2. 2
. El sufrimiento.
. El dolor.
. La muerte…
… son experiencias que no
encuentran sentido desde la lógica humana.
¿Para qué sirve sufrir?
¿Qué relación tiene el dolor con la culpa?
¿Qué hay detrás de la muerte?Pulsa
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3. 3
Pero vista así LA CRUZ , es
algo que está vacío.
- que hay que rechazarla.
- o en todo caso, soportarla.
A esto muchos le llaman: LA CRUZ.
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4. 4
La cruz es algo más.
es el símbolo de los cristianos.
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5. . Aunque para algunos oculte el poder de Dios, por lo que se preguntan:
¿dónde está el Dios poderoso cuando se hace presente la cruz?
¿no será una señal de que Dios no existe?
Muchos la han ido rechazando a lo largo de la historia:
• desde el escolar romano que en su grafitti ridiculizó al joven cristiano
Alexámenos.
• hasta las criticas mordaces actuales.
• pasando por las prácticas satánicas y exotéricas.
“Hay muchos que andan como enemigos de la cruz
de Cristo” (Fil 3,18).
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6. 6
. Pero para otros muchos, la cruz es la
fuerza, el sentido de sus vidas.
“El mensaje de la cruz es necedad para
los que se pierden, pero para los que se
salvan, para nosotros, es fuerza de Dios”
(I Cor 1,18).
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7. 7
La cruz no es sólo un signo cultural de occidente:
+ Es verdad que se ha usado:
Para rematar edificios.
Para justificar fiestas.
Para certificar la muerte.
Para señalar lugares de salud.Pulsa
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8. 8
+ También para destruir y matar:
En guerras y cruzadas.
En exterminios.
Lo mismo que para indicar triunfos.
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9. 9
+ En nuestra tierra giennense se la ha usado para buscar una
identificación. No se entendería nuestra cultura sin la cruz:
•Desde la lápida tardía romana de La Rábita.
•Jaén, sin la cruz del castillo.
•Beas, sin la cruz de los Trabajos.
•Martos, sin la cruz del Lloro.
•La Guardia, sin su Crismón visigótico.
•Torredonjimeno sin la suya, de la misma época.
•Alcala la Real sin sus cruces de mayo.
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10. La cruz es para nosotros los cristianos algo más:
Es un programa de vida junto a Jesús.
“El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mc 8,34).
Es un camino imprescindible:
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
infecundo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).
La cruz es lo que hace que la vida no sea un absurdo.
Pero no tiene atractivo, si no es habitada:
Por el Amor.
Que es Jesús.
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•San Juan de la Cruz con la estética de su pluma.
Así lo entendieron muchos cristianos durante
siglos:
•Francisco de Asís ante el crucificado de
San Damián.
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12. No somos masoquistas, sino que en la cruz queremos
descubrir la gran verdad:
En medio de la crueldad,
Dios se manifiesta como Amor.
El VÍA CRUCIS no es sólo un recuerdo, sino una realidad
sangrante y actual.
Ahora iniciamos este VÍA CRUCIS, sin perder de vista su
actualidad en nuestro mundo
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Los cristianos han venido expresando a lo largo de la
historia este seguimiento a Cristo por medio del Vía Crucis.
• Catorce pasos para acompañar a Jesús en sus últimas
horas.
• Para ir comprendiendo poco a poco el sentido de esa
entrega de amor.
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I
“Ahí tenéis a vuestro rey. Ellos decían: Fuera, fuera, crucifícale”
(Jn 19,13-16).
Cristo, el reo, está seguro.
Pilato, el juez, sin embargo está nervioso, y pregunta:
“¿qué es la verdad?”
La tenía delante y no la llegó a conocer.
Señor, seguimos hoy también juzgando y condenando a la ligera.
Seguimos sin conocer la Verdad, que siempre viene envuelta en
humildad, y la tenemos delante.
Porque tú eres la Verdad, que desde ti miremos a los demás sin
condenarlos.
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II
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“Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo,
tome su cruz de cada día y me siga” (Lc 9,23).
Su cruz es nuestra cruz.
Su camino de dolor, es nuestro camino de dolor.
El Nazareno es el Dios solidario.
Señor, buen samaritano que cargas con nuestros dolores.
Señor, buen pastor que nos buscas en nuestros extravíos.
Que hoy también nosotros carguemos con las pobrezas de los
demás.
15. 15
III
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“Sus heridas nos han curado” (Is 53, 5).
Cristo caído, para estar con que hombre derrotado.
Cristo abatido, pero no vencido.
Cristo rodando por la tierra de las miserias.
Señor, que no empujemos a nadie para que caiga.
Y si caen, que del árbol caído no hagamos astillas.
Que les ayudemos a incorporarse, porque tú nos quieres a todos de
pie. Siempre libres y llenos de dignidad.
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IV
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“Y a ti misma una espada te traspasará el alma” (Lc 2,35).
El vía crucis de María comenzó hacía ya mucho tiempo, en el establo
de Belén.
Aunque otros, y muy cercanos, ahora lo niegan, ella es fiel al “sí” que
pronunció.
Y allí está por ser discípula y por ser madre, y no al revés, porque lo
primero le llevó a lo segundo.
Madre, ayúdanos a comprender que aunque la mayoría de las cruces
no las podemos evitar, sí las podemos compartir.
Madre, ayúdanos a ser fieles, así Jesús, aunque sienta la ausencia de
su Padre, nos sentirá cercanos como te sintió a ti.
Madre, inclúyenos en la familia de los que escuchan la Palabra y la
cumplen.
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V
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“El que no carga con su cruz y no me sigue, no es digno de mí”
(Mt 10,38).
Las manos de Simón comparten la cruz de Jesús.
Son las manos de la persona solidaria.
Son las manos de un trabajador.
Haz, señor, que cada día haya más gente solidaria, y entre ella estén
tus seguidores.
Que nadie se encuentre solo en su dolor, en sus discapacitación, en su
llanto.
Y que Simón de Cirene nunca esté solo.
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VI
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“Despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros”
(Is 53,3).
Una mujer cerca del despreciado.
Las mujeres siempre reconocieron el rostro de Jesús antes que
los apóstoles.
Como aquella mujer que un día le lavó los pies con sus
lágrimas.
Señor, que sepamos ver tu rostro en el sufriente.
Y que viéndolo, reaccionemos con ternura limpiando tanta sangre y
tantas lágrimas.
Que no consintamos más rostros doloridos, porque no salieron así de
tus manos.
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VII
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“Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores”
(Is 53,4).
Otra vez el rostro de Jesús besando la tierra.
Su caída no fue desde el pináculo del templo.
Porque no jugó a ser hombre, sino que lo fue realmente.
Señor, que nuestra debilidad no nos asuste porque siempre te veamos
cercano.
Que nuestras humillaciones no nos desesperen.
Que recordemos que contigo, cuando somos débiles, entonces somos
fuertes.
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VIII
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“Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por
vuestros hijos” (Lc 23,28).
Cristo desvía los llantos de él hacia los demás.
San Pablo había recordado a los cristianos de Roma:
“Llorad con los que lloran”.
Importa el dolor del ser humano.
Señor, que no nos olvidemos de llorar. Que no nos avergoncemos de
llorar.
Que no se nos tenga que recordar aquellas palabras tuyas: “malditos
los que ahora reís, porque lloraréis”.
Que todo sufriente encuentre siempre quien le consuele.
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IX
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“Cuando yo tropecé, se alegraron, se juntaron contra mí y me
golpearon por sorpresa, me laceraban sin cesar. Cruelmente se
burlaban de mí, rechinando los dientes de odio” (Salmo 35, 16).
Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan
Nos derriban, pero no nos rematan.
Apurados, pero no desesperados.
Que comprendamos que seguir tu causa nos trae complicaciones.
Que no nos cansemos de vivir.
Y como Pedro, tres veces sepamos decirte: Tu sabes que te quiero.
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X
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“Cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y
apartaron la túnica”(Jn 19,23).
Jesús se abandonó a la voluntad del Padre.
Ahora se abandona a la voluntad de los hombres.
Y así queda despojado de todo, y no tiene donde reclinar la
cabeza.
Señor, que entendamos tus palabras: “Estuve desnudo y me
vestisteis”.
Que se acaben los expolios de los pueblos.
Y que nuestro despojo sea voluntario, de aquello sucio y viejo que
sigue habiendo en nosotros, y sólo para ser libres.
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XI
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“Me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. Ellos me
miran triunfantes” (Salmo 22,17-18).
Señor, ¿por qué los inocentes siempre pierden?
¿Dónde esta la utilidad de tu inmovilidad?
¿Cómo verte libre, si estás cosido a la cruz?
Señor, que no nos inventemos nuevos instrumentos para matar.
Que limpiemos este mundo de torturas, de amenazas, de minas, de
misiles y de fusiles. Que no haya lugar para más
cruces.
Y si nos matan, que muramos por servir a los que tú serviste.
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XII
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“Hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2,8).
Jesús muere porque lo mataron. Apostó por el hombre, y el
hombre lo mató.
Amó sin medida.
Por eso su muerte no fue silenciosa: murió perdonando.
Señor, que se acaben todas las muertes.
Que se acaben los culpables de las muertes injustas.
Y que entendamos que morir como tú no es una pérdida sino una
victoria.
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XIII
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“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre” (Jn 19,25).
En un establo nació, sobre un asno se presentó, en una cruz
murió, y ahora en los brazos de su madre es depositado su
cuerpo.
Ella, mujer fuerte.
Ella, junto a unos pocos amigos.
María, cuando nadie quiera cargar con el muerto, anímanos para que
seamos nosotros los primeros que lo acojamos.
Que en nuestro regazo encuentren acomodo todos los vencidos.
Que tu Iglesia siga siendo cobijo de tantos derrotados.
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XIV
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“José de Arimatea tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una
sábana limpia, y lo puso en un sepulcro nuevo que se había excavado
en la roca” (Mt 27,59).
Una cosa es morir y otra distinta es estar muerto; y hasta
ahí llegó Jesús.
La muerte en el sepulcro se hace frialdad, lejanía y olvido.
Nos resistimos pensar que la tumba de Jesús es su meta.
Señor, que no veamos el sepulcro como algo sin remedio.
Que nuestras tumbas se vistan de esperanza, y que excluyan la
venganza.
Y al final de todo te pedimos por aquellos desaparecidos que no han
podido ser acogidos por siquiera por un sepulcro.
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“Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero
no soy yo, es Cristo quien vive en
mí”(Gal 2,19)Pulsa
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28. 28
Una cruz sencilla, como
escribía León Felipe:
Hazme una cruz sencilla
carpintero,
sin añadidos ni ornamentos,
que se vean desnudos los maderos,
desnudos y decididamente rectos.
Los brazos en abrazo hacia la
tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno que
distraiga
este gesto, este elemento humano
de los dos mandamientos.
Sencilla, sencilla, más sencilla,
hazme una cruz sencilla carpintero.
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29. 29
Aunque les toque vivir rodeados de
otros jóvenes como ellos:
- que en la cruz sólo ven tiniebla y
confusión.
- a los que la cruz les sigue quemando.
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