres humanos a ir más allá de sí mismos
para entrar en relación con los demás”.
Al final, lo que los jóvenes expresan en la Web, antes que los
contenidos, es una fuerte demanda de relación, de sociabilidad y
de emociones.
La Iglesia de nuestro tiempo está atenta a no tropezar en el
peligro de minusvalorar su alcance (un poco como ha acontecido
con la prensa de caracteres móviles, respecto al libro de los
amanuenses); se percata como no se mantiene en absoluto la
visión que querría lo “virtual” contrapuesto a lo “real”; en todo
caso virtual se convierte en sinónimo de potencial, de una
comunicación que ofrece enormes vías de conexión, primer paso
para relaciones que piden, sea como fuere, el grosor del
encuentro.
En el Mensaje que el Papa dedica a la próxima Jornada (16 de
mayo de 2010) se lee que, con su “invasora difusión”, el
continente digital es un “gran recurso para la humanidad” y “una
gran oportunidad para los creyentes”.
Por otra parte, si Benedicto XVI escribe de ello, no lo hace
únicamente para tejer sus alabanzas; aún otra vez, a Pedro le
interesa abrir el rumbo, afrontar la navegación abierta, con la
misma pasión que desde hace más de dos mil años acompaña
la barca de la Iglesia. Benedicto XVI es consciente de que para
la Iglesia la partida no concierne tanto a las habilidades técnicas
– “la mano del trabajador” – cuanto “al corazón” del creyente,
que puede contribuir a “dar un alma” también a este mundo. Por
esto, el objetivo indicado por el Papa no es el de plantar también
en este territorio una banderita confesional (después de haber
afirmado “el derecho de ciudadanía de Dios en cada época” y,
por lo tanto, en cada ámbito de la vida humana, afirma: “Sería un
8. error considerar la Web sólo como un espacio a ocupar”), cuanto
colocarse también en tal contexto como “animadores de
comunidad”, capaces de “seguir preparando caminos que
conduzcan a la Palabra de Dios”, con un ojo atento a cuantos
“están descorazonados y tienen en el corazón deseos de
absoluto y de verdades no caducas”.
Con otras palabras, el Papa está animado por la responsabilidad
del anuncio, una responsabilidad hecha mayor (“más impelente”)
por la enorme capacidad de expresión ofrecida por lo digital, que
precisamente por esto “reclama un compromiso más motivado y
eficaz”.
He aquí porque – como he subrayado antes – con las palabras
del Papa la Web se convierte en “una gran oportunidad”, gracias
a la cual “hacerse cada vez más cercano a la persona” y serle
“testigos de la vida siempre nueva, engendrada por la escucha
del Evangelio de Jesús”.
También es muy significativa la imagen de la Web como de un
lugar que “pueda hacer sitio - como el “patio de los gentiles” del
Templo de Jerusalén – también a aquellos para los que Dios es
todavía un desconocido”. Y entre éstos están in primis
precisamente los “nativos digitales”; tanto entre los destinatarios,
como entre los protagonistas del anuncio.
“Queridísimos jóvenes – escribía aún el año pasado,
dirigiéndose a los católicos- sentíos comprometidos a introducir
en la cultura de este nuevo ambiente comunicativo e informativo
los valores sobre los que se apoya ¡vuestra vida! Sabed haceros
cargo con entusiasmo del anuncio del Evangelio a ¡vuestros
coetáneos! Vosotros conocéis sus miedos y sus esperanzas, sus
entusiasmos y sus desilusiones… A estas esperanzas la fe
puede dar respuesta; ¡sed sus heraldos!”.
Interesante, en particular, la referencia que el Papa hace –
siempre en el Mensaje del año pasado – al concepto de amistad,
así como ha evolucionado “en el vocabulario de las redes
sociales digitales”; no por casualidad pone en guardia del
“vulgarizar el concepto y la experiencia de la amistad”. El
ejemplo de Facebook.
La tarea es la de “trabajar en los „media‟ para allanar el camino a
nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto
humano y la atención a las personas y a sus verdaderas
necesidades espirituales; ofreciendo a los hombres que viven
este tiempo “digital” los signos necesarios para reconocer al
Señor”.
Signos para un encuentro
¿Cuáles son estos posibles signos? ¿Cuáles pueden llegar al
mundo juvenil, conjugarse y declinarse en sus lenguajes?
Un libro que ha salido hace un par de meses – ya desde el título
– habla de los jóvenes de hoy como de “La primera generación
incrédula”; una generación que no se pone contra Dios o contra
la Iglesia, pero que está aprendiendo a vivir sin Dios y sin la
Iglesia. No que esté privada de una necesidad de espiritualidad;
sino que está privada de cualquier cultura bíblica y más en
general de formación cristiana, en cuanto no tiene a sus
espaldas a nadie que haya sabido narrar la fuerza, la belleza, la
relevancia humana de la fe (Armando Matteo, Rubettino Editore,
2010).
Estos jóvenes – que son nuestros jóvenes… - no te hacen ya la
guerra, no te contestan; te dejan al margen, están en otra parte,
cuando el lenguaje de nuestra propuesta a su oído suena
vacío… Este conocimiento – que obliga a no poder ya dar por
descontado ni siquiera un diccionario común – nos compromete
a nosotros, educadores, a ponernos en juego con convicción; ya
no es el tiempo de quien habla por hablar, tanto más que el
Cristianismo no es una doctrina, un pensamiento, una ideología;
ni tan siquiera es una moral (“No hacer esto, no hacer aquello”).
El Cristianismo es una experiencia, que puede ser explicada sólo
por testimonios; testimonios que, quizás, no añaden nada a
cuanto ya se sabe…Testimonios que pueden, también,
balbucear, pero de su persona, de sus ojos, de sus gestos, se da
salida a la fuerza de una increíble implicación emotiva.
9. Primero, no escandalizarse
Nuestras palabras, “sus” lenguajes
Hay un acontecimiento que, a mi modo de ver, es
verdaderamente perturbador en el Evangelio y que tendría que
acompañar la mirada del educador y sostenerlo en los
momentos de crisis, cuando siente la fatiga de tener que
interpretar y sostener su misión.
Concierne a Juan Bautista, definido por Jesús como “el más
grande entre los nacidos de mujer”, aquel Bautista que vivía en
el desierto, un profeta que ayunaba y rezaba; aquel Juan
Bautista que tronaba contra los fariseos: “¡Raza de víboras!”;
aquel Juan Bautista que tenía palabras de fuego con Herodes:
“¡No te es lícito convivir con la mujer de tu hermano!”; aquel Juan
Bautista que había reconocido a Jesús como el Mesías (“He
aquí el Cordero…”), sintiéndose indigno hasta de soltarle las
sandalias.
A un cierto punto, precisamente por su valentía, este hombre es
encarcelado. Herodes no lo soporta más, no soporta más sus
denuncias públicas. Aquí – de donde saldrá sólo muerto – es
afectado por la duda, hasta el punto que manda a los suyos a
preguntar a Jesús: “¿Eres tú verdaderamente aquel que ha de
venir o hemos de esperar a otro?”.
¿Qué palabras, usar para decir la novedad representada por
Jesús de Nazaret?
Entre los aspectos del mensaje de Jesús, intento concluir
valorando algunos de ellos como elementos que pueden
gastarse en el “patio de los gentiles” para conectar con los
jóvenes, para encaminar una comunicación que sea encuentro y
experiencia de vida.
Nos damos cuenta del drama que hay detrás de esta pregunta.
Bien distinto a fe barata… Tú has creído en algo, en alguien, en
un proyecto de vida, en una persona, te has gastado y a un
cierto punto te encuentras con el interrogante: “Pero ¿y si me
hubiera equivocado?”. Es inquietante. Cuando nos apresan
preguntas como ésta ya no sabemos qué hacer, todo se
convierte en peso, todo parece inútil, sin un porqué.
Son los momentos de la prueba, de la desolación, de la soledad.
Quizás es precisamente volviendo a páginas del Evangelio como
ésta como podemos encontrar la manera, la comprensión, la
paciencia con quien no tiene a su espalda ninguna frecuencia al
templo. Jesús de Nazaret permanece otro, hasta respecto a las
esperanzas del Precursor…
Compartir
Jesús, a los enviados de Juan, responde poniendo por delante la
vida: “Id y referid a Juan lo que habéis visto y oído…”.
Y ¿qué es lo que ven? ¿Qué es lo que la comunidad cristiana - a
través de las páginas del Evangelio – nos ha transmitido de él?
Jesús inicia tentado la vida pública. También él, como nosotros.
Tentado de abrazar la lógica del mundo, del “dedícate a tus
asuntos”, del pensar en sí mismo.
Es un Jesús que se plantea preguntas, que llora ante la tumba
del amigo Lázaro, que experimenta turbación, miedo y angustia
ante la muerte. La experiencia del límite, del fracaso, de la
muerte no es extraña a nuestros jóvenes; la conocen en el
desperdicio de muchas vidas que han visto fracasar a su lado.
Un Cristianismo que no pasa por estos caminos, que no se curva
sobre el dolor, sobre los muchachos que mueren encima de un
gard rail… no habla a nadie.
10. Esencialidad
Jesús de Nazaret sabe desdramatizar, mirar las flores del
campo, los pájaros del cielo, los niños que juegan en la plaza.
Sabe experimentar asombro. Y reconducir a lo esencial: “No
andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por
vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido” (Mt 6, 25). La fatiga de
un joven para ir más allá de la esclavitud de las modas.
de todos los días, con Mateo, el recaudador de impuestos, la
prostituta…
En Oriente comer significa compartir; no sólo lo que hay encima
de la mesa, sino la vida del otro. Es la manera para hacerse más
íntimos, más amigos. Y cuando quiera dejar el signo más fuerte
de su presencia en medio de nosotros: la Eucaristía. “Tomad y
comed”. Comparte los sueños, los miedos, la vida; se ofrece a sí
mismo.
Hacer sitio
Libertad del juicio
Es libre de los juicios de los otros, de lo que piensan y dicen.
Aquel juicio que muchas veces reprime a nuestros jóvenes (y no
sólo a ellos…), les hace preocupados de no estar a la altura de
las expectativas, de quedarse solos, excluidos de la “tribu”.
Niños, mujeres, pobres; no contaban nada, juzgados impuros,
marginados. Jesús está con ellos, pone a un niño como modelo
del creyente (“Si no os hacéis…”), siempre habrá mujeres a su
lado y hará de las mujeres las primeras anunciadoras de la
mañana de Pascua.
Sabe hacer sitio: al Padre ante todo. En el diálogo con él (las
noches) construye su vida, revisa sus opciones, que se
convierten en un hilo que une toda su existencia, capaz de
resistir también en las dificultades, en el cambio de las
circunstancias…
No se impone a sí mismo. No pretende ya haber entendido todo.
Hace sitio. Escucha. Busca. Así con los hombres; su acoger, su
paciencia, disponibilidad (“¡Llamadle!”, el ciego), su compartir las
preguntas, los problemas. No se escandaliza; escribe en la
arena… Levanta otra vez, no condena, no humilla.
Libertad en las tradiciones
Gratuidad
Observa las tradiciones de su pueblo; no es un revolucionario
que rechaza todo; va al templo, reza los salmos, frecuenta la
sinagoga. Pero es libre por todo esto; sabe dar a las normas, a
las reglas – también a aquellas religiosas – su lugar: “No es el
hombre el que está hecho para el sábado…”. Entre el fariseo y el
publicano no tiene duda sobre quien elegir…
Uno que no se fija en las inversiones (“¿Qué gano con eso…?”).
La gratuidad de quien no calcula todo en los términos de
entradas/salidas. Durante la última Cena lava los pies a todos y
en aquel contexto de traiciones… “En la noche en que fue
traicionado…”: ésta es la grandeza de una vida entregada, por lo
cual aquel pan partido es verdadero.
Las exigencias del seguimiento
Llama a lo largo del lago, en lo de cada día, en la vida cotidiana.
“¡Sígueme!” Y alguno ha dejado la barca y las redes, un
determinado modo de pensar del mundo. ¡Sígueme! No se trata
de aprender una doctrina. El Cristianismo es un seguir, es un
estilo de vida, un estar con alguien, es deseo de compartir el
camino, las opciones. Cuando has encontrado a alguien que te
En la mesa de la vida
Es un “buen tenedor”; cuántas veces el Evangelio nos lo
presenta en la mesa; y no con los poderosos, sino con la gente
11. empuja, que te es amigo, entonces el tiempo pasado juntos
nunca es bastante. Lo saben nuestros muchachos, que – no
obstante que los padres no entiendan – apenas han comido
cogen el teléfono móvil, se mandan mensajes, se escriben en el
Chat, aunque se hayan separado apenas después de haber
salido juntos de una jornada de clase…
Un seguir que implica un comprometerse; no se puede seguir
desde lejos. Cuánta gente en la vida está a mitad; aquellos que
no saben decidirse. Aquellos que lo querrían todo, pero sin
arriesgar nada. Comúnmente son los más infelices y los jóvenes
lo advierten. Porque la vida no soporta arreglos mezquinos. No
se puede “estar con” y a la vez salvaguardar la propia
tranquilidad.
CIUDADANOS PARA CONVIVIR SOLIDARIAMENTE
Tony Mifsud, Informe EthosN°23
“Solidario o solitarios”, UAH, 2002.
Estar ahí
Quisiera concluir precisamente con el verbo “estar”.
Debajo de la cruz, los enemigos de Jesús lo tientan
escarneciéndolo “Baja de la cruz y te creeremos”. Él se quedó
en la cruz. Y precisamente por esto un centurión pagano dirá:
“Verdaderamente éste era Hijo de Dios”. El único que lo
reconoce en todo el Evangelio…
El mundo sigue buscando milagros; quizás, por nuestra parte, el
milagro que podemos poner es precisamente el de estar ahí.
También cuando las cosas no van. También cuando al grupo le
cuesta y muchos se van. También cuando los lenguajes
padecen para entrar en sintonía.
Estar ahí. No como pesimistas, como resignados y melancólicos.
Amar a los jóvenes concretos que la vida nos hace encontrar.
Dar. Mancharse las manos. No tener miedo a estar contentos y a
sonreír, como enseñaba Don Bosco.
Y entonces la próxima vez para entender algo más de los
jóvenes y de su relación con Jesús de Nazaret ya no
necesitaréis ir a recuperar a un pobre sacerdote, porque será
vuestra vida la que hablará. ♦
Hace varios años venimos escuchando que es urgente
educarnos para una ciudadanía activa. Y hemos trabajado el
discurso sobre el tema, realizado jornadas, campañas,
experiencias de todo tipo…¿y?
Realmente ¿qué es la CIUDADANÍA? ¿Qué significa ser
CIUDADANO?
El otro día leyendo algunos documentos sobre el tema, en
función de las Tareas del Diplomado, encontré algo que me
gustó muchísimo:”Esta vocación a ser ciudadanos, la tenemos
desde nuestra concepción”. Me llamaron la atención esas dos
palabras: vocación y concepción, pensé: somos “llamados a ser”
ciudadanos, ¡qué importante! Y desde nuestra “concepción”,
podríamos decir en otras palabras, “desde siempre”:
¡maravilloso!. Y ya después, desde que nacemos, nos registran
inmediatamente como miembros de una comunidad civil, nos
dan un nombre para identificarnos socialmente y empezamos a
disfrutar de una cantidad de privilegios llamados Derechos.
Hasta aquí todo va divinamente, pero resulta que tanta belleza,
12. solo es parte de un todo, cuyo complemento tiene sus bemoles:
Los Deberes que integran nuestro ser ciudadanos. Y resultamos
pensando y actuando exactamente a medias, creyendo y
asegurando muchas veces, que como ciudadanos que somos
tenemos solamente derechos que todos deben respetar, cuidar,
pero casi nunca o nunca pensamos, hablamos y mucho menos
cumplimos, vivimos nuestros deberes.
Y desafortunadamente ahí quedamos, sin saber siquiera
definirnos como ciudadanos, sacamos a relucir esta identidad
cuando de votar en unas elecciones se trata, cuando cumplimos
los dieciocho y queremos ser “mayores de edad”, “libres”, “sin
compromisos con los demás”, etc etc…
¡Qué reto el que tenemos como educomunicadores!: educar
para una ciudadanía activa, despertar, poner a funcionar esa
dimensión, cabe llamarla así, de nuestra identidad humana.
Empeñarlo
todo
por
la
creación
de
ecosistemas
educomunicativos, que nos permitan cualificar nuestras
relaciones interpersonales, como ambiente propicio para crecer
como personas y ayudar a crecer a los demás.
La ciudadanía no es un fin en sí misma, es un medio para
construir un bien común, para realizar acciones responsables
que beneficien a todos, incluyéndonos a nosotros mismos. Una
práctica responsable para la transformación del ambiente como
dice nuestra Propuesta de Educomunicación.
El ejercicio de la ciudadanía no puede dejar a nadie al margen,
ni siquiera a los mal llamados por la sociedad: desechables.
Todos tenemos derechos que nos protegen y que los demás
deben respetar, como también deberes que cumplir, para que
los demás puedan gozar de sus derechos.
Es aquí donde se genera la auténtica convivencia humana,
síntesis de los valores de la responsabilidad, la participación, el
respeto, la generosidad, la honestidad, cuya circulación,
beneficia a todos, dando cabida a la solidaridad, fuerza creadora
del bien común. ♦