El discernimiento de espíritus según San Ignacio de Loyola es un proceso de oración para elegir entre caminos buenos y servir al Señor. Implica indiferencia ante la vida larga o corta. El sujeto escoge un camino en libertad, respondiendo al llamado de Dios con amor. Ignacio provee reglas para discernir entre la consolación y desolación en diferentes tiempos: primer tiempo de apasionamiento espiritual, segundo tiempo de considerar opciones tomando en cuenta consecuencias, y tercer tiempo de tranquilidad usando razones pero con indiferencia a la
CLASE 2 MUROS CARAVISTA EN CONCRETO Y UNIDAD DE ALBAÑILERIA
Presentación1
1.
2. • Para San Ignacio, el discernimiento de espíritus es un proceso cuyo fin es
elegir, en oración, entre caminos buenos, solamente lo que más conduce al
servicio y alabanza de nuestro Señor, y a nuestra salvación. El
discernimiento supone el Principio y Fundamento ignaciano, la indiferencia
frente a la vida larga o vida corta, honor o deshonor. Se discierne los
espíritus sin cargar la balanza.
El Discernimiento de Espíritus Según San
Ignacio de Loyola
3. EL PRINCIPIO Y FUNDAMENTO
SEGÚN SAN IGNACIO DE LOYOLA
• Es alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto
salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para
el hombre y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado.
De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayuden
para su fin, y tanto debe quitarse de ellas, cuanto para ello le impiden.
• Si bien esta es la “razón de ser” de todas las criaturas, cada uno posee un
principio y fundamento personal, una misión a la cual cada uno a sido
llamado y que sólo uno puede llevar a buen término. El discernimiento que
se da en una primera aproximación a los ejercicios espirituales de San
Ignacio nos ayuda a ponerle “cuerpo” a esta misión personal, a definir que es
para nosotros alabar, hacer reverencia y servir.
• El sujeto escoge un camino en libertad. Dios llama, con amor, y el sujeto
responde, por amor. El Señor respeta la autonomía del sujeto, pues, el amor
no se hace a la fuerza.
4. • En rigor, se discierne espíritus, y no cosas. Por ejemplo, no se discierne entre
las carreras de arquitectura y medicina, como si fuera una prueba con
alternativas. Se discierne sobre si mi deseo de ser arquitecto o doctor
procede del buen espíritu, o del mal espíritu.
• Las mociones son los deseos profundos del alma. El Señor nos habla
mediante estos deseos, abriéndonos el camino al cual él nos invita. Las
mociones que son del buen espíritu, las que son movimientos del Espíritu
Santo, son acompañadas de la consolación espiritual. Ignacio dice: “llamo
consolación cuando el alma es llevado a inflamarse en amor de su Creador y
Señor.
5. TIEMPOS DE DISCERNIMIENTO
• Ignacio nos dejó Reglas de discernimiento para ayudarnos a navegar entre
los vientos de la consolación y la desolación. Están las Primeras reglas,
propias de los movimientos espirituales de una persona que va en camino de
la conversión, y luego las Segundas reglas, propias de las mociones de una
persona convertida que busca cómo servir al Señor.
• El discernimiento de primer tiempo es aquél que no deja lugar a duda. Es
un estado de apasionamiento espiritual que hace inimaginable cualquier
otra alternativa. Es cuando la ola del amor de Dios pasa a llevar a la
criatura, cuando el ardor del corazón quema como amor a primera vista.
6. TIEMPOS DE DISCERNIMIENTO
• El discernimiento de segundo tiempo es “cuando se toma claridad y
conocimiento por experiencia de consolaciones y desolaciones, y por
experiencia de discreción de varios espíritus.” (EE 176) En este tiempo, uno
considera seriamente las diferentes alternativas que se presentan, y
tomando en cuenta las ventajas relativas de hacer o no hacer, orar, poniendo
mucha atención en cuales alternativas y cuales ventajas causan en uno
consolaciones y desolaciones.
• El discernimiento de tercer tiempo es de tranquilidad. El espíritu del devoto
no se siente ni apasionado ni agitado, sino que usa libremente de sus
facultades naturales para conocer y entender las opciones posibles para
servir al Señor. Es un tiempo en el cual pesan más las razones, pero siempre
desde la indiferencia ignaciana (tomo las cosas en cuanto me sirven para
alcanzar la voluntad de Dios y las dejo cuando me alejan).