1. ENSAYO
LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Y LAS UNIVERSIDADES
Williams Solórzano / Puerto Ordaz, Oct. 2012
“Ninguna Sociedad Actual es Superior a sus Universidades”, partiendo de esta
premisa podemos inferir entonces, que es necesario e imprescindible, considerar y
correlacionar los factores elementales que deben identificarse para transformar y
renovar en primer lugar a la universidad tradicional o presencial que todos
conocemos, prácticamente desde que el hombre es un ser con raciocinio, así como
aquellas iniciativas y asomos que ya comienzan a prosperar en nuestro hemisferio
geográfico, de la universidad a distancia y/o virtual, con el fin de que esta institución
pueda constituirse como el ingrediente clave para la evolución de la actual sociedad,
hacia el desarrollo y sustentabilidad de la Sociedad del Conocimiento.
El desafío consiste en transformar prontamente la sociedad tradicional en una nueva
sociedad, basada en la información y el conocimiento, beneficiándose de esta
manera de las formidables potencialidades de las nuevas tecnologías, promoviendo
calidad y agregando valor a los actuales niveles de vida de la población. En este
sentido, el elemento fundamental para mover los complejos engranajes de la
transformación y renovación de la actual sociedad, es la educación, requiriendo
entonces de ese espacio específico y especial como lo es, la universidad.
El caso que nos ocupa no se trata de la educación y la universidad en sus
convencionalismos conocidos y habituales, sino de considerar diferentes y
remozadas formas, tanto de la educación como de la institución Universitaria,
estimulando los cambios necesarios mediante los nuevos procesos y teorías de la
innovación. La universidad tradicional y usualmente inalterable es un paradigma
conservador y escasamente proporcional con las nuevas realidades y demandas
sociales, culturales y científicas de la sociedad evolucionada en el conocimiento. En
virtud a ello resulta incuestionable que el instrumento esencial del progreso y el
desarrollo de la sociedad es la universidad, lo que nos lleva a inferir entonces que
“Ninguna sociedad actual es superior a sus universidades”.
2. En efecto, no existe sobre la faz de la tierra país alguno, efectivamente desarrollado
que no posea un eficaz sistema universitario, basado por supuesto en un eficiente,
sólido, sustentable y permanente sistema de investigación universitaria. Al respecto
expone la Declaración Mundial (París, octubre de 1998), “…los sistemas de
educación superior, deberían aumentar su capacidad para vivir en medio de la
incertidumbre, para transformarse y provocar el cambio…”. “…La incertidumbre no
debe empujarnos a la perplejidad, sino a la disposición para el cambio y a la
ampliación y renovación perenne del conocimiento…, por tal motivo el presente siglo
está llamado a ser el siglo de la incertidumbre y la interdisciplinariedad. El fin último
no es otro que hacer que prevalezca la importancia de añadir el instrumento y
proceso de la innovación, para realizar cambios medulares, integrados y de
avanzada en las universidades, con el objeto de lograr que éstas adquieran la
trascendente y decisiva transformación y modernización de sus respectivas
sociedades.
Por todo lo anteriormente expuesto, podemos referirnos al concepto de innovación,
expuesto por Albornoz (2002) quien afirma: «La innovación es la base de la sociedad
del conocimiento y uno de los motores de la globalización», y luego agrega: «para
que el desarrollo social y humano sea sostenible, la innovación debe regirse por
valores éticos y morales». Reforzando esta afirmación, se deduce que lo importante
en la universidad es la investigación aunado a las innovaciones apuntaladas en las
nuevas tecnologías, ya que proveen de los medios modernos y del nuevo paradigma
para gestionar la enseñanza y el aprendizaje, enmarcado y regulado por supuesto
por la ética y la moral que debe ser el sostén primordial de toda sociedad.
Podemos concluir que para que nuestra actual sociedad transite de manera positiva
hacia el desarrollo que todos los ciudadanos esperamos, va de manos del papel
crucial que en esta dirección deberá desempeñar la universidad para lograr que las
respectivas sociedades tradicionales avancen hacia la conformación, en primer lugar,
de la sociedad de la información y en último término, idealmente, hacia la sociedad
del conocimiento.