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ESCRITOS DE FORMACIÓN
 EAS
                    Número 37 – Enero de 2009


DOCUMENTOS SOBRE EL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE
         FAMILIAS DE MÉXICO 2009




COMUNIDADES CRISTIANAS COMPROMETIDAS EAS DE COLOMBIA
CIUDAD DE MEDELLÍN
COMITÉ DE FORMACIÓN

                          1
El comité de Formación genera documentos periódicamente para
beneficio de los EAS y su formación. Los invitamos a leer estos
documentos y reflexionar sobre ellos, ojalá algunas veces en
comunidad. Los invitamos a coleccionarlos y a divulgarlos.

Estos escritos se basan en recopilaciones de documentos de diversos
autores, incluyendo personas de los EAS, sometidos en algunos casos a
adaptaciones que los hagan más afines y prácticos para los EAS, bajo la
responsabilidad del comité.

Son bienvenidos los comentarios y los aportes.

En este escrito queremos presentar un resumen de las actividades y
documentos generados con motivo del VI Encuentro Mundial de la
Familia, celebrado en la ciudad de México del 14 al 16 de Enero de
2009. Creemos que se trata de un tema fundamental para los EAS.
Pensamos que debemos estar alertas a las actividades que se hacen en
el mundo relacionadas con nuestras vivencias de pequeña comunidad y
la familia es, sin dudas, una de ellas. A continuación se presenta una
gran riqueza de documentos y un índice al principio, para que nuestros
lectores puedan escoger. Pensamos que el hecho de que sean muchos
documentos debe animar a seleccionar alguno para goce propio o para
lectura en comunidad.


INDICE DE DOCUMENTOS SOBRE EL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE
FAMILIAS – MÉXICO 2009 QUE SE PRESENTAN EN ESTE ESCRITO


  1- EL LOGO DEL ENCUENTRO
  2-       HIMMNO DEL ENCUENTRO
  3-       ORACIÓN POR LAS FAMILIAS
  4-    CATEQUESIS PREPARATORIAS PARA EL VI ENCUENTRO
     MUNDIAL DE LAS FAMILIAS: “LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS
     VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS”. (Se trata de siete catequesis
     debidamente presentadas e ilustradas)
  5-       LA FAMILIA FORMADORA, EN LOS VALORES HUMANOS Y
     CRISTIANOS – ANTECEDENTES DEL EVENTO Y TEMAS DE
     PREPARACIÓN SUGERIDOS POR LA COMISION CENTRAL
     COORDINADORA
  6-       DOCUMENTOS SOBRE LOS VALORES DE LA FAMILIA (Se
     trata de 49 valores, tratados en documentos cortos, ilustrados con
     ejemplos y con puntos claves para desarrollar el valor)

  Los temas 7 a 14 son sobre conferencias que se dieron en el encuentro.
                                      2
7-         LAS RELACIONES Y LOS VALORES FAMILIARES SEGÚN LA
       BIBLIA
   8-         EMPRESAS FAMILIARES
   9-         FAMILIA Y SEXUALIDAD
   10-        LA FAMILIA, EL VALOR DE LA VIDA HUMANA
   11-        LA IGLESIA COMO FAMILIA DE LAS FAMILIAS
   12-        LA FAMILIA QUE FORMA, ASPECTOS ESPIRITUALES
   13-        LA VOCACIÓN EDUCADORA DE LA FAMILIA
   14-        VALIENTES INICIATIVAS Y TESTIMONIOS A FAVOR DE LA
       VIDA Y LA FAMILIA
Los temas que siguen tienen que ver con las sesiones protocolarias, las sesiones
de trabajo y los resúmenes de los días de trabajo.

   15-         SESIÓN INAUGURAL PRIMERA JORNADA
   16-         PALABRAS DE PRESIDENTE CALDERÓN
   17-         RESUMEN DEL SEGUNDO DÍA
   18-         RESUMEN DE LA TERCERA JORNADA
   19-         EVENTO FESTIVO Y TESTIMONIAL
   20-         MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
   21-         COMUNICADO DE CLAUSURA DEL ENCUENTRO




  DOCUMENTOS SOBRE EL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE FAMILIAS –
                       MÉXICO 2009

Basados en materiales tomados de Zenith ( http://www.zenit.org) y de la página web del evento (
http://www.emf2009.com)

   1. EL LOGO DEL ENCUENTRO




                                              3
El Logo representa a la familia, a través de siluetas humanas, que nace del amor
-simbolizado en tres corazones- y regido por la fe, representada por la cruz al tope.
La cruz representa la presencia de Dios como sostén de la unidad de la familia.
Cristo da fuerza, luz y vida. Los 3 corazones unen o representan a la familia unida
por el amor y la relación. La actitud de los miembros de la familia es de confianza
y alegría en el Señor.

Los tres elementos: la familia, los corazones y la cruz tienen como base una elipse
–representando el mundo- con el fin de que se vea como una fraternidad global. Se
trata también de representar a la familia, unida por el amor y la fe, lo cual es
fundamento de un auténtico desarrollo de todos los valores humanos y cristianos;
es decir, del desarrollo integral de la persona a partir de la familia. La familia está
en el mundo, pero trasciende fuera de él, gracias a que vive los valores humanos y
cristianos.

La figura de la mujer, finamente delineada mostrando un embarazo, apunta al
tema de la vida, primer valor fundamental, promovida, custodiada y celebrada
por la familia.

El color verde significa, por una parte la alegre esperanza en el futuro de la
Familia, y por otra, el color de México, donde se celebra el VI Encuentro Mundial
de las Familias. La combinación de colores negro y verde le da seriedad, elegancia
y solemnidad al Encuentro y, al mismo tiempo, un toque de juvenil alegría.

   2. HIMMNO DEL ENCUENTRO

Se puede bajar de la página web para que lo escuchen.

CANTO A LA FAMILIA
Autor: José Cantoral


Aquí empecé a vivir, aquí empecé a soñar

                                          4
a hablar y a caminar;
aquí aprendí a rezar, a conocer la fe
para enfrentar mis miedos.

Aquí sentí el calor de mi primer amor
de mi mejor mujer;
que todo lo entregó
y llena de ilusión formó en su ser, mi cuerpo.

Aquí escuché la voz de un héroe, un gran señor
que me enseñó a luchar
y a conocer a Dios, tratando por igual
a todos los demás
sin sentirse inferior, ni superior jamás,
que siempre predicó con el ejemplo.

Es la familia fuerza y unidad
es el cimiento de la humanidad,
es nuestra sangre que continuará
un nuevo tiempo…

Es ese amor que es incondicional
frente a la calma o a la tempestad,
el equilibrio simple y natural del universo.

Aquí me equivoqué, aquí me tropecé,
confieso que dudé, cuando me vi caer,
pero encontré la luz en el consejo fiel
de un buen hermano.

Así me superé y me recuperé,
me pude levantar y supe continuar
y abrí mi corazón y me llené de amor
dejé el pasado atrás y me volví a inventar
porque mi Dios jamás
me ha abandonado.

Es la familia…
Es la familia…
Es la familia…

   3. ORACIÓN POR LAS FAMILIAS

Dios nuestro, Trinidad indivisible,
tú creaste al ser humano “a tu imagen y semejanza”
y lo formaste admirablemente como varón y mujer
para que, unidos y en colaboración recíproca en el amor,
                                          5
cumplieran tu proyecto de “ser fecundos y dominar la tierra";

Te pedimos por todas nuestras familias
para que, encontrando en ti su modelo e inspiración inicial,
que se manifiesta plenamente en la Sagrada Familia de Nazaret,
puedan vivir los valores humanos y cristianos
que son necesarios para consolidar y sostener la vivencia del amor
y sean fundamento para una construcción más humana
y cristiana de nuestra sociedad.

Te lo pedimos por intercesión de María, Nuestra Madre y de San José.
Por Jesucristo Nuestro Señor.

AMÉN.

    4. CATEQUESIS PREPARATORIAS PARA EL VI ENCUENTRO
       MUNDIAL DE LAS FAMILIAS: “LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS
       VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS”.

Cada Encuentro Mundial de las Familias se caracteriza por tener un tema
específico que ayuda a la profundización de algunos aspectos de la vida y la
misión de las familias cristianas. El tema de cada Encuentro es elegido por el Santo
Padre y brinda una oportunidad para que haya una verdadera preparación, por
medio de la reflexión, para que las familias crezcan en la vivencia de su amor, de
su unidad, de su fe, de sus valores, etc.
El tema que el Papa Benedicto XVI ha señalado para el VI Encuentro, que se
realizará en la Ciudad de México, es: “LA FAMILIA FORMADORA EN LOS
VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS”.
Es por eso que el PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA, teniendo en cuenta
este tema, ha preparado unas Catequesis que puedan ayudar a esta preparación,
especialmente en familia, por medio de un formato de celebración doméstica, que
se busca sea accesible a todos. Presentamos ahora estas Catequesis, esperando que
sean de gran utilidad en este interesante camino de preparación hacia el VI
ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS.
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Catequesis preparatorias para el VI Encuentro Mundial de las Familias
“La familia, formadora en los valores humanos y cristianos”.
(México, D.F., 16-18 de enero de 2009)
Pontificio Consejo para la Familia
TEMARIO
1. La familia, primera educadora de la fe
2. La familia, educadora de la verdad del hombre: el matrimonio y la familia
3. La familia, educadora de la dignidad y respeto de toda persona humana

                                                      6
4. La familia, trasmisora de las virtudes y valores humanos
5. La familia, abierta a Dios y al prójimo
6. La familia, formadora de la recta conciencia moral
7. La familia, primera experiencia de Iglesia
8. Colaboradores de la familia: la parroquia y la escuela
9. La familia y el modelo de la familia de Nazaret
10. La familia, destinataria y agente de la nueva evangelización
ESTRUCTURA DE CADA ASAMBLEA
A. Canto inicial
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura bíblica
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Primera: La familia, primera educadora de la fe
A. Canto inicial
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura bíblica: Hech 16, 22-34
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. Dios quiere que todos los hombres conozcan y acepten su plan de salvación,
revelado y realizado en Cristo (cf. 1 Tim 1,15-16). Dios habló de muchas maneras a
nuestros padres (cf. Heb 1,1; todo el AT). Llegada la plenitud de los tiempos (cf.
Gá 4,4) nos habló de modo pleno y definitivo en y por Cristo (cf. Heb 1,2-4): el
Padre no tiene otra Palabra que darnos, porque nos dio la única y la última en
Cristo.
2. La Iglesia ha recibido el mandato de anunciar a todos los hombres esta gran
noticia: «Id al mundo entero y haced discípulos míos todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19).
Los Apóstoles así lo entendieron y realizaron desde el día de Pentecostés, llenando
con el anuncio de Cristo Muerto y Resucitado para nuestra salvación a Jerusalén
(Hech cap.1-5) y a todo el mundo entonces conocido (cf. Libro de los Hechos y
Cartas)
3. La familia cristiana, Iglesia doméstica, participa de esta misión. Más aún, la
familia tiene como primeros y principales destinatarios de este anuncio misionero
a sus hijos y familiares, como lo atestiguan las Cartas Pastorales paulinas y la
praxis posterior. Los esposos santos y los padres cristianos de todos los tiempos
así lo han vivido (padre de santa Teresa de Jesús, padre de santa Teresita del Niño
Jesús; tantos padres de hoy). A la luz de la feliz experiencia de la Iglesia en las
sociedades cristianas de Europa (cuando la familia realizó esta misión educadora
con sus hijos) y a la luz también de las gravísimas repercusiones negativas que hoy

                                           7
se constatan (por el abandono o descuido de esta misión), es preciso que la familia
vuelva a ser la primera educadora de la fe en esas naciones —hoy ya no cristianas
de hecho—, en las que se está afianzando la fe y en las que se está implantando la
Iglesia. El principal apostolado misionero de los padres tiene que acontecer en su
misma familia, pues sería un desorden y un antitestimonio pretender evangelizar
a otros, descuidando la evangelización de los nuestros. Los padres trasmiten la fe
a sus hijos con el testimonio de su vida cristiana y con su palabra.
4. El núcleo central de esta educación en la fe es el anuncio gozoso y vibrante de
Cristo, Muerto y Resucitado por nuestros pecados. En íntima conexión con este
núcleo se encuentran las demás verdades contenidas en el Credo de los Apóstoles,
los sacramentos y los mandamientos del decálogo. Las virtudes humanas y
cristianas forman parte de la educación integral de la fe. (Este bagaje fundamental
no se puede presuponer hoy casi nunca, ni siquiera en los países llamados
«cristianos» y en los casos en los que los padres piden los sacramentos de la
iniciación para sus hijos, dada la crasa ignorancia religiosa y la escasa práctica
religiosa de los padres).
K. Reflexión del que dirige
L. Diálogo
M. Compromisos
N. Oración comunitaria
O. Oración por la familia
P. Canto final
Catequesis Segunda: La familia, educadora de la verdad del hombre:
el matrimonio y la familia
A. Canto inicial
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura bíblica: Gén 1, 26-28
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. La principal cuestión que debe encarar hoy la familia en la educación cristiana
de sus hijos no es religiosa sino principalmente antropológica: el relativismo
radical ético-filosófico. Según él, no existe una verdad objetiva del hombre y, como
consecuencia, tampoco sobre el matrimonio y sobre la familia. La misma
diferencia sexual, intrínseca al aspecto biológico del varón y la mujer, no se
fundamenta en la naturaleza sino que se considera un simple producto cultural,
que cada uno puede cambiar según sus propias concepciones. Con ello se niega y
se destruye la misma existencia de la institución matrimonial y de la familia.
2. El relativismo afirma también que no existe Dios ni la posibilidad de conocerlo
(ateísmo y agnosticismo), y tampoco existen normas éticas y valores permanentes.
Las únicas verdades son las que dimanan de las mayorías parlamentarias.
3. Ante esta realidad tan radical y condicionante, la familia tiene hoy la ineludible
tarea de trasmitir a sus hijos la verdad del hombre. Como ya ocurrió en los
primeros siglos, hoy es de capital importancia conocer y comprender la primera
página del Génesis: existe un Dios personal y bueno, que ha creado al hombre y a
la mujer con igual dignidad pero distintos y complementarios entre sí, y les ha

                                           8
dado la misión de engendrar hijos, mediante la unión indisoluble de ambos en
«una caro» (matrimonio). Los textos que narran la creación del hombre, ponen de
manifiesto que la pareja hombre y mujer son —según el designio de Dios— la
primera expresión de la comunión de personas, pues Eva es creada semejante a
Adán como aquella que, en su alteridad, lo completa (cf. Gén 2,18) para formar
con él una «sola carne» (cf. Gén 2,24). Al mismo tiempo, ambos tienen la misión
procreadora que los hace colaboradores del Creador (cf. Gén 1,28).
4. Esta verdad del hombre y del matrimonio ha sido conocida también por la recta
razón humana. De hecho, todas las culturas han reconocido en sus costumbres y
leyes que el matrimonio consiste sólo en la comunión de hombre y mujer, aunque,
a veces, admitieran la poligamia o la poliginia. Las uniones de personas del mismo
sexo han sido consideradas siempre ajenas a lo que es el matrimonio.
5. San Pablo ha descrito todo esto con trazos muy vigorosos en su carta a los
Romanos, al describir la situación del paganismo de su época y el desorden moral
en que había caído por no querer reconocer en la vida al Dios que había conocido
con la razón (cf. Rom 1,18-32). Esta página neotestamentaria ha de ser bien
conocida hoy por la familia, para no edificar su acción educadora sobre arenas
movedizas. El desconocimiento de Dios lleva también a la ofuscación de la verdad
sobre el hombre.
6. Los Padres de la Iglesia ofrecen doctrina abundante y son un buen ejemplo en el
modo de proceder, pues tuvieron que explicar detenidamente la existencia de un
Dios Creador y Providente, que ha creado el mundo, el hombre y el matrimonio
como realidades buenas; y combatir los desórdenes morales del paganismo que
afectaban al matrimonio y la familia.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Tercera: La familia, educadora de la dignidad y respeto de toda
persona humana
A. Canto inicial
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura bíblica: Jn 9, 1-11
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo;
imagen que encuentra —y está llamada a descubrir cada vez más profundamente
—, su plena razón de ser en el misterio de Cristo. Cristo nos revela a Dios en su
verdad; pero, a la vez, manifiesta también el hombre al hombre. Este hombre ha
recibido de Dios una incomparable e inalienable dignidad, pues ha sido creado a
su imagen y semejanza y destinado a ser hijo adoptivo. Cristo, con su encarnación
se ha unido, de alguna manera, con todo hombre.


                                           9
2. Por haber sido hecho imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de
persona: no es sólo algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de darse libremente
y entrar en comunión con otras personas. Esta relación con Dios puede ser
ignorada, olvidada o removida, pero jamás puede ser eliminada, porque la
persona humana es un ser personal creado por Dios para relacionarse y vivir con
Él.
3. El hombre y la mujer tienen la misma dignidad porque ambos son imagen de
Dios y porque, además, se realizan profundamente a sí mismos reencontrándose
como personas a través del don sincero de sí mismos. La mujer es complemento
del hombre como el hombre lo es de la mujer. Mujer y hombre se complementan
mutuamente, no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino también
ontológico, pues sólo gracias a la dualidad de lo «masculino» y «femenino» se
realiza plenamente «lo humano». Es la «unidad de los dos» la que permite a cada
uno experimentar la relación interpersonal y recíproca. Además, sólo a esta
«unidad de los dos» Dios le confía la obra de la procreación y la vida humana.
4. Toda la creación ha sido hecha para el hombre. En cambio, el hombre ha sido
creado y amado por sí mismo. El hombre existe como un ser único e irrepetible. Es
un ser inteligente y consciente, capaz de reflexionar sobre sí mismo y, por tanto, de
tener conciencia de sí y de sus actos.
5. La dignidad de la persona humana —de toda persona humana— no depende de
ninguna instancia humana, sino de su mismo ser, creado a imagen y semejanza de
Dios. Nadie, por tanto, puede maltratar esa dignidad sin cometer una gravísima
violación del orden querido por el Creador. Por lo mismo, una sociedad justa sólo
puede realizarse en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana.
6. Las personas minusválidas, a pesar de sus limitaciones y los sufrimientos
grabados en sus cuerpos y facultades, siguen siendo sujetos plenamente humanos,
titulares de derechos y deberes, que nadie puede conculcar ni discriminar.
7. Los no nacidos son también personas desde el mismo momento de su
concepción; y su vida no puede ser destruida por el aborto o la experimentación
científica. Destruir la vida de un no nacido, que es completamente inocente, es un
acto de suprema violencia y de gravísima responsabilidad ante Dios.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Cuarta: La familia, trasmisora de los valores y virtudes humanas
A. Canto inicial
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura bíblica; Jn 1, 43-51
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. La familia, nacida de la íntima comunión de vida y de amor conyugal fundada
sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, es el lugar primario de las
                                           10
relaciones interpersonales, el fundamento de la vida de las personas y el prototipo
de toda organización social. Esta cuna de vida y amor es el lugar apropiado en que
el hombre nace y crece, recibe las primeras nociones de la verdad y del bien donde
aprende qué quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente, qué quiere decir
ser persona. La familia es la comunidad natural donde se tiene la primera
experiencia y el primer aprendizaje de la socialidad humana, pues en ella no sólo
se descubre la relación personal entre el «yo» y el «tú», sino que se da el paso al
«nosotros». La entrega recíproca del hombre y de la mujer unidos en matrimonio,
crea un ambiente de vida en el cual el niño puede desarrollar sus potencialidades,
tomar conciencia de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e
irrepetible. En este clima de afecto natural que une a los miembros de la
comunidad familiar cada persona debe ser reconocida y responsabilizada en su
singularidad.
2. La familia educa al hombre según todas sus dimensiones hacia la plenitud de su
dignidad. Es el ámbito más apropiado para la enseñanza y trasmisión de los
valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, que son esenciales para
el desarrollo y bienestar tanto de sus propios miembros como de la sociedad. En
efecto, es la primera escuela de las virtudes sociales, que necesitan todos los
pueblos. La familia ayuda a que las personas desarrollen algunos valores
fundamentales que son imprescindibles para formar ciudadanos libres, honestos y
responsables; vg. la verdad, la justicia, la solidaridad, la ayuda al débil, el amor a
los demás por sí mismos, la tolerancia, etcétera.
3. La familia es la mejor escuela para crear relaciones comunitarias y fraternas,
frente a las actuales tendencias individualistas. En efecto, el amor —que es el alma
de la familia en todas sus dimensiones— sólo es posible si hay entrega sincera de
sí mismo a los demás. Amar significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni
vender sino sólo regalar libre y recíprocamente. Gracias al amor, cada miembro de
la familia es reconocido, aceptado y respetado en su dignidad. Del amor nacen
relaciones vividas como entrega gratuita, y surgen relaciones desinteresadas y de
solidaridad profunda. Como demuestra la experiencia, la familia construye cada
día una red de relaciones interpersonales y educa para vivir en sociedad en un
clima de respeto, justicia y verdadero diálogo.
4. La familia cristiana hace descubrir a los hijos que los abuelos y ancianos no son
inútiles porque no sean productivos, ni gravosos porque necesiten el cuidado
desinteresado y constante de sus hijos y nietos; pues enseña a las nuevas
generaciones, que además de los valores económicos y funcionales, hay otros
bienes: humanos, culturales, morales y sociales que son incluso superiores.
5. La familia ayuda a descubrir el valor social de los bienes que se poseen. Una
mesa, en la que todos comparten los mismos alimentos, adaptados a la salud y
edad de los miembros es un ejemplo, sencillo pero eficacísimo, para descubrir el
sentido social de los bienes creados. El niño va incorporando así criterios y
actitudes que le ayudarán más adelante en esa otra familia más amplia que es la
sociedad.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo

                                          11
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Quinta: La familia, abierta a Dios y al prójimo
A. Canto de entrada
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Ef 5, 25-33
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, para vivir y convivir con
Él. Ni el ateísmo, ni el agnosticismo, ni la indiferencia religiosa son situaciones
naturales del hombre ni pueden tampoco ser situaciones definitivas para una
sociedad. Los hombres estamos re-ligados esencialmente a Dios, como una casa lo
está respecto al arquitecto que la construyó. Las dolorosas consecuencias de
nuestros pecados pueden oscurecer este horizonte, pero, más pronto o más tarde,
añoramos la casa y el amor del Padre del Cielo. Nos ocurre como al hijo pródigo
de la parábola: no dejó de ser hijo cuando marchó de la casa de su padre y, por
eso, a pesar de todos sus extravíos, terminó sintiendo un anhelo irresistible de
volver. De hecho, todos los hombres sienten siempre la nostalgia de Dios y tienen
la misma experiencia que san Agustín, aunque no sean capaces de expresarla con
la misma fuerza y belleza que él: «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón no
descansará, hasta que descanse en Ti» (Confesiones, 1,1).
2. Consciente de esta realidad, la familia cristiana sitúa a Dios en el horizonte de la
vida de sus hijos desde los primeros momentos de su existencia consciente. Es un
ambiente que ellos respiran e incorporan. Esto les ayuda a descubrir y acoger a
Dios, a Jesucristo, al Espíritu Santo y a la Iglesia. Con plena coherencia, ya desde el
primer momento de su nacimiento, los padres piden a la Iglesia el Bautismo para
ellos y les llevan con gozo a recibir las aguas bautismales. Luego, les acompañan
en la preparación a la Primera Comunión y a la Confirmación y les inscriben en la
catequesis parroquial y buscan para ellos la escuela que mejor les eduque en la
religión católica.
3. Sin embargo, la verdadera educación cristiana de los hijos no se limita a incluir a
Dios entre las cosas importantes de su vida, sino que sitúa a Dios en el centro de
esa vida, de modo que todas demás actividades y realidades: la inteligencia, el
sentimiento, la libertad, el trabajo, el descanso, el dolor, la enfermedad, las
alegrías, los bienes materiales, la cultura, en una palabra: todo, estén modelados y
regidos por el amor a Dios. Los hijos tienen que habituarse a pensar antes de cada
acción u omisión: «¿qué quiere Dios que haga o deje de hacer ahora?» Jesucristo
confirmó la fe y convicción de los fieles de la Antigua Alianza, sobre el que
consideraban como «el gran mandamiento», cuando respondió al doctor de la Ley
que «el primer mandamiento es éste: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas» (cf. Mc 12,28; Lc 10,25; Mt
22,36s).
4. Esta educación en la centralidad del amor a Dios la realizan los padres, sobre
todo, a través de las realidades de la vida diaria: rezando en familia en las
                                           12
comidas, fomentando en los hijos la gratitud a Dios por los dones recibidos,
acudiendo a Él en los momentos de dolor en cualquiera de sus formas,
participando en la misa dominical con ellos, acompañándoles a recibir el
sacramento de la Reconciliación, etc.
5. La pregunta del doctor de Ley sólo incluía «cuál es el primer mandamiento».
Pero Jesús, al responderle, añadió: el segundo es semejante a éste: «amarás al
prójimo como a ti mismo». El amor, pues, al prójimo es «su mandamiento» y «el
distintivo» de sus discípulos. Como concluía san Juan con fina sicología: «Si no
amamos al prójimo a quien vemos ¿cómo vamos a amar a Dios a quien no
vemos?» (1 Jn 4,20).
6. Los padres han de ayudar a sus hijos a descubrir al prójimo, especialmente al
necesitado, y a realizar pequeños pero constantes servicios: compartir con sus
hermanos los juguetes y regalos, ayudar a los que son más pequeños, dar limosna
al pobre de la calle, visitar a los familiares enfermos, acompañar a los abuelos y
prestarles pequeños servicios, aceptar a las personas haciéndoles pasar por alto y
perdonar las pequeñas limitaciones y ofensas de cada día, etc. Estas cosas,
repetidas una y otra vez, configuran la mentalidad y crean hábitos buenos, para
afrontar la vida del « prejuicio» mediante el amor a los demás, y hacerles así
capaces de crear una sociedad nueva.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Sexta: La familia, formadora de la recta conciencia moral
A. Canto de entrada
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Ef 6, 1-17
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. El hombre actual está cada vez más persuadido de que la dignidad y vocación
de la persona humana requiere que, guiado por la luz de su inteligencia, descubra
los valores inscritos en su naturaleza, los desarrolle sin cesar y los realice en su
vida, logrando así un progreso cada vez mayor. Ahora bien, en sus juicios sobre
los valores morales, es decir, sobre lo que es bueno o malo y, por ello, sobre lo que
debe hacer u omitir, no puede proceder según su personal arbitrio. El hombre, en
lo más hondo de su conciencia, descubre la presencia de una ley que él no se dicta
a sí mismo y a la que debe obedecer. Esta ley ha sido escrita por Dios en su
corazón, de modo que, además de perfeccionarse con ella como persona, será esta
ley por la que Dios le juzgará personalmente.
2. Por consiguiente, no existe verdadera promoción de la dignidad del hombre
más que en el respeto del orden esencial de su naturaleza. Ciertamente, han
cambiado y seguirán cambiando muchas condiciones concretas y muchas
necesidades de la vida humana. Sin embargo, toda evolución de las costumbres y

                                           13
todo género de vida han de mantenerse dentro de los límites que imponen los
principios inmutables fundados sobre los elementos constitutivos y sobre las
relaciones esenciales de la vida humana; elementos y relaciones que están más allá
de las contingencias históricas.
3. Estos principios fundamentales, comprensibles por la razón, están contenidos en
la ley divina, eterna, objetiva y universal, por la que Dios ordena, dirige y gobierna
el mundo y los caminos de la comunidad humana según el designio de su
sabiduría y amor. Dios hace partícipe al hombre de esta ley suya, de modo que el
hombre pueda conocer más y más la verdad inmutable. Además, Cristo ha
instituido a su Iglesia como columna y fundamento de la verdad y le ha dado la
asistencia permanente del Espíritu Santo para que conserve sin error las verdades
de orden moral e interprete auténticamente no sólo la ley positiva revelada sino
también los principios morales que brotan de la misma naturaleza humana y que
atañen al desarrollo y perfección del hombre.
4. Hoy son muchos los que sostienen que la norma de las acciones humanas
particulares no se encuentra ni en la naturaleza humana, ni en la ley revelada, sino
que la única ley absoluta e inmutable es el respeto a la dignidad humana. Más
aún, el relativismo filosófico y moral niega que exista alguna verdad objetiva,
tanto en el plano del ser como del actuar ético. Cada uno tendría su verdad, dado
que cada uno interpreta las cosas y las conductas según su personal inteligencia y
conciencia. La convivencia nos obligaría a una verdad admitida por todos, en
virtud de un consenso que nos haga posible vivir en paz. Este es el fundamento de
las leyes que salen de los Parlamentos democráticos. La Iglesia no tendría nada
que decir y si lo hace invade un terreno que no le corresponde, amenazando
peligrosamente el orden democrático.
5. Desde estas premisas se siguen dañinas consecuencias para la persona, la
familia y la sociedad. Así se explica la justificación del aborto como un derecho de
la mujer, los intentos de legalizar la eutanasia, el control de los nacimientos, las
leyes cada vez más permisivas del divorcio, las relaciones extra-conyugales, etc.
etc.
6. La familia cristiana tiene el grandísimo reto de formar en la verdad y en la
rectitud la conciencia moral de los hijos, respetando escrupulosamente su
dignidad y libertad, de modo que les ayude a formarse una conciencia recta sobre
las grandes cuestiones de la vida humana: la adoración y respeto de Dios Creador
y Salvador, el amor a los padres, el respeto a la vida, al propio cuerpo y al de los
demás, el respeto de los bienes materiales y del honor del prójimo, la fraternidad
entre todos los hombres, el destino universal de los bienes de la creación, la no
discriminación por motivos religiosos, sociales o económicos, etc. Puntos firmes de
esta enseñanza son los preceptos del Decálogo y las Bienaventuranzas.
7. Los padres deben educar hoy a sus hijos con confianza y valentía en estos
valores esenciales, comenzando por el más radical de todos: la existencia de la
verdad y la necesidad de buscarla y seguirla para realizarse como hombres. Otros
valores claves hoy son el amor a la justicia y la educación sexual clara y delicada
que lleve a una valoración personal del cuerpo y a superar la mentalidad y praxis
que lo reduce a objeto de placer egoísta.

                                         14
8. Condición fundamental de esta educación es crear en los hijos amor y sintonía
hacia la Iglesia y, más en particular, hacia el Papa, los obispos y los sacerdotes;
para que vean en ellos la preocupación de una madre buena que los quiere y sólo
desea ayudarles a vivir de modo recto y digno en este mundo y gozar de la
contemplación de Dios en la gloria.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Séptima: La familia, primera experiencia de Iglesia
A. Canto inicial
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Hech 2, 36-47
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. La Iglesia —Pueblo de Dios, Cuerpo Místico de Cristo y Templo del Espíritu
Santo —es signo e instrumento universal de salvación por el triple ministerio de la
evangelización, la celebración y la vivencia de la caridad. Gracias al ministerio
evangelizador, la Iglesia proclama la gran Buena Noticia de que «Dios quiere que
todos los hombres se salven» (1 Tim 2,4) y que para eso envió a su Hijo Único al
mundo. Por el ministerio de los sacramentos de la iniciación, incorpora nuevos
miembros, les robustece y alimenta; por los sacramentos de la sanación, les cura de
sus pecados y les alivia en la enfermedad; por los sacramentos del Orden y del
Matrimonio asegura y cuida eficazmente de sí misma y de la sociedad. Por la
vivencia de la caridad, construye la fraternidad de los hijos de Dios y se hace
fermento de la sociedad humana.
2. La familia es la primera experiencia de Iglesia que vive una persona, pues en
ella la persona tiene una primera y elemental iniciación a la fe, recibe los primeros
sacramentos y tiene la primera experiencia de la caridad.
3. En efecto, nada más nacer, los padres llevan a bautizar a sus hijos y se
comprometen a educarles de modo que puedan recibir la Confirmación y la
Primera Comunión, iniciándoles así en el misterio de Cristo y de la Iglesia.
Cuando apenas son capaces de entender algo, les enseñan las primeras oraciones,
bendicen con ellos la mesa, usan signos religiosos, y les inician en los primeros
rudimentos del amor a la Virgen. Cuando ya son capaces de comprender mejor,
leen con ellos la Palabra de Dios y se la explican de una manera sencilla y
asequible. Y les son especialmente cercanos y participes en el momento en que
asumen las responsabilidades de su vocación personal, como la elección
matrimonial o sacerdotal, religiosa o celibataria en medio del mundo. Desde el
mismo momento de su nacimiento, les muestran un inmenso cariño y una
constante dedicación, sobre todo, cuando están enfermos o tienen alguna
malformación o deficiencia física o psíquica.



                                           15
4. Una experiencia particularmente intensa de Iglesia en familia acontece cuando
padres e hijos participan en la Misa del domingo. En ella, al reunirse con otras
familias y otros hermanos en la fe, escuchan la Palabra de Dios, rezan por las
necesidades de todos los necesitados y se alimentan de Cristo inmolado por
nosotros. La fe crece y se desarrolla con estas experiencias tan hermosas que dan
sentido a la vida ordinaria, infunden paz en el corazón.
5. En familia se viven también experiencias especiales de la Iglesia en su
dimensión apostólica en algunos momentos particulares, vg: el Día de la Santa
Infancia, el Domund, la Campaña del Hambre, la ayuda países subdesarrollados o
azotados por grandes calamidades, terremotos, ciclones, , etc.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Octava: Colaboradores de la familia: la parroquia y la escuela
A. Canto de entrada
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Lc 6, 6-11
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. La educación cristiana busca, ciertamente, la madurez de la persona humana;
pero busca, sobre todo, que los bautizados se hagan cada día más conscientes del
don recibido de la fe; aprendan a adorar a Dios Padre en espíritu y en verdad (cf.
Jn 4,23), sobre todo, en la acción litúrgica; se formen para vivir según el «hombre
nuevo» en justicia y santidad de verdad (cf. Ef 4,22-23) y así lleguen al hombre
perfecto en la edad de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13) y contribuyan al
crecimiento del Cuerpo Místico; se acostumbren a dar testimonio de la esperanza
que hay en ellos (cf. 1Pe 3,15) y contribuyan eficazmente a la configuración
cristiana del mundo (cf. Gravissimum educationis, 2).
2. Los padres, al dar la vida a sus hijos, asumen la gravísima obligación de
educarles y, a la vez, reciben el derecho de ser sus primeros y principales
educadores. A ellos corresponde, por tanto, formar un ambiente familiar animado
por el amor, la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación
integral de los hijos. Por ello, la familia es —como ya se ha dicho en las catequesis
anteriores— la primera escuela de las virtudes sociales que todas las sociedades
necesitan, el espacio donde los hijos aprenden desde los primeros años a conocer y
adorar a Dios y amar al prójimo, el ámbito donde se tiene la primera experiencia
de la sociedad humana y de la Iglesia, y el medio más eficaz para introducir a los
hijos en la sociedad civil y en el Pueblo de Dios. La trascendencia de la familia
cristiana es, pues, realmente extraordinaria para la vida y el progreso de la Iglesia;
tanto que, cuando falta, es muy difícil suplirla.
3. Pero la familia no se basta a sí misma para realizar su misión sino que necesita la
ayuda del Estado. Es obligación de la sociedad civil tutelar los derechos y deberes

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de los padres y de los demás que intervienen en la educación, colaborar con ellos,
completar —cuando no es suficiente el esfuerzo de los padres y de otras
sociedades— la obra de la educación según el principio de subsidiariedad y
atendiendo los deseos de los padres, y crear escuelas e institutos propios según lo
exija el bien común. El Estado, por tanto, lejos de ser antagonista o entrar en
conflicto con los padres, debe ser su mejor aliado y colaborador, aportando todo y
sólo lo que los padres no pueden aportar y hacerlo en la dirección que indiquen
los padres. Esta colaboración leal y eficaz ha de darse también en los profesores de
todos los centros de educación, sean privados o públicos. De esta colaboración
saldrán beneficiados los hijos, en primer lugar; pero también la misma sociedad y
la escuela, porque esos hijos serán mañana mejores ciudadanos y muchos de ellos
harán verdaderas aportaciones al progreso de la escuela.
4. La familia necesita también de la parroquia. Los padres, en efecto, realizan la
educación en la fe, sobre todo, por el testimonio de su vida cristiana,
especialmente por la experiencia de amor incondicional con que aman a los hijos y
por el amor profundo que éstos se tienen entre sí; lo cual es un signo vivo del
amor de Dios Padre. Además, según su capacidad, están llamados a dar una
instrucción religiosa, generalmente de carácter ocasional o no sistemática; la cual
llevan a cabo descubriendo la presencia del misterio de Cristo Salvador del mundo
en los acontecimientos de la vida familiar, en las fiestas del año litúrgico, en la
actividad que los niños realizan en la escuela, en la parroquia y en las
agrupaciones, etcétera. Sin embargo, necesita la ayuda de la parroquia, porque la
vida de fe va madurando en los hijos en la medida en que se va incorporando, de
una manera consciente, en la vida concreta del Pueblo de Dios, lo cual acontece
sobre todo en la parroquia. Es ahí donde el niño y el adolescente, primero, y luego
el adulto, celebra y se alimenta con los sacramentos, participa en la Liturgia y se
integra en una comunidad dinámica de caridad y apostolado. Por eso, la parroquia
ha de ponerse siempre al servicio de los padres —no a la inversa—, especialmente
en los sacramentos de la Iniciación cristiana.
5. Familia, escuela y parroquia son tres realidades que quedan integradas y
conjuntadas por la educación que deben recibir los hijos. Cuanto mayor sea la
mutua colaboración e intercambio, y más afectuosas sean las relaciones, tanto más
eficaz será la educación de los hijos.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Novena: La familia y el modelo de la familia de Nazaret
A. Canto de entrada
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Lc 2, 41-52
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia


                                           17
1. Las noticias que nos han trasmitido los Evangelios sobre la familia de Nazaret
son escasas, pero muy ilustrativas.
2. Es una familia constituida sobre la base del matrimonio entre José y María. Ellos
estuvieron realmente casados, como señalan san Mateo y san Lucas; y vivieron así
hasta el fallecimiento de José. Jesús era hijo verdadero de María. San José no era
padre natural —porque no lo engendró— ni adoptivo, sino putativo, es decir: era
considerado por los vecinos de Nazaret como padre de Jesús, debido a que la
gente ignoraba el misterio de la Encarnación y a que José estaba casado con María.
Esta realidad tiene hoy gran importancia, debido a las legislaciones civiles y a la
cultura ambiental, tan favorables a las uniones de hecho, a las meramente civiles, a
otras formas, al divorcio, etc. La familia de Nazaret se presenta hoy como ejemplo
de pareja formada por un hombre y una mujer, unida por amor de una forma
permanente y con una dimensión pública.
3. La familia de Nazaret vivió como una familia más de ese pueblo. Es decir, de
una manera sencilla, humilde, pobre, trabajadora, amante de las tradiciones
culturales y religiosas de su nación, profundamente religiosa y alejada de los
centros del poder religioso y civil. Un viajero que visitara Nazaret y desconociera
los hechos que conocemos nosotros, no encontraría ningún detalle que
distinguiese a la sagrada familia del resto de las familias: ni en la vivienda que
usaban, ni en el modo de vestir, ni en la comida, ni en la presencia en los actos
religiosos que se celebraban en la sinagoga, ni en nada. Dios nos ha querido
revelar que la vida corriente y de cada día es el lugar donde Él nos espera para que
le amemos y realicemos su proyecto sobre nosotros. El secreto es vivir «esa» vida
con el mismo amor y constancia que la sagrada Familia.
4. Los Evangelios de la infancia no dilucidan la profesión que ejerció san José:
herrero, carpintero, artesano, ... En cambio, señalan claramente que era un
trabajador manual y que se ganaba la vida trabajando. María se dedicaba, como
todas las mujeres casadas, a moler y cocer el pan de cada día, atender las labores
domésticas del hogar y prestar pequeños servicios a los demás. De Jesús no dicen
nada, pero dejan suponer que ayudaba a María y, más tarde, a san José en sus
trabajos manuales. La familia de Nazaret vivió lo que hoy llamamos «el evangelio
del trabajo»; es decir: el trabajo como realidad maravillosa que da una
participación en la obra creadora de Dios, que sirve para sacar adelante la propia
familia y ayudar a los demás, y para santificarse y santificar por medio de él.
También en esto es un modelo perfecto para la familia actual. Muchas siguen
viviendo igual que ella y otras, pese al trabajo de la mujer fuera del hogar y a la
tecnificación de las tareas domésticas sigue siendo fundamentalmente igual.
5. La familia de Nazaret era una familia israelita profundamente creyente y
practicante. Al igual que hacía el resto de familias piadosas, rezaban siempre en
cada comida, iban cada semana a escuchar la lectura y explicación del Antiguo
Testamento en la sinagoga, subían a Jerusalén para celebrar la fiestas de
peregrinación, como la Pascua y Pentecostés, rezaban tres veces al día el famoso
credo hebraico «Escucha Israel».
De este modo, también hoy, la bendición de la mesa a la hora de las comidas, la
participación semanal en la misa del domingo y la lectura de la Sagrada Escritura

                                        18
siguen siendo fundamentales para que la familia cristiana realice su misión
educadora.
6. La vida de la familia de Nazaret estaba totalmente centrada en Dios: Dios lo era
todo para ella. Cuando todavía eran novios, José se fió de Dios, cuando le reveló
por medio del ángel que la gravidez de María era obra del Espíritu Santo. De
casados, María y José tuvieron que oír del hijo al que acababan de encontrar, tras
días de angustiosa búsqueda, estas palabras: «Por qué me buscabais. ¿No sabías
que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?» (Lc 2,49). Ellos no lo entendieron,
pero lo aceptaron y trataron de encontrar su sentido. María, por su parte, no se
derrumbo en la fe cuando vio a su hijo clavado en la cruz como un criminal e
insultado por los jefes del pueblo. La familia cristiana, cuya vida es siempre un
cuadro de luces y sombras, encuentra la paz y la alegría cuando sabe ver a Dios en
ello, aunque no acierte a comprenderlo.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
Catequesis Décima: La familia, destinataria y agente de la nueva evangelización
A. Canto de entrada
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Hech 18, 23-28
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. «La futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica»
(Discurso de Juan Pablo II a la III Asamblea general de obispos de América Latina,
1979). Más aún, la familia es el corazón de la Nueva Evangelización (cf. Discurso
de Juan Pablo II a los Obispos de África encargados de la pastoral familiar, 1992).
La historia de la Iglesia lo confirma desde sus orígenes. Un caso típico es el de san
Agustín, convertido por la gracia de Dios implorada con las lágrimas abundantes
de su madre, santa Mónica. La familia realiza «su misión de anunciar el evangelio,
principalmente mediante la educación de los hijos» (EV 92).
2. La misión evangelizadora de la familia está radicada en el Bautismo y recibe
una nueva forma con la gracia sacramental del matrimonio.
3. La tarea evangelizadora de la familia cristiana se hace especialmente necesaria y
urgente en los lugares donde una legislación antirreligiosa pretende incluso
impedir la educación en la fe, o donde ha crecido la incredulidad o ha penetrado el
secularismo hasta el punto de hacer de hecho imposible una verdadera práctica
religiosa. Esa geografía se encuentra principalmente en los países comunistas y ex
comunistas y en los países del llamado primer mundo. La Iglesia doméstica es el
único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica
catequesis sobre las verdades más fundamentales.
4. La familia tiene un modo específico de evangelizar, hecho no de grandes
discursos o lecciones teóricas, sino mediante el amor cotidiano, la sencillez, la

                                           19
concreción y el testimonio diario. Con esta pedagogía trasmite los valores más
importantes del Evangelio. Mediante este método, la fe penetra como por ósmosis,
de una manera tan imperceptible pero tan real, que incluso convierte a la familia
en el primero y mejor seminario de vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada
y al celibato en medio del mundo.
5. El servicio de los cónyuges y padres cristianos a favor del Evangelio es
esencialmente un servicio eclesial. Es decir, está enraizado y derivado de la única
misión de la Iglesia y está orientado a la edificación del Cuerpo de Cristo. Por eso,
el ministerio de evangelización de la familia ha de estar en comunión y
armonizarse responsablemente con los servicios de evangelización y catequesis de
la diócesis y de la parroquia.
6. Este carácter eclesial requiere que la misión evangelizadora de la familia
cristiana posea una dimensión misionera y católica, en plena conformidad con el
mandato universalista de Cristo: «Id por todo el mundo y predicad e Evangelio a
toda criatura» (Mc 16,15) Por eso, incluso es posible que algunos padres se sientan
urgidos a llevar el Evangelio de Cristo «hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8),
como ocurrió en las primeras comunidades cristianas. En cualquier caso, dentro
del mismo ámbito familiar debe realizarse una actividad misionera, anunciando el
Evangelio a los familiares no creyentes y alejados o respecto a las familias que no
viven con coherencia el matrimonio.
7. La familia cristiana se hace comunidad evangelizadora en la medida en que
acoge el Evangelio y madura en la fe. «Igual la Iglesia, la familia debe ser un
espacio donde el Evangelio es trasmitido y desde donde éste se irradia. Dentro,
pues, de una familia consciente de esta misión, todos los miembros evangelizan y
son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el Evangelio, sino que
pueden, a su vez, recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente
vivido...Una familia así se hace evangelizadora de otras familias y del ambiente en
que vive» (EN 71).
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final
--------------------------------------------------------------------------------
Fuentes:
- Vaticano II: Constituciones Lumen gentium y Gaudium et spes; declaración
Gravissimum educationis
- Pablo VI: Humanae vitae
- Juan Pablo II: Familiaris consortium; Gratissimam sane; Evangelium Vitae
- Benedicto XVI: Varios discursos alusivos a la familia
- Catecismo de la Iglesia Católica
- Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia


                                                     20
5. LA FAMILIA FORMADORA, EN LOS VALORES HUMANOS Y
      CRISTIANOS – ANTECEDENTES DEL EVENTO Y TEMAS DE
      PREPARACIÓN SUGERIDOS POR LA COMISION CENTRAL
      COORDINADORA

PRESENTACIÓN

Cada tres años, todas las familias del mundo son invitadas por el Santo Padre a
reunirse para celebrar el gran don que es la familia para los seres humanos. Este es
el sentido del Encuentro Mundial de las Familias: “celebrar el don divino que es la
familia y reunir a las familias para rezar, dialogar, aprender, compartir y
profundizar la comprensión del papel de la familia cristiana como iglesia
doméstica y unidad base de la evangelización” (Pontificio Consejo para la
Familia).

El origen de esta reunión de familias se remonta a 1994, cuando el Santo Padre
Juan Pablo II encargó al Pontificio Consejo para la Familia la organización en
Roma del primer Encuentro Mundial de las Familias. Desde entonces, se ha
venido celebrando cada tres años, teniendo como sede diversas ciudades del
mundo: Río de Janeiro en 1997, de nuevo Roma en el 2000, con motivo del Año
Jubilar, Manila en el 2003 y Valencia en el 2006.

La organización de cada Encuentro Mundial de las Familias corresponde al
Pontificio Consejo para la Familia, en colaboración con la diócesis elegida como
sede, en este caso, como anunció Su Santidad Benedicto XVI al clausurar el
Encuentro de Valencia, la Arquidiócesis Primada de México, cuyo Pastor es S.E.R.
el Sr. Cardenal Norberto Rivera Carrera.

Todo Encuentro Mundial de las Familias consta de varias manifestaciones
principales:

   •   El congreso internacional teológico-pastoral que reúne a los mejores
       exponentes del mundo en el tema de la familia.
   •   Un encuentro festivo, en el que, acompañados de cantos y plegarias, se
       presentan testimonios de familias de todo el mundo.
   •   Una Misa solemne, concelebrada por cardenales, obispos y sacerdotes
       presentes, junto con miles de familias de todo el mundo.

Siguiendo el legado de S.S. Juan Pablo II, el Santo Padre Benedicto XVI no ha
cesado de resaltar la importancia de la alianza conyugal y la familia. En Valencia,
lo hacía con las siguientes palabras: “La justa relación entre el hombre y la mujer
hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y sólo puede
encontrar su respuesta a partir de éste. Por consiguiente es indispensable y
urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los
valores y exigencias de la familia (…) La familia cristiana tiene, hoy más que
nunca, una misión nobilísima e ineludible, como es transmitir la fe, que implica la


                                        21
entrega a Jesucristo, muerto y resucitado, y la inserción en la comunidad eclesial.
Los padres son los primeros evangelizadores de los hijos, don precioso del
Creador, comenzando por la enseñanza de las primeras oraciones. Así se va
construyendo un universo moral enraizado en la voluntad de Dios, en la cual el
hijo crece en los valores humanos y cristianos que dan pleno sentido a la vida”.

La institución familiar en los albores del siglo XXI experimenta los embates de
ideologías contemporáneas como el relativismo, el materialismo, el hedonismo y,
de modo particular, el individualismo, que minan desde la raíz a la comunidad de
vida y amor que es la familia. Ante todo esto, es necesario volver a proponer
varios retos, entre los que destacan:

   •   La formación en valores y virtudes humanas y cristianas.
   •   El testimonio de los padres para lograr una mejor convivencia y
       comunicación.
   •   La necesidad de impulsar una perspectiva de familia, es decir, que las leyes
       y políticas gubernamentales tomen como referente el fortalecimiento y la
       protección de la familia.

Estos subsidios formativos tienen el propósito de apoyar a los padres de familia, y
en general a todos los que tienen interés en el bien que es la familia, a fin de que el
VI Encuentro Mundial de las Familias sea un evento que perdure en el corazón y
en la vida de los hogares.

La Sagrada Familia de Nazaret es el modelo del Evangelio de la Familia, es la
Buena Nueva que la familia moderna, como la de todos los tiempos, tiene que
contemplar, para afrontar con certeza los retos que la modernidad le propone. La
plenitud de la familia radica en desarrollar la identidad y la misión para la que
Dios la constituyó: hacer felices a cada uno de sus miembros desde la unidad del
hogar y tener la seguridad de haber entregado a la siguiente generación los
valores humanos y cristianos necesarios, para seguir haciendo de cada familia un
lugar de encuentro con la vida, con los hermanos y con Dios.

SUBSIDIOS FORMATIVOS DE PREPARACIÓN AL ENCUENTRO

TEMA 01. Qué son los valores y su importancia en la formación de la persona: La
educación en valores como forjadores de la personalidad madura. El cristianismo
cambia la jerarquía de los valores humanos, llevándolos a lo sobrenatural.

TEMA 02. La familia, valor y escuela de valores por la palabra y el testimonio de
los padres.

TEMA 03. El amor fuente de valores: Amor, caridad, respeto, libertad en la
verdad, generosidad, desprendimiento de los hijos que abandonarán a la familia
para formar nuevas familias o para dedicarse a una vocación religiosa.



                                          22
TEMA 04. El valor de la vida y de la persona: El respeto al no nacido, el derecho a
la salud, el cuidado de los enfermos y ancianos. Los padres, colaboradores de Dios
en la transmisión de la vida a los hijos. La familia como lugar de personalización
del ser humano.

TEMA 05. Los valores del espíritu: Fe, oración, vida espiritual, santidad, estado de
gracia. Apertura a la vocación de los hijos (matrimonio, sacerdocio, vida religiosa).

TEMA 06. Los valores del dominio de sí: Fortaleza, esperanza, señorío de sí,
tolerancia, paciencia, prudencia, trabajo, laboriosidad, autoridad, orden.

TEMA 07. Los valores de la corporeidad humana: Educación de la sexualidad,
afectividad. Complementariedad entre el hombre y la mujer. Paternidad y
maternidad.

TEMA 08. Los valores de la comunicación humana: Confianza, comunicación,
unión, paz, alegría.

TEMA 09. Los valores de la rectitud en las relaciones humanas: Honestidad,
honradez, verdad, sinceridad, fidelidad, lealtad, gratitud.

TEMA 10. El valor del sufrimiento: Dolor, perdón y reconciliación, sacrificio.

TEMA 11. Los valores del compromiso con la sociedad: Solidaridad, justicia,
convivencia social y cívica. Espíritu de servicio, responsabilidad. El testimonio de
los padres en el cumplimiento de las obligaciones cívicas. La colaboración activa
hacia el Estado y la Iglesia.

TEMA 12. Los valores del cuidado de la Creación: Respeto a la creación, ecología
cristiana.

TEMA 13. El valor de la honestidad pública y la probidad contra la corrupción.

   6. DOCUMENTOS SOBRE LOS VALORES DE LA FAMILIA

Se presentan a continuación los distintos documentos sobre los valores que se entregaron
en el encuentro. Fueron preparados por el P. Sergio G. Román. Se trata de 49 valores,
tratados en documentos cortos, ilustrados con ejemplos y con puntos claves para
desarrollar el valor.


                                   LA DIGNIDAD
P. Sergio G. Román
La familia es el lugar de formación donde se aprende a vivir los grandes valores; el
lugar querido por Dios para formar al ser humano; el lugar donde nos instruimos


                                          23
para ser personas; el lugar donde aprendemos a amar y a ser amados, a ser
generosos, fieles, honestos y esponsables.
Por ello, el semanario Desde la fe publica una serie de fichas coleccionables para
promover los valores desde nuestra familia. Ponemos esta nueva sección bajo el
amparo de la Sagrada Familia: Jesús, María y José. Recuerdos de mi infancia
Cuando éramos niños, teníamos hambre de papá, y no porque estuvieran
separados mis padres, sino porque él viajaba continuamente por cuestiones de
trabajo. Para compensar su ausencia, durante las vacaciones lo acompañábamos y
de ese modo conocimos casi todo el país, aprendiendo no sólo geografía e historia,
sino principios prácticos para la vida, emanados de su sabiduría.
Recuerdo que en cierta ocasión llegamos a un pueblo a la hora de comer. Mi padre
localizó un restaurante y, al estacionar el auto frente a éste, recibió la ayuda de un
hombre que posiblemente tenía retraso mental o algún tipo de parálisis que lo
hacía feo ante nuestros ojos de niños. Mi papá lo trató muy bien y le dio una
propina. Yo creo que nos ganamos el afecto de aquel hombre porque al poco rato
nos alcanzó cuando ya estábamos sentados a la mesa y, entre mil sonrisas,
nos ofreció a mis hermanos y a mí un chicle de esos de cajita. Nuestra primera
reacción fue rechazar la dádiva, pero mi papá, muy oportunamente, nos pidió que
lo recibiéramos. Lo hicimos y dimos las gracias. Aquel hombre se fue feliz.
Entonces vino la lección de mi padre: "nunca rechacen el regalo de un pobre,
aprendan a recibir y a agradecer";. Se me quedó grabado para siempre.
Toda persona es digna de respeto. ¡Qué difícil es educar a un hijo único! Y se hace
más complicado si es hijo de una mamá soltera. A los hijos únicos les hace falta esa
magnífica escuela que son los hermanos. Ellos nos enseñan a preocuparnos por los
demás, a compartir, a hacernos responsables, a trabajar en equipo, a no ser tan
delicados y hasta a defendernos. Convivir con los hermanos nos ayuda a tratar a
los demás con dignidad de la forma más efectiva: siguiendo los mandatos del
amor familiar.
Cuando se tiene un hijo único, los padres deben tener cuidado para ayudarlo a
relacionarse con otros niños y a preocuparse por ellos, pues de otra forma el niño
crecerá en un ambiente de autosuficiencia y egoísmo. Él será el centro del universo
y sentirá que todos los demás están obligados a servirle y a complacerlo.
La vida en familia es la gran oportunidad para que los papás inculquen tanto el
respeto a la dignidad de las demás personas, como el respeto a la propia dignidad.
Los niños imitan, si los papás hablan con respeto del maestro, el niño verá en él
una autoridad. Conozco hogares en los que la personal de servicio es como de la
familia y se les trata con especial cariño. En el hogar se forman las actitudes de
toda la vida y se forja nuestra vocación.
Si los papás se han metalizado, los niños se apegarán a los bienes materiales y
buscarán como finalidad en su vida el ganar mucho dinero. Si la familia es
humanitaria, los hijos tendrán siempre presente el bienestar de los demás para
escoger su vocación.



                                         24
Uno de los signos de la crisis moral de nuestras familias mexicanas es el alto índice
de profesionistas que salen de las carreras relacionadas con los negocios y lo poco
que se buscan las profesiones de interés social.
Si en el hogar se da demasiada atención al dinero fácil, ganado rápido y con poco
esfuerzo, se le cortarán las alas a los hijos que tienen tendencia hacia el
humanismo o hacia lo social. En nuestras clases humildes vemos con frecuencia
que los hijos abandonan sus estudios porque prefieren comenzar a ganar dinero,
por ejemplo, en el comercio ambulante o, peor aún, en alguna actividad no muy
legal.
La escuela del hogar
Es natural reconocer la inmensa dignidad del ser humano, nacida de su
humanidad misma. Merecen el mismo respeto todos los eres humanos: hombre o
mujer; niño, joven, adulto o anciano; rico o pobre; paisano o extranjero; blanco,
moreno, amarillo o negro; enfermo o sano; ¡amigo o enemigo!
En la medida en que reconocemos la dignidad de los demás, crece nuestra propia
dignidad, somos más humanos. Los cristianos tenemos todavía una ventaja más:
nuestro creer nos enseña que todo ser humano está hecho a imagen y semejanza
de Dios y, por si fuera poco, todo humano es nuestro hermano en la fraternidad de
Dios hecho hombre en Jesucristo.
Los discípulos de Jesús sabemos, porque Él nos lo dijo, que todo lo que hacemos
por un hermano más necesitado, lo hacemos por el mismo Cristo. El trato digno a
los demás, fundado en el amor que Dios nos tiene y en el amor que nosotros le
tenemos, se llama caridad, que no es -como a veces la mal entendemos- la limosna
que damos a un pobre.
La caridad es el amor que damos a todo humano porque es nuestro hermano, hijo
del mismo Padre nuestro, al que adoramos.
Es en el hogar donde se aprende a ser digno, siempre y cuando los padres se
traten mutuamente con respeto, den a sus hijos la debida importancia y brinden a
todos un trato amable y respetuoso. A final de cuentas, "la educación se mama, no
se adquiere".


                                     EL BIEN
P. Sergio G. Román
¿Qué tiene de malo si a mí me gusta?
Ingrid tenía un problema de conciencia. Por una parte estaba la enseñanza que sus
papás (de manera especial su mamá) le daban sobre el amor y el sexo, y por otra,
su propio modo de pensar, influenciado por lo que sus amigas y amigos pensaban
sobre esta práctica.
De sus padres recibía solamente prohibiciones y amenazas; de sus amigos, en
cambio, atrevidos consejos basados en tempranas experiencias, muchas de ellas
fraguadas en la imaginación. Dejándose llevar por esos consejos, Ingrid y su novio


                                         25
vivieron su experiencia de ese "amor eterno"; basado en el "qué tiene de malo si a
mí me gusta". ¡Resultó embarazada!
¿Por qué a mí?, se preguntaba Ingrid, espantada por las consecuencias de su
“amor eterno” y recurrió a su enamorado, quien le señaló un cartel
en el Metro donde la invitaban a abortar con toda "seguridad" para ella... ¡Y la
abandonó a su suerte!
¿Abortar? Y otra vez llegaron los consejos bienintencionados, pero fatales: "tienes
derecho sobre tu cuerpo. No es más que un tumor, todavía no es un ser humano".
"Tener un hijo a tu edad es arruinar tu vida".
Pobrecita Ingrid. En esos momentos se sentía angustiada por el miedo al "te lo
dije" de sus papás, por el qué dirán, por el abandono de su "amor eterno" y por
tener que dejar la escuela. Le daban ganas de matarse.
Puerto seguro
No aguantó más: habló con su mamá y ella a su vez con su papá. Después de la
regañada y todo lo demás, vino la calma y el experimentar la seguridad del amor
familiar, amor de a de verás que todo lo acepta y todo lo comprende.
Decidió recibir al hijo de aquel "amor eterno", tan fugaz e irresponsable con el
apoyo de sus padres que se sentían felices de ser abuelos.
El bien y el mal
Resuelto su problema existencial, Ingrid analiza serenamente qué estuvo bien y
qué estuvo mal y cómo podía ser posible que tanta gente, aparentemente de
buenas intenciones, tuviera criterios tan diferentes sobre el bien y el mal.
Con la ayuda de sus padres fue descubriendo que el bien no es lo que me conviene
o no me conviene, lo que me gusta o no me gusta, lo que la mayoría opina o lo que
todos hacen, sino algo que existe independientemente de la moda o del gusto de
las personas. Viene de las leyes escritas por la naturaleza en el corazón de los
hombres y que son las mismas para todos los hombres de todos los tiempos.
Ingrid se dio cuenta que es muy fácil alterar esas leyes por intereses personales o
de grupo y que hasta es posible que una mayoría vote por algo malo y que no por
eso comienza a ser bueno.
Lo bueno, lo que siempre buscamos para encontrar la felicidad, no obedece al
capricho momentáneo de un individuo o de un grupo, sino que tiene sus raíces
profundas en el orden de la naturaleza, si hablamos humanamente.
El bien supremo
Pero el bien, para los creyentes de todas las religiones, no se funda tan sólo en esas
leyes escritas en el corazón de cada hombre, sino en aquel que las escribió.
Los creyentes en Dios sabemos que, por ejemplo, los diez mandamientos de las
religiones judeocristianas interpretan perfectamente y hasta superan los derechos
humanos. Cumplir esos diez mandamientos significa vivir en armonía con la
naturaleza misma y con Dios.
Los cristianos, además, sabemos que la búsqueda de ese bien se expresa en los tres
valores expresados por Cristo en la síntesis de los diez mandamientos, en la nueva
                                         26
ley de Cristo: ama a Dios y a tu prójimo como a ti mismo. Amor a Dios, Amor al
prójimo, Amor a mi persona, por la dignidad que tengo.
Entendemos, además, los cristianos, que el amor al bien, el buscarlo y hacerlo, es
garantía de un bien eterno, del único amor verdaderamente eterno que puede
haber, es promesa de la felicidad eterna en el Reino de Dios.
Hacer el bien cuesta
Actuar bien es difícil porque muchas veces el mal se nos presenta como algo
necesario para ser felices. Y entonces hasta intentamos disfrazar al mal para que
parezca el bien. La triste experiencia nos dice que cuando caemos en la trampa que
nosotros mismos nos tendemos, las consecuencias son fatales. Ni modo: "el que la
hace la paga";.
Perseverar en el bien, a pesar de los sacrificios y renuncias que eso implica, trae
también sus consecuencias, pero en esta ocasión son buenas. "Haz el bien y te irá
bien".
Hacer el bien, además de la recompensa eterna, trae consigo una recompensa aquí
en la vida temporal: paz interior, benevolencia, gozo y madurez humana.
Se habla mucho de la libertad humana; la verdadera libertad es el compromiso con
el bien y esa libertad no se acaba aunque se viva en una situación de opresión o,
incluso, cárcel y cadenas.
Ingrid descubrió dolorosamente que hay un bien inmutable que no depende de las
conveniencias humanas ni de los intereses egoístas y que tiene su fundamento en
la ley divina escrita en el corazón de todo hombre y hecha presente en cada
momento por la conciencia.
                                LA HONESTIDAD
P. Sergio G. Román
La corrupción somos todos
En cierta ocasión predicaba en Misa acerca de la corrupción. Mientras les decía a
los fieles que tan corrupto es el policía que pide mordida, como quien accede a
darla, una niña de escasos ocho años levantó la mano para pedir la palabra y se la
di extrañado por la interrupción.
¡Mi papá es policía y no es corrupto!
Lo dijo con tanto convencimiento que todos le creímos y toda la asamblea le dio
un espontáneo aplauso. Tiempo después le comenté al papá policía el testimonio
de su hija y lo orgullosa que estaba ella de él. Lo invité a hacerse digno de esa
confianza infantil. Han pasado los años y aquella niña nos ha mostrado siempre
que ella también ha sido honesta como hija, como estudiante, como novia y, hoy,
como esposa y madre. ¡Tuvo buen padre!
¿Qué es ser honesto?
Normalmente pensamos que la honestidad está relacionado tan sólo con el recto
uso de la sexualidad y decimos que una persona es honesta si no es provocativa o
insinuante en su forma de vestir; si no se exhibe en público acariciando o besando
a su pareja, o si es fiel a su cónyuge. Y está bien, esas personas son honestas y las

                                         27
que hacen lo contrario son deshonestas, pero la palabra tiene un mayor alcance: la
honestidad consiste en una vida que corresponde a la ley moral, y la ley moral la
conocemos los creyentes como los diez mandamientos o la hermosa ley del amor,
la ley de Cristo. Honesto es, pues, el que actúa siempre conforme a la voluntad
divina y conforme a su propia conciencia.
En la familia aprendemos a ser honestos
Son los papás quienes, con su ejemplo, enseñan a vivir este valor tan necesario
para una buena relación familiar y social. Si ellos son honestos tendrán autoridad
moral para exigir a sus hijos una buena conducta. Cuando los papás no actúan con
honestidad, ¿con qué cara le pedirán a sus hijos un juego limpio?
El papá que lleva a sus hijos algo que se robó en el trabajo, por pequeño que sea,
les está enseñando que es bueno robar. La mamá que le pide a su hijo que se meta
sin pagar al Metro, lo está enseñando a ser un sinvergüenza, que pensará toda la
vida que está bien que actúe mal mientras no lo vean. Un niño que, jugando fútbol
reconoce que metió un gol usando las manos, a pesar de la rechifla y los reproches
de sus compañeros, está manifestando que es digno de confianza porque es
honesto. Copiar en los exámenes es fraude, pero sólo evitará caer en esa falta, tan
generalizada, el estudiante que ha aprendido a ser honesto. ¿Cómo podrá ser
honesto si los papás le exigen resultados sin que importen los medios?
En México cuesta mucho trabajo ser honesto por el ambiente de corrupción en el
que vivimos, que alienta y premia la deshonestidad. Pasarse un alto por
distracción es una falta que los hijos pueden comprender, pero que el papá ofrezca
al agente de tránsito dinero para que no levante infracción, lo hace ver ante sus
hijos como un hombre corrupto; y si todavía presume de ello como de una gracia,
arruinará para siempre a sus hijos y los hará tan corruptos como él.
¿Qué pasa si no soy honesto?
Si mi vida no corresponde a los principio legales y, sobre todo, morales, no soy
digno de confianza. Pierdo credibilidad y prestigio moral: Nadie compra a un
comerciante deshonesto, el desprestigio hará que su negocio quiebre y se vaya a la
ruina.
Exigimos a un político que sea honesto, por eso se ha puesto de moda -en nuestras
guerras por un cargo público- sacar los trapitos al sol del contrincante, para que la
gente no vote por un candidato deshonesto.
Si hago trampas en el juego y quienes participan lo sospechan, jamás volverán a
jugar conmigo, si no es que pasa algo peor.
El deshonesto es aislado y pierde la oportunidad de convivir con la gente buena,
sólo le quedará rodearse de personas sin principios tan deshonestas como él.
En el plano religioso, la deshonestidad se considera como pecado, porque es violar
a sabiendas una ley justa y la ley divina.
Propósitos para cultivar la honestidad en familia:
  •

   Aceptar las disposiciones justas de las autoridades y acatarlas de buen modo.

                                         28
•
  Nunca actuar contra mis principios morales aunque tenga que renunciar a una
  gran ventaja.
  •

   No engañar a las personas con las que trato.
  •
  Ser coherente entre lo que digo y lo que hago, y portarme bien aunque nadie me
  esté viendo.
  •

   Reconocer la honestidad de los demás y premiarla con mi alabanza sincera.
  •

   Nunca hacer trampas en el juego.
  •

   Jamás alterar o falsificar un documento, por buenos que sean los fines.
  •
  No hacer trampas colándonos sin pagar u ocupando un lugar que no me
  corresponde en las colas.
  •
  No aprovecharme de las influencias para conseguir un servicio negado a los
  demás.
  •

   Ser leal con los que compiten conmigo, reconociendo cuando he perdido.


                            LA RESPONSABILIDAD
P. Sergio G. Román
La Responsabilidad¡ Qué alegría cuando nace el primer hijo! En él se ven
realizados los sueños acariciados muchas veces desde la infancia y en él se fincan
nuevos sueños nacidos del amor generoso de la paternidad.
El hermano mayor
El primer hijo goza de toda la atención de papá y mamá. Para él son todas las
caricias, los cuidados, los juguetes, la ropita que sus ilusionados papás piensan
que el primogénito necesita, hasta que... ¡viene el segundo hijo! Entonces ya hay
otro objeto amado de las atenciones paternales y el hijo mayor se siente
desplazado.
En México decimos que se pone "chípil";, es decir, celoso. Y allí entra la sabiduría
natural de los padres: hacen que el hermano mayor comparta con ellos la
responsabilidad de amar y servir al recién llegado y a los que vendrán después. El



                                        29
hermano mayor se convierte en algo así como una sucursal de los papás. Es el
papá o la mamá suplente.
Esta responsabilidad, nacida del amor fraterno, marca al hermano mayor para
toda la vida. Los primogénitos reciben una educación diferente a la de los demás
hermanos y, aunque nos parezca injusto cargar sobre un niño tanta
responsabilidad, a la larga los hermanos mayores suelen ser más autosuficientes,
menos dependientes, más líderes, más capacitados para enfrentar los problemas
de la vida.
El premio que reciben por su oficio de papás chiquitos es el lugar tan especial que
ocupan en la familia para siempre, para toda la vida, aún cuando ya todos los
hermanos sean adultos. Ellos serán el lazo de unión de los hermanos y los que
aportarán los criterios morales en los problemas que se les presenten. Es duro ser
el mayor, pero aprenden a ser muy responsables.
¿Qué es ser responsable?
Responsable es el que cumple con su obligación sin presiones inmediatas.
Responsable es un hombre libre que sabe usar su capacidad de elegir; no es
responsabilidad la del que cumple su deber, obligado por alguien con autoridad.
El responsable es consciente y está convencido; más aún, cumple movido por un
noble sentimiento de interés por sí mismo o por su prójimo.
El que cumple obligado es como un animalito amaestrado, domado por el miedo o
por el interés de un beneficio inmediato. En cambio, el que cumple por
convencimiento es libre, es humano.
Cumplir obligado causa fatiga, fastidio y abandono de la labor tan pronto como
cesa       la         vigilancia       del     que        obliga.       Cumplir
responsablemente, causa satisfacción y plenitud y va ligado con la perseverancia
necesaria hasta ver la labor cumplida.
La responsabilidad es un hábito que se forma no sólo por la repetición mecánica
de acciones, sino por el crecimiento en la toma de conciencia del propio bienestar y
de la felicidad de los seres amados.
¿Podríamos decir que la responsabilidad surge necesariamente en el momento
mismo en que nos damos cuenta de que los demás nos necesitan? Nos damos
cuenta de que hay algo de esto cuando vemos cómo se transforman los jóvenes
cuando se casan y son papás. Ahora tienen una responsabilidad.
Se aprende a ser responsable
Hemos visto cómo los hermanos mayores, normalmente, son educados en la
responsabilidad. ¿Y los demás? Tener hermanos es una lección continua de amor
y, por lo tanto, de responsabilidad. La familia misma es la escuela en la que se
aprende a ser responsable, pero algunos alumnos hacen trampa y se escapan de
esas                clases           aprendiendo               a             ser
egoístas. Cuando el papá o la mamá no son buenos maestros, echan a perder al
hijo y lo hacen irresponsable.
El irresponsable es responsable de la infelicidad


                                        30
¿Por qué ya no se casan ni por la Iglesia ni por lo civil? ¡porque no quieren hacerse
responsables de una esposa o un esposo para toda la vida! Prefieren hacer uniones
a prueba, conseguir parejas desechables y evitar a los hijos.
Cada vez vemos más hombres que no sostienen a su familia con el pretexto de que
la esposa trabaja y cada vez vemos más esposas que mantienen hasta al marido.
Hay empleados que se esfuerzan no en ser más productivos, sino en ver la forma
de trabajar menos y de ganar más, y lo que es más triste, muchos dejan de ser
responsables por un beneficio egoísta.
Descuidar nuestras obligaciones, no cumplir con nuestro trabajo, no asistir a clases
o no hacer tareas, nos hace responsables, pero de la infelicidad propia y de la de
nuestros seres queridos.
Para hacer responsables a los hijos:

   •   Si desean hijos responsables, sean papás responsables.
   •   Hacerles ver que el trabajo y las labores del hogar no son una carga que se
       haga por obligación, sino por amor.
   •   Cumplir junto con ellos los deberes patrios, sociales, religiosos y familiares.
   •   Repartir equitativa y proporcionalmente las tareas del hogar.
   •   Revisar que hagan sus tareas completas y bien.
   •   No castigarlos haciendo que falten a un compromiso que como papás
       aceptaron: prohibirles ir al equipo deportivo, al grupo parroquial, al grupo
       cultural.
   •   Una vez que se impone un castigo, hacer que lo cumplan, porque si no,
       pierden su autoridad.
   •   Si se le da autoridad a un hermano sobre los demás, exigir que se le respete
       y cuidar de que éste no abuse.
   •   Enseñarlos a cuidar sus juguetes, su ropa y los bienes comunes.
   •   Un animalito no es un juguete. Exige atención y compañía.
   •   Enseñarles a ganarse la vida y a dar gasto al hogar.
   •   Ayudarles a cumplir sus compromisos escolares, sociales y laborales.

                                   LA VERDAD
P. Sergio G. Román
Hambre de la verdad
Convivir con un niño es una experiencia que nos enriquece. ¡Qué maravilla
descubrir el hambre de verdad de una mente nueva, recién estrenada! Los niños
nos permiten descubrir de nuevo ese mundo al que ya estamos tan
acostumbrados.
“¿Por qué?”, “¿qué es?”, “¿cómo se llama?”, “¡explícame!”, “¡enséñame!”,
“¡déjame ver!”, son frases que repiten los niños sin cansarse y sin tomar en cuenta
nuestro cansancio… y nuestra ignorancia. Ellos tienen un hambre insaciable de
saber, de conocer ¡y la tendrán toda la vida!


                                         31
El hombre se caracteriza por su deseo de conocer la verdad y se distingue de los
animalitos en su capacidad para trasmitirla y añadirla a los conocimientos ya
acumulados por la humanidad toda.
Los maestros son eso: seres humanos admirables que se dedican a enseñar
generosamente a otros lo que ellos han aprendido.
El niño observa, usa todos sus sentidos, investiga, desarma, destruye, rompe,
pregunta y vuelve a preguntar sin cansancio para conocer lo que llama su
atención.
Aprovechar ese interés y fomentarlo es el papel de los padres y de los educadores
para enriquecer el conocimiento del niño con la verdad.
¿Y qué es la verdad?
Los pensadores de todos los tiempos -esos que se llaman filósofos porque aman la
sabiduría- han tratado de responder de diferentes formas a esta pregunta. Algunos
dicen que no existe la verdad por sí misma, que es algo relativo y que depende de
cada persona. Hay un dicho sobre esta posición: "en esta vida, nada es verdad y
nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira".
Esta forma de pensar lleva al desconcierto y, en cierto modo, a una vida amoral,
sin reglas, en las que todos tienen razón, piensen lo que piensen o hagan lo que
hagan, y la verdad, en todo caso, será aquella en la que más personas estén de
acuerdo. Proceder así nos hace caer en el absurdo de aceptar el asesinato de los no
nacidos como algo bueno porque una mayoría de representantes, actuando bajo
consigna partidista, decidió legalizar el aborto.
La verdad existe, independientemente de cada uno de nosotros, y nos toca hacer
todo lo posible para encontrarla.
Si yo tengo mi verdad y tú la tuya, no te debo matar porque piensas de una forma
diferente, ni tú debes sentir que soy tu enemigo irreconciliable. Yo debo respetar
tu conciencia y tengo derecho a recibir de ti semejante trato. El siguiente paso es
exponerte mi verdad y cocer la tuya: yo tomaré de tu verdad lo que coincida con
mi forma de pensar y tú harás lo mismo. Habremos caminado juntos en busca de
la verdad única y nos habremos liberado del odio y la discriminación.
¿Qué es la verdad?
El tomismo, que sirvió a la Iglesia como base de sus estudios filosóficos y
teológicos, nos da una definición de la verdad: Adæcuatio rei et intellectus (la
adecuación de la realidad y del intelecto); es decir, el acto por el cual el intelecto
capta la realidad.
Pero Jesús nos da otra definición a quienes creemos en Él: "Yo soy el camino, la
verdad y la vida; (Jn 14, 6). En efecto, para los cristianos, Dios es la suma verdad y
el fundamento de toda verdad. Esa hambre que siente el ser humano de la verdad
a final de cuentas es hambre de Dios, es el hombre que por su naturaleza tiende a
Dios.
La mentira



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Si la verdad hace libre al hombre, la mentira lo esclaviza. Todos, tristemente,
tenemos la experiencia de cómo una sola mentira, aparentemente inocente,
desencadena una serie de mentiras para sostener la primera. Hay vidas que se han
construido sobre los cimientos falsos de una mentira. Los protagonistas de esas
vidas viven siempre con el terror de ser descubiertos y de que su edificio se
derrumbe.
La verdad es una actitud que se forma en el hogar y que surge, también, del amor.
Los seres amados no merecen una mentira. No puedo fincar en falsedades el
aprecio de los que me rodean. No tengo que inventarme cualidades que no tengo
para ser apreciado.
Un mentiroso deja de tener credibilidad y prestigio moral. El que es veraz se gana
la confianza de los demás y su testimonio es válido.
Hogar, escuela de la veracidad
   •   Los papás deben enseñar con el ejemplo.
   •   No acepten nunca ni siquiera las mentiras llamadas "blancas".
   •   Exijan la verdad a sus hijos, pero no castiguen nunca al que tiene el valor de
       decirla, porque entonces aprenderá que no conviene decir la verdad.
   •   Estimulen la búsqueda de la verdad.
   •   Respondan con paciencia a las preguntas de sus niños y, cuando no sepan
       qué responder, digan sinceramente que no lo saben y que van a investigar.
   •   Denuncien la mentira con prudencia para no marcar a alguno de sus hijos
       como mentiroso.
   •   Enseñen a sus hijos a no lastimar con la verdad. Sobre la verdad está el
       amor. Por ejemplo, no se le puede decir a un hermano que le apesta la boca,
       o a una hermana que es fea, aunque sea cierto, porque va de por medio la
       caridad.
   •   No dejen que los niños mientan a los maestros para justificar una falta o el
       no haber hecho la tarea.
   •   En el noviazgo y en la amistad es importante decir la verdad para evitar
       desengaños futuros.

- SIAME - Sistema Informativo Arquidiócesis de México -

                                      SERVIR
P. Sergio G. Román
!Yo!
Se llama Marisa. Cuando era adolescente asistió a una junta en la que se convocó a
los jóvenes de la colonia para formar un grupo juvenil. Muy entusiasmados,
proporcionaron sus ideas para la realización del amado proyecto y llegó el
momento de deslindar responsabilidades.
Todos querían participar y lo hacían con generosidad y alegría, pero nos llamó la
atención la actitud de Marisa, quien cada vez que solicitábamos un voluntario
para el trabajo, siempre decía: "¡Yo!". Y lo hacía con entusiasmo, con ganas de

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servir. Marisa barría el salón, llamaba por teléfono desde su casa para recordar las
reuniones, hacía carteles, sacaba copias, ¡se desbarataba sirviendo a los demás!
Le pregunté por qué era tan servicial y me contestó con orgullo: "soy guía scout";.
Desde entonces me cayeron bien los scouts con su lema de "siempre listos" y su
nudo en la pañoleta para recordarles su buena acción de cada día. Se puede contar
con ellos.
El que no vive para servir, no sirve para vivir
A pesar de que tengo muchos años de sacerdote, me sigue impresionando y
llegando al corazón la ceremonia del lavatorio de los pies que la Iglesia celebra el
Jueves Santo. ¡Jesús, el Maestro, el Señor, sirviendo en una tarea tan humilde!
Realmente Él quería mucho a sus apóstoles y allí está la clave de su servicio: servir
a               los            que            uno               ama                es
satisfactorio. El Jueves Santo me ayuda a descubrir la grandeza del amor paternal
que convierte a los papás nada menos que en sirvientes de sus hijos.
Todo el chiste está en amar. Cuando la fe nos lleva a descubrir que el amor que
sentimos a quienes están ligados a nosotros por la sangre, se debe extender a todos
los hijos de Dios, entonces comprendemos y tratamos de imitar el testimonio de
aquellos que gastan su vida al servicio de los que sufren. Pero no sólo la fe mueve
al servicio, pues incluso los no creyentes, cuando descubren la dignidad del
hombre y de toda la creación, aprenden a amar y a servir.
Servir es también una terapia que cura la soledad, la depresión, la dependencia de
las drogas, la mal vivencia en general. Si desean rehabilitar a un hombre, ayúdenlo
a descubrir la satisfacción de servir a los demás y rehará su vida.
El hombre que no sabe amar tampoco sabe servir. Es aquel que cuando se le pide
un servicio, contesta: "¿Y yo qué gano?". El egoísmo es, pues, un impedimento
para el servicio desinteresado.
El hogar, escuela de servicio
En todas las familias sucede que un miembro se niega a ser útil y recibe el servicio
de los demás con un cinismo que lastima al resto. Normalmente son personas
enfermas que necesitan un tratamiento especializado para que reencuentren su
papel en el hogar. Mientras tanto, la paciencia y la tolerancia son el servicio que se
les debe brindar, pero nunca la complicidad.
La armonía familiar supone que cada uno de sus miembros acepta y realiza, por
amor, el servicio que le corresponde; cuando un miembro falla, daña a todos.
Cuando ambos padres tienen que trabajar fuera del hogar se hace más necesario
que los hijos aprendan a servirse y a servir a sus hermanos. De este modo, el hogar
se convierte en una verdadera escuela de hombres y mujeres útiles, llenos de un
gran espíritu de servicio.
Para tener en cuenta:
1 . Aunque es cierto que los padres sirven a sus hijos por obligación, háganles ver
que lo hacen más por amor.



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2 . Eviten pagar a sus hijos por un servicio al hogar porque destruyen la gratuidad
del amor.
3 . No carguen sobre alguno de sus hijos los servicios que deben repartir
equitativamente entre todos.
4 . No discriminen a sus hijas haciéndolas esclavas de sus hermanos varones.
5 . Enseñen a los hijos mayores a preocuparse por los más chicos y a ayudarlos
económicamente cuando ya trabajen.
6 . Como familia escojan algún servicio a la sociedad o a la Iglesia y cúmplanlo
responsablemente.
7 . Dar el lugar en el transporte público, ayudar a un anciano o a un ciego, ser
educados y corteses con las mujeres, son normas de buena educación y, a final de
cuentas, de caridad cristiana.
8. Si nuestro trabajo consiste en dar algún servicio, transformemos la obligación en
amor al prójimo y hagamos más de lo que estamos obligados a hacer.
9 . Hoy en día la sociedad va tomando conciencia de ayudar voluntariamente y se
forman grupos de voluntariado. Pertenecer a uno de ellos es una oportunidad de
servir.
10 . Hay personas que nos sirven porque necesitan ganarse la vida. Agradezcamos
su servicio y tratemos a esos servidores reconociendo su dignidad. La propina es
un signo de agradecimiento.
                                   LA FIDELIDAD
P. Sergio G. Román
Víctor es mecánico. La llave de tuercas -en sus expertas, pero siempre sucias
manos- es una herramienta que parece tener vida propia. Por el esfuerzo, su frente
se llena de sudor y él no tiene a la mano más que la estopa, llena de negra grasa,
con la que limpia continuamente su área de trabajo.
De pronto, una mano femenina, armada de un blanco y perfumado pañuelo
desechable, limpia familiarmente su frente. Es la cliente que observa su trabajo.
Una mujer hermosa con ojos de hambre. Tiene hambre de él. La conversación se
hace insinuante, incitante. ¡Él es hombre y tiene su corazoncito!, pero ese corazón
ya está puesto en una mujer con la que juró ser un solo corazón y un solo espíritu.
En su mano, llena de mugre, observa su anillo matrimonial; lo besa y su trato
hacia la cliente se vuelve limitante, sin perder la cortesía debida. Él es fiel. Él ama.
¿Qué es la fidelidad?
La fidelidad está ligada a la fe. Fiel es el que tiene fe. La fe consiste en la confianza
depositada, generalmente en Dios, pero también en una persona. La fe exige una
respuesta convencida y estable a la que llamamos precisamente fidelidad. Dios es
el primero que es fiel. Su amor no es voluble, es para siempre. De Él, mejor que de
nadie, que es "el siempre fiel";. La fidelidad en el hombre consiste en una respuesta
permanente a un compromiso dado, a una alianza, a un pacto.
Generalmente hablamos de la fidelidad debida al ser amado que excluye todo otro
amor en el matrimonio, pero también se tiene fidelidad a la patria, a la familia, a
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los amigos. Incluso, decimos que el perro es fiel y ha venido a ser signo de la
fidelidad. Santo Domingo presumía de que él era el "can de Dios"; y sus
discípulos, los dominicos, no se ofenden cuando les dicen que son los "Domini
canes", los perros del Señor. Los católicos nos llamamos, en el lenguaje oficial de la
Iglesia, "fieles cristianos";, para señalar nuestra fidelidad a Cristo.
La fidelidad exige una confianza puesta en alguien, la respuesta nacida de esa
confianza y la permanencia en la respuesta. Para que la fidelidad sea plena, debe
amarse a la persona en la que se confía. La fidelidad en el amor.
Frutos de la fidelidad
La fidelidad humana da frutos de certeza y madurez. Es la guía que evita perder el
camino y caer en los barrancos o en las arenas movedizas de la vida. Da frutos de
honor y de un sano orgullo que llena de valentía y audacia al que es fiel. La
fidelidad mueve a los caballeros andantes, de ayer y de hoy, a luchar por Dios, por
su rey y por su dama. Dios, patria y familia.
La fidelidad da armonía a las relaciones familiares y seguridad a los hijos que
saben que tienen derecho a su propio papá y a su propia mamá. En la amistad, la
fidelidad se convierte en un tesoro de valor incalculable que hace que los amigos
cuenten siempre con el mutuo apoyo.
La confianza generada por la fidelidad que se nos tiene, nos hace esperar cosas
grandes y bellas.
La infidelidad, en cambio, produce desilusión, dolor por la traición, pérdida de la
confianza, desesperanza.El que ha dejado de ser fiel, se siente sucio y despreciable,
por mucho que se ame a sí mismo, porque sabe que ha faltado a un pacto y ha
traicionado a aquel que confiaba en él.
Toda infidelidad, en el plano cristiano, es una ofensa a Dios y produce vergüenza
y remordimiento de conciencia.
El hogar, escuela de la fidelidad
En el hogar se aprende a ser fiel. Los hijos tienen como maestros a sus propios
padres. La fidelidad de los esposos no es tan sólo el estar juntos, sino el crecer cada
día en el amor que se tienen. Cuando siguen juntos, pero se desprecian o se odian,
es algo peor que un abandono. Son infieles.
La falta de respuesta a la alianza matrimonial hace que alguno de los cónyuges
busque otros amores. No sólo el cónyuge inocente, sino también los hijos, lo
resienten. ¡Cómo sufren los hijos de los divorciados!, por más que en esta época se
les trate de hacer ver que es lo más normal de la vida que sus padres se separen.
Ellos sienten que se les ha privado injustamente de un derecho.
También se aprende la fidelidad a Dios en el hogar. Esa Misa dominical a la que
las familias cristianas siempre asisten, es una lección viva de fidelidad a Dios. Si se
es infiel a Dios, ¿se podrá ser fiel a los hombres?
Procuren los papás...
1. Enseñar la fidelidad con el ejemplo diariamente.
2. Ser fieles a su cónyuge hasta con el pensamiento.

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3. Corregir toda deslealtad hacia los hermanos o hacia la familia.
4. Alentar a sus hijos a entablar verdaderas amistades y duraderas.
5. Reprobar que, por intereses materiales, prefieran una amistad a otra.
6. No consentir y mucho menos celebrar que los hijos adolescentes tengan dos
novias o jueguen chueco en el noviazgo.
7. Enseñar que también se debe ser fiel a la escuela, a un grupo, a un equipo, a un
trabajo. Es el famoso amor a la camiseta.
8. Cuando tengan que dejar una escuela, un trabajo, un grupo, enseñarles que
deben dar las gracias y dejar las puertas abiertas.
9. Dar testimonio de la fidelidad a la patria cumpliendo con las obligaciones
ciudadanas y participando en el bienestar de su vecindario.
10. Enseñar con el ejemplo la fidelidad a Dios y a la Iglesia a la que pertenecen.


                                   LA JUSTICIA
P. Sergio G. Román
Ángela es una excelente secretaria; tiene una larga experiencia y su presentación es
aceptable. Por una de esas crisis económicas tan frecuentes, la empresa, en la que
trabajó durante muchos años, cerró y despidió a sus mal liquidados empleados.
De pronto, ella se encontró en la calle, sin trabajo y sin juventud. ¿Quién contrata a
una persona mayor de 40 años? Así comenzó una larga peregrinación de empresa
en empresa, pasando por intentos de crear un negocio propio -vendiendo
chacharitas en un tianguis-, y también por ayudar a cuidar unos niños, cuya mamá
trabajaba. Un familiar le consiguió trabajo en una empresa que solicitaba una
secretaria y la contrataron de medio tiempo, a medio sueldo, sin seguro y sin
vacaciones. Actualmente trabaja como esclava, recibiendo órdenes de todos,
haciendo        horas       extras         que       nadie        le     paga        y
siempre con el temor de que la despidan.
–¡No es justo!, ¿por qué no los demandas?– le preguntamos quienes la conocemos.
–Porque necesito el trabajo, aunque sea injusto.¿Cuántos más habrá como ella,
trabajando en esas situaciones injustas? Y todavía los patrones, sin conciencia,
piensan que les están haciendo un favor y, como dice la gente: “¡eso que van a
Misa!”.
¿Qué es la justicia?
Es algo tan importante que la santa Biblia atribuye a Dios el calificativo de Justo.
La justicia se define como “dar a cada quien lo suyo”, y es justa la persona que
sabe dar a cada quien lo que se le debe.Justo no es tan sólo el que cumple la ley,
sino el que vive el espíritu de esa ley.
Las personas que se limitan al cumplimiento riguroso de una ley son legales, pero
pueden no ser justas. Hay leyes que no son justas y que, por lo tanto, no estamos
obligados a cumplir; al contrario, estamos obligados, en conciencia, a no
cumplirlas. Por ejemplo, aquellas leyes de Hitler que mandaban matar a los

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deficientes mentales, a los homosexuales, a los judíos, a los gitanos y a todos
aquellos que no eran de raza pura aria. No se puede cumplir con esas leyes
alegando
que sólo nos toca obedecer.La justicia se aprende en el hogarEn la pasada
peregrinación de la Arquidiócesis de México a la Basílica de Guadalupe me tocó
ver a unos niños que andaban recolectando firmas para protestar contra las leyes
que legitiman el aborto en el Distrito Federal. Esos niños hacen lo que ven que
hacen sus padres y se solidarizan con ellos. Están aprendiendo a ser luchadores
sociales... ¡ya lo son!
Lo importante no es que los niños repitan constantemente la frase “tengo derecho
a...” sino que aprendan a decir, también constantemente, una frase mucho más
bella: “él tiene derecho a...”Como todos los demás valores, también la justicia se
echa a andar a partir del cariño que se tiene a las personas. Podemos quejarnos de
las injusticias que se cometen diariamente contra los inocentes que no conocemos,
pero      cualquier      injusticia  cometida      en    contra    de    un     ser
querido más cercano nos hará no sólo quejarnos, sino trabajar por la justicia en la
medida de nuestras fuerzas, que serán mayores cuanto más cercano y querido sea
el que sufre la injusticia.
“Cuando veas las barbas de tu vecino recortar, pon las tuyas a remojar” dice uno
de esos sabios refranes populares, que nos enseña a preocuparnos por lo que
sufren nuestros vecinos, pues si no remediamos el mal y luchamos contra la
injusticia, muy pronto nosotros mismos seremos, fatalmente, víctimas de esa
injusticia.
Una formación en la justicia hará que nuestros niños se sientan hermanos de todos
los hombres, cercanos y lejanos, y que se preocupen en conocer y vivir la historia
de este mundo donde les tocó vivir. Si los papás comentan, delante de los hijos, lo
que sucede en el mundo y se solidarizan con los que sufren injusticias, estarán
educando a hombres y mujeres con criterio y principios, con una visión que va
más allá del pequeño escenario en el que se mueven, y serán capaces de ser
auténticos ciudadanos del universo, preocupados por su trayectoria y agentes de
cambio dentro de ella.
Denunciar la injusticia y proponer medios para remediarla es la labor del profeta,
que lo hace en el nombre de Dios; y no olvidemos que, por el Bautismo, los
discípulos de Jesús somos miembros de un pueblo de profetas. Una definición
muy bella del profeta es “el que habla con Dios de los hombres y habla a los
hombres de Dios”. Formamos hombres justos...
   •   Cuando tratamos de cumplir la ley de Dios.
   •   Cuando somos justos con los niños, escuchándolos y decidiendo sin
   •   favoritismos.
   •   Cuando tratamos con justicia a los demás, sobre todo a los que trabajan
       para nosotros.
   •   Cuando somos justos y no sólo legales.
   •   Cuando cumplimos la ley aunque nadie nos esté cuidando.



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Encuentro mundial de la familia-México 2009

  • 1. ESCRITOS DE FORMACIÓN EAS Número 37 – Enero de 2009 DOCUMENTOS SOBRE EL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE FAMILIAS DE MÉXICO 2009 COMUNIDADES CRISTIANAS COMPROMETIDAS EAS DE COLOMBIA CIUDAD DE MEDELLÍN COMITÉ DE FORMACIÓN 1
  • 2. El comité de Formación genera documentos periódicamente para beneficio de los EAS y su formación. Los invitamos a leer estos documentos y reflexionar sobre ellos, ojalá algunas veces en comunidad. Los invitamos a coleccionarlos y a divulgarlos. Estos escritos se basan en recopilaciones de documentos de diversos autores, incluyendo personas de los EAS, sometidos en algunos casos a adaptaciones que los hagan más afines y prácticos para los EAS, bajo la responsabilidad del comité. Son bienvenidos los comentarios y los aportes. En este escrito queremos presentar un resumen de las actividades y documentos generados con motivo del VI Encuentro Mundial de la Familia, celebrado en la ciudad de México del 14 al 16 de Enero de 2009. Creemos que se trata de un tema fundamental para los EAS. Pensamos que debemos estar alertas a las actividades que se hacen en el mundo relacionadas con nuestras vivencias de pequeña comunidad y la familia es, sin dudas, una de ellas. A continuación se presenta una gran riqueza de documentos y un índice al principio, para que nuestros lectores puedan escoger. Pensamos que el hecho de que sean muchos documentos debe animar a seleccionar alguno para goce propio o para lectura en comunidad. INDICE DE DOCUMENTOS SOBRE EL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE FAMILIAS – MÉXICO 2009 QUE SE PRESENTAN EN ESTE ESCRITO 1- EL LOGO DEL ENCUENTRO 2- HIMMNO DEL ENCUENTRO 3- ORACIÓN POR LAS FAMILIAS 4- CATEQUESIS PREPARATORIAS PARA EL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS: “LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS”. (Se trata de siete catequesis debidamente presentadas e ilustradas) 5- LA FAMILIA FORMADORA, EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS – ANTECEDENTES DEL EVENTO Y TEMAS DE PREPARACIÓN SUGERIDOS POR LA COMISION CENTRAL COORDINADORA 6- DOCUMENTOS SOBRE LOS VALORES DE LA FAMILIA (Se trata de 49 valores, tratados en documentos cortos, ilustrados con ejemplos y con puntos claves para desarrollar el valor) Los temas 7 a 14 son sobre conferencias que se dieron en el encuentro. 2
  • 3. 7- LAS RELACIONES Y LOS VALORES FAMILIARES SEGÚN LA BIBLIA 8- EMPRESAS FAMILIARES 9- FAMILIA Y SEXUALIDAD 10- LA FAMILIA, EL VALOR DE LA VIDA HUMANA 11- LA IGLESIA COMO FAMILIA DE LAS FAMILIAS 12- LA FAMILIA QUE FORMA, ASPECTOS ESPIRITUALES 13- LA VOCACIÓN EDUCADORA DE LA FAMILIA 14- VALIENTES INICIATIVAS Y TESTIMONIOS A FAVOR DE LA VIDA Y LA FAMILIA Los temas que siguen tienen que ver con las sesiones protocolarias, las sesiones de trabajo y los resúmenes de los días de trabajo. 15- SESIÓN INAUGURAL PRIMERA JORNADA 16- PALABRAS DE PRESIDENTE CALDERÓN 17- RESUMEN DEL SEGUNDO DÍA 18- RESUMEN DE LA TERCERA JORNADA 19- EVENTO FESTIVO Y TESTIMONIAL 20- MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI 21- COMUNICADO DE CLAUSURA DEL ENCUENTRO DOCUMENTOS SOBRE EL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE FAMILIAS – MÉXICO 2009 Basados en materiales tomados de Zenith ( http://www.zenit.org) y de la página web del evento ( http://www.emf2009.com) 1. EL LOGO DEL ENCUENTRO 3
  • 4. El Logo representa a la familia, a través de siluetas humanas, que nace del amor -simbolizado en tres corazones- y regido por la fe, representada por la cruz al tope. La cruz representa la presencia de Dios como sostén de la unidad de la familia. Cristo da fuerza, luz y vida. Los 3 corazones unen o representan a la familia unida por el amor y la relación. La actitud de los miembros de la familia es de confianza y alegría en el Señor. Los tres elementos: la familia, los corazones y la cruz tienen como base una elipse –representando el mundo- con el fin de que se vea como una fraternidad global. Se trata también de representar a la familia, unida por el amor y la fe, lo cual es fundamento de un auténtico desarrollo de todos los valores humanos y cristianos; es decir, del desarrollo integral de la persona a partir de la familia. La familia está en el mundo, pero trasciende fuera de él, gracias a que vive los valores humanos y cristianos. La figura de la mujer, finamente delineada mostrando un embarazo, apunta al tema de la vida, primer valor fundamental, promovida, custodiada y celebrada por la familia. El color verde significa, por una parte la alegre esperanza en el futuro de la Familia, y por otra, el color de México, donde se celebra el VI Encuentro Mundial de las Familias. La combinación de colores negro y verde le da seriedad, elegancia y solemnidad al Encuentro y, al mismo tiempo, un toque de juvenil alegría. 2. HIMMNO DEL ENCUENTRO Se puede bajar de la página web para que lo escuchen. CANTO A LA FAMILIA Autor: José Cantoral Aquí empecé a vivir, aquí empecé a soñar 4
  • 5. a hablar y a caminar; aquí aprendí a rezar, a conocer la fe para enfrentar mis miedos. Aquí sentí el calor de mi primer amor de mi mejor mujer; que todo lo entregó y llena de ilusión formó en su ser, mi cuerpo. Aquí escuché la voz de un héroe, un gran señor que me enseñó a luchar y a conocer a Dios, tratando por igual a todos los demás sin sentirse inferior, ni superior jamás, que siempre predicó con el ejemplo. Es la familia fuerza y unidad es el cimiento de la humanidad, es nuestra sangre que continuará un nuevo tiempo… Es ese amor que es incondicional frente a la calma o a la tempestad, el equilibrio simple y natural del universo. Aquí me equivoqué, aquí me tropecé, confieso que dudé, cuando me vi caer, pero encontré la luz en el consejo fiel de un buen hermano. Así me superé y me recuperé, me pude levantar y supe continuar y abrí mi corazón y me llené de amor dejé el pasado atrás y me volví a inventar porque mi Dios jamás me ha abandonado. Es la familia… Es la familia… Es la familia… 3. ORACIÓN POR LAS FAMILIAS Dios nuestro, Trinidad indivisible, tú creaste al ser humano “a tu imagen y semejanza” y lo formaste admirablemente como varón y mujer para que, unidos y en colaboración recíproca en el amor, 5
  • 6. cumplieran tu proyecto de “ser fecundos y dominar la tierra"; Te pedimos por todas nuestras familias para que, encontrando en ti su modelo e inspiración inicial, que se manifiesta plenamente en la Sagrada Familia de Nazaret, puedan vivir los valores humanos y cristianos que son necesarios para consolidar y sostener la vivencia del amor y sean fundamento para una construcción más humana y cristiana de nuestra sociedad. Te lo pedimos por intercesión de María, Nuestra Madre y de San José. Por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN. 4. CATEQUESIS PREPARATORIAS PARA EL VI ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS: “LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS”. Cada Encuentro Mundial de las Familias se caracteriza por tener un tema específico que ayuda a la profundización de algunos aspectos de la vida y la misión de las familias cristianas. El tema de cada Encuentro es elegido por el Santo Padre y brinda una oportunidad para que haya una verdadera preparación, por medio de la reflexión, para que las familias crezcan en la vivencia de su amor, de su unidad, de su fe, de sus valores, etc. El tema que el Papa Benedicto XVI ha señalado para el VI Encuentro, que se realizará en la Ciudad de México, es: “LA FAMILIA FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS”. Es por eso que el PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA, teniendo en cuenta este tema, ha preparado unas Catequesis que puedan ayudar a esta preparación, especialmente en familia, por medio de un formato de celebración doméstica, que se busca sea accesible a todos. Presentamos ahora estas Catequesis, esperando que sean de gran utilidad en este interesante camino de preparación hacia el VI ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS. -------------------------------------------------------------------------------- Catequesis preparatorias para el VI Encuentro Mundial de las Familias “La familia, formadora en los valores humanos y cristianos”. (México, D.F., 16-18 de enero de 2009) Pontificio Consejo para la Familia TEMARIO 1. La familia, primera educadora de la fe 2. La familia, educadora de la verdad del hombre: el matrimonio y la familia 3. La familia, educadora de la dignidad y respeto de toda persona humana 6
  • 7. 4. La familia, trasmisora de las virtudes y valores humanos 5. La familia, abierta a Dios y al prójimo 6. La familia, formadora de la recta conciencia moral 7. La familia, primera experiencia de Iglesia 8. Colaboradores de la familia: la parroquia y la escuela 9. La familia y el modelo de la familia de Nazaret 10. La familia, destinataria y agente de la nueva evangelización ESTRUCTURA DE CADA ASAMBLEA A. Canto inicial B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura bíblica D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Primera: La familia, primera educadora de la fe A. Canto inicial B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura bíblica: Hech 16, 22-34 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. Dios quiere que todos los hombres conozcan y acepten su plan de salvación, revelado y realizado en Cristo (cf. 1 Tim 1,15-16). Dios habló de muchas maneras a nuestros padres (cf. Heb 1,1; todo el AT). Llegada la plenitud de los tiempos (cf. Gá 4,4) nos habló de modo pleno y definitivo en y por Cristo (cf. Heb 1,2-4): el Padre no tiene otra Palabra que darnos, porque nos dio la única y la última en Cristo. 2. La Iglesia ha recibido el mandato de anunciar a todos los hombres esta gran noticia: «Id al mundo entero y haced discípulos míos todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Los Apóstoles así lo entendieron y realizaron desde el día de Pentecostés, llenando con el anuncio de Cristo Muerto y Resucitado para nuestra salvación a Jerusalén (Hech cap.1-5) y a todo el mundo entonces conocido (cf. Libro de los Hechos y Cartas) 3. La familia cristiana, Iglesia doméstica, participa de esta misión. Más aún, la familia tiene como primeros y principales destinatarios de este anuncio misionero a sus hijos y familiares, como lo atestiguan las Cartas Pastorales paulinas y la praxis posterior. Los esposos santos y los padres cristianos de todos los tiempos así lo han vivido (padre de santa Teresa de Jesús, padre de santa Teresita del Niño Jesús; tantos padres de hoy). A la luz de la feliz experiencia de la Iglesia en las sociedades cristianas de Europa (cuando la familia realizó esta misión educadora con sus hijos) y a la luz también de las gravísimas repercusiones negativas que hoy 7
  • 8. se constatan (por el abandono o descuido de esta misión), es preciso que la familia vuelva a ser la primera educadora de la fe en esas naciones —hoy ya no cristianas de hecho—, en las que se está afianzando la fe y en las que se está implantando la Iglesia. El principal apostolado misionero de los padres tiene que acontecer en su misma familia, pues sería un desorden y un antitestimonio pretender evangelizar a otros, descuidando la evangelización de los nuestros. Los padres trasmiten la fe a sus hijos con el testimonio de su vida cristiana y con su palabra. 4. El núcleo central de esta educación en la fe es el anuncio gozoso y vibrante de Cristo, Muerto y Resucitado por nuestros pecados. En íntima conexión con este núcleo se encuentran las demás verdades contenidas en el Credo de los Apóstoles, los sacramentos y los mandamientos del decálogo. Las virtudes humanas y cristianas forman parte de la educación integral de la fe. (Este bagaje fundamental no se puede presuponer hoy casi nunca, ni siquiera en los países llamados «cristianos» y en los casos en los que los padres piden los sacramentos de la iniciación para sus hijos, dada la crasa ignorancia religiosa y la escasa práctica religiosa de los padres). K. Reflexión del que dirige L. Diálogo M. Compromisos N. Oración comunitaria O. Oración por la familia P. Canto final Catequesis Segunda: La familia, educadora de la verdad del hombre: el matrimonio y la familia A. Canto inicial B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura bíblica: Gén 1, 26-28 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. La principal cuestión que debe encarar hoy la familia en la educación cristiana de sus hijos no es religiosa sino principalmente antropológica: el relativismo radical ético-filosófico. Según él, no existe una verdad objetiva del hombre y, como consecuencia, tampoco sobre el matrimonio y sobre la familia. La misma diferencia sexual, intrínseca al aspecto biológico del varón y la mujer, no se fundamenta en la naturaleza sino que se considera un simple producto cultural, que cada uno puede cambiar según sus propias concepciones. Con ello se niega y se destruye la misma existencia de la institución matrimonial y de la familia. 2. El relativismo afirma también que no existe Dios ni la posibilidad de conocerlo (ateísmo y agnosticismo), y tampoco existen normas éticas y valores permanentes. Las únicas verdades son las que dimanan de las mayorías parlamentarias. 3. Ante esta realidad tan radical y condicionante, la familia tiene hoy la ineludible tarea de trasmitir a sus hijos la verdad del hombre. Como ya ocurrió en los primeros siglos, hoy es de capital importancia conocer y comprender la primera página del Génesis: existe un Dios personal y bueno, que ha creado al hombre y a la mujer con igual dignidad pero distintos y complementarios entre sí, y les ha 8
  • 9. dado la misión de engendrar hijos, mediante la unión indisoluble de ambos en «una caro» (matrimonio). Los textos que narran la creación del hombre, ponen de manifiesto que la pareja hombre y mujer son —según el designio de Dios— la primera expresión de la comunión de personas, pues Eva es creada semejante a Adán como aquella que, en su alteridad, lo completa (cf. Gén 2,18) para formar con él una «sola carne» (cf. Gén 2,24). Al mismo tiempo, ambos tienen la misión procreadora que los hace colaboradores del Creador (cf. Gén 1,28). 4. Esta verdad del hombre y del matrimonio ha sido conocida también por la recta razón humana. De hecho, todas las culturas han reconocido en sus costumbres y leyes que el matrimonio consiste sólo en la comunión de hombre y mujer, aunque, a veces, admitieran la poligamia o la poliginia. Las uniones de personas del mismo sexo han sido consideradas siempre ajenas a lo que es el matrimonio. 5. San Pablo ha descrito todo esto con trazos muy vigorosos en su carta a los Romanos, al describir la situación del paganismo de su época y el desorden moral en que había caído por no querer reconocer en la vida al Dios que había conocido con la razón (cf. Rom 1,18-32). Esta página neotestamentaria ha de ser bien conocida hoy por la familia, para no edificar su acción educadora sobre arenas movedizas. El desconocimiento de Dios lleva también a la ofuscación de la verdad sobre el hombre. 6. Los Padres de la Iglesia ofrecen doctrina abundante y son un buen ejemplo en el modo de proceder, pues tuvieron que explicar detenidamente la existencia de un Dios Creador y Providente, que ha creado el mundo, el hombre y el matrimonio como realidades buenas; y combatir los desórdenes morales del paganismo que afectaban al matrimonio y la familia. E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Tercera: La familia, educadora de la dignidad y respeto de toda persona humana A. Canto inicial B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura bíblica: Jn 9, 1-11 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo; imagen que encuentra —y está llamada a descubrir cada vez más profundamente —, su plena razón de ser en el misterio de Cristo. Cristo nos revela a Dios en su verdad; pero, a la vez, manifiesta también el hombre al hombre. Este hombre ha recibido de Dios una incomparable e inalienable dignidad, pues ha sido creado a su imagen y semejanza y destinado a ser hijo adoptivo. Cristo, con su encarnación se ha unido, de alguna manera, con todo hombre. 9
  • 10. 2. Por haber sido hecho imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona: no es sólo algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de darse libremente y entrar en comunión con otras personas. Esta relación con Dios puede ser ignorada, olvidada o removida, pero jamás puede ser eliminada, porque la persona humana es un ser personal creado por Dios para relacionarse y vivir con Él. 3. El hombre y la mujer tienen la misma dignidad porque ambos son imagen de Dios y porque, además, se realizan profundamente a sí mismos reencontrándose como personas a través del don sincero de sí mismos. La mujer es complemento del hombre como el hombre lo es de la mujer. Mujer y hombre se complementan mutuamente, no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino también ontológico, pues sólo gracias a la dualidad de lo «masculino» y «femenino» se realiza plenamente «lo humano». Es la «unidad de los dos» la que permite a cada uno experimentar la relación interpersonal y recíproca. Además, sólo a esta «unidad de los dos» Dios le confía la obra de la procreación y la vida humana. 4. Toda la creación ha sido hecha para el hombre. En cambio, el hombre ha sido creado y amado por sí mismo. El hombre existe como un ser único e irrepetible. Es un ser inteligente y consciente, capaz de reflexionar sobre sí mismo y, por tanto, de tener conciencia de sí y de sus actos. 5. La dignidad de la persona humana —de toda persona humana— no depende de ninguna instancia humana, sino de su mismo ser, creado a imagen y semejanza de Dios. Nadie, por tanto, puede maltratar esa dignidad sin cometer una gravísima violación del orden querido por el Creador. Por lo mismo, una sociedad justa sólo puede realizarse en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. 6. Las personas minusválidas, a pesar de sus limitaciones y los sufrimientos grabados en sus cuerpos y facultades, siguen siendo sujetos plenamente humanos, titulares de derechos y deberes, que nadie puede conculcar ni discriminar. 7. Los no nacidos son también personas desde el mismo momento de su concepción; y su vida no puede ser destruida por el aborto o la experimentación científica. Destruir la vida de un no nacido, que es completamente inocente, es un acto de suprema violencia y de gravísima responsabilidad ante Dios. E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Cuarta: La familia, trasmisora de los valores y virtudes humanas A. Canto inicial B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura bíblica; Jn 1, 43-51 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. La familia, nacida de la íntima comunión de vida y de amor conyugal fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, es el lugar primario de las 10
  • 11. relaciones interpersonales, el fundamento de la vida de las personas y el prototipo de toda organización social. Esta cuna de vida y amor es el lugar apropiado en que el hombre nace y crece, recibe las primeras nociones de la verdad y del bien donde aprende qué quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente, qué quiere decir ser persona. La familia es la comunidad natural donde se tiene la primera experiencia y el primer aprendizaje de la socialidad humana, pues en ella no sólo se descubre la relación personal entre el «yo» y el «tú», sino que se da el paso al «nosotros». La entrega recíproca del hombre y de la mujer unidos en matrimonio, crea un ambiente de vida en el cual el niño puede desarrollar sus potencialidades, tomar conciencia de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e irrepetible. En este clima de afecto natural que une a los miembros de la comunidad familiar cada persona debe ser reconocida y responsabilizada en su singularidad. 2. La familia educa al hombre según todas sus dimensiones hacia la plenitud de su dignidad. Es el ámbito más apropiado para la enseñanza y trasmisión de los valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, que son esenciales para el desarrollo y bienestar tanto de sus propios miembros como de la sociedad. En efecto, es la primera escuela de las virtudes sociales, que necesitan todos los pueblos. La familia ayuda a que las personas desarrollen algunos valores fundamentales que son imprescindibles para formar ciudadanos libres, honestos y responsables; vg. la verdad, la justicia, la solidaridad, la ayuda al débil, el amor a los demás por sí mismos, la tolerancia, etcétera. 3. La familia es la mejor escuela para crear relaciones comunitarias y fraternas, frente a las actuales tendencias individualistas. En efecto, el amor —que es el alma de la familia en todas sus dimensiones— sólo es posible si hay entrega sincera de sí mismo a los demás. Amar significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender sino sólo regalar libre y recíprocamente. Gracias al amor, cada miembro de la familia es reconocido, aceptado y respetado en su dignidad. Del amor nacen relaciones vividas como entrega gratuita, y surgen relaciones desinteresadas y de solidaridad profunda. Como demuestra la experiencia, la familia construye cada día una red de relaciones interpersonales y educa para vivir en sociedad en un clima de respeto, justicia y verdadero diálogo. 4. La familia cristiana hace descubrir a los hijos que los abuelos y ancianos no son inútiles porque no sean productivos, ni gravosos porque necesiten el cuidado desinteresado y constante de sus hijos y nietos; pues enseña a las nuevas generaciones, que además de los valores económicos y funcionales, hay otros bienes: humanos, culturales, morales y sociales que son incluso superiores. 5. La familia ayuda a descubrir el valor social de los bienes que se poseen. Una mesa, en la que todos comparten los mismos alimentos, adaptados a la salud y edad de los miembros es un ejemplo, sencillo pero eficacísimo, para descubrir el sentido social de los bienes creados. El niño va incorporando así criterios y actitudes que le ayudarán más adelante en esa otra familia más amplia que es la sociedad. E. Reflexión del que dirige F. Diálogo 11
  • 12. G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Quinta: La familia, abierta a Dios y al prójimo A. Canto de entrada B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura de la Biblia: Ef 5, 25-33 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, para vivir y convivir con Él. Ni el ateísmo, ni el agnosticismo, ni la indiferencia religiosa son situaciones naturales del hombre ni pueden tampoco ser situaciones definitivas para una sociedad. Los hombres estamos re-ligados esencialmente a Dios, como una casa lo está respecto al arquitecto que la construyó. Las dolorosas consecuencias de nuestros pecados pueden oscurecer este horizonte, pero, más pronto o más tarde, añoramos la casa y el amor del Padre del Cielo. Nos ocurre como al hijo pródigo de la parábola: no dejó de ser hijo cuando marchó de la casa de su padre y, por eso, a pesar de todos sus extravíos, terminó sintiendo un anhelo irresistible de volver. De hecho, todos los hombres sienten siempre la nostalgia de Dios y tienen la misma experiencia que san Agustín, aunque no sean capaces de expresarla con la misma fuerza y belleza que él: «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón no descansará, hasta que descanse en Ti» (Confesiones, 1,1). 2. Consciente de esta realidad, la familia cristiana sitúa a Dios en el horizonte de la vida de sus hijos desde los primeros momentos de su existencia consciente. Es un ambiente que ellos respiran e incorporan. Esto les ayuda a descubrir y acoger a Dios, a Jesucristo, al Espíritu Santo y a la Iglesia. Con plena coherencia, ya desde el primer momento de su nacimiento, los padres piden a la Iglesia el Bautismo para ellos y les llevan con gozo a recibir las aguas bautismales. Luego, les acompañan en la preparación a la Primera Comunión y a la Confirmación y les inscriben en la catequesis parroquial y buscan para ellos la escuela que mejor les eduque en la religión católica. 3. Sin embargo, la verdadera educación cristiana de los hijos no se limita a incluir a Dios entre las cosas importantes de su vida, sino que sitúa a Dios en el centro de esa vida, de modo que todas demás actividades y realidades: la inteligencia, el sentimiento, la libertad, el trabajo, el descanso, el dolor, la enfermedad, las alegrías, los bienes materiales, la cultura, en una palabra: todo, estén modelados y regidos por el amor a Dios. Los hijos tienen que habituarse a pensar antes de cada acción u omisión: «¿qué quiere Dios que haga o deje de hacer ahora?» Jesucristo confirmó la fe y convicción de los fieles de la Antigua Alianza, sobre el que consideraban como «el gran mandamiento», cuando respondió al doctor de la Ley que «el primer mandamiento es éste: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas» (cf. Mc 12,28; Lc 10,25; Mt 22,36s). 4. Esta educación en la centralidad del amor a Dios la realizan los padres, sobre todo, a través de las realidades de la vida diaria: rezando en familia en las 12
  • 13. comidas, fomentando en los hijos la gratitud a Dios por los dones recibidos, acudiendo a Él en los momentos de dolor en cualquiera de sus formas, participando en la misa dominical con ellos, acompañándoles a recibir el sacramento de la Reconciliación, etc. 5. La pregunta del doctor de Ley sólo incluía «cuál es el primer mandamiento». Pero Jesús, al responderle, añadió: el segundo es semejante a éste: «amarás al prójimo como a ti mismo». El amor, pues, al prójimo es «su mandamiento» y «el distintivo» de sus discípulos. Como concluía san Juan con fina sicología: «Si no amamos al prójimo a quien vemos ¿cómo vamos a amar a Dios a quien no vemos?» (1 Jn 4,20). 6. Los padres han de ayudar a sus hijos a descubrir al prójimo, especialmente al necesitado, y a realizar pequeños pero constantes servicios: compartir con sus hermanos los juguetes y regalos, ayudar a los que son más pequeños, dar limosna al pobre de la calle, visitar a los familiares enfermos, acompañar a los abuelos y prestarles pequeños servicios, aceptar a las personas haciéndoles pasar por alto y perdonar las pequeñas limitaciones y ofensas de cada día, etc. Estas cosas, repetidas una y otra vez, configuran la mentalidad y crean hábitos buenos, para afrontar la vida del « prejuicio» mediante el amor a los demás, y hacerles así capaces de crear una sociedad nueva. E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Sexta: La familia, formadora de la recta conciencia moral A. Canto de entrada B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura de la Biblia: Ef 6, 1-17 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. El hombre actual está cada vez más persuadido de que la dignidad y vocación de la persona humana requiere que, guiado por la luz de su inteligencia, descubra los valores inscritos en su naturaleza, los desarrolle sin cesar y los realice en su vida, logrando así un progreso cada vez mayor. Ahora bien, en sus juicios sobre los valores morales, es decir, sobre lo que es bueno o malo y, por ello, sobre lo que debe hacer u omitir, no puede proceder según su personal arbitrio. El hombre, en lo más hondo de su conciencia, descubre la presencia de una ley que él no se dicta a sí mismo y a la que debe obedecer. Esta ley ha sido escrita por Dios en su corazón, de modo que, además de perfeccionarse con ella como persona, será esta ley por la que Dios le juzgará personalmente. 2. Por consiguiente, no existe verdadera promoción de la dignidad del hombre más que en el respeto del orden esencial de su naturaleza. Ciertamente, han cambiado y seguirán cambiando muchas condiciones concretas y muchas necesidades de la vida humana. Sin embargo, toda evolución de las costumbres y 13
  • 14. todo género de vida han de mantenerse dentro de los límites que imponen los principios inmutables fundados sobre los elementos constitutivos y sobre las relaciones esenciales de la vida humana; elementos y relaciones que están más allá de las contingencias históricas. 3. Estos principios fundamentales, comprensibles por la razón, están contenidos en la ley divina, eterna, objetiva y universal, por la que Dios ordena, dirige y gobierna el mundo y los caminos de la comunidad humana según el designio de su sabiduría y amor. Dios hace partícipe al hombre de esta ley suya, de modo que el hombre pueda conocer más y más la verdad inmutable. Además, Cristo ha instituido a su Iglesia como columna y fundamento de la verdad y le ha dado la asistencia permanente del Espíritu Santo para que conserve sin error las verdades de orden moral e interprete auténticamente no sólo la ley positiva revelada sino también los principios morales que brotan de la misma naturaleza humana y que atañen al desarrollo y perfección del hombre. 4. Hoy son muchos los que sostienen que la norma de las acciones humanas particulares no se encuentra ni en la naturaleza humana, ni en la ley revelada, sino que la única ley absoluta e inmutable es el respeto a la dignidad humana. Más aún, el relativismo filosófico y moral niega que exista alguna verdad objetiva, tanto en el plano del ser como del actuar ético. Cada uno tendría su verdad, dado que cada uno interpreta las cosas y las conductas según su personal inteligencia y conciencia. La convivencia nos obligaría a una verdad admitida por todos, en virtud de un consenso que nos haga posible vivir en paz. Este es el fundamento de las leyes que salen de los Parlamentos democráticos. La Iglesia no tendría nada que decir y si lo hace invade un terreno que no le corresponde, amenazando peligrosamente el orden democrático. 5. Desde estas premisas se siguen dañinas consecuencias para la persona, la familia y la sociedad. Así se explica la justificación del aborto como un derecho de la mujer, los intentos de legalizar la eutanasia, el control de los nacimientos, las leyes cada vez más permisivas del divorcio, las relaciones extra-conyugales, etc. etc. 6. La familia cristiana tiene el grandísimo reto de formar en la verdad y en la rectitud la conciencia moral de los hijos, respetando escrupulosamente su dignidad y libertad, de modo que les ayude a formarse una conciencia recta sobre las grandes cuestiones de la vida humana: la adoración y respeto de Dios Creador y Salvador, el amor a los padres, el respeto a la vida, al propio cuerpo y al de los demás, el respeto de los bienes materiales y del honor del prójimo, la fraternidad entre todos los hombres, el destino universal de los bienes de la creación, la no discriminación por motivos religiosos, sociales o económicos, etc. Puntos firmes de esta enseñanza son los preceptos del Decálogo y las Bienaventuranzas. 7. Los padres deben educar hoy a sus hijos con confianza y valentía en estos valores esenciales, comenzando por el más radical de todos: la existencia de la verdad y la necesidad de buscarla y seguirla para realizarse como hombres. Otros valores claves hoy son el amor a la justicia y la educación sexual clara y delicada que lleve a una valoración personal del cuerpo y a superar la mentalidad y praxis que lo reduce a objeto de placer egoísta. 14
  • 15. 8. Condición fundamental de esta educación es crear en los hijos amor y sintonía hacia la Iglesia y, más en particular, hacia el Papa, los obispos y los sacerdotes; para que vean en ellos la preocupación de una madre buena que los quiere y sólo desea ayudarles a vivir de modo recto y digno en este mundo y gozar de la contemplación de Dios en la gloria. E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Séptima: La familia, primera experiencia de Iglesia A. Canto inicial B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura de la Biblia: Hech 2, 36-47 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. La Iglesia —Pueblo de Dios, Cuerpo Místico de Cristo y Templo del Espíritu Santo —es signo e instrumento universal de salvación por el triple ministerio de la evangelización, la celebración y la vivencia de la caridad. Gracias al ministerio evangelizador, la Iglesia proclama la gran Buena Noticia de que «Dios quiere que todos los hombres se salven» (1 Tim 2,4) y que para eso envió a su Hijo Único al mundo. Por el ministerio de los sacramentos de la iniciación, incorpora nuevos miembros, les robustece y alimenta; por los sacramentos de la sanación, les cura de sus pecados y les alivia en la enfermedad; por los sacramentos del Orden y del Matrimonio asegura y cuida eficazmente de sí misma y de la sociedad. Por la vivencia de la caridad, construye la fraternidad de los hijos de Dios y se hace fermento de la sociedad humana. 2. La familia es la primera experiencia de Iglesia que vive una persona, pues en ella la persona tiene una primera y elemental iniciación a la fe, recibe los primeros sacramentos y tiene la primera experiencia de la caridad. 3. En efecto, nada más nacer, los padres llevan a bautizar a sus hijos y se comprometen a educarles de modo que puedan recibir la Confirmación y la Primera Comunión, iniciándoles así en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Cuando apenas son capaces de entender algo, les enseñan las primeras oraciones, bendicen con ellos la mesa, usan signos religiosos, y les inician en los primeros rudimentos del amor a la Virgen. Cuando ya son capaces de comprender mejor, leen con ellos la Palabra de Dios y se la explican de una manera sencilla y asequible. Y les son especialmente cercanos y participes en el momento en que asumen las responsabilidades de su vocación personal, como la elección matrimonial o sacerdotal, religiosa o celibataria en medio del mundo. Desde el mismo momento de su nacimiento, les muestran un inmenso cariño y una constante dedicación, sobre todo, cuando están enfermos o tienen alguna malformación o deficiencia física o psíquica. 15
  • 16. 4. Una experiencia particularmente intensa de Iglesia en familia acontece cuando padres e hijos participan en la Misa del domingo. En ella, al reunirse con otras familias y otros hermanos en la fe, escuchan la Palabra de Dios, rezan por las necesidades de todos los necesitados y se alimentan de Cristo inmolado por nosotros. La fe crece y se desarrolla con estas experiencias tan hermosas que dan sentido a la vida ordinaria, infunden paz en el corazón. 5. En familia se viven también experiencias especiales de la Iglesia en su dimensión apostólica en algunos momentos particulares, vg: el Día de la Santa Infancia, el Domund, la Campaña del Hambre, la ayuda países subdesarrollados o azotados por grandes calamidades, terremotos, ciclones, , etc. E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Octava: Colaboradores de la familia: la parroquia y la escuela A. Canto de entrada B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura de la Biblia: Lc 6, 6-11 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. La educación cristiana busca, ciertamente, la madurez de la persona humana; pero busca, sobre todo, que los bautizados se hagan cada día más conscientes del don recibido de la fe; aprendan a adorar a Dios Padre en espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23), sobre todo, en la acción litúrgica; se formen para vivir según el «hombre nuevo» en justicia y santidad de verdad (cf. Ef 4,22-23) y así lleguen al hombre perfecto en la edad de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13) y contribuyan al crecimiento del Cuerpo Místico; se acostumbren a dar testimonio de la esperanza que hay en ellos (cf. 1Pe 3,15) y contribuyan eficazmente a la configuración cristiana del mundo (cf. Gravissimum educationis, 2). 2. Los padres, al dar la vida a sus hijos, asumen la gravísima obligación de educarles y, a la vez, reciben el derecho de ser sus primeros y principales educadores. A ellos corresponde, por tanto, formar un ambiente familiar animado por el amor, la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación integral de los hijos. Por ello, la familia es —como ya se ha dicho en las catequesis anteriores— la primera escuela de las virtudes sociales que todas las sociedades necesitan, el espacio donde los hijos aprenden desde los primeros años a conocer y adorar a Dios y amar al prójimo, el ámbito donde se tiene la primera experiencia de la sociedad humana y de la Iglesia, y el medio más eficaz para introducir a los hijos en la sociedad civil y en el Pueblo de Dios. La trascendencia de la familia cristiana es, pues, realmente extraordinaria para la vida y el progreso de la Iglesia; tanto que, cuando falta, es muy difícil suplirla. 3. Pero la familia no se basta a sí misma para realizar su misión sino que necesita la ayuda del Estado. Es obligación de la sociedad civil tutelar los derechos y deberes 16
  • 17. de los padres y de los demás que intervienen en la educación, colaborar con ellos, completar —cuando no es suficiente el esfuerzo de los padres y de otras sociedades— la obra de la educación según el principio de subsidiariedad y atendiendo los deseos de los padres, y crear escuelas e institutos propios según lo exija el bien común. El Estado, por tanto, lejos de ser antagonista o entrar en conflicto con los padres, debe ser su mejor aliado y colaborador, aportando todo y sólo lo que los padres no pueden aportar y hacerlo en la dirección que indiquen los padres. Esta colaboración leal y eficaz ha de darse también en los profesores de todos los centros de educación, sean privados o públicos. De esta colaboración saldrán beneficiados los hijos, en primer lugar; pero también la misma sociedad y la escuela, porque esos hijos serán mañana mejores ciudadanos y muchos de ellos harán verdaderas aportaciones al progreso de la escuela. 4. La familia necesita también de la parroquia. Los padres, en efecto, realizan la educación en la fe, sobre todo, por el testimonio de su vida cristiana, especialmente por la experiencia de amor incondicional con que aman a los hijos y por el amor profundo que éstos se tienen entre sí; lo cual es un signo vivo del amor de Dios Padre. Además, según su capacidad, están llamados a dar una instrucción religiosa, generalmente de carácter ocasional o no sistemática; la cual llevan a cabo descubriendo la presencia del misterio de Cristo Salvador del mundo en los acontecimientos de la vida familiar, en las fiestas del año litúrgico, en la actividad que los niños realizan en la escuela, en la parroquia y en las agrupaciones, etcétera. Sin embargo, necesita la ayuda de la parroquia, porque la vida de fe va madurando en los hijos en la medida en que se va incorporando, de una manera consciente, en la vida concreta del Pueblo de Dios, lo cual acontece sobre todo en la parroquia. Es ahí donde el niño y el adolescente, primero, y luego el adulto, celebra y se alimenta con los sacramentos, participa en la Liturgia y se integra en una comunidad dinámica de caridad y apostolado. Por eso, la parroquia ha de ponerse siempre al servicio de los padres —no a la inversa—, especialmente en los sacramentos de la Iniciación cristiana. 5. Familia, escuela y parroquia son tres realidades que quedan integradas y conjuntadas por la educación que deben recibir los hijos. Cuanto mayor sea la mutua colaboración e intercambio, y más afectuosas sean las relaciones, tanto más eficaz será la educación de los hijos. E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Novena: La familia y el modelo de la familia de Nazaret A. Canto de entrada B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura de la Biblia: Lc 2, 41-52 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 17
  • 18. 1. Las noticias que nos han trasmitido los Evangelios sobre la familia de Nazaret son escasas, pero muy ilustrativas. 2. Es una familia constituida sobre la base del matrimonio entre José y María. Ellos estuvieron realmente casados, como señalan san Mateo y san Lucas; y vivieron así hasta el fallecimiento de José. Jesús era hijo verdadero de María. San José no era padre natural —porque no lo engendró— ni adoptivo, sino putativo, es decir: era considerado por los vecinos de Nazaret como padre de Jesús, debido a que la gente ignoraba el misterio de la Encarnación y a que José estaba casado con María. Esta realidad tiene hoy gran importancia, debido a las legislaciones civiles y a la cultura ambiental, tan favorables a las uniones de hecho, a las meramente civiles, a otras formas, al divorcio, etc. La familia de Nazaret se presenta hoy como ejemplo de pareja formada por un hombre y una mujer, unida por amor de una forma permanente y con una dimensión pública. 3. La familia de Nazaret vivió como una familia más de ese pueblo. Es decir, de una manera sencilla, humilde, pobre, trabajadora, amante de las tradiciones culturales y religiosas de su nación, profundamente religiosa y alejada de los centros del poder religioso y civil. Un viajero que visitara Nazaret y desconociera los hechos que conocemos nosotros, no encontraría ningún detalle que distinguiese a la sagrada familia del resto de las familias: ni en la vivienda que usaban, ni en el modo de vestir, ni en la comida, ni en la presencia en los actos religiosos que se celebraban en la sinagoga, ni en nada. Dios nos ha querido revelar que la vida corriente y de cada día es el lugar donde Él nos espera para que le amemos y realicemos su proyecto sobre nosotros. El secreto es vivir «esa» vida con el mismo amor y constancia que la sagrada Familia. 4. Los Evangelios de la infancia no dilucidan la profesión que ejerció san José: herrero, carpintero, artesano, ... En cambio, señalan claramente que era un trabajador manual y que se ganaba la vida trabajando. María se dedicaba, como todas las mujeres casadas, a moler y cocer el pan de cada día, atender las labores domésticas del hogar y prestar pequeños servicios a los demás. De Jesús no dicen nada, pero dejan suponer que ayudaba a María y, más tarde, a san José en sus trabajos manuales. La familia de Nazaret vivió lo que hoy llamamos «el evangelio del trabajo»; es decir: el trabajo como realidad maravillosa que da una participación en la obra creadora de Dios, que sirve para sacar adelante la propia familia y ayudar a los demás, y para santificarse y santificar por medio de él. También en esto es un modelo perfecto para la familia actual. Muchas siguen viviendo igual que ella y otras, pese al trabajo de la mujer fuera del hogar y a la tecnificación de las tareas domésticas sigue siendo fundamentalmente igual. 5. La familia de Nazaret era una familia israelita profundamente creyente y practicante. Al igual que hacía el resto de familias piadosas, rezaban siempre en cada comida, iban cada semana a escuchar la lectura y explicación del Antiguo Testamento en la sinagoga, subían a Jerusalén para celebrar la fiestas de peregrinación, como la Pascua y Pentecostés, rezaban tres veces al día el famoso credo hebraico «Escucha Israel». De este modo, también hoy, la bendición de la mesa a la hora de las comidas, la participación semanal en la misa del domingo y la lectura de la Sagrada Escritura 18
  • 19. siguen siendo fundamentales para que la familia cristiana realice su misión educadora. 6. La vida de la familia de Nazaret estaba totalmente centrada en Dios: Dios lo era todo para ella. Cuando todavía eran novios, José se fió de Dios, cuando le reveló por medio del ángel que la gravidez de María era obra del Espíritu Santo. De casados, María y José tuvieron que oír del hijo al que acababan de encontrar, tras días de angustiosa búsqueda, estas palabras: «Por qué me buscabais. ¿No sabías que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?» (Lc 2,49). Ellos no lo entendieron, pero lo aceptaron y trataron de encontrar su sentido. María, por su parte, no se derrumbo en la fe cuando vio a su hijo clavado en la cruz como un criminal e insultado por los jefes del pueblo. La familia cristiana, cuya vida es siempre un cuadro de luces y sombras, encuentra la paz y la alegría cuando sabe ver a Dios en ello, aunque no acierte a comprenderlo. E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final Catequesis Décima: La familia, destinataria y agente de la nueva evangelización A. Canto de entrada B. Oración del Padre Nuestro C. Lectura de la Biblia: Hech 18, 23-28 D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia 1. «La futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica» (Discurso de Juan Pablo II a la III Asamblea general de obispos de América Latina, 1979). Más aún, la familia es el corazón de la Nueva Evangelización (cf. Discurso de Juan Pablo II a los Obispos de África encargados de la pastoral familiar, 1992). La historia de la Iglesia lo confirma desde sus orígenes. Un caso típico es el de san Agustín, convertido por la gracia de Dios implorada con las lágrimas abundantes de su madre, santa Mónica. La familia realiza «su misión de anunciar el evangelio, principalmente mediante la educación de los hijos» (EV 92). 2. La misión evangelizadora de la familia está radicada en el Bautismo y recibe una nueva forma con la gracia sacramental del matrimonio. 3. La tarea evangelizadora de la familia cristiana se hace especialmente necesaria y urgente en los lugares donde una legislación antirreligiosa pretende incluso impedir la educación en la fe, o donde ha crecido la incredulidad o ha penetrado el secularismo hasta el punto de hacer de hecho imposible una verdadera práctica religiosa. Esa geografía se encuentra principalmente en los países comunistas y ex comunistas y en los países del llamado primer mundo. La Iglesia doméstica es el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis sobre las verdades más fundamentales. 4. La familia tiene un modo específico de evangelizar, hecho no de grandes discursos o lecciones teóricas, sino mediante el amor cotidiano, la sencillez, la 19
  • 20. concreción y el testimonio diario. Con esta pedagogía trasmite los valores más importantes del Evangelio. Mediante este método, la fe penetra como por ósmosis, de una manera tan imperceptible pero tan real, que incluso convierte a la familia en el primero y mejor seminario de vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y al celibato en medio del mundo. 5. El servicio de los cónyuges y padres cristianos a favor del Evangelio es esencialmente un servicio eclesial. Es decir, está enraizado y derivado de la única misión de la Iglesia y está orientado a la edificación del Cuerpo de Cristo. Por eso, el ministerio de evangelización de la familia ha de estar en comunión y armonizarse responsablemente con los servicios de evangelización y catequesis de la diócesis y de la parroquia. 6. Este carácter eclesial requiere que la misión evangelizadora de la familia cristiana posea una dimensión misionera y católica, en plena conformidad con el mandato universalista de Cristo: «Id por todo el mundo y predicad e Evangelio a toda criatura» (Mc 16,15) Por eso, incluso es posible que algunos padres se sientan urgidos a llevar el Evangelio de Cristo «hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), como ocurrió en las primeras comunidades cristianas. En cualquier caso, dentro del mismo ámbito familiar debe realizarse una actividad misionera, anunciando el Evangelio a los familiares no creyentes y alejados o respecto a las familias que no viven con coherencia el matrimonio. 7. La familia cristiana se hace comunidad evangelizadora en la medida en que acoge el Evangelio y madura en la fe. «Igual la Iglesia, la familia debe ser un espacio donde el Evangelio es trasmitido y desde donde éste se irradia. Dentro, pues, de una familia consciente de esta misión, todos los miembros evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden, a su vez, recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido...Una familia así se hace evangelizadora de otras familias y del ambiente en que vive» (EN 71). E. Reflexión del que dirige F. Diálogo G. Compromisos H. Oración comunitaria I. Oración por la familia J. Canto final -------------------------------------------------------------------------------- Fuentes: - Vaticano II: Constituciones Lumen gentium y Gaudium et spes; declaración Gravissimum educationis - Pablo VI: Humanae vitae - Juan Pablo II: Familiaris consortium; Gratissimam sane; Evangelium Vitae - Benedicto XVI: Varios discursos alusivos a la familia - Catecismo de la Iglesia Católica - Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia 20
  • 21. 5. LA FAMILIA FORMADORA, EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS – ANTECEDENTES DEL EVENTO Y TEMAS DE PREPARACIÓN SUGERIDOS POR LA COMISION CENTRAL COORDINADORA PRESENTACIÓN Cada tres años, todas las familias del mundo son invitadas por el Santo Padre a reunirse para celebrar el gran don que es la familia para los seres humanos. Este es el sentido del Encuentro Mundial de las Familias: “celebrar el don divino que es la familia y reunir a las familias para rezar, dialogar, aprender, compartir y profundizar la comprensión del papel de la familia cristiana como iglesia doméstica y unidad base de la evangelización” (Pontificio Consejo para la Familia). El origen de esta reunión de familias se remonta a 1994, cuando el Santo Padre Juan Pablo II encargó al Pontificio Consejo para la Familia la organización en Roma del primer Encuentro Mundial de las Familias. Desde entonces, se ha venido celebrando cada tres años, teniendo como sede diversas ciudades del mundo: Río de Janeiro en 1997, de nuevo Roma en el 2000, con motivo del Año Jubilar, Manila en el 2003 y Valencia en el 2006. La organización de cada Encuentro Mundial de las Familias corresponde al Pontificio Consejo para la Familia, en colaboración con la diócesis elegida como sede, en este caso, como anunció Su Santidad Benedicto XVI al clausurar el Encuentro de Valencia, la Arquidiócesis Primada de México, cuyo Pastor es S.E.R. el Sr. Cardenal Norberto Rivera Carrera. Todo Encuentro Mundial de las Familias consta de varias manifestaciones principales: • El congreso internacional teológico-pastoral que reúne a los mejores exponentes del mundo en el tema de la familia. • Un encuentro festivo, en el que, acompañados de cantos y plegarias, se presentan testimonios de familias de todo el mundo. • Una Misa solemne, concelebrada por cardenales, obispos y sacerdotes presentes, junto con miles de familias de todo el mundo. Siguiendo el legado de S.S. Juan Pablo II, el Santo Padre Benedicto XVI no ha cesado de resaltar la importancia de la alianza conyugal y la familia. En Valencia, lo hacía con las siguientes palabras: “La justa relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y sólo puede encontrar su respuesta a partir de éste. Por consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia (…) La familia cristiana tiene, hoy más que nunca, una misión nobilísima e ineludible, como es transmitir la fe, que implica la 21
  • 22. entrega a Jesucristo, muerto y resucitado, y la inserción en la comunidad eclesial. Los padres son los primeros evangelizadores de los hijos, don precioso del Creador, comenzando por la enseñanza de las primeras oraciones. Así se va construyendo un universo moral enraizado en la voluntad de Dios, en la cual el hijo crece en los valores humanos y cristianos que dan pleno sentido a la vida”. La institución familiar en los albores del siglo XXI experimenta los embates de ideologías contemporáneas como el relativismo, el materialismo, el hedonismo y, de modo particular, el individualismo, que minan desde la raíz a la comunidad de vida y amor que es la familia. Ante todo esto, es necesario volver a proponer varios retos, entre los que destacan: • La formación en valores y virtudes humanas y cristianas. • El testimonio de los padres para lograr una mejor convivencia y comunicación. • La necesidad de impulsar una perspectiva de familia, es decir, que las leyes y políticas gubernamentales tomen como referente el fortalecimiento y la protección de la familia. Estos subsidios formativos tienen el propósito de apoyar a los padres de familia, y en general a todos los que tienen interés en el bien que es la familia, a fin de que el VI Encuentro Mundial de las Familias sea un evento que perdure en el corazón y en la vida de los hogares. La Sagrada Familia de Nazaret es el modelo del Evangelio de la Familia, es la Buena Nueva que la familia moderna, como la de todos los tiempos, tiene que contemplar, para afrontar con certeza los retos que la modernidad le propone. La plenitud de la familia radica en desarrollar la identidad y la misión para la que Dios la constituyó: hacer felices a cada uno de sus miembros desde la unidad del hogar y tener la seguridad de haber entregado a la siguiente generación los valores humanos y cristianos necesarios, para seguir haciendo de cada familia un lugar de encuentro con la vida, con los hermanos y con Dios. SUBSIDIOS FORMATIVOS DE PREPARACIÓN AL ENCUENTRO TEMA 01. Qué son los valores y su importancia en la formación de la persona: La educación en valores como forjadores de la personalidad madura. El cristianismo cambia la jerarquía de los valores humanos, llevándolos a lo sobrenatural. TEMA 02. La familia, valor y escuela de valores por la palabra y el testimonio de los padres. TEMA 03. El amor fuente de valores: Amor, caridad, respeto, libertad en la verdad, generosidad, desprendimiento de los hijos que abandonarán a la familia para formar nuevas familias o para dedicarse a una vocación religiosa. 22
  • 23. TEMA 04. El valor de la vida y de la persona: El respeto al no nacido, el derecho a la salud, el cuidado de los enfermos y ancianos. Los padres, colaboradores de Dios en la transmisión de la vida a los hijos. La familia como lugar de personalización del ser humano. TEMA 05. Los valores del espíritu: Fe, oración, vida espiritual, santidad, estado de gracia. Apertura a la vocación de los hijos (matrimonio, sacerdocio, vida religiosa). TEMA 06. Los valores del dominio de sí: Fortaleza, esperanza, señorío de sí, tolerancia, paciencia, prudencia, trabajo, laboriosidad, autoridad, orden. TEMA 07. Los valores de la corporeidad humana: Educación de la sexualidad, afectividad. Complementariedad entre el hombre y la mujer. Paternidad y maternidad. TEMA 08. Los valores de la comunicación humana: Confianza, comunicación, unión, paz, alegría. TEMA 09. Los valores de la rectitud en las relaciones humanas: Honestidad, honradez, verdad, sinceridad, fidelidad, lealtad, gratitud. TEMA 10. El valor del sufrimiento: Dolor, perdón y reconciliación, sacrificio. TEMA 11. Los valores del compromiso con la sociedad: Solidaridad, justicia, convivencia social y cívica. Espíritu de servicio, responsabilidad. El testimonio de los padres en el cumplimiento de las obligaciones cívicas. La colaboración activa hacia el Estado y la Iglesia. TEMA 12. Los valores del cuidado de la Creación: Respeto a la creación, ecología cristiana. TEMA 13. El valor de la honestidad pública y la probidad contra la corrupción. 6. DOCUMENTOS SOBRE LOS VALORES DE LA FAMILIA Se presentan a continuación los distintos documentos sobre los valores que se entregaron en el encuentro. Fueron preparados por el P. Sergio G. Román. Se trata de 49 valores, tratados en documentos cortos, ilustrados con ejemplos y con puntos claves para desarrollar el valor. LA DIGNIDAD P. Sergio G. Román La familia es el lugar de formación donde se aprende a vivir los grandes valores; el lugar querido por Dios para formar al ser humano; el lugar donde nos instruimos 23
  • 24. para ser personas; el lugar donde aprendemos a amar y a ser amados, a ser generosos, fieles, honestos y esponsables. Por ello, el semanario Desde la fe publica una serie de fichas coleccionables para promover los valores desde nuestra familia. Ponemos esta nueva sección bajo el amparo de la Sagrada Familia: Jesús, María y José. Recuerdos de mi infancia Cuando éramos niños, teníamos hambre de papá, y no porque estuvieran separados mis padres, sino porque él viajaba continuamente por cuestiones de trabajo. Para compensar su ausencia, durante las vacaciones lo acompañábamos y de ese modo conocimos casi todo el país, aprendiendo no sólo geografía e historia, sino principios prácticos para la vida, emanados de su sabiduría. Recuerdo que en cierta ocasión llegamos a un pueblo a la hora de comer. Mi padre localizó un restaurante y, al estacionar el auto frente a éste, recibió la ayuda de un hombre que posiblemente tenía retraso mental o algún tipo de parálisis que lo hacía feo ante nuestros ojos de niños. Mi papá lo trató muy bien y le dio una propina. Yo creo que nos ganamos el afecto de aquel hombre porque al poco rato nos alcanzó cuando ya estábamos sentados a la mesa y, entre mil sonrisas, nos ofreció a mis hermanos y a mí un chicle de esos de cajita. Nuestra primera reacción fue rechazar la dádiva, pero mi papá, muy oportunamente, nos pidió que lo recibiéramos. Lo hicimos y dimos las gracias. Aquel hombre se fue feliz. Entonces vino la lección de mi padre: "nunca rechacen el regalo de un pobre, aprendan a recibir y a agradecer";. Se me quedó grabado para siempre. Toda persona es digna de respeto. ¡Qué difícil es educar a un hijo único! Y se hace más complicado si es hijo de una mamá soltera. A los hijos únicos les hace falta esa magnífica escuela que son los hermanos. Ellos nos enseñan a preocuparnos por los demás, a compartir, a hacernos responsables, a trabajar en equipo, a no ser tan delicados y hasta a defendernos. Convivir con los hermanos nos ayuda a tratar a los demás con dignidad de la forma más efectiva: siguiendo los mandatos del amor familiar. Cuando se tiene un hijo único, los padres deben tener cuidado para ayudarlo a relacionarse con otros niños y a preocuparse por ellos, pues de otra forma el niño crecerá en un ambiente de autosuficiencia y egoísmo. Él será el centro del universo y sentirá que todos los demás están obligados a servirle y a complacerlo. La vida en familia es la gran oportunidad para que los papás inculquen tanto el respeto a la dignidad de las demás personas, como el respeto a la propia dignidad. Los niños imitan, si los papás hablan con respeto del maestro, el niño verá en él una autoridad. Conozco hogares en los que la personal de servicio es como de la familia y se les trata con especial cariño. En el hogar se forman las actitudes de toda la vida y se forja nuestra vocación. Si los papás se han metalizado, los niños se apegarán a los bienes materiales y buscarán como finalidad en su vida el ganar mucho dinero. Si la familia es humanitaria, los hijos tendrán siempre presente el bienestar de los demás para escoger su vocación. 24
  • 25. Uno de los signos de la crisis moral de nuestras familias mexicanas es el alto índice de profesionistas que salen de las carreras relacionadas con los negocios y lo poco que se buscan las profesiones de interés social. Si en el hogar se da demasiada atención al dinero fácil, ganado rápido y con poco esfuerzo, se le cortarán las alas a los hijos que tienen tendencia hacia el humanismo o hacia lo social. En nuestras clases humildes vemos con frecuencia que los hijos abandonan sus estudios porque prefieren comenzar a ganar dinero, por ejemplo, en el comercio ambulante o, peor aún, en alguna actividad no muy legal. La escuela del hogar Es natural reconocer la inmensa dignidad del ser humano, nacida de su humanidad misma. Merecen el mismo respeto todos los eres humanos: hombre o mujer; niño, joven, adulto o anciano; rico o pobre; paisano o extranjero; blanco, moreno, amarillo o negro; enfermo o sano; ¡amigo o enemigo! En la medida en que reconocemos la dignidad de los demás, crece nuestra propia dignidad, somos más humanos. Los cristianos tenemos todavía una ventaja más: nuestro creer nos enseña que todo ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios y, por si fuera poco, todo humano es nuestro hermano en la fraternidad de Dios hecho hombre en Jesucristo. Los discípulos de Jesús sabemos, porque Él nos lo dijo, que todo lo que hacemos por un hermano más necesitado, lo hacemos por el mismo Cristo. El trato digno a los demás, fundado en el amor que Dios nos tiene y en el amor que nosotros le tenemos, se llama caridad, que no es -como a veces la mal entendemos- la limosna que damos a un pobre. La caridad es el amor que damos a todo humano porque es nuestro hermano, hijo del mismo Padre nuestro, al que adoramos. Es en el hogar donde se aprende a ser digno, siempre y cuando los padres se traten mutuamente con respeto, den a sus hijos la debida importancia y brinden a todos un trato amable y respetuoso. A final de cuentas, "la educación se mama, no se adquiere". EL BIEN P. Sergio G. Román ¿Qué tiene de malo si a mí me gusta? Ingrid tenía un problema de conciencia. Por una parte estaba la enseñanza que sus papás (de manera especial su mamá) le daban sobre el amor y el sexo, y por otra, su propio modo de pensar, influenciado por lo que sus amigas y amigos pensaban sobre esta práctica. De sus padres recibía solamente prohibiciones y amenazas; de sus amigos, en cambio, atrevidos consejos basados en tempranas experiencias, muchas de ellas fraguadas en la imaginación. Dejándose llevar por esos consejos, Ingrid y su novio 25
  • 26. vivieron su experiencia de ese "amor eterno"; basado en el "qué tiene de malo si a mí me gusta". ¡Resultó embarazada! ¿Por qué a mí?, se preguntaba Ingrid, espantada por las consecuencias de su “amor eterno” y recurrió a su enamorado, quien le señaló un cartel en el Metro donde la invitaban a abortar con toda "seguridad" para ella... ¡Y la abandonó a su suerte! ¿Abortar? Y otra vez llegaron los consejos bienintencionados, pero fatales: "tienes derecho sobre tu cuerpo. No es más que un tumor, todavía no es un ser humano". "Tener un hijo a tu edad es arruinar tu vida". Pobrecita Ingrid. En esos momentos se sentía angustiada por el miedo al "te lo dije" de sus papás, por el qué dirán, por el abandono de su "amor eterno" y por tener que dejar la escuela. Le daban ganas de matarse. Puerto seguro No aguantó más: habló con su mamá y ella a su vez con su papá. Después de la regañada y todo lo demás, vino la calma y el experimentar la seguridad del amor familiar, amor de a de verás que todo lo acepta y todo lo comprende. Decidió recibir al hijo de aquel "amor eterno", tan fugaz e irresponsable con el apoyo de sus padres que se sentían felices de ser abuelos. El bien y el mal Resuelto su problema existencial, Ingrid analiza serenamente qué estuvo bien y qué estuvo mal y cómo podía ser posible que tanta gente, aparentemente de buenas intenciones, tuviera criterios tan diferentes sobre el bien y el mal. Con la ayuda de sus padres fue descubriendo que el bien no es lo que me conviene o no me conviene, lo que me gusta o no me gusta, lo que la mayoría opina o lo que todos hacen, sino algo que existe independientemente de la moda o del gusto de las personas. Viene de las leyes escritas por la naturaleza en el corazón de los hombres y que son las mismas para todos los hombres de todos los tiempos. Ingrid se dio cuenta que es muy fácil alterar esas leyes por intereses personales o de grupo y que hasta es posible que una mayoría vote por algo malo y que no por eso comienza a ser bueno. Lo bueno, lo que siempre buscamos para encontrar la felicidad, no obedece al capricho momentáneo de un individuo o de un grupo, sino que tiene sus raíces profundas en el orden de la naturaleza, si hablamos humanamente. El bien supremo Pero el bien, para los creyentes de todas las religiones, no se funda tan sólo en esas leyes escritas en el corazón de cada hombre, sino en aquel que las escribió. Los creyentes en Dios sabemos que, por ejemplo, los diez mandamientos de las religiones judeocristianas interpretan perfectamente y hasta superan los derechos humanos. Cumplir esos diez mandamientos significa vivir en armonía con la naturaleza misma y con Dios. Los cristianos, además, sabemos que la búsqueda de ese bien se expresa en los tres valores expresados por Cristo en la síntesis de los diez mandamientos, en la nueva 26
  • 27. ley de Cristo: ama a Dios y a tu prójimo como a ti mismo. Amor a Dios, Amor al prójimo, Amor a mi persona, por la dignidad que tengo. Entendemos, además, los cristianos, que el amor al bien, el buscarlo y hacerlo, es garantía de un bien eterno, del único amor verdaderamente eterno que puede haber, es promesa de la felicidad eterna en el Reino de Dios. Hacer el bien cuesta Actuar bien es difícil porque muchas veces el mal se nos presenta como algo necesario para ser felices. Y entonces hasta intentamos disfrazar al mal para que parezca el bien. La triste experiencia nos dice que cuando caemos en la trampa que nosotros mismos nos tendemos, las consecuencias son fatales. Ni modo: "el que la hace la paga";. Perseverar en el bien, a pesar de los sacrificios y renuncias que eso implica, trae también sus consecuencias, pero en esta ocasión son buenas. "Haz el bien y te irá bien". Hacer el bien, además de la recompensa eterna, trae consigo una recompensa aquí en la vida temporal: paz interior, benevolencia, gozo y madurez humana. Se habla mucho de la libertad humana; la verdadera libertad es el compromiso con el bien y esa libertad no se acaba aunque se viva en una situación de opresión o, incluso, cárcel y cadenas. Ingrid descubrió dolorosamente que hay un bien inmutable que no depende de las conveniencias humanas ni de los intereses egoístas y que tiene su fundamento en la ley divina escrita en el corazón de todo hombre y hecha presente en cada momento por la conciencia. LA HONESTIDAD P. Sergio G. Román La corrupción somos todos En cierta ocasión predicaba en Misa acerca de la corrupción. Mientras les decía a los fieles que tan corrupto es el policía que pide mordida, como quien accede a darla, una niña de escasos ocho años levantó la mano para pedir la palabra y se la di extrañado por la interrupción. ¡Mi papá es policía y no es corrupto! Lo dijo con tanto convencimiento que todos le creímos y toda la asamblea le dio un espontáneo aplauso. Tiempo después le comenté al papá policía el testimonio de su hija y lo orgullosa que estaba ella de él. Lo invité a hacerse digno de esa confianza infantil. Han pasado los años y aquella niña nos ha mostrado siempre que ella también ha sido honesta como hija, como estudiante, como novia y, hoy, como esposa y madre. ¡Tuvo buen padre! ¿Qué es ser honesto? Normalmente pensamos que la honestidad está relacionado tan sólo con el recto uso de la sexualidad y decimos que una persona es honesta si no es provocativa o insinuante en su forma de vestir; si no se exhibe en público acariciando o besando a su pareja, o si es fiel a su cónyuge. Y está bien, esas personas son honestas y las 27
  • 28. que hacen lo contrario son deshonestas, pero la palabra tiene un mayor alcance: la honestidad consiste en una vida que corresponde a la ley moral, y la ley moral la conocemos los creyentes como los diez mandamientos o la hermosa ley del amor, la ley de Cristo. Honesto es, pues, el que actúa siempre conforme a la voluntad divina y conforme a su propia conciencia. En la familia aprendemos a ser honestos Son los papás quienes, con su ejemplo, enseñan a vivir este valor tan necesario para una buena relación familiar y social. Si ellos son honestos tendrán autoridad moral para exigir a sus hijos una buena conducta. Cuando los papás no actúan con honestidad, ¿con qué cara le pedirán a sus hijos un juego limpio? El papá que lleva a sus hijos algo que se robó en el trabajo, por pequeño que sea, les está enseñando que es bueno robar. La mamá que le pide a su hijo que se meta sin pagar al Metro, lo está enseñando a ser un sinvergüenza, que pensará toda la vida que está bien que actúe mal mientras no lo vean. Un niño que, jugando fútbol reconoce que metió un gol usando las manos, a pesar de la rechifla y los reproches de sus compañeros, está manifestando que es digno de confianza porque es honesto. Copiar en los exámenes es fraude, pero sólo evitará caer en esa falta, tan generalizada, el estudiante que ha aprendido a ser honesto. ¿Cómo podrá ser honesto si los papás le exigen resultados sin que importen los medios? En México cuesta mucho trabajo ser honesto por el ambiente de corrupción en el que vivimos, que alienta y premia la deshonestidad. Pasarse un alto por distracción es una falta que los hijos pueden comprender, pero que el papá ofrezca al agente de tránsito dinero para que no levante infracción, lo hace ver ante sus hijos como un hombre corrupto; y si todavía presume de ello como de una gracia, arruinará para siempre a sus hijos y los hará tan corruptos como él. ¿Qué pasa si no soy honesto? Si mi vida no corresponde a los principio legales y, sobre todo, morales, no soy digno de confianza. Pierdo credibilidad y prestigio moral: Nadie compra a un comerciante deshonesto, el desprestigio hará que su negocio quiebre y se vaya a la ruina. Exigimos a un político que sea honesto, por eso se ha puesto de moda -en nuestras guerras por un cargo público- sacar los trapitos al sol del contrincante, para que la gente no vote por un candidato deshonesto. Si hago trampas en el juego y quienes participan lo sospechan, jamás volverán a jugar conmigo, si no es que pasa algo peor. El deshonesto es aislado y pierde la oportunidad de convivir con la gente buena, sólo le quedará rodearse de personas sin principios tan deshonestas como él. En el plano religioso, la deshonestidad se considera como pecado, porque es violar a sabiendas una ley justa y la ley divina. Propósitos para cultivar la honestidad en familia: • Aceptar las disposiciones justas de las autoridades y acatarlas de buen modo. 28
  • 29. • Nunca actuar contra mis principios morales aunque tenga que renunciar a una gran ventaja. • No engañar a las personas con las que trato. • Ser coherente entre lo que digo y lo que hago, y portarme bien aunque nadie me esté viendo. • Reconocer la honestidad de los demás y premiarla con mi alabanza sincera. • Nunca hacer trampas en el juego. • Jamás alterar o falsificar un documento, por buenos que sean los fines. • No hacer trampas colándonos sin pagar u ocupando un lugar que no me corresponde en las colas. • No aprovecharme de las influencias para conseguir un servicio negado a los demás. • Ser leal con los que compiten conmigo, reconociendo cuando he perdido. LA RESPONSABILIDAD P. Sergio G. Román La Responsabilidad¡ Qué alegría cuando nace el primer hijo! En él se ven realizados los sueños acariciados muchas veces desde la infancia y en él se fincan nuevos sueños nacidos del amor generoso de la paternidad. El hermano mayor El primer hijo goza de toda la atención de papá y mamá. Para él son todas las caricias, los cuidados, los juguetes, la ropita que sus ilusionados papás piensan que el primogénito necesita, hasta que... ¡viene el segundo hijo! Entonces ya hay otro objeto amado de las atenciones paternales y el hijo mayor se siente desplazado. En México decimos que se pone "chípil";, es decir, celoso. Y allí entra la sabiduría natural de los padres: hacen que el hermano mayor comparta con ellos la responsabilidad de amar y servir al recién llegado y a los que vendrán después. El 29
  • 30. hermano mayor se convierte en algo así como una sucursal de los papás. Es el papá o la mamá suplente. Esta responsabilidad, nacida del amor fraterno, marca al hermano mayor para toda la vida. Los primogénitos reciben una educación diferente a la de los demás hermanos y, aunque nos parezca injusto cargar sobre un niño tanta responsabilidad, a la larga los hermanos mayores suelen ser más autosuficientes, menos dependientes, más líderes, más capacitados para enfrentar los problemas de la vida. El premio que reciben por su oficio de papás chiquitos es el lugar tan especial que ocupan en la familia para siempre, para toda la vida, aún cuando ya todos los hermanos sean adultos. Ellos serán el lazo de unión de los hermanos y los que aportarán los criterios morales en los problemas que se les presenten. Es duro ser el mayor, pero aprenden a ser muy responsables. ¿Qué es ser responsable? Responsable es el que cumple con su obligación sin presiones inmediatas. Responsable es un hombre libre que sabe usar su capacidad de elegir; no es responsabilidad la del que cumple su deber, obligado por alguien con autoridad. El responsable es consciente y está convencido; más aún, cumple movido por un noble sentimiento de interés por sí mismo o por su prójimo. El que cumple obligado es como un animalito amaestrado, domado por el miedo o por el interés de un beneficio inmediato. En cambio, el que cumple por convencimiento es libre, es humano. Cumplir obligado causa fatiga, fastidio y abandono de la labor tan pronto como cesa la vigilancia del que obliga. Cumplir responsablemente, causa satisfacción y plenitud y va ligado con la perseverancia necesaria hasta ver la labor cumplida. La responsabilidad es un hábito que se forma no sólo por la repetición mecánica de acciones, sino por el crecimiento en la toma de conciencia del propio bienestar y de la felicidad de los seres amados. ¿Podríamos decir que la responsabilidad surge necesariamente en el momento mismo en que nos damos cuenta de que los demás nos necesitan? Nos damos cuenta de que hay algo de esto cuando vemos cómo se transforman los jóvenes cuando se casan y son papás. Ahora tienen una responsabilidad. Se aprende a ser responsable Hemos visto cómo los hermanos mayores, normalmente, son educados en la responsabilidad. ¿Y los demás? Tener hermanos es una lección continua de amor y, por lo tanto, de responsabilidad. La familia misma es la escuela en la que se aprende a ser responsable, pero algunos alumnos hacen trampa y se escapan de esas clases aprendiendo a ser egoístas. Cuando el papá o la mamá no son buenos maestros, echan a perder al hijo y lo hacen irresponsable. El irresponsable es responsable de la infelicidad 30
  • 31. ¿Por qué ya no se casan ni por la Iglesia ni por lo civil? ¡porque no quieren hacerse responsables de una esposa o un esposo para toda la vida! Prefieren hacer uniones a prueba, conseguir parejas desechables y evitar a los hijos. Cada vez vemos más hombres que no sostienen a su familia con el pretexto de que la esposa trabaja y cada vez vemos más esposas que mantienen hasta al marido. Hay empleados que se esfuerzan no en ser más productivos, sino en ver la forma de trabajar menos y de ganar más, y lo que es más triste, muchos dejan de ser responsables por un beneficio egoísta. Descuidar nuestras obligaciones, no cumplir con nuestro trabajo, no asistir a clases o no hacer tareas, nos hace responsables, pero de la infelicidad propia y de la de nuestros seres queridos. Para hacer responsables a los hijos: • Si desean hijos responsables, sean papás responsables. • Hacerles ver que el trabajo y las labores del hogar no son una carga que se haga por obligación, sino por amor. • Cumplir junto con ellos los deberes patrios, sociales, religiosos y familiares. • Repartir equitativa y proporcionalmente las tareas del hogar. • Revisar que hagan sus tareas completas y bien. • No castigarlos haciendo que falten a un compromiso que como papás aceptaron: prohibirles ir al equipo deportivo, al grupo parroquial, al grupo cultural. • Una vez que se impone un castigo, hacer que lo cumplan, porque si no, pierden su autoridad. • Si se le da autoridad a un hermano sobre los demás, exigir que se le respete y cuidar de que éste no abuse. • Enseñarlos a cuidar sus juguetes, su ropa y los bienes comunes. • Un animalito no es un juguete. Exige atención y compañía. • Enseñarles a ganarse la vida y a dar gasto al hogar. • Ayudarles a cumplir sus compromisos escolares, sociales y laborales. LA VERDAD P. Sergio G. Román Hambre de la verdad Convivir con un niño es una experiencia que nos enriquece. ¡Qué maravilla descubrir el hambre de verdad de una mente nueva, recién estrenada! Los niños nos permiten descubrir de nuevo ese mundo al que ya estamos tan acostumbrados. “¿Por qué?”, “¿qué es?”, “¿cómo se llama?”, “¡explícame!”, “¡enséñame!”, “¡déjame ver!”, son frases que repiten los niños sin cansarse y sin tomar en cuenta nuestro cansancio… y nuestra ignorancia. Ellos tienen un hambre insaciable de saber, de conocer ¡y la tendrán toda la vida! 31
  • 32. El hombre se caracteriza por su deseo de conocer la verdad y se distingue de los animalitos en su capacidad para trasmitirla y añadirla a los conocimientos ya acumulados por la humanidad toda. Los maestros son eso: seres humanos admirables que se dedican a enseñar generosamente a otros lo que ellos han aprendido. El niño observa, usa todos sus sentidos, investiga, desarma, destruye, rompe, pregunta y vuelve a preguntar sin cansancio para conocer lo que llama su atención. Aprovechar ese interés y fomentarlo es el papel de los padres y de los educadores para enriquecer el conocimiento del niño con la verdad. ¿Y qué es la verdad? Los pensadores de todos los tiempos -esos que se llaman filósofos porque aman la sabiduría- han tratado de responder de diferentes formas a esta pregunta. Algunos dicen que no existe la verdad por sí misma, que es algo relativo y que depende de cada persona. Hay un dicho sobre esta posición: "en esta vida, nada es verdad y nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Esta forma de pensar lleva al desconcierto y, en cierto modo, a una vida amoral, sin reglas, en las que todos tienen razón, piensen lo que piensen o hagan lo que hagan, y la verdad, en todo caso, será aquella en la que más personas estén de acuerdo. Proceder así nos hace caer en el absurdo de aceptar el asesinato de los no nacidos como algo bueno porque una mayoría de representantes, actuando bajo consigna partidista, decidió legalizar el aborto. La verdad existe, independientemente de cada uno de nosotros, y nos toca hacer todo lo posible para encontrarla. Si yo tengo mi verdad y tú la tuya, no te debo matar porque piensas de una forma diferente, ni tú debes sentir que soy tu enemigo irreconciliable. Yo debo respetar tu conciencia y tengo derecho a recibir de ti semejante trato. El siguiente paso es exponerte mi verdad y cocer la tuya: yo tomaré de tu verdad lo que coincida con mi forma de pensar y tú harás lo mismo. Habremos caminado juntos en busca de la verdad única y nos habremos liberado del odio y la discriminación. ¿Qué es la verdad? El tomismo, que sirvió a la Iglesia como base de sus estudios filosóficos y teológicos, nos da una definición de la verdad: Adæcuatio rei et intellectus (la adecuación de la realidad y del intelecto); es decir, el acto por el cual el intelecto capta la realidad. Pero Jesús nos da otra definición a quienes creemos en Él: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; (Jn 14, 6). En efecto, para los cristianos, Dios es la suma verdad y el fundamento de toda verdad. Esa hambre que siente el ser humano de la verdad a final de cuentas es hambre de Dios, es el hombre que por su naturaleza tiende a Dios. La mentira 32
  • 33. Si la verdad hace libre al hombre, la mentira lo esclaviza. Todos, tristemente, tenemos la experiencia de cómo una sola mentira, aparentemente inocente, desencadena una serie de mentiras para sostener la primera. Hay vidas que se han construido sobre los cimientos falsos de una mentira. Los protagonistas de esas vidas viven siempre con el terror de ser descubiertos y de que su edificio se derrumbe. La verdad es una actitud que se forma en el hogar y que surge, también, del amor. Los seres amados no merecen una mentira. No puedo fincar en falsedades el aprecio de los que me rodean. No tengo que inventarme cualidades que no tengo para ser apreciado. Un mentiroso deja de tener credibilidad y prestigio moral. El que es veraz se gana la confianza de los demás y su testimonio es válido. Hogar, escuela de la veracidad • Los papás deben enseñar con el ejemplo. • No acepten nunca ni siquiera las mentiras llamadas "blancas". • Exijan la verdad a sus hijos, pero no castiguen nunca al que tiene el valor de decirla, porque entonces aprenderá que no conviene decir la verdad. • Estimulen la búsqueda de la verdad. • Respondan con paciencia a las preguntas de sus niños y, cuando no sepan qué responder, digan sinceramente que no lo saben y que van a investigar. • Denuncien la mentira con prudencia para no marcar a alguno de sus hijos como mentiroso. • Enseñen a sus hijos a no lastimar con la verdad. Sobre la verdad está el amor. Por ejemplo, no se le puede decir a un hermano que le apesta la boca, o a una hermana que es fea, aunque sea cierto, porque va de por medio la caridad. • No dejen que los niños mientan a los maestros para justificar una falta o el no haber hecho la tarea. • En el noviazgo y en la amistad es importante decir la verdad para evitar desengaños futuros. - SIAME - Sistema Informativo Arquidiócesis de México - SERVIR P. Sergio G. Román !Yo! Se llama Marisa. Cuando era adolescente asistió a una junta en la que se convocó a los jóvenes de la colonia para formar un grupo juvenil. Muy entusiasmados, proporcionaron sus ideas para la realización del amado proyecto y llegó el momento de deslindar responsabilidades. Todos querían participar y lo hacían con generosidad y alegría, pero nos llamó la atención la actitud de Marisa, quien cada vez que solicitábamos un voluntario para el trabajo, siempre decía: "¡Yo!". Y lo hacía con entusiasmo, con ganas de 33
  • 34. servir. Marisa barría el salón, llamaba por teléfono desde su casa para recordar las reuniones, hacía carteles, sacaba copias, ¡se desbarataba sirviendo a los demás! Le pregunté por qué era tan servicial y me contestó con orgullo: "soy guía scout";. Desde entonces me cayeron bien los scouts con su lema de "siempre listos" y su nudo en la pañoleta para recordarles su buena acción de cada día. Se puede contar con ellos. El que no vive para servir, no sirve para vivir A pesar de que tengo muchos años de sacerdote, me sigue impresionando y llegando al corazón la ceremonia del lavatorio de los pies que la Iglesia celebra el Jueves Santo. ¡Jesús, el Maestro, el Señor, sirviendo en una tarea tan humilde! Realmente Él quería mucho a sus apóstoles y allí está la clave de su servicio: servir a los que uno ama es satisfactorio. El Jueves Santo me ayuda a descubrir la grandeza del amor paternal que convierte a los papás nada menos que en sirvientes de sus hijos. Todo el chiste está en amar. Cuando la fe nos lleva a descubrir que el amor que sentimos a quienes están ligados a nosotros por la sangre, se debe extender a todos los hijos de Dios, entonces comprendemos y tratamos de imitar el testimonio de aquellos que gastan su vida al servicio de los que sufren. Pero no sólo la fe mueve al servicio, pues incluso los no creyentes, cuando descubren la dignidad del hombre y de toda la creación, aprenden a amar y a servir. Servir es también una terapia que cura la soledad, la depresión, la dependencia de las drogas, la mal vivencia en general. Si desean rehabilitar a un hombre, ayúdenlo a descubrir la satisfacción de servir a los demás y rehará su vida. El hombre que no sabe amar tampoco sabe servir. Es aquel que cuando se le pide un servicio, contesta: "¿Y yo qué gano?". El egoísmo es, pues, un impedimento para el servicio desinteresado. El hogar, escuela de servicio En todas las familias sucede que un miembro se niega a ser útil y recibe el servicio de los demás con un cinismo que lastima al resto. Normalmente son personas enfermas que necesitan un tratamiento especializado para que reencuentren su papel en el hogar. Mientras tanto, la paciencia y la tolerancia son el servicio que se les debe brindar, pero nunca la complicidad. La armonía familiar supone que cada uno de sus miembros acepta y realiza, por amor, el servicio que le corresponde; cuando un miembro falla, daña a todos. Cuando ambos padres tienen que trabajar fuera del hogar se hace más necesario que los hijos aprendan a servirse y a servir a sus hermanos. De este modo, el hogar se convierte en una verdadera escuela de hombres y mujeres útiles, llenos de un gran espíritu de servicio. Para tener en cuenta: 1 . Aunque es cierto que los padres sirven a sus hijos por obligación, háganles ver que lo hacen más por amor. 34
  • 35. 2 . Eviten pagar a sus hijos por un servicio al hogar porque destruyen la gratuidad del amor. 3 . No carguen sobre alguno de sus hijos los servicios que deben repartir equitativamente entre todos. 4 . No discriminen a sus hijas haciéndolas esclavas de sus hermanos varones. 5 . Enseñen a los hijos mayores a preocuparse por los más chicos y a ayudarlos económicamente cuando ya trabajen. 6 . Como familia escojan algún servicio a la sociedad o a la Iglesia y cúmplanlo responsablemente. 7 . Dar el lugar en el transporte público, ayudar a un anciano o a un ciego, ser educados y corteses con las mujeres, son normas de buena educación y, a final de cuentas, de caridad cristiana. 8. Si nuestro trabajo consiste en dar algún servicio, transformemos la obligación en amor al prójimo y hagamos más de lo que estamos obligados a hacer. 9 . Hoy en día la sociedad va tomando conciencia de ayudar voluntariamente y se forman grupos de voluntariado. Pertenecer a uno de ellos es una oportunidad de servir. 10 . Hay personas que nos sirven porque necesitan ganarse la vida. Agradezcamos su servicio y tratemos a esos servidores reconociendo su dignidad. La propina es un signo de agradecimiento. LA FIDELIDAD P. Sergio G. Román Víctor es mecánico. La llave de tuercas -en sus expertas, pero siempre sucias manos- es una herramienta que parece tener vida propia. Por el esfuerzo, su frente se llena de sudor y él no tiene a la mano más que la estopa, llena de negra grasa, con la que limpia continuamente su área de trabajo. De pronto, una mano femenina, armada de un blanco y perfumado pañuelo desechable, limpia familiarmente su frente. Es la cliente que observa su trabajo. Una mujer hermosa con ojos de hambre. Tiene hambre de él. La conversación se hace insinuante, incitante. ¡Él es hombre y tiene su corazoncito!, pero ese corazón ya está puesto en una mujer con la que juró ser un solo corazón y un solo espíritu. En su mano, llena de mugre, observa su anillo matrimonial; lo besa y su trato hacia la cliente se vuelve limitante, sin perder la cortesía debida. Él es fiel. Él ama. ¿Qué es la fidelidad? La fidelidad está ligada a la fe. Fiel es el que tiene fe. La fe consiste en la confianza depositada, generalmente en Dios, pero también en una persona. La fe exige una respuesta convencida y estable a la que llamamos precisamente fidelidad. Dios es el primero que es fiel. Su amor no es voluble, es para siempre. De Él, mejor que de nadie, que es "el siempre fiel";. La fidelidad en el hombre consiste en una respuesta permanente a un compromiso dado, a una alianza, a un pacto. Generalmente hablamos de la fidelidad debida al ser amado que excluye todo otro amor en el matrimonio, pero también se tiene fidelidad a la patria, a la familia, a 35
  • 36. los amigos. Incluso, decimos que el perro es fiel y ha venido a ser signo de la fidelidad. Santo Domingo presumía de que él era el "can de Dios"; y sus discípulos, los dominicos, no se ofenden cuando les dicen que son los "Domini canes", los perros del Señor. Los católicos nos llamamos, en el lenguaje oficial de la Iglesia, "fieles cristianos";, para señalar nuestra fidelidad a Cristo. La fidelidad exige una confianza puesta en alguien, la respuesta nacida de esa confianza y la permanencia en la respuesta. Para que la fidelidad sea plena, debe amarse a la persona en la que se confía. La fidelidad en el amor. Frutos de la fidelidad La fidelidad humana da frutos de certeza y madurez. Es la guía que evita perder el camino y caer en los barrancos o en las arenas movedizas de la vida. Da frutos de honor y de un sano orgullo que llena de valentía y audacia al que es fiel. La fidelidad mueve a los caballeros andantes, de ayer y de hoy, a luchar por Dios, por su rey y por su dama. Dios, patria y familia. La fidelidad da armonía a las relaciones familiares y seguridad a los hijos que saben que tienen derecho a su propio papá y a su propia mamá. En la amistad, la fidelidad se convierte en un tesoro de valor incalculable que hace que los amigos cuenten siempre con el mutuo apoyo. La confianza generada por la fidelidad que se nos tiene, nos hace esperar cosas grandes y bellas. La infidelidad, en cambio, produce desilusión, dolor por la traición, pérdida de la confianza, desesperanza.El que ha dejado de ser fiel, se siente sucio y despreciable, por mucho que se ame a sí mismo, porque sabe que ha faltado a un pacto y ha traicionado a aquel que confiaba en él. Toda infidelidad, en el plano cristiano, es una ofensa a Dios y produce vergüenza y remordimiento de conciencia. El hogar, escuela de la fidelidad En el hogar se aprende a ser fiel. Los hijos tienen como maestros a sus propios padres. La fidelidad de los esposos no es tan sólo el estar juntos, sino el crecer cada día en el amor que se tienen. Cuando siguen juntos, pero se desprecian o se odian, es algo peor que un abandono. Son infieles. La falta de respuesta a la alianza matrimonial hace que alguno de los cónyuges busque otros amores. No sólo el cónyuge inocente, sino también los hijos, lo resienten. ¡Cómo sufren los hijos de los divorciados!, por más que en esta época se les trate de hacer ver que es lo más normal de la vida que sus padres se separen. Ellos sienten que se les ha privado injustamente de un derecho. También se aprende la fidelidad a Dios en el hogar. Esa Misa dominical a la que las familias cristianas siempre asisten, es una lección viva de fidelidad a Dios. Si se es infiel a Dios, ¿se podrá ser fiel a los hombres? Procuren los papás... 1. Enseñar la fidelidad con el ejemplo diariamente. 2. Ser fieles a su cónyuge hasta con el pensamiento. 36
  • 37. 3. Corregir toda deslealtad hacia los hermanos o hacia la familia. 4. Alentar a sus hijos a entablar verdaderas amistades y duraderas. 5. Reprobar que, por intereses materiales, prefieran una amistad a otra. 6. No consentir y mucho menos celebrar que los hijos adolescentes tengan dos novias o jueguen chueco en el noviazgo. 7. Enseñar que también se debe ser fiel a la escuela, a un grupo, a un equipo, a un trabajo. Es el famoso amor a la camiseta. 8. Cuando tengan que dejar una escuela, un trabajo, un grupo, enseñarles que deben dar las gracias y dejar las puertas abiertas. 9. Dar testimonio de la fidelidad a la patria cumpliendo con las obligaciones ciudadanas y participando en el bienestar de su vecindario. 10. Enseñar con el ejemplo la fidelidad a Dios y a la Iglesia a la que pertenecen. LA JUSTICIA P. Sergio G. Román Ángela es una excelente secretaria; tiene una larga experiencia y su presentación es aceptable. Por una de esas crisis económicas tan frecuentes, la empresa, en la que trabajó durante muchos años, cerró y despidió a sus mal liquidados empleados. De pronto, ella se encontró en la calle, sin trabajo y sin juventud. ¿Quién contrata a una persona mayor de 40 años? Así comenzó una larga peregrinación de empresa en empresa, pasando por intentos de crear un negocio propio -vendiendo chacharitas en un tianguis-, y también por ayudar a cuidar unos niños, cuya mamá trabajaba. Un familiar le consiguió trabajo en una empresa que solicitaba una secretaria y la contrataron de medio tiempo, a medio sueldo, sin seguro y sin vacaciones. Actualmente trabaja como esclava, recibiendo órdenes de todos, haciendo horas extras que nadie le paga y siempre con el temor de que la despidan. –¡No es justo!, ¿por qué no los demandas?– le preguntamos quienes la conocemos. –Porque necesito el trabajo, aunque sea injusto.¿Cuántos más habrá como ella, trabajando en esas situaciones injustas? Y todavía los patrones, sin conciencia, piensan que les están haciendo un favor y, como dice la gente: “¡eso que van a Misa!”. ¿Qué es la justicia? Es algo tan importante que la santa Biblia atribuye a Dios el calificativo de Justo. La justicia se define como “dar a cada quien lo suyo”, y es justa la persona que sabe dar a cada quien lo que se le debe.Justo no es tan sólo el que cumple la ley, sino el que vive el espíritu de esa ley. Las personas que se limitan al cumplimiento riguroso de una ley son legales, pero pueden no ser justas. Hay leyes que no son justas y que, por lo tanto, no estamos obligados a cumplir; al contrario, estamos obligados, en conciencia, a no cumplirlas. Por ejemplo, aquellas leyes de Hitler que mandaban matar a los 37
  • 38. deficientes mentales, a los homosexuales, a los judíos, a los gitanos y a todos aquellos que no eran de raza pura aria. No se puede cumplir con esas leyes alegando que sólo nos toca obedecer.La justicia se aprende en el hogarEn la pasada peregrinación de la Arquidiócesis de México a la Basílica de Guadalupe me tocó ver a unos niños que andaban recolectando firmas para protestar contra las leyes que legitiman el aborto en el Distrito Federal. Esos niños hacen lo que ven que hacen sus padres y se solidarizan con ellos. Están aprendiendo a ser luchadores sociales... ¡ya lo son! Lo importante no es que los niños repitan constantemente la frase “tengo derecho a...” sino que aprendan a decir, también constantemente, una frase mucho más bella: “él tiene derecho a...”Como todos los demás valores, también la justicia se echa a andar a partir del cariño que se tiene a las personas. Podemos quejarnos de las injusticias que se cometen diariamente contra los inocentes que no conocemos, pero cualquier injusticia cometida en contra de un ser querido más cercano nos hará no sólo quejarnos, sino trabajar por la justicia en la medida de nuestras fuerzas, que serán mayores cuanto más cercano y querido sea el que sufre la injusticia. “Cuando veas las barbas de tu vecino recortar, pon las tuyas a remojar” dice uno de esos sabios refranes populares, que nos enseña a preocuparnos por lo que sufren nuestros vecinos, pues si no remediamos el mal y luchamos contra la injusticia, muy pronto nosotros mismos seremos, fatalmente, víctimas de esa injusticia. Una formación en la justicia hará que nuestros niños se sientan hermanos de todos los hombres, cercanos y lejanos, y que se preocupen en conocer y vivir la historia de este mundo donde les tocó vivir. Si los papás comentan, delante de los hijos, lo que sucede en el mundo y se solidarizan con los que sufren injusticias, estarán educando a hombres y mujeres con criterio y principios, con una visión que va más allá del pequeño escenario en el que se mueven, y serán capaces de ser auténticos ciudadanos del universo, preocupados por su trayectoria y agentes de cambio dentro de ella. Denunciar la injusticia y proponer medios para remediarla es la labor del profeta, que lo hace en el nombre de Dios; y no olvidemos que, por el Bautismo, los discípulos de Jesús somos miembros de un pueblo de profetas. Una definición muy bella del profeta es “el que habla con Dios de los hombres y habla a los hombres de Dios”. Formamos hombres justos... • Cuando tratamos de cumplir la ley de Dios. • Cuando somos justos con los niños, escuchándolos y decidiendo sin • favoritismos. • Cuando tratamos con justicia a los demás, sobre todo a los que trabajan para nosotros. • Cuando somos justos y no sólo legales. • Cuando cumplimos la ley aunque nadie nos esté cuidando. 38