Si nos preguntaran si quisiéramos tener un buen o un mal día, probablemente todos elijiríamos tener uno bueno. Queremos tener buenos días, buenas semanas, buenos meses… alcanzar la felicidad y mantenernos en ese estado siempre. Si alguno de nosotros afirmara lo contrario, posiblemente sería tildado de loco o excéntrico.