Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
Trabajo de-filosofia
1. TRABAJO DE FILOSOFIA
DOCENTE
JOSE LUIS GIL
ESTUDIANTE
MILAGROS DE JESUS VILLADIEGO ARROYO
MARIA DE LOS ANGELES MEDRANO GONZALES
YOICER PEREZ CASTRO
TEMA
ENSAYO SOBRE DIFERENTES PENSADORES DE LA FILOSOFIA
FECHA
24/08/18
INSTITUCION EDUCATIVA ANTONIA SANTOS
CARTAGENA DE INDIAS, DISTRITO TURISTICO Y CAPITAL.
2. FRANCIS BACON
(Londres, 1561 - 1626) Filósofo y político inglés. Su padre era un alto magistrado en el
gobierno de Isabel I, y fue educado por su madre en los principios del puritanismo
calvinista. Estudió en el Trinity College de Cambridge y en 1576 ingresó en el Gray's In de
Londres para estudiar leyes, aunque pocos meses después marchó a Francia como miembro
de una misión diplomática.
En 1579, la muerte repentina de su padre lo obligó a regresar precipitadamente y a
reemprender sus estudios, falto de recursos para llevar una vida independiente. En 1582
empezó a ejercer la abogacía, y fue magistrado cuatro años más tarde. En 1584 obtuvo un
escaño en la Cámara de los Comunes por mediación de su tío, el barón de Burghley, a la
sazón lord del Tesoro; durante treinta y seis años se mantuvo como parlamentario y fue
miembro de casi todas las comisiones importantes de la cámara baja. La protección de
Robert Devereux, segundo conde de Essex, le permitió acceder al cargo de abogado de la
reina.
Su situación mejoró con la subida al trono de Jacobo I, quien lo nombró procurador general
en 1607, fiscal de la Corona en 1613 y lord canciller en 1618, además de concederle los
títulos de barón Verulam de Verulam y de vizconde de St. Albans. Sin embargo, en 1621,
procesado por cohecho y prevaricación, fue destituido de su cargo y encarcelado. Aunque
fue puesto en libertad al poco tiempo, ya nunca recuperó el favor real.
Durante toda su carrera persiguió una reforma coherente de las leyes y el mantenimiento
del Parlamento y los tribunales a salvo de las incursiones arbitrarias de los gobernantes;
pero, sobre todo, su objetivo era la reforma del saber. Su propósito inicial era redactar una
inmensa «historia natural», que debía abrir el camino a una nueva «filosofía inductiva»,
aunque la acumulación de cargos públicos le impidió el desarrollo de la tarea que se había
impuesto, a la que, de hecho, sólo pudo dedicarse plenamente los últimos años de su vida.
Sometió todas las ramas del saber humano aceptadas en su tiempo a revisión,
clasificándolas de acuerdo con la facultad de la mente (memoria, razón o imaginación) a la
que pertenecían; llamó a este esquema «la gran instauración», y muchos de los escritos
dispersos que llegó a elaborar, como El avance del conocimiento (Advancement of
Learning, 1605) -superado más tarde por el De augmentis scientiarum-, estaban pensados
como partes de una Instauratio magna final.
Criticando los planteamientos de Aristóteles, consideró que la verdad sólo puede ser
alcanzada a través de la experiencia y el razonamiento inductivo, de acuerdo con un método
del que dio una exposición incompleta en su Novum organum scientiarum (1620). El
método inductivo que elaboró pretendía proporcionar un instrumento para analizar la
experiencia, a partir de la recopilación exhaustiva de casos particulares del fenómeno
investigado y la posterior inducción, por analogía, de las características o propiedades
3. comunes a todos ellos. Según Bacon, ese procedimiento había de conducir, gradualmente,
desde las proposiciones más particulares a los enunciados más generales.
Aun cuando el método baconiano ejerció, nominalmente, una gran influencia en los medios
científicos, lo cierto es que el filósofo desarrolló su pensamiento al margen de las corrientes
que dieron lugar al surgimiento de la ciencia moderna, caracterizada (conforme a las ideas
de Galileo) por la formulación matemática de sus resultados, a la que él mismo no concedió
la importancia debida. Bacon concibió la ciencia como una actividad social ligada a la
técnica, elaborando una utopía, Nueva Atlántida (The New Atlantis, publicada
póstumamente en 1627), basada en la organización científica de la sociedad.
4. IMMANUEL KANT
Kant era considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y
de la filosofía universal. Fue el primer y más importante representante del cristianismo y
precursor del idealismo alemán. Fue el último pensador de la modernidad, anterior a la
filosofía contemporánea que comienza con el pensador Hegel
Uno de sus escritos más destacados fue la crítica de la razón pura, fue clasificada
generalmente como un punto de inflexión en la historia de la filosofía. En ella se investiga
la estructura misma de la razón.
Sus obras principales fueron la crítica de la razón práctica, se centra en la ética; la crítica
del juicio, en la que investiga acerca de la estética y la teología y la metafísica de las
costumbres que tienen dos partes, una centrada en la ética, la doctrina de la virtud, la otra
centrada en el ius, la doctrina del derecho.
Kant adelanto importantes trabajos en los campos de la ciencia, el derecho, la moral, la
religión, y la historia creyendo a ver logrado, inclusive, un compromiso entre el empirismo
y el racionalismo.
Kant argumentaba que la experiencia, los valores y el significado mismo de la vida serian
completamente subjetivos si no hiciesen sido subsumidos por la razón pura, y que usar la
razón sin aplicarla a la experiencia, nos llevaría inevitablemente a ilusiones teóricas.
El pensamiento kantiano fue muy influyente en la Alemania de su tiempo, puesto que
proyecto la filosofía más allá del debate entre el imperio y el racionalismo
5. GEORG WILHELM FRIEDRICH HEGEL
(Stuttgart, actual Alemania, 1770 - Berlín, 1831) Filósofo alemán. Hegel estudió primero en
el instituto de su ciudad natal, y entre 1788 y 1793 siguió estudios de teología en Tubinga,
donde fue compañero del poeta Hölderlin y del filósofo Schilling, gracias al cual se
incorporó en 1801 como docente a la Universidad de Jena, que sería clausurada a la entrada
de Napoleón en la ciudad (1806).
Al tiempo que se introducía en la obra de pensadores como Friedrich Schiller, Johann
Gottfried Herder, Gotthold Ephraim Lessing e Immanuel Kant, Hegel compartió con sus
compañeros el entusiasmo por la Revolución Francesa. Aunque al principio se hallaba muy
próximo al idealismo de Fichte y Schelling, a medida que fue elaborando su propio sistema
filosófico, ya profesor en la Universidad de Heidelberg (1816-1818) y luego en Berlín
(1818-1831), se alejó progresivamente de ellos.
El propio Hegel calificaba el idealismo de Fichte de «subjetivo», el de Schelling de
«objetivo» y el suyo como «Absoluto» para denunciar la incapacidad de éstos para resolver
la contradicción, tarea que para él constituía el objetivo último de la filosofía: «La
supresión de la diferencia es la tarea fundamental de la filosofía».
No en vano el de Hegel es el último de los grandes sistemas concebidos en la historia de la
filosofía. La «contradicción» significa aquí el conjunto de oposiciones que había venido
determinando la historia de las ideas desde el pensamiento clásico: lo singular y lo
universal, la Naturaleza y el Espíritu, el bien y el mal, etc. La superación de la
contradicción debe llevarse a cabo a partir del pensamiento «dialéctico», cuyas fuentes
están en Heráclito y en Platón.
Si la filosofía alemana del momento se hallaba dominada por el concepto kantiano de
noúmeno, que establecía el límite más allá del cual el conocimiento no podía avanzar, para
Hegel «la filosofía tiene que dejar de ser "tendencia" al saber para ser un efectivo y pleno
"saber", para ser ciencia (Wissenschaft)». Hegel parte de la realidad como un todo
(monismo) compuesto por partes integrantes cuyo sentido sólo puede ser aprehendido por
remisión a la totalidad en la que se inscriben.
Pero, a diferencia de sus antecesores, concibe una totalidad dinámica: cada cosa llega a ser
lo que es en el seno de un continuo devenir, un proceso que es producto de la diferencia, del
carácter constitutivamente contradictorio del ser. El movimiento esencial del ser es
dialéctico, por cuanto expresa la pugna interna entre las partes para reducir su oposición a
unidad. Dado que el pensamiento debe aprehender una realidad en movimiento, Hegel
desarrolla una lógica que permite conocer el ser (el Absoluto) sin excluir el devenir y el
cambio.
De ahí que su sistema sea dialéctico, por cuanto intenta concebir lo concreto desde el
interior de lo absoluto, que se manifiesta como tal en la oposición a lo concreto y en su
negación. Por ello, la «negatividad» es un concepto central en el sistema hegeliano, pues
6. explica el devenir de cada objeto en su contrario, y la resolución de ambos en una nueva
figura que a su vez será negada; al final del proceso, la esencia del Absoluto se revela como
pura negatividad, es decir, como la ausencia (o mejor la negación) de cualquier
determinación.
Al contrario de lo que sucede en otros sistemas, el Absoluto de Hegel se da como lo
concreto, como suma de todos los momentos del proceso a la vez que, como su resultado,
superando la vaguedad de la abstracción, que constituye un momento del todo. La
distinción entre sujeto y objeto resulta también superada («Todo lo racional es real y todo
lo real es racional»), pues la historia del proceso de revelación del Absoluto (el Espíritu),
que Hegel desarrolla en su Fenomenología del Espíritu, se da como proceso de
autoconocimiento del propio Absoluto. La historia de los hombres es la expresión de un
conflicto que tiende a desaparecer, marcado por un fin -telos- que consiste en la reducción
de la diferencia a identidad absoluta.
7. MARTIN HEIDEGGER
(Messkirch, Alemania, 1889 - Todtnauhaberg, actual Alemania, 1976) Filósofo alemán.
Discípulo de Edmund Husserl, su indiscutible preminencia dentro de la filosofía continental
se ha visto marcada siempre por la polémica, sobre todo la de su adhesión al régimen
nacionalsocialista, manifestada en el discurso que pronunció en la toma de posesión de la
cátedra en la Universidad de Friburgo (1933).
La renuncia a la cátedra muy poco después de ocuparla no evitó que, en 1945, finalizada la
Segunda Guerra Mundial con la ocupación de Alemania por los aliados, fuera destituido
como docente en Friburgo. Sólo en el año 1952 se reincorporó, si bien su actividad
académica fue ya mucho menos constante. Aunque recibió de algunos de sus discípulos,
como Herbert Marcuse, la sugerencia insistente de que se retractara públicamente de su
discurso de 1933, el filósofo desestimó el consejo y nunca quiso dar explicaciones.
Si bien para algunos es imposible abordar su obra sin reservas, la mayoría de filósofos y
estudiosos actuales prefieren tomar el trabajo de Heidegger en su sentido estrictamente
filosófico, que no resulta menos controvertido. Desde la filosofía analítica, su obra ha sido
criticada con dureza, sobre todo por Rudolf Carnap. Pero el pensamiento heideggeriano
también ha suscitado adhesiones entusiastas: así, la filosofía francesa de las décadas de
1960 y 1970 (Jacques Derrida, Emmanuel Levinas, Paul Ricoeur) admiró la capacidad de
precisión de su lenguaje, así como su aportación al discurso humanístico.
La obra de Heidegger suele entenderse como separada en dos períodos distintos. El primero
viene marcado por Ser y tiempo, obra que, pese a quedar incompleta, plantea buena parte
de las ideas centrales de todo su pensamiento. En ella, el autor parte del presupuesto de que
la tarea de la filosofía consiste en determinar plena y completamente el sentido del ser, no
de los entes, entendiendo por «ser», en general, aquello que instala y mantiene a los entes
concretos en la existencia, aunque la definición de este concepto ocupa toda la obra del
autor, y es en cierto sentido imposible.
En la comprensión heideggeriana, el hombre es el ente privilegiado al que interrogar por el
ser, pues sólo a él «le va» su propio ser, es decir, mantiene una específica relación de
reconocimiento con él. La forma específica de ser que corresponde al hombre es el «Ser-
ahí» (Dasein), en cuanto se halla en cada caso abocado al mundo, lo cual define al «ser-ahí»
como «Ser-en-el-mundo». La distinción de la filosofía moderna, desde Descartes, entre un
sujeto encerrado en sí mismo que se enfrenta a un mundo totalmente ajeno es inconsistente
para Heidegger: el ser del hombre se define por su relación con el mundo, que es además
práctica («ser a-la-mano») antes que teórica («ser ante-los-ojos»).
Estas categorías le sirven para comprender por dónde pasa la diferencia entre una vida
auténtica, que reconozca el carácter de «caída» que tiene la existencia, es decir, la
imposibilidad de dominar su fundamento (el ser), y una vida inauténtica o enajenada, que
olvide el ser en nombre de los entes concretos. La dimensión temporal del ser, en cuanto
8. proyecto del «ser-ahí» y enfrentamiento a la muerte (el ser-ahí es también «ser-para-la-
muerte»), sería el otro gran olvido de la filosofía clásica. El esfuerzo de Heidegger por
pensar el ser como relación de los entes en el tiempo está en la base del posterior
movimiento hermenéutico.
En la segunda etapa de su pensamiento, el filósofo estudia la historia de la metafísica desde
Platón como proceso de olvido del ser, y como caída inevitable en el nihilismo (cuando se
piensa el ente tan sólo, éste termina por aparecer vacío). En sus últimas obras, realiza un
acercamiento al arte como lugar privilegiado donde se hace presente el ser. Para Heidegger,
se hace también necesario rehabilitar los saberes teórico-humanísticos, a fin de mostrar que
lo que constituye a todo hombre en cuanto tal no es su capacidad material de alterar el
entorno, sino la posibilidad que tiene de hacer el mundo habitable: el hombre debe
comprender que no es «el señor del ente sino el pastor del ser» y que «el lenguaje es la casa
del ser». Antes que la técnica, el lenguaje, y en general la conciencia (la capacidad de
interrogarse del Dasein), son los dos elementos que constituyen al hombre en cuanto
existente o, lo que es lo mismo, en cuanto hombre.