2. Los bosques de ñires, lengas y coihúes comienzan a tomar un color característico anunciando el otoño y dando a los árboles una gama multicolor, desde el rojo intenso pasando por los matices dorados y anaranjados.
3. En éste paisaje vivían los tehuelches, dueños originarios de la tierra. Al llegar el invierno comenzaban a emigrar a pie hacia el norte, donde el frío no era tan intenso y la caza no faltaba. En relación con esas migraciones , la tradición patagónica conserva una leyenda.
4. Se dice que cierta vez, Koonek, la anciana curandera de la tribu de Los Tehuelches, no podía caminar más y sus piernas viejas y cansadas, estaban agotadas, pero la marcha no se podía detener, Entonces Koonek, comprendió la ley natural de cumplir con el destino. Las mujeres de la tribu confeccionaron un toldo con pieles de guanaco
5. Juntaron abundante leña y alimento para dejarle, despidiéndose de ella con el canto de la familia. Koonek, fijó sus cansados ojos en la distancia, hasta que la gente de su tribu se perdió tras el filo de una meseta. Ella quedaba sola para morir. Todos los seres vivientes se alejaban
6. El cielo multicolor se fue extinguiendo lentamente. Pasaron muchos soles y muchas lunas, hasta la llegada de la Primavera. Entonces nacieron los brotes, llegaron las golondrinas, los chorlos, los alegres chingolitos ,las charlatanas cotorras … Volvía la vida!!
7. Sobre los cueros del toldo de Koonek, se posó una bandada de avecillas cantando alegremente . De repente, se escuchó la voz de Koonek que los reprendía por haberla dejado sola. Un chingolito tras la sorpresa, le respondió – “Nos fuimos porque en otoño empieza a escasear el alimento y no tenemos lugar donde abrigarnos”.
8. -”Los comprendo – respondió Koonek –por eso a partir de hoy tendrán alimento en otoño y buen abrigo en invierno, ya nunca me quedaré sola” … Cuando una ráfaga, de pronto, volteó los cueros del toldo, en el lugar que estaba Koonek, se hallaba un hermoso arbusto espinosos, de perfumadas flores amarillas.
9. Al promediar el verano las delicadas flores, hicieron frutos y antes del otoño comenzaron a madurar, tomando un color azul morado, de exquisito sabor y alto valor alimenticio. Desde aquel día, algunas aves no emigraron
10. Los Tehuelches también lo probaron, adoptándolo para siempre . Desparramaron las semillas por toda la región y, a partir de entonces: