1. UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES
FILIAL LIMA
FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS Y CONTABLES
CARRERA PROFESIONAL: ADMINISTRACIÓN Y SISTEMAS
“Año De La Integración Nacional Y El Reconocimiento De Nuestra
Diversidad”
CURSO : SEMINARIO DE FILOSOFÍA
ALUMNO : RAMOS IPANAQUE, Carlos
CICLO : IV
AULA : 202-B2
CARRERA : ADMINISTRACIÓN Y SISTEMAS
PROFESOR : JORGE ZACARIAS PEDRAZA
2012
2. UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES FILOSOFÍA
QUE NOS ENSEÑA PLATON DEL AMOR
Platón nos dejó toda su filosofía en diálogos, la mayoría de los cuales
tienen como protagonista a Sócrates, aunque sólo los primeros
reflejan el pensamiento socrático. Hay en ellos un filosofar -
justamente- al estilo de Sócrates, es decir, un pensar en compañía de
otros, una averiguación continua y un sistema abierto de
pensamiento.
Los diálogos escritos entre el 399-389 llamados "socráticos de
juventud" - Apología de Sócrates, Critón, Laques, Cármides, Lisis,
Eutifrón- no tratan el concepto de amor, excepto el Lisis que intenta
aproximarse a él y en lo medular definir la amistad. Es sólo en los
diálogos de madurez (385-370) en donde encontramos una
explicación suficientemente elaborada sobre el amor. Más
precisamente en los diálogos Banquete y Fedro. El primero de éstos
desarrolla una filosofía del amor y de las ideas, mientras el segundo
aborda no sólo el amor, sino también los temas de la belleza y el
alma. Éste capítulo, por tanto, sintetiza la sabiduría platónica del
amor extraída de esas obras.
En Platón hay dos términos que guardan relación con la esfera del
amor. El primero es "filía" que designa el amor en un sentido amplio,
el cual incluye el amor de padre e hijos, la amistad e incluso el amor
sexual. El segundo vocablo es "eros" que designa más precisamente
el amor sexual.
EL AMOR EN EL DIÁLOGO LISIS
El primer intento de definición del amor en las obras platónicas se
encuentra en el Lisis. En este texto, en términos generales el amor es
"desear que la persona amada sea lo más feliz posible", nos dice el
personaje Sócrates, dirigiéndose al joven Lisis, a quien estimula a
reflexionar en su situación social en el marco de los límites de su
casa. Y Sócrates prosigue su explicación señalando que los padres del
joven le aman, por consiguiente desean su felicidad, sin embargo, no
le entregan una libertad absoluta -ya que debe obedecer al esclavo
de la casa y al maestro en la escuela- pues no posee aún un
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conocimiento suficiente de las cosas. Esto significa que se le permite
hacer todo aquello de lo cual tiene un conocimiento adecuado. Y así
se desprende que es el conocimiento y no la edad lo importante. Otra
consecuencia es que todos confiarán en nosotros si es que se dan
cuenta que poseemos el conocimiento para saber hacer. La gente nos
estimará en la medida en que seamos útiles. Sócrates señala, al final,
que si queremos ser amados, tenemos que adquirir la sabiduría, la
que no debe entenderse como un conocimiento teórico, sino práctico.
El punto de vista utilitarista de Sócrates es innegable aquí. El diálogo
prosigue con la búsqueda -al estilo de Sócrates- de la definición del
término "amigo". Pero el vocablo es equívoco, pues puede ser
utilizado tanto para designar a la persona que quiere como para
designar a la persona querida. Para clarificar esto, Sócrates pregunta:
¿quién es el amigo, el que ama o el que es amado? El interlocutor de
Sócrates responde que aquí no hay diferencia, sin embargo, es claro
que la hay, pues el amor no siempre es correspondido y puede
suceder que alguien ame a quien le odia. En todo caso, no hay
claridad al respecto y, por tanto, Sócrates plantea las cosas de otra
manera. Se analiza, a continuación, el adagio que dice que "lo
semejante es amigo de lo semejante". Según esto los buenos serán
amigos de los buenos, y los malos, de los malos. Sin embargo, si
aceptamos el concepto platónico de que la maldad significa ignorancia
y discordia, los malos no pueden ser amigos de nadie, pues nunca
mantienen una semejanza con nada, ni siquiera consigo mismos. Es
decir, el adagio sólo es válido para los buenos o armoniosos. Pero a
partir de esto llegamos a una conclusión inesperada: alguien
completamente bueno y autosuficiente no necesita de nadie que le
ayude a serlo. Asimismo, si la amistad se fundamenta en la
necesidad, una persona absolutamente buena no la podría sentir.
Tampoco, tendría sentido la amistad entre dos personas
completamente buenas, pues no necesitan de nadie.
Desde otra perspectiva, si se acepta que la amistad o el amor tienen
su origen en la necesidad, es natural que los débiles sean amigos y
amantes de los fuertes, los pobres de los ricos, los ignorantes de los
sabios, etc. Así, vemos que el amor se da aquí entre contrarios, pero
este punto de vista, si lo vemos bien, nos conduce a algunos
absurdos: porque en este caso serán amigos buenos y malos,
valientes y cobardes, justos e injustos, castos y lujuriosos.
Así, llegamos a una tercera perspectiva en que lo que no es ni bueno
ni malo será el amigo o amante de lo bueno o de lo bello que en este
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contexto son idénticos. Más explícitamente, aquello que no es ni
bueno ni malo ama lo bueno, porque el mal está latente en él. Por
ejemplo, el cuerpo ama la salud en razón de la presencia de la
enfermedad. Asimismo, el amante de la sabiduría ama a ésta, porque
no es absolutamente sabio ni tampoco tan ignorante como para no
darse cuenta de su propia ignorancia. Con esto concluye en el Lisis la
búsqueda, en sentido estricto, de un concepto del amor que,
evidentemente, en este diálogo no se logra.
EL AMOR EN EL DIÁLOGO EL BANQUETE
El Banquete es el diálogo más importante de Platón en torno al
concepto del amor. Sus escenas se desenvuelven justamente en un
banquete que se desarrolla en casa de Agatón para celebrar el éxito
de una de sus tragedias. Los comensales han acordado dedicar su
reunión, en parte, a realizar discursos sobre el dios Eros, el cual no
habría recibido jamás un elogio consistente por parte de poetas y
sofistas. El texto se transforma así en una serie de discursos sobre el
amor que van desde lo más superficial a lo más profundo,
destacándose el discurso final de Sócrates que nos entrega el
pensamiento de Platón al respecto.
El primer discurso es el de Fedro quien señala que Eros, el dios del
amor, es la divinidad más antigua. Eros, según él, hace que los
hombres sientan vergüenza y ambición, además, que el influjo de
éste en los hombres es mayor que cualquier otro sentimiento, ya que
su poder impulsa a grandes acciones, como cuando el amante muere
por su amado. En su presencia los amantes se abstienen
necesariamente de toda vileza y cobardía. En suma, Eros es una
fuerza inspiradora de acciones elevadas.
El segundo discurso corresponde a Pausanias, quien distingue entre
dos tipos de Eros, cada uno de los cuales sigue a una Afrodita
distinta: Afrodita Pandemos y Afrodita Celestial. El Eros de Afrodita
Pandemos, es el de aquellos hombres que aman lo corporal y que
buscan lograr sus fines sin interesarse en el proceso. El Eros de
Afrodita Celestial es propio de hombres que buscan la perfección
moral. Quien está bajo el influjo de este Eros, busca una relación
permanente para la educación física y la filosofía así como educar a
su amado en la sabiduría y el valor.
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Esta distinción entre los dos Eros demuestra que este discurso está
pronunciado con un discernimiento más profundo y con una
conciencia más elevada que la del primer discurso.
El tercer discurso es del médico Erixímaco quien -aceptando la
distinción de Pausanias- sostiene que no sólo los hombres poseen un
doble Eros, sino todas las cosas. Basándose en la medicina, Erixímaco
señala que los cuerpos poseen este doble Eros o deseo y que es justo
consentir a los buenos deseos que se identifican con el amor
denominado celeste. Según Erixímaco es labor del profesional médico
saber cuáles son dichos buenos deseos. Asimismo, para otorgar un
mejor orden a las cosas -desde lo humano y lo divino hasta las
estaciones y los climas- debemos estimular los deseos que nos
conducen a la piedad y a la justicia. Doquiera que hay armonía y
ritmo cabe hablar de la presencia del amor. Tal es -grosso modo- la
interpretación que Erixímaco hace de Eros. En ella el significado de
Eros resulta ampliado al identificárselo con una fuerza universal de la
naturaleza. Ciertamente el discurso de Erixímaco es más profundo
que los anteriores, aunque peque de algún grado de arrogancia
profesional.
El discurso siguiente desarrolla una fantástica concepción
antropológica y le pertenece a Aristófanes. Éste nos dice que,
primitivamente, existían tres tipos de seres humanos, los cuales
tenían sus órganos duplicados. Unos eran machos; otros, hembras y,
finalmente estaban los andróginos. Estos seres primitivos habrían
conspirado contra los dioses, y puesto que Zeus no podía destruir la
raza humana, dado que ésta era la que adoraba a los dioses, partió
en dos a los seres primitivos en castigo por su conspiración. Desde
entonces los seres humanos buscan su otra mitad. Cada mitad de un
hombre y mujer primitivos se entregan a la homosexualidad en busca
de su otra mitad, en tanto que, la mitad del andrógino se entrega a la
heterosexualidad en busca de su otra mitad.
Aristófanes en su discurso describe al Eros como un deseo
apasionado por algo que es afín a nuestra naturaleza y la
complementa. Ciertamente aquí Aristófanes confunde amor con
instinto sexual. Sitúa en un mismo nivel el amor homosexual y el
amor heterosexual, lo cual, desde la perspectiva de la evolución
espiritual es un error.
El próximo discurso es de Agatón, quien critica a los demás por no
haber descrito, según él, la verdadera naturaleza del Eros. Su
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discurso utiliza bellas palabras, pero sin mucho control del significado
de ellas. Para él Eros posee un sinfín de virtudes tales como la
belleza, la ternura, la juventud, el valor, la moderación, la sabiduría y
la justicia. Agrega, además, que Eros es el más grande de los poetas,
porque es quien inspira la poesía. El Amor habitaría en las almas de
los hombres, siendo ajeno a toda violencia y derramando todas las
bendiciones.
En síntesis, podemos decir que Agatón piensa que el Eros está
siempre ocupado de la belleza y vive en las almas de los hombres, lo
cual, no es poco decir. Sócrates, además, intentará fundamentar lo
dicho por Agatón en el discurso que sigue.
El discurso del personaje Sócrates puede ser considerado como el
verdadero pensamiento de Platón acerca de la naturaleza del amor.
¿Cuál es su afirmación fundamental? La afirmación fundamental es
que el amor es una forma de necesidad que tiene una meta y su
relación con esta meta es de deseo, de exigencia. El amor anhela
siempre lo bello y lo bueno y, por tanto, no es ninguno de éstos sino
algo intermedio entre lo bello y lo bueno. Tampoco el amor puede ser
considerado un dios, porque si fuera un dios no amaría, puesto que
en un ser perfecto es imposible que haya anhelo, deseo o pasión. Por
lo mismo, el Amor es un ser entre mortal e inmortal, es decir, un
espíritu o daimon. Y al ser un ser intermedio él es quien completa y
mantiene conectado a todas las cosas. Platón aclara: "Un dios no
puede mezclarse con el hombre, pero a través de Eros se lleva a cabo
toda relación y diálogo de los dioses con los hombres, despiertos o en
ensueño." (202e)
Más precisamente Eros tiene por padre a Poros (Riqueza) y por
madre a Penía (Pobreza). Del primero heredó su tendencia a acaparar
lo bueno y lo bello, su valentía, su atractivo y poder, su astucia, su
anhelo de sabiduría. De la segunda, su falta de bienes, su rudeza, su
indigencia. Así, resulta que Eros es filósofo, porque no es ignorante ni
tampoco sabio. Pero no sólo esto sino también la belleza, porque la
meta real del amor es la belleza, la cual , según Platón no es
diferente del bien. Esto significa que el amor busca la felicidad, es
decir, la posesión del bien, al cual tiende todo el género humano.
Asimismo, Eros busca la creación en la belleza, tanto en el cuerpo
como en el alma. Platón nos lo aclara: ¿Por qué amor de creación?
Dar nacimiento a algo es ser tan duradero e inmortal como un mortal
puede serlo. Estamos de acuerdo, pues, en que Eros ha de desear la
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inmortalidad juntamente con lo bueno, si es que desea poseer el bien
para siempre. La inmortalidad es, pues, el objeto de Eros (206e).
Para Platón cualquier tendencia a la creación es la búsqueda de la
inmortalidad de lo creado. Así, aquellos hombres que son fecundos en
el cuerpo son amantes de las mujeres y buscan su inmortalidad en
sus hijos. Pero aquellos hombres que son fecundos en el alma,
anhelan dar a luz sabiduría y otras formas más elevadas. Ellos son los
poetas y los inventores. Un tipo de hombre aún superior en sabiduría
manifestará ésta en la administración del estado. Es el legislador.
Él se prenda de la belleza del alma masculina, pues es este tipo de
belleza la que se asocia con lo masculino. Además, busca y se
esfuerza por conducirla a su máxima perfección. Aquí hay más filía o
amistad que Eros, siendo una relación mucho más estable en la
medida que esta unión tiene su razón de ser en un fruto más bello e
inmortal.
Según el filósofo griego existe una vía ascendente para conocer el
verdadero amor, para llegar a la contemplación de lo bello en sí. Se
trata de un ascenso erótico que contempla los siguientes grados:
1. El amor a la belleza corporal que posee dos momentos: el amor
a un cuerpo bello determinado y el amor a la belleza corpórea
en general.
2. El amor a la belleza de las almas, es decir, a la belleza moral
que se manifiesta en los quehaceres y en las reglas de
conducta de los hombres.
3. El amor a los conocimientos, el cual trasciende la servidumbre
de los seres concretos.
4. El amor a lo bello en sí, el cual es el nivel supremo de amor y
que se nos revela de súbito, cuando hemos recorrido
correctamente los senderos anteriores en todas sus etapas.
Esta meta del amor es la Idea misma de lo bello en todo su
esplendor. Ella es eterna, increada, imperecedera, estable,
porque es eternamente idéntica a sí misma. De esta Belleza en
sí,además, participan todas las cosas bellas.
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8. UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES FILOSOFÍA
El AMOR EN EL DIÁLOGO EL FEDRO
La otra exposición importante acerca del amor, Platón la realiza en el
diálogo el Fedro. Si bien se trata de una exposición de otro carácter
sobre el amor, los planteamientos fundamentales de ambos diálogos
coinciden, aunque sus líneas de desenvolvimiento varían bastante.
Todo comienza con una discusión basada en un discurso de Lisias
sobre el tema de si es mejor para un joven otorgar sus favores a una
persona que no le ama antes que a una persona que sí le ame. Lisias
señala que los amantes actúan bajo impulsos que están encadenados
por la pasión que les produce remordimientos y que se presenta en
ellos como enfermedad. Además, éstos se jactan de sus conquistas y
luego las abandonan, son celosos de cualquier compañía y sólo
orientan su amor a la flor fugaz de la juventud. En cambio, los que no
están impulsados por el amor, entregan una amistad duradera e
independiente de lo sexual, porque buscan la compañía sin poner la
mirada en el placer inmediato y efímero. Su afecto no surge de una
pasión, sino de la búsqueda de un propósito común.
Este discurso si bien tiene el mérito del equilibrio, de la prudencia es
desorientador en la medida en que confunde realidades muy distintas
al no haber definido su autor los términos que emplea. El amor
(eros), sin duda, no es la amistad (filía),pero el uno no niega el otro,
puesto que son dos manifestaciones válidas de la naturaleza.
El discurso siguiente de Sócrates intentará justamente aportar
precisión conceptual al debate. Sócrates comienza haciendo una
diligente definición del amor que nos dice que éste es deseo, pero
incluso aquellos que no tienen Eros -según el sentido atribuido antes
por Lisias- anhelan lo bello. ¿Sobre la base de qué podremos
diferenciarlos? Sobre la base de dos principios rectores que Platón
afirma que existen en nosotros. El primero es un deseo innato de
placer y el segundo una capacidad de juicio desarrollada tendiente a
lo óptimo. Sucede que a veces tales principios coinciden y otras veces
discrepan, en una lucha permanente por la supremacía. Cuando
prevalece el juicio, hay en nosotros autodominio, moderación;
cuando, prevalece el deseo éste nos arrastra al exceso (hybris) y
actuamos en contra de nuestro juicio. Ahora bien, en relación con el
placer que proporcionan los cuerpos bellos, para Sócrates el exceso
es el Eros. Tal Eros es, según el filósofo, una pasión física
desenfrenada, algo brutal y contrario a la razón. Esta forma de amor
es mala para el alma del amado, porque el amante fijándose sólo en
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9. UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES FILOSOFÍA
su placer propio perjudica el alma del amado al mantener a éste en
un estado de dependencia, de inferioridad y al impedirle, además,
salir de la ignorancia.
Se trata de un Eros que tiene por objetivo el placer antes que el bien,
el cual no sólo es malo para el alma del amado sino también para su
cuerpo en la medida en que el amante, poseído por el Eros egoísta,
hace de su amado una persona físicamente débil al obligarlo a vivir
encerrado en casa, privándolo con ello de dar salud a su cuerpo. Todo
esto hace que sea inmensamente más sensato que el amado
favorezca al no poseído por el Eros, de lo contrario se expone a un
afecto que es como el del lobo por la oveja. Tal es la acusación de
Sócrates contra el Eros.
Sin embargo, tal Eros no es el verdadero. Más aún, Sócrates
considera que él ha blasfemado contra el dios del amor y debe pagar
con una retractación -denominada palinodia en el mundo griego-,
porque no debía haber dado el nombre de Eros a una locura erótica,
totalmente corporal, absurdamente posesiva y egoísta. ¿En qué
consiste esta palinodia? Se trata del mito platónico del viaje del alma
que arrojará luz no sólo sobre la verdadera naturaleza del Eros, sino
también sobre el alma y las ideas eternas, principios indispensables
para comprender la naturaleza del Amor. Según enseña Sócrates el
amor es primordialmente una especie de locura -manía- que proviene
de los dioses, vale decir, divina. Es una manía porque es una emoción
irracional, aunque alcanza su más alta expresión sólo cuando se une
a las claridades de la razón, por ejemplo, en el amor filosófico de la
verdad y de la belleza. Más aún, el Eros es el origen psicológico de la
búsqueda del filósofo, puesto que el punto de partida del movimiento
y la fuente principal de la acción residen en el alma.
Platón representa aquí míticamente el alma como un auriga que
dirige un carro alado, formado por dos caballos, uno dócil y el otro
obstinado. Cuando acaece la muerte, el alma se eleva hasta el borde
del firmamento y contempla las Ideas eternas que están por encima.
Sin embargo, el hacinamiento de las almas le hace perder sus alas
precipitándose otra vez a la tierra. Esta alma que ha visto las Ideas
con máxima claridad se convierte en filósofa o en amante de la
belleza, en un ser inspirado, pero no con la inspiración del artista -
que está en un nivel más bajo-, sino con la inspiración del hombre
culto, del sapiente en el arte de la vida.
QUE NOS ENSEÑA PLATÓN DEL AMOR
10. UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES FILOSOFÍA
Desde la perspectiva platónica, cuando en la vida captamos
visualmente el brillante esplendor de la belleza, rememoramos la
Idea de la Belleza que vimos con los ojos de alma en el mundo
celeste; sin embargo, no podemos hacer la misma percepción de la
sabiduría ni de otras realidades dignas de nuestro amor. Sólo la
belleza se muestra refulgente en la medida en que es captada por la
vista que, según Platón, es el más agudo de nuestros sentidos y por
esto mismo es la más amada por todos.
Ahora bien, aquel que no está recién iniciado o bien ha sido
corrompido no puede dirigirse desde la belleza sensible a la
inteligible. Su mirada queda atrapada por aquella forma imperfecta
de belleza, entregándose al placer. Pero el recién iniciado que ha
contemplado ampliamente las cosas del mundo superior, al ver un
rostro divino, una bella imitación de la Belleza o un cuerpo de
hermoso aspecto trata de venerarlo como un dios. Luego de esto
vuelven a salirle alas en todo el territorio de su alma, retornando a
ese estado anterior en que poseía alas en su totalidad. Entonces, el
alma halla descanso en la contemplación del amado, recogiendo el
dulce placer de ese momento de unión. El iniciado ya no querrá
separarse de su amado porque para él éste es su tesoro más
precioso, una maravilla que le hace olvidar todo hasta el punto de
estar dispuesto a convertirse en esclavo con tal que se le deje junto a
su amado. Y este es el estado que los hombres llaman amor, nos dice
Platón.
Seguidamente, Sócrates nos describe el efecto de Eros sobre el alma
en otro aspecto, haciendo uso nuevamente de la parábola del alma
como cochero y de los dos caballos. Ocurre ahora que el caballo
negro brinca hacia el amado obstinadamente y no obedece a las
órdenes del cochero, saltando hacia el amado. Sin embargo, al final
es amansado. Entonces, el alma del amante, puede acercarse con
seguridad al amado y éste puede dejarse venerar por un amante
sincero, al cual, finalmente acepta entregándole su amistad.
Transcurrido el tiempo las cosas cambian, Platón nos precisa: " Y una
vez que lo ha recibido en su trato , la benevolencia del amante , que
ahora ve de cerca, llena de admiración al amado que comprende que,
ni aun todos los demás juntos, amigos y parientes, le ofrecen una
pequeña parte de la amistad que encuentra en este amigo poseído de
un dios. Y cuando pasa el tiempo en este trato e intimidad, a más de
los contactos en los gimnasios y en otros lugares de reunión, el
manantial de aquella corriente que Zeus cuando amaba a
QUE NOS ENSEÑA PLATÓN DEL AMOR
11. UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES FILOSOFÍA
Ganímedesllamó 'ola de deseo', corriendo a raudales hacia el
enamorado, en parte desciende a él y, en parte, cuando éste está
completamente lleno, desborda hacia fuera, y como el aliento o el eco
que de los objetos lisos y resistentes saltan de nuevo al punto de
donde partieron, así la corriente de la hermosura, pasando a través
de los ojos, vuelve de nuevo al hermoso; y cuando, por ese camino,
que es el que naturalmente la conduce al alma, ha llegado a ella y la
ha llenado, reanima los orificios de las plumas, da impulso al
nacimiento de éstas y llena de amor a su vez el alma del amado".
"Está, pues, enamorado, pero no comprende de qué; y ni sabe lo que
le ocurre ni puede explicarlo, sino que, como el que coge de otro una
oftalmía, no puede alegar ninguna razón, y no se da cuenta de que,
como en un espejo, se ve a sí mismo en su amante; siempre que
aquel está presente, deja, como él, de sufrir, y cuando está ausente,
del mismo modo también, lo echa de menos y es echado de menos,
teniendo así un contra-amor que es la imagen del amor. Él lo llama y
lo cree, no amor, sino amistad, y desea, de un modo semejante que
aquel, pero más débilmente, ver, tocar, besar al otro y acostarse con
él. Y ,ciertamente, es muy probable que en estas condiciones, se siga
pronto lo demás; porque, cuando están acostados juntos, el caballo
indisciplinado del amante tiene algo que decir al auriga y considera
que, a cambio de sus muchas fatigas, ha sacado poco provecho; y
por su parte, el del amado no tiene nada que decir, pero hinchado de
deseo y no entendiendo su situación, abraza al amante y lo besa,
como quien demuestra su afecto a uno que lo quiere bien, y siempre
que están acostados es capaz de no rehusar, por la parte que le toca,
sus favores al amante, si éste le pidiera obtenerlos; su compañero de
yugo y el auriga se resisten a esto con su razón y pudor."
"Así, pues, si es una vida ordenada y a la filosofía a lo que los
conduce la victoria de lo mejor que hay en el alma, pasan esta vida
en la dicha y en la armonía, puesto que, gracias a su dominio de sí
mismos y su moderación, han sometido a lo que producía su virtud. Y
así, cuando han llegado al fin de sus vidas, sostenidos ya por alas y
ligeros, de las tres luchas atléticas de esta justa verdaderamente
olímpica, han vencido en la primera, y ni la sabiduría humana ni la
locura divina pueden conceder al hombre mayor bien. Si por el
contrario, llevan una vida más grosera, sin amor a la filosofía, sino a
los honores de este mundo, es fácil que en la embriaguez o en
cualquier otro momento de descuido los caballos indisciplinados de
ambos, cogiendo a las almas desprevenidas y coaligándose para el
QUE NOS ENSEÑA PLATÓN DEL AMOR
12. UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES FILOSOFÍA
mismo fin, opten por el partido que para el vulgo ofrece más felicidad
y consumen la cosa. Una vez consumada, vuelven a lo mismo en lo
sucesivo, pero rara vez, porque cuando obran así no lo hacen con la
aprobación de toda su mente. Amigos, sin duda, también lo son
éstos, pero menos que aquéllos; viven el uno para el otro, tanto
mientras dura el amor como cuando han salido de él, considerando
que se han dado mutuamente y recibido el uno del otro las mayores
fianzas, a las que no es lícito faltar convirtiéndose una vez en
enemigos. Y al fin, sin alas, pero no sin haberse esforzado por
adquirirlas, abandonan sus cuerpos. En consecuencia, no es pequeño
el premio que obtienen de su locura amorosa; porque no es a las
tinieblas ni al viaje subterráneo adonde la ley ordena que vayan los
que ya han comenzado el viaje infraceleste, sino que llevando una
vida resplandeciente, viajen felices en mutua compañía, y llegado el
momento, lleguen ellas a tener alas en virtud de su amor. Tan
grandes son , niño, y tan divinos los dones que te ofrecerá la amistad
de un enamorado. En cambio, el trato de uno que no ame, trato
mezclado de prudencia mortal y que se entrega a una economía
mortal, produciendo en el alma amiga una ruindad que las masas
alaban como un mérito, la hará rodar nueve mil años alrededor de la
tierra y debajo de la tierra, en un estado irracional." (255a)
Sócrates ha intentado aquí explicar la verdadera naturaleza de Eros
que en este texto comienza y termina con la relación amorosa entre
individuos. El Eros, en definitiva, se sostiene en la captación de la
Ideas eternas y se despierta por la visión de la belleza masculina,
teniendo como objetivo como meta conducir también al amado hasta
la intelección de la belleza y la verdad.
En síntesis, tanto en el Fedro como en el Banquete -a pesar de sus
desarrollos diferentes- hallamos los tres mismos tipos de amantes. El
más bajo de ellos corresponde a quienes están poseídos por la pasión
meramente física y egoísta. Un poco más arriba está el amante
moderado que al no ser un filósofo verdadero termina complaciendo
su impulso sexual, aún cuando racionalmente. Y ello debido a que su
autocontrol es defectuoso. Se trata, en verdad, de un estado
intermedio y que es positivo en la medida que prepara para la vida
filosófica.
En la cima de esta escala de amantes se halla el auténtico filósofo,
quien está más allá de toda servidumbre a lo sexual. Aquí los
amantes pertenecen al mismo sexo y su meta no es otra que la
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13. UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES FILOSOFÍA
inspiración recíproca en la investigación de la verdad y del bien. Y
aunque este amor tiene un fundamento en el instinto sexual, los
amantes han tenido la fuerza y la sabiduría para sublimarlo en una
pasión por el estudio en común. Éste es, también, el verdadero
significado del "amor platónico" del que tan imprecisamente se habla.
Desde la perspectiva de la evolución espiritual la sabiduría de Platón
acerca del amor tiene méritos indiscutibles que es innecesario
recalcar, porque están a la vista. Sin embargo, su sabiduría también
adolece de errores demasiado importantes como para no
considerarlos en esta síntesis. Por ejemplo, su concepto del amor
está claramente fundado en una atracción de tipo homosexual,
aunque esto tenga como atenuante que el amor platónico es en
esencia una unión mental. Recordemos, además, que para este
filósofo las más altas manifestaciones del amor y del afecto se dan
sólo entre hombres. Con esto Platón simplemente expresaba el sentir
normal de sus contemporáneos, para quienes la mujer era un mero
ser físico, sin cualidades psíquicas que la hicieran dignas del amor del
hombre. Por esto mismo en la Grecia de Platón, el matrimonio no
podía ser más que una unión orientada a la satisfacción de las
necesidades físicas y a la procreación de los hijos.
Platón, en verdad, no va más allá de la cultura de su tiempo al no
darle ningún lugar al amor, a la amistad, al compañerismo entre
hombres y mujeres. En definitiva, Platón vio en el amor una fuerza
irracional y en esa medida un valor que está por debajo de la esfera
de la razón. No conoció, por tanto, este filósofo,el verdadero Amor
que está más allá de lo irracional y de lo racional.
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