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EL CANCER AMANSADO
Los recursos insospechados del ser humano.
De Léon RENARD.
Editions Vivez Soleil.
Tabla de Contenidos:
Tabla de Contenidos:.....................................................................................2
Prefacio del Doctor Christian Tal Schaller....................................................4
Introducción...................................................................................................9
Preámbulo....................................................................................................11
Un día, cambiará el mundo..........................................................................11
Capítulo 1. ...................................................................................................14
La enfermedad, un lenguaje. ......................................................................14
La memoria del cuerpo............................................................................16
Es cancerígeno el tabaco?........................................................................27
Capítulo 2. ...................................................................................................31
El laberinto de los pioneros.........................................................................31
El anti – estrés, se aprende!.....................................................................35
Carl y Stephanie Simonton......................................................................40
Edward Bach............................................................................................47
Capítulo III ..................................................................................................50
El origen de los cánceres descubierto en el cerebro....................................50
Un hombre, un descubrimiento… ...........................................................50
El cerebro, un ordenador. ........................................................................53
El impacto cerebral del DHS...................................................................55
Un conflicto, diferentes programaciones. ...............................................56
Complicaciones. ......................................................................................62
Algunos ejemplos de conflictos. .............................................................69
Capítulo IV ..................................................................................................73
La mente como instrumento de curación. ...................................................73
La imaginación, un lenguaje eficaz.........................................................78
El cuerpo es espíritu condensado. ...........................................................78
El mundo, una imagen del cerebro..........................................................80
Capítulo V....................................................................................................86
La terapéutica psico - ayudante del cáncer..................................................86
El uso de la imaginación..........................................................................89
Programa de auto - curación....................................................................90
La imaginación simbólica........................................................................91
La energía del alma. ................................................................................97
Amar su cuerpo enfermo. ......................................................................102
La recidiva.............................................................................................106
Capítulo VI ................................................................................................109
La lección de un nacimiento......................................................................109
Primer acto: la respiración.....................................................................109
Segundo acto: la alimentación...............................................................111
Tercer acto: la actividad. .......................................................................115
Cuarto acto: la consciencia....................................................................116
Quinto acto: El sueño. ...........................................................................116
Capítulo VII...............................................................................................118
La familia frente al cáncer.........................................................................118
Comunicar con el enfermo. ...................................................................119
La estrategia familiar.............................................................................120
Evitar la inhibición. ...............................................................................121
Cuando el enfermo acusa a la familia. ..................................................122
Capítulo VIII..............................................................................................124
El dolor. .....................................................................................................124
El mecanismo del dolor.........................................................................124
El tratamiento del dolor.........................................................................125
Capítulo IX ................................................................................................135
La muerte: otro estado de consciencia. .....................................................135
Viaje fuera del cuerpo. ..........................................................................138
Acompañar a un agonizante. .................................................................139
La vida antes de la vida. ........................................................................139
Capítulo X..................................................................................................142
El sida, sí, pero… ......................................................................................142
¿De qué mueren los seropositivos? ...........................................................146
Conclusión.................................................................................................148
Anexos:......................................................................................................150
Correlaciones entre conflictos y cánceres descubiertos en pacientes gracias
a la ley de bronce del cáncer......................................................................151
Prefacio del Doctor Christian Tal Schaller.
El médico Christian Tal Schaller ejerce desde hace veinticinco años las
medicinas blandas y los métodos de salud emanadas de las tradiciones
antiguas. Pionero de la medicina holística europea, enseña la
psiconeuroinmunologia, la psicoterapia transpersonal, la terapia por la risa,
la regresión a las vidas anteriores, la curación chamánica y otras técnicas de
regeneración. Al afirmar que “la Salud es algo que se aprende!”, propone
un verdadero ecumenismo médico al servicio de la educación de la salud
global. Colabora con numerosos centros de salud y de investigación sobre
el vivir – mejor en el mundo. Creó las Ediciones “Vivan Sol” y es el autor
de unos veinte libros ya hechos clásicos en materia de salud. Con su mujer,
Johanne Razanamahay, dirige la Escuela de Bien-Estar y de Armonía
Salud-Sol en Ginebra y el Instituto de Investigaciones y Aplicaciones en
Salud Global en la Casa de Faujas en Taulignan, en la “Drôme” Provenzal
(Francia). Juntos, dan conferencias, talleres, seminarios de empresas,
formaciones de animadores y educadores de salud Holística.
Admiro el trabajo que realizó el Sr. Léon Renard. Tuvo el valor de
volver a plantear los dogmas de la medicina ortodoxa para buscar,
mediante una búsqueda que duró numerosos años, medios permitiendo
ayudar a los cancerosos a que dejen de sufrir su enfermedad para descubrir
cómo asumir su propia responsabilidad.
En efecto, hay dos modos de ver la enfermedad. O bien, uno está
aplastado por el diagnóstico y se considera como víctima impotente que no
es responsable de lo que le sucede. O bien uno comprende el mensaje
profundo de la enfermedad, que es una llamada al cambio, una señal que
nos advierte que nuestro modo de vida ya no está en armonía con la
naturaleza. Cuando aparece un síntoma, como una luz roja que parpadea en
el tablero, no se trata de desenroscar la bombilla y de seguir su camino,
sino de ir a buscar en el motor la causa del problema, es decir examinar lo
que, en nuestro modo de vida, nos ha llevado a la enfermedad. Esto es
verdad tanto para un resfriado como para un cáncer declarado! ¡Realmente
es alucinante constatar el extraño modo de proceder de tantos médicos
modernos que sólo se dedican a borrar los síntomas sin pensar en los
peligros que hacen correr a sus pacientes al dejar que subsistan las propias
causas de sus dolencias!
Ya hace 2000 años, nos decía Hipócrates que “las enfermedades no
son el efecto del azar, sino la consecuencia de cierto modo de vida”. Así, el
recobro de la salud sólo puede producirse mediante el aprendizaje de una
vida diferente. Si seguimos conservando las actitudes psíquicas y físicas
que nos condujeron a una enfermedad como el cáncer, es evidente que los
tratamientos, los que sean, sólo serán paliativos y no podrán, por sí solos,
aportar una auténtica curación. Tratar los síntomas golpe por golpe no
basta; hay que ir a la raíz de los problemas cambiando el propio modo de
vida psíquico, emocional, mental, espiritual. Una vez tomada la decisión de
ir hacía la salud, el psiquismo moviliza recursos de salud fantásticos que
permitirán, con el sostén de las terapias, liberarse del yugo de la
enfermedad.
La curación no es un estado estable, sino un equilibrio dinámico. No
es un diploma que se recibe y que quedaría válido una vez por todas.
Consiste en mantener, en cualquier circunstancia, el dinamismo personal
que permite liberarse de los esquemas mentales limitados que
entorpecieron la acción. Para curar, hay que tener el ánimo de hacer
confianza a las mismas fuerzas de la vida que están en nosotros y actuar
para vivir de un modo que deje que nuestro cuerpo se mantenga sano y
vigoroso.
En el curso de estas últimas décadas, nos dimos cuenta que la
medicina química y quirúrgica quedaba impotente frente a la calamidad de
las enfermedades cardio – vasculares, el cáncer, el sida, la reuma, las
alergias, etc.… en efecto, la medicina moderna quiso luchar contra las
enfermedades para hacerlas desaparecer. Consideradas como enemigas
implacables que atacan sin razón a unos individuos inocentes, las
enfermedades debían ser eliminadas por los medios más radicales. El
desarrollo de los métodos quirúrgicos y químicos emana de un enfoque
militar: la paz de la salud reinará cuando la enfermedad enemiga habrá sido
vencida. Toda la fraseología guerrera que estaba de moda en los años 1914-
1918 sobrevivió en el mundo médico mucho más allá de la Segunda Guerra
mundial. Por ejemplo, se proclamó que la lucha contra el cáncer
desembocaría en triunfos brillantes… la victoria nunca llegó. A pesar de
los millares dedicados a la investigación, el cáncer va golpeando cada año a
más gente y nada permite esperar una mejora de la situación en un porvenir
cercano.
En todos los frentes de la medicina, las bayonetas quirúrgicas y los
cañones quimioterapeuticos no consiguieron instaurar la paz de la salud.
Por, las enfermedades iatrógenas (es decir causadas por los tratamientos
médicos) se han vuelto más peligrosas que las epidemias del pasado. La
medicalización de nuestra salud ya se ha transformado en un auténtico
cáncer social.
Dedicada al estudio técnico de las enfermedades y enfeudada a la
todo poderosa industria farmacéutica, la medicina ortodoxa moderna
abandonó la visión holística de las medicinas tradicionales antiguas, visión
que tiene en cuenta el conjunto del modo de vida de los pacientes. El doctor
Paul Carton escribía ya en 1930:
“Finalmente, el laboratorio ha aplastado la clínica, lo artificial ha
predominado sobre lo natural. La ciencia materialista ha matado el arte
médico y el comercio científico ahogó la conciencia en demasiados
médicos. Es la enseñanza materialista de la escuela la que es responsable de
la mayoría de los errores actuales. La polifarmacia y la esgrima de las
inyecciones han reducido la profesión médica a una obra de distribución
automática de cuidados físicos y químicos que se resume en estas palabras:
drogar, pinchar, irradiar, cortar.”
Los médicos practicantes se hallan presos de un terrible engranaje
económico: su renta no depende del tiempo pasado ayudando a sus
enfermos a aprender a administrar su capital salud, sino que es
proporcional al número de actos médicos realizados. ¿Qué pensar de un
sistema en que los médicos, para mantener su equilibrio económico, deben
practicar una medicina mucho más rápida y no tienen tiempo para enseñar
a sus pacientes las leyes de la salud, leyes de las cuales nunca oyeron
hablar en las facultades de medicina? Sin embargo, tal como lo decía
Hipócrates: “La naturaleza es quien cura las enfermedades. El médico ha
de aprender en la naturaleza.”
Por desgracia, las sirenas de la ciencia y del provecho han hecho
olvidar la voz de la sabiduría y del sentido común.
No obstante, adentro como afuera del mundo médico, nace una
reacción a las aberraciones de un sistema inhumano y cada vez más
oneroso. Al concepto de la “enfermedad – enemiga” se sustituye el de la
“enfermedad – lección de salud”, que consiste en orientarse hacía un
enfoque global, holístico, permitiendo que los pacientes descubran las
relaciones de causa a efecto entre su modo de vida y los trastornos de salud
que sufren, enseñándoles luego poco a poco cómo preservar su inmunidad
y acrecentar su vitalidad.
En esta nueva perspectiva, una obra como la de Léon Renard puede
ser de gran utilidad. No sólo nos explica con claridad las investigaciones de
todos los autores importantes en este campo, sino que añade toda su rica
experiencia de terapeuta.
Mis propios estudios, durante estos veinte últimos años, y mi
experiencia de médico que ejerce su profesión me demostraron el valor de
las tesis presentadas en esta obra. Pude observar centenares de veces que
modificaciones del modo de vida en todos los planos, físico, emocional,
mental y espiritual, permitían obtener resultados absolutamente notables
en el tratamiento del cáncer. Estoy convencido por lo tanto que el cáncer no
es una fatalidad, sino la ocasión de dirigirnos hacía la salud. En la
Biblioteca Soleil, en Ginebra, tenemos numerosas obras escritas por
antiguos enfermos de cáncer que relatan cómo se hecho un camino hacía la
curación.
El cáncer es un nombre colectivo que sirve para designar toda una
serie de afecciones debidamente clasificadas y que se caracterizan todas
por crecimientos de células anormales. Sin embargo el hecho de haber
creado dichas clasificaciones no conllevó ninguna aclaración sobre la
naturaleza del cáncer. Toda la medicina ortodoxa se fundó en una hipótesis
celular que pensaba que el cáncer es una enfermedad local, que consiste en
la formación de un tumor, un conjunto de células anormales cuyo
crecimiento se hace de modo autónomo y no puede detenerse.
Sin embargo es asombroso constatar que esta hipótesis nunca se ha
comprobado científicamente. Con el tiempo, la mayoría de la gente ha
olvidado que toda la investigación de nuestra época referente al cáncer se
basó en esta hipótesis. Todos los tratamientos por cirugía, los rayos X y los
agentes químicos se basan en esta “vieja idea”, que desemboca en el
principio guerrero de intentar a toda costa destruir las células cancerosas.
Pero el cáncer no es una enfermedad local sino una enfermedad general,
cuyo principal problema es la baja del sistema inmunitario el cual ya no
hace bien su trabajo de eliminación de las células cancerosas. Quitar las
células anormales o los tumores no resuelve nada del problema de fondo.
El punto capital, es actuar globalmente al nivel de modo de vida para
permitir al organismo “hacer su limpieza” por sí - mismo. Trabajos
científicos de alto nivel han demostrado que, cuando las condiciones de
vida cambian, las células cancerosas pueden volverse normales. Estos
trabajos, así como el desarrollo de la medicina holística, deberían permitir
ya no limitarse a una terapia de destrucción de las células cancerosas, sino
a un enfoque de sostenimiento global de las fuerzas de curación del
organismo. La curación jamás viene del exterior. Es un proceso interno que
se opera naturalmente y espontáneamente si dejamos nuestro cuerpo hacer
su trabajo. Pero si las costumbres psíquicas y físicas son constantemente
inmunodepresivas, entonces se va desarrollando la enfermedad la cual gana
terreno, cualesquiera sean los tratamientos aplicados.
Lectores, valoren esta información y háganla circular alrededor suyo.
Porque, a final de cuentas, la enfermedad es el fruto de la ignorancia. En
consecuencia, las informaciones que nos indica Léon Renard son de gran
valor para los que conciben que un mundo libre de enfermedad puede
volverse realidad si abrimos nuestra consciencia a la luz del conocimiento y
si nos liberamos de nuestras costumbres de vida artificiales. La salud es
posible, se aprende buscando vivir en armonía con la naturaleza, en el
respeto de las leyes de la vida.
Doctor Christian Tal Schaller.
Introducción.
¿Es posible que algún día tenga yo el ……?
¿ No sería este síntoma un …?
Todo el mundo habla de él, la mayoría de gente le tienen miedo, se
gastan millares, nacen muchas hipótesis y sin embargo los enfermos siguen
muriendo del cáncer.
Para la mayoría, el cáncer sigue siendo una enfermedad que vence,
una enfermedad de la cual no se conoce nada, una enfermedad que
atemoriza.
De por sí, el diagnóstico, desencadena un inmenso sentimiento de
pánico, desvalorización, impotencia frente a un destino implacable y todas
las informaciones a nuestro alcance sólo refuerzan este terrorismo mental.
La idea demasiado ampliamente admitida de que el cáncer mata
inevitablemente, afecta profundamente el modo en que reaccionamos frente
a él, aumentando nuestros sentimientos de impotencia y desesperación.
No es el cáncer tal y como aún opinan algunos, una enfermedad
hereditaria, una enfermedad con virus o microbios, sino una enfermedad
del organismo total, incluyendo lo físico y lo psíquico.
El hombre no sólo es un cuerpo, es un ser doble, compuesto de una
parte material (el cuerpo) y de una parte inmaterial (el espíritu y el alma).
Hoy en día, se está descubriendo otra vez que el solo cuerpo no es el
único afectado en la enfermedad. Nuestras emociones, nuestra sensibilidad,
el modo en que vivimos, juegan un papel.
Si tenemos el poder de ponernos enfermos y de destruir un sistema
tan complicado y tan valioso como nuestro cuerpo, es que tenemos adentro
de nosotros una fuerza y una energía formidables. Sólo a nosotros nos
pertenece invertir el proceso y usar esta energía para curarnos.
Nuevos modos de curación están naciendo, que se esfuerzan en tratar
a la vez el psiquismo y el cuerpo. Los elementos que permiten una mejor
comprensión de esta enfermedad están a nuestra disposición.
Investigadores se interesan en el modo de invertir el proceso de la
enfermedad y ampliar las condiciones en las cuales las actitudes, las
creencias optimistas y positivas, así como un cambio de estilo de vida,
pueden curar el cuerpo y el espíritu afligidos.
Desde hace algunos años, estoy desarrollando progresivamente un
enfoque psicológico de la enfermedad: la “psico-inmunología” (inmunis =
intacto, protegido, y el sufijo logía = estudio). La psico – inmunología tiene
por objeto fenómenos psíquicos que preservan al individuo de la
enfermedad, lo inmunizan.
La psico – inmunología usa la ley de bronce del cáncer del doctor
HAMER, uno de los descubrimientos más importantes de nuestra época y
para muchos aún, la más revolucionaria, porque se sigue buscando aún el
cáncer en la célula, en los cromosomas.
Quise escribir este libro para demistificar el cáncer, para invertir el
vapor del pesimismo para reforzar nuestra inmunidad a todos los niveles. Si
queremos mantener un sistema inmunitario sin fallo, debemos liberarnos de
cualquier tensión, miedo, desvalorización.
La imaginación refuerza el equilibrio de nuestro sistema nervioso y
hormonal impidiendo que los sucesos estresantes tengan un efecto negativo
sobre nuestro organismo.
Un enfermo que no conoce la verdad no se asume; está esperando
pasivamente la aparición de la curación o está esperando, resignado, que se
produzca la muerte. En ambos casos, está a la espera.
Hay que devolver al cáncer su carácter sociable, ya no considerarlo
como un enemigo mortal, sino como uno de los medios últimos de nuestra
propia salvaguarda.
Este libro le invita a amansar el cáncer, bien sea curativamente bien
sea de modo preventivo, comprender su mensaje y hacer de él un aliado en
el camino de la evolución.
Preámbulo
Un día, cambiará el mundo.
El doctor M. se halla cogido en un embotellamiento mientras se
dirige a su gabinete del hospital X. Son las nueve de la mañana, el sol está
velado por una ligera capa de neblina, el aire ya es agobiante. Varias veces,
ha de secar el sudor que chorrea por su frente.
Este calor tan matutino es extraño, está pensando. Después de
haberse desapretado el cuello, piensa en las intervenciones que le esperan
en cirugía. Por segunda vez desde principio de año, el doctor M., un gran
tipo enérgico, maldice su profesión.
Aún recuerda la primera vez, hace cinco meses. Era en marzo, en la
primavera, el pequeño Patrick estaba admitido en el hospital en donde
trabaja. Muy pronto, había sentido amistad por este muchacho de diez años,
porque se parecía al hijo de misma edad que había perdido en un accidente
cinco años antes. Había visto morir a su hijo en sus brazos sin poder hacer
nada para salvarle la vida. Ya, en esa época, se había sentido impotente
frente a la fatalidad.
Cuando Patrick había sido admitido en el servicio de las urgencias,
se le había roto su pierna recién.
Algunas horas antes, el niño había aprendido, por casualidad, cuando
bajaba las escaleras al salir de su cuarto, el diagnóstico que comunicaban a
su madre por teléfono. Su madre repetía: “No, esto no, no es posible, la
leucemia, no!…”
Durante algunos segundos, se había quedado petrificado y, sin
reflexionar, había regresado a su habitación y había saltado por la ventana.
Al ver a Patrick, el doctor M. había recordado a su hijo y se oyó
decir “debe vivir, he de hacer algo para que cure”.
El joven muchacho estaba lívido y totalmente derrumbado.
Obsesionado por el diagnóstico, rehusaba hablar, ni siquiera se quejaba del
dolor.
Después de reducir la fractura, el doctor M. se había informado sobre
la gravedad de los valores sanguíneos. El veredicto era doloroso: leucemia
linfoblástica indiferenciada aguda”. Además las radiografías revelaban en
el esqueleto unos infiltrados leucémico – metastásicos de un grado de
malignidad máxima.
Dos semanas más tarde, Patrick seguía apático y no conseguía
contestar a las preguntas. Se le administraba cada hora dosis masivas de
calmantes.
Se sentó el doctor M. desmoralizado, cerca del niño y se echó a llorar
a lagrima viva. Desde hacía una semana preso de un pánico total, Patrick le
miró, le cogió la mano y le dijo: “Háblame de Jacques” (su hijo que murió
de accidente).
Durante más de una hora, charlaron juntos. Patrick se expresaba con
dificultad porque estaba debilitado por la anemia, pero algo había cambiado
en él porque declaró: “Eres tan bueno y tan diferente de los demás médicos
que para ti, quiero curar.”
Siguieron los días, se instaló una complicidad entre ellos y, a pesar
de los dolores que sentía en los huesos, a pesar de la gravedad de las
fórmulas sanguíneas, había decidido curar para el doctor bueno.
Progresivamente, volvió a comer, a jugar y a reír. Se dieron muchas
complicaciones pero, como por milagro, conseguía superarlas sin estar
aterrorizado, convencido de que con la ayuda del doctor bueno, curaría.
Dos meses más tarde, pudo volver a su casa los fines de semana.
Todo iba progresivamente cada vez mejor.
El doctor M. aún recuerda la alegría del niño cuando éste le había
invitado para su cumpleaños el 12 de Agosto.
Hoy estamos a ocho de Agosto, pensó mientras estacionaba su coche
en el aparcamiento del hospital.
Patrick acaba de estar admitido en el quirófano; el jefe decidió, con
el consentimiento de los padres, aprovechar la remisión espontánea
incomprensible para practicar un injerto de médula. Esto debería aumentar
las probabilidades de supervivencia a largo plazo.
El doctor M sabe perfectamente que sólo una tercera parte de los
pacientes sobrevive a dicha operación. Maldice, por segunda vez, su
profesión. Tiene la sensación, al tomar nota del protocolo, que está
leyendo una sentencia a muerte.
Antes de dormirse bajo los efectos de la anestesia, Patrick confiado
sonríe al doctor M..
Algunas horas más tarde, en los jardines cercanos al hospital, llora
un hombre.
Este hombre, este médico de gran corazón, que acababa de descubrir
la fuerza de la fe y de la confianza, no podrá asistir al cumpleaños de
Patrick porque éste fue víctima de la operación.
De pasar aquel día por el jardín, hubiesen Vds. oído el monólogo de
un hombre: “¿Cuánto tiempo deberemos esperar para encontrar un
tratamiento eficaz contra el cáncer, Dios mío?” Era el doctor de gran
corazón.
Capítulo 1.
La enfermedad, un lenguaje.
¿Porqué esta enfermedad? Qué debe enseñarme?
¿Porqué, de repente, mi cuerpo físico se deja invadir por desequilibrios,
microbios, virus, células malignas?
Desde milenios, el hombre aprendió a comunicar con sus semejantes;
elaboró progresivamente un lenguaje y una escritura para sus necesidades.
Hoy, estamos de lleno en la era de la comunicación: el hombre
comunica por cable, radio, satélite, comunica con la máquina, manda
mensajes en el espacio…
Siempre ocupado intentando comunicar con el exterior cada vez más
lejos en lo infinitamente grande y en lo infinitamente pequeño, se olvida
comunicar con sus semejantes y, lo más importante, consigo mismo.
La enfermedad nos transmite un mensaje.
El hombre elaboró un lenguaje formado de palabras y frases para
comunicar. Posee también símbolos que comunican más allá de las
palabras: los unos psíquicos (sueños, pesadillas, intuiciones…) los demás
físicos (dolores, síntomas, patologías…).
La enfermedad es un medio de comunicación.
Ciertos daños, ciertos conflictos no totalmente expresados por las
palabras y por las emociones se dicen con el cuerpo. Éste los grita o chilla a
veces hasta poner en peligro la vida del sujeto afectado.
Esta manifestación física de un problema de consciencia siempre
sucede cuando la situación conflictual se vive en el aislamiento y que no ha
sido expresada verbalmente o exteriorizada por actos.
Según sus experiencias, su historia, el individuo pronuncia,
escribiéndoles en su cuerpo, las palabras que no sabe decir y las emociones
que no sabe expresar.
La consciencia perturbada proyecta su mensaje, su grito de socorro,
por todas partes en el cuerpo. El iridólogo, el auriculo-terapeuta, el
osteópata, el acupuntor, etc. encontrarán este mensaje en la parte del cuerpo
con la cual están relacionados.
Así nacerán las enfermedades psicosomáticas tales como la úlcera
del estómago, si no “digiere” las contrariedades, o el asma si su entorno “le
ahoga” (1, 19, 24, 53, 63).
Es un período en el cual el problema se depositó en un órgano, un
músculo, una función, una articulación cualquiera.
¿Cualquiera?
Sólo a primera vista…
Los conflictos generalmente provocados por sucesos de la vida corriente,
que sean conyugales, familiares, sociales o profesionales, no se
materializan por casualidad en nuestro organismo, sino de acuerdo con una
ley de analogía concreta, introduciendo una relación de causa a efecto entre
el conflicto interior, una zona específica del cerebro y un lugar preciso de
nuestro cuerpo.
En el lenguaje corriente, ya hay, frecuentemente, una denunciación
inconsciente:
- Mi esposa me impide “respirar” (un neumotorax).
- Tengo “la espalda saturada” de trabajo (un lúmbago crónico).
- Cuando veo la lentitud de la administración, me pongo nervioso y
tengo ganas de “derrumbar” puertas para sacudir a los funcionarios
(reuma doloroso en el hombro derecho). ¿No damos un golpe con el
hombro para derrumbar una puerta?
- Mi marido “me irrita” con su comportamiento (un eczema en el
dedo anular).
- Estoy preocupado por mi hija que no para de ponerse en situaciones
peligrosas (una úlcera de estómago).
- No para de darme “consejos” como si aún fuera una niña (una otitis
repetitiva).
- No quiero decírselo ( a sus padres). No puedo, debo “aguantarme”
porque no comprenderían (estreñimiento crónico).
- Me rompo los “dientes”, desde hace algunos meses sobre este
problema (los dientes se sueltan de las encías).
- Me pone nervioso mi colega, ya no puedo “olerlo” (sinusitis).
En todos estos casos, ya se puede constatar una forma de
inmunodepresión de origen psicológico que no es extraña al fenómeno.
Sólo se manifiesta el lenguaje simbólico del cuerpo cuando el aviso
del psiquismo no se ha visto, oído, ni comprendido y que la situación no ha
sido remediada.
Imagine que llama Vd. amablemente a su hijo para que venga a hacer
algo y que no le oiga. Deberá Vd. alzar la voz y si sigue sin oírle, Vd.
deberá desplazarse y quizás sacudirle.
La naturaleza usa de un proceso similar para hacerse oír: sacudir al
ser que está perturbado por actividades, psiquismo, alimentación, un
ejercicio o un sueño inadaptado hasta que comprenda y corrija su actitud o
su costumbre.
Si tiene Vd. una indigestión y que descubre Vd. que la causa se debe
a un exceso alimentario, Vd. no culpará a su estómago. Si tiene Vd. una
indigestión, es que existe en el cuerpo humano leyes naturales, sistemas de
alarma, por lo tanto de comunicación que le avisan de que está en curso un
desequilibrio pudiendo poner el cuerpo en peligro.
Algunas de estas leyes son fundamentales, otras secundarias. Por lo
tanto existen leyes que rigen la salud, igual como existen leyes que rigen la
enfermedad.
Lo que no podemos aceptar, lo que no sabemos expresar por palabras,
emociones y actos, el cuerpo lo dirá, gritará o chillará a muerte por unos
desequilibrios.
La memoria del cuerpo.
Pascal dijo: “El corazón tiene sus razones que la razón desconoce: se sabe
en mil cosas.” Aquí podríamos decir “El cuerpo tiene sus razones que la
razón desconoce.”
El cuerpo también tiene una consciencia y una memoria, no olvida nada.
Como lo dije anteriormente, las enfermedades no aparecen por
casualidad: nacen y desaparecen según unas leyes precisas.
Tomemos en ejemplo la gripe. En el momento en que escribo estas
líneas, hay una epidemia de gripe. Alrededor mío algunas personas no están
enfermas y otras lo son. Algunas personas que, hasta entonces habían
podido preservarse de la epidemia, están de repente tocadas por el virus.
Los microbios, los virus están cerca de nosotros por millones desde que
hemos nacido y sólo es en ciertos momentos del año cuando se vuelven
“peligrosos”.
Para muchos, el fin de año está ligado a un balance, encuentros con
familiares.
Si la llegada del fin o principio de año está ligado a un estrés que
reactiva sucesos estresantes y traumatizantes del pasado, el sistema
inmunitario se vuelve menos eficaz y los virus aprovechan para proliferar.
Se suelen considerar los microbios y los virus como enemigos a los
que hay que eliminar a toda costa. En cambio, deberíamos ver en ellos
amigos que nos advierten que acabamos de alcanzar un umbral de alarma y
que debemos asumirnos para reforzarnos y reunificarnos otra vez.
Quizás un día contemplaremos el papel de los microbios y virus de
otro modo. La comunicación que tenemos con ellos ya no será la de matar
al amigo que nos avisa que la casa está agrietándose, sino al contrario,
hacerlo todo para arreglar los daños y reforzar el edificio que amenazaba
con derrumbarse.
Frecuentemente, el período de fin o principio de año recuerda
conscientemente – y aún más inconscientemente – un acontecimiento
aniversario no expresado y ocultado.
Ejemplo: Tal persona amada que, fallecida en el curso del año, no
estará presente en las festividades y reuniones familiares. En el curso de los
años siguientes, un poco antes o después de las fiestas, la memoria del
cuerpo, que no olvida nada de lo que hemos vivido, se pone, en cierto
modo, de luto.
Los períodos y acontecimientos traumatizantes se hallan dispersos en
el curso del año; los que no pudieron ser suficientemente expresados
estimularán la memoria para que ésta intente decírnoslo durante los
momentos aniversarios (1, 63).
Ejemplo: Un paciente tenía regularmente, desde hacía unos ocho
años, crisis de asma que ningún tratamiento había podido aliviar,
sólo una ligera reducción de la duración de las crisis gracias a la
homeopatía asociada a la acupuntura.
Después de intentar descubrir si había una periodicidad regular de las
crisis, es decir si se declaraban en cierto período aniversario, pedí al
paciente que anotará regularmente los acontecimientos de los días.
Gracias a este diario, encontramos bastante rápidamente el
acontecimiento que precedía las crisis de asma: se producían después
de una reunión con su director. Esto le sorprendió al paciente porque
apreciaba a éste quien, a su vez, le apreciaba.
Durante varios meses, volví a ver al paciente sin resultado. Nada
aparentemente justificaba esta reacción de la memoria del cuerpo.
¿Qué era lo que bien podía proteger el cuerpo de este modo?
Decidí entonces dirigirme directamente a la memoria del cuerpo, al
subconsciente del paciente. Le dije: “Hay en Vd. una parte que sabe
lo que causa el asma; provocando las crisis de asma, está convencida
de que le protege de algo que Vd. olvidó. Piensa ella tener buenas
razones de actuar de este modo. Me gustaría dirigirme a esta parte y
sé que ella me escucha, porque está atenta a todo lo que podría
ponerle en peligro.”
Dirigiéndome luego a la parte, añadí: “No sé cuantos años tienes, ni
porqué sigues defendiendo a X provocando las crisis de asma. No sé
cómo te las arreglas después para proteger a X del peligro de las
crisis, pero sé que lo estás haciendo con los medios de los cuales
dispones porque éste es tu papel. No quiero imponerte ni ordenes, ni
consejos, sino solamente decirte que te hago confianza. Eres tú,
después de todo, quien tiene la custodia del cuerpo, verdad? Ahora te
dejo. Sé que la solución que elijas será la mejor para él y antes de
todos, te estoy muy agradecido por ello.”
El paciente calló, pero se preguntaba si en verdad estaba en posesión
de todas mis facultades de juicio.
Dos días más tarde, me llamaba por teléfono: “Al día siguiente de
nuestra entrevista, me desperté recordando un sueño: miles de manos
me enseñaban un cuadro. El cuadro que se halla en la oficina de mi
director. De momento, no me pareció que este sueño fuera muy
importante hasta que esta mañana, fui despertado por una pesadilla.
El cuadro, siempre el mismo, se había incendiado. Me precipité hacía
la puerta para salir, pero horrorosamente estaba cerrada con llave.
Empecé a sofocar, el humo llenaba la habitación y iba a morir… Me
desperté sudoroso. Le llamo para saber si esto significa algo para
Vd.?”
La consciencia de su cuerpo había oído mi solicitud y usaba el sueño
para avisarnos.
Las reacciones asmáticas estaban provocadas por el cuadro colocado
detrás del asiento del director, que representaba el abuelo de éste
fumando la pipa. La pipa era idéntica a la que usaba el padre del
paciente cuando éste era niño.
Recordó que, cuando no entendía sus deberes, su padre, irritado, le
soplaba el humo en la cara. Esto le hacía toser. Este cuadro no
siempre había estado en este despacho. Estaba allí desde unos ocho
años.
Y es en esa época cuando habían empezado las crisis de asma.
Con este ejemplo, es fácil comprender que nuestro cuerpo no olvida
nada. Todos los estrés emocionales no expresados, se guardan en la
memoria del cuerpo hasta que las circunstancias permitan la liberación
definitiva.
Desde entonces, considero las consultas de otra forma. Aprendí a
confiar en la consciencia del cuerpo o mejor dicho a confiar en la
consciencia interior, el alma del paciente. Comprendí que no tenía ningún
poder para obligar a un enfermo a curar o a vivir. Comprendí que mi
voluntad no tenía ningún poder de vida o de muerte y que debía aprender a
aceptar y reconocer la elección hecha por el alma que conducía este
vehículo que es, de hecho el cuerpo humano. Debía aprender a respetar la
biología del paciente y no a curarlo a pesar de todo. Mi único deber era
estar ahí, disponible, escuchando, intentando ayudar al ser que había
confiado en mí a que recobre fe en sí – mismo, a enseñarle cómo liberarse
de sus “tutores” de sus recuerdos traumatizantes los cuales, ellos también,
reclamaban a su manera su libertad.
A partir del momento en que empecé a vivir la consulta en esta
forma, noté que el paciente me participaba más frecuentemente
informaciones para ayudarle a curarse. Por ejemplo estoy pensando en una
amiga que no conseguía ayudar; tenía el rostro cubierto de granos que la
irritaban. Se rascaba a veces hasta provocar heridas que dejaban huellas
inestéticas. Acababa de hacerme un favor y pensé para mis adentros: “Es
tan servicial, si pudiese hacerle un favor que le guste, por ejemplo,
encontrar lo que le provoca este eczema desagradable.” Decidí confiar en
su consciencia interior que sabía, ella, lo que provocaba esta erupción.
Sabía que, a partir de este momento, debía prestar atención a todo lo que
iba a oír.
Estábamos ocupados a hablar de cosas normales y hacía confianza a
la conversación que iba en el sentido de una comunicación de las causas de
su problema.
En cierto momento, oí: “Me irrita esta persona, me da urticaria, me
provoca granos.” Dejé que vaciara su bolsa como se suele decir, y le
pregunté luego si se daba cuenta de lo que había dicho. Esto me sorprende
cada vez: la persona nombra la causa de su problema y no lo oye.
Existen tres tipos de causas de enfermedad:
-Las causas de origen genético, hereditario o congénito.
-Las causas vinculadas a la memoria del cuerpo.
-Las causas vinculadas a la falta de madurez del individuo (el
individuo siempre necesita un “tutor”.
A continuación, un ejemplo para cada caso.
1. El Señor X nació ciego. Debe aprender a vivir con esta limitación. No
podemos actualmente curarle de esta aflicción.
2. Una paciente de veintiocho años. Cada año en el mes de marzo, sin
ningún motivo aparente, se desvanece. Esto se produce entre tres y seis
veces durante un mes, bruscamente, cuando está afuera.
Me reveló en el curso de las consultas, que su madre había muerto
cuando tenía ocho años. Su padre no la había autorizado a ver a su
madre fallecida ni siquiera, para su bien, a asistir a los funerales.
Recordaba solamente que aquella mañana, cuando su madre la había
llevado al colegio, su madre no parecía enferma. Y luego, poniéndose a
llorar, me contó que nunca más la había vuelto a ver. Su padre le
explicó que al volver del colegio, su madre había tenido por la calle un
infarto fulminante. Esto había ocurrido en un mes de marzo.
La memoria del cuerpo no había olvidado las emociones de culpabilidad
y la despedida que no había podido hacer a su madre. Es importante
para un hijo, igual como para un adulto, poder decir adiós a los padres o
parientes o amigos que le dejan (70).
3. Un hombre de cuarenta y cuatro años. Sus padres dilapidaron la fortuna
que habían heredado. Cuando volvió a tomar la gestión de sus negocios,
todo se puso en orden. Luego, después de una violenta disputa con un
hermano celoso, lo abandonó todo, dejó a su familia y a su país. Se fue a
vivir con una amiga que había encontrado algunos años antes. Se
casaron. Creó una pequeña empresa, pero las peleas empezaron porque
debía desplazarse frecuentemente para sus negocios. Amaba a su mujer
y no entendía el porqué ella le tenía rencor. Lo hacía todo para ella, para
su comodidad, para el hijo que tendrían más adelante. Nunca estaba
enfermo, pero empezó a padecer de reuma aguda que le impedían
desplazarse.
En este ejemplo, se pueden ver como las dificultades financieras, los
reveses de fortuna, la huida de su país, el abandono de su familia no le
habían afectado al punto de desestabilizarle y ponerle enfermo. Al
contrario, había usado el estrés de dichas situaciones para rehacer su
vida y crear una nueva familia.
Su mujer era su única familia, su único “tutor”, que le daba su razón de
vivir. A partir del momento en que vio su vida de pareja amenazada,
empezó inconscientemente a crear en su cuerpo una enfermedad capaz
de impedirle viajar y trabajar demasiado. Tenía una excusa a mano para
no perder a su “tutor”: la reuma aguda.
La enfermedad en este ejemplo está asociada a un beneficio
importante. Mientras un individuo está enganchado a un tutor “beneficio”,
no hay posibilidad de ayudar el cuerpo a curar. La situación en sí no es
importante; es el modo en que está vivida lo que es determinante.
Para otra persona, los reveses de fortuna, la decaída de los padres, el
abandono del país hubiesen podido ser “tutores” importantes. Para otras, el
éxito profesional hubiese sido más importante que el éxito conyugal.
El individuo que tiene un lado débil lo hará inconscientemente todo
para que éste se materialice. “Arreglará”, “elegirá” las situaciones y los
acontecimientos que le harán comprender que es esclavo de un “tutor”. El
ser debe aprender a crecer sin “tutores”, sin “muletas”; debe adquirir
madurez.
Para descubrir el “tutor” y las causas que provocan la enfermedad, sólo hay
un medio: escuchar el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal del cuerpo.
Es importante recordar que la imagen del mundo de un individuo
puede ser diferente. Hay que escuchar lo vivido del enfermo, su biografía,
sus no – dichos, sus discursos del “juego del escondite”, etc.
Por ejemplo, una madre preocupada por su hija de catorce años que
empieza a interesarse a los chicos, podría reaccionar de diferentes modos, o
sea:
- quemarse la sangre (varices)
- exaltarse la bilis (hepatitis)
- hacerse ideas negativas (migrañas)
- no soportar que pueda tener contactos con chicos (eczema),
etc.
Hay tres modos de vivir las pruebas que encontramos en nuestra vida.
1° Reaccionamos duramente expresando nuestras emociones (cólera, celos,
pena, miedo, etc.).
2° No reaccionamos exteriorizándolas sino reprimiéndolas.
3° Observamos el acontecimiento doloroso sin perturbarnos: vivimos la
prueba guardando cierta distancia frente a ella.
Este último modo de reaccionar sólo es posible cuando se han
alcanzado cierta filosofía de la vida y un equilibrio emocional.
La consciencia del cuerpo intenta mantener un equilibrio y
frecuentemente sólo lo consigue mediante paliativos desagradables,
enfermedades de descarga, de depuración: una forma de higiene, de algún
modo, un "absceso emocional" que, a veces, no deja de supurar.
La enfermedad, como lo vimos anteriormente, es un sistema de
comunicación complejo. Existen dos tipos de comunicación: el lenguaje
verbal y el lenguaje no – verbal. El consciente utiliza la comunicación
verbal, el inconsciente la comunicación no- verbal.
La primera está limitada en el tiempo y el espacio, por lo tanto
puntual, mientras que la segunda es permanente.
Cuando hablamos, usamos inconscientemente el lenguaje no –
verbal. El movimiento de nuestros glóbulos oculares, los micro –
movimientos, las inflexiones de nuestra voz traducen nuestra vivencia
interior (5).
El inconsciente posee tres modos de comunicar para volver a
equilibrar las desarmonías de nuestra vida frenética.
1° Usando el canal del alma para lo que llamamos intuición, oración,
meditación y los sueños.
2° Usando el canal de la mente para los desequilibrios psicológicos, los
estados de mente negativa, el malestar, etc.
3° Usando, en último recurso, el canal del cuerpo provocando
enfermedades.
Referente a las enfermedades, hay que discernir entre enfermedades
de riesgo elevado o menos elevado.
En el caso de las enfermedades de alto riesgo, como el cáncer, el
cuerpo usa un lenguaje rudimentario: usa una palabra – fuerza, una sola
palabra, un solo órgano para gritar y chillar el peligro.
En cambio, en lo que a enfermedades de riesgo menos elevado se
refiere, la comunicación no es tan precisa. Esto se entiende fácilmente: si
grito “fuego”, “ladrón” o “socorro”, uso una palabra – fuerza simple y
eficaz para atraer la atención. En el caso de una comunicación menos
urgente, se usa una fraseología más elaborada.
Menos grave sea la enfermedad, más general será el mensaje.
Esto explica el porqué es más difícil, para las enfermedades menos
graves, establecer una tabla fija como para el cáncer. Cada vez que esto sea
posible, es preferible, en vez de basarse en la enfermedad para descubrir la
causa psico – afectiva, escuchar el modo en que el paciente vivió y
participa de la vida.
En la práctica, es a veces difícil pedir al enfermo hablar de su vida
emocional. Muchos individuos aceptan tener enfermedades pero se niegan
y ni siquiera se atreven a pensar que están mal psíquicamente. Los tabúes,
el pudor impiden que la mayoría de individuos se confíen, que hablen de su
jardín secreto, ahí donde se hallan escondidas las causas de su enfermedad.
Para muchos, aún hoy, hablar de lo que tienen en mente está considerado
como locura. ¿No van solamente los locas a ver a un psiquiatra?
En regla general, basta primero con escuchar lo que el enfermo debe
decir referente a sus síntomas, su enfermedad, etc.… Progresivamente, se
volverá confiado. Hablará de su vida, de su cónyuge, de sus hijos, de sus
padres, de sus amigos, de su profesión, etc. Entonces conviene estar muy
atentos, a la escucha del menor silencio, de la menor emoción. Tan pronto
como se presentan las emociones, hay que dejarlas brotar hasta que se
secan por sí solas. Después, solamente después, se podrá explicársele,
enseñarle las causas de su enfermedad.
La enfermedad es una forma de higiene, una forma de depuración de un
“absceso emocional” que no deja de supurar.
Psiquismo y cáncer.
Un número cada vez más grande de asociaciones1
informan al
público de las causas que provocan o predisponen al cáncer. Se trata, según
las estadísticas, de un exceso de grasa, alcohol y tabaco. Era importante
llamar la atención del gran público sobre estas costumbres nefastas (61,62).
Un campo que escapa a las estadísticas oficiales es el que diferencia
al ser humano de los demás reinos de la naturaleza, es decir la consciencia
que tiene de sí – mismo.
Observen el dibujo de un edificio en construcción. Sus diferentes
pisos simbolizan las diversas investigaciones y estadísticas sobre el cáncer.
Si admitimos que el piso veinte está dedicado a las estadísticas e
investigaciones sobre el alcohol, el piso diecinueve al tabaco, el dieciocho a
la alimentación. También hay pisos dedicados al deporte por ejemplo o al
sueño, etc.
Observen que el piso veintiuno apenas está empezado y simboliza los
diversos grados de la consciencia humana.
1
Una de las más importantes de bélgica es la Asociación contra el Cáncer, 13 Place du Samedi, 1000
Bruxelles.
El motivo por el cual las estadísticas actuales no mencionan la
importancia del psiquismo es porque este piso no está acabado, no es
estadísticamente tangible, por lo menos para el conjunto de la ciencia
médica tradicional.
Investigaciones anteriores.
En 1926, el doctor Elida EVANS, psicoanalista seguidor de Jung,
afirmaba haber notado que numerosos cancerosos habían perdido una
relación emocional importante antes de la aparición del cáncer (por
ejemplo, pérdida del cónyuge, un niño, el empleo).
Hacía la misma época, GRODDECK mencionaba las tentativas que
había realizado para aclarar el problema del cáncer por la psicoanálisis.
Estaba convencido que era posible curar de un cáncer gracias al enfoque
psicoanalítico.
En los años sesenta, el psicólogo clínico, Lawrence LeSHAN
constató, al entrevistar a 500 enfermos cancerosos, lo que llama una
pérdida de un “objeto de amor” (pérdida de una persona o de un objeto
amado) antes de la aparición del cáncer.
Algo más tarde, el cancerólogo Carl SIMONTON y su esposa
Stephanie MATTHEWS, psicólogo, constataron también una pérdida o un
golpe emocional entre seis meses y dieciocho meses antes de la aparición
del cáncer.
El tutor.
En la actitud de los pacientes afectados de cáncer, observé una dependencia
importante, interior o exterior. Puede ser familiar (el cónyuge, un hijo, un
padre o madre, etc.…), profesional (pérdida de empleo, nominación que no
pudo realizarse) o frente a uno – mismo (desvalorización, vergüenza, etc.)
Tengo la convicción de que la causa de aparición de un cáncer está
conectada con un conflicto, un desequilibrio entro lo que llamo el “yo
interior” es decir lo que uno es y el “yo exterior”, es decir lo que se deja ver
exteriormente, a los demás y a uno – mismo.
Dicho de otro modo, cuando hay armonía entre estos dos aspectos
del yo, no hay problema de salud.
Cuando el yo interior es débil y que se apega para crecer, para
justificarse, para existir, a un objeto, una situación o a un papel, lo que
llamo “tutor”, el equilibrio del individuo está en peligro.
Imaginen una bella planta enganchada a un tutor y quítenle, de golpe
y sin precaución, su tutor: las probabilidades son grandes de que se
derrumbe.
Sucede lo mismo con el ser humano: el tutor profesional, familiar o
social desaparecido, el yo interior frente a sí – mismo no puede reaccionar
a este golpe; está como paralizado y obsesionado por la situación que no
consigue superar. Está cegado, fascinado, incluso encantado.
Esta disociación entre ambos “yoes” se somatiza al nivel de las células,
cuando éstas pierden su programa, igual como el individuo perdió a su
tutor.
En cada caso de pérdida de tutor, el sujeto se revela incapaz de
asumir solo su identidad. Un cambio profesional, un despido o una
promoción, pueden sacar a un sujeto de una crisálida protectora que
garantizaba parte de su identidad.
Todo lo que desequilibra el yo interior como, por ejemplo, las
inhibiciones escondidas a uno – mismo y a los demás, adquiere una
manifestación exterior materializándose para hacerse oír mejor.
Seguiremos viendo, en el curso de este libro, que el cáncer es, ante
todo, un revelador de esta negación de los sentimientos.
Cuando se integra en un suceso patológico la noción de “tutor”,
existe por lo menos dos biografías del mismo sujeto: una biografía exterior
de los acontecimientos y una biografía interior psico – afectiva, más íntima,
vivida en imaginación (los sueños incluidos).
Para el sujeto, esta biografía desdoblada mantiene en su carta del
mundo (representación sensorial del mundo) condiciones de identidad
personal, de referencias y existencia socio – familiares.
Tan pronto como se produce ruptura de esta dualidad que creó, hay
pérdida de equilibrio.
Ciertos individuos no somatizarán dicha ruptura, esta pérdida del
“tutor” por una patológica física, sino por una patología psiquiátrica.
En ambos casos, hay pérdida de identidad.
O bien el sujeto ya no controla la comunicación con su cuerpo, o
bien ya no controla la comunicación con sus emociones y su mente.
Uno de los polos intenta decir, gritar o, en el caso del cáncer, chillar
a muerte el desequilibrio yo/no - yo.
Aún no puedo decir con certeza, aunque existan elementos de
respuesta, porqué un individuo reaccionará preferentemente gritando con su
cuerpo la pérdida del tutor cuando otro lo hará por un comportamiento
psiquiátrico anormal.
De todos modos no se puede gritarlo con ambos.
El cáncer está vinculado a un desequilibrio entre el yo interior y el yo
exterior provocado por la pérdida de un “tutor” que no se consigue
aceptar y que paraliza y obsesiona al individuo.
Experimentación animal.
Antes de adentrarnos en el tema, me gustaría hablar de
experimentaciones realizadas sobre el animal por esta ciencia inhumana
que se llama vivisección2
.
Permitió, dicen, evidenciar ciertas sustancias cancerígenas.
Hay que saber que, al principio, los protocolos de experimentaciones
estuvieron preparados en la idea de demostrar que lo que ya se daba por
verdadero, se verificaba en el laboratorio. El hombre por lo tanto inventó
los sistemas, técnicas, para materializar lo que pensaba de buen principio.
Si el hombre hubiese pensado de modo diferente, hubiese inventado otras
técnicas, para demostrar la veracidad de sus demás teorías.
El doctor MOIROT, jefe de servicio en un hospital de Valence
(Francia), se interesó por las experimentaciones animales y observó que
dichas experiencias no tenían en cuenta el respeto del animal ni de las
condiciones en las cuales se realizaban muy frecuentemente los
experimentos (42).
Por ejemplo, los animales estaban o bien aislados en jaulas y no
recibían ninguna consideración, o bien estaban colocados en jaulas
superpobladas. El doctor MOIROT volvió a hacer estos experimentos ( y
afirma hoy que no es necesario recorrer a experimentos sobre los animales
para descubrir el origen psicosomático de la cancerización). Dio, esta vez, a
los animales que eran objeto de la experiencia, una luz suficiente, una
integración entre los de su especie, una alimentación adaptada a sus
necesidades, juegos. No se extrañó al constatar que los animales portadores
de sustancias cancerígenas se portaban mucho mejor que el grupo testigo
dejado como se hacía anteriormente.
El doctor MOIROT es el primer investigador, que yo sepa, habiendo
podido poner en evidencia los factores psicológicos tales como el estrés, la
2
Liga Francesa contra la Vivisección, Château de Liman, 84550 Mornas, France.
inacción, el malestar, la carencia de satisfacciones sensoriales o la
superpoblación.
Habría que ser de mala fe para ignorar sus investigaciones porque es
la aportación más notable que se haya hecho durante estos diez últimos
años, referente a la etiología animal (estudio de las causas) psicosomática
de la cancerización.
Sus investigaciones llevadas en las comunidades religiosas le
hicieron descubrir un enorme porcentaje de cáncer. Cánceres del sexo, de la
próstata y de la laringe. Aquí hay rechazo del sexo, de los órganos
asociados a la sexualidad, y los casos de cáncer de la laringe estaban
vinculados con ciertas comunidades que respetaban la ley del silencio.
La experimentación animal no tiene en cuenta el respeto del animal. El
estrés del aislamiento o de las jaulas superpobladas, un alimento
inadaptado y la carencia de satisfacciones sensoriales son tales que el
animal se ha vuelto frágil a todas las contaminaciones, sean por virus o
provocadas por la inoculación de sustancias agresivas llamadas
cancerígenas.
Es cancerígeno el tabaco?
Gracias a las experiencias del doctor MOIROT, podemos ahora
comprender que una sustancia como por ejemplo el alquitrán sólo es
cancerígeno en ciertas circunstancias bien particulares. Pintar los animales
de laboratorio, en estado de estrés permanente, con alquitrán y conseguir
provocar el cáncer no es ninguna gran hazaña científica. Igual como el
querer demostrar que el alcohol provoca la cirrosis del hígado llenando con
alcohol el cuerpo de un animal con un embudo.
Vertiendo de esta misma forma agua sin parar en el estómago de un
hombre, también se conseguiría provocar diferentes trastornos. Quisiera
esto decir que es mala el agua? Todo lo que la experiencia quisiera
enseñarnos es que los excesos dañan en todo y que en toda cosa, más vale
guardar el justo medio.
En cada organismo hay programas de funcionamiento a veces
totalmente diferentes; cada animal, cada individuo es único y lo que es
bueno para uno puede ser malo para el otro.
Cuando Vd. acerca un termómetro de una fuente de calor o frío, éste,
por su naturaleza física, reaccionará del modo que se le conoce. Por así
decirlo tiene un “instinto” físico de comportamiento frente a ciertas
situaciones. Si Vd. coloca este termómetro cerca de una fuente de calor que
no puede soportar, se volverá inservible.
Si hace Vd. hervir agua, ella “huirá” o “morirá” bajo forma de
vapor. Cada cosa tiene así su umbral de tolerancia que hay que tener en
cuenta.
En este último ejemplo, Vd. no diría que el agua se ha puesto
enferma a causa del fuego!
Al nivel del reino animal, un gato huirá instintivamente al ver un
perro, pero no lo hará al acercarse una vaca o un caballo. Las repulsiones y
atracciones varían de una especie animal a otra y, en el ser humano, de un
individuo a otro. Entonces, si cada uno es único y tiene su propio programa
de comportamiento, porqué, durante esas experimentaciones animales, se
ignora éste?
Se sabe que instintivamente un ratón tiene miedo del fuego y del
humo. Generalmente, en el pasado, se gritaba al fuego cuando se veía
cómo los ratones huían de una casa.
Sin embargo, se esfuerzan probando que el tabaco provoca el cáncer
echando humo a ratones con el humo de tabaco.
Además de las condiciones evocadas por el doctor MOIROT, no sólo
es el humo de tabaco el responsable del cáncer en estos animales, sino el
conflicto de miedo que, como se puede deducir según la “ley de bronce del
cáncer” del doctor HAMER (ver capítulo III), provoca siempre manchas
redondas en los pulmones.
El doctor HAMER explica en su libro (26) que se consiguió probar,
por la experimentación animal, que el formol provocaba cánceres de la
mucosa nasal en las ratas. Y bien cierto es que dichos animales tienen fama
de tener unas ventanas de la nariz ultra – sensibles.
Si se pintara durante meses las mucosas nasales de dichos
investigadores con formol o cualquier sustancia que provocase dolores
atroces, sería evidente que el conflicto de tortura olfativa induciría, de
conformidad con la ley de bronce, un cáncer de la mucosa nasal y de los
senos maxilares.
Los fumadores en general son eternos ansiosos y eternos estresados;
entonces no es extraño encontrar entre ellos más cánceres del pulmón. Por
otra parte, el no – fumador que siente rabia interior contra los fumadores o
que teme coger un cáncer por su culpa, no se da cuenta que son sus propios
miedos los que van a activar, en él, el cáncer.
Que no se confunda el lector; como lo veremos, fumar no es jamás
recomendable, pero no hay que ver en él un factor prioritario y
determinante del cáncer.
Los beneficios y daños del tabaco.
La nicotina que inhala el fumador actúa en la secreción de las
endorfinas (sustancias bioquímicas cerebrales). Una de ellas facilita la
memorización, otra refuerza la atención y otra aún hace nacer sentimientos
de bienestar y gratificación (6).
Este constante estímulo debido a las endorfinas euforizantes creará
rápidamente un umbral de costumbre y de estabilidad que el fumador
querrá superar para sentir los beneficios constatados anteriormente.
Por lo tanto aumentará, según las estimulaciones que necesitará en
ciertas experiencias de su vida, su porcentaje de nicotina. Fumará cada vez
más.
Al actuar así, el fumador cree que el cigarrillo es lo que le trae los
beneficios susodichos. Lo que ignora es que la nicotina activa la secreción
de endorfinas. Cuanto más fuma, más solicita su cuerpo para crear
endorfinas y más desgasta el cuerpo sus reservas vitales. Este círculo
vicioso hará que el fumador aumente el número de cigarrillos para
acrecentar su vitalidad. Llegará después a usar otras sustancias para
estimular la secreción de endorfinas y aumentará su consumo de café y
alcohol.
El organismo agotará cada vez más sus reservas vitales y ya no podrá
hacer frente a las amenazas provocadas por una deterioración de la salud
física y psíquica.
El fumador totalmente dependiente del “tutor” cigarrillo ya no sabe
crear él – mismo los instrumentos para hacer frente al estrés y a los
conflictos. Paralelamente, se acentuará el deterioro de los órganos
asociados a la inhalación del humo. El cuerpo, los órganos, las células
insuficientemente oxigenadas serán más rápidamente sensibles al menor
estrés. El menor pequeño conflicto adquirirá proporciones desmesuradas y
desestabilizará las células que, siendo más débiles, rápidamente se volverán
anárquicas.
El que come o bebe en exceso también es un individuo que necesita,
en excesiva cantidad, una sustancia exterior para estimular las secreciones
de endorfinas. Es la razón por la cual se observa un porcentaje de cánceres
del pulmón más elevado en las personas que reúnen las tres drogas
socialmente aceptadas en los países industrializados: el tabaco el alcohol y
la alimentación demasiado rica.
Una persona que ama y se siente amada, que da y recibe cada día mensajes
de amor, no siente la necesidad de un estimulante o de una sustancia que
trae cierto bienestar.
El no – fumador, el no – bebedor y el que come de modo equilibrado, que
no depende de “tutores” o “muletas” debilitantes para vivir, tiene recursos
suficientes para hacer frente al estrés y a los conflictos que provocan el
cáncer.
El cigarrillo no activa el cáncer del pulmón. Igual como todas las
drogas, el cigarrillo debilita al individuo que se vuelve así más sensible
a los conflictos y a la ansiedad.
Capítulo 2.
El laberinto de los pioneros.
Hans Selye.
Desde hace varios años, en numerosos laboratorios del mundo los
investigadores estudian los mecanismos del cerebro, del sistema
inmunitario, de los sistemas nervioso y hormonal que están influenciados
todos por el estrés. Este mecanismo de nuestro instinto de conservación
estaría al origen de gran número de trastornos y enfermedades llamadas
modernas.
Sin embargo, merced al mecanismo del estrés nuestro cuerpo intenta
adaptarse a un entorno que se vuelve cada vez más industrial.
Hans SELYE, el “padre” del estrés, fue uno de los primeros
investigadores que lo estudió, a principios de los años cuarenta. (56, 57).
Descubrió que frente a un peligro o un golpe físico o psicológico, el
hipotálamo (región del encéfalo situada en la base del cerebro), secretaba
un torrente de hormonas llamadas cortico – releasing – factor (CRF) para
excitar la hipófisis (glándula endocrina situada debajo del encéfalo). Esta
glándula producía entonces una hormona, la ACTH, la hormona del estrés.
La ACTH estimulaba a su vez numerosos órganos entre los cuales,
principalmente, las glándulas corticosuprarrenales, situadas encima de los
riñones. Éstas secretaban a su vez glucocorticoides que tenían un efecto
deprimente sobre el sistema inmunitario.
Paralelamente a esta primera reacción en cadena, el cerebro
desencadenaba una segunda cascada hormonal produciendo la
arginovasodepresina (AVP) y la ocitocina (OT). Éstas estimulaban las
glándulas medulo – suprarrenales que producían entonces adrenalina y
noradrenalina.
Estas dos hormonas del estrés, mejor conocidas del público, preparan
nuestro cuerpo a la agresión aumentando el ritmo cardiaco, contrayendo el
estómago y el intestino y disminuyendo la actividad digestiva para ahorrar
energía.
Muy recientemente, los investigadores han descubierto que los
glóbulos blancos ( soldados de a pie de nuestro sistema de defensa) podían,
ellos también, secretar ACTH, la hormona del estrés.
Una escala del estrés.
En los años cincuenta, dos Americanos, el psiquiatra Tomas
HOLMES y el psicólogo Richard RAHE elaboraron una escala de valores
del estrés yendo desde el acontecimiento más estresante al menos
estresante (59).
Aunque su tabla (ver a continuación) haya podido evidenciar una
relación entre el cáncer y el estrés, puede discutirse.
Primero hay gran cantidad de agresiones hebdomadarias regulares,
que no figuran en la tabla pero que ocasionan un estrés permanente, tales
como los embotellamientos, los semáforos, el ruido, el estrés profesional,
las dificultades escolares, etc. Pero, lo más importante, frente al estrés, es
que estamos todos diferentes y que reaccionamos a las circunstancias
estresantes de modos diferentes.
El estrés es pues una noción muy individual, muy subjetiva, que depende
de nuestra personalidad.
Tabla de acontecimientos estresantes de la vida, por Holmes y Rahe.
Acontecimiento: Valor:
Muerte del cónyuge 100
Divorcio 73
Separación conyugal (matrimonio, convivencia) 65
Encarcelamiento (tiempo pasado en prisión) 63
Muerte de un pariente cercano 63
Herida, accidente, enfermedad personal 53
Boda 50
Pérdida del trabajo 47
Reconciliación conyugal 45
Jubilación 45
Problema de salud de un pariente 44
Embarazo 40
Problemas sexuales 39
Llegada de un nuevo miembro en la familia 39
Problemas de negocios 39
Modificación de la situación financiera 38
Muerte de un amigo íntimo 37
Cambio de situación 36
Multiplicación de las peleas conyugales 35
Hipoteca o préstamo importante 31
Toma de una hipoteca o vencimiento de un crédito 30
Cambio de responsabilidades profesionales 29
Hijo (o hija) que deja la casa 29
Problemas con los suegros 29
Exito excepcional, hazaña personal 28
Esposa poniéndose a trabajar o parando. 26
Principio o fin de escolaridad 26
Cambios de las condiciones de vida 25
Modificaciones de las costumbres personales 24
Dificultades con un jefe 23
Cambios de horarios, de condiciones de trabajo 20
Mudanza 20
Cambio de colegio 20
Cambio de ocio 19
Cambios religiosos 19
Cambio de actividades sociales 18
Hipoteca o crédito de mediana importancia 17
Cambio en las costumbres de sueño 16
Cambio de ritmo de las reuniones familiares 15
Cambio de las costumbres alimentarias 15
Vacaciones 13
Navidad 12
Penalidades o multas 11
Una raya en la carrocería de un coche puede conllevar un estrés más
importante para ciertas personas para quienes el vehículo es un “tutor”
importante, que la pérdida de un familiar próximo.
Si desean Vds. usar la tabla estadística del estrés que, no lo
olvidemos, se hizo basándose en una filosofía americana, aprendan a
considerar la importancia de cada una de las situaciones que figuran en ella.
Por ejemplo, el divorcio: pregúntese lo que representa socialmente
para Vd. socialmente o según su religión o su filosofía de la vida. ¿Es Vd.
feliz con divorciarse? ¿Es para Vd. una liberación? ¿Se siente Vd.
culpable?
Al usar esta tabla, hay que saber que, según el estudio de HOLMES
y RAHE, está Vd. en un período crítico que predispone a la enfermedad
cuando Vd. alcanza o sobrepasa un total de 300 puntos sobre un período de
un año.
Sin embargo, algunas personas han alcanzado o sobrepasado
ampliamente esta cifra sin que esta “overdosis” de estrés active ninguna
enfermedad grave.
Lo importante no es pues medir el estrés, sino saber porqué algunas
personas en situaciones aparentemente estresantes, pueden resistir y
guardar su equilibrio.
Primero que todo, hay en algunas personas, la predisposición natural
o adquirida de superar, por la acción y la descarga emocional, el período de
estrés. Numerosas experiencias prueban que la acción juega un papel
importante inhibidor de la expresión biológica del estrés. Investigadores
americanos añaden a esto la importancia de la consideración social, que
actúa como un aguijón psicológico de la acción.
Hoy los neurobiólogos concuerdan para decir que los tres grandes
sistemas del cuerpo que son los sistemas nervioso, hormonal e inmunitario
inter-reaccionan los unos con los otros.
Los médicos de terreno saben que el tener buenos ánimos puede
ayudar el organismo a luchar contra la enfermedad.
Todos los psiquiatras saben que los esquizofrénicos (la esquizofrenia
es una enfermedad mental caracterizada por una ruptura de contacto con el
mundo exterior) curiosamente nunca están alcanzados por una epidemia de
gripe. Los esquizofrénicos no dependen de los objetos ni de los tutores. No
se sienten afectados por acontecimientos susceptibles de trastornar a las
personas “normales”. Les basta con su sola vida interior.
Un sistema inmunitario debilitado por el estrés que procede de nuestra vida
familiar, social o profesional, representa una puerta ampliamente abierta a
la intrusión de todos los virus: el menor resfriado responde a este
desequilibrio.
El estrés, un aliado!
Algunos pequeños esfuerzos pueden permitir hacer bajar el estrés. Por lo
tanto es posible, controlándolo, hacer de él un aliado.
Basta, para esto, utilizar una técnica de combate conocida ahora en
Occidente: la fuerza del adversario. Usara el estrés como trampolín para
lanzarse en una nueva vida, un nuevo hobby, etc. Aprender a desapegarse y
a enmarcar u orientar otra vez la energía en otra dirección.
Ejemplo:
- Mi jubilación es el principio de una nueva vida…
- El semáforo en rojo es la ocasión de observar los demás
conductores impacientes…
No hay que olvidar que el estrés sólo se hace dañino cuando se
acumula y supera el umbral máximo de adaptación personal. Incluso un
placer, se mantiene demasiado tiempo, es un estrés que provoca la misma
reacción biológica que las preocupaciones de dinero, por ejemplo.
Solemos estar estresados cada vez que nos sentimos:
- con malestar en una situación:
- preocupados, decepcionados, traicionados u oprimidos.
- acorralados y puestos en contradicción con nosotros – mismos.
- obligados a reprimir nuestras reacciones naturales sin poder
afirmarnos.
- alcanzados en nuestro propio territorio, tocados en nuestro
adquirido profesional, conyugal o social.
Frente a estas diferentes situaciones, habrá que reaccionar. Lo ideal
sería, evidentemente, suprimir radicalmente la causa del estrés. Entonces
habrá que pasar por una reconversión y cambiar de trabajo si ya no se
soporta, mudarnos si los vecinos son molestos, dejar a su compañero si ya
no es posible llevarse bien con él, etc.
El estrés sólo se vuelve dañino cuando se acumula y supera el umbral
máximo de adaptación personal o umbral de tolerancia.
El anti – estrés, se aprende!
No existe remedio – milagro: es como para aprender a conducir un
coche: hay lecciones y cierto tiempo de aprendizaje.
Aprender a conducir su estrés es también un aprendizaje cuyos
puntos más importantes son los siguientes.
1. Aprender a liberarse de los gestos y tareas inútiles. Saber interrumpir
una reunión que no es amigable, anular una cita desagradable, evitar a
la gente que no apreciamos, acortar una comunicación telefónica
aburrida, etc.
2. Aprender a expresar sus emociones. No es indispensable sacarlas al
interesado: se puede muy bien liberar sus emociones, su cólera o su
tristeza imaginando que el interesado se halla frente a nosotros (ver
capítulo IV).
3. Adoptar una mejor higiene de vida haciendo deporte (el andar en ritmo
es excelente) (65), disminuyendo la cafeína, el café, el tabaco, etc.
4. Aprender a administrar mejor su tiempo, concederse momentos para un
hobby, juegos, la risa, etc. (54).
5. Reservarse algunos momentos para la relajación y la visualización
positiva.
Lawrence LeShan.
Al principio de los años cincuenta, el psicólogo clínico Lawrence
LeSHAN recibía algunas confidencias de su amigo y colega Richard E.
WORTHINGTON.
Éste emitía la hipótesis que puede existir una relación entre el cáncer
y la personalidad. Deseaba que LeSHAN emprendiese investigaciones
sobre este tema. Incluso le encontró los primeros subsidios.
Para LeSHAN, todo no fue tan fácilmente como lo hubiese desado:
ningún hospital estaba dispuesta a dejar que entrevistará a sus pacientes
enfermos de cáncer. Por suerte, un centro de investigaciones, el Instituto de
Biología Aplicada de Nueva York, aceptó que hiciera unos tests con los
enfermos para descubrir si existía un perfil del enfermo canceroso en fase
terminal.
Progresivamente, LeSHAN siguió 71 cancerosos llegados en fase
terminal. Muchos de éstos murieron pero todos aportaron una información
que describe en su libro Vd. puede luchar por su propia vida (37).
Este título le fue sugerido indirectamente por una de sus pacientes,
que estaba convencida de que jamás nada bueno podría sucederle y que no
tenía ninguna probabilidad de ser feliz. Su cáncer era un ejemplo más del
fracaso lamentable que era su vida.
En su psicoterapia con LeSHAN, esta persona llegó a decir: “… las
conversaciones son a la vez muy agradables e interesantes, uno aprende un
montón de cosas y se siente muy relajado y, un buen día, uno se da cuenta
de que está luchando por su propia vida.”
Con mucha frecuencia, LeSHAN encuentra en su proceso preguntas
sin respuestas:
¿Porqué un obrero que respira el polvo de amianto durante años
estará afectado de cáncer cuando su compañero de trabajo no lo está?
¿Porqué un gran fumador estará alcanzado por un cáncer de pulmón
a los cuarenta años cuando otro fumador tan inveterado alcanzará
apaciblemente la edad de ochenta años?
Algunos contestarán que la genética podría dar respuesta a estas
preguntas.
Ultimamente, unos investigadores de Boston han identificado un
“gen recesivo” que no figura en el patrimonio de las células de sus
pacientes afectados de cáncer3
.
La respuesta sería pues que el que estuvo sometido durante años al
amianto o a la costumbre del cigarrillo sin ser alcanzado por el cáncer,
dispone probablemente de un anti –oncogen (gen anti – cáncer) muy eficaz.
Según dichos investigadores, sería pues necesario:
1° detectar la ausencia de este gen recesivo que permitiría avisar al
individuo del riesgo que corre;
2° que la madre embarazada que, después de análisis durante el período
fetal, descubriera que dará a luz aun niño con alto riesgo oncogénico,
decida abortar.
Podemos preguntarnos porqué ciertas personas son llevadoras de
estos anti – oncogenes, si no es simplemente porque tienen la suerte de
haber nacido de padres genéticamente portadores de éstos? Entonces, sólo
queda por descubrir otros genes recesivos para evitar los infartos, la
esclerosis múltiple, etc.
Hay tantos genes defectuosos que esto mobilizaría un ejército de
genéticos para erradicar todos los creadores de enfermedades.
Siempre quedarán otras preguntas sin contestar: ¿porqué este
paciente en fase terminal, a quien la naturaleza no brindó un anti –
oncogen, benefició de una remisión total y disfruta hoy de buena salud?
LeSHAN relata la curación “milagrosa” de John afectado de un
cáncer “incurable”. John había sido víctima de un cáncer cuando ya
no esperaba nada de la vida.
Niño tímido, cerrado, sigue estudios de derecho para complacer a su
padre, se casa con la muchacha que había elegido su madre para él.
En el curso de su terapia, aprendió a recobrar confianza en él. Se
puso a estudiar música y divorció. Algún tiempo más tarde, se hizo
músico profesional en una orquesta sinfónica, la profesión que
siempre había querido ejercer.
Después de haber recobrado confianza en sí – mismo y reencontrado
la esperanza, había visto su cáncer estabilizarse. Esta mejora lo había
animado a luchar contra su cáncer. Evidentemente, fue victorioso.
3
Nature, 1982, 335: 400 – 402.
Con este caso y otros, leSHAN adquirió la certeza de que podía haber un
origen psicosomático en una afección orgánica tan devoradora como el
cáncer.
Dar las pruebas científicas por las cuales causa y efecto podían
demostrar de modo irrefutable el origen psíquico del cáncer no era cosa
fácil, por no decir imposible.
El eminente jefe de servicio de una unidad de cuidados intensivos le
dijo un día: “Aún cuando, de aquí diez años, Vd. consiguiera probar su
teoría, no lo creeré.”
Diez años después, traía sin embargo las pruebas indiscutibles de
que, en la mayoría de los cancerosos, se vuelve a encontrar cierto tipo de
personalidad.
Cuando el balance de sus investigaciones fue publicado, el público y
el cuerpo médico interesados se enteraron de los diferentes factores
psicológicos que predisponen al cáncer.
Factores psicológicos que predisponen al cáncer.
1. la mayoría de los pacientes habían perdido todo motivo para vivir.
2. Los pacientes eran incapaces de expresar su cólera, su resentimiento, su
tristeza, etc.
3. Un golpe emocional, conectado con la muerte de un ser amado o la
pérdida de una relación, había trastornado su vida.
4. La mayoría habían tenido una fuerte tendencia a la carencia de
confianza en sí y al desprecio de sí – mismo. En cambio, podían sin
embargo demostrarse firmes e incluso agresivos cuando se trataba de
defender a los demás o un ideal.
Para demostrar su descubrimiento, LeSHAN cogió 28 formularios
procedentes de un test psicológico. Ninguno de estos formularios contenía
información sobre el estado de salud de los testigos. Entre estos
formularios, 15 habían sido rellenados por cancerosos. LeSHAN fue capaz
de predecir con un porcentaje de éxito del 85%, los formularios que
probablemente pertenecían a cancerosos.
En otro estudio, sobre 152 carpetas, puso de manifiesto la pérdida de
una relación vital para el 72% de los enfermos. Descubrió también que, en
la mayoría de sus pacientes, la exploración psicoterapéutica revelaba que
su desesperación, que existía antes de los primeros síntomas de su cáncer,
nunca había sido expresada verbalmente.
La convicción que tiene el individuo de no poder resolver su dilema
exteriorizándolo por sus propias acciones es sumamente importante.
Al leer Vd. puede luchar por su vida, conviene mantener en mente
que LeSHAN sólo había hecho tests con enfermos en fase terminal. Es la
razón por la cual siempre se encuentra en su encuesta el factor importante
de desvalorización de sí y la desesperación angustiosa. Ambos aspectos ya
justifican que estos pacientes están dañados en su integridad, en su ser y,
por este encantamiento, alimentan ellos – mismos su propio cáncer
terminal.
Invito a los lectores que ya tuvieran conocimiento del libro de
LeSHAN que lo vuelvan a leer después de haber acabado la lectura de éste.
Comprenderán muy bien cuales fueron los conflictos vividos por los
pacientes de LeSHAN y el porqué del cáncer en la parte del cuerpo
afectada.
Ejemplo: en su libro4
, se puede leer: Una de mis pacientes, Luisa, de
sesenta años, estaba afectada de un cáncer de pecho… Su marido
había muerto después de quince años de matrimonio. Se las arreglo
para criar a sus hijos que, los cuatro, debían realizar carreras
exigiendo un nivel intelectual elevado. Fue feliz, a pesar de las
dificultades financieras, hasta el día en que su hijo menor tuvo edad
de trabajar y dejó la casa. Se mudó en casa de él. La situación del
joven implicaba contratos de uno a tres años en diferentes ciudades y
Luisa lo seguía por todas partes, llevando su casa y haciendo la
cocina. Vino el momento sin embargo en que comprendió que su hijo
ya no la necesitaba y sería más feliz estando solo.
Triste y desamparada, Luisa, atravesó entonces un mal período.
Intentó cuidarse y distraerse, pero sin llegar a interesarse realmente
en nada. Durante un tiempo, prácticamente no hizo nada. Sus hijos
recordaban que nunca la habían visto tan tranquila y relajada. Decían
que este cambio era “maravilloso”, pero en realidad, Luisa había
perdido su razón de ser, la relación esencial en la cual había
edificado toda su vida. Era incapaz de encontrar donde gastar su
“capital emocional”. Lo que ella había descubierto, contrariamente a
lo que pensaban sus hijos, no era la paz sino la desesperación. Y
aproximadamente un año después de que hubiese dejado de cuidar
del hogar de su hijo menor, se declaró su cáncer de pecho.”
4
En Francés, Editions Robert Laffont, 1982, p. 68.
En este ejemplo, se encuentra el fenómeno del “tutor” ya explicado
anteriormente, y también los elementos para comprender que esta
dama, si es diestra, tuvo de hecho, incluso si esto no está indicado
por LeSHAN, un cáncer del pecho izquierdo provocado por un
conflicto del “nido” es decir un conflicto madre/hijo que rumió
durante meses.
El convencimiento del individuo de que no puede resolver su dilema
exteriorizándolo por su propias acciones le lleva a reprocharse los factores
psicológicos que predisponen al cáncer.
Carl y Stephanie Simonton.
Después de LeSHAN, el doctor Carl SIMONTON, radio- terapeuta
cancerólogo, y su esposa Stéphanie MATTHEWS – SIMONTON,
psicóloga, se interesaron en las raíces psíquicas del cáncer (40, 50).
Igual como LeSHAN, explican a sus enfermos que la curación
depende mucho e incluso esencialmente del tratamiento ofrecido por la
medicina pero que, el ser humano siendo hecho de carne y de espíritu, es
absolutamente necesario tener en cuenta el psiquismo del paciente, más
particularmente de la confianza que colocará en su curación.
En los Estados – Unidos, los psicólogos y los psico – terapeutas se
han vuelto los colaboradores indispensables de los médicos en los centros
anticancerosos, lo cual dista mucho de lo que aún es la situación en
nuestros países Europeos.
Conocemos el método Simonton (2) gracias a Anne ANCELIN –
SCHUTZENBERGER, psicóloga, profesor en la Universidad de Niza.
Por casualidad, después de la muerte de su prima Nathalie, afectada
de un cáncer de pecho, Anne ANCELIN – SCHUTZENBERGER
descubrió después de leer un artículo, los trabajos de la pareja
SIMONTON. Ella – misma publicó un artículo sobre el tema, en el
“Boletín de Psicología” (1978, Sorbonne, París) y tradujo al Francés
Getting well again, el libro de los SIMONTON, “best- seller” en los
Estados Unidos y en Canadá (59).
¿Qué es lo que descubrieron los SIMONTON? Globalmente, más o
menos lo mismo que LeSHAN.
Estuvieron intrigados, al principio de sus investigaciones, por el
hecho que, con el mismo diagnóstico, algunos pacientes morían y otros no.
Además, con un pronóstico más pesimista que otros, algunos conocían
curaciones.
Lo que les llamó la atención fue el ánimo de los pacientes que curaban.
Para mí, no existen pacientes milagrosamente curados, hay pacientes
valerosos, que hicieron frente al arsenal terapéutico agresivo y que
consiguieron resolver el o los conflictos responsables de su(s) cáncer(es).
La única explicación de la agravación y de la muerte de algunos pacientes
de los SIMONTON es que, contrariamente a los pacientes que tuvieron
remisiones, aquellos no consiguieron resolver el o los conflictos
responsables de la gravedad de su enfermedad. Es pues normal encontrar,
en los pacientes en curso de mejoría, un ánimo mejor.
Los SIMONTON observaron aún que había algunos pacientes que
podían retrasar el desenlace final. Esos negociaban con la muerte, por
ejemplo: “No puedo morir, no puedo irme antes de que mi hija se case”. Se
sienten indispensables y piensan que deben estar aquí hasta que…
Los SIMONTON, igual como LeSHAN, buscaron si los enfermos
habían sufrido una agresión, cambio de vida, estrés, luto, pérdida de un
“objeto de amor”, entre dos meses y dos años antes del descubrimiento del
cáncer.
El objetivo de su psicoterapia es quitar el monte - bajo del terreno de
la vida del paciente para descubrir los obstáculos, los agujeros o las piedras
peligrosas que esconde. Descubrir su sistema inmunitario.
Los SIMONTON llegaron a la conclusión: “Ya que los enfermos que
curaron son luchadores que se convencen y ven cómo curan, debemos
enseñar a nuestros pacientes a volverse luchadores” (14, 15).
En su hospital los SIMONTON sólo aceptaban cánceres terminales o
gente operada desde menos de seis meses.
Stephanie MATTHEWS – SIMONTON conocía, como psicóloga,
los trabajos de su colega Robert ROSENTHAL (51), quien descubrió lo
que él llama “la realización automática de las predicciones”. Este
descubrimiento explica que nos comportamos muy a menudo de modo a
aumentar la probabilidad de que se realice nuestra espera.
El sociólogo Robert MERTON escribió, en cuanto a él, en un libro
hoy agotado, un capítulo sobre la “predicción destructiva”5
.
Un profesor que cree que su alumnos pueden tener éxito y que
consigue comunicarlo verbalmente pero también no – verbalmente es decir
por micro – movimientos, observa que obtiene un porcentaje de éxito
superior a los demás profesores.
5
Elementos de teoría y método sociológico. Ed. Plon, 1955.
Del mismo modo, el médico que cree en la curación de su enfermo y que
puede llegar a comunicársele, obtiene más resultado que el colega que no
cree en ella.
Conozco muchos médicos que no creen en la curación de sus
pacientes: tienen miedo del cáncer e intentan esconderlo a sus enfermos.
Hoy sabemos, gracias a la comunicación no verbal, que hay
contradicción entre los mensajes de esperanza emitidos verbalmente y los
mensajes de desesperación transmitidos no – verbalmente por pequeños
comportamientos y micro – movimientos, inconscientes en mayoría.
Los efectos secundarios de la quimioterapia o de la irradiación, están
acentuados por la espera pesimista que tiene el paciente frente a ellos. Lo
mismo que los dolores son más fuertes cuando el paciente está invadido por
el pánico y la desesperación. Pacientes tuvieron nauseas cuando el
tratamiento aún no les había sido aplicado.
Se preguntó a los SIMONTON si no daban falsas esperanzas a sus
pacientes. Su contestación fue categóricamente negativa.
Una espera positiva no garantiza la curación, pero se sabe que aumenta su
posibilidad.
Imagine que se cae al agua con un amigo en medio del océano. Éste
está preso de pánico y le grita que ya no tiene esperanza. Vd. intenta
calmarlo, devolverle confianza explicándole que debe ahorrar sus fuerzas
mientras espera la ayuda. Sin embargo, Vd. no consigue convencerle de
que pronto llegarán las ayudas. Sigue gritando y moviéndose
desordenadamente. Algún tiempo más tarde, sin que le pueda Vd. ayudar,
el desgraciado, agotado, se ahoga.
Está Vd. solo, conservando la calma; Vd. nada para calentarse y
luego descansa haciendo “el muerto”. Varias horas más tarde, un barco
avisado de su desaparición, le ve y le salva la vida.
El desarrollo de la historia depende evidentemente de su
personalidad.
Si Vd. tiene un cáncer avanzado y conserva la esperanza de curar y
que, merced a esos pocos días, semanas o meses de remisión, Vd. descubre
este libro u otro, explicándole cómo amansar el cáncer, la toma de
consciencia de un instrumento de curación que Vd. lleva en sí pero que
desconocía hasta entonces, podría permitirle curar del cáncer. Supongo que
Vd. haría como yo y los pacientes a quienes devolví confianza y que
curaron, cuando estaban abandonados y listos para ser eutanasiados con
morfina. Ellos también, ahí donde estén, luchan para traer a otros este
flotador de salvamento.
En nuestra anterior historia, también hubiésemos podido dejar que
nuestro protagonista perdido en el océano comprenda el funcionamiento del
chaleco salva vidas que llevaba sin saberlo.
Algunos lectores tendrán dificultad en aceptar la esperanza y las
ideas emitidas por este libro. En esto, no hay nada sorprendente.
Constantemente, vemos alrededor nuestro a padres que ya no consiguen
comprender a sus hijos a pesar de ser sus propios genitores. Si hemos
necesitado años para elaborar nuestras creencias o sea nuestro “modelo del
mundo”, no es posible comprender un nuevo enfoque del cáncer después
de una hora de lectura. Es el motivo por el cual, en consulta, conviene
tomar mucho tiempo para explicar al enfermo, y también a sus familiares,
que progresivamente hay que abandonar la idea de que el cáncer es una
enfermedad que le acaece a uno por desgracia, o que se está desarrollando
solapadamente desde años y que ya no puede Vd. hacer nada para pararla.
Al contrario, si Vd. comprende que Vd. es responsable de su enfermedad,
Vd. sabrá que tiene el poder de curarla.
Si Vd. pudo construir una trampa cualquiera, está dentro de sus
posibilidades hacerla inservible.
Sin embargo, algunas personas son expertas para construir trampas
en las cuales se encierran con la imposibilidad de salirse de ellas. Nadie
puede ayudarles, sólo ellas tienen la llave. Se han colocado en una doble
obligación: salirse es exponerse a morir y encerrarse es morir también. En
ambos casos, pierden.
Así se halla esta estrategia en los esquizofrénicos, que ellos no
“somatizan” al nivel físico, sino al nivel psíquico. Para ellos, son los padres
que, inconscientemente, han construido las trampas en las cuales han caído.
Los escáners revelan entonces perturbaciones del campo de Hamer
localizadas en los hemisferios opuestos del cerebro, indicando dos
conflictos, la doble obligación.
Según una historia muy antigua, el diablo un día puso en entredicho
el todo – poder de Dios pidiendo a éste que creara una roca tan enorme que
el mismo Dios no sabría levantar. ¿Qué elección le quedaba a Dios?
Si no podía levantar la roca, dejaba de ser todo – poderoso; si la
podía levantar, era pues incapaz de hacerla lo bastante gorda.
No existen pacientes curados milagrosamente. Existen pacientes
valientes que se enfrentaron a su conflicto y al arsenal terapéutico y
que espontáneamente usaron las leyes puestas en evidencia por los
SIMONTON.
Michel Moirot.
Desde 1949, el doctor Michel Moirot se cuida de medicina e
investigaciones psicosomáticas. Por cierto no tiene miedo de afirmar, en su
libro El Origen de los Cánceres, publicado en 1985 (42), que “todas las
enfermedades orgánicas adquiridas en el curso del desarrollo de la vida del
individuo en el mundo ambiente, con excepción de las intoxicaciones y
algunos accidentes, son psicosomáticas”. Añade: “en la mayoría de
accidentes, existe una participación inconsciente del accidentado al
traumatismo que padece…”
Para demostrar que el cáncer tiene realmente un origen psíquico, se
interesó principalmente, como lo vimos anteriormente, a las
experimentaciones animales. Revisó todos los protocolos de experiencias y
constató que no se tenía en cuenta el respeto del animal durante dichos
experimentos.
La cancerización provocada por una sustancia oncógena
(cancerígena) era en gran parte vinculada al estrés y a las condiciones
inhumanas en las cuales se efectuaban las experimentaciones.
Para profundizar sus investigaciones y demostrar de manera racional
e irrefutable el origen psicosomático de la cancerización, el doctor
MOIROT eligió después sujetos humanos habitando desde numerosos años
en un mismo lugar, en el mismo suelo, viviendo juntos del mismo modo,
comiendo los mismos alimentos, bebiendo la misma agua y sometidos a las
mismas influencias telúricas, atmosféricas y climáticas. Se dirigió pues a
los únicos grupos humanos que cumplían con estas condiciones, es decir
las comunidades religiosas, haciendo una distinción entre las que vivían en
claustro y las que no.
Estas investigaciones se hicieron en cincuenta y dos departamentos
Franceses en donde viven carmelitas y el orden de Sta. Clara. Después
extendió el estudio a conventos de claustro masculinos (cartujos y trapistas)
y sin claustro (carmas, redentoristas) y por fin a ordenes femeninas que
pueden salir.
También prosiguió sus investigaciones en España e Israel. ¿qué
descubrió?
Primero un porcentaje más elevado de muertes por cáncer en los
claustrados, hombres y mujeres, en quienes las reglas de la vida de
comunidad son más estrictas. Observó también que el porcentaje de
mortalidad aumentaba hacía el Norte, con excepción de Córcega, único
país del Sur en donde las reglas monásticas son tan severas como en el
Norte.
En los países más fríos, la moral se aplica con más severidad, es más
apremiante.
En estos cánceres, se halla un porcentaje elevado de los cánceres de
pecho, de los órganos sexuales, de la próstata y de la laringe.
El doctor MOIROT dedujo que el cáncer traduce la auto – destrucción de
un sujeto, somatizado en un órgano diana capaz de encarnar esta
destrucción.
En su libro ya citado, estudia también las relaciones cáncer –
psiquismo en BONAPARTE, Sigmund FREUD, el Presidente
POMPIDOU, etc.
El lector avisado saca de este libro que los enfermos alcanzados por
un cáncer son personas que tienen, en uno o varios sectores, una rigidez
psico – afectiva a la cual están atadas. Se piensa inmediatamente en este
“tutor” que ya mencioné varias veces.
Ultimamente, una paciente española se presenta a mi consulta con un
cáncer del pecho derecho y un cáncer de los ganglios linfáticos del
cuello.
Durante el anamnesis, me revela que descubrió por casualidad en
agosto de 1985, un dolor picante debajo del seno derecho. En esa
época, se sentía en plena forma y se extrañó del diagnóstico
formulado por los médicos.
Se trata de una mujer fuerte, que no tiene miedo y afronta
valientemente este obstáculo como un matador. Finalmente, los
exámenes son buenos y el cáncer no evoluciona; por lo tanto se
decide, como medida preventiva, la extracción del pecho. No se
contempla ningún tratamiento y se conservan los ganglios.
En febrero 1988, su hermano muere de un cáncer en espantosos
sufrimientos.
En junio del mismo año, se descubren metástasis (focos parasitarios
de células – hijas cancerosas sembrando a distancia de un cáncer
primitivo) en los ganglios linfáticos del cuello, del lado derecho.
Volvamos a los hechos anteriores:
Agosto de 1979, se casa su hijo. Para una familia española, el hijo
mayor es importante.
Enero de 1980, se entera de que se separa su hijo.
La paciente recuerda haber sido chocada porque, en España, cuando
uno se casa, no se separa. Aquí hallamos un factor de rigidez
territorial.
Enero de 1983, el hijo mayor está encarcelado. Daba cobijo en su
casa a una pareja de delincuentes.
Otra vez la paciente está derrumbada: el honor de la familia está
puesto en juego otra vez.
El marido recuerda que, durante los seis meses que duró el
encarcelamiento de su hijo, su esposa ya no comía, ya no dormía y
había adelgazado mucho.
Hoy ella ya no quiere ver a su hijo.
En resumen, el cáncer del pecho seguramente había empezado en
enero de 1980, luego se había quedado estacionario hasta enero 1983
cuando había vuelto a crecer.
En el momento en que la paciente descubrió, por casualidad su
cáncer, éste seguramente estaba parado desde julio de 1983, fecha de
la salida de prisión.
Antes y después de la operación, todo iba bien hasta enterarse del
cáncer de su hermano a quien vio padecer enormemente antes de
morir.
Esta vez, empezó a pensar que ella podía morir de esta manera. A
partir de aquel día, estuvo aterrorizada.
Este cáncer del cuello es un cáncer actual en plena evolución debido
al pánico al dolor.
Recibió rayos en esta región, lo cual provocó la caída del pelo detrás
de la nuca. El pensamiento de perder sus cabellos aumentó el miedo
al tratamiento porque, en su familia, todas las mujeres son orgullosas
de sus cabellos (otro tutor).
Le di confianza y le recomendé se marchara de vacaciones en
España. A su regreso, me participó que, en España, no había tenido
tiempo de pensar en su miedo y que el hinchazón en el cuello casi
había desaparecido. Sus manos eran bien calientes y tenía ganas de
volverse otra vez activa.
Este caso nos muestra que, en la vida, deberíamos aprender a ser
menos serios, ser más flexibles.
En cibernética, se sabe que es el elemento más adaptable que vive
más tiempo.
El doctor MOIROT va hasta decir: “Si el canceroso pudiese
volverse loco, curaría de su cáncer.”
El perfil del canceroso es una rigidez psico – afectiva que no puede
eliminar o cambiar por miedo a destruirse a sí – mismo. Este reflejo se
supervivencia es ese mismo que, paradójicamente, pone su vida en
peligro.
Edward Bach.
No acabaré este capítulo sobre los pioneros sin hablar del famoso médico
Inglés, el doctor Edward BACH, 1886 – 1936 (4, 9, 52, 55).
Como lo vamos a ver, el doctor Bach no realizó investigaciones
específicas sobre el origen psíquico del cáncer, pero contribuyó, por sus
estudios, su filosofía y su enfoque de la enfermedad, a demostrar el nexo
entre el psiquismo y la enfermedad.
Después de ser patólogo, bacteriólogo, preparó unas vacunas con los
bacilos contenidos en el intestino de los enfermos. Revolucionó así el
tratamiento de ciertas enfermedades crónicas (migrañas, reuma…).
Para limitar los efectos secundarios de sus vacunas, las diluyó y las
dinamizó para crear los “nosodos homeopáticos” aún usados actualmente.
Merced a su don de la observación, observó que existía una relación
entre el tipo de personalidad del enfermo y el bacilo del cual era portador.
Tal tipo de personalidad corresponde a tal tipo de bacilo. Hablando con el
paciente, llegaba a deducir el tipo de bacilo que se hallaba en los intestinos.
Publicó diferentes tratados entre los cuales uno se tituló: “la toxemia
intestinal en su relación con el cáncer”. Indica que la mejora obtenida se
debe a la mejora del estado general, gracias a los nosodos y a un régimen
alimenticio compuesto esencialmente de verduras y hortalizas aliñadas en
crudo para desintoxicar el organismo, y no gracias al tratamiento local.
En todos sus trabajos, se halla la preocupación por reforzar el terreno del
individuo, o sea sus propias defensas. Es lo que la ciencia médica actual
empieza a comprender cuando habla de fortalecer el sistema inmunitario.
También dice: “la enfermedad es una especie de desarmonía, cuando una
parte del todo ya no vibra al unísono de las demás partes”. Ya encontramos
aquí, la noción de medicina global, de medicina holística, como la
llamamos hoy.
Cada vez más, el doctor BACH se interesó al ser humano, le observó
en un hall de estación, en la calle, en la playa, etc.
Cancer amansado
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Cancer amansado
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Cancer amansado

  • 1. EL CANCER AMANSADO Los recursos insospechados del ser humano. De Léon RENARD. Editions Vivez Soleil.
  • 2. Tabla de Contenidos: Tabla de Contenidos:.....................................................................................2 Prefacio del Doctor Christian Tal Schaller....................................................4 Introducción...................................................................................................9 Preámbulo....................................................................................................11 Un día, cambiará el mundo..........................................................................11 Capítulo 1. ...................................................................................................14 La enfermedad, un lenguaje. ......................................................................14 La memoria del cuerpo............................................................................16 Es cancerígeno el tabaco?........................................................................27 Capítulo 2. ...................................................................................................31 El laberinto de los pioneros.........................................................................31 El anti – estrés, se aprende!.....................................................................35 Carl y Stephanie Simonton......................................................................40 Edward Bach............................................................................................47 Capítulo III ..................................................................................................50 El origen de los cánceres descubierto en el cerebro....................................50 Un hombre, un descubrimiento… ...........................................................50 El cerebro, un ordenador. ........................................................................53 El impacto cerebral del DHS...................................................................55 Un conflicto, diferentes programaciones. ...............................................56 Complicaciones. ......................................................................................62 Algunos ejemplos de conflictos. .............................................................69 Capítulo IV ..................................................................................................73 La mente como instrumento de curación. ...................................................73 La imaginación, un lenguaje eficaz.........................................................78 El cuerpo es espíritu condensado. ...........................................................78 El mundo, una imagen del cerebro..........................................................80 Capítulo V....................................................................................................86 La terapéutica psico - ayudante del cáncer..................................................86 El uso de la imaginación..........................................................................89 Programa de auto - curación....................................................................90 La imaginación simbólica........................................................................91 La energía del alma. ................................................................................97 Amar su cuerpo enfermo. ......................................................................102 La recidiva.............................................................................................106 Capítulo VI ................................................................................................109 La lección de un nacimiento......................................................................109 Primer acto: la respiración.....................................................................109
  • 3. Segundo acto: la alimentación...............................................................111 Tercer acto: la actividad. .......................................................................115 Cuarto acto: la consciencia....................................................................116 Quinto acto: El sueño. ...........................................................................116 Capítulo VII...............................................................................................118 La familia frente al cáncer.........................................................................118 Comunicar con el enfermo. ...................................................................119 La estrategia familiar.............................................................................120 Evitar la inhibición. ...............................................................................121 Cuando el enfermo acusa a la familia. ..................................................122 Capítulo VIII..............................................................................................124 El dolor. .....................................................................................................124 El mecanismo del dolor.........................................................................124 El tratamiento del dolor.........................................................................125 Capítulo IX ................................................................................................135 La muerte: otro estado de consciencia. .....................................................135 Viaje fuera del cuerpo. ..........................................................................138 Acompañar a un agonizante. .................................................................139 La vida antes de la vida. ........................................................................139 Capítulo X..................................................................................................142 El sida, sí, pero… ......................................................................................142 ¿De qué mueren los seropositivos? ...........................................................146 Conclusión.................................................................................................148 Anexos:......................................................................................................150 Correlaciones entre conflictos y cánceres descubiertos en pacientes gracias a la ley de bronce del cáncer......................................................................151
  • 4. Prefacio del Doctor Christian Tal Schaller. El médico Christian Tal Schaller ejerce desde hace veinticinco años las medicinas blandas y los métodos de salud emanadas de las tradiciones antiguas. Pionero de la medicina holística europea, enseña la psiconeuroinmunologia, la psicoterapia transpersonal, la terapia por la risa, la regresión a las vidas anteriores, la curación chamánica y otras técnicas de regeneración. Al afirmar que “la Salud es algo que se aprende!”, propone un verdadero ecumenismo médico al servicio de la educación de la salud global. Colabora con numerosos centros de salud y de investigación sobre el vivir – mejor en el mundo. Creó las Ediciones “Vivan Sol” y es el autor de unos veinte libros ya hechos clásicos en materia de salud. Con su mujer, Johanne Razanamahay, dirige la Escuela de Bien-Estar y de Armonía Salud-Sol en Ginebra y el Instituto de Investigaciones y Aplicaciones en Salud Global en la Casa de Faujas en Taulignan, en la “Drôme” Provenzal (Francia). Juntos, dan conferencias, talleres, seminarios de empresas, formaciones de animadores y educadores de salud Holística. Admiro el trabajo que realizó el Sr. Léon Renard. Tuvo el valor de volver a plantear los dogmas de la medicina ortodoxa para buscar, mediante una búsqueda que duró numerosos años, medios permitiendo ayudar a los cancerosos a que dejen de sufrir su enfermedad para descubrir cómo asumir su propia responsabilidad. En efecto, hay dos modos de ver la enfermedad. O bien, uno está aplastado por el diagnóstico y se considera como víctima impotente que no es responsable de lo que le sucede. O bien uno comprende el mensaje profundo de la enfermedad, que es una llamada al cambio, una señal que nos advierte que nuestro modo de vida ya no está en armonía con la naturaleza. Cuando aparece un síntoma, como una luz roja que parpadea en el tablero, no se trata de desenroscar la bombilla y de seguir su camino, sino de ir a buscar en el motor la causa del problema, es decir examinar lo que, en nuestro modo de vida, nos ha llevado a la enfermedad. Esto es verdad tanto para un resfriado como para un cáncer declarado! ¡Realmente es alucinante constatar el extraño modo de proceder de tantos médicos modernos que sólo se dedican a borrar los síntomas sin pensar en los peligros que hacen correr a sus pacientes al dejar que subsistan las propias causas de sus dolencias! Ya hace 2000 años, nos decía Hipócrates que “las enfermedades no son el efecto del azar, sino la consecuencia de cierto modo de vida”. Así, el
  • 5. recobro de la salud sólo puede producirse mediante el aprendizaje de una vida diferente. Si seguimos conservando las actitudes psíquicas y físicas que nos condujeron a una enfermedad como el cáncer, es evidente que los tratamientos, los que sean, sólo serán paliativos y no podrán, por sí solos, aportar una auténtica curación. Tratar los síntomas golpe por golpe no basta; hay que ir a la raíz de los problemas cambiando el propio modo de vida psíquico, emocional, mental, espiritual. Una vez tomada la decisión de ir hacía la salud, el psiquismo moviliza recursos de salud fantásticos que permitirán, con el sostén de las terapias, liberarse del yugo de la enfermedad. La curación no es un estado estable, sino un equilibrio dinámico. No es un diploma que se recibe y que quedaría válido una vez por todas. Consiste en mantener, en cualquier circunstancia, el dinamismo personal que permite liberarse de los esquemas mentales limitados que entorpecieron la acción. Para curar, hay que tener el ánimo de hacer confianza a las mismas fuerzas de la vida que están en nosotros y actuar para vivir de un modo que deje que nuestro cuerpo se mantenga sano y vigoroso. En el curso de estas últimas décadas, nos dimos cuenta que la medicina química y quirúrgica quedaba impotente frente a la calamidad de las enfermedades cardio – vasculares, el cáncer, el sida, la reuma, las alergias, etc.… en efecto, la medicina moderna quiso luchar contra las enfermedades para hacerlas desaparecer. Consideradas como enemigas implacables que atacan sin razón a unos individuos inocentes, las enfermedades debían ser eliminadas por los medios más radicales. El desarrollo de los métodos quirúrgicos y químicos emana de un enfoque militar: la paz de la salud reinará cuando la enfermedad enemiga habrá sido vencida. Toda la fraseología guerrera que estaba de moda en los años 1914- 1918 sobrevivió en el mundo médico mucho más allá de la Segunda Guerra mundial. Por ejemplo, se proclamó que la lucha contra el cáncer desembocaría en triunfos brillantes… la victoria nunca llegó. A pesar de los millares dedicados a la investigación, el cáncer va golpeando cada año a más gente y nada permite esperar una mejora de la situación en un porvenir cercano. En todos los frentes de la medicina, las bayonetas quirúrgicas y los cañones quimioterapeuticos no consiguieron instaurar la paz de la salud. Por, las enfermedades iatrógenas (es decir causadas por los tratamientos médicos) se han vuelto más peligrosas que las epidemias del pasado. La medicalización de nuestra salud ya se ha transformado en un auténtico cáncer social.
  • 6. Dedicada al estudio técnico de las enfermedades y enfeudada a la todo poderosa industria farmacéutica, la medicina ortodoxa moderna abandonó la visión holística de las medicinas tradicionales antiguas, visión que tiene en cuenta el conjunto del modo de vida de los pacientes. El doctor Paul Carton escribía ya en 1930: “Finalmente, el laboratorio ha aplastado la clínica, lo artificial ha predominado sobre lo natural. La ciencia materialista ha matado el arte médico y el comercio científico ahogó la conciencia en demasiados médicos. Es la enseñanza materialista de la escuela la que es responsable de la mayoría de los errores actuales. La polifarmacia y la esgrima de las inyecciones han reducido la profesión médica a una obra de distribución automática de cuidados físicos y químicos que se resume en estas palabras: drogar, pinchar, irradiar, cortar.” Los médicos practicantes se hallan presos de un terrible engranaje económico: su renta no depende del tiempo pasado ayudando a sus enfermos a aprender a administrar su capital salud, sino que es proporcional al número de actos médicos realizados. ¿Qué pensar de un sistema en que los médicos, para mantener su equilibrio económico, deben practicar una medicina mucho más rápida y no tienen tiempo para enseñar a sus pacientes las leyes de la salud, leyes de las cuales nunca oyeron hablar en las facultades de medicina? Sin embargo, tal como lo decía Hipócrates: “La naturaleza es quien cura las enfermedades. El médico ha de aprender en la naturaleza.” Por desgracia, las sirenas de la ciencia y del provecho han hecho olvidar la voz de la sabiduría y del sentido común. No obstante, adentro como afuera del mundo médico, nace una reacción a las aberraciones de un sistema inhumano y cada vez más oneroso. Al concepto de la “enfermedad – enemiga” se sustituye el de la “enfermedad – lección de salud”, que consiste en orientarse hacía un enfoque global, holístico, permitiendo que los pacientes descubran las relaciones de causa a efecto entre su modo de vida y los trastornos de salud que sufren, enseñándoles luego poco a poco cómo preservar su inmunidad y acrecentar su vitalidad. En esta nueva perspectiva, una obra como la de Léon Renard puede ser de gran utilidad. No sólo nos explica con claridad las investigaciones de todos los autores importantes en este campo, sino que añade toda su rica experiencia de terapeuta. Mis propios estudios, durante estos veinte últimos años, y mi experiencia de médico que ejerce su profesión me demostraron el valor de las tesis presentadas en esta obra. Pude observar centenares de veces que modificaciones del modo de vida en todos los planos, físico, emocional,
  • 7. mental y espiritual, permitían obtener resultados absolutamente notables en el tratamiento del cáncer. Estoy convencido por lo tanto que el cáncer no es una fatalidad, sino la ocasión de dirigirnos hacía la salud. En la Biblioteca Soleil, en Ginebra, tenemos numerosas obras escritas por antiguos enfermos de cáncer que relatan cómo se hecho un camino hacía la curación. El cáncer es un nombre colectivo que sirve para designar toda una serie de afecciones debidamente clasificadas y que se caracterizan todas por crecimientos de células anormales. Sin embargo el hecho de haber creado dichas clasificaciones no conllevó ninguna aclaración sobre la naturaleza del cáncer. Toda la medicina ortodoxa se fundó en una hipótesis celular que pensaba que el cáncer es una enfermedad local, que consiste en la formación de un tumor, un conjunto de células anormales cuyo crecimiento se hace de modo autónomo y no puede detenerse. Sin embargo es asombroso constatar que esta hipótesis nunca se ha comprobado científicamente. Con el tiempo, la mayoría de la gente ha olvidado que toda la investigación de nuestra época referente al cáncer se basó en esta hipótesis. Todos los tratamientos por cirugía, los rayos X y los agentes químicos se basan en esta “vieja idea”, que desemboca en el principio guerrero de intentar a toda costa destruir las células cancerosas. Pero el cáncer no es una enfermedad local sino una enfermedad general, cuyo principal problema es la baja del sistema inmunitario el cual ya no hace bien su trabajo de eliminación de las células cancerosas. Quitar las células anormales o los tumores no resuelve nada del problema de fondo. El punto capital, es actuar globalmente al nivel de modo de vida para permitir al organismo “hacer su limpieza” por sí - mismo. Trabajos científicos de alto nivel han demostrado que, cuando las condiciones de vida cambian, las células cancerosas pueden volverse normales. Estos trabajos, así como el desarrollo de la medicina holística, deberían permitir ya no limitarse a una terapia de destrucción de las células cancerosas, sino a un enfoque de sostenimiento global de las fuerzas de curación del organismo. La curación jamás viene del exterior. Es un proceso interno que se opera naturalmente y espontáneamente si dejamos nuestro cuerpo hacer su trabajo. Pero si las costumbres psíquicas y físicas son constantemente inmunodepresivas, entonces se va desarrollando la enfermedad la cual gana terreno, cualesquiera sean los tratamientos aplicados. Lectores, valoren esta información y háganla circular alrededor suyo. Porque, a final de cuentas, la enfermedad es el fruto de la ignorancia. En consecuencia, las informaciones que nos indica Léon Renard son de gran valor para los que conciben que un mundo libre de enfermedad puede volverse realidad si abrimos nuestra consciencia a la luz del conocimiento y
  • 8. si nos liberamos de nuestras costumbres de vida artificiales. La salud es posible, se aprende buscando vivir en armonía con la naturaleza, en el respeto de las leyes de la vida. Doctor Christian Tal Schaller.
  • 9. Introducción. ¿Es posible que algún día tenga yo el ……? ¿ No sería este síntoma un …? Todo el mundo habla de él, la mayoría de gente le tienen miedo, se gastan millares, nacen muchas hipótesis y sin embargo los enfermos siguen muriendo del cáncer. Para la mayoría, el cáncer sigue siendo una enfermedad que vence, una enfermedad de la cual no se conoce nada, una enfermedad que atemoriza. De por sí, el diagnóstico, desencadena un inmenso sentimiento de pánico, desvalorización, impotencia frente a un destino implacable y todas las informaciones a nuestro alcance sólo refuerzan este terrorismo mental. La idea demasiado ampliamente admitida de que el cáncer mata inevitablemente, afecta profundamente el modo en que reaccionamos frente a él, aumentando nuestros sentimientos de impotencia y desesperación. No es el cáncer tal y como aún opinan algunos, una enfermedad hereditaria, una enfermedad con virus o microbios, sino una enfermedad del organismo total, incluyendo lo físico y lo psíquico. El hombre no sólo es un cuerpo, es un ser doble, compuesto de una parte material (el cuerpo) y de una parte inmaterial (el espíritu y el alma). Hoy en día, se está descubriendo otra vez que el solo cuerpo no es el único afectado en la enfermedad. Nuestras emociones, nuestra sensibilidad, el modo en que vivimos, juegan un papel. Si tenemos el poder de ponernos enfermos y de destruir un sistema tan complicado y tan valioso como nuestro cuerpo, es que tenemos adentro de nosotros una fuerza y una energía formidables. Sólo a nosotros nos pertenece invertir el proceso y usar esta energía para curarnos. Nuevos modos de curación están naciendo, que se esfuerzan en tratar a la vez el psiquismo y el cuerpo. Los elementos que permiten una mejor comprensión de esta enfermedad están a nuestra disposición. Investigadores se interesan en el modo de invertir el proceso de la enfermedad y ampliar las condiciones en las cuales las actitudes, las creencias optimistas y positivas, así como un cambio de estilo de vida, pueden curar el cuerpo y el espíritu afligidos. Desde hace algunos años, estoy desarrollando progresivamente un enfoque psicológico de la enfermedad: la “psico-inmunología” (inmunis = intacto, protegido, y el sufijo logía = estudio). La psico – inmunología tiene por objeto fenómenos psíquicos que preservan al individuo de la enfermedad, lo inmunizan.
  • 10. La psico – inmunología usa la ley de bronce del cáncer del doctor HAMER, uno de los descubrimientos más importantes de nuestra época y para muchos aún, la más revolucionaria, porque se sigue buscando aún el cáncer en la célula, en los cromosomas. Quise escribir este libro para demistificar el cáncer, para invertir el vapor del pesimismo para reforzar nuestra inmunidad a todos los niveles. Si queremos mantener un sistema inmunitario sin fallo, debemos liberarnos de cualquier tensión, miedo, desvalorización. La imaginación refuerza el equilibrio de nuestro sistema nervioso y hormonal impidiendo que los sucesos estresantes tengan un efecto negativo sobre nuestro organismo. Un enfermo que no conoce la verdad no se asume; está esperando pasivamente la aparición de la curación o está esperando, resignado, que se produzca la muerte. En ambos casos, está a la espera. Hay que devolver al cáncer su carácter sociable, ya no considerarlo como un enemigo mortal, sino como uno de los medios últimos de nuestra propia salvaguarda. Este libro le invita a amansar el cáncer, bien sea curativamente bien sea de modo preventivo, comprender su mensaje y hacer de él un aliado en el camino de la evolución.
  • 11. Preámbulo Un día, cambiará el mundo. El doctor M. se halla cogido en un embotellamiento mientras se dirige a su gabinete del hospital X. Son las nueve de la mañana, el sol está velado por una ligera capa de neblina, el aire ya es agobiante. Varias veces, ha de secar el sudor que chorrea por su frente. Este calor tan matutino es extraño, está pensando. Después de haberse desapretado el cuello, piensa en las intervenciones que le esperan en cirugía. Por segunda vez desde principio de año, el doctor M., un gran tipo enérgico, maldice su profesión. Aún recuerda la primera vez, hace cinco meses. Era en marzo, en la primavera, el pequeño Patrick estaba admitido en el hospital en donde trabaja. Muy pronto, había sentido amistad por este muchacho de diez años, porque se parecía al hijo de misma edad que había perdido en un accidente cinco años antes. Había visto morir a su hijo en sus brazos sin poder hacer nada para salvarle la vida. Ya, en esa época, se había sentido impotente frente a la fatalidad. Cuando Patrick había sido admitido en el servicio de las urgencias, se le había roto su pierna recién. Algunas horas antes, el niño había aprendido, por casualidad, cuando bajaba las escaleras al salir de su cuarto, el diagnóstico que comunicaban a su madre por teléfono. Su madre repetía: “No, esto no, no es posible, la leucemia, no!…” Durante algunos segundos, se había quedado petrificado y, sin reflexionar, había regresado a su habitación y había saltado por la ventana. Al ver a Patrick, el doctor M. había recordado a su hijo y se oyó decir “debe vivir, he de hacer algo para que cure”. El joven muchacho estaba lívido y totalmente derrumbado. Obsesionado por el diagnóstico, rehusaba hablar, ni siquiera se quejaba del dolor. Después de reducir la fractura, el doctor M. se había informado sobre la gravedad de los valores sanguíneos. El veredicto era doloroso: leucemia linfoblástica indiferenciada aguda”. Además las radiografías revelaban en el esqueleto unos infiltrados leucémico – metastásicos de un grado de malignidad máxima.
  • 12. Dos semanas más tarde, Patrick seguía apático y no conseguía contestar a las preguntas. Se le administraba cada hora dosis masivas de calmantes. Se sentó el doctor M. desmoralizado, cerca del niño y se echó a llorar a lagrima viva. Desde hacía una semana preso de un pánico total, Patrick le miró, le cogió la mano y le dijo: “Háblame de Jacques” (su hijo que murió de accidente). Durante más de una hora, charlaron juntos. Patrick se expresaba con dificultad porque estaba debilitado por la anemia, pero algo había cambiado en él porque declaró: “Eres tan bueno y tan diferente de los demás médicos que para ti, quiero curar.” Siguieron los días, se instaló una complicidad entre ellos y, a pesar de los dolores que sentía en los huesos, a pesar de la gravedad de las fórmulas sanguíneas, había decidido curar para el doctor bueno. Progresivamente, volvió a comer, a jugar y a reír. Se dieron muchas complicaciones pero, como por milagro, conseguía superarlas sin estar aterrorizado, convencido de que con la ayuda del doctor bueno, curaría. Dos meses más tarde, pudo volver a su casa los fines de semana. Todo iba progresivamente cada vez mejor. El doctor M. aún recuerda la alegría del niño cuando éste le había invitado para su cumpleaños el 12 de Agosto. Hoy estamos a ocho de Agosto, pensó mientras estacionaba su coche en el aparcamiento del hospital. Patrick acaba de estar admitido en el quirófano; el jefe decidió, con el consentimiento de los padres, aprovechar la remisión espontánea incomprensible para practicar un injerto de médula. Esto debería aumentar las probabilidades de supervivencia a largo plazo. El doctor M sabe perfectamente que sólo una tercera parte de los pacientes sobrevive a dicha operación. Maldice, por segunda vez, su profesión. Tiene la sensación, al tomar nota del protocolo, que está leyendo una sentencia a muerte. Antes de dormirse bajo los efectos de la anestesia, Patrick confiado sonríe al doctor M.. Algunas horas más tarde, en los jardines cercanos al hospital, llora un hombre. Este hombre, este médico de gran corazón, que acababa de descubrir la fuerza de la fe y de la confianza, no podrá asistir al cumpleaños de Patrick porque éste fue víctima de la operación. De pasar aquel día por el jardín, hubiesen Vds. oído el monólogo de un hombre: “¿Cuánto tiempo deberemos esperar para encontrar un
  • 13. tratamiento eficaz contra el cáncer, Dios mío?” Era el doctor de gran corazón.
  • 14. Capítulo 1. La enfermedad, un lenguaje. ¿Porqué esta enfermedad? Qué debe enseñarme? ¿Porqué, de repente, mi cuerpo físico se deja invadir por desequilibrios, microbios, virus, células malignas? Desde milenios, el hombre aprendió a comunicar con sus semejantes; elaboró progresivamente un lenguaje y una escritura para sus necesidades. Hoy, estamos de lleno en la era de la comunicación: el hombre comunica por cable, radio, satélite, comunica con la máquina, manda mensajes en el espacio… Siempre ocupado intentando comunicar con el exterior cada vez más lejos en lo infinitamente grande y en lo infinitamente pequeño, se olvida comunicar con sus semejantes y, lo más importante, consigo mismo. La enfermedad nos transmite un mensaje. El hombre elaboró un lenguaje formado de palabras y frases para comunicar. Posee también símbolos que comunican más allá de las palabras: los unos psíquicos (sueños, pesadillas, intuiciones…) los demás físicos (dolores, síntomas, patologías…). La enfermedad es un medio de comunicación. Ciertos daños, ciertos conflictos no totalmente expresados por las palabras y por las emociones se dicen con el cuerpo. Éste los grita o chilla a veces hasta poner en peligro la vida del sujeto afectado. Esta manifestación física de un problema de consciencia siempre sucede cuando la situación conflictual se vive en el aislamiento y que no ha sido expresada verbalmente o exteriorizada por actos. Según sus experiencias, su historia, el individuo pronuncia, escribiéndoles en su cuerpo, las palabras que no sabe decir y las emociones que no sabe expresar. La consciencia perturbada proyecta su mensaje, su grito de socorro, por todas partes en el cuerpo. El iridólogo, el auriculo-terapeuta, el osteópata, el acupuntor, etc. encontrarán este mensaje en la parte del cuerpo con la cual están relacionados.
  • 15. Así nacerán las enfermedades psicosomáticas tales como la úlcera del estómago, si no “digiere” las contrariedades, o el asma si su entorno “le ahoga” (1, 19, 24, 53, 63). Es un período en el cual el problema se depositó en un órgano, un músculo, una función, una articulación cualquiera. ¿Cualquiera? Sólo a primera vista… Los conflictos generalmente provocados por sucesos de la vida corriente, que sean conyugales, familiares, sociales o profesionales, no se materializan por casualidad en nuestro organismo, sino de acuerdo con una ley de analogía concreta, introduciendo una relación de causa a efecto entre el conflicto interior, una zona específica del cerebro y un lugar preciso de nuestro cuerpo. En el lenguaje corriente, ya hay, frecuentemente, una denunciación inconsciente: - Mi esposa me impide “respirar” (un neumotorax). - Tengo “la espalda saturada” de trabajo (un lúmbago crónico). - Cuando veo la lentitud de la administración, me pongo nervioso y tengo ganas de “derrumbar” puertas para sacudir a los funcionarios (reuma doloroso en el hombro derecho). ¿No damos un golpe con el hombro para derrumbar una puerta? - Mi marido “me irrita” con su comportamiento (un eczema en el dedo anular). - Estoy preocupado por mi hija que no para de ponerse en situaciones peligrosas (una úlcera de estómago). - No para de darme “consejos” como si aún fuera una niña (una otitis repetitiva). - No quiero decírselo ( a sus padres). No puedo, debo “aguantarme” porque no comprenderían (estreñimiento crónico). - Me rompo los “dientes”, desde hace algunos meses sobre este problema (los dientes se sueltan de las encías). - Me pone nervioso mi colega, ya no puedo “olerlo” (sinusitis). En todos estos casos, ya se puede constatar una forma de inmunodepresión de origen psicológico que no es extraña al fenómeno. Sólo se manifiesta el lenguaje simbólico del cuerpo cuando el aviso del psiquismo no se ha visto, oído, ni comprendido y que la situación no ha sido remediada.
  • 16. Imagine que llama Vd. amablemente a su hijo para que venga a hacer algo y que no le oiga. Deberá Vd. alzar la voz y si sigue sin oírle, Vd. deberá desplazarse y quizás sacudirle. La naturaleza usa de un proceso similar para hacerse oír: sacudir al ser que está perturbado por actividades, psiquismo, alimentación, un ejercicio o un sueño inadaptado hasta que comprenda y corrija su actitud o su costumbre. Si tiene Vd. una indigestión y que descubre Vd. que la causa se debe a un exceso alimentario, Vd. no culpará a su estómago. Si tiene Vd. una indigestión, es que existe en el cuerpo humano leyes naturales, sistemas de alarma, por lo tanto de comunicación que le avisan de que está en curso un desequilibrio pudiendo poner el cuerpo en peligro. Algunas de estas leyes son fundamentales, otras secundarias. Por lo tanto existen leyes que rigen la salud, igual como existen leyes que rigen la enfermedad. Lo que no podemos aceptar, lo que no sabemos expresar por palabras, emociones y actos, el cuerpo lo dirá, gritará o chillará a muerte por unos desequilibrios. La memoria del cuerpo. Pascal dijo: “El corazón tiene sus razones que la razón desconoce: se sabe en mil cosas.” Aquí podríamos decir “El cuerpo tiene sus razones que la razón desconoce.” El cuerpo también tiene una consciencia y una memoria, no olvida nada. Como lo dije anteriormente, las enfermedades no aparecen por casualidad: nacen y desaparecen según unas leyes precisas. Tomemos en ejemplo la gripe. En el momento en que escribo estas líneas, hay una epidemia de gripe. Alrededor mío algunas personas no están enfermas y otras lo son. Algunas personas que, hasta entonces habían podido preservarse de la epidemia, están de repente tocadas por el virus. Los microbios, los virus están cerca de nosotros por millones desde que hemos nacido y sólo es en ciertos momentos del año cuando se vuelven “peligrosos”.
  • 17. Para muchos, el fin de año está ligado a un balance, encuentros con familiares. Si la llegada del fin o principio de año está ligado a un estrés que reactiva sucesos estresantes y traumatizantes del pasado, el sistema inmunitario se vuelve menos eficaz y los virus aprovechan para proliferar. Se suelen considerar los microbios y los virus como enemigos a los que hay que eliminar a toda costa. En cambio, deberíamos ver en ellos amigos que nos advierten que acabamos de alcanzar un umbral de alarma y que debemos asumirnos para reforzarnos y reunificarnos otra vez. Quizás un día contemplaremos el papel de los microbios y virus de otro modo. La comunicación que tenemos con ellos ya no será la de matar al amigo que nos avisa que la casa está agrietándose, sino al contrario, hacerlo todo para arreglar los daños y reforzar el edificio que amenazaba con derrumbarse. Frecuentemente, el período de fin o principio de año recuerda conscientemente – y aún más inconscientemente – un acontecimiento aniversario no expresado y ocultado. Ejemplo: Tal persona amada que, fallecida en el curso del año, no estará presente en las festividades y reuniones familiares. En el curso de los años siguientes, un poco antes o después de las fiestas, la memoria del cuerpo, que no olvida nada de lo que hemos vivido, se pone, en cierto modo, de luto. Los períodos y acontecimientos traumatizantes se hallan dispersos en el curso del año; los que no pudieron ser suficientemente expresados estimularán la memoria para que ésta intente decírnoslo durante los momentos aniversarios (1, 63). Ejemplo: Un paciente tenía regularmente, desde hacía unos ocho años, crisis de asma que ningún tratamiento había podido aliviar, sólo una ligera reducción de la duración de las crisis gracias a la homeopatía asociada a la acupuntura. Después de intentar descubrir si había una periodicidad regular de las crisis, es decir si se declaraban en cierto período aniversario, pedí al paciente que anotará regularmente los acontecimientos de los días. Gracias a este diario, encontramos bastante rápidamente el acontecimiento que precedía las crisis de asma: se producían después de una reunión con su director. Esto le sorprendió al paciente porque apreciaba a éste quien, a su vez, le apreciaba.
  • 18. Durante varios meses, volví a ver al paciente sin resultado. Nada aparentemente justificaba esta reacción de la memoria del cuerpo. ¿Qué era lo que bien podía proteger el cuerpo de este modo? Decidí entonces dirigirme directamente a la memoria del cuerpo, al subconsciente del paciente. Le dije: “Hay en Vd. una parte que sabe lo que causa el asma; provocando las crisis de asma, está convencida de que le protege de algo que Vd. olvidó. Piensa ella tener buenas razones de actuar de este modo. Me gustaría dirigirme a esta parte y sé que ella me escucha, porque está atenta a todo lo que podría ponerle en peligro.” Dirigiéndome luego a la parte, añadí: “No sé cuantos años tienes, ni porqué sigues defendiendo a X provocando las crisis de asma. No sé cómo te las arreglas después para proteger a X del peligro de las crisis, pero sé que lo estás haciendo con los medios de los cuales dispones porque éste es tu papel. No quiero imponerte ni ordenes, ni consejos, sino solamente decirte que te hago confianza. Eres tú, después de todo, quien tiene la custodia del cuerpo, verdad? Ahora te dejo. Sé que la solución que elijas será la mejor para él y antes de todos, te estoy muy agradecido por ello.” El paciente calló, pero se preguntaba si en verdad estaba en posesión de todas mis facultades de juicio. Dos días más tarde, me llamaba por teléfono: “Al día siguiente de nuestra entrevista, me desperté recordando un sueño: miles de manos me enseñaban un cuadro. El cuadro que se halla en la oficina de mi director. De momento, no me pareció que este sueño fuera muy importante hasta que esta mañana, fui despertado por una pesadilla. El cuadro, siempre el mismo, se había incendiado. Me precipité hacía la puerta para salir, pero horrorosamente estaba cerrada con llave. Empecé a sofocar, el humo llenaba la habitación y iba a morir… Me desperté sudoroso. Le llamo para saber si esto significa algo para Vd.?” La consciencia de su cuerpo había oído mi solicitud y usaba el sueño para avisarnos. Las reacciones asmáticas estaban provocadas por el cuadro colocado detrás del asiento del director, que representaba el abuelo de éste fumando la pipa. La pipa era idéntica a la que usaba el padre del paciente cuando éste era niño. Recordó que, cuando no entendía sus deberes, su padre, irritado, le soplaba el humo en la cara. Esto le hacía toser. Este cuadro no siempre había estado en este despacho. Estaba allí desde unos ocho años.
  • 19. Y es en esa época cuando habían empezado las crisis de asma. Con este ejemplo, es fácil comprender que nuestro cuerpo no olvida nada. Todos los estrés emocionales no expresados, se guardan en la memoria del cuerpo hasta que las circunstancias permitan la liberación definitiva. Desde entonces, considero las consultas de otra forma. Aprendí a confiar en la consciencia del cuerpo o mejor dicho a confiar en la consciencia interior, el alma del paciente. Comprendí que no tenía ningún poder para obligar a un enfermo a curar o a vivir. Comprendí que mi voluntad no tenía ningún poder de vida o de muerte y que debía aprender a aceptar y reconocer la elección hecha por el alma que conducía este vehículo que es, de hecho el cuerpo humano. Debía aprender a respetar la biología del paciente y no a curarlo a pesar de todo. Mi único deber era estar ahí, disponible, escuchando, intentando ayudar al ser que había confiado en mí a que recobre fe en sí – mismo, a enseñarle cómo liberarse de sus “tutores” de sus recuerdos traumatizantes los cuales, ellos también, reclamaban a su manera su libertad. A partir del momento en que empecé a vivir la consulta en esta forma, noté que el paciente me participaba más frecuentemente informaciones para ayudarle a curarse. Por ejemplo estoy pensando en una amiga que no conseguía ayudar; tenía el rostro cubierto de granos que la irritaban. Se rascaba a veces hasta provocar heridas que dejaban huellas inestéticas. Acababa de hacerme un favor y pensé para mis adentros: “Es tan servicial, si pudiese hacerle un favor que le guste, por ejemplo, encontrar lo que le provoca este eczema desagradable.” Decidí confiar en su consciencia interior que sabía, ella, lo que provocaba esta erupción. Sabía que, a partir de este momento, debía prestar atención a todo lo que iba a oír. Estábamos ocupados a hablar de cosas normales y hacía confianza a la conversación que iba en el sentido de una comunicación de las causas de su problema. En cierto momento, oí: “Me irrita esta persona, me da urticaria, me provoca granos.” Dejé que vaciara su bolsa como se suele decir, y le pregunté luego si se daba cuenta de lo que había dicho. Esto me sorprende cada vez: la persona nombra la causa de su problema y no lo oye. Existen tres tipos de causas de enfermedad: -Las causas de origen genético, hereditario o congénito. -Las causas vinculadas a la memoria del cuerpo.
  • 20. -Las causas vinculadas a la falta de madurez del individuo (el individuo siempre necesita un “tutor”. A continuación, un ejemplo para cada caso. 1. El Señor X nació ciego. Debe aprender a vivir con esta limitación. No podemos actualmente curarle de esta aflicción. 2. Una paciente de veintiocho años. Cada año en el mes de marzo, sin ningún motivo aparente, se desvanece. Esto se produce entre tres y seis veces durante un mes, bruscamente, cuando está afuera. Me reveló en el curso de las consultas, que su madre había muerto cuando tenía ocho años. Su padre no la había autorizado a ver a su madre fallecida ni siquiera, para su bien, a asistir a los funerales. Recordaba solamente que aquella mañana, cuando su madre la había llevado al colegio, su madre no parecía enferma. Y luego, poniéndose a llorar, me contó que nunca más la había vuelto a ver. Su padre le explicó que al volver del colegio, su madre había tenido por la calle un infarto fulminante. Esto había ocurrido en un mes de marzo. La memoria del cuerpo no había olvidado las emociones de culpabilidad y la despedida que no había podido hacer a su madre. Es importante para un hijo, igual como para un adulto, poder decir adiós a los padres o parientes o amigos que le dejan (70). 3. Un hombre de cuarenta y cuatro años. Sus padres dilapidaron la fortuna que habían heredado. Cuando volvió a tomar la gestión de sus negocios, todo se puso en orden. Luego, después de una violenta disputa con un hermano celoso, lo abandonó todo, dejó a su familia y a su país. Se fue a vivir con una amiga que había encontrado algunos años antes. Se casaron. Creó una pequeña empresa, pero las peleas empezaron porque debía desplazarse frecuentemente para sus negocios. Amaba a su mujer y no entendía el porqué ella le tenía rencor. Lo hacía todo para ella, para su comodidad, para el hijo que tendrían más adelante. Nunca estaba enfermo, pero empezó a padecer de reuma aguda que le impedían desplazarse. En este ejemplo, se pueden ver como las dificultades financieras, los reveses de fortuna, la huida de su país, el abandono de su familia no le habían afectado al punto de desestabilizarle y ponerle enfermo. Al contrario, había usado el estrés de dichas situaciones para rehacer su vida y crear una nueva familia.
  • 21. Su mujer era su única familia, su único “tutor”, que le daba su razón de vivir. A partir del momento en que vio su vida de pareja amenazada, empezó inconscientemente a crear en su cuerpo una enfermedad capaz de impedirle viajar y trabajar demasiado. Tenía una excusa a mano para no perder a su “tutor”: la reuma aguda. La enfermedad en este ejemplo está asociada a un beneficio importante. Mientras un individuo está enganchado a un tutor “beneficio”, no hay posibilidad de ayudar el cuerpo a curar. La situación en sí no es importante; es el modo en que está vivida lo que es determinante. Para otra persona, los reveses de fortuna, la decaída de los padres, el abandono del país hubiesen podido ser “tutores” importantes. Para otras, el éxito profesional hubiese sido más importante que el éxito conyugal. El individuo que tiene un lado débil lo hará inconscientemente todo para que éste se materialice. “Arreglará”, “elegirá” las situaciones y los acontecimientos que le harán comprender que es esclavo de un “tutor”. El ser debe aprender a crecer sin “tutores”, sin “muletas”; debe adquirir madurez. Para descubrir el “tutor” y las causas que provocan la enfermedad, sólo hay un medio: escuchar el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal del cuerpo. Es importante recordar que la imagen del mundo de un individuo puede ser diferente. Hay que escuchar lo vivido del enfermo, su biografía, sus no – dichos, sus discursos del “juego del escondite”, etc. Por ejemplo, una madre preocupada por su hija de catorce años que empieza a interesarse a los chicos, podría reaccionar de diferentes modos, o sea: - quemarse la sangre (varices) - exaltarse la bilis (hepatitis) - hacerse ideas negativas (migrañas) - no soportar que pueda tener contactos con chicos (eczema), etc. Hay tres modos de vivir las pruebas que encontramos en nuestra vida. 1° Reaccionamos duramente expresando nuestras emociones (cólera, celos, pena, miedo, etc.). 2° No reaccionamos exteriorizándolas sino reprimiéndolas. 3° Observamos el acontecimiento doloroso sin perturbarnos: vivimos la prueba guardando cierta distancia frente a ella.
  • 22. Este último modo de reaccionar sólo es posible cuando se han alcanzado cierta filosofía de la vida y un equilibrio emocional. La consciencia del cuerpo intenta mantener un equilibrio y frecuentemente sólo lo consigue mediante paliativos desagradables, enfermedades de descarga, de depuración: una forma de higiene, de algún modo, un "absceso emocional" que, a veces, no deja de supurar. La enfermedad, como lo vimos anteriormente, es un sistema de comunicación complejo. Existen dos tipos de comunicación: el lenguaje verbal y el lenguaje no – verbal. El consciente utiliza la comunicación verbal, el inconsciente la comunicación no- verbal. La primera está limitada en el tiempo y el espacio, por lo tanto puntual, mientras que la segunda es permanente. Cuando hablamos, usamos inconscientemente el lenguaje no – verbal. El movimiento de nuestros glóbulos oculares, los micro – movimientos, las inflexiones de nuestra voz traducen nuestra vivencia interior (5). El inconsciente posee tres modos de comunicar para volver a equilibrar las desarmonías de nuestra vida frenética. 1° Usando el canal del alma para lo que llamamos intuición, oración, meditación y los sueños. 2° Usando el canal de la mente para los desequilibrios psicológicos, los estados de mente negativa, el malestar, etc. 3° Usando, en último recurso, el canal del cuerpo provocando enfermedades. Referente a las enfermedades, hay que discernir entre enfermedades de riesgo elevado o menos elevado. En el caso de las enfermedades de alto riesgo, como el cáncer, el cuerpo usa un lenguaje rudimentario: usa una palabra – fuerza, una sola palabra, un solo órgano para gritar y chillar el peligro. En cambio, en lo que a enfermedades de riesgo menos elevado se refiere, la comunicación no es tan precisa. Esto se entiende fácilmente: si grito “fuego”, “ladrón” o “socorro”, uso una palabra – fuerza simple y eficaz para atraer la atención. En el caso de una comunicación menos urgente, se usa una fraseología más elaborada. Menos grave sea la enfermedad, más general será el mensaje. Esto explica el porqué es más difícil, para las enfermedades menos graves, establecer una tabla fija como para el cáncer. Cada vez que esto sea posible, es preferible, en vez de basarse en la enfermedad para descubrir la
  • 23. causa psico – afectiva, escuchar el modo en que el paciente vivió y participa de la vida. En la práctica, es a veces difícil pedir al enfermo hablar de su vida emocional. Muchos individuos aceptan tener enfermedades pero se niegan y ni siquiera se atreven a pensar que están mal psíquicamente. Los tabúes, el pudor impiden que la mayoría de individuos se confíen, que hablen de su jardín secreto, ahí donde se hallan escondidas las causas de su enfermedad. Para muchos, aún hoy, hablar de lo que tienen en mente está considerado como locura. ¿No van solamente los locas a ver a un psiquiatra? En regla general, basta primero con escuchar lo que el enfermo debe decir referente a sus síntomas, su enfermedad, etc.… Progresivamente, se volverá confiado. Hablará de su vida, de su cónyuge, de sus hijos, de sus padres, de sus amigos, de su profesión, etc. Entonces conviene estar muy atentos, a la escucha del menor silencio, de la menor emoción. Tan pronto como se presentan las emociones, hay que dejarlas brotar hasta que se secan por sí solas. Después, solamente después, se podrá explicársele, enseñarle las causas de su enfermedad. La enfermedad es una forma de higiene, una forma de depuración de un “absceso emocional” que no deja de supurar. Psiquismo y cáncer. Un número cada vez más grande de asociaciones1 informan al público de las causas que provocan o predisponen al cáncer. Se trata, según las estadísticas, de un exceso de grasa, alcohol y tabaco. Era importante llamar la atención del gran público sobre estas costumbres nefastas (61,62). Un campo que escapa a las estadísticas oficiales es el que diferencia al ser humano de los demás reinos de la naturaleza, es decir la consciencia que tiene de sí – mismo. Observen el dibujo de un edificio en construcción. Sus diferentes pisos simbolizan las diversas investigaciones y estadísticas sobre el cáncer. Si admitimos que el piso veinte está dedicado a las estadísticas e investigaciones sobre el alcohol, el piso diecinueve al tabaco, el dieciocho a la alimentación. También hay pisos dedicados al deporte por ejemplo o al sueño, etc. Observen que el piso veintiuno apenas está empezado y simboliza los diversos grados de la consciencia humana. 1 Una de las más importantes de bélgica es la Asociación contra el Cáncer, 13 Place du Samedi, 1000 Bruxelles.
  • 24. El motivo por el cual las estadísticas actuales no mencionan la importancia del psiquismo es porque este piso no está acabado, no es estadísticamente tangible, por lo menos para el conjunto de la ciencia médica tradicional. Investigaciones anteriores. En 1926, el doctor Elida EVANS, psicoanalista seguidor de Jung, afirmaba haber notado que numerosos cancerosos habían perdido una relación emocional importante antes de la aparición del cáncer (por ejemplo, pérdida del cónyuge, un niño, el empleo). Hacía la misma época, GRODDECK mencionaba las tentativas que había realizado para aclarar el problema del cáncer por la psicoanálisis. Estaba convencido que era posible curar de un cáncer gracias al enfoque psicoanalítico. En los años sesenta, el psicólogo clínico, Lawrence LeSHAN constató, al entrevistar a 500 enfermos cancerosos, lo que llama una pérdida de un “objeto de amor” (pérdida de una persona o de un objeto amado) antes de la aparición del cáncer. Algo más tarde, el cancerólogo Carl SIMONTON y su esposa Stephanie MATTHEWS, psicólogo, constataron también una pérdida o un golpe emocional entre seis meses y dieciocho meses antes de la aparición del cáncer. El tutor. En la actitud de los pacientes afectados de cáncer, observé una dependencia importante, interior o exterior. Puede ser familiar (el cónyuge, un hijo, un padre o madre, etc.…), profesional (pérdida de empleo, nominación que no pudo realizarse) o frente a uno – mismo (desvalorización, vergüenza, etc.) Tengo la convicción de que la causa de aparición de un cáncer está conectada con un conflicto, un desequilibrio entro lo que llamo el “yo interior” es decir lo que uno es y el “yo exterior”, es decir lo que se deja ver exteriormente, a los demás y a uno – mismo. Dicho de otro modo, cuando hay armonía entre estos dos aspectos del yo, no hay problema de salud.
  • 25. Cuando el yo interior es débil y que se apega para crecer, para justificarse, para existir, a un objeto, una situación o a un papel, lo que llamo “tutor”, el equilibrio del individuo está en peligro. Imaginen una bella planta enganchada a un tutor y quítenle, de golpe y sin precaución, su tutor: las probabilidades son grandes de que se derrumbe. Sucede lo mismo con el ser humano: el tutor profesional, familiar o social desaparecido, el yo interior frente a sí – mismo no puede reaccionar a este golpe; está como paralizado y obsesionado por la situación que no consigue superar. Está cegado, fascinado, incluso encantado. Esta disociación entre ambos “yoes” se somatiza al nivel de las células, cuando éstas pierden su programa, igual como el individuo perdió a su tutor. En cada caso de pérdida de tutor, el sujeto se revela incapaz de asumir solo su identidad. Un cambio profesional, un despido o una promoción, pueden sacar a un sujeto de una crisálida protectora que garantizaba parte de su identidad. Todo lo que desequilibra el yo interior como, por ejemplo, las inhibiciones escondidas a uno – mismo y a los demás, adquiere una manifestación exterior materializándose para hacerse oír mejor. Seguiremos viendo, en el curso de este libro, que el cáncer es, ante todo, un revelador de esta negación de los sentimientos. Cuando se integra en un suceso patológico la noción de “tutor”, existe por lo menos dos biografías del mismo sujeto: una biografía exterior de los acontecimientos y una biografía interior psico – afectiva, más íntima, vivida en imaginación (los sueños incluidos). Para el sujeto, esta biografía desdoblada mantiene en su carta del mundo (representación sensorial del mundo) condiciones de identidad personal, de referencias y existencia socio – familiares. Tan pronto como se produce ruptura de esta dualidad que creó, hay pérdida de equilibrio. Ciertos individuos no somatizarán dicha ruptura, esta pérdida del “tutor” por una patológica física, sino por una patología psiquiátrica. En ambos casos, hay pérdida de identidad. O bien el sujeto ya no controla la comunicación con su cuerpo, o bien ya no controla la comunicación con sus emociones y su mente. Uno de los polos intenta decir, gritar o, en el caso del cáncer, chillar a muerte el desequilibrio yo/no - yo.
  • 26. Aún no puedo decir con certeza, aunque existan elementos de respuesta, porqué un individuo reaccionará preferentemente gritando con su cuerpo la pérdida del tutor cuando otro lo hará por un comportamiento psiquiátrico anormal. De todos modos no se puede gritarlo con ambos. El cáncer está vinculado a un desequilibrio entre el yo interior y el yo exterior provocado por la pérdida de un “tutor” que no se consigue aceptar y que paraliza y obsesiona al individuo. Experimentación animal. Antes de adentrarnos en el tema, me gustaría hablar de experimentaciones realizadas sobre el animal por esta ciencia inhumana que se llama vivisección2 . Permitió, dicen, evidenciar ciertas sustancias cancerígenas. Hay que saber que, al principio, los protocolos de experimentaciones estuvieron preparados en la idea de demostrar que lo que ya se daba por verdadero, se verificaba en el laboratorio. El hombre por lo tanto inventó los sistemas, técnicas, para materializar lo que pensaba de buen principio. Si el hombre hubiese pensado de modo diferente, hubiese inventado otras técnicas, para demostrar la veracidad de sus demás teorías. El doctor MOIROT, jefe de servicio en un hospital de Valence (Francia), se interesó por las experimentaciones animales y observó que dichas experiencias no tenían en cuenta el respeto del animal ni de las condiciones en las cuales se realizaban muy frecuentemente los experimentos (42). Por ejemplo, los animales estaban o bien aislados en jaulas y no recibían ninguna consideración, o bien estaban colocados en jaulas superpobladas. El doctor MOIROT volvió a hacer estos experimentos ( y afirma hoy que no es necesario recorrer a experimentos sobre los animales para descubrir el origen psicosomático de la cancerización). Dio, esta vez, a los animales que eran objeto de la experiencia, una luz suficiente, una integración entre los de su especie, una alimentación adaptada a sus necesidades, juegos. No se extrañó al constatar que los animales portadores de sustancias cancerígenas se portaban mucho mejor que el grupo testigo dejado como se hacía anteriormente. El doctor MOIROT es el primer investigador, que yo sepa, habiendo podido poner en evidencia los factores psicológicos tales como el estrés, la 2 Liga Francesa contra la Vivisección, Château de Liman, 84550 Mornas, France.
  • 27. inacción, el malestar, la carencia de satisfacciones sensoriales o la superpoblación. Habría que ser de mala fe para ignorar sus investigaciones porque es la aportación más notable que se haya hecho durante estos diez últimos años, referente a la etiología animal (estudio de las causas) psicosomática de la cancerización. Sus investigaciones llevadas en las comunidades religiosas le hicieron descubrir un enorme porcentaje de cáncer. Cánceres del sexo, de la próstata y de la laringe. Aquí hay rechazo del sexo, de los órganos asociados a la sexualidad, y los casos de cáncer de la laringe estaban vinculados con ciertas comunidades que respetaban la ley del silencio. La experimentación animal no tiene en cuenta el respeto del animal. El estrés del aislamiento o de las jaulas superpobladas, un alimento inadaptado y la carencia de satisfacciones sensoriales son tales que el animal se ha vuelto frágil a todas las contaminaciones, sean por virus o provocadas por la inoculación de sustancias agresivas llamadas cancerígenas. Es cancerígeno el tabaco? Gracias a las experiencias del doctor MOIROT, podemos ahora comprender que una sustancia como por ejemplo el alquitrán sólo es cancerígeno en ciertas circunstancias bien particulares. Pintar los animales de laboratorio, en estado de estrés permanente, con alquitrán y conseguir provocar el cáncer no es ninguna gran hazaña científica. Igual como el querer demostrar que el alcohol provoca la cirrosis del hígado llenando con alcohol el cuerpo de un animal con un embudo. Vertiendo de esta misma forma agua sin parar en el estómago de un hombre, también se conseguiría provocar diferentes trastornos. Quisiera esto decir que es mala el agua? Todo lo que la experiencia quisiera enseñarnos es que los excesos dañan en todo y que en toda cosa, más vale guardar el justo medio. En cada organismo hay programas de funcionamiento a veces totalmente diferentes; cada animal, cada individuo es único y lo que es bueno para uno puede ser malo para el otro. Cuando Vd. acerca un termómetro de una fuente de calor o frío, éste, por su naturaleza física, reaccionará del modo que se le conoce. Por así decirlo tiene un “instinto” físico de comportamiento frente a ciertas
  • 28. situaciones. Si Vd. coloca este termómetro cerca de una fuente de calor que no puede soportar, se volverá inservible. Si hace Vd. hervir agua, ella “huirá” o “morirá” bajo forma de vapor. Cada cosa tiene así su umbral de tolerancia que hay que tener en cuenta. En este último ejemplo, Vd. no diría que el agua se ha puesto enferma a causa del fuego! Al nivel del reino animal, un gato huirá instintivamente al ver un perro, pero no lo hará al acercarse una vaca o un caballo. Las repulsiones y atracciones varían de una especie animal a otra y, en el ser humano, de un individuo a otro. Entonces, si cada uno es único y tiene su propio programa de comportamiento, porqué, durante esas experimentaciones animales, se ignora éste? Se sabe que instintivamente un ratón tiene miedo del fuego y del humo. Generalmente, en el pasado, se gritaba al fuego cuando se veía cómo los ratones huían de una casa. Sin embargo, se esfuerzan probando que el tabaco provoca el cáncer echando humo a ratones con el humo de tabaco. Además de las condiciones evocadas por el doctor MOIROT, no sólo es el humo de tabaco el responsable del cáncer en estos animales, sino el conflicto de miedo que, como se puede deducir según la “ley de bronce del cáncer” del doctor HAMER (ver capítulo III), provoca siempre manchas redondas en los pulmones. El doctor HAMER explica en su libro (26) que se consiguió probar, por la experimentación animal, que el formol provocaba cánceres de la mucosa nasal en las ratas. Y bien cierto es que dichos animales tienen fama de tener unas ventanas de la nariz ultra – sensibles. Si se pintara durante meses las mucosas nasales de dichos investigadores con formol o cualquier sustancia que provocase dolores atroces, sería evidente que el conflicto de tortura olfativa induciría, de conformidad con la ley de bronce, un cáncer de la mucosa nasal y de los senos maxilares. Los fumadores en general son eternos ansiosos y eternos estresados; entonces no es extraño encontrar entre ellos más cánceres del pulmón. Por otra parte, el no – fumador que siente rabia interior contra los fumadores o que teme coger un cáncer por su culpa, no se da cuenta que son sus propios miedos los que van a activar, en él, el cáncer. Que no se confunda el lector; como lo veremos, fumar no es jamás recomendable, pero no hay que ver en él un factor prioritario y determinante del cáncer.
  • 29. Los beneficios y daños del tabaco. La nicotina que inhala el fumador actúa en la secreción de las endorfinas (sustancias bioquímicas cerebrales). Una de ellas facilita la memorización, otra refuerza la atención y otra aún hace nacer sentimientos de bienestar y gratificación (6). Este constante estímulo debido a las endorfinas euforizantes creará rápidamente un umbral de costumbre y de estabilidad que el fumador querrá superar para sentir los beneficios constatados anteriormente. Por lo tanto aumentará, según las estimulaciones que necesitará en ciertas experiencias de su vida, su porcentaje de nicotina. Fumará cada vez más. Al actuar así, el fumador cree que el cigarrillo es lo que le trae los beneficios susodichos. Lo que ignora es que la nicotina activa la secreción de endorfinas. Cuanto más fuma, más solicita su cuerpo para crear endorfinas y más desgasta el cuerpo sus reservas vitales. Este círculo vicioso hará que el fumador aumente el número de cigarrillos para acrecentar su vitalidad. Llegará después a usar otras sustancias para estimular la secreción de endorfinas y aumentará su consumo de café y alcohol. El organismo agotará cada vez más sus reservas vitales y ya no podrá hacer frente a las amenazas provocadas por una deterioración de la salud física y psíquica. El fumador totalmente dependiente del “tutor” cigarrillo ya no sabe crear él – mismo los instrumentos para hacer frente al estrés y a los conflictos. Paralelamente, se acentuará el deterioro de los órganos asociados a la inhalación del humo. El cuerpo, los órganos, las células insuficientemente oxigenadas serán más rápidamente sensibles al menor estrés. El menor pequeño conflicto adquirirá proporciones desmesuradas y desestabilizará las células que, siendo más débiles, rápidamente se volverán anárquicas. El que come o bebe en exceso también es un individuo que necesita, en excesiva cantidad, una sustancia exterior para estimular las secreciones de endorfinas. Es la razón por la cual se observa un porcentaje de cánceres del pulmón más elevado en las personas que reúnen las tres drogas socialmente aceptadas en los países industrializados: el tabaco el alcohol y la alimentación demasiado rica.
  • 30. Una persona que ama y se siente amada, que da y recibe cada día mensajes de amor, no siente la necesidad de un estimulante o de una sustancia que trae cierto bienestar. El no – fumador, el no – bebedor y el que come de modo equilibrado, que no depende de “tutores” o “muletas” debilitantes para vivir, tiene recursos suficientes para hacer frente al estrés y a los conflictos que provocan el cáncer. El cigarrillo no activa el cáncer del pulmón. Igual como todas las drogas, el cigarrillo debilita al individuo que se vuelve así más sensible a los conflictos y a la ansiedad.
  • 31. Capítulo 2. El laberinto de los pioneros. Hans Selye. Desde hace varios años, en numerosos laboratorios del mundo los investigadores estudian los mecanismos del cerebro, del sistema inmunitario, de los sistemas nervioso y hormonal que están influenciados todos por el estrés. Este mecanismo de nuestro instinto de conservación estaría al origen de gran número de trastornos y enfermedades llamadas modernas. Sin embargo, merced al mecanismo del estrés nuestro cuerpo intenta adaptarse a un entorno que se vuelve cada vez más industrial. Hans SELYE, el “padre” del estrés, fue uno de los primeros investigadores que lo estudió, a principios de los años cuarenta. (56, 57). Descubrió que frente a un peligro o un golpe físico o psicológico, el hipotálamo (región del encéfalo situada en la base del cerebro), secretaba un torrente de hormonas llamadas cortico – releasing – factor (CRF) para excitar la hipófisis (glándula endocrina situada debajo del encéfalo). Esta glándula producía entonces una hormona, la ACTH, la hormona del estrés. La ACTH estimulaba a su vez numerosos órganos entre los cuales, principalmente, las glándulas corticosuprarrenales, situadas encima de los riñones. Éstas secretaban a su vez glucocorticoides que tenían un efecto deprimente sobre el sistema inmunitario. Paralelamente a esta primera reacción en cadena, el cerebro desencadenaba una segunda cascada hormonal produciendo la arginovasodepresina (AVP) y la ocitocina (OT). Éstas estimulaban las glándulas medulo – suprarrenales que producían entonces adrenalina y noradrenalina. Estas dos hormonas del estrés, mejor conocidas del público, preparan nuestro cuerpo a la agresión aumentando el ritmo cardiaco, contrayendo el estómago y el intestino y disminuyendo la actividad digestiva para ahorrar energía. Muy recientemente, los investigadores han descubierto que los glóbulos blancos ( soldados de a pie de nuestro sistema de defensa) podían, ellos también, secretar ACTH, la hormona del estrés.
  • 32. Una escala del estrés. En los años cincuenta, dos Americanos, el psiquiatra Tomas HOLMES y el psicólogo Richard RAHE elaboraron una escala de valores del estrés yendo desde el acontecimiento más estresante al menos estresante (59). Aunque su tabla (ver a continuación) haya podido evidenciar una relación entre el cáncer y el estrés, puede discutirse. Primero hay gran cantidad de agresiones hebdomadarias regulares, que no figuran en la tabla pero que ocasionan un estrés permanente, tales como los embotellamientos, los semáforos, el ruido, el estrés profesional, las dificultades escolares, etc. Pero, lo más importante, frente al estrés, es que estamos todos diferentes y que reaccionamos a las circunstancias estresantes de modos diferentes. El estrés es pues una noción muy individual, muy subjetiva, que depende de nuestra personalidad. Tabla de acontecimientos estresantes de la vida, por Holmes y Rahe. Acontecimiento: Valor: Muerte del cónyuge 100 Divorcio 73 Separación conyugal (matrimonio, convivencia) 65 Encarcelamiento (tiempo pasado en prisión) 63 Muerte de un pariente cercano 63 Herida, accidente, enfermedad personal 53 Boda 50 Pérdida del trabajo 47 Reconciliación conyugal 45 Jubilación 45 Problema de salud de un pariente 44 Embarazo 40 Problemas sexuales 39 Llegada de un nuevo miembro en la familia 39 Problemas de negocios 39 Modificación de la situación financiera 38 Muerte de un amigo íntimo 37 Cambio de situación 36 Multiplicación de las peleas conyugales 35 Hipoteca o préstamo importante 31
  • 33. Toma de una hipoteca o vencimiento de un crédito 30 Cambio de responsabilidades profesionales 29 Hijo (o hija) que deja la casa 29 Problemas con los suegros 29 Exito excepcional, hazaña personal 28 Esposa poniéndose a trabajar o parando. 26 Principio o fin de escolaridad 26 Cambios de las condiciones de vida 25 Modificaciones de las costumbres personales 24 Dificultades con un jefe 23 Cambios de horarios, de condiciones de trabajo 20 Mudanza 20 Cambio de colegio 20 Cambio de ocio 19 Cambios religiosos 19 Cambio de actividades sociales 18 Hipoteca o crédito de mediana importancia 17 Cambio en las costumbres de sueño 16 Cambio de ritmo de las reuniones familiares 15 Cambio de las costumbres alimentarias 15 Vacaciones 13 Navidad 12 Penalidades o multas 11 Una raya en la carrocería de un coche puede conllevar un estrés más importante para ciertas personas para quienes el vehículo es un “tutor” importante, que la pérdida de un familiar próximo. Si desean Vds. usar la tabla estadística del estrés que, no lo olvidemos, se hizo basándose en una filosofía americana, aprendan a considerar la importancia de cada una de las situaciones que figuran en ella. Por ejemplo, el divorcio: pregúntese lo que representa socialmente para Vd. socialmente o según su religión o su filosofía de la vida. ¿Es Vd. feliz con divorciarse? ¿Es para Vd. una liberación? ¿Se siente Vd. culpable? Al usar esta tabla, hay que saber que, según el estudio de HOLMES y RAHE, está Vd. en un período crítico que predispone a la enfermedad cuando Vd. alcanza o sobrepasa un total de 300 puntos sobre un período de un año.
  • 34. Sin embargo, algunas personas han alcanzado o sobrepasado ampliamente esta cifra sin que esta “overdosis” de estrés active ninguna enfermedad grave. Lo importante no es pues medir el estrés, sino saber porqué algunas personas en situaciones aparentemente estresantes, pueden resistir y guardar su equilibrio. Primero que todo, hay en algunas personas, la predisposición natural o adquirida de superar, por la acción y la descarga emocional, el período de estrés. Numerosas experiencias prueban que la acción juega un papel importante inhibidor de la expresión biológica del estrés. Investigadores americanos añaden a esto la importancia de la consideración social, que actúa como un aguijón psicológico de la acción. Hoy los neurobiólogos concuerdan para decir que los tres grandes sistemas del cuerpo que son los sistemas nervioso, hormonal e inmunitario inter-reaccionan los unos con los otros. Los médicos de terreno saben que el tener buenos ánimos puede ayudar el organismo a luchar contra la enfermedad. Todos los psiquiatras saben que los esquizofrénicos (la esquizofrenia es una enfermedad mental caracterizada por una ruptura de contacto con el mundo exterior) curiosamente nunca están alcanzados por una epidemia de gripe. Los esquizofrénicos no dependen de los objetos ni de los tutores. No se sienten afectados por acontecimientos susceptibles de trastornar a las personas “normales”. Les basta con su sola vida interior. Un sistema inmunitario debilitado por el estrés que procede de nuestra vida familiar, social o profesional, representa una puerta ampliamente abierta a la intrusión de todos los virus: el menor resfriado responde a este desequilibrio. El estrés, un aliado! Algunos pequeños esfuerzos pueden permitir hacer bajar el estrés. Por lo tanto es posible, controlándolo, hacer de él un aliado. Basta, para esto, utilizar una técnica de combate conocida ahora en Occidente: la fuerza del adversario. Usara el estrés como trampolín para
  • 35. lanzarse en una nueva vida, un nuevo hobby, etc. Aprender a desapegarse y a enmarcar u orientar otra vez la energía en otra dirección. Ejemplo: - Mi jubilación es el principio de una nueva vida… - El semáforo en rojo es la ocasión de observar los demás conductores impacientes… No hay que olvidar que el estrés sólo se hace dañino cuando se acumula y supera el umbral máximo de adaptación personal. Incluso un placer, se mantiene demasiado tiempo, es un estrés que provoca la misma reacción biológica que las preocupaciones de dinero, por ejemplo. Solemos estar estresados cada vez que nos sentimos: - con malestar en una situación: - preocupados, decepcionados, traicionados u oprimidos. - acorralados y puestos en contradicción con nosotros – mismos. - obligados a reprimir nuestras reacciones naturales sin poder afirmarnos. - alcanzados en nuestro propio territorio, tocados en nuestro adquirido profesional, conyugal o social. Frente a estas diferentes situaciones, habrá que reaccionar. Lo ideal sería, evidentemente, suprimir radicalmente la causa del estrés. Entonces habrá que pasar por una reconversión y cambiar de trabajo si ya no se soporta, mudarnos si los vecinos son molestos, dejar a su compañero si ya no es posible llevarse bien con él, etc. El estrés sólo se vuelve dañino cuando se acumula y supera el umbral máximo de adaptación personal o umbral de tolerancia. El anti – estrés, se aprende! No existe remedio – milagro: es como para aprender a conducir un coche: hay lecciones y cierto tiempo de aprendizaje. Aprender a conducir su estrés es también un aprendizaje cuyos puntos más importantes son los siguientes. 1. Aprender a liberarse de los gestos y tareas inútiles. Saber interrumpir una reunión que no es amigable, anular una cita desagradable, evitar a la gente que no apreciamos, acortar una comunicación telefónica aburrida, etc.
  • 36. 2. Aprender a expresar sus emociones. No es indispensable sacarlas al interesado: se puede muy bien liberar sus emociones, su cólera o su tristeza imaginando que el interesado se halla frente a nosotros (ver capítulo IV). 3. Adoptar una mejor higiene de vida haciendo deporte (el andar en ritmo es excelente) (65), disminuyendo la cafeína, el café, el tabaco, etc. 4. Aprender a administrar mejor su tiempo, concederse momentos para un hobby, juegos, la risa, etc. (54). 5. Reservarse algunos momentos para la relajación y la visualización positiva. Lawrence LeShan. Al principio de los años cincuenta, el psicólogo clínico Lawrence LeSHAN recibía algunas confidencias de su amigo y colega Richard E. WORTHINGTON. Éste emitía la hipótesis que puede existir una relación entre el cáncer y la personalidad. Deseaba que LeSHAN emprendiese investigaciones sobre este tema. Incluso le encontró los primeros subsidios. Para LeSHAN, todo no fue tan fácilmente como lo hubiese desado: ningún hospital estaba dispuesta a dejar que entrevistará a sus pacientes enfermos de cáncer. Por suerte, un centro de investigaciones, el Instituto de Biología Aplicada de Nueva York, aceptó que hiciera unos tests con los enfermos para descubrir si existía un perfil del enfermo canceroso en fase terminal. Progresivamente, LeSHAN siguió 71 cancerosos llegados en fase terminal. Muchos de éstos murieron pero todos aportaron una información que describe en su libro Vd. puede luchar por su propia vida (37). Este título le fue sugerido indirectamente por una de sus pacientes, que estaba convencida de que jamás nada bueno podría sucederle y que no tenía ninguna probabilidad de ser feliz. Su cáncer era un ejemplo más del fracaso lamentable que era su vida. En su psicoterapia con LeSHAN, esta persona llegó a decir: “… las conversaciones son a la vez muy agradables e interesantes, uno aprende un montón de cosas y se siente muy relajado y, un buen día, uno se da cuenta de que está luchando por su propia vida.” Con mucha frecuencia, LeSHAN encuentra en su proceso preguntas sin respuestas: ¿Porqué un obrero que respira el polvo de amianto durante años estará afectado de cáncer cuando su compañero de trabajo no lo está?
  • 37. ¿Porqué un gran fumador estará alcanzado por un cáncer de pulmón a los cuarenta años cuando otro fumador tan inveterado alcanzará apaciblemente la edad de ochenta años? Algunos contestarán que la genética podría dar respuesta a estas preguntas. Ultimamente, unos investigadores de Boston han identificado un “gen recesivo” que no figura en el patrimonio de las células de sus pacientes afectados de cáncer3 . La respuesta sería pues que el que estuvo sometido durante años al amianto o a la costumbre del cigarrillo sin ser alcanzado por el cáncer, dispone probablemente de un anti –oncogen (gen anti – cáncer) muy eficaz. Según dichos investigadores, sería pues necesario: 1° detectar la ausencia de este gen recesivo que permitiría avisar al individuo del riesgo que corre; 2° que la madre embarazada que, después de análisis durante el período fetal, descubriera que dará a luz aun niño con alto riesgo oncogénico, decida abortar. Podemos preguntarnos porqué ciertas personas son llevadoras de estos anti – oncogenes, si no es simplemente porque tienen la suerte de haber nacido de padres genéticamente portadores de éstos? Entonces, sólo queda por descubrir otros genes recesivos para evitar los infartos, la esclerosis múltiple, etc. Hay tantos genes defectuosos que esto mobilizaría un ejército de genéticos para erradicar todos los creadores de enfermedades. Siempre quedarán otras preguntas sin contestar: ¿porqué este paciente en fase terminal, a quien la naturaleza no brindó un anti – oncogen, benefició de una remisión total y disfruta hoy de buena salud? LeSHAN relata la curación “milagrosa” de John afectado de un cáncer “incurable”. John había sido víctima de un cáncer cuando ya no esperaba nada de la vida. Niño tímido, cerrado, sigue estudios de derecho para complacer a su padre, se casa con la muchacha que había elegido su madre para él. En el curso de su terapia, aprendió a recobrar confianza en él. Se puso a estudiar música y divorció. Algún tiempo más tarde, se hizo músico profesional en una orquesta sinfónica, la profesión que siempre había querido ejercer. Después de haber recobrado confianza en sí – mismo y reencontrado la esperanza, había visto su cáncer estabilizarse. Esta mejora lo había animado a luchar contra su cáncer. Evidentemente, fue victorioso. 3 Nature, 1982, 335: 400 – 402.
  • 38. Con este caso y otros, leSHAN adquirió la certeza de que podía haber un origen psicosomático en una afección orgánica tan devoradora como el cáncer. Dar las pruebas científicas por las cuales causa y efecto podían demostrar de modo irrefutable el origen psíquico del cáncer no era cosa fácil, por no decir imposible. El eminente jefe de servicio de una unidad de cuidados intensivos le dijo un día: “Aún cuando, de aquí diez años, Vd. consiguiera probar su teoría, no lo creeré.” Diez años después, traía sin embargo las pruebas indiscutibles de que, en la mayoría de los cancerosos, se vuelve a encontrar cierto tipo de personalidad. Cuando el balance de sus investigaciones fue publicado, el público y el cuerpo médico interesados se enteraron de los diferentes factores psicológicos que predisponen al cáncer. Factores psicológicos que predisponen al cáncer. 1. la mayoría de los pacientes habían perdido todo motivo para vivir. 2. Los pacientes eran incapaces de expresar su cólera, su resentimiento, su tristeza, etc. 3. Un golpe emocional, conectado con la muerte de un ser amado o la pérdida de una relación, había trastornado su vida. 4. La mayoría habían tenido una fuerte tendencia a la carencia de confianza en sí y al desprecio de sí – mismo. En cambio, podían sin embargo demostrarse firmes e incluso agresivos cuando se trataba de defender a los demás o un ideal. Para demostrar su descubrimiento, LeSHAN cogió 28 formularios procedentes de un test psicológico. Ninguno de estos formularios contenía información sobre el estado de salud de los testigos. Entre estos formularios, 15 habían sido rellenados por cancerosos. LeSHAN fue capaz de predecir con un porcentaje de éxito del 85%, los formularios que probablemente pertenecían a cancerosos. En otro estudio, sobre 152 carpetas, puso de manifiesto la pérdida de una relación vital para el 72% de los enfermos. Descubrió también que, en la mayoría de sus pacientes, la exploración psicoterapéutica revelaba que su desesperación, que existía antes de los primeros síntomas de su cáncer, nunca había sido expresada verbalmente.
  • 39. La convicción que tiene el individuo de no poder resolver su dilema exteriorizándolo por sus propias acciones es sumamente importante. Al leer Vd. puede luchar por su vida, conviene mantener en mente que LeSHAN sólo había hecho tests con enfermos en fase terminal. Es la razón por la cual siempre se encuentra en su encuesta el factor importante de desvalorización de sí y la desesperación angustiosa. Ambos aspectos ya justifican que estos pacientes están dañados en su integridad, en su ser y, por este encantamiento, alimentan ellos – mismos su propio cáncer terminal. Invito a los lectores que ya tuvieran conocimiento del libro de LeSHAN que lo vuelvan a leer después de haber acabado la lectura de éste. Comprenderán muy bien cuales fueron los conflictos vividos por los pacientes de LeSHAN y el porqué del cáncer en la parte del cuerpo afectada. Ejemplo: en su libro4 , se puede leer: Una de mis pacientes, Luisa, de sesenta años, estaba afectada de un cáncer de pecho… Su marido había muerto después de quince años de matrimonio. Se las arreglo para criar a sus hijos que, los cuatro, debían realizar carreras exigiendo un nivel intelectual elevado. Fue feliz, a pesar de las dificultades financieras, hasta el día en que su hijo menor tuvo edad de trabajar y dejó la casa. Se mudó en casa de él. La situación del joven implicaba contratos de uno a tres años en diferentes ciudades y Luisa lo seguía por todas partes, llevando su casa y haciendo la cocina. Vino el momento sin embargo en que comprendió que su hijo ya no la necesitaba y sería más feliz estando solo. Triste y desamparada, Luisa, atravesó entonces un mal período. Intentó cuidarse y distraerse, pero sin llegar a interesarse realmente en nada. Durante un tiempo, prácticamente no hizo nada. Sus hijos recordaban que nunca la habían visto tan tranquila y relajada. Decían que este cambio era “maravilloso”, pero en realidad, Luisa había perdido su razón de ser, la relación esencial en la cual había edificado toda su vida. Era incapaz de encontrar donde gastar su “capital emocional”. Lo que ella había descubierto, contrariamente a lo que pensaban sus hijos, no era la paz sino la desesperación. Y aproximadamente un año después de que hubiese dejado de cuidar del hogar de su hijo menor, se declaró su cáncer de pecho.” 4 En Francés, Editions Robert Laffont, 1982, p. 68.
  • 40. En este ejemplo, se encuentra el fenómeno del “tutor” ya explicado anteriormente, y también los elementos para comprender que esta dama, si es diestra, tuvo de hecho, incluso si esto no está indicado por LeSHAN, un cáncer del pecho izquierdo provocado por un conflicto del “nido” es decir un conflicto madre/hijo que rumió durante meses. El convencimiento del individuo de que no puede resolver su dilema exteriorizándolo por su propias acciones le lleva a reprocharse los factores psicológicos que predisponen al cáncer. Carl y Stephanie Simonton. Después de LeSHAN, el doctor Carl SIMONTON, radio- terapeuta cancerólogo, y su esposa Stéphanie MATTHEWS – SIMONTON, psicóloga, se interesaron en las raíces psíquicas del cáncer (40, 50). Igual como LeSHAN, explican a sus enfermos que la curación depende mucho e incluso esencialmente del tratamiento ofrecido por la medicina pero que, el ser humano siendo hecho de carne y de espíritu, es absolutamente necesario tener en cuenta el psiquismo del paciente, más particularmente de la confianza que colocará en su curación. En los Estados – Unidos, los psicólogos y los psico – terapeutas se han vuelto los colaboradores indispensables de los médicos en los centros anticancerosos, lo cual dista mucho de lo que aún es la situación en nuestros países Europeos. Conocemos el método Simonton (2) gracias a Anne ANCELIN – SCHUTZENBERGER, psicóloga, profesor en la Universidad de Niza. Por casualidad, después de la muerte de su prima Nathalie, afectada de un cáncer de pecho, Anne ANCELIN – SCHUTZENBERGER descubrió después de leer un artículo, los trabajos de la pareja SIMONTON. Ella – misma publicó un artículo sobre el tema, en el “Boletín de Psicología” (1978, Sorbonne, París) y tradujo al Francés Getting well again, el libro de los SIMONTON, “best- seller” en los Estados Unidos y en Canadá (59). ¿Qué es lo que descubrieron los SIMONTON? Globalmente, más o menos lo mismo que LeSHAN. Estuvieron intrigados, al principio de sus investigaciones, por el hecho que, con el mismo diagnóstico, algunos pacientes morían y otros no.
  • 41. Además, con un pronóstico más pesimista que otros, algunos conocían curaciones. Lo que les llamó la atención fue el ánimo de los pacientes que curaban. Para mí, no existen pacientes milagrosamente curados, hay pacientes valerosos, que hicieron frente al arsenal terapéutico agresivo y que consiguieron resolver el o los conflictos responsables de su(s) cáncer(es). La única explicación de la agravación y de la muerte de algunos pacientes de los SIMONTON es que, contrariamente a los pacientes que tuvieron remisiones, aquellos no consiguieron resolver el o los conflictos responsables de la gravedad de su enfermedad. Es pues normal encontrar, en los pacientes en curso de mejoría, un ánimo mejor. Los SIMONTON observaron aún que había algunos pacientes que podían retrasar el desenlace final. Esos negociaban con la muerte, por ejemplo: “No puedo morir, no puedo irme antes de que mi hija se case”. Se sienten indispensables y piensan que deben estar aquí hasta que… Los SIMONTON, igual como LeSHAN, buscaron si los enfermos habían sufrido una agresión, cambio de vida, estrés, luto, pérdida de un “objeto de amor”, entre dos meses y dos años antes del descubrimiento del cáncer. El objetivo de su psicoterapia es quitar el monte - bajo del terreno de la vida del paciente para descubrir los obstáculos, los agujeros o las piedras peligrosas que esconde. Descubrir su sistema inmunitario. Los SIMONTON llegaron a la conclusión: “Ya que los enfermos que curaron son luchadores que se convencen y ven cómo curan, debemos enseñar a nuestros pacientes a volverse luchadores” (14, 15). En su hospital los SIMONTON sólo aceptaban cánceres terminales o gente operada desde menos de seis meses. Stephanie MATTHEWS – SIMONTON conocía, como psicóloga, los trabajos de su colega Robert ROSENTHAL (51), quien descubrió lo que él llama “la realización automática de las predicciones”. Este descubrimiento explica que nos comportamos muy a menudo de modo a aumentar la probabilidad de que se realice nuestra espera. El sociólogo Robert MERTON escribió, en cuanto a él, en un libro hoy agotado, un capítulo sobre la “predicción destructiva”5 . Un profesor que cree que su alumnos pueden tener éxito y que consigue comunicarlo verbalmente pero también no – verbalmente es decir por micro – movimientos, observa que obtiene un porcentaje de éxito superior a los demás profesores. 5 Elementos de teoría y método sociológico. Ed. Plon, 1955.
  • 42. Del mismo modo, el médico que cree en la curación de su enfermo y que puede llegar a comunicársele, obtiene más resultado que el colega que no cree en ella. Conozco muchos médicos que no creen en la curación de sus pacientes: tienen miedo del cáncer e intentan esconderlo a sus enfermos. Hoy sabemos, gracias a la comunicación no verbal, que hay contradicción entre los mensajes de esperanza emitidos verbalmente y los mensajes de desesperación transmitidos no – verbalmente por pequeños comportamientos y micro – movimientos, inconscientes en mayoría. Los efectos secundarios de la quimioterapia o de la irradiación, están acentuados por la espera pesimista que tiene el paciente frente a ellos. Lo mismo que los dolores son más fuertes cuando el paciente está invadido por el pánico y la desesperación. Pacientes tuvieron nauseas cuando el tratamiento aún no les había sido aplicado. Se preguntó a los SIMONTON si no daban falsas esperanzas a sus pacientes. Su contestación fue categóricamente negativa. Una espera positiva no garantiza la curación, pero se sabe que aumenta su posibilidad. Imagine que se cae al agua con un amigo en medio del océano. Éste está preso de pánico y le grita que ya no tiene esperanza. Vd. intenta calmarlo, devolverle confianza explicándole que debe ahorrar sus fuerzas mientras espera la ayuda. Sin embargo, Vd. no consigue convencerle de que pronto llegarán las ayudas. Sigue gritando y moviéndose desordenadamente. Algún tiempo más tarde, sin que le pueda Vd. ayudar, el desgraciado, agotado, se ahoga. Está Vd. solo, conservando la calma; Vd. nada para calentarse y luego descansa haciendo “el muerto”. Varias horas más tarde, un barco avisado de su desaparición, le ve y le salva la vida. El desarrollo de la historia depende evidentemente de su personalidad. Si Vd. tiene un cáncer avanzado y conserva la esperanza de curar y que, merced a esos pocos días, semanas o meses de remisión, Vd. descubre este libro u otro, explicándole cómo amansar el cáncer, la toma de consciencia de un instrumento de curación que Vd. lleva en sí pero que desconocía hasta entonces, podría permitirle curar del cáncer. Supongo que Vd. haría como yo y los pacientes a quienes devolví confianza y que curaron, cuando estaban abandonados y listos para ser eutanasiados con
  • 43. morfina. Ellos también, ahí donde estén, luchan para traer a otros este flotador de salvamento. En nuestra anterior historia, también hubiésemos podido dejar que nuestro protagonista perdido en el océano comprenda el funcionamiento del chaleco salva vidas que llevaba sin saberlo. Algunos lectores tendrán dificultad en aceptar la esperanza y las ideas emitidas por este libro. En esto, no hay nada sorprendente. Constantemente, vemos alrededor nuestro a padres que ya no consiguen comprender a sus hijos a pesar de ser sus propios genitores. Si hemos necesitado años para elaborar nuestras creencias o sea nuestro “modelo del mundo”, no es posible comprender un nuevo enfoque del cáncer después de una hora de lectura. Es el motivo por el cual, en consulta, conviene tomar mucho tiempo para explicar al enfermo, y también a sus familiares, que progresivamente hay que abandonar la idea de que el cáncer es una enfermedad que le acaece a uno por desgracia, o que se está desarrollando solapadamente desde años y que ya no puede Vd. hacer nada para pararla. Al contrario, si Vd. comprende que Vd. es responsable de su enfermedad, Vd. sabrá que tiene el poder de curarla. Si Vd. pudo construir una trampa cualquiera, está dentro de sus posibilidades hacerla inservible. Sin embargo, algunas personas son expertas para construir trampas en las cuales se encierran con la imposibilidad de salirse de ellas. Nadie puede ayudarles, sólo ellas tienen la llave. Se han colocado en una doble obligación: salirse es exponerse a morir y encerrarse es morir también. En ambos casos, pierden. Así se halla esta estrategia en los esquizofrénicos, que ellos no “somatizan” al nivel físico, sino al nivel psíquico. Para ellos, son los padres que, inconscientemente, han construido las trampas en las cuales han caído. Los escáners revelan entonces perturbaciones del campo de Hamer localizadas en los hemisferios opuestos del cerebro, indicando dos conflictos, la doble obligación. Según una historia muy antigua, el diablo un día puso en entredicho el todo – poder de Dios pidiendo a éste que creara una roca tan enorme que el mismo Dios no sabría levantar. ¿Qué elección le quedaba a Dios? Si no podía levantar la roca, dejaba de ser todo – poderoso; si la podía levantar, era pues incapaz de hacerla lo bastante gorda. No existen pacientes curados milagrosamente. Existen pacientes valientes que se enfrentaron a su conflicto y al arsenal terapéutico y
  • 44. que espontáneamente usaron las leyes puestas en evidencia por los SIMONTON. Michel Moirot. Desde 1949, el doctor Michel Moirot se cuida de medicina e investigaciones psicosomáticas. Por cierto no tiene miedo de afirmar, en su libro El Origen de los Cánceres, publicado en 1985 (42), que “todas las enfermedades orgánicas adquiridas en el curso del desarrollo de la vida del individuo en el mundo ambiente, con excepción de las intoxicaciones y algunos accidentes, son psicosomáticas”. Añade: “en la mayoría de accidentes, existe una participación inconsciente del accidentado al traumatismo que padece…” Para demostrar que el cáncer tiene realmente un origen psíquico, se interesó principalmente, como lo vimos anteriormente, a las experimentaciones animales. Revisó todos los protocolos de experiencias y constató que no se tenía en cuenta el respeto del animal durante dichos experimentos. La cancerización provocada por una sustancia oncógena (cancerígena) era en gran parte vinculada al estrés y a las condiciones inhumanas en las cuales se efectuaban las experimentaciones. Para profundizar sus investigaciones y demostrar de manera racional e irrefutable el origen psicosomático de la cancerización, el doctor MOIROT eligió después sujetos humanos habitando desde numerosos años en un mismo lugar, en el mismo suelo, viviendo juntos del mismo modo, comiendo los mismos alimentos, bebiendo la misma agua y sometidos a las mismas influencias telúricas, atmosféricas y climáticas. Se dirigió pues a los únicos grupos humanos que cumplían con estas condiciones, es decir las comunidades religiosas, haciendo una distinción entre las que vivían en claustro y las que no. Estas investigaciones se hicieron en cincuenta y dos departamentos Franceses en donde viven carmelitas y el orden de Sta. Clara. Después extendió el estudio a conventos de claustro masculinos (cartujos y trapistas) y sin claustro (carmas, redentoristas) y por fin a ordenes femeninas que pueden salir. También prosiguió sus investigaciones en España e Israel. ¿qué descubrió? Primero un porcentaje más elevado de muertes por cáncer en los claustrados, hombres y mujeres, en quienes las reglas de la vida de comunidad son más estrictas. Observó también que el porcentaje de
  • 45. mortalidad aumentaba hacía el Norte, con excepción de Córcega, único país del Sur en donde las reglas monásticas son tan severas como en el Norte. En los países más fríos, la moral se aplica con más severidad, es más apremiante. En estos cánceres, se halla un porcentaje elevado de los cánceres de pecho, de los órganos sexuales, de la próstata y de la laringe. El doctor MOIROT dedujo que el cáncer traduce la auto – destrucción de un sujeto, somatizado en un órgano diana capaz de encarnar esta destrucción. En su libro ya citado, estudia también las relaciones cáncer – psiquismo en BONAPARTE, Sigmund FREUD, el Presidente POMPIDOU, etc. El lector avisado saca de este libro que los enfermos alcanzados por un cáncer son personas que tienen, en uno o varios sectores, una rigidez psico – afectiva a la cual están atadas. Se piensa inmediatamente en este “tutor” que ya mencioné varias veces. Ultimamente, una paciente española se presenta a mi consulta con un cáncer del pecho derecho y un cáncer de los ganglios linfáticos del cuello. Durante el anamnesis, me revela que descubrió por casualidad en agosto de 1985, un dolor picante debajo del seno derecho. En esa época, se sentía en plena forma y se extrañó del diagnóstico formulado por los médicos. Se trata de una mujer fuerte, que no tiene miedo y afronta valientemente este obstáculo como un matador. Finalmente, los exámenes son buenos y el cáncer no evoluciona; por lo tanto se decide, como medida preventiva, la extracción del pecho. No se contempla ningún tratamiento y se conservan los ganglios. En febrero 1988, su hermano muere de un cáncer en espantosos sufrimientos. En junio del mismo año, se descubren metástasis (focos parasitarios de células – hijas cancerosas sembrando a distancia de un cáncer primitivo) en los ganglios linfáticos del cuello, del lado derecho. Volvamos a los hechos anteriores: Agosto de 1979, se casa su hijo. Para una familia española, el hijo mayor es importante. Enero de 1980, se entera de que se separa su hijo.
  • 46. La paciente recuerda haber sido chocada porque, en España, cuando uno se casa, no se separa. Aquí hallamos un factor de rigidez territorial. Enero de 1983, el hijo mayor está encarcelado. Daba cobijo en su casa a una pareja de delincuentes. Otra vez la paciente está derrumbada: el honor de la familia está puesto en juego otra vez. El marido recuerda que, durante los seis meses que duró el encarcelamiento de su hijo, su esposa ya no comía, ya no dormía y había adelgazado mucho. Hoy ella ya no quiere ver a su hijo. En resumen, el cáncer del pecho seguramente había empezado en enero de 1980, luego se había quedado estacionario hasta enero 1983 cuando había vuelto a crecer. En el momento en que la paciente descubrió, por casualidad su cáncer, éste seguramente estaba parado desde julio de 1983, fecha de la salida de prisión. Antes y después de la operación, todo iba bien hasta enterarse del cáncer de su hermano a quien vio padecer enormemente antes de morir. Esta vez, empezó a pensar que ella podía morir de esta manera. A partir de aquel día, estuvo aterrorizada. Este cáncer del cuello es un cáncer actual en plena evolución debido al pánico al dolor. Recibió rayos en esta región, lo cual provocó la caída del pelo detrás de la nuca. El pensamiento de perder sus cabellos aumentó el miedo al tratamiento porque, en su familia, todas las mujeres son orgullosas de sus cabellos (otro tutor). Le di confianza y le recomendé se marchara de vacaciones en España. A su regreso, me participó que, en España, no había tenido tiempo de pensar en su miedo y que el hinchazón en el cuello casi había desaparecido. Sus manos eran bien calientes y tenía ganas de volverse otra vez activa. Este caso nos muestra que, en la vida, deberíamos aprender a ser menos serios, ser más flexibles. En cibernética, se sabe que es el elemento más adaptable que vive más tiempo. El doctor MOIROT va hasta decir: “Si el canceroso pudiese volverse loco, curaría de su cáncer.”
  • 47. El perfil del canceroso es una rigidez psico – afectiva que no puede eliminar o cambiar por miedo a destruirse a sí – mismo. Este reflejo se supervivencia es ese mismo que, paradójicamente, pone su vida en peligro. Edward Bach. No acabaré este capítulo sobre los pioneros sin hablar del famoso médico Inglés, el doctor Edward BACH, 1886 – 1936 (4, 9, 52, 55). Como lo vamos a ver, el doctor Bach no realizó investigaciones específicas sobre el origen psíquico del cáncer, pero contribuyó, por sus estudios, su filosofía y su enfoque de la enfermedad, a demostrar el nexo entre el psiquismo y la enfermedad. Después de ser patólogo, bacteriólogo, preparó unas vacunas con los bacilos contenidos en el intestino de los enfermos. Revolucionó así el tratamiento de ciertas enfermedades crónicas (migrañas, reuma…). Para limitar los efectos secundarios de sus vacunas, las diluyó y las dinamizó para crear los “nosodos homeopáticos” aún usados actualmente. Merced a su don de la observación, observó que existía una relación entre el tipo de personalidad del enfermo y el bacilo del cual era portador. Tal tipo de personalidad corresponde a tal tipo de bacilo. Hablando con el paciente, llegaba a deducir el tipo de bacilo que se hallaba en los intestinos. Publicó diferentes tratados entre los cuales uno se tituló: “la toxemia intestinal en su relación con el cáncer”. Indica que la mejora obtenida se debe a la mejora del estado general, gracias a los nosodos y a un régimen alimenticio compuesto esencialmente de verduras y hortalizas aliñadas en crudo para desintoxicar el organismo, y no gracias al tratamiento local. En todos sus trabajos, se halla la preocupación por reforzar el terreno del individuo, o sea sus propias defensas. Es lo que la ciencia médica actual empieza a comprender cuando habla de fortalecer el sistema inmunitario. También dice: “la enfermedad es una especie de desarmonía, cuando una parte del todo ya no vibra al unísono de las demás partes”. Ya encontramos aquí, la noción de medicina global, de medicina holística, como la llamamos hoy. Cada vez más, el doctor BACH se interesó al ser humano, le observó en un hall de estación, en la calle, en la playa, etc.