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12 HIPÓTESIS / APUNTES CIENTÍFICOS UNIANDINOS No. 4 / Dic. 2004
Corrosión
María Teresa Cortés M. / Pablo Ortiz H.
13
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14 HIPÓTESIS / APUNTES CIENTÍFICOS UNIANDINOS No. 4 / Dic. 2004
> Corrosión
María Teresa Cortés M. / Pablo Ortiz H.
La corrosión es un fenómeno espontáneo que se presenta
prácticamente en todos los materiales procesados por el
hombre. Si bien existen varias definiciones, es común des-
cribir la corrosión como una oxidación acelerada y conti-
nua que desgasta, deteriora y que incluso puede afectar la
integridad física de los objetos o estructuras. La industria
de la corrosión, si por ello entendemos todos los recursos
destinados a estudiarla y prevenirla, mueve anualmente
miles de millones de dólares. Este fenómeno tiene impli-
caciones industriales muy importantes; la degradación de
los materiales provoca interrupciones en actividades
fabriles, pérdida de productos, contaminación ambiental,
reducción en la eficiencia de los procesos, mantenimien-
tos y sobrediseños costosos. Se estima que los gastos
atribuidos a los daños por corrosión representan entre el
3 y el 5 por ciento del producto interno bruto de los países
industrializados; solamente hablando del acero, de cada
diez toneladas fabricadas por año se pierden dos y media
por corrosión [1]. Por esta razón, cada día se desarrollan
nuevos recubrimientos, se mejoran los diseños de las es-
tructuras, se crean nuevos materiales, se sintetizan mejo-
res inhibidores, se optimizan los sistemas de monitoreo.
Todo esto en un esfuerzo permanente por minimizar el
impacto negativo de la corrosión.
Naturaleza electroquímica de la corrosión
La corrosión es un fenómeno de naturaleza electroquími-
ca que cumple con las características fundamentales de
una pila o batería. Para que se forme una celda electro-
química, o celda de corrosión, se requiere la presencia
de un material que cede electrones en contacto con otro
que los acepta, y de un medio conductor de iones. El
material que pierde electrones se conoce como ánodo y
es el que experimenta la reacción de oxidación, mientras
que el material que acepta los electrones se reduce y se
le llama cátodo; el medio en el que se encuentran el
ánodo y el cátodo y que permite el flujo de iones se
conoce como electrolito. La oxidación, a pesar de la eti-
mología de la palabra, no necesariamente involucra el oxí-
geno; la definición química es una pérdida de electrones.
El mecanismo de la corrosión puede ilustrarse a través
de un material metálico inmerso en una solución de HCl
–ácido clorhídrico–. En el caso del zinc, los átomos metá-
licos Zn ceden electrones convirtiéndose en cationes (Zn++
)
mientras que los iones H+
aceptan estos electrones for-
mando moléculas de H2
(figura 1). Las reacciones involu-
cradas son la disolución del zinc para formar ZnCl2
y la
producción de gas H2
[2].
Reacción anódica: Zn → Zn+2
+ 2e-
Reacción catódica: 2H+
+ 2e-
→ H2
Reacción neta: Zn + 2HCl → ZnCl2
+ H2
Todos los metales presentan una tendencia a perder elec-
trones –oxidarse– cuantificada a través de su potencial de
oxidación. Entre más alto sea este potencial se dice que el
metal es más noble –se oxida con mayor dificultad–. La
tabulación de la resistencia de los materiales metálicos a
la corrosión se conoce como serie galvánica. Las series
galvánicas son particulares al medio corrosivo –por ejem-
plo, hay series galvánicas en solución salina, en solución
ácida, etc. –, y son de gran utilidad a la hora de seleccio-
nar un material para una aplicación específica.
La corrosión se suele clasificar de acuerdo a la forma en
que se manifiesta, es decir, a la apariencia del material
corroído (figura 2). La corrosión uniforme es la más co-
mún y la que genera mayores pérdidas de material. Sin
embargo, al ser de tipo superficial es también la más
fácil de controlar y por tanto la que menos accidentes
provoca. Por otro lado, la corrosión por picaduras es un
fenómeno localizado que se manifiesta por anomalías que
crecen rápidamente hacia el interior del material y que
pueden generar daños catastróficos.
Existen otros tipos de corrosión y la figura 2 esquemati-
za algunos de ellos. El desarrollo de un mecanismo de-
Figura 1.
Esquema de la corrosión de un metal, Zn, que se oxida a Zn+2
mientras que sus
electrones reaccionan con el H+
del medio produciendo H2
15
terminado se relaciona con la naturaleza del ambiente
corrosivo y con las características composicionales y
microestructurales del material [1]. Todos estos facto-
res, incluyendo la selección de los materiales, deberán
ser tenidos en cuenta al diseñar el método de protección
del sistema.
Por ejemplo, la corrosión galvánica se presenta por el
contacto entre dos metales con potenciales de oxidación
diferentes. El material menos noble –con menor poten-
cial de oxidación– tenderá a corroerse. Esto lo vemos
muy a menudo en algunos tornillos que remachan es-
tructuras bastante más nobles que ellos. Por otro lado,
la corrosión intergranular está directamente relacionada
con la microestructura del material. Los metales o alea-
ciones están formados por granos; en este tipo de co-
rrosión se presenta un ataque localizado en las fronteras
de grano y está generalmente asociado a impurezas que
tienden a acumularse en dichas fronteras.
Métodos de protección contra la corrosión
La batalla contra la corrosión de los materiales se desa-
rrolla en el campo de la termodinámica, y por eso es una
batalla que está perdida. El hombre solamente puede pro-
longar la vida útil de sus herramientas y estructuras, pue-
de aliarse con la cinética y hacer creer que existen los
aceros inoxidables, las pinturas anticorrosivas y los in-
hibidores de corrosión. Para entender las dificultades
implícitas y lo efímero que resulta cualquier método de
protección contra la corrosión es necesario conocer pri-
mero el grado de estabilidad del material que se preten-
de proteger.
La figura 3 muestra las energías de oxidación de varios
materiales y elementos a 273˚K (0°C) y bajo una atmós-
fera de oxígeno. En términos prácticos el orden de es-
tabilidad expuesto en la tabla se mantiene para las con-
diciones presentes en la superficie del planeta. De este
modo, si nos fijamos en los metales, el único elemento
estable es el oro mientras que todos los demás tenderán
a oxidarse. El cobre y la plata reaccionan con el aire, pero
lo hacen de manera moderada y lenta, y por eso su ob-
tención en altos niveles de pureza es una tarea relativa-
mente sencilla. Es esta característica la que explica que
estos hayan sido los primeros metales en ser descubier-
tos y trabajados. El hierro en cambio no estaba disponi-
ble en la naturaleza –a excepción de aquel milagrosamente
caído del cielo en los meteoritos–, y el hombre tuvo que
extraerlo de los minerales, estos sí, abundantes y esta-
bles. Hornos especiales que garantizaban altas tempera-
turas permitieron la reducción de los óxidos de hierro.
Sin embargo, la naturaleza ha demostrado desde hace
tres mil años que la energía invertida en los procesos de
obtención del hierro o el acero, se degrada rápidamente
con la consecuencia de que los objetos fabricados retor-
nan inexorablemente a sus minerales originales. El hie-
rro es el elemento de la primera Revolución Industrial y
sigue siendo el que mayor trascendencia tiene en
el sector productivo de la sociedad. La corrosión
es pues un fenómeno ligado históricamente a los
materiales ferrosos, y es protegiéndolos o reem-
plazándolos, que el hombre ha logrado reducir su
impacto económico.
Desde un punto de vista técnico los problemas de
la corrosión se pueden enfrentar utilizando mate-
riales de gran resistencia. El oro y el cobre lo son
pero su costo y su baja tenacidad los hacen inade-
cuados para muchas aplicaciones industriales. La
combinación del cobre con el estaño o con el zinc,
aleaciones llamadas bronce y latón respectivamen-
te, tienen mejor desempeño mecánico y mantie-
nen una buena resistencia frente a la oxidación por
lo que su diversificación ha sido mucho más im-
portante. Pero es el aluminio el material más utilizado
después del acero. Es liviano y de elevada resistencia a
la corrosión y ha incursionado en el sector de los trans-
portes y de la construcción, entre otros. El titanio por su
parte es uno de los materiales más completos: es dos
veces menos denso que el hierro y su resistencia mecá-
nica y química son excelentes. Debido a su alto costo
sus aplicaciones se limitan a sectores muy especializa-
dos como la industria aeroespacial, el sector biomédico
–donde se destaca en la fabricación de prótesis–, y en
aplicaciones submarinas gracias a su altísima resisten-
cia frente a la corrosión del agua de mar.
No obstante, la figura 3 indica que la estabilidad del alu-
minio y el titanio ante el oxígeno es varias veces menor
Figura 2.
Algunos de los tipos de corrosión más comunes
por influencia del medio, la estructura y composición del metal [1]
16 HIPÓTESIS / APUNTES CIENTÍFICOS UNIANDINOS No. 4 / Dic. 2004
que la del hierro. ¿Cómo puede afirmarse entonces que
son más resistentes a la corrosión? La respuesta es que
la tendencia de estos elementos a formar óxidos es tan
grande que ellos se desarrollan instantáneamente en la
superficie formando capas muy delgadas que sellan lite-
ralmente el material. A diferencia de los óxidos de hierro,
los de aluminio y titanio están firmemente cohesionados
a la pieza, no son porosos y prácticamente no se fractu-
ran: este comportamiento garantiza uno de los sistemas
espontáneos de protección más eficientes contra la co-
rrosión. Es este mismo mecanismo el que ha permitido
obtener aceros especiales de gran resistencia química. En
efecto, mediante adiciones de cromo superiores a un 12
por ciento en peso, se fabrican los llamados aceros inoxi-
dables: el cromo migra a la superficie para combinarse
con el oxígeno formando una fina capa protectora ultra-
delgada que no se detecta a simple vista. Las aplicaciones
de estos aceros son muy variadas y sin duda son los ma-
teriales metálicos con los que el hombre ha logrado, has-
ta el momento, el mejor balance entre costo, propiedades
mecánicas y resistencia a la corrosión.
La protección superficial de los materiales también se
puede alcanzar artificialmente mediante la aplicación de
recubrimientos. La deposición de capas metálicas o el
uso de pinturas anticorrosivas, son métodos que pro-
longan la integridad de los aceros corrientes e incluso la
de materiales más resistentes. Es importante destacar el
enorme desarrollo en el campo de los recubrimientos
orgánicos y la amplia gama de productos disponibles
con propiedades y capacidades de protección muy es-
pecíficas (figura 4). Los recubrimientos actúan como una
barrera frente a la difusión de los agentes oxidantes, ais-
lando el metal y evitando su acumulación sobre la su-
perficie. Sin embargo, las pinturas se degradan, también
sufren procesos de oxidación y es usual que requieran,
quizás con más frecuencia que otros métodos, planes
de inspección y mantenimiento.
Cualquier esquema de protección contra la corrosión
debe interferir, o modificar, el funcionamiento de la cel-
da electroquímica descrita en la primera parte de este
documento. Los métodos mencionados anteriormente
lo hacen básicamente evitando la formación de un elec-
Figura 3.
Energías de oxidación de diferentes metales y materiales compuestos a 273°K y
bajo atmósfera de oxígeno [3]. Energías más pequeñas indican mayor tendencia del
material al reaccionar con el oxígeno
17
Figura 4.
Probeta metálica sobre la cual se realiza la evaluación de un
recubrimiento anticorrosivo de acuerdo a normas estandarizadas
http://www.corrosion.ksc.nasa.gov
Figura 5.
Foto del accidente de un boeing 737 de la aerolínea Aloha
como consecuencia de la corrosión en su fuselaje [4]
http://www.corrosion-doctors.org
trolito sobre el material. En sistemas cerrados donde el
ambiente corrosivo no se renueva, o lo hace muy lenta-
mente, se han empleado inhibidores químicos, produc-
tos que se disuelven en el medio, lo modifican y reducen
las velocidades de corrosión. Otros métodos interfieren
directamente con la distribución de cargas en el material.
La protección catódica por ejemplo, se refiere al empleo
de una corriente proveniente de una fuente externa que
se opone a la corriente de corrosión en las áreas anódicas
de la estructura metálica sumergida en un medio con-
ductor. En este caso toda la estructura se comporta como
una zona catódica y los electrones no provienen del me-
tal –lo que causaría la corrosión– sino de la fuente exter-
na. Sólo los sistemas enterrados o inmersos pueden ser
protegidos de esta manera gracias a la existencia de un
medio más o menos conductor, requisito para lograr la
distribución homogénea de los potenciales.
Algunos casos famosos
Es fundamental documentar todos aquellos casos de
daños por corrosión no previstos que de algún modo
se consideren especiales. Los científicos e ingenieros
consultan frecuentemente estos archivos buscando
aprender de las experiencias previas de forma tal que
los costos de investigación y los riesgos en futuros pro-
yectos puedan ser minimizados. A continuación se des-
cribirán algunos ejemplos.
El accidente de Aloha
El 28 de abril de 1988 un boeing 737 de la aerolínea
hawaiana Aloha con diecinueve años de uso, sufrió la
ruptura de gran parte de su fuselaje a 24.000 pies de
altura (figura 5) [1]. En un hecho sin precedentes, el pi-
loto logró aterrizar en una isla evitando una catástrofe
de proporciones mayúsculas. La investigación demos-
tró que los productos de corrosión generados en los re-
maches que unen las láminas del fuselaje provocaron la
ruptura de los mismos. El daño se genera en este caso
por la filtración y estancamiento de agua entre las juntas
–corrosión por hendiduras–. El accidente de Aloha y los
resultados de la investigación marcaron un punto de in-
flexión en la historia de la industria aeronáutica, tanto
desde el punto de vista del diseño como de los planes de
mantenimiento de las aeronaves.
Mareas negras
Amoco Cádiz, Exxon Valdez, Braer, Erika, Prestige, son
sólo una parte de una extensa y negra lista de petroleros
hundidos. Los vertimientos de crudo de varios de ellos han
tenido un impacto ambiental devastador, desestabilizando
ecosistemas que han tardado decenas de años en recupe-
rarse. Si bien algunas de estas catástrofes se deben a
errores humanos, la mayoría están relacionadas con el
ataque de la corrosión en los cascos y con programas
de mantenimiento deficientes. En 1999 la tragedia del
Erika ocasionó la contaminación de 400 kilómetros de
playas en la costa Bretona. Tres años más tarde el Prestige
vierte 15 mil toneladas de crudo en el mar Cantábrico y
se hunde con otras 60 mil en sus depósitos (figura 6).
Estos dos últimos accidentes han provocado cambios
radicales en la legislación europea de transporte maríti-
mo. Algunas de las medidas restringen directamente la
circulación de los viejos buques monocasco y estable-
cen una normatividad conducente a reemplazar la totali-
dad de la flota por petroleros de doble casco. Se han
exigido métodos de protección contra la corrosión más
eficaces y, en el caso de los nuevos buques, materiales
más resistentes. Vale la pena destacar el impulso impor-
tante que estos accidentes han dado al desarrollo de nue-
vas y más eficientes tecnologías de inspección.
18 HIPÓTESIS / APUNTES CIENTÍFICOS UNIANDINOS No. 4 / Dic. 2004
Figura 6.
Derrame del Prestige en la costa Gallega.
Foto Lavandeira jr.
http://www.sz.eur-frankfurt-o.de/homepages/lectorate/spanisch
> Referencias
[1] H. H. Uhlig. Uhlig’s Corrosion Handbook 2da
ed. (ed.
R. W. Revie) (John Wiley & Sons, Londres, 2000).
[2] M. G. Fontana & N. D. Greene. Corrosion
Engineering (McGraw-Hill, Nueva York, 1967).
[3] M. F. Ashby & D.R.H. Jones. Engineering Materials
(Butterworth-Heinemann. Boston, 2000).
[4] Corrosion Doctors. Galvanic Tablehttp://
www.corrosion-doctors.org/Aircraft/galvseri-
table.htm (Kingston Technical Software Co., 2004).
> Enlaces recomendados
http://www.corrosion-doctors.org/
http://www.corrosioncost.com/
> Reseña de los autores
María Teresa Cortés M.
marcorte@uniandes.edu.co
Química de la Universidad Industrial de Santander y
doctora en Ciencias Químicas, Universidad del País
Vasco. Actualmente ejerce como profesora asistente
del Departamento de Química de la Universidad de los
Andes. Sus áreas de interés son la síntesis y
caracterización electroquímica de películas de
polímeros conductores conjugados.
Pablo Ortiz H.
pabloortiz@cable.net.co
Ingeniero Químico, Universidad Nacional, DEA en
ciencia de materiales de la Escuela Nacional Superior
de Química de Toulouse, y doctor en Ingeniería
Industrial, Universidad de Navarra. Actualmente ejerce
como investigador en la Corporación para la
Investigación de la Corrosión.
Conclusión
El estudio de la corrosión y de los métodos para su pre-
vención requiere de esfuerzos multidisciplinares. El “fac-
tor corrosión” es fundamental en el proceso de selección
de materiales y diseño de las estructuras. Son múltiples
los sistemas de protección existentes y la experiencia ha
demostrado que muchas veces la solución óptima se al-
canza integrando varios de ellos.
Grupos de investigación en corrosión en Colombia
Corporación para la Investigación de la Corrosión, CIC,
Guatiguará. Sede de la Universidad Industrial de Santander,
Piedecuesta, Santander.
http://corrosion.uis.edu.co
Grupo de Investigación en Corrosión, GIC
Facultad de Ingeniería, Universidad Industrial de Santander,
Sede Guatiguará, Piedecuesta, Santander.
http://uis.edu.co
Instituto Colombiano del Petróleo, ICP
Piedecuesta, Santander.
http://www.icp.ecopetrol.com.co/
Grupo de Protección y Corrosión
de la Universidad de Antioquia
Medellín, Antioquia.
http://jaibana.udea.edu.co/grupos/corrosion/
Grupo de Superficie Electroquímica y Corrosión, GSEC,
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Tunja, Boyacá.
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  • 1. 12 HIPÓTESIS / APUNTES CIENTÍFICOS UNIANDINOS No. 4 / Dic. 2004 Corrosión María Teresa Cortés M. / Pablo Ortiz H.
  • 3. 14 HIPÓTESIS / APUNTES CIENTÍFICOS UNIANDINOS No. 4 / Dic. 2004 > Corrosión María Teresa Cortés M. / Pablo Ortiz H. La corrosión es un fenómeno espontáneo que se presenta prácticamente en todos los materiales procesados por el hombre. Si bien existen varias definiciones, es común des- cribir la corrosión como una oxidación acelerada y conti- nua que desgasta, deteriora y que incluso puede afectar la integridad física de los objetos o estructuras. La industria de la corrosión, si por ello entendemos todos los recursos destinados a estudiarla y prevenirla, mueve anualmente miles de millones de dólares. Este fenómeno tiene impli- caciones industriales muy importantes; la degradación de los materiales provoca interrupciones en actividades fabriles, pérdida de productos, contaminación ambiental, reducción en la eficiencia de los procesos, mantenimien- tos y sobrediseños costosos. Se estima que los gastos atribuidos a los daños por corrosión representan entre el 3 y el 5 por ciento del producto interno bruto de los países industrializados; solamente hablando del acero, de cada diez toneladas fabricadas por año se pierden dos y media por corrosión [1]. Por esta razón, cada día se desarrollan nuevos recubrimientos, se mejoran los diseños de las es- tructuras, se crean nuevos materiales, se sintetizan mejo- res inhibidores, se optimizan los sistemas de monitoreo. Todo esto en un esfuerzo permanente por minimizar el impacto negativo de la corrosión. Naturaleza electroquímica de la corrosión La corrosión es un fenómeno de naturaleza electroquími- ca que cumple con las características fundamentales de una pila o batería. Para que se forme una celda electro- química, o celda de corrosión, se requiere la presencia de un material que cede electrones en contacto con otro que los acepta, y de un medio conductor de iones. El material que pierde electrones se conoce como ánodo y es el que experimenta la reacción de oxidación, mientras que el material que acepta los electrones se reduce y se le llama cátodo; el medio en el que se encuentran el ánodo y el cátodo y que permite el flujo de iones se conoce como electrolito. La oxidación, a pesar de la eti- mología de la palabra, no necesariamente involucra el oxí- geno; la definición química es una pérdida de electrones. El mecanismo de la corrosión puede ilustrarse a través de un material metálico inmerso en una solución de HCl –ácido clorhídrico–. En el caso del zinc, los átomos metá- licos Zn ceden electrones convirtiéndose en cationes (Zn++ ) mientras que los iones H+ aceptan estos electrones for- mando moléculas de H2 (figura 1). Las reacciones involu- cradas son la disolución del zinc para formar ZnCl2 y la producción de gas H2 [2]. Reacción anódica: Zn → Zn+2 + 2e- Reacción catódica: 2H+ + 2e- → H2 Reacción neta: Zn + 2HCl → ZnCl2 + H2 Todos los metales presentan una tendencia a perder elec- trones –oxidarse– cuantificada a través de su potencial de oxidación. Entre más alto sea este potencial se dice que el metal es más noble –se oxida con mayor dificultad–. La tabulación de la resistencia de los materiales metálicos a la corrosión se conoce como serie galvánica. Las series galvánicas son particulares al medio corrosivo –por ejem- plo, hay series galvánicas en solución salina, en solución ácida, etc. –, y son de gran utilidad a la hora de seleccio- nar un material para una aplicación específica. La corrosión se suele clasificar de acuerdo a la forma en que se manifiesta, es decir, a la apariencia del material corroído (figura 2). La corrosión uniforme es la más co- mún y la que genera mayores pérdidas de material. Sin embargo, al ser de tipo superficial es también la más fácil de controlar y por tanto la que menos accidentes provoca. Por otro lado, la corrosión por picaduras es un fenómeno localizado que se manifiesta por anomalías que crecen rápidamente hacia el interior del material y que pueden generar daños catastróficos. Existen otros tipos de corrosión y la figura 2 esquemati- za algunos de ellos. El desarrollo de un mecanismo de- Figura 1. Esquema de la corrosión de un metal, Zn, que se oxida a Zn+2 mientras que sus electrones reaccionan con el H+ del medio produciendo H2
  • 4. 15 terminado se relaciona con la naturaleza del ambiente corrosivo y con las características composicionales y microestructurales del material [1]. Todos estos facto- res, incluyendo la selección de los materiales, deberán ser tenidos en cuenta al diseñar el método de protección del sistema. Por ejemplo, la corrosión galvánica se presenta por el contacto entre dos metales con potenciales de oxidación diferentes. El material menos noble –con menor poten- cial de oxidación– tenderá a corroerse. Esto lo vemos muy a menudo en algunos tornillos que remachan es- tructuras bastante más nobles que ellos. Por otro lado, la corrosión intergranular está directamente relacionada con la microestructura del material. Los metales o alea- ciones están formados por granos; en este tipo de co- rrosión se presenta un ataque localizado en las fronteras de grano y está generalmente asociado a impurezas que tienden a acumularse en dichas fronteras. Métodos de protección contra la corrosión La batalla contra la corrosión de los materiales se desa- rrolla en el campo de la termodinámica, y por eso es una batalla que está perdida. El hombre solamente puede pro- longar la vida útil de sus herramientas y estructuras, pue- de aliarse con la cinética y hacer creer que existen los aceros inoxidables, las pinturas anticorrosivas y los in- hibidores de corrosión. Para entender las dificultades implícitas y lo efímero que resulta cualquier método de protección contra la corrosión es necesario conocer pri- mero el grado de estabilidad del material que se preten- de proteger. La figura 3 muestra las energías de oxidación de varios materiales y elementos a 273˚K (0°C) y bajo una atmós- fera de oxígeno. En términos prácticos el orden de es- tabilidad expuesto en la tabla se mantiene para las con- diciones presentes en la superficie del planeta. De este modo, si nos fijamos en los metales, el único elemento estable es el oro mientras que todos los demás tenderán a oxidarse. El cobre y la plata reaccionan con el aire, pero lo hacen de manera moderada y lenta, y por eso su ob- tención en altos niveles de pureza es una tarea relativa- mente sencilla. Es esta característica la que explica que estos hayan sido los primeros metales en ser descubier- tos y trabajados. El hierro en cambio no estaba disponi- ble en la naturaleza –a excepción de aquel milagrosamente caído del cielo en los meteoritos–, y el hombre tuvo que extraerlo de los minerales, estos sí, abundantes y esta- bles. Hornos especiales que garantizaban altas tempera- turas permitieron la reducción de los óxidos de hierro. Sin embargo, la naturaleza ha demostrado desde hace tres mil años que la energía invertida en los procesos de obtención del hierro o el acero, se degrada rápidamente con la consecuencia de que los objetos fabricados retor- nan inexorablemente a sus minerales originales. El hie- rro es el elemento de la primera Revolución Industrial y sigue siendo el que mayor trascendencia tiene en el sector productivo de la sociedad. La corrosión es pues un fenómeno ligado históricamente a los materiales ferrosos, y es protegiéndolos o reem- plazándolos, que el hombre ha logrado reducir su impacto económico. Desde un punto de vista técnico los problemas de la corrosión se pueden enfrentar utilizando mate- riales de gran resistencia. El oro y el cobre lo son pero su costo y su baja tenacidad los hacen inade- cuados para muchas aplicaciones industriales. La combinación del cobre con el estaño o con el zinc, aleaciones llamadas bronce y latón respectivamen- te, tienen mejor desempeño mecánico y mantie- nen una buena resistencia frente a la oxidación por lo que su diversificación ha sido mucho más im- portante. Pero es el aluminio el material más utilizado después del acero. Es liviano y de elevada resistencia a la corrosión y ha incursionado en el sector de los trans- portes y de la construcción, entre otros. El titanio por su parte es uno de los materiales más completos: es dos veces menos denso que el hierro y su resistencia mecá- nica y química son excelentes. Debido a su alto costo sus aplicaciones se limitan a sectores muy especializa- dos como la industria aeroespacial, el sector biomédico –donde se destaca en la fabricación de prótesis–, y en aplicaciones submarinas gracias a su altísima resisten- cia frente a la corrosión del agua de mar. No obstante, la figura 3 indica que la estabilidad del alu- minio y el titanio ante el oxígeno es varias veces menor Figura 2. Algunos de los tipos de corrosión más comunes por influencia del medio, la estructura y composición del metal [1]
  • 5. 16 HIPÓTESIS / APUNTES CIENTÍFICOS UNIANDINOS No. 4 / Dic. 2004 que la del hierro. ¿Cómo puede afirmarse entonces que son más resistentes a la corrosión? La respuesta es que la tendencia de estos elementos a formar óxidos es tan grande que ellos se desarrollan instantáneamente en la superficie formando capas muy delgadas que sellan lite- ralmente el material. A diferencia de los óxidos de hierro, los de aluminio y titanio están firmemente cohesionados a la pieza, no son porosos y prácticamente no se fractu- ran: este comportamiento garantiza uno de los sistemas espontáneos de protección más eficientes contra la co- rrosión. Es este mismo mecanismo el que ha permitido obtener aceros especiales de gran resistencia química. En efecto, mediante adiciones de cromo superiores a un 12 por ciento en peso, se fabrican los llamados aceros inoxi- dables: el cromo migra a la superficie para combinarse con el oxígeno formando una fina capa protectora ultra- delgada que no se detecta a simple vista. Las aplicaciones de estos aceros son muy variadas y sin duda son los ma- teriales metálicos con los que el hombre ha logrado, has- ta el momento, el mejor balance entre costo, propiedades mecánicas y resistencia a la corrosión. La protección superficial de los materiales también se puede alcanzar artificialmente mediante la aplicación de recubrimientos. La deposición de capas metálicas o el uso de pinturas anticorrosivas, son métodos que pro- longan la integridad de los aceros corrientes e incluso la de materiales más resistentes. Es importante destacar el enorme desarrollo en el campo de los recubrimientos orgánicos y la amplia gama de productos disponibles con propiedades y capacidades de protección muy es- pecíficas (figura 4). Los recubrimientos actúan como una barrera frente a la difusión de los agentes oxidantes, ais- lando el metal y evitando su acumulación sobre la su- perficie. Sin embargo, las pinturas se degradan, también sufren procesos de oxidación y es usual que requieran, quizás con más frecuencia que otros métodos, planes de inspección y mantenimiento. Cualquier esquema de protección contra la corrosión debe interferir, o modificar, el funcionamiento de la cel- da electroquímica descrita en la primera parte de este documento. Los métodos mencionados anteriormente lo hacen básicamente evitando la formación de un elec- Figura 3. Energías de oxidación de diferentes metales y materiales compuestos a 273°K y bajo atmósfera de oxígeno [3]. Energías más pequeñas indican mayor tendencia del material al reaccionar con el oxígeno
  • 6. 17 Figura 4. Probeta metálica sobre la cual se realiza la evaluación de un recubrimiento anticorrosivo de acuerdo a normas estandarizadas http://www.corrosion.ksc.nasa.gov Figura 5. Foto del accidente de un boeing 737 de la aerolínea Aloha como consecuencia de la corrosión en su fuselaje [4] http://www.corrosion-doctors.org trolito sobre el material. En sistemas cerrados donde el ambiente corrosivo no se renueva, o lo hace muy lenta- mente, se han empleado inhibidores químicos, produc- tos que se disuelven en el medio, lo modifican y reducen las velocidades de corrosión. Otros métodos interfieren directamente con la distribución de cargas en el material. La protección catódica por ejemplo, se refiere al empleo de una corriente proveniente de una fuente externa que se opone a la corriente de corrosión en las áreas anódicas de la estructura metálica sumergida en un medio con- ductor. En este caso toda la estructura se comporta como una zona catódica y los electrones no provienen del me- tal –lo que causaría la corrosión– sino de la fuente exter- na. Sólo los sistemas enterrados o inmersos pueden ser protegidos de esta manera gracias a la existencia de un medio más o menos conductor, requisito para lograr la distribución homogénea de los potenciales. Algunos casos famosos Es fundamental documentar todos aquellos casos de daños por corrosión no previstos que de algún modo se consideren especiales. Los científicos e ingenieros consultan frecuentemente estos archivos buscando aprender de las experiencias previas de forma tal que los costos de investigación y los riesgos en futuros pro- yectos puedan ser minimizados. A continuación se des- cribirán algunos ejemplos. El accidente de Aloha El 28 de abril de 1988 un boeing 737 de la aerolínea hawaiana Aloha con diecinueve años de uso, sufrió la ruptura de gran parte de su fuselaje a 24.000 pies de altura (figura 5) [1]. En un hecho sin precedentes, el pi- loto logró aterrizar en una isla evitando una catástrofe de proporciones mayúsculas. La investigación demos- tró que los productos de corrosión generados en los re- maches que unen las láminas del fuselaje provocaron la ruptura de los mismos. El daño se genera en este caso por la filtración y estancamiento de agua entre las juntas –corrosión por hendiduras–. El accidente de Aloha y los resultados de la investigación marcaron un punto de in- flexión en la historia de la industria aeronáutica, tanto desde el punto de vista del diseño como de los planes de mantenimiento de las aeronaves. Mareas negras Amoco Cádiz, Exxon Valdez, Braer, Erika, Prestige, son sólo una parte de una extensa y negra lista de petroleros hundidos. Los vertimientos de crudo de varios de ellos han tenido un impacto ambiental devastador, desestabilizando ecosistemas que han tardado decenas de años en recupe- rarse. Si bien algunas de estas catástrofes se deben a errores humanos, la mayoría están relacionadas con el ataque de la corrosión en los cascos y con programas de mantenimiento deficientes. En 1999 la tragedia del Erika ocasionó la contaminación de 400 kilómetros de playas en la costa Bretona. Tres años más tarde el Prestige vierte 15 mil toneladas de crudo en el mar Cantábrico y se hunde con otras 60 mil en sus depósitos (figura 6). Estos dos últimos accidentes han provocado cambios radicales en la legislación europea de transporte maríti- mo. Algunas de las medidas restringen directamente la circulación de los viejos buques monocasco y estable- cen una normatividad conducente a reemplazar la totali- dad de la flota por petroleros de doble casco. Se han exigido métodos de protección contra la corrosión más eficaces y, en el caso de los nuevos buques, materiales más resistentes. Vale la pena destacar el impulso impor- tante que estos accidentes han dado al desarrollo de nue- vas y más eficientes tecnologías de inspección.
  • 7. 18 HIPÓTESIS / APUNTES CIENTÍFICOS UNIANDINOS No. 4 / Dic. 2004 Figura 6. Derrame del Prestige en la costa Gallega. Foto Lavandeira jr. http://www.sz.eur-frankfurt-o.de/homepages/lectorate/spanisch > Referencias [1] H. H. Uhlig. Uhlig’s Corrosion Handbook 2da ed. (ed. R. W. Revie) (John Wiley & Sons, Londres, 2000). [2] M. G. Fontana & N. D. Greene. Corrosion Engineering (McGraw-Hill, Nueva York, 1967). [3] M. F. Ashby & D.R.H. Jones. Engineering Materials (Butterworth-Heinemann. Boston, 2000). [4] Corrosion Doctors. Galvanic Tablehttp:// www.corrosion-doctors.org/Aircraft/galvseri- table.htm (Kingston Technical Software Co., 2004). > Enlaces recomendados http://www.corrosion-doctors.org/ http://www.corrosioncost.com/ > Reseña de los autores María Teresa Cortés M. marcorte@uniandes.edu.co Química de la Universidad Industrial de Santander y doctora en Ciencias Químicas, Universidad del País Vasco. Actualmente ejerce como profesora asistente del Departamento de Química de la Universidad de los Andes. Sus áreas de interés son la síntesis y caracterización electroquímica de películas de polímeros conductores conjugados. Pablo Ortiz H. pabloortiz@cable.net.co Ingeniero Químico, Universidad Nacional, DEA en ciencia de materiales de la Escuela Nacional Superior de Química de Toulouse, y doctor en Ingeniería Industrial, Universidad de Navarra. Actualmente ejerce como investigador en la Corporación para la Investigación de la Corrosión. Conclusión El estudio de la corrosión y de los métodos para su pre- vención requiere de esfuerzos multidisciplinares. El “fac- tor corrosión” es fundamental en el proceso de selección de materiales y diseño de las estructuras. Son múltiples los sistemas de protección existentes y la experiencia ha demostrado que muchas veces la solución óptima se al- canza integrando varios de ellos. Grupos de investigación en corrosión en Colombia Corporación para la Investigación de la Corrosión, CIC, Guatiguará. Sede de la Universidad Industrial de Santander, Piedecuesta, Santander. http://corrosion.uis.edu.co Grupo de Investigación en Corrosión, GIC Facultad de Ingeniería, Universidad Industrial de Santander, Sede Guatiguará, Piedecuesta, Santander. http://uis.edu.co Instituto Colombiano del Petróleo, ICP Piedecuesta, Santander. http://www.icp.ecopetrol.com.co/ Grupo de Protección y Corrosión de la Universidad de Antioquia Medellín, Antioquia. http://jaibana.udea.edu.co/grupos/corrosion/ Grupo de Superficie Electroquímica y Corrosión, GSEC, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Tunja, Boyacá. www.uptc.edu.co/gsec