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EL OLIMPISMO
ELOLIMPISMO.HISTORIA,FILOSOFÍA,ORGANIZACIÓN,JUEGOSYOLIMPIADAS
CONRADO DURÁNTEZ
PORTADA-version-2:Maquetación 1 09/06/15 20:42 Página 1
Conrado Durántez Corral es Magistrado y
Doctor en Historia, Presidente de la Academia
Olímpica Española, de la Asociación Panibérica
de Academias Olímpicas, de la Academia Olím-
pica de ACNO (Asociación Mundial de Comités
Olímpicos), del Comité Español Pierre de Cou-
bertin y de la Asociación Española de Filatelia
Olímpica. Es también miembro de la Comisión
de Cultura del Comité Olímpico Internacional.
Del campo de la competición deportiva, en
donde durante años ostentó el record del norte
del lanzamiento de disco y estuvo preseleccio-
nado para la especialidad para los Juegos
Olímpicos de Roma, pasó al terreno de la inves-
tigación en 1961, cuando fue designado por el
Comité Olímpico Español, representante oficial
para asistir en Olimpia a la fundación de la Aca-
demia Olímpica Internacional.
Desde entonces se ha publicado 28 obras
sobre la temática olímpica y especialmente
sobre la filosofía y la historia del olimpismo,
destacando entre otras: Olimpia y los Juegos
Olímpicos Antiguos (2 volúmenes, Madrid
1976), Las Bellas Artes y los Juegos Olímpicos
(2 volúmenes en español, francés e inglés, Lau-
sana 1992), Los Vencedores Olímpicos (en es-
pañol, francés, inglés y alemán, Pamplona
1993), Pierre de Coubertin el humanista olím-
pico (en español, francés e inglés, Lausana
1994), y El Olimpismo moderno y su filosofía.
El ideario (en español, francés e inglés, Madrid
2004).
Es doctor Honoris Causa por varias universida-
des americanas (Estados Unidos y Cuba entre
otros) y detenta entre otras distinciones, las
concedidas por el Comité Olímpico Internacio-
nal (Orden Olímpica, Orden Pierre de Coubertin
y Trofeo Deporte y Educación), así como la Me-
dalla de Oro de la Real Orden del Mérito Depor-
tivo de España.
PORTADA:Maquetación 1 27/05/15 21:17 Página 2
EL OLIMPISMO
HISTORIA, FILOSOFÍA, ORGANIZACIÓN,
JUEGOSY OLIMPIADAS
CONRADO DURÁNTEZ
«
El olimpismo
Índice
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ÍNDICE
I. PRÓLOGO .................................................................................................................... 3
II. INTRODUCCIÓN. OLIMPISMO, OLIMPIADAS Y JUEGOS .......................................... 5
III. LA FILOSOFÍA DEL OLIMPISMO................................................................................ 9
IV. LOS JUEGOS OLÍMPICOS ANTIGUOS ...................................................................... 47
V. PIERRE DE FREDY BARÓN DE COUBERTIN .......................................................... 75
VI. LOS JUEGOS OLÍMPICOS MODERNOS .................................................................. 105
VI.1. El comienzo .................................................................................................... 107
VI.2. La andadura .................................................................................................... 119
VI.3. El olimpismo entre guerras .............................................................................. 129
VI.4. La posguerra .................................................................................................. 153
VI.5. La consolidación .............................................................................................. 177
VI.6. El esplendor .................................................................................................... 213
VI.7. El nuevo milenio .............................................................................................. 249
VII. LA ESTRUCTURA ORGÁNICA DEL MOVIMIENTO OLÍMPICO MODERNO ..................
Y SU NORMA RECTORA. COMITÉ OLÍMPICO INTERNACIONAL; ..............................
COMITÉS OLÍMPICOS NACIONALES; LAS FEDERACIONES. ......................................
LA CARTA OLÍMPICA ............................................................................................ 259
VIII.LA ESCUELA DEL OLIMPISMO. LA ACADEMIA OLÍMPICA ................................ 271
IX. CONCLUSIÓN .......................................................................................................... 287
X. BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 295
XI. ÍNDICE GLOSARIO - FUENTES DE LA ILUSTRACIONES - ÍNDICE ONOMÁSTICO .... 305
Prólogo
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PRÓLOGO
Por Mario Vázquez Raña
I
EL movimiento olímpico en su moderno desarrollo cursa en este siglo el
tercero de su existencia. En su discurrir histórico ha arrastrado todo tipo de di-
ficultades, contratiempos y tropiezos (Guerras Mundiales, boicots, terrorismo,
etc.) y continua impasible su rumbo incesante guiado por su trilogía ética bá-
sica: la no discriminación, la búsqueda de la paz y la mejora psicofísica de la
raza humana a través del deporte.
Sociológicamente, en este inicio de ciclo secular, al olimpismo se le valora
como la primera fuerza sociológica de la humanidad, ya que no existe otra ac-
tividad política, económica, religiosa, cultural, artística o científica que cuente
con un número de adeptos como el que acata la Carta Olímpica, ni tampoco
hay una tendencia como las expresadas que posea la capacidad pacífica de
convocatoria de un mosaico tan variado de razas, lenguas, religiones y sistemas
políticos como el que el olimpismo conjuga y convoca a través de sus Juegos
periódicos y cuadrienales.
Conocer pues la epopeya olímpica, sus glorias, fracasos y asechanzas his-
tóricas, es una conveniente condición para los que practican o dirigen el de-
porte, ya que quien no conoce el pasado corre el riesgo de no barruntar el
futuro y así perderse en el itinerario correcto a seguir.
Dentro del ámbito de la ODEPA, se ha venido desarrollando en la última
década un extendido y creciente interés por conocer el mundo olímpico en su
dimensión cultural e histórica y al margen de las actividades desarrolladas por
las Academias Olímpicas que existen y funcionan en la totalidad de los países,
ha aflorado en el ambiente universitario la temática olímpica como materia cu-
rricular fundándose numerosos Centros de Estudios Olímpicos (México y Ar-
gentina entre otros) o Cátedras Olímpicas (Colombia).
Para documentar la tendencia que antecede, se hacía necesaria la existencia
de un texto manual en el que poder capacitar o investigar los diversos extremos
que confluyen en el complejo fenómeno olímpico y a ello responde la presente
publicación de Conrado Durántez, experto en el tema en donde, de una ma-
nera escueta, precisa y rigurosa, refleja en el texto el itinerario histórico del
gran movimiento desde sus inicios en la Grecia antigua a la restauración cou-
bertiniana, con el estudio de la simbología identificadora olímpica y el análisis
de lo más destacado acaecido en los Juegos de invierno y verano, amén de lo
acontecido en los espacios cuadrienales intermedios (Olimpiadas) finalizando
por un escueto examen de la triología básica estructural (Comité Olímpico In-
ternacional, Comités Olímpicos Nacionales y Federaciones Internacionales) así
como el estudio breve sobre la Carta Olímpica y la Academia Olímpica como
escuela del Olimpismo.
Espero y deseo que la presente publicación tenga la aceptación y utilidad
que se correspondan con el interés con que hemos propugnado su edición.
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«4
El olimpismo
Introducción: olimpismo, olimpiadas y juegos
5»
»
INTRODUCCIÓN:
OLIMPISMO, OLIMPIADAS Y JUEGOS
II
Integran el movimiento olímpico el conjunto de personas, organismos, ins-
tituciones y entidades varias que acatan y se atienen a los postulados trazados
y programados en la Carta Olímpica. En el texto de ésta (norma 1 – 1 y 2) así
lo establece, considerando como partes fundamentales del genérico entramado
global, al Comité Olímpico Internacional, los Comités Olímpicos Nacionales y
las Federaciones Deportivas Internacionales.
La esencia básica de los “movimientos” a través de la historia la han consti-
tuido normalmente la difusión, predicación y enseñanza de una ideología o
doctrina que genera y es secundada en multitudinaria sintonía.
Cagigal estudió y analizó la génesis, naturaleza e implantación de los gran-
des movimientos en la historia, destacando la figura de Jesús de Nazaret, así
como los fundadores de las grandes religiones (Confucio, Buda o Mahoma),
aglutinadores del poder militar, generadores de un imperio (Julio César) o ins-
tigadores de doctrinario político revolucionario (Marx) y al estudiar el movi-
miento olímpico, centra su examen en la figura de Coubertin. Coubertin, dice,
es ante todo creador de un “movimiento”. No se dirige a las vivencias que in-
forman los grandes movimientos tradicionales en la historia, la dominación
político-militar o la liberación de la esclavitud. Pero no por eso deja de tener
trascendencia. Tampoco había tenido directa alusión política el movimiento
humanístico engendrado por dos grandes poetas, Dante y Petrarca, pero dio
origen a una histórica subversión de la cultura. Coubertin no mueve a guerras,
sino que convoca a una fiesta de hermandad. Como punto de encuentro, el de-
porte de la mayor solera clásica. En el fondo de la fiesta corporal hay un hu-
manismo educativo de honda significación antropológica y filosófica1
.
Hoy en día al movimiento olímpico se le considera como la fuerza socioló-
gica más importante de la humanidad, ya que no existe actividad alguna polí-
tica, religiosa, científica, cultural o artística que cuente con número de adeptos
como los que acatan la Carta Olímpica; ni existe tampoco tendencia humana
de las características referidas, que posea la capacidad pacífica de convocatoria
de un mosaico tan variado de razas, lenguas, religiones y sistemas políticos,
como los que conjuga el olimpismo a través de sus juegos periódicos y cua-
drienales. Y este gran gigante sociológico, dentro de su complejo entramado
humanista, se asienta sobre un triple principio fundamental: la no discrimina-
ción, la búsqueda de la paz y la mejora psicofísica del ser humano a través del
deporte.
Juegos Olímpicos y Olimpiadas. Son Juegos Olímpicos las competiciones
deportivas periódicas cuadrienales organizadas bajo la autoridad del C.O.I. Es
la Olimpiada el espacio cuadrienal que separa dos juegos sucesivos. La Carta
Olímpica (norma 6 y su texto de aplicación), distingue y diferencia los Juegos
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«6
El olimpismo
1 ¡Oh deporte! Anatomía de un gigante.Valladolid 1981, página 114
Introducción: olimpismo, olimpiadas y juegos
7»
»
de la Olimpiada y los Juegos de invierno, determinando el alcance cronológico
de la Olimpiada como el período de cuatro años civiles consecutivo que co-
mienza el 1º de enero del primer año y finaliza el 31 de diciembre del cuarto
año.
La iniciación del cómputo de los Juegos en Olimpia, comienza en el 766
a.C y simultáneamente surge con él una medición calendárica que comienza a
partir de ese momento a medir el tiempo por olimpiadas, ubicando los distintos
aconteceres históricos en uno de los cuatro años de la olimpiada en cuestión.
Pese a la dispar y distinta naturaleza del contenido de los dos términos olím-
picos, ha venido constituyendo una mantenida y reiterada calamidad semántica
confundirlos, al utilizar la dimensión cronológica (olimpiada) como expresiva
de los mismos juegos, lo que ya en su día irritaba a Pierre de Coubertin, el
que en 1929 exclamaba: una olimpiada es un intervalo del calendario de cuatro
años, cuya apertura se celebra con los Juegos. Es por tanto incorrecto histórica
y gramaticalmente, hacer de la palabra olimpiada el equivalente de los Juegos
Olímpicos. Y cuando dicen, como algunos lo hacen vulgarmente, “las olimpia-
das de Amsterdam”, nos estropean los oídos con un doble barbarismo2
.
En otro sentido, el Olimpismo es una filosofía de la vida que utiliza al de-
porte como correa transmisora de sus postulados formativos, pacifistas, demo-
cráticos, culturales y ecologistas3
.
Otro error conceptual normalmente frecuente, es el que se refiere a los Jue-
gos del Olimpo, o vencedores del Olimpo, cuando el monte Olimpo al que las
referencias hacen cita, se trata como se sabe, de una gran cresta rocosa ubicada
en el departamento griego de Tesalia, a cerca de 3.000m sobre el nivel del mar
y en el que según la creencia religiosa griega antigua, habitaban el él el pan-
teón de dioses, que integraban su concepción religiosa presididos por Zeus, el
gran patrón nacional en cuyo honor se iniciaron los Juegos en el Valle de Olim-
pia.
2 COUBERTIN, PIERRE: conferencia en la Alcaldía de París en 1929. En Ideario Olímpico, Madrid 1973.Traducción al es-
pañol de Juan Antonio de la Iglesia, página 181.
3 DURÁNTEZ, CONRADO: el Movimiento Olímpico y su filosofía. El ideario. Madrid 2005, página 11.
LA FILOSOFÍA DEL OLIMPISMO
III
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo
Pierre de Coubertin en tres momentos de la secuencia de su
vida.Arriba, entre 1880 y 1890. Con tesonero empeño, lúcida
visión y férrea voluntad de trabajo, Coubertin logró con éxito
la excepcional empresa de poner en marcha el Movimiento
Olímpico Moderno cuando solo contaba 31 años.A la derecha,
en 1926, en Nyons (Suiza). La expresiva instantánea revela
de forma elocuente la compleja y rica personalidad del fa-
moso humanista, reflejándose en ella sus consumadas dotes
de seguridad, astucia, inteligencia, cortesía, diplomacia, fir-
meza, concentración, voluntad y poder.Abajo, una de las últi-
mas fotos de Pierre de Coubertin entre 1930 y 1937.
«10
El Movimiento Olímpico, como una de las grandes tendencias asociativas
de la humanidad es considerado como el conjunto de entidades, organismos,
instituciones y personas, que acatan la Carta Olímpica. En ésta y en sus Prin-
cipios Fundamentales1
se establece que el Movimiento Olímpico agrupa bajo
la autoridad suprema del COI a organizaciones, atletas y otras personas que
aceptan guiarse por las disposiciones de la Carta. El criterio de pertenencia al
Movimiento Olímpico es el reconocimiento del COI. La organización y la gestión
del deporte deben ser controladas por los organismos deportivos independientes
reconocidos como tales. En razón a ello, el Movimiento Olímpico tiene por ob-
jetivo contribuir a la construcción de un mundo mejor y más pacífico, edu-
cando a la juventud a través del deporte practicado sin discriminaciones de
ninguna clase y dentro del espíritu olímpico que exige comprensión mutua, es-
píritu de amistad, solidaridad y fair play.
En consonancia con lo expuesto, los integrantes del Movimiento Olímpico,
que voluntariamente se someten a los mandatos jurídicos y morales que la
Carta contiene, aceptan estar integrados de diversa forma y circunstancias o
son partícipes directa o indirectamente del olimpismo.
Pero ¿qué es el olimpismo moderno? Para su fundador Pierre de Coubertin
el olimpismo.... no es un sistema sino un estado de espíritu, estado de espíritu
imbuido de un doble culto, el del esfuerzo y el de la euritmia. La pasión por el
exceso y la medida combinados2
. En 1908 Coubertin concreta de una forma
más esquemática su concepción del olimpismo, cuando lo considera como ...
una doctrina de la fraternidad entre el cuerpo y el espíritu3
; y en 1920 recre-
ándose ante el triunfo de su idea y de la solidez adquirida por el olimpismo
superador de tantos avatares históricos exclama: el olimpismo es una gran ma-
quinaria silenciosa cuyas ruedas no rechinan y cuyo movimiento no cesa
nunca a pesar de los puñados de arena que algunos lanzan contra ella con
tanta perseverancia como falta de éxito para tratar de impedir su funciona-
miento4
Hoy día la Carta Olímpica5
considera el olimpismo como una filosofía de
vida que exalta y combina en su conjunto armónico las cualidades del cuerpo,
la voluntad y el espíritu. Al asociar el deporte con la cultura y la educación, el
Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo,
el valor educativo del buen ejemplo y el respeto por los principios éticos funda-
mentales universales. Es por ello que el objetivo del olimpismo es poner siempre
La filosofía del olimpismo
11»
»
1 Carta Olímpica vigente a partir del 9 de septiembre de 2013. Principios Fundamentales.
2 COUBERTIN, Pierre: Carta del 22 de noviembre de 1918. En Ideario olímpico. Madrid 1973, pág 96.
3 Para apreciar las distintas concepciones coubertinianas sobre el término olimpismo ver: DURANTEZ, Conrado Pierre De
Coubertin y su ideario. Madrid, 2001, págs 52 a 59
4 Para apreciar las distintas concepciones coubertinianas sobre el término olimpismo ver: COUBERTIN, Pierre. La Victoria
del Olimpismo. Revue Sportive Ilustrée. Belgique. Julio de 1920 en Ideario Olímpico
5 Carta Olímpica. Principios Fundamentales 2 y 3
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«12
El olimpismo
En los Juegos de la V Olimpiada en Estocolmo en 1912, se disputaron por primera vez los concursos artísticos
introducidos a instancia de Coubertin. El Primer Premio en Literatura fue otorgado a la Composición Oda al
Deporte firmada por Georges Honhrod y M. Eschbach. Concedido el galardón, ulteriormente se descubrió que
el autor y ganador del mismo había sido el propio Coubertin que había concursado bajo seudónimos.
Pierre de Coubertin fue el ideólogo del Movimiento Olímpico Moderno, y a su vez, el legislador y organizador
de su pensado y complejo entramado. En la imagen de la derecha, documento hológrafo de la primera regla-
mentación del Comité Olímpico Internacional.
el deporte al servicio del desarrollo armónico del hombre con el fin de favorecer
el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el manteni-
miento de la dignidad humana. Para ello, el Movimiento Olímpico lleva a cabo
solo o en cooperación con otros organismos y dentro de sus posibilidades, ac-
ciones a favor de la paz.
Ha habido sobre el término concepciones erróneas que han considerado
al olimpismo como “deporte más cultura”, cuando el deporte si participa de
la esencia específica que le es propia, ya es en si cultura e instrumento ge-
nerador de cultura, como así lo concibieron entre otros Ortega y Gasset (la
cultura no es hija del trabajo sino el deporte) y Johan Huizinga, cuando en
1938 afirmaban categóricamente: las culturas nacen en forma de juego. El
juego esta presente en el origen de toda cultura. El hombre crea fundamen-
talmente jugando.6
Sintetizando las versiones que anteceden, se puede considerar el olimpismo
como una filofosía de la vida, que utiliza al deporte como correa transmisora
de sus principios fundamentales formativos, pacifistas, democráticos humani-
tarios, culturales y ecologistas .
En primer lugar, el olimpismo es una filosofía. La carga semántica del con-
cepto equivale a “amor a la sabiduría” 7
. La escuela de los filósofos en el
mundo griego, fue contrapuesta y ulterior a la de los sofistas, quienes pompo-
samente se intitulaban, como sofos=sabio o “el que sabe”. Su predicamento e
influencia social fueron grandes y Protágoras de Abdera (485-410) fue quien
primero se intituló como sofista siendo también y en definitiva el creador del
humanismo con su célebre frase el hombre es la medida de todas las cosas8
.
Pero Sócrates (470-439) y Platón (427-347) combatieron sañudamente a los so-
fistas, bajo la acusación de que la sabiduría no se enseñaba, sino que por el
contrario se generaban paulatinamente a nivel personal. La repercusión social
de tal campaña, deterioró a tal extremos la imagen del sofista, que en pleno
siglo IV y a partir de entonces, la función adquiere una connotación netamente
peyorativa9
.
Por el contrario, los filósofos como colegio o escuela comprometidos con
la permanente búsqueda de la verdad y del saber, tienen su origen histórico
en Pitágoras de Samos (570-497) el genial creador de la teoría de los números
como esencia de todas las cosas. El fue quién por primera vez se intituló filó-
sofo, y cuando el tirano de Fiunte, intrigado por el significado del enigmático
concepto le preguntó por su esencia y cometidos, es cuando Pitágoras, a modo
La filosofía del olimpismo
»
13»
6 Ver sobre el tema, Cagigal José María: Deporte, pedagogía y humanismo. Madrid 1966 y DURANTEZ, Conrado: Literatura
española del tema deportivo. En Mensaje Olímpico. Comité Olímpico Internacional, número 13, marzo de 1986, Pág. 13.
7 GOMEZ DE SILVA, Guido. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. México 1965, Pág. 302.
8 VIAL, Claude, Léxico de antigüedades griegas.Versión castellana de Maurio Armiño, Madrid 1983, Pág. 197.
9 DRAE 1992, Pág. 1344
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«14
El olimpismo
Cabeza de filósofo. La sorprendente cabeza en bronce fue hallada bajo las aguas próximas a Anticitera y está catalogada como
una obra maestra de la expresividad escultórica. Parece representar a un filósofo escéptico de la época helenística, posiblemente
Bión el Boristenita, del s. III a. C. famoso por sus diatribas satíricas. Museo Arqueológico de Atenas.
de parábola, le da una explicación eminentemente olímpica10
. La vida de los
hombres –dijo- le parecía semejante a una aglomeración de gentes como las
que se reunía en la convocatoria de los mayores juegos y con la renombrada
asistencia de toda Grecia. Pues allí los unos acudían, con sus cuerpos bien
entrenados, para conquistar la gloria y el honor de la corona, otros se congre-
gaban para vender y comprar con afán y ánimo de lucro, y había también
otra clase de individuos, y estos eran los más ingeniosos, que no iban en pos
del aplauso ni de la ganancia, sino que se presentaban allí tan solo para mirar
y observar vigilantemente lo que allí se hacía y cómo. ...Y estos, se llamaron
amantes de la sabiduría , es decir filósofos, y así como lo más noble es ir allí
sin comprar nada, así en la vida la contemplación y el conocimiento, superan
en mucho a todos los otros afanes.
Como consecuencia y corolario de lo expuesto, el olimpismo es una filosofía
de la vida, es decir, un entendimiento sabio de la existencia del ser humano a
la que se pretende elevar y dignificar.
El deporte es la correa transmisora del olimpismo. Al hilo del término, con-
viene precisar como necesario antecedente, la confusión generalizada que
sobre el extremo existe, al solerse identificar los dos elementos como uno solo,
y en un peculiar periodo de la historia, en el que como nunca ha habido tantas
noticias y avisos, pero cada vez los receptores de tales informaciones carecen
de la necesaria base de una adecuada formación. En este sentido, se tiende a
confundir la dualidad dicha y como consecuencia de ello, cuando en algunos
casos del deporte de alta competición, que como consecuencia del fabuloso
sustrato económico en el que se mueve, se evidencian o emergen supuestos
de corrupción o venalidad, tal degeneración, es imputada como fenómeno glo-
bal al olimpismo, para enfatizar erróneamente con radicales aseveraciones,
tales como la de que el olimpismo ya no existe, o es término obsoleto y des-
fasado, cuando los principios olímpicos fundamentales (no discriminación, paz,
mejora psico-física del ser humano a través del deporte etc.) están tan vigentes
en los umbrales del siglo XXI, como cuando en la antesala del pasado siglo
Pierre de Coubertin, su fundador, los formuló.
Pero donde quizá radique la causa del error, sería en determinar cual es
la esencia del verdadero deporte, ya que el término de ser un concepto uni-
voco a comienzos de siglo, ha pasado en los tiempos presentes a una acep-
ción equívoca. De ahí, que cuando alguien se intitula así mismo como
“deportista”, se le podría inquirir acerca de su categoría o clase: ¿campeón
olímpico, campeón nacional, de club, de barrio, trotador que se mantiene en
forma, o apasionado hincha metido en kilos, mofletudo y fondón que en los
fines de semana sigue devotamente los encuentros de su equipo favorito a
La filosofía del olimpismo
»
15»
10 GARCIA GUAL, Carlos, Los que iban a mirar. Revista de Occidente, número 134-135, Pág. 5.
GARCIA ROMERO, Fernando: Poesía y deportes en la antigüedad. Revista de Occidente. Número 134-135, Pág. 57.
través de la televisión, cómodamente instalado en el salón de su casa, sobre-
llevando absorto las incidencia jubilosas o amargas del lance retransmitido,
mientras compulsivamente se atiborra de güisqui y cacahuetes? Todos ellos
se intitulan “deportistas” pero ¿quién es el practicante y beneficiario a la vez,
del ejercicio del verdadero deporte?11
.
El hilo conductor que ha de ser utilizado como certera vía para determinar
la esencia de lo que ha de ser entendido por verdadero deporte, es el de pre-
cisar la actividad, actuación o manifestación que por la importancia sociológica
que en su día adquirió, generó el nombre. Y es precisamente, en el tímido
nacer del deporte en la Edad Media, que ha de ser entendido por tal, la práctica
desenfadada y entretenida, voluntaria e intrascendente, a la que se deslindará
de toda la variada gama del quehacer humano, otorgándola el específico rótulo
de deporte.
Es Ortega, el que a mediados de 1947 investiga el origen histórico del tér-
mino y en el magistral prólogo que dedicó en su día al libro del Conde de
Yebes Veinte años de caza mayor, nos dice que el vocablo tiene su nacimiento
en el comportamiento de los marineros provenzales, que vacan o están en
holganza, cuando en puerto descansa de los arriesgados y duros trabajos del
mar. La palabra deporte-dice Ortega- ha entrado en la lengua común proce-
dente de la lengua gremial de los marineros mediterráneos, que a la vida tra-
bajosa en el mar oponían la de la estancia placentera en el puerto. Deporte
es estar de portu o estar de puerto.12
Siguiendo la senda ortegiana, Miguel Piernavieja el que fuera Director del
Centro de Documentación del INEF de Madrid, publicaría en la revista Citius
Altius Fortius en 1996, su exhaustivo y documentadísimo trabajo sobre el tema
Depuerto deporte. Protohistoria de una palabra.13
El minucioso rastreo semántico, realizado a partir de los idiomas provenza-
les, antiguo castellano antiguo catalán y antiguo francés, en un alarde de eru-
dición, revela el autor como desde el año 1140 en que el término deport
aparece utilizado en el Cantar de Mío Cid, hasta la Crónica de Ramon Munta-
ner en 1325, de las setenta y cuatro veces que el vocablo es utilizado, en treinta
y seis de ellas, es usado como sinónimo de ejercicio físico y diversión. La pa-
labra deport provenzal aparece por primera vez usada por Guillermo de Poi-
tiers, séptimo conde de su nombre y noveno Duque de Aquitania (1071-1127).
Hombre burlón y sensual, cortejador y mancillador de honras femeninas, en
el año 1117, una vez que le fuera levantada la excomunión papal que sobre el
pesaba el famoso Duque se trasladó a España con 600 caballeros para combatir
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo
«16
11 Ver sobre el tema, Cagigal José María: Deporte, pedagogía y humanismo. Madrid 1966 y DURANTEZ, Conrado: Literatura
española del tema deportivo. En Mensaje Olímpico. Comité Olímpico Internacional, número 13, marzo de 1986, Pág. 13.
12 GOMEZ DE SILVA, Guido. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. México 1965, Pág. 302.
13 VIAL, Claude, Léxico de antigüedades griegas.Versión castellana de Maurio Armiño, Madrid 1983, Pág. 197.
TRAPERO, Maximiano: El campo semántico deporte. Santa Cruz de Tenerife. Canarias. 1979.
La filosofía del olimpismo
17»
»
Tres de los más destacados apóstoles del movimiento
físico-pedagógico moderno. De izquierda a derecha y
de arriba abajo, el alemán Ludwig Jahan (1776-
1852), creador de los turnplatzs; el español Francisco
de Amoros y Ondeano, Marqués de Sotelo (1770-
1848), fundador en Madrid en 1806 del Real Insituto
Pestalozziano y el pastor anglicano Thomas Arnold,
cuyo sistema de pedagogía deportiva implantado en
la Universidad de Rugby había de influir en forma de-
cisiva en el ideario de Coubertin.
a los almoravides al lado de Alfonso el Batallador.- En uno de sus poemas cor-
tesanos, nos dejó el contradictoria personaje, como un hito histórico indeleble,
la palabra deport.
La idea de esparcimiento ha de ser pues consustancial al deporte, pues si
ésta se perdiera, la actividad quedaría relegada a una ocupación forzosa nor-
malmente vinculada al obligado quehacer laboral. La alegría del deportista,
ha de ser pues un síntoma calificador de su talante, lo que hacía exclamar a
Pierre de Coubertin en 1918 con valoración sagaz, de experto psicólogo de-
portivo: Si alguien me pidiera la receta para olimpizarse le diría: la primera
condición es estar alegre. Y añade dos años más tarde: el día en que el de-
portista deje de disfrutar de toda la alegría de su propio esfuerzo y de la em-
briaguez de poder y equilibrio corporal que de él derivan, el día en que se
deje dominar por las consideraciones de vanidad o de interés, ese día su ideal
se acabará y el valor pedagógico de este ideal, si se puede emplear esta expre-
sión, disminuiría irremediablemente 14
.
El elemento fundamental diferenciador de lo que ha de ser entendido por
verdadero deporte como esencia próxima pero distinta a todo el conglomerado
de impropias manifestaciones comprendidas bajo el genérico paraguas semán-
tico del término, ha de ser, el del carácter desinteresado de tal actividad. Así lo
concebía Ortega y Gasset cuando razonaba de cómo el hombre neolítico que
cultiva ya el suelo, que ha domesticado, y cría animales, no necesita, como su
antecesor paleolítico, nutrirse principalmente del trabajo venatorio: descargada
de su forzosidad, la caza se eleva a deporte 15
. En consecuencia, la actividad
verdaderamente deportiva, participa de una doble versión lúdica e intrascen-
dente, que la caracterizan como algo accidental en la vida del hombre. El más
hondo valor humanístico del deporte –decía Cagigal- radica en su secundarie-
dad. A nivel individual o de pequeño grupo, sirve como alternativa de espon-
táneo y desnudo entendimiento humano al margen de los cotidianos cometidos
asignados a cada uno en el encasillamiento social,....El deporte no es más im-
portante ni mejor que la vida seria. Si toda la vida se transformase en deporte,
este perdería su principal virtud de alternativa dialéctica 16
. De ahí y por ello,
que en este sucinto examen de la veta esencial de la auténtica actividad de-
portiva, destaque en ella su carácter de ociosidad 17
, condicionante originaria,
que en la mayoría de las impropias manifestaciones agonales, carecería hoy
de sentido. Esta cualidad se conserva aún en la catalogación oficial del termino,
al considerarse el deporte como recreación, pasatiempo, placer, diversión o
ejercicio físico, por lo común al aire libre 18
. Y es que en esta accesoridad tra-
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«18
El olimpismo
14 COUBERTIN, Pierre. En Ideario Olímpico. Madrid 1973. Pág. 99.
15 Citado por Cagigal, José María, En Deporte pulso de nuestro tiempo. Pág. 197.
16 CAGIGAL, José María. ¡Oh deporte! Anatomía de un gigante, Pág. 154
17 CAGIGAL, José Maria. Deporte, pulso de nuestro tiempo. Págs. 31-36.
18 DRAE, Madrid, 1992, Págs. 482.
La filosofía del olimpismo
»
19»
Filósofos e Ideólogos del deporte y el olimpismo mo-
derno. De izquierda a derecha y de arriba abajo el ho-
landés Johan Huizinga conocido como el filósofo de
la cultura y defensor del elemento del Juego como
factor de creación cultural; el español José Ortega y
Gasset (1883-1945), profundo investigador del fenó-
meno deportivo bajo rigurosos prismas filosóficos y el
dominico francés Henri Didon (1840-1900) ilustre
pedagogo y amigo personal de Coubertin, creador del
lema olímpico Citius Altius Fortius, aceptado como di-
visa olímpica oficial a partir de 1894.
dicional de la actividad deportiva, es en donde radicaba también uno de sus
mayores atractivos sociológicos, cual era la encarnación o esencia del mito lú-
dico, seducción del que en otros tiempos carecía el profesional. Un profesional
que ejecuta dificilísimas destrezas en el circo produce admiración pero no
arrastra19
.
Y es que cada día, generan menos entusiasmo los logros campeoniles
de superdotados del músculo, que tras complicados sistemas de prepara-
ción, amén de quien sabe que otro tipo de manipulaciones o estratagemas,
obtienen la cima sobrehumana del ansiado record. Su popularidad, como
el fulgor de los cohetes de feria, suele ser fulminea pero efímera. De ahí y
por el contrario, que permanezcan en la mente popular campeones victo-
riosos y cuya fama es perdurable, no solo por su hazaña deportiva en sí,
sino y especialmente, por el descollante nivel de su talante humano. Jesé
Owens, Wilma Rudolf, Fany Blankers Koen o Caroly Takats entre otros, son
un ejemplo.
Y es que en la distorsionada realidad presente en términos deportivos y en
el empeño “globalizador” de poderosos y ocultos bloques comerciales, se está
procediendo merced a su poderosa y sofisticada técnica de movimiento de
masas y de creación de corrientes de opinión, a trasladar la práctica deportiva
de su esencia de lance de protagonismo humano, hacia una presencia pasiva,
en la que los grandes actores son deportistas profesionales a los que se admira
y sigue. Se puede hablar con propiedad de un gran deporte-espectáculo-decía
Cagigal-es decir de un deporte hacia -hay que hacer hincapié en esta preposi-
ción-esa vertiente espectacular programada y explotada, apto para la difusión,
la propaganda; objeto de exigencias campeoniles descubierto y utilizado por
las finanzas, la industria y el consumo, con frecuencia vinculado a la profe-
sionalización. Es el deporte del éxito, de las retransmisiones, de la publicidad,
de la política20
. Es, en definitiva, el papel de esta gran masa de espectadores
pasivos del deporte , la de un evidente voyeurismo deportivo por el cual y
merced a las mecanismos subyugantes del espectáculo, sufren, se alegran , se
deprimen o explotan de emoción, en consonancia con las incidencias de los
lances deportivos del profesional que está jugando.
Las precisiones que anteceden, es obvio que puedan ser tachadas de des-
fasadas, en cotejación con la cotidiana visión con la que se observa, valora
y enfoca el fenómeno deportivo. El antiguo divertimento en forma de ejer-
cicios físico, ocioso en sus deportes, corre el riesgo de convertirse en arcaico,
por falta de uso, de adecuación a la realidad contemporánea21
. Pero es evi-
dente, que el tipo de deporte que ha de constituir la correa transmisora de
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«20
El olimpismo
19 CAGIGAL, José María. El Deporte. Madrid 1985, Pág. 25.
20 CAGIGAL, José María. El Deporte en la sociedad actual. Madrid 1975,Pág. 58
21 CAGIGAL, José María. Deporte, pulso de nuestro tiempo. Madrid 1972, Pág. 37.
La filosofía del olimpismo
21»
»
Nuestro Comité ha luchado más que nadie para hacer
del deporte el placer habitual de los jóvenes de la pe-
queña burguesía, y ahora debe hacerse completa-
mente accesible al adolescente proletario. Todos los
deporte para Todos (Coubertin).
José María Cagigal (1928, 1983) estudió con singular
hondura de pensamiento el fenómeno deportivo mo-
derno transformando con su personal impacto histó-
rico las estructuras de la educación física en España.
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo
Cuatro legendarias figuras del olimpismo moderno,epónimas de
los Juegos en que participaron que por su perseverancia y éxito
ante la adversidad merecieron el Altius olímpico: Jesse Owens
(Berlin 1936) Fanny Blanquers Kohen (Londres 1948) Karoly
Takacs (Londres 1948 y Helsinki 1952) y Wilma Rudolph
(Roma 1960).
«22
los principios olímpicos, deberá encuadrarse en toda la medida posible en
las más altas cotas de humanismo y lealtad deportiva22
. No en vano la Carta
Olímpica regula como misiones del COI, las de oponerse a toda utilización
abusiva, política y comercial del deporte y de los atletas, así como la de adop-
ción de medidas para evitar que corra peligro la salud de los mismo, colabo-
rando al efecto, con los organismo competentes al objeto de poner el deporte
al servicio de la humanidad.23
Principios formativos. El código ético del olimpismo a través de la vía del
deporte, tiende a mejorar la raza humana y a conseguir el canon ideal del
hombre equilibrado y perfecto. La aspiración a tal meta, es una constante his-
tórica a través de los tiempos. En los andares iniciales del antiguo olimpismo,
a través del trance agonal, se tendía a obtener la arcaica y nobiliaria areté,
máximo exponente de destaque social del mundo homérico, bajo el patrón
de ser siempre el primero y sobresalir sobre los demás24
.
La capacitación física con el cultivo del carácter encaminada a conseguir lo-
gros destacables, se encarna en el agonismo, en donde la confrontación en la
competición es un expresión del instinto de inmortalidad, de la aspiración a
seguir viviendo en el pensamiento de los parientes y en el recuerdo de los
hombres a través de éxitos sobresalientes25
. El patrón idealista homérico, dará
paso en la misma antesala del clasicismo, al nuevo canon de la perfección a
través del simultaneo y equilibrado cultivo del cuerpo y del espíritu. La kalo-
cagathia (de kalós = bello, agathós =bueno) supone el máximo exponente his-
tórico de la educación equibrada del hombre.
La belleza física (kalós) se adquiría en la fragua de la palestra y del gimnasio,
practicado las disciplinas agonales a disputar en su día en la edición de uno
de los grandes juegos panhelénicos. La bondad espiritual e intelectual (agathós)
la procuraban la música, el canto, la danza, la retórica y la filosofía.
Pierre de Coubertin ha de tener muy presente en su ideario restaurador del
moderno olimpismo, los patrones clásicos de Olimpia. En los tiempos del es-
plendor de Olimpia -diría en 1906- las letras y las artes armoniosamente com-
binadas con el deporte, aseguraban la grandeza de los Juegos Olímpicos...ya
que la educación atlética –precisa en 1889–ejerce por lo menos idéntica acción
sobre la moral que sobre lo físico....y si por un lado desarrolla los músculos,
también forma el carácter y la voluntad: en una palabra produce hombres. La
indispensable necesidad de la cultura física y la cultura del carácter, no excluye
la formación de la inteligencia ni de la sensibilidad. Se trata de un todo armó-
La filosofía del olimpismo
23»
»
22 COUBERTIN, Pierre. Entrevista en L´auto de 4 de septiembre de 1936.
23 Carta Olímpica. Norma 2-9 y 10.
24 Homero Iliada XI 784.
25 Popplow. Ulrich. Las épocas del deporte griego. En Citius Altius Fortius. Madrid 1960, Pág. 394.
nico26
. Los principios olímpicos antiguos y coubertinianos hallan su acomodo
normativo en la Carta Olímpica cuando precisan que “el objetivo del olimpismo
es poner siempre el deporte al servicio del desarrollo armónico del hombre con
el fin de favorecer el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida
con el mantenimiento de la dignidad humana....apoyando y fomentando la
formación de la ética deportiva...velando por el mantenimiento del espíritu del
fair play en el deporte y por la erradicación de la violencia” 27
.
El ideal de la superación olímpica que haya su acomodo en el lema Citius
Altius Fortius no exige ni requiere la constante mejora de las marcas por el
solo y escueto motivo de quebrar un record precedente. El principio olímpico
de la superación, presupone y exige que la mejora de un registro, quizá os-
tentada por el mismo atleta que lo supera, se produzca porque el competidor
a través de una preparación sistemática, sea mejor, él mismo, que en tiempos
precedentes. Que su mejora ontológica total por la vía de la preparación ge-
nérica, le otorgue la condición de un rango superior. De ahí, que el frió espe-
jismo del record,28
como cota oficializada de una hazaña cotizada por los
baremos publicitarios de una sociedad de consumo de éticas frecuentemente
amorales, no haya de tener necesariamente un adecuado anclaje olímpico a
no ser que la capacitación del competidor se haya realizado respetando la dig-
nidad humana. La “recordmania” y la “medallitis”, desoladores males que aque-
jan a los altos niveles competitivos, se avienen mal con el humanismo de las
exigencias olímpicas. Las prisas por la fabricación de campeones o “campeo-
nitis”, ya en su día fueron denunciadas por Cagigal en la década de los sesenta.
A una humanidad que instintivamente se abre hacia la actividad deportiva-
decía-se la puede ofuscar con la impresión de grandes campeones. Y se montan
fábricas de super hombres –que ante una norma de sano humanismo se acer-
can más a infrahombres-. Ha llegado la gran antropofagia, no importan el in-
dividuo.29
.
Records y plusmarcas conseguidos en muchas ocasiones en el mismo ám-
bito del escenario olímpico, han sido ulteriormente invalidados ante la evi-
dencia de fraude, deshonrando al atleta y desluciendo la fiesta30
, poniendo
en evidencia las maquiavélicas maquinaciones tendentes a obtener un fin sin
reparar en los medios. La trampa ruin31
de la droga y toda la secuela de ma-
cabras manipulaciones con los atletas32
quebrantan la dignidad del individuo,
son antihumanas, no son olímpicas. Es aquí donde el humanismo deportivo
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«24
El olimpismo
26 En Pierre de Coubertin y su ideario. DURANTEZ Conrado Madrid 2001, Págs. 23 y 27.
27 Carta Olímpica. Principios Fundamentales.-3. Norma 2-6 y 7.
28 MANDELL, Richard. Historia cultural del deporte. Barcelona 1986, Pág. 292.
29 CAGIGAL José María. Deporte, pedagogía y humanismo. Madrid 1966. Pág. 51.
30 DURANTEZ, Conrado. El dopaje como fraude y violencia en el deporte.Violencia institucional. AOE 2001.
31 SAMARANCH, Juan Antonio. Discurso inaugural de la 94 Sesión del COI. Revista Olímpica, número 243, Pág. 608.
32 DURANTEZ, Conrado. El dopaje como fraude y violencia en el deporte. Métodos prohibidos. AOE 2001.
se centra en el “humanitarismo”, “hacer bien al hombre mejora al hombre,
cuando proceda, salvar al hombre”33
.
La esencia pacifista del olimpismo. La búsqueda de la paz, ha sido una cons-
tante histórica del movimiento olímpico a través de los siglos. Los Juegos de
Olimpia, colisionaban en el devenir de su normal desarrollo histórico con la
maldición de la guerra34
que de una forma permanente y tenaz asolaba el Pe-
loponeso. Es por ello, que dentro del escenario antehistórico de los Juegos, en
el año 884 antes de Cristo, Cleóstenes, Ifito y Licurgo, en representación de los
tres estados limítrofes Pisa, Elida y Esparta, acordaron el pacto internacional
de la Tregua Sagrada o Ekekheria. El lacónico mandato expresado en líneas
concéntricas sobre un disco de hierro35
reflejaba el acuerdo. “Olimpia es lugar
sagrado, quien ose pisar este suelo con fuerzas armadas, será vituperado como
hereje. Tan inicuo es también todo aquel que no vengue un crimen estando en
su mano poder hacerlo.” 36
La Tregua Sagrada, cuando se hallaba cercana la fecha de los Juegos, era
pregonada y publicada por los espondoforos o “mensajeros de la paz” que en
número de tres, partían de Olimpia para anunciar a todos los pueblos griegos,
que el periodo había comenzado. A partir de aquel momento, se prohibía el
ejercicio de la fuerza basada en el uso de las armas. Todas las operaciones
militares eran suspendidas y las falanges de guerreros volvían a sus bases pre-
dispuestos a celebrar con la solemnidad y júbilo acostumbrado, las festivas
contiendas de la paz. Los peregrinos y atletas que a Olimpia acudían, gozaban
de inmunidad personal durante su estancia en el Santuario. Así como mientras
durase su viaje de ida y vuelta a él y una atmósfera de ilusión pacificadora se
extendía por todos los territorios de la Hélade.
Amparados y protegidos por el acogedor cobijo de la Tregua Sagrada, han
de iniciar su andadura histórica oficial los Juegos de Olimpia, que se componen
al principio de una sola carrera que ganará por primera vez el eleo Corebo37
.
Y así a medida “que se fueron acordando paso a paso les fueron añadiendo
más y más pruebas”38
.
El pacto de la ekekheria como formula jurídica de profundo anclaje reli-
gioso, logró pacificar con su influencia los espacios cronológicos dedicados al
calendario de los Juegos y de paso, generó un hábito político de paz estable,39
siendo en muy contadas ocasiones, en las que el famosos acuerdo fue que-
La filosofía del olimpismo
25»
»
33 CAGIGAL, José María, ¡Oh Deporte! Madrid 1981, Pág. 137.
34 DURANTEZ, Conrado. Olimpia, 2 tomos. Madrid 1976 Tomo I. pág. 25.
35 PAUSANIAS-V, 10, 1.
36 PLUTARCO. Licurgo. I; DIEM, Carl. Historia de los Deportes. Barcelona 1966. Pág. 196.
37 PAUSANIAS,V, 8, 6.
38 PAUSANIAS,V, 8, 5 y 8, 6-11.
39 PALEÓLOGOS, Cleanthis. L´Institution de la Trêve dans les Jeux Olympiques. A.O.I. 1964, Pág. 62.
brantado, insignificantes, en todo caso, en comparación con el dilatado espacio
histórico de 1168 años de duración del antiguo olimpismo.
La promoción de una corriente internacional e internacionalizada de las re-
laciones humanas, que generase el conocimiento y la comprensión entre los
pueblos basada en el carácter interracial e intercultural presidido por el respeto
mutuo40
fue si cabe, la idea básica y esencial de la restauración coubertiniana.
“Es preciso-decía- que cada cuatro años los Juegos Olímpicos restaurados den
a la juventud universal la ocasión de un reencuentro dichoso y fraternal por el
cual se disiparán poco a poco, esta ignorancia en la que viven unos pueblos
respecto a los otros, ignorancia que mantiene los odios, acumula los malenten-
didos y precipita los acontecimiento en el destino bárbaro de una lucha sin
cuartel” 41
Esta idea de la internacionalización pacífica del deporte como vehí-
culo orientado por la filosofía olímpica, está presente en la mente de Coubertin
en el primer intento y fallido, para la restauración del olimpismo, en la sesión
de la Sorbona del 25 de noviembre de 1892.
Exportemos remeros, corredores y esgrimistas, he aquí el libre cambio del fu-
turo, y el día en que éste sea introducido en las costumbres de la vieja Europa,
la causa de la paz habrá recibido el más importante apoyo.42
La llamada constante a la paz a través del deporte, halla de nuevo en Cou-
bertin una expresión anhelante y poética, en el epígrafe IX de su Oda al De-
porte, Medalla de Oro en el Concurso de Literatura de los Juegos de Estocolmo
en 191243
. ¡Oh deporte eres la Paz!. Estableces buenos contactos entre los pueblos
acercándolos con el culto a la fuerza controlada, organizada y maestra en si
misma. Por ti aprende a respetarse la juventud universal, y así la diversidad
de las cualidades nacionales, se transforman en fuente de generosa y pacífica
emulación....
Sin embargo, la implantación de la paz mundial a través del olimpismo, tal
y como lo concebía y pretendía Coubertin, no iba a tener el esperanzador re-
sultado pretendido y tres Olimpiadas habrían de quedar vacías de Juegos Olím-
picos (la VI, XII y XIII) como consecuencia de las dos Guerras Mundiales,
falleciendo Coubertin sin ver concluida la segunda de las dos contiendas de
connotaciones apocalípticas.
Pero firmados los correspondiente armisticios de las dos dramáticas confronta-
ciones, la paz y concordia olímpica volvieron a reinar, y las juventudes del mundo
(no todas al principio en algún caso) se encontraron de nuevo en Amberes en
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«26
El olimpismo
40 DIEM, Liselott: Pierre de Coubertin. El Respeto Mutuo. En AOI 1983, Págs. 9 y siguientes; COUBERTIN, Pierre. L´édu-
cation des adolescents au XXIème siècle. III. Education morale. Le respect mutuel. Paris 1915, Págs. 14-15.
41 COUBERTIN, Pierre. Conferencia en la Sociedad El Parnaso. Atenas 1984 en Ideario Olímpico, Pág. 23.
42 COUBERTIN, Pierre. Une campagne de vingt et un ans. Paris 1900. Pág 90.
43 La Composición Poética Oda al Deporte ganó el concurso de Literatura en los Juegos de Estocolmo de 1912 figurando
como autores de la misma G. Hohrod y M. Eschbach, seudónimos que utilizó Coubertin para presentar la obra.
1920 y en Londres en 1948, renaciendo poco a poco la confianza por el conoci-
miento mutuo, desapareciendo los estereotipos y prevenciones, dando con ello
así paso a una nueva concordia mundial. Cabría en razón a ello preguntarse: ¿De
no ser por el olimpismo como doctrina y por sus Juegos como manifestaciones
tangibles y citas periódicas de la misma, dónde cuándo y cómo podría haber ha-
bido un reestablecimiento de la concordia mundial como la que de forma directa
se operó a través del continuismo del calendario cuadrienal de los Juegos?.
La Carta Olímpica se hace eco normativo del principio pacificador olímpico,
cuando manifiesta que el olimpismo aspira al establecimiento de una sociedad
pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana... lle-
vando a cabo ...acciones a favor de la paz... a fin de tender a construir un
mundo mejor y más pacífico44
. Sin embargo el reflejo programático pacifista
del olimpismo, no ha sido suficiente para su efectividad real y fundándose en
antecedentes históricos de su primera etapa, el moderno olimpismo ha aspi-
rado como paso inicial a su compromiso pacifista, lograr, al menos, un parén-
tesis de calma generalizada durante el desarrollo de los Juegos, al igual que
acontecía con el remoto antecedente de la ekekheiria.
Como consecuencia de la contienda yugoslava sañuda y feroz, que martirizó
entre otras ciudades la sede olímpica de Sarajevo, Samaranch en el discurso in-
augural de la 99 Sesión del COI en Barcelona, recordó la importancia de acordar
mundialmente un periodo de paz durante el desarrollo de los Juegos45
. En con-
sonancia con ello, el COI el 21 de julio de 1992 emitió desde Barcelona un lla-
mamiento en favor de la Tregua Olímpica y en base al cual, y en razón a su
misión de contribuir a la paz mundial, exhorta al restablecimiento de la ekekhei-
ria griega, haciendo un llamamiento a todos los estados (jefes de estado, gober-
nante o asambleas) así como a todos los organismos nacionales e internacionales,
para que el pacto de la Tregua sea observado por un periodo que abarque los
Juegos así como los siete días anteriores y posteriores a los mismos. El 9 de julio
de 1993 en Nueva York, el Secretario General de las Naciones Unidas Butros-
Ghali recibe de nuevo de Samaranch el documento de la Tregua Olímpica, apo-
yado por todos los organismos olímpicos internacionales (COI, ACNO, ASOIF,
etc..) así como los representantes de ciento ochenta y cuatro CONs. La respuesta
positiva del Secretario General de la ONU no se hizo esperar y como punto 167
del Orden del Día de la 48 Sesión habida en Nueva York el 25 de octubre de
1993, se aprueba por unanimidad el documento de la Tregua Olímpica, decla-
rando además en el año 1994, como año del Deporte y del Ideal Olímpico. Dos
años más tarde, el 7 de diciembre de 1995, la Cincuenta Asamblea General de
la ONU, hace un llamamiento a favor de la Tregua Olímpica y de la Paz que es
aprobado por ciento sesenta y un países representados. La Conferencia Mundial
La filosofía del olimpismo
27»
»
44 Carta Olímpica. Composición y organización del Movimiento Olímpico.
45 Hora Española. R.O. número 299, Pág. 407.
sobre la Educación y el Deporte para una Cultura de Paz desarrollada en París
entre los días 5 y 7 de julio de 1999, auspiciada por el COI y la UNESCO así
como la 54 Sesión de la Asamblea de las Naciones unidas habida en Nueva York
el 24 de noviembre del mismo año, en el que se propone la “Resolución por la
construcción de un mundo mejor y más pacífico gracias al deporte y al Ideal
Olímpico” es apoyada como coautores por un número record de 180 estados
sobre 188, son pasos decisivos en la implantación del acuerdo de la Tregua que
conduce a la creación de la Federaciçon Internacional para la Tregua Olímpica
(FITO) que celebra su primera Sesión en Atenas el 24 de julio de 200046
.
La idea pacifista del Olimpismo a través de todo tipo de estructuras depor-
tivas políticas y administrativas del mundo se hace cada día progresivamente
más patente.
El Olimpismo y sus principios democráticos. La práctica deportiva genera-
lizada, y la llamada a la competición dentro de un plano igualitario de dere-
chos, ha sido una conquista moderna conseguida tras muchos avatares
históricos.
El mundo griego con su peculiar estructura social, impedía el uso de las
prácticas gimnásticas a grandes masas de población carentes de la plenitud de
derechos civiles. El reflejo de tales condicionante, hallaba especial significado
en los Juegos de Olimpia, en los que, previamente a los lances agonales los
participantes, por la vía del Juramente Olímpico, atestiguaban su condición de
ser “griegos y hombres libres”47
. Al margen de tales requisitos de base, la pro-
gresiva especialización en los diversos concursos agonales, hizo que paulati-
namente a los grandes encuentros panhelénicos, asistiesen los ciudadanos que
una desahogada vida social les permitía medios y tiempo suficiente para el asi-
duo y cotidiano entrenamiento. Lejos están pues, las proezas de Glauko de Ca-
risto, que siendo labrador, vence en los Juegos Olímpicos pese a su
rudimentaria técnica boxística48
.
Es por ello que la conquista del igualitarismo democrático como derecho a la
práctica y competición deportiva, es fundamentalmente, como se dijo, un logro
reciente. Han de ser pedagogos y educadores, los que recabarán la práctica gim-
nasial como elemento formador del individuo y Francisco de Amoros y Ondeano,
Marqués de Sotelo, (1767-1848) en España; Per Henrik Ling (1776-1839) en Suecia
y Federico Luis Jahn (1778-1852) en Alemania, propició el ambiente internacional,
como antesala histórica a la revolución cultural que Pierre de Coubertin provoca.
Coubertin es un hombre de talante culto y refinado perteneciente a la elite social
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«28
El olimpismo
46 DURANTEZ, Conrado. El Olimpismo y la Paz. Facultad de Educación Física de la Coruña. 19 de mayo de 2003; ANNAN
Koffi: La paz no puede lograrse de un día para otro. R.O. Agosto-septiembre 1999, Pág. 3; SAMARANCH, Juan Antonio;
Una cultura olímpica a favor de la paz. R.O. Agosto-septiembre 1999. Págs. 35-38; Trêve Olympique. R.O. Diciembre de
1999, Pág. 19.
47 MOUSSET, Albert: Olympie. Paris 1960, Pag. 60.
48 PAUSANIAS,VI-X, I.
de su tiempo. Pero sobre todo y por encima de todo, Pierre de Coubertin es un
educador. Y de ahí que su visión del deporte como un derecho del hombre y el
código filosófico con el que ha de dotar al olimpismo por el restaurado, estén
profundamente impregnados de una esencia de democrático igualitarismo. Un re-
cord deportivo –diría en 1920– es un limite al que el hombre llega mediante la co-
laboración de las fuerzas con que le ha dotado la naturaleza, y las que él mismo
con la energía de su carácter ha desarrollado. Su situación social, el apellido o la
fortuna que haya heredado de sus padres no influyen en esto para nada. El hecho
de que sea Príncipe o artesano no le hace elevarse ni un palmo más en el salto, ni
aumentará en cincuenta centímetros la longitud del trayecto, que corredor a pie,
nadador, o remero pueda realizar en un tiempo dado49
. Sesenta años más tarde,
Cagigal ha de seguir la misma senda valorativa sobre las connotaciones democrá-
ticas del deporte. En el terreno de juego -razonaba- enfundados todos en sus ves-
timentas deportivas, no hay hijo de nadie, ni pertenencia familiar económicamente
poderosa o humilde, durante las jugadas interesa como juega cada uno, como
cumple a cada uno su rol....y es que el que mejor juega no tiene porque ser el mejor
hombre; No es conducta de transpolación; es simplemente el mejor en esa faceta
concreta de la conducta humana 50
.
El carácter aristocrático –democrático del olimpismo, lo pone de mani-
fiesto Pierre de Coubertin en el Mensaje radiofónico enviado desde Berlín
el 4 de agosto de 1935. La segunda característica del olimpismo –precisó-es
el hecho de ser una aristocracia, una élite; pero desde luego, una aristocracia
de origen totalmente igualitario, puesto que no esta determinado más que
por la superioridad corporal del individuo y por sus posibilidades muscula-
res, multiplicadas hasta un cierto punto por su voluntad de entrenamiento51
.
De ahí que la democracia sana y el internacionalismo inteligente y pacífico
entrarán en el nuevo estadio y mantendrán en él el culto al honor y al des-
interés que permitirán al atletismo realizar una obra de perfeccionamiento
moral y paz social 52
.
Estudiando la estructura de las asociaciones deportivas y la manera de su
integración en ellas de sus miembros, ve en este carácter asociativo voluntario
e igualador, un ejemplo de democracia, precisando en 1919: una asociación
deportiva es, en cierto modo, la célula de la democracia porque solo en ella,
subsiste la desigualdad que procede de la naturaleza, mientras que la desigual-
dad artificial, introducida por los hombres, es rechazada53
.
La filosofía del olimpismo
29»
»
49 COUBERTIN, Pierre. Discurso en la XVIII Sesión del COI en el Ayuntamiento de Amberes en agosto de 1920. En Ideario
Olímpico, Pág. 143.
50 CAGIGAL, José María. ¡Oh Deporte! Madrid 1981, Pág. 151.
51 COUBERTIN, Pierre. Ideario Olímpico Pág. 213.
52 COUBERTIN, Pierre. Ideario Olímpico, Pág. 23.
53 COUBERTIN, Pierre. Carta a los miembros del Comité Olímpico Internacional. Lausana enero de 1919. En Ideario Olím-
pico, Pág. 122.
Es de destacar por último dentro del igualitario humanismo de la concepción
coubertiniana del derecho al deporte, su defensa tajante y tenaz del deporte
para todos, como una práctica novedosa en su momento y opuesta a la corriente
elitista y aristocrática que los patrones anglosajones internacionalmente procla-
maban a través de la formula falaz del amateurismo, de esencia marcadamente
anti-social según la famosa versión de los Estatutos Fundacionales del Amateur
Athletic Club de Londres de 1866. Coubertin planta cara al problema en 1919:
durante mucho tiempo –decía– el atletismo renovado en el siglo XIX, no ha sido
mas que el pasatiempo de la juventud rica y semi-ociosa. Nuestro Comité ha lu-
chado más que nadie para hacer de él el placer de los jóvenes de la pequeña
burguesía; y ahora debe de hacerse completamente accesible al adolescente pro-
letario. Todos los deportes para todos, esta es la nueva fórmula de ninguna ma-
nera utópica a cuya realización debemos consagrarnos54
.
La Carta Olímpica recoge en sintetizada normativa los principios olímpicos
coubertinianos al precisar que “la práctica deportiva es un derecho humano.
Toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte según sus necesi-
dades...”siendo función del COI la de ...”articular el desarrollo del deporte para
todos que constituye una de las bases del deporte de alto nivel, el cual a su vez
contribuye al desarrollo del deporte para todos”.55
El carácter humanitario de los principios olímpicos, se evidencia por la fi-
nalidad y objetivo de los mismos, en cuanto pretenden o persiguen el “bien
del género humano”56
y ese beneficio genérico e igualitario que el olimpismo
proclama, choca frontalmente con los parámetros limitadores anti-democráticos
e injustos, de la discriminación.
En dos grandes grupos ha luchado principalmente el movimiento olímpico
en su aspiración igualadora, centrados estos esencialmente en su batalla polí-
tica contra el apartheid y en la progresiva promoción de la mujer.
La Carta Olímpica reglamenta los dos supuestos, al establecer en el sexto
Principio Fundamental, el objetivo educador del deporte “practicado sin discri-
minación de ninguna clase” y la misión que el COI se impone para la ...”pro-
moción deportiva de las mujeres a todos los niveles y en todas las estructuras
con vistas a la aplicación estricta del principio de igualdad de sexos”.57
En la trayectoria multisecular del olimpismo, ambos planteamientos suponen
un cambio radical en los iniciales postulados condicionadores de la participa-
ción en Olimpia, en donde los competidores se juramentaban de ser griegos58
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«30
El olimpismo
54 COUBERTIN, Pierre. Ideario Olímpico, Pág. 121.
55 Carta Olímpica, Principios fundamentales. 4. Norma 2-12.
56 DRAE. 1992, Pág. 798.
57 Carta Olímpica. 2013, Norma 2-7.
58 Platón. Protágoras, 312,6; Heródoto. Alejandro, 4.
La filosofía del olimpismo
31»
»
Yoshinori Sakai. El bebe de Hiroshima enciende el
pebetero del Estadio en los Juegos Olímpicos deTokio
en 1964. El joven atleta había nacido en la ciudad
mártir, el mismo día de la explosión atómica que la
arrasó. Una realidad de paz contrapuesta a los trági-
cos y dramáticos recuerdos de la guerra.
El argelino Boughéra El Ouafi gana la maratón para
Francia en los Juegos de 1928 en Ámsterdam, mar-
cando un hito histórico presagiador de los futuros
triunfos olímpicos de atletas africanos.
y la mujer estaba excluida aún en su sola y mera presencia en el estadio, bajo
draconiana pena de muerte.59
La concepción coubertiniana sobre ambos extremos fue dispar, y así, mientras
tajantemente estableció el principio del “deporte para todos” considerando al de-
porte como “patrimonio de todas las razas” o un “patrimonio de todos por igual”
no luchó de la misma manera ni propició la presencia de la mujer en los estadios.
Así en 1931 en su artículo la Colonización Deportiva, aparecido sin firma
en el Boletín del Bureau Internacional de Pedagogía Deportiva, sentaba las
bases, insólitas en la mentalidad de entonces, para la introducción del deporte
y el olimpismo en el gran continente africano y tendentes a organizar unos
Juegos Olímpicos Africanos para los que personalmente concibió una medalla
específica60
. Los deseos coubertinianos no se habrían de cumplir, con la noto-
riedad y estructura organizativa por él pensada, pero su ideario universalizador
y anti-racista (el deporte es patrimonio de todas las razas, diría en 1927) de-
rrumbó el muro de prejuicios y desprecios hacia la raza negra, cuyo continente
en el Congreso de Berlín de 1885, las potencias europeas se habían repartido
de forma arbitraria, trazando con tiralíneas quebrantadoras y nuevas fronteras
de divisiones territoriales desoyendo el milenario cauce de delimitaciones fra-
guado por la historia.
Los atletas africanos iniciaron tímidamente su participación olímpica, for-
mando parte de los equipos de las potencias coloniales y en 1928 en los Juegos
de Ámsterdam el argelino-francés Boughera El Ouafi, marca un hito histórico
venciendo en la carrera de maratón, adelantado éxito presagiador de las reite-
radas victorias olímpicas que los africanos abrían de conseguir medio siglo más
tarde61
. Pero el arbitrario resabio racista imperante en estados africanos surgidos
de las antiguas colonias de culturización británica, habrán de encontrar un pa-
radigmático ejemplo de arbitraje olímpico en Suráfrica, en donde la rígida se-
gregación racial impuesta en 1958 por Verwoerd como Jefe de Gobierno de la
Unión Surafricana, reiterada y mantenida ulteriormente en su puesto de Primer
Ministro de la transformada República Surafricana, causaron gravísimas tensiones
sociales ante el hipócrita y vejatorio sistema impuesto que abría de finalizar con
el asesinato de Verwoerd por un blanco el 15 de marzo de 1961. Pero la pérfida
discriminación continúo, generando animosidad, malestar y escándalo en el
resto de los estados africanos, así como severas advertencias en el terreno de-
portivo por parte del COI, al constatar, que el arbitrario apartheid impuesto,
quebrantaba palmariamente la Carta Olímpica. Ante la contumaz postura de los
dirigentes de Pretoria, el COI excluyó a Suráfrica de los Juegos Olímpicos en la
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«32
El olimpismo
59 PAUSANIAS,V, 16, 2-4, 3, 5-6 y 8; DREES Ludwig. Olimpia. Gods, artists and athletes. London 1968. Págs. 15 y 29
60 COUBERTIN, Pierre. Le Sport veut conquérir l´Afrique y Colonisation sportive. En Textes Choisis. Zurich 1986. Tomo II,
Págs. 675 y 678.
61 DURANTEZ, Conrado, África y el Olimpismo. R.O. 199.
La filosofía del olimpismo
33»
»
La academia de Platón. Mosaico de Pompeya del s. I a C. Museo Nacional de Nápoles
edición de Tokio en 1964 y tras un paréntesis de teórica avenencia, ratificó su
decisión de expulsión en la Sesión de Ámsterdam en 1970.
La Comisión Apartheid y Olimpismo creada por el COI para el estudio y so-
lución del problema surafricano, e integrada a su vez por dirigentes africanos,
siguió de cerca, los síntomas de positiva sensibilidad62
del Gobierno de Pretoria
internacionalmente acosado en su inhumano proceder. Al fin, en 1984, el Pre-
sidente surafricano Frederik de Klerk operó el cambio pedido, aboliendo el
apartheid, legalizando el hasta entonces prohibido Congreso Nacionales Afri-
cano y liberando a su lider Nelson Mandela. Ante tal constancia, la Comisión
de Apartheid y Olimpismo, recomendó al COI el reconocimiento del CON pro-
visional surafricano, adoptándose en la 97 Sesión del COI en Birmingham, la
decisión de admisión e invitación a Suráfrica para tomar parte en los inmedia-
tos Juegos de Barcelona 92.
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo
«34
62 Apartheid. El COI se mantiene muy vigilante. R.O. 1990, Pág. 122; El regreso del CON surafricano. R.O. 1991, Pág. 365.
Cabeza del Emperador Nerón. Sevilla, Museo Arqueológico.Tramposo participante en los Juegos de Olimpia venció en varios
concursos en los Juegos de la 211 Olimpiada en el año 67.A la derecha busto en bronce de Pitágoras (582 a 500 a C.) creador
de la palabra filósofo. Museo Arqueológico de Nápoles.
Columnas delTemplo de Hera en Olimpia. En su interior, según Pausanias, se guardaba un disco de bronce conteniendo el texto
de la Paz Olímpica o Paz Sagrada llamada Ekekcheria.
París,5 de julio de 1999. Inauguración de la Conferencia Mundial sobre Educación y Deporte para una Cultura de Paz. En el centro
los españoles Juan Antonio Samaranch, Presidente del Comité Olímpico Internacional y Federico Mayor, Director de la UNESCO.
35»
A la izquierda, estatua de Leonidas en Esparta. Leoni-
das es el máximo exponente de la Areté, la virtud ho-
mérica nobiliaria y militarista patrimonio indisociable
del héroe.
La Kalokaghathia (de Kalos=bello y Aghathos=bueno)
fue el arquetipo ideal varonil del clasicismo heleno. La
belleza se adquiría en la fragua cotidiana del gimnasio
y la palestra y la bondad con la práctica y el cultivo de
la ciencia, las artes y la música. La conjunción de tales
elementos solía concebirse en la mentalidad popular en
la figura del campeón olímpico. El Efebo de Anticítero.
Hacia el 340 a C. Museo Arqueológico de Atenas.
37»
ElValle de Olimpia. En el centro de la imagen el tortuoso cauce del río Alfeo.Arriba y a la derecha las instalaciones de la Aca-
demia Olímpica Internacional.
Ceremonia de alumbramiento del fuego olímpico en Olimpia.
Un largo periodo de cerrazón, pugna y presión, se había cerrado con justicia
en un supuesto de arbitrario y calamitoso escándalo, en cuya resolución, el COI,
se adelantó en diligencia y eficacia a todos los demás organismos internacionales.
En el tema de la participación femenina de los Juegos, la reacción olímpica
fue más lenta y tardía. Coubertin deseaba que los Juegos Olímpicos Modernos,
participasen en la medida de lo posible de la esencia espiritualista cultural e ide-
ológica que impulsó a los Juegos de Olimpia en el clasicismo. Veía por ello, en
el moderno festival por el internacionalizado, una repetición de los antiguos ago-
nes y de ahí y por ello, que inconscientemente, no era partidario de la partici-
pación femenina, no solo por su tajante exclusión en el olimpismo griego, sino
también ante la opinión dominante en los medios de la época, que valoraban
como perjudicial para la maternidad –principal y única función que en la época
a la mujer se le atribuía–la practica deportiva. En otro sentido, el incipiente de-
porte femenino, carente de tecnicismo y por ello de vistosidad, se aprestaba mal
con el suntuoso espectáculo competitivo en el que los Juegos debían de consistir.
Las referencias a este tipo de prevenciones en la obra de Coubertin son cons-
tantes, adoptando una postura más permisiva sobre el tema al final de su vida.
Pensamos –diría en 1912- que los Juegos Olímpicos han de estar reservados para
los hombres... ¿de los deportes practicados por las mujeres constituirían éstos un
espectáculo recomendable ante las multitudes que reúne una Olimpiada?...Nues-
tra concepción de los Juegos Olímpicos trata de la realización de su formula: La
exaltación solemne y periódica del atletismo masculino con la internacionaliza-
ción como base, la lealtad como medio, el arte como encuadre y el aplauso fe-
menino como recompensa...63
.
La progresiva participación femenina en los Juegos a partir de Paris 1900,
no es vista con agrado por Coubertin quién escribe en 1928: En cuanto a la
participación femenina en los Juegos, soy contrario a ella. En contra de mi vo-
luntad, han sido admitidas en un número de pruebas cada día mayor 64
y es-
timando seis años más tarde: sigo pensando que el atletismo femenino es
perjudicial (al masculino) y que este atletismo debería ser excluido del pro-
grama olímpico65
. Por último, y ante la evidencia de la realidad, su juicio se
torna tolerante e irónico. También las mujeres podrían participar –diría en
1935– si es que se considera necesario. Personalmente no apruebo la partici-
pación de mujeres en competiciones públicas, lo que no significa que se deban
abstener de practicar un gran número de deportes a condición de que no sean
como espectáculo. Su papel en los Juegos Olímpicos, debería ser, esencialmente,
como en los antiguos torneos, el de coronar a los vencedores.66
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo
«38
63 COUBERTIN, Pierre: Les femmes aux Jeux Olympiques. R.O. Juillet 1912, pag 109-111.
64 COUBERINT, Pierre. Mensaje del Barón Pierre de Coubertin a los atletas participantes en la IX Olimpiada, Bulletin Offi-
cielle du Comité International Olympique. Octubre de 1998.
65 COUBERTIN, Pierre. 40 años de olimpismo. 1894-1934. En Ideario Olímpico Pág. 211.
66 COUBERTIN, Pierre. Mensaje radiofónico desde Berlín en 4 de agosto de 1935. En Mensaje Olímpico, Pág. 217
La filosofía del olimpismo
39»
»
28 de octubre de 1971. Ceremonia del Fuego Olímpico en Olimpia. Maria Mosjoliú, hace entrega de la primera posta al ba-
loncestista griego Ioannis Kirkilesis que iniciará la carrera de relevos para llevar el fuego a Sapporo, sede de los Juegos Olím-
picos de Invierno en 1972.
Los recelos coubertinianos sobre la participación femenina en los Juegos,
se vieron desbordados por la realidad competitiva ya en su tiempo y desde
entonces tal incidencia ha ido en constante y progresivo aumento. Pero la
mujer, no se ha integrado en el fenómeno olímpico como simple concursante
o competidora en deporte, sino que, además, y siguiendo la permisiva tenden-
cia, ha ingresado también en la más alta dirigencia olímpica, siendo pionera
en tal logro la venezolana Flor Isava Fonseca, que junto con la sueca Pirjo
Haggman fueron cooptadas como miembros del COI en 1981.
Simbólico ejemplo de la incorporación femenina al moderno olímpismo, lo
constituye el alumbramiento del fuego olímpico en el estadio de México, con
ocasión de los Juegos de la XIX Olimpiada, en los que la última posta junto
con el encendido del pebetero, lo realizó por primera vez una mujer, la atleta
mexicana Enriqueta Basilio67
.
El COI a tenor de los mandatos de la Carta Olímpica precedentemente trans-
critos, vela por la progresiva incorporación femenina a las estructuras olímpicas
y deportivas, con cuyo objetivo, organiza seminarios de información destinados
a la capacitación de las mujeres dirigentes entrenadoras o técnicas funcionando
así mismo un Grupo de Trabajo con iguales fines en el que se integran miem-
bros del COI, CON y FI así como atletas y especialistas y programando por úl-
timo una Conferencia Mundial cuadrienalmente, al objeto de estudiar y evaluar
los progresos conseguidos en este campo68
.
La dimensión cultural del olimpismo, ha quedado evidenciada desde los
Juegos de Olimpia, en donde al margen del certamen oficial de la pugna mus-
cular, se desarrollaba de forma paralela una confrontación cultural y artística.
La cita cuadrienal de Olimpia, gozaba de prioritario interés entre todas las
demás convocatorias festivas religiosas o deportivas y de ahí que ante la noto-
riedad social que con el éxito de Olimpia se adquiría, fueran las fechas de los
Juegos, momentos de cita de los más destacados pensadores, escultores, poe-
tas, pintores, y artistas en general. Platon, Tales de Mileto, Herodoto, Tucidides,
Píndaro y Simónides, Pitágoras y Anaxágoras, entre otros, acudieron a Olimpia
con ocasión de la fiesta de Zeus, aprovechando su estancia para difundir sus
ideas, exponer sus concepciones políticas o filosóficas o encontrar clientes o
patronos que apoyasen o sufragasen sus creaciones69
.
El excéntrico y megalómano Nerón Emperador de Roma, quiso lucir en los
prestigioso certámenes culturales de Olimpia, creando a su interés un completo
calendario de concursos culturales, en los que amañando medios y presionado
jueces, se hizo proclamar vencedor 70
.
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«40
El olimpismo
67 DURANTEZ, Conrado. La Antorcha Olímpica. Madrid 1987. Pág. 117.
68 Le Mouvement Olympique. Lausana 2001, Pág. 44.
69 DURANTEZ, Conrado. Olimpia Pág. 320.
70 DION, Casio. Historia Romana LXIII, 14, 20;
SUETONIO, Nerón. 23 y siguientes;
PAUSANIAS,V, 12, 8;
DURÁNTEZ, Conrado. Olimpia, Pág. 320.
La filosofía del olimpismo
41»
»
Cartel anunciador de los Juegos de la V Olim-
piada en Estocolmo, históricamente el primero
con esta finalidad de difusión.
El Discóbolo Finlandés del griego Konstantinos
Dimitriadis, medalla de oro en escultura en los
Juegos de Paris en 1924.
El proyecto coubertiniano en la moderna restauración olímpica, fue siempre
la de considerar a los Juegos como un motor impulsor del arte y la cultura. En
los tiempos del esplendor de Olimpia, -diría en 1906-las letras y las artes armo-
niosamente combinadas con el deporte, aseguraban la grandeza de los Juegos
Olímpicos...ya que el deporte -diría en 1922-debe de ser concebido como pro-
ductor de arte y como ocasión de arte. Produce belleza, pues genera al atleta
que es una escultura viva. Pero Además, es ocasión de belleza, por las edifica-
ciones que con él se inauguran y los espectáculos y fiestas que genera...pues las
Olimpiadas, –diría en 1923– no tienen por única misión la exaltación de la po-
tencia muscular, por el contrario, han de ser también intelectuales y artísticas71
.
Obsesionado Coubertin por crear una relación oficial y estable entre las
artes y el deporte durante los Juegos Olímpicos, convocó en 24 de mayo de
1906, una Conferencia Consultiva de las Artes, las Letras y el Deporte, desarro-
llada en la Comédie Française de Paris en la que se invitó a participar a desta-
cados escritores y artistas que acudieron en número de 60 para estudiar en
qué medida y bajo que forma, las artes y las letras podían participar en la ce-
lebración de las Olimpiadas Modernas, y en general asociarse a la práctica de
los deportes para benefiarse de ellos y ennoblecerlos72
.
La Conferencia cumplió sus cometidos, proponiendo al COI la creación
de cinco concursos sobre arquitectura, música, escultura, pintura y literatura,
destinados a promover cada cuatro años, obras inéditas directamente inspi-
radas en la idea del deporte73
. Había nacido así el Pentatlón de las Musas74
,
cuyo estreno fue previsto para los Juegos de la IV Olimpiada a celebrarse
en Londres en 1908, sin que al fin el mismo pudiera tener lugar. En la pri-
mera edición de los concursos artísticos durante los Juegos de Estocolmo
en 1912, en la modalidad de Literatura, fue otorgado el primer premio a la
composición Oda al deporte, firmada por Georges Honhrod y Martín Es-
chbach, seudónimos con los que concursaba el propio Coubertin que siem-
pre mantuvo en especial y orgullosa estima su triunfo literario olímpico75
.
Los concursos artísticos con ocasión de los Juegos Olímpicos, tuvieron un
desigual desarrollo a lo largo de siete olimpiadas (1912-1948) y cinco juegos,
hasta que en 1949, con ocasión de la 44 Sesión del COI en Roma, fueran supri-
midos, acordándose que subsistiesen como simples “exposiciones”76
.
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo
«42
71 COUBERTIN, Pierre. Discurso en la apertura de la Sesión de Roma en 1923.
72 COUBERTIN, Pierre. Le sport et l´intelligence, Revue Mondiale. 15 de noviembre de 1922.
73 COUBERTIN, Pierre. Memorias Olímpicas, Pág. 84.
74 COUBERTIN, Pierre. Ideario Olímpico Pág. 34.
75 KAKRINI, Fani. El pentatlón de las Musas. R.O. Pág. 253.
76 DURANTEZ, Conrado. Las Bellas Artes y los Juegos Olímpicos, Barcelona 1992.
La filosofía del olimpismo
»
Ceremonias del fuego olímpico en Olimpia. Arriba Maria Mosjoliú en funciones de Gran Sacerdotisa en el acto ritual del en-
cendido de la llama en el Estadio, con destino a México 68. Abajo Maria Pampouki en el alumbramiento de la primera posta
en el Templo de Hera, con destino a lo Juegos de Barcelona 1992.
43»
El vacío dejado en el organigrama competitivo de los Juegos con la exclu-
sión de las competiciones artísticas, fue substituido con posterioridad, por las
Olimpiadas Culturales, con la que se denomina a toda serie de actividades de
tipo musical, artístico, científico y o técnico, que se programan con ocasión y
motivo de los Juegos que vayan a tener lugar77
.
La Carta Olímpica se hace eco de la dimensión cultural del olimpismo, tanto
a nivel genérico como elemento calificador de su naturaleza, como en objetivo
específico y concreto en periodo o espacios determinados. En el primer aspecto,
en cuanto que con ese doble elemento cultural y educativo, unidos ambos al de-
porte 78
conjugan con su indisoluble cooperación, la penetración y permeabilidad
social, que caracteriza al olimpismo como elemento humanamente integrador y
justo, demoledor de barreras trasnochadas o circunstanciales, cuando no arbitra-
rias, tiránicas o despóticas.
El apoyo que la Carta Olímpica otorga tanto a la Academia Olímpica Inter-
nacional como a otras instituciones cuyo objetivo sea la educación olímpica 79
ratificando y reiterando tales objetivos en las metas culturales y educadoras
que los CONs han de tener,80
supone un elocuente reconocimiento normativo
de tan esenciales principios éticos. En otro sentido, el compromiso de especial
impulso cultural durante el periodo de la olimpiada que los COJO han de pro-
gramar y organizar, se delimita y establece en la antigua Norma 44 y en su
texto de aplicación, en cuanto el programa cultural a organizar, en cada edición
de los Juegos, ha de servir para fomentar las relaciones armoniosas, la com-
prensión mutua y la amistad entre los participantes y las demás personas que
asisten a los Juegos Olímpicos.
Cuanto antecede se podría resumir en la frase de Mandell vaticinadora del
impacto de evolución, justicia y progreso que el olimpismo iba a generar. Se
podría pronosticar –dice– que los Juegos Olímpicos iban a desempeñar un rol
cada vez más importante como forum pacífico donde patentizar la originalidad
arquitectónica, el virtuosismo organizativo, la cohabitación pacífica de los pue-
blos, la continua mejora de la humanidad y con todo ello la prueba viva y con-
creta de uno de los “leitmotiv” de nuestra época, la idea de progreso81
.
Por último, el olimpismo respeta y protege con especial cuidado a la ecología,
siendo hoy día, el medio ambiente, la tercera dimensión básica de sus objetivos
además del deporte y la cultura.
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo
«44
77 DURANTEZ, Conrado. Las Bellas Artes y los Juegos Olímpicos. Introducción al Catálogo de Exposición de Hans Erni. Bar-
celona 1992. Pág. 37.
78 DURANTEZ, Conrado. Atlanta Star “An Olympic Forest” Gabarrón.Valladolid 1966, Pág. 12.
79 Carta Olímpica. Norma 2-16.
80 Carta Olímpica. Norma 27-2.
81 MANDELL Richard, Ob. Cit, Pág. 960.
La tierra, en el genérico concepto de “madre” o potencia creadora, generosa
en el sustento de los seres humanos en vida y piadosa acogedora como refugio
eterno tras el tránsito de la muerte, ha sido divinizada desde la antigüedad en
todas las culturas. En Olimpia, el arquetipo de esta concepción se centra en
Gea como potencia y reserva inagotable de fecundidad y vida, considerada
como la madre de los Dioses o la Madre Universal82
. El culto a ella dedicado,
es considerado sin duda como el primero y más antiguo del Santuario, dispo-
niendo y actuando en los ritos que su veneración generaba, una sacerdotisa,
agorera o médium, interpretadora, y auscultadora de los equívocos e incierto
vaticinios83
. Con la evolución del ideario teológico en Olimpia, Gea ha de ad-
quirir una figura más centralizada en la fecundidad de la naturaleza y en la
abundancia de las cosechas y los frutos, dando paso así a Deméter, como divi-
nidad de la tierra cultivada y esencialmente como la Diosa del Trigo84
. El culto
a Deméter tuvo en Olimpia singular arraigo, añadiéndosele el epíteto de Cámine
en el significado de “litera” o “colchón de tierra”, en donde se evidencia el di-
recto entronque de su culto, con los arcaicos ritos agrarios. Para Drees,85
en los
concursos agonísticos antehistóricos de Olimpia, posiblemente la sacerdotisa
de la diosa Demeter Cámine marcaría con su presencia la línea de meta en las
competiciones de carreras de hombres y en todo caso, dentro ya del escenarios
histórico de los Juegos de Olimpia, es la sacerdotisa de la diosa Deméter Ca-
mine, la única mujer que desde su sitial ubicado hacia el centro del talud norte
del Estadio podía presenciar los Juegos86
.
En el mundo prehispánico, sobre todo en las cultural andinas Quechua y Ai-
mará el genérico concepto maternal y fertilico de la tierra, generosa y nutricia,
se centra en la Pachamama encarnación a su vez de la idea del trabajo, del amor
y de la sabiduría87
.
Pero en los albores del siglo XXI el hombre en mayoritario y temerario pro-
ceder, está generando un progresivo aniquilamiento y destrucción de lo que
otrora religiosamente cuidaba y conservaba, llegando a divinizar, y así con sui-
cida inconsciencia, se entrega a una deforestación asoladora e impune de los
últimos reductos boscosos, a una constante y temeraria polución atmosférica
o a la contaminación criminal de las aguas, de los rios, lagos y mares, así como
al exterminio de grupos de animales, bien por la innecesaria invasión de las
reservas de sus habitats o por la caza o comercio indiscriminados de determi-
nadas especies.
La filosofía del olimpismo
45»
»
82 GRIMAL, Pierre. Diccionario de la Mitología griega y romana. Barcelona 1965, Pág. 212.
83 DURANTEZ, Conrado. Olimpia, Pág. 136;
HESIODO. Oeuvres.Theogonie. Paris 1928, pág. 116 y siguientes;
PAUSANIAS V, 14, 8 y 9.
84 GRIMAL, Pierre. Ob. Cit. Pág. 131.
85 DREES Ludwig, Ob. Cit. Pág. 15.
86 PAUSANIAS.VI 20, 8 y 9.
87 ARÉVALO, James. El despertar del puma.
En la maraña de tan fatídico desconcierto, el movimiento olímpico ha le-
vantado la bandera de la ecología, en la conciencia, de que si el olimpismo
busca a través de sus principios éticos, la consecución de un patrón humano
de un ser equilibrado y perfecto, la aspiración máxima de ese equilibrio, mal
se puede conseguir, si el entorno ambiental del individuo se torna agresivo
por deshumanizado desequilibrado en un entorno, ruidoso, chirriante, hostil y
contaminado.
La Carta Olímpica establece como decimocuarta Función del COI la de velar
para que Los Juegos Olímpicos se desarrollen en condiciones que revelen una
actitud responsable ante los problemas del medio ambiente...estimulando al
Movimiento Olímpico a que se preocupe de estos problemas y tenga en cuenta
esta preocupación en todas sus actividades, sensibilizando a todas las personas
relacionadas con el Movimiento Olímpico, sobre la importancia de un desarro-
llo sostenido.
En consonancia con tales principios, el COI después de la reunión de Lau-
sana en 1995 y en Kuwait en 1997, celebró en Rio de Janeiro entre los día 22
a 23 de octubre de 1999, la Conferencia Mundial del COI sobre Deporte y
Medio Ambiente, en la que se adoptó la Agenda 21 del Movimiento Olímpico,
inspirada en la Agenda 21 de la Conferencia de las Naciones Unidas88
. En ellas,
se reconoce, que dada la universalidad del deporte, el Movimiento Olímpico
ha de jugar un papel decisivo en la toma de medidas favorecedoras del des-
arrollo duradero debiendo ser aplicada la Agenda en cuestión de forma que
respetando los diferentes medios sociales, económicos, geográficos, climáticos,
culturales y religiosos, movilice a toda la masa de integrantes del Movimiento
Olímpico, en la decidida defensa de los valores ecológicos.
Como corolario y consecuencia, se puede evaluar al olimpismo como una
humanizante cultura de paz.
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«46
El olimpismo
88 R.O. Diciembre 1999. L´agenda 21 du Mouvement Olympique. Pág. 42.
LOS JUEGOS OLÍMPICOS ANTIGUOS
IV
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo
«48
Recreación idealizada de la estatua de Zeus de Olimpia. Obra de Fidias y ejecutada en oro y marfil, medía cerca de catorce
metros de altura y está catalogada como una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. En la página siguiente moneda elea
en plata del último tercio del s. IV a.C. en donde se representa al gran dios nacional con las sienes ceñidas con la simbólica co-
rona de olivo salvaje, el mítico premio de los campeones olímpicos. Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
El actual y reducido núcleo urbano
de la villa de Olimpia se encuentra si-
tuado en la parte nor-occidental de la
península del Peloponeso, a unos tres-
cientos kilómetros de Atenas. A mil me-
tros escasos de distancia del centro de
la villa se yerguen todavía, diezmadas y
menguadas en su apariencia física, las
ruinas de los edificios, templos e insta-
laciones, de lo que hace una larga an-
dadura de siglos constituyó el enclave
geográfico de una de las más importan-
tes vértebras de la cultura y la civiliza-
ción occidental.
Olimpia nace a la vida histórica en
épocas no bien determinadas. Durante
muchos años, quizá siglos, el idílico1
valle enmarcado entre los ríos Alfeo y
Cladeo y cuya fértil llanura es rota por el pequeño monte Cronos debió cons-
tituir un lugar de culto y de prácticas rituales que, con el tiempo, fueron cam-
biando de advocación de unas divinidades a otras. El primer dios venerado
allí, según la tradición, allá por el II milenio a.C., fue Cronos2
, al que junto con
su esposa Rea los sumos sacerdotes o basiles les ofrecían sacrificios en la cima
del monte. Esta tradición oral, narrada por Pausanias3
(hacia 170 d.C.) y Filós-
trato (alrededor de 200 d.C.), fue ulteriormente corroborada y comprobada por
las investigaciones arqueológicas. Al lado de otra serie de cultos de inferior
rango, con el transcurso del tiempo, es Zeus4
hijo de Cronos, el que sustitu-
yendo en el protagonismo teológico y ritual a su padre, se enseñorea del San-
tuario, permaneciendo cara al futuro en esta situación de exclusividad. El culto
a Zeus se incrementa en el transcurso de los años. El padre de dioses y hom-
bres, poderoso, terrible, justiciero, pero también al mismo tiempo bondadoso
y paternal, atrae al Valle de Olimpia peregrinos procedentes de los más diver-
sos lugares de la antigua Hélade, que vienen a rendirle culto y a ofrecerle sa-
crificios. Y es aquí, con ocasión de una de estas prácticas litúrgicas, en donde,
según la opinión dominante entre historiadores y arqueólogos, nació o se en-
gendra la idea que en su desarrollo histórico daría lugar o produciría los Juegos
Los Juegos Olímpicos Antiguos
49»
»
1 LISIAS. Olimpiacus. Oxford 1912. 33, 2.
FOTINOS, Spiros. Olympie. Abregé historique et guide arqueologique. Atenas 1962.
2 HESIODO. Teogonie. 167,485 y 617.
DIEM, Carl. Historia de los Deportes. Barcelona 1966. Pág 209.
3 PAUSANIAS. Descripción de Grecia. En Historiadores griegos. Madrid 1969.V,7,6.
PINDARO. Olímpicas. Madrid 1967. 10,45-50.
4 DREES, Ludwig. Olimpia. Gods, artists and athletes. London 1968, pág 55.
PAUSANIAS.V,13,10.
PINDARO. Olimpica.VIII-1-8.
deportivos mismos, basando su espíritu agonal en la más pura esencia rituaria
y litúrgica5
. Según Umminger, los peregrinos que a Olimpia llegaban ofrecían
a Zeus un gran sacrificio, en cuya pira le eran inmolados los presentes que los
devotos ofrecían a la deidad, en señal de reverencial sumisión. Como el hecho
de prender la llama de la gran hoguera suponía un privilegio y una distinción
especialmente codiciados, se arbitró un medio sencillo para la determinación
del elegido. Puestos varios peregrinos que quisieran optar a aquel honor, a
una distancia prudencial y alineados en forma de salida, a la señal de una voz
o grito, emprendían veloz carrera hacia el lugar en donde, en pie y con una
antorcha en la mano, esperaba un sacerdote. Al primero en llegar hasta él le
cabía el honor de prender la llama de la gran pira. Este fue en su aspecto ele-
mental y esquemático el origen de los Juegos de Olimpia, como dice Ummin-
ger, impregnados en su esencia de una atmósfera de conmovedora sencillez.
La competición ritual referida daría origen a la carrera denominada del estadio
(192,27 metros), cronológicamente la primera de las pruebas que integrarían
el calendario de los antiguos juegos y que guardará el privilegio de primoge-
nitura a lo largo de toda la evolución histórica de las primeras Olimpiadas, a
las que era frecuente identificar con el nombre del vencedor de aquel concurso,
el cual era inscrito siempre a la cabeza de los vencedores que en los Juegos
en cuestión hubieran tomado parte.
Particular dificultad ha supuesto para el investigador moderno el determinar
en qué momento histórico los Juegos de Olimpia se desarrollan o tienen lugar,
organizados y programados ya bajo normas esencialmente deportivas y sin
abandonar, por supuesto, la base o signo espiritual del que siempre habían de
participar. Es este un punto en el que el mito y la tradición arrojan datos, mu-
chos de los cuales han sido ulteriormente corroborados por las investigaciones
históricas. Es unas veces Herakles6
, el héroe tebano, el que para celebrar su
victoria sobre el rey Augias - la limpieza de cuyos establos constituyó uno de
sus doce míticos trabajos - celebra u organiza para conmemorarlo Juegos Olím-
picos; en otra ocasión, es Pélope7
él que, una vez conseguido su triunfo contra
el rey de Pisa, Enomao, en la legendaria carrera de carros y desposado que ha
sido con su hija Hipodamia, organiza Juegos en Olimpia para dar gracias a los
dioses; y es, en otra ocasión, Oxilo8
el que, guiando a los belicosos dorios,
llega al valle del Alfeo e instaura los Juegos. Éstas y otras múltiples citas se po-
drían invocar para asegurar que, con anterioridad al momento histórico del
cual tenemos datos concretos, en Olimpia tenían lugar citas agonales que, con
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«50
El olimpismo
5 FILOSTRATO. Gymnastike. Leipzig 1909-5.
6 SCHÖBEL, Heinz: Olimpia y sus Juegos. México 1968, págs 15 y 17.
PAUSANIAS.V, 7, 6 y 7-9.
DREES, Ludwig. Ob. Cit. pág 15.
7 DREES, Ludwig. Ob. Cit. págs 15 y 3.
PAUSANIAS,V, 1, 6; 6, 20, 7 y 6,20,1.
GRIMAL, Pierre. Diccionario de la mitología griega y romana. Barcelona 1965, pág 418.
8 PAUSANIAS.V, 3, 5.
Figuras lúdicas de la base de mármol de una estatua del s.VI a.C. En las tres bandas de la imagen, se reproducen
con gran precisión y expresividad competitiva el entreno de los efebos en el gimnasio. En la superior, luchadores
y acontista; en la del centro, escenas de un juego de pelota en la que los dos equipos compiten posiblemente en
la modalidad denominada episkiros. En la inferior el saque inicial de un partido (¿hockey?) en la que los inte-
grantes de ambos equipos observan expectantes. Museo Arqueológico de Atenas.
51»
celebración y periodicidad distinta a la que después tuvieron, muy bien pu-
dieron haber comenzado en su desarrollo más allá del siglo X a.C.
En el año 776 a.C. es cuando, según datos históricos ciertos, Corebos de
Elida gana la carrera del estadio. Es esta una fecha culminante y determinadora
a la vez, ya que, desde este año, comienza la computación histórico cronoló-
gica de los Juegos de Olimpia. La fecha no sólo tiene trascendencia deportiva,
ya que a partir de ese momento comienza a funcionar un sistema de calendario
en Grecia que mide el tiempo por Olimpiadas, es decir, por periodos de cuatro
años. Produce este dato singular impacto en el ambiente social, espiritual y
político, en la Hélade de entonces. Pierre Louÿs, en un artículo publicado en
“L’Auto”, lo comenta diciendo: “Mientras los romanos consideraron como su
primer año la fundación de Roma, los cristianos el del nacimiento de Cristo,
los musulmanes el del origen del Islam y los revolucionarios el de la proclama-
ción de la República, los griegos comenzaron a contar a partir del día en que
los sacerdotes de Olimpia hicieron grabar el nombre de Corebos en las planchas
de la gloria. Ya no saben en qué año conquistaron Troya, ni cuándo vencieron
a los atridas, ni en qué siglo vivió Homero, pero escriben en mármol blanco y
nos trasmiten la victoria de Corebos sobre 192,27 metros. Y es que los Juegos
Olímpicos eran para los griegos una solemnidad como nosotros no podemos
encontrar hoy en día equivalente similar. La esencia de Lourdes y la Meca son
los peregrinajes religiosos, la de Beirut la musical, la de Deauville el sport mun-
dial, la exposición de París no es más que artística, de atracción de forasteros.
Olimpia era todo esto y mucho más...”.
Desde el 776 a.C., con una matemática periodicidad cuadrienal, los griegos
se reúnen en Olimpia durante todo el largo espacio histórico de 1.168 años,
hasta el 392 de nuestra era, en que oficialmente desaparecen.
Los Juegos tenían lugar durante el mes de Hecatombion9
, dentro del solsticio
de verano y que vendría a corresponder a los actuales julio-agosto. Iniciado el
año olímpico, de Elida, capital del pequeño estado neutral habitado por los
eleos y dentro del cual estaba enclavada Olimpia, salían en dirección a los cua-
tro puntos cardinales los espondóforos10
o heraldos de la paz. Su misión era
comunicar a las ciudades y gentes en general que el año olímpico había co-
menzado y que la tregua o paz sagrada había entrado en vigor. La famosa Tre-
gua Sagrada11
o Ekekcheiria fue, al parecer, un convenio que en el 884 a.C.
acordaron los reyes Licurgo, Cleóstenes e Ifito, en representación de sus
Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas
«52
El olimpismo
9 DIEM, Carl. Ob. cit . pág 215 a 216.
PALELOGOS, Cleanthis. Les anciens Jeux Olympiques. AOI. 1964. Págs. 71, 72.
SCHÖBEL, Heinz. Ob. Cit. págs 14,15.
10 DURANTEZ, Conrado. El olimpismo y la paz. Facultad de Educación Física de la Coruña. 20 de mayo del 2003.
11 PAUSANIAS.V, 20, 1.
respectivos estados, Esparta, Pisa y Elida. La Tregua en cuestión venía a prohibir
todo tipo de actividad guerrera mientras los Juegos durasen y declaraba invio-
lable el territorio de Olimpia, donde los Juegos iban a tener lugar y prohibido
el acceso al mismo a toda persona armada. Según Pausanias, el infatigable via-
jero de la antigüedad, el texto del histórico acuerdo estaba grabado en forma
circular y concéntrica, en un disco de hierro que se guardaba en el Templo de
Hera. También, según Plutarco, Aristóteles vio aquel disco cuyo texto decía:
“Olimpia es un lugar sagrado; el que se atreva a pisar esta tierra con fuerza
armada será condenado como hereje. También es hereje aquél que no castigue
un delito si está en su mano poder hacerlo”.
Fue tan grande la fuerza moral que la famosa Tregua Sagrada contenía,
que, durante todo el largo y dilatado espacio histórico en que los Juegos se
desarrollaron, sólo en muy contadas y especiales ocasiones la famosa norma
pacificadora fue quebrantada, lo cual demuestra bien a las claras su acata-
miento y poder moral, en una época tan turbulenta como aquélla, en la que
las contiendas y disputas armadas entre los pueblos peloponésicos eran
constantes.
53»
Pugilistas y árbitro. Personajes ornamentales de un kilix ático de figuras rojas pintado con Duris hacia 490
a.C. Londres, Museo Británico
Abierto el periodo de la Tregua, los atletas que pretendían competir en los
Juegos intensificaban sus entrenamientos, mientras que los peregrinos que de-
seaban acudir a Olimpia para honrar a Zeus y al tiempo presenciar la gran
fiesta agonal ultimaban sus preparativos.
Los atletas que pretendían competir en Olimpia debían haberse entrenado y
preparado, con anterioridad a los Juegos, durante un espacio mínimo de diez
meses, debiendo concentrarse en Elida12
un mes antes del comienzo de las com-
peticiones. Allí, bajo la atenta mirada y juicio técnico de los hellanodicas13
o jueces
que habían de dirigir los concursos en Olimpia, demostrarían la técnica depurada
o suficiente habilidad en la especialidad escogida, que les acreditase para ser se-
leccionados entre el grupo de elegidos que podrían competir en las pruebas ofi-
ciales. Esta circunstancia de calidad deportiva era un dato más de los que se tenían
en cuenta para dar a la fiesta la máxima belleza y esplendor.
Sólo podían tomar parte en los Juegos Olímpicos los varones. Las hembras
estaban terminantemente excluidas. La infracción a tal precepto estaba casti-
«54
12 PAUSANIAS.V, 22, 8 y VI, 23, 24, 25 y 26.
DIEM, Carl. Ob. cit. Pág 206.
13 MOUSSET, Albert. Olympie et les Jeux Grecs. Paris 1960, pág 58.
PAUSANIAS.V, 16, 8;V, 24, 10 y 9-5 y VIII, 48, 2.
Pugilistas y árbitro. Los dos contrincantes parecen librar un violento y enconado combate,mientras la sangre mana
abundantemente de sus castigados rostros. El árbitro y otro pugilista que parece estar esperando entrar en liza,ob-
servan las incidencias de la pelea.Ánfora panatenaica de figuras negras del s.V a.C. Paris, Museo del Louvre.
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El-Olimpismo-2015-Castellano

  • 2. Conrado Durántez Corral es Magistrado y Doctor en Historia, Presidente de la Academia Olímpica Española, de la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas, de la Academia Olím- pica de ACNO (Asociación Mundial de Comités Olímpicos), del Comité Español Pierre de Cou- bertin y de la Asociación Española de Filatelia Olímpica. Es también miembro de la Comisión de Cultura del Comité Olímpico Internacional. Del campo de la competición deportiva, en donde durante años ostentó el record del norte del lanzamiento de disco y estuvo preseleccio- nado para la especialidad para los Juegos Olímpicos de Roma, pasó al terreno de la inves- tigación en 1961, cuando fue designado por el Comité Olímpico Español, representante oficial para asistir en Olimpia a la fundación de la Aca- demia Olímpica Internacional. Desde entonces se ha publicado 28 obras sobre la temática olímpica y especialmente sobre la filosofía y la historia del olimpismo, destacando entre otras: Olimpia y los Juegos Olímpicos Antiguos (2 volúmenes, Madrid 1976), Las Bellas Artes y los Juegos Olímpicos (2 volúmenes en español, francés e inglés, Lau- sana 1992), Los Vencedores Olímpicos (en es- pañol, francés, inglés y alemán, Pamplona 1993), Pierre de Coubertin el humanista olím- pico (en español, francés e inglés, Lausana 1994), y El Olimpismo moderno y su filosofía. El ideario (en español, francés e inglés, Madrid 2004). Es doctor Honoris Causa por varias universida- des americanas (Estados Unidos y Cuba entre otros) y detenta entre otras distinciones, las concedidas por el Comité Olímpico Internacio- nal (Orden Olímpica, Orden Pierre de Coubertin y Trofeo Deporte y Educación), así como la Me- dalla de Oro de la Real Orden del Mérito Depor- tivo de España. PORTADA:Maquetación 1 27/05/15 21:17 Página 2
  • 3. EL OLIMPISMO HISTORIA, FILOSOFÍA, ORGANIZACIÓN, JUEGOSY OLIMPIADAS CONRADO DURÁNTEZ
  • 5. Índice 1» » ÍNDICE I. PRÓLOGO .................................................................................................................... 3 II. INTRODUCCIÓN. OLIMPISMO, OLIMPIADAS Y JUEGOS .......................................... 5 III. LA FILOSOFÍA DEL OLIMPISMO................................................................................ 9 IV. LOS JUEGOS OLÍMPICOS ANTIGUOS ...................................................................... 47 V. PIERRE DE FREDY BARÓN DE COUBERTIN .......................................................... 75 VI. LOS JUEGOS OLÍMPICOS MODERNOS .................................................................. 105 VI.1. El comienzo .................................................................................................... 107 VI.2. La andadura .................................................................................................... 119 VI.3. El olimpismo entre guerras .............................................................................. 129 VI.4. La posguerra .................................................................................................. 153 VI.5. La consolidación .............................................................................................. 177 VI.6. El esplendor .................................................................................................... 213 VI.7. El nuevo milenio .............................................................................................. 249 VII. LA ESTRUCTURA ORGÁNICA DEL MOVIMIENTO OLÍMPICO MODERNO .................. Y SU NORMA RECTORA. COMITÉ OLÍMPICO INTERNACIONAL; .............................. COMITÉS OLÍMPICOS NACIONALES; LAS FEDERACIONES. ...................................... LA CARTA OLÍMPICA ............................................................................................ 259 VIII.LA ESCUELA DEL OLIMPISMO. LA ACADEMIA OLÍMPICA ................................ 271 IX. CONCLUSIÓN .......................................................................................................... 287 X. BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 295 XI. ÍNDICE GLOSARIO - FUENTES DE LA ILUSTRACIONES - ÍNDICE ONOMÁSTICO .... 305
  • 6. Prólogo 3» » PRÓLOGO Por Mario Vázquez Raña I EL movimiento olímpico en su moderno desarrollo cursa en este siglo el tercero de su existencia. En su discurrir histórico ha arrastrado todo tipo de di- ficultades, contratiempos y tropiezos (Guerras Mundiales, boicots, terrorismo, etc.) y continua impasible su rumbo incesante guiado por su trilogía ética bá- sica: la no discriminación, la búsqueda de la paz y la mejora psicofísica de la raza humana a través del deporte. Sociológicamente, en este inicio de ciclo secular, al olimpismo se le valora como la primera fuerza sociológica de la humanidad, ya que no existe otra ac- tividad política, económica, religiosa, cultural, artística o científica que cuente con un número de adeptos como el que acata la Carta Olímpica, ni tampoco hay una tendencia como las expresadas que posea la capacidad pacífica de convocatoria de un mosaico tan variado de razas, lenguas, religiones y sistemas políticos como el que el olimpismo conjuga y convoca a través de sus Juegos periódicos y cuadrienales. Conocer pues la epopeya olímpica, sus glorias, fracasos y asechanzas his- tóricas, es una conveniente condición para los que practican o dirigen el de- porte, ya que quien no conoce el pasado corre el riesgo de no barruntar el futuro y así perderse en el itinerario correcto a seguir. Dentro del ámbito de la ODEPA, se ha venido desarrollando en la última década un extendido y creciente interés por conocer el mundo olímpico en su dimensión cultural e histórica y al margen de las actividades desarrolladas por las Academias Olímpicas que existen y funcionan en la totalidad de los países, ha aflorado en el ambiente universitario la temática olímpica como materia cu- rricular fundándose numerosos Centros de Estudios Olímpicos (México y Ar- gentina entre otros) o Cátedras Olímpicas (Colombia).
  • 7. Para documentar la tendencia que antecede, se hacía necesaria la existencia de un texto manual en el que poder capacitar o investigar los diversos extremos que confluyen en el complejo fenómeno olímpico y a ello responde la presente publicación de Conrado Durántez, experto en el tema en donde, de una ma- nera escueta, precisa y rigurosa, refleja en el texto el itinerario histórico del gran movimiento desde sus inicios en la Grecia antigua a la restauración cou- bertiniana, con el estudio de la simbología identificadora olímpica y el análisis de lo más destacado acaecido en los Juegos de invierno y verano, amén de lo acontecido en los espacios cuadrienales intermedios (Olimpiadas) finalizando por un escueto examen de la triología básica estructural (Comité Olímpico In- ternacional, Comités Olímpicos Nacionales y Federaciones Internacionales) así como el estudio breve sobre la Carta Olímpica y la Academia Olímpica como escuela del Olimpismo. Espero y deseo que la presente publicación tenga la aceptación y utilidad que se correspondan con el interés con que hemos propugnado su edición. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «4 El olimpismo
  • 8. Introducción: olimpismo, olimpiadas y juegos 5» » INTRODUCCIÓN: OLIMPISMO, OLIMPIADAS Y JUEGOS II
  • 9. Integran el movimiento olímpico el conjunto de personas, organismos, ins- tituciones y entidades varias que acatan y se atienen a los postulados trazados y programados en la Carta Olímpica. En el texto de ésta (norma 1 – 1 y 2) así lo establece, considerando como partes fundamentales del genérico entramado global, al Comité Olímpico Internacional, los Comités Olímpicos Nacionales y las Federaciones Deportivas Internacionales. La esencia básica de los “movimientos” a través de la historia la han consti- tuido normalmente la difusión, predicación y enseñanza de una ideología o doctrina que genera y es secundada en multitudinaria sintonía. Cagigal estudió y analizó la génesis, naturaleza e implantación de los gran- des movimientos en la historia, destacando la figura de Jesús de Nazaret, así como los fundadores de las grandes religiones (Confucio, Buda o Mahoma), aglutinadores del poder militar, generadores de un imperio (Julio César) o ins- tigadores de doctrinario político revolucionario (Marx) y al estudiar el movi- miento olímpico, centra su examen en la figura de Coubertin. Coubertin, dice, es ante todo creador de un “movimiento”. No se dirige a las vivencias que in- forman los grandes movimientos tradicionales en la historia, la dominación político-militar o la liberación de la esclavitud. Pero no por eso deja de tener trascendencia. Tampoco había tenido directa alusión política el movimiento humanístico engendrado por dos grandes poetas, Dante y Petrarca, pero dio origen a una histórica subversión de la cultura. Coubertin no mueve a guerras, sino que convoca a una fiesta de hermandad. Como punto de encuentro, el de- porte de la mayor solera clásica. En el fondo de la fiesta corporal hay un hu- manismo educativo de honda significación antropológica y filosófica1 . Hoy en día al movimiento olímpico se le considera como la fuerza socioló- gica más importante de la humanidad, ya que no existe actividad alguna polí- tica, religiosa, científica, cultural o artística que cuente con número de adeptos como los que acatan la Carta Olímpica; ni existe tampoco tendencia humana de las características referidas, que posea la capacidad pacífica de convocatoria de un mosaico tan variado de razas, lenguas, religiones y sistemas políticos, como los que conjuga el olimpismo a través de sus juegos periódicos y cua- drienales. Y este gran gigante sociológico, dentro de su complejo entramado humanista, se asienta sobre un triple principio fundamental: la no discrimina- ción, la búsqueda de la paz y la mejora psicofísica del ser humano a través del deporte. Juegos Olímpicos y Olimpiadas. Son Juegos Olímpicos las competiciones deportivas periódicas cuadrienales organizadas bajo la autoridad del C.O.I. Es la Olimpiada el espacio cuadrienal que separa dos juegos sucesivos. La Carta Olímpica (norma 6 y su texto de aplicación), distingue y diferencia los Juegos Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «6 El olimpismo 1 ¡Oh deporte! Anatomía de un gigante.Valladolid 1981, página 114
  • 10. Introducción: olimpismo, olimpiadas y juegos 7» » de la Olimpiada y los Juegos de invierno, determinando el alcance cronológico de la Olimpiada como el período de cuatro años civiles consecutivo que co- mienza el 1º de enero del primer año y finaliza el 31 de diciembre del cuarto año. La iniciación del cómputo de los Juegos en Olimpia, comienza en el 766 a.C y simultáneamente surge con él una medición calendárica que comienza a partir de ese momento a medir el tiempo por olimpiadas, ubicando los distintos aconteceres históricos en uno de los cuatro años de la olimpiada en cuestión. Pese a la dispar y distinta naturaleza del contenido de los dos términos olím- picos, ha venido constituyendo una mantenida y reiterada calamidad semántica confundirlos, al utilizar la dimensión cronológica (olimpiada) como expresiva de los mismos juegos, lo que ya en su día irritaba a Pierre de Coubertin, el que en 1929 exclamaba: una olimpiada es un intervalo del calendario de cuatro años, cuya apertura se celebra con los Juegos. Es por tanto incorrecto histórica y gramaticalmente, hacer de la palabra olimpiada el equivalente de los Juegos Olímpicos. Y cuando dicen, como algunos lo hacen vulgarmente, “las olimpia- das de Amsterdam”, nos estropean los oídos con un doble barbarismo2 . En otro sentido, el Olimpismo es una filosofía de la vida que utiliza al de- porte como correa transmisora de sus postulados formativos, pacifistas, demo- cráticos, culturales y ecologistas3 . Otro error conceptual normalmente frecuente, es el que se refiere a los Jue- gos del Olimpo, o vencedores del Olimpo, cuando el monte Olimpo al que las referencias hacen cita, se trata como se sabe, de una gran cresta rocosa ubicada en el departamento griego de Tesalia, a cerca de 3.000m sobre el nivel del mar y en el que según la creencia religiosa griega antigua, habitaban el él el pan- teón de dioses, que integraban su concepción religiosa presididos por Zeus, el gran patrón nacional en cuyo honor se iniciaron los Juegos en el Valle de Olim- pia. 2 COUBERTIN, PIERRE: conferencia en la Alcaldía de París en 1929. En Ideario Olímpico, Madrid 1973.Traducción al es- pañol de Juan Antonio de la Iglesia, página 181. 3 DURÁNTEZ, CONRADO: el Movimiento Olímpico y su filosofía. El ideario. Madrid 2005, página 11.
  • 11. LA FILOSOFÍA DEL OLIMPISMO III
  • 12. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo Pierre de Coubertin en tres momentos de la secuencia de su vida.Arriba, entre 1880 y 1890. Con tesonero empeño, lúcida visión y férrea voluntad de trabajo, Coubertin logró con éxito la excepcional empresa de poner en marcha el Movimiento Olímpico Moderno cuando solo contaba 31 años.A la derecha, en 1926, en Nyons (Suiza). La expresiva instantánea revela de forma elocuente la compleja y rica personalidad del fa- moso humanista, reflejándose en ella sus consumadas dotes de seguridad, astucia, inteligencia, cortesía, diplomacia, fir- meza, concentración, voluntad y poder.Abajo, una de las últi- mas fotos de Pierre de Coubertin entre 1930 y 1937. «10
  • 13. El Movimiento Olímpico, como una de las grandes tendencias asociativas de la humanidad es considerado como el conjunto de entidades, organismos, instituciones y personas, que acatan la Carta Olímpica. En ésta y en sus Prin- cipios Fundamentales1 se establece que el Movimiento Olímpico agrupa bajo la autoridad suprema del COI a organizaciones, atletas y otras personas que aceptan guiarse por las disposiciones de la Carta. El criterio de pertenencia al Movimiento Olímpico es el reconocimiento del COI. La organización y la gestión del deporte deben ser controladas por los organismos deportivos independientes reconocidos como tales. En razón a ello, el Movimiento Olímpico tiene por ob- jetivo contribuir a la construcción de un mundo mejor y más pacífico, edu- cando a la juventud a través del deporte practicado sin discriminaciones de ninguna clase y dentro del espíritu olímpico que exige comprensión mutua, es- píritu de amistad, solidaridad y fair play. En consonancia con lo expuesto, los integrantes del Movimiento Olímpico, que voluntariamente se someten a los mandatos jurídicos y morales que la Carta contiene, aceptan estar integrados de diversa forma y circunstancias o son partícipes directa o indirectamente del olimpismo. Pero ¿qué es el olimpismo moderno? Para su fundador Pierre de Coubertin el olimpismo.... no es un sistema sino un estado de espíritu, estado de espíritu imbuido de un doble culto, el del esfuerzo y el de la euritmia. La pasión por el exceso y la medida combinados2 . En 1908 Coubertin concreta de una forma más esquemática su concepción del olimpismo, cuando lo considera como ... una doctrina de la fraternidad entre el cuerpo y el espíritu3 ; y en 1920 recre- ándose ante el triunfo de su idea y de la solidez adquirida por el olimpismo superador de tantos avatares históricos exclama: el olimpismo es una gran ma- quinaria silenciosa cuyas ruedas no rechinan y cuyo movimiento no cesa nunca a pesar de los puñados de arena que algunos lanzan contra ella con tanta perseverancia como falta de éxito para tratar de impedir su funciona- miento4 Hoy día la Carta Olímpica5 considera el olimpismo como una filosofía de vida que exalta y combina en su conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu. Al asociar el deporte con la cultura y la educación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo y el respeto por los principios éticos funda- mentales universales. Es por ello que el objetivo del olimpismo es poner siempre La filosofía del olimpismo 11» » 1 Carta Olímpica vigente a partir del 9 de septiembre de 2013. Principios Fundamentales. 2 COUBERTIN, Pierre: Carta del 22 de noviembre de 1918. En Ideario olímpico. Madrid 1973, pág 96. 3 Para apreciar las distintas concepciones coubertinianas sobre el término olimpismo ver: DURANTEZ, Conrado Pierre De Coubertin y su ideario. Madrid, 2001, págs 52 a 59 4 Para apreciar las distintas concepciones coubertinianas sobre el término olimpismo ver: COUBERTIN, Pierre. La Victoria del Olimpismo. Revue Sportive Ilustrée. Belgique. Julio de 1920 en Ideario Olímpico 5 Carta Olímpica. Principios Fundamentales 2 y 3
  • 14. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «12 El olimpismo En los Juegos de la V Olimpiada en Estocolmo en 1912, se disputaron por primera vez los concursos artísticos introducidos a instancia de Coubertin. El Primer Premio en Literatura fue otorgado a la Composición Oda al Deporte firmada por Georges Honhrod y M. Eschbach. Concedido el galardón, ulteriormente se descubrió que el autor y ganador del mismo había sido el propio Coubertin que había concursado bajo seudónimos. Pierre de Coubertin fue el ideólogo del Movimiento Olímpico Moderno, y a su vez, el legislador y organizador de su pensado y complejo entramado. En la imagen de la derecha, documento hológrafo de la primera regla- mentación del Comité Olímpico Internacional.
  • 15. el deporte al servicio del desarrollo armónico del hombre con el fin de favorecer el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el manteni- miento de la dignidad humana. Para ello, el Movimiento Olímpico lleva a cabo solo o en cooperación con otros organismos y dentro de sus posibilidades, ac- ciones a favor de la paz. Ha habido sobre el término concepciones erróneas que han considerado al olimpismo como “deporte más cultura”, cuando el deporte si participa de la esencia específica que le es propia, ya es en si cultura e instrumento ge- nerador de cultura, como así lo concibieron entre otros Ortega y Gasset (la cultura no es hija del trabajo sino el deporte) y Johan Huizinga, cuando en 1938 afirmaban categóricamente: las culturas nacen en forma de juego. El juego esta presente en el origen de toda cultura. El hombre crea fundamen- talmente jugando.6 Sintetizando las versiones que anteceden, se puede considerar el olimpismo como una filofosía de la vida, que utiliza al deporte como correa transmisora de sus principios fundamentales formativos, pacifistas, democráticos humani- tarios, culturales y ecologistas . En primer lugar, el olimpismo es una filosofía. La carga semántica del con- cepto equivale a “amor a la sabiduría” 7 . La escuela de los filósofos en el mundo griego, fue contrapuesta y ulterior a la de los sofistas, quienes pompo- samente se intitulaban, como sofos=sabio o “el que sabe”. Su predicamento e influencia social fueron grandes y Protágoras de Abdera (485-410) fue quien primero se intituló como sofista siendo también y en definitiva el creador del humanismo con su célebre frase el hombre es la medida de todas las cosas8 . Pero Sócrates (470-439) y Platón (427-347) combatieron sañudamente a los so- fistas, bajo la acusación de que la sabiduría no se enseñaba, sino que por el contrario se generaban paulatinamente a nivel personal. La repercusión social de tal campaña, deterioró a tal extremos la imagen del sofista, que en pleno siglo IV y a partir de entonces, la función adquiere una connotación netamente peyorativa9 . Por el contrario, los filósofos como colegio o escuela comprometidos con la permanente búsqueda de la verdad y del saber, tienen su origen histórico en Pitágoras de Samos (570-497) el genial creador de la teoría de los números como esencia de todas las cosas. El fue quién por primera vez se intituló filó- sofo, y cuando el tirano de Fiunte, intrigado por el significado del enigmático concepto le preguntó por su esencia y cometidos, es cuando Pitágoras, a modo La filosofía del olimpismo » 13» 6 Ver sobre el tema, Cagigal José María: Deporte, pedagogía y humanismo. Madrid 1966 y DURANTEZ, Conrado: Literatura española del tema deportivo. En Mensaje Olímpico. Comité Olímpico Internacional, número 13, marzo de 1986, Pág. 13. 7 GOMEZ DE SILVA, Guido. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. México 1965, Pág. 302. 8 VIAL, Claude, Léxico de antigüedades griegas.Versión castellana de Maurio Armiño, Madrid 1983, Pág. 197. 9 DRAE 1992, Pág. 1344
  • 16. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «14 El olimpismo Cabeza de filósofo. La sorprendente cabeza en bronce fue hallada bajo las aguas próximas a Anticitera y está catalogada como una obra maestra de la expresividad escultórica. Parece representar a un filósofo escéptico de la época helenística, posiblemente Bión el Boristenita, del s. III a. C. famoso por sus diatribas satíricas. Museo Arqueológico de Atenas.
  • 17. de parábola, le da una explicación eminentemente olímpica10 . La vida de los hombres –dijo- le parecía semejante a una aglomeración de gentes como las que se reunía en la convocatoria de los mayores juegos y con la renombrada asistencia de toda Grecia. Pues allí los unos acudían, con sus cuerpos bien entrenados, para conquistar la gloria y el honor de la corona, otros se congre- gaban para vender y comprar con afán y ánimo de lucro, y había también otra clase de individuos, y estos eran los más ingeniosos, que no iban en pos del aplauso ni de la ganancia, sino que se presentaban allí tan solo para mirar y observar vigilantemente lo que allí se hacía y cómo. ...Y estos, se llamaron amantes de la sabiduría , es decir filósofos, y así como lo más noble es ir allí sin comprar nada, así en la vida la contemplación y el conocimiento, superan en mucho a todos los otros afanes. Como consecuencia y corolario de lo expuesto, el olimpismo es una filosofía de la vida, es decir, un entendimiento sabio de la existencia del ser humano a la que se pretende elevar y dignificar. El deporte es la correa transmisora del olimpismo. Al hilo del término, con- viene precisar como necesario antecedente, la confusión generalizada que sobre el extremo existe, al solerse identificar los dos elementos como uno solo, y en un peculiar periodo de la historia, en el que como nunca ha habido tantas noticias y avisos, pero cada vez los receptores de tales informaciones carecen de la necesaria base de una adecuada formación. En este sentido, se tiende a confundir la dualidad dicha y como consecuencia de ello, cuando en algunos casos del deporte de alta competición, que como consecuencia del fabuloso sustrato económico en el que se mueve, se evidencian o emergen supuestos de corrupción o venalidad, tal degeneración, es imputada como fenómeno glo- bal al olimpismo, para enfatizar erróneamente con radicales aseveraciones, tales como la de que el olimpismo ya no existe, o es término obsoleto y des- fasado, cuando los principios olímpicos fundamentales (no discriminación, paz, mejora psico-física del ser humano a través del deporte etc.) están tan vigentes en los umbrales del siglo XXI, como cuando en la antesala del pasado siglo Pierre de Coubertin, su fundador, los formuló. Pero donde quizá radique la causa del error, sería en determinar cual es la esencia del verdadero deporte, ya que el término de ser un concepto uni- voco a comienzos de siglo, ha pasado en los tiempos presentes a una acep- ción equívoca. De ahí, que cuando alguien se intitula así mismo como “deportista”, se le podría inquirir acerca de su categoría o clase: ¿campeón olímpico, campeón nacional, de club, de barrio, trotador que se mantiene en forma, o apasionado hincha metido en kilos, mofletudo y fondón que en los fines de semana sigue devotamente los encuentros de su equipo favorito a La filosofía del olimpismo » 15» 10 GARCIA GUAL, Carlos, Los que iban a mirar. Revista de Occidente, número 134-135, Pág. 5. GARCIA ROMERO, Fernando: Poesía y deportes en la antigüedad. Revista de Occidente. Número 134-135, Pág. 57.
  • 18. través de la televisión, cómodamente instalado en el salón de su casa, sobre- llevando absorto las incidencia jubilosas o amargas del lance retransmitido, mientras compulsivamente se atiborra de güisqui y cacahuetes? Todos ellos se intitulan “deportistas” pero ¿quién es el practicante y beneficiario a la vez, del ejercicio del verdadero deporte?11 . El hilo conductor que ha de ser utilizado como certera vía para determinar la esencia de lo que ha de ser entendido por verdadero deporte, es el de pre- cisar la actividad, actuación o manifestación que por la importancia sociológica que en su día adquirió, generó el nombre. Y es precisamente, en el tímido nacer del deporte en la Edad Media, que ha de ser entendido por tal, la práctica desenfadada y entretenida, voluntaria e intrascendente, a la que se deslindará de toda la variada gama del quehacer humano, otorgándola el específico rótulo de deporte. Es Ortega, el que a mediados de 1947 investiga el origen histórico del tér- mino y en el magistral prólogo que dedicó en su día al libro del Conde de Yebes Veinte años de caza mayor, nos dice que el vocablo tiene su nacimiento en el comportamiento de los marineros provenzales, que vacan o están en holganza, cuando en puerto descansa de los arriesgados y duros trabajos del mar. La palabra deporte-dice Ortega- ha entrado en la lengua común proce- dente de la lengua gremial de los marineros mediterráneos, que a la vida tra- bajosa en el mar oponían la de la estancia placentera en el puerto. Deporte es estar de portu o estar de puerto.12 Siguiendo la senda ortegiana, Miguel Piernavieja el que fuera Director del Centro de Documentación del INEF de Madrid, publicaría en la revista Citius Altius Fortius en 1996, su exhaustivo y documentadísimo trabajo sobre el tema Depuerto deporte. Protohistoria de una palabra.13 El minucioso rastreo semántico, realizado a partir de los idiomas provenza- les, antiguo castellano antiguo catalán y antiguo francés, en un alarde de eru- dición, revela el autor como desde el año 1140 en que el término deport aparece utilizado en el Cantar de Mío Cid, hasta la Crónica de Ramon Munta- ner en 1325, de las setenta y cuatro veces que el vocablo es utilizado, en treinta y seis de ellas, es usado como sinónimo de ejercicio físico y diversión. La pa- labra deport provenzal aparece por primera vez usada por Guillermo de Poi- tiers, séptimo conde de su nombre y noveno Duque de Aquitania (1071-1127). Hombre burlón y sensual, cortejador y mancillador de honras femeninas, en el año 1117, una vez que le fuera levantada la excomunión papal que sobre el pesaba el famoso Duque se trasladó a España con 600 caballeros para combatir Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo «16 11 Ver sobre el tema, Cagigal José María: Deporte, pedagogía y humanismo. Madrid 1966 y DURANTEZ, Conrado: Literatura española del tema deportivo. En Mensaje Olímpico. Comité Olímpico Internacional, número 13, marzo de 1986, Pág. 13. 12 GOMEZ DE SILVA, Guido. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. México 1965, Pág. 302. 13 VIAL, Claude, Léxico de antigüedades griegas.Versión castellana de Maurio Armiño, Madrid 1983, Pág. 197. TRAPERO, Maximiano: El campo semántico deporte. Santa Cruz de Tenerife. Canarias. 1979.
  • 19. La filosofía del olimpismo 17» » Tres de los más destacados apóstoles del movimiento físico-pedagógico moderno. De izquierda a derecha y de arriba abajo, el alemán Ludwig Jahan (1776- 1852), creador de los turnplatzs; el español Francisco de Amoros y Ondeano, Marqués de Sotelo (1770- 1848), fundador en Madrid en 1806 del Real Insituto Pestalozziano y el pastor anglicano Thomas Arnold, cuyo sistema de pedagogía deportiva implantado en la Universidad de Rugby había de influir en forma de- cisiva en el ideario de Coubertin.
  • 20. a los almoravides al lado de Alfonso el Batallador.- En uno de sus poemas cor- tesanos, nos dejó el contradictoria personaje, como un hito histórico indeleble, la palabra deport. La idea de esparcimiento ha de ser pues consustancial al deporte, pues si ésta se perdiera, la actividad quedaría relegada a una ocupación forzosa nor- malmente vinculada al obligado quehacer laboral. La alegría del deportista, ha de ser pues un síntoma calificador de su talante, lo que hacía exclamar a Pierre de Coubertin en 1918 con valoración sagaz, de experto psicólogo de- portivo: Si alguien me pidiera la receta para olimpizarse le diría: la primera condición es estar alegre. Y añade dos años más tarde: el día en que el de- portista deje de disfrutar de toda la alegría de su propio esfuerzo y de la em- briaguez de poder y equilibrio corporal que de él derivan, el día en que se deje dominar por las consideraciones de vanidad o de interés, ese día su ideal se acabará y el valor pedagógico de este ideal, si se puede emplear esta expre- sión, disminuiría irremediablemente 14 . El elemento fundamental diferenciador de lo que ha de ser entendido por verdadero deporte como esencia próxima pero distinta a todo el conglomerado de impropias manifestaciones comprendidas bajo el genérico paraguas semán- tico del término, ha de ser, el del carácter desinteresado de tal actividad. Así lo concebía Ortega y Gasset cuando razonaba de cómo el hombre neolítico que cultiva ya el suelo, que ha domesticado, y cría animales, no necesita, como su antecesor paleolítico, nutrirse principalmente del trabajo venatorio: descargada de su forzosidad, la caza se eleva a deporte 15 . En consecuencia, la actividad verdaderamente deportiva, participa de una doble versión lúdica e intrascen- dente, que la caracterizan como algo accidental en la vida del hombre. El más hondo valor humanístico del deporte –decía Cagigal- radica en su secundarie- dad. A nivel individual o de pequeño grupo, sirve como alternativa de espon- táneo y desnudo entendimiento humano al margen de los cotidianos cometidos asignados a cada uno en el encasillamiento social,....El deporte no es más im- portante ni mejor que la vida seria. Si toda la vida se transformase en deporte, este perdería su principal virtud de alternativa dialéctica 16 . De ahí y por ello, que en este sucinto examen de la veta esencial de la auténtica actividad de- portiva, destaque en ella su carácter de ociosidad 17 , condicionante originaria, que en la mayoría de las impropias manifestaciones agonales, carecería hoy de sentido. Esta cualidad se conserva aún en la catalogación oficial del termino, al considerarse el deporte como recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre 18 . Y es que en esta accesoridad tra- Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «18 El olimpismo 14 COUBERTIN, Pierre. En Ideario Olímpico. Madrid 1973. Pág. 99. 15 Citado por Cagigal, José María, En Deporte pulso de nuestro tiempo. Pág. 197. 16 CAGIGAL, José María. ¡Oh deporte! Anatomía de un gigante, Pág. 154 17 CAGIGAL, José Maria. Deporte, pulso de nuestro tiempo. Págs. 31-36. 18 DRAE, Madrid, 1992, Págs. 482.
  • 21. La filosofía del olimpismo » 19» Filósofos e Ideólogos del deporte y el olimpismo mo- derno. De izquierda a derecha y de arriba abajo el ho- landés Johan Huizinga conocido como el filósofo de la cultura y defensor del elemento del Juego como factor de creación cultural; el español José Ortega y Gasset (1883-1945), profundo investigador del fenó- meno deportivo bajo rigurosos prismas filosóficos y el dominico francés Henri Didon (1840-1900) ilustre pedagogo y amigo personal de Coubertin, creador del lema olímpico Citius Altius Fortius, aceptado como di- visa olímpica oficial a partir de 1894.
  • 22. dicional de la actividad deportiva, es en donde radicaba también uno de sus mayores atractivos sociológicos, cual era la encarnación o esencia del mito lú- dico, seducción del que en otros tiempos carecía el profesional. Un profesional que ejecuta dificilísimas destrezas en el circo produce admiración pero no arrastra19 . Y es que cada día, generan menos entusiasmo los logros campeoniles de superdotados del músculo, que tras complicados sistemas de prepara- ción, amén de quien sabe que otro tipo de manipulaciones o estratagemas, obtienen la cima sobrehumana del ansiado record. Su popularidad, como el fulgor de los cohetes de feria, suele ser fulminea pero efímera. De ahí y por el contrario, que permanezcan en la mente popular campeones victo- riosos y cuya fama es perdurable, no solo por su hazaña deportiva en sí, sino y especialmente, por el descollante nivel de su talante humano. Jesé Owens, Wilma Rudolf, Fany Blankers Koen o Caroly Takats entre otros, son un ejemplo. Y es que en la distorsionada realidad presente en términos deportivos y en el empeño “globalizador” de poderosos y ocultos bloques comerciales, se está procediendo merced a su poderosa y sofisticada técnica de movimiento de masas y de creación de corrientes de opinión, a trasladar la práctica deportiva de su esencia de lance de protagonismo humano, hacia una presencia pasiva, en la que los grandes actores son deportistas profesionales a los que se admira y sigue. Se puede hablar con propiedad de un gran deporte-espectáculo-decía Cagigal-es decir de un deporte hacia -hay que hacer hincapié en esta preposi- ción-esa vertiente espectacular programada y explotada, apto para la difusión, la propaganda; objeto de exigencias campeoniles descubierto y utilizado por las finanzas, la industria y el consumo, con frecuencia vinculado a la profe- sionalización. Es el deporte del éxito, de las retransmisiones, de la publicidad, de la política20 . Es, en definitiva, el papel de esta gran masa de espectadores pasivos del deporte , la de un evidente voyeurismo deportivo por el cual y merced a las mecanismos subyugantes del espectáculo, sufren, se alegran , se deprimen o explotan de emoción, en consonancia con las incidencias de los lances deportivos del profesional que está jugando. Las precisiones que anteceden, es obvio que puedan ser tachadas de des- fasadas, en cotejación con la cotidiana visión con la que se observa, valora y enfoca el fenómeno deportivo. El antiguo divertimento en forma de ejer- cicios físico, ocioso en sus deportes, corre el riesgo de convertirse en arcaico, por falta de uso, de adecuación a la realidad contemporánea21 . Pero es evi- dente, que el tipo de deporte que ha de constituir la correa transmisora de Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «20 El olimpismo 19 CAGIGAL, José María. El Deporte. Madrid 1985, Pág. 25. 20 CAGIGAL, José María. El Deporte en la sociedad actual. Madrid 1975,Pág. 58 21 CAGIGAL, José María. Deporte, pulso de nuestro tiempo. Madrid 1972, Pág. 37.
  • 23. La filosofía del olimpismo 21» » Nuestro Comité ha luchado más que nadie para hacer del deporte el placer habitual de los jóvenes de la pe- queña burguesía, y ahora debe hacerse completa- mente accesible al adolescente proletario. Todos los deporte para Todos (Coubertin). José María Cagigal (1928, 1983) estudió con singular hondura de pensamiento el fenómeno deportivo mo- derno transformando con su personal impacto histó- rico las estructuras de la educación física en España.
  • 24. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo Cuatro legendarias figuras del olimpismo moderno,epónimas de los Juegos en que participaron que por su perseverancia y éxito ante la adversidad merecieron el Altius olímpico: Jesse Owens (Berlin 1936) Fanny Blanquers Kohen (Londres 1948) Karoly Takacs (Londres 1948 y Helsinki 1952) y Wilma Rudolph (Roma 1960). «22
  • 25. los principios olímpicos, deberá encuadrarse en toda la medida posible en las más altas cotas de humanismo y lealtad deportiva22 . No en vano la Carta Olímpica regula como misiones del COI, las de oponerse a toda utilización abusiva, política y comercial del deporte y de los atletas, así como la de adop- ción de medidas para evitar que corra peligro la salud de los mismo, colabo- rando al efecto, con los organismo competentes al objeto de poner el deporte al servicio de la humanidad.23 Principios formativos. El código ético del olimpismo a través de la vía del deporte, tiende a mejorar la raza humana y a conseguir el canon ideal del hombre equilibrado y perfecto. La aspiración a tal meta, es una constante his- tórica a través de los tiempos. En los andares iniciales del antiguo olimpismo, a través del trance agonal, se tendía a obtener la arcaica y nobiliaria areté, máximo exponente de destaque social del mundo homérico, bajo el patrón de ser siempre el primero y sobresalir sobre los demás24 . La capacitación física con el cultivo del carácter encaminada a conseguir lo- gros destacables, se encarna en el agonismo, en donde la confrontación en la competición es un expresión del instinto de inmortalidad, de la aspiración a seguir viviendo en el pensamiento de los parientes y en el recuerdo de los hombres a través de éxitos sobresalientes25 . El patrón idealista homérico, dará paso en la misma antesala del clasicismo, al nuevo canon de la perfección a través del simultaneo y equilibrado cultivo del cuerpo y del espíritu. La kalo- cagathia (de kalós = bello, agathós =bueno) supone el máximo exponente his- tórico de la educación equibrada del hombre. La belleza física (kalós) se adquiría en la fragua de la palestra y del gimnasio, practicado las disciplinas agonales a disputar en su día en la edición de uno de los grandes juegos panhelénicos. La bondad espiritual e intelectual (agathós) la procuraban la música, el canto, la danza, la retórica y la filosofía. Pierre de Coubertin ha de tener muy presente en su ideario restaurador del moderno olimpismo, los patrones clásicos de Olimpia. En los tiempos del es- plendor de Olimpia -diría en 1906- las letras y las artes armoniosamente com- binadas con el deporte, aseguraban la grandeza de los Juegos Olímpicos...ya que la educación atlética –precisa en 1889–ejerce por lo menos idéntica acción sobre la moral que sobre lo físico....y si por un lado desarrolla los músculos, también forma el carácter y la voluntad: en una palabra produce hombres. La indispensable necesidad de la cultura física y la cultura del carácter, no excluye la formación de la inteligencia ni de la sensibilidad. Se trata de un todo armó- La filosofía del olimpismo 23» » 22 COUBERTIN, Pierre. Entrevista en L´auto de 4 de septiembre de 1936. 23 Carta Olímpica. Norma 2-9 y 10. 24 Homero Iliada XI 784. 25 Popplow. Ulrich. Las épocas del deporte griego. En Citius Altius Fortius. Madrid 1960, Pág. 394.
  • 26. nico26 . Los principios olímpicos antiguos y coubertinianos hallan su acomodo normativo en la Carta Olímpica cuando precisan que “el objetivo del olimpismo es poner siempre el deporte al servicio del desarrollo armónico del hombre con el fin de favorecer el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana....apoyando y fomentando la formación de la ética deportiva...velando por el mantenimiento del espíritu del fair play en el deporte y por la erradicación de la violencia” 27 . El ideal de la superación olímpica que haya su acomodo en el lema Citius Altius Fortius no exige ni requiere la constante mejora de las marcas por el solo y escueto motivo de quebrar un record precedente. El principio olímpico de la superación, presupone y exige que la mejora de un registro, quizá os- tentada por el mismo atleta que lo supera, se produzca porque el competidor a través de una preparación sistemática, sea mejor, él mismo, que en tiempos precedentes. Que su mejora ontológica total por la vía de la preparación ge- nérica, le otorgue la condición de un rango superior. De ahí, que el frió espe- jismo del record,28 como cota oficializada de una hazaña cotizada por los baremos publicitarios de una sociedad de consumo de éticas frecuentemente amorales, no haya de tener necesariamente un adecuado anclaje olímpico a no ser que la capacitación del competidor se haya realizado respetando la dig- nidad humana. La “recordmania” y la “medallitis”, desoladores males que aque- jan a los altos niveles competitivos, se avienen mal con el humanismo de las exigencias olímpicas. Las prisas por la fabricación de campeones o “campeo- nitis”, ya en su día fueron denunciadas por Cagigal en la década de los sesenta. A una humanidad que instintivamente se abre hacia la actividad deportiva- decía-se la puede ofuscar con la impresión de grandes campeones. Y se montan fábricas de super hombres –que ante una norma de sano humanismo se acer- can más a infrahombres-. Ha llegado la gran antropofagia, no importan el in- dividuo.29 . Records y plusmarcas conseguidos en muchas ocasiones en el mismo ám- bito del escenario olímpico, han sido ulteriormente invalidados ante la evi- dencia de fraude, deshonrando al atleta y desluciendo la fiesta30 , poniendo en evidencia las maquiavélicas maquinaciones tendentes a obtener un fin sin reparar en los medios. La trampa ruin31 de la droga y toda la secuela de ma- cabras manipulaciones con los atletas32 quebrantan la dignidad del individuo, son antihumanas, no son olímpicas. Es aquí donde el humanismo deportivo Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «24 El olimpismo 26 En Pierre de Coubertin y su ideario. DURANTEZ Conrado Madrid 2001, Págs. 23 y 27. 27 Carta Olímpica. Principios Fundamentales.-3. Norma 2-6 y 7. 28 MANDELL, Richard. Historia cultural del deporte. Barcelona 1986, Pág. 292. 29 CAGIGAL José María. Deporte, pedagogía y humanismo. Madrid 1966. Pág. 51. 30 DURANTEZ, Conrado. El dopaje como fraude y violencia en el deporte.Violencia institucional. AOE 2001. 31 SAMARANCH, Juan Antonio. Discurso inaugural de la 94 Sesión del COI. Revista Olímpica, número 243, Pág. 608. 32 DURANTEZ, Conrado. El dopaje como fraude y violencia en el deporte. Métodos prohibidos. AOE 2001.
  • 27. se centra en el “humanitarismo”, “hacer bien al hombre mejora al hombre, cuando proceda, salvar al hombre”33 . La esencia pacifista del olimpismo. La búsqueda de la paz, ha sido una cons- tante histórica del movimiento olímpico a través de los siglos. Los Juegos de Olimpia, colisionaban en el devenir de su normal desarrollo histórico con la maldición de la guerra34 que de una forma permanente y tenaz asolaba el Pe- loponeso. Es por ello, que dentro del escenario antehistórico de los Juegos, en el año 884 antes de Cristo, Cleóstenes, Ifito y Licurgo, en representación de los tres estados limítrofes Pisa, Elida y Esparta, acordaron el pacto internacional de la Tregua Sagrada o Ekekheria. El lacónico mandato expresado en líneas concéntricas sobre un disco de hierro35 reflejaba el acuerdo. “Olimpia es lugar sagrado, quien ose pisar este suelo con fuerzas armadas, será vituperado como hereje. Tan inicuo es también todo aquel que no vengue un crimen estando en su mano poder hacerlo.” 36 La Tregua Sagrada, cuando se hallaba cercana la fecha de los Juegos, era pregonada y publicada por los espondoforos o “mensajeros de la paz” que en número de tres, partían de Olimpia para anunciar a todos los pueblos griegos, que el periodo había comenzado. A partir de aquel momento, se prohibía el ejercicio de la fuerza basada en el uso de las armas. Todas las operaciones militares eran suspendidas y las falanges de guerreros volvían a sus bases pre- dispuestos a celebrar con la solemnidad y júbilo acostumbrado, las festivas contiendas de la paz. Los peregrinos y atletas que a Olimpia acudían, gozaban de inmunidad personal durante su estancia en el Santuario. Así como mientras durase su viaje de ida y vuelta a él y una atmósfera de ilusión pacificadora se extendía por todos los territorios de la Hélade. Amparados y protegidos por el acogedor cobijo de la Tregua Sagrada, han de iniciar su andadura histórica oficial los Juegos de Olimpia, que se componen al principio de una sola carrera que ganará por primera vez el eleo Corebo37 . Y así a medida “que se fueron acordando paso a paso les fueron añadiendo más y más pruebas”38 . El pacto de la ekekheria como formula jurídica de profundo anclaje reli- gioso, logró pacificar con su influencia los espacios cronológicos dedicados al calendario de los Juegos y de paso, generó un hábito político de paz estable,39 siendo en muy contadas ocasiones, en las que el famosos acuerdo fue que- La filosofía del olimpismo 25» » 33 CAGIGAL, José María, ¡Oh Deporte! Madrid 1981, Pág. 137. 34 DURANTEZ, Conrado. Olimpia, 2 tomos. Madrid 1976 Tomo I. pág. 25. 35 PAUSANIAS-V, 10, 1. 36 PLUTARCO. Licurgo. I; DIEM, Carl. Historia de los Deportes. Barcelona 1966. Pág. 196. 37 PAUSANIAS,V, 8, 6. 38 PAUSANIAS,V, 8, 5 y 8, 6-11. 39 PALEÓLOGOS, Cleanthis. L´Institution de la Trêve dans les Jeux Olympiques. A.O.I. 1964, Pág. 62.
  • 28. brantado, insignificantes, en todo caso, en comparación con el dilatado espacio histórico de 1168 años de duración del antiguo olimpismo. La promoción de una corriente internacional e internacionalizada de las re- laciones humanas, que generase el conocimiento y la comprensión entre los pueblos basada en el carácter interracial e intercultural presidido por el respeto mutuo40 fue si cabe, la idea básica y esencial de la restauración coubertiniana. “Es preciso-decía- que cada cuatro años los Juegos Olímpicos restaurados den a la juventud universal la ocasión de un reencuentro dichoso y fraternal por el cual se disiparán poco a poco, esta ignorancia en la que viven unos pueblos respecto a los otros, ignorancia que mantiene los odios, acumula los malenten- didos y precipita los acontecimiento en el destino bárbaro de una lucha sin cuartel” 41 Esta idea de la internacionalización pacífica del deporte como vehí- culo orientado por la filosofía olímpica, está presente en la mente de Coubertin en el primer intento y fallido, para la restauración del olimpismo, en la sesión de la Sorbona del 25 de noviembre de 1892. Exportemos remeros, corredores y esgrimistas, he aquí el libre cambio del fu- turo, y el día en que éste sea introducido en las costumbres de la vieja Europa, la causa de la paz habrá recibido el más importante apoyo.42 La llamada constante a la paz a través del deporte, halla de nuevo en Cou- bertin una expresión anhelante y poética, en el epígrafe IX de su Oda al De- porte, Medalla de Oro en el Concurso de Literatura de los Juegos de Estocolmo en 191243 . ¡Oh deporte eres la Paz!. Estableces buenos contactos entre los pueblos acercándolos con el culto a la fuerza controlada, organizada y maestra en si misma. Por ti aprende a respetarse la juventud universal, y así la diversidad de las cualidades nacionales, se transforman en fuente de generosa y pacífica emulación.... Sin embargo, la implantación de la paz mundial a través del olimpismo, tal y como lo concebía y pretendía Coubertin, no iba a tener el esperanzador re- sultado pretendido y tres Olimpiadas habrían de quedar vacías de Juegos Olím- picos (la VI, XII y XIII) como consecuencia de las dos Guerras Mundiales, falleciendo Coubertin sin ver concluida la segunda de las dos contiendas de connotaciones apocalípticas. Pero firmados los correspondiente armisticios de las dos dramáticas confronta- ciones, la paz y concordia olímpica volvieron a reinar, y las juventudes del mundo (no todas al principio en algún caso) se encontraron de nuevo en Amberes en Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «26 El olimpismo 40 DIEM, Liselott: Pierre de Coubertin. El Respeto Mutuo. En AOI 1983, Págs. 9 y siguientes; COUBERTIN, Pierre. L´édu- cation des adolescents au XXIème siècle. III. Education morale. Le respect mutuel. Paris 1915, Págs. 14-15. 41 COUBERTIN, Pierre. Conferencia en la Sociedad El Parnaso. Atenas 1984 en Ideario Olímpico, Pág. 23. 42 COUBERTIN, Pierre. Une campagne de vingt et un ans. Paris 1900. Pág 90. 43 La Composición Poética Oda al Deporte ganó el concurso de Literatura en los Juegos de Estocolmo de 1912 figurando como autores de la misma G. Hohrod y M. Eschbach, seudónimos que utilizó Coubertin para presentar la obra.
  • 29. 1920 y en Londres en 1948, renaciendo poco a poco la confianza por el conoci- miento mutuo, desapareciendo los estereotipos y prevenciones, dando con ello así paso a una nueva concordia mundial. Cabría en razón a ello preguntarse: ¿De no ser por el olimpismo como doctrina y por sus Juegos como manifestaciones tangibles y citas periódicas de la misma, dónde cuándo y cómo podría haber ha- bido un reestablecimiento de la concordia mundial como la que de forma directa se operó a través del continuismo del calendario cuadrienal de los Juegos?. La Carta Olímpica se hace eco normativo del principio pacificador olímpico, cuando manifiesta que el olimpismo aspira al establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana... lle- vando a cabo ...acciones a favor de la paz... a fin de tender a construir un mundo mejor y más pacífico44 . Sin embargo el reflejo programático pacifista del olimpismo, no ha sido suficiente para su efectividad real y fundándose en antecedentes históricos de su primera etapa, el moderno olimpismo ha aspi- rado como paso inicial a su compromiso pacifista, lograr, al menos, un parén- tesis de calma generalizada durante el desarrollo de los Juegos, al igual que acontecía con el remoto antecedente de la ekekheiria. Como consecuencia de la contienda yugoslava sañuda y feroz, que martirizó entre otras ciudades la sede olímpica de Sarajevo, Samaranch en el discurso in- augural de la 99 Sesión del COI en Barcelona, recordó la importancia de acordar mundialmente un periodo de paz durante el desarrollo de los Juegos45 . En con- sonancia con ello, el COI el 21 de julio de 1992 emitió desde Barcelona un lla- mamiento en favor de la Tregua Olímpica y en base al cual, y en razón a su misión de contribuir a la paz mundial, exhorta al restablecimiento de la ekekhei- ria griega, haciendo un llamamiento a todos los estados (jefes de estado, gober- nante o asambleas) así como a todos los organismos nacionales e internacionales, para que el pacto de la Tregua sea observado por un periodo que abarque los Juegos así como los siete días anteriores y posteriores a los mismos. El 9 de julio de 1993 en Nueva York, el Secretario General de las Naciones Unidas Butros- Ghali recibe de nuevo de Samaranch el documento de la Tregua Olímpica, apo- yado por todos los organismos olímpicos internacionales (COI, ACNO, ASOIF, etc..) así como los representantes de ciento ochenta y cuatro CONs. La respuesta positiva del Secretario General de la ONU no se hizo esperar y como punto 167 del Orden del Día de la 48 Sesión habida en Nueva York el 25 de octubre de 1993, se aprueba por unanimidad el documento de la Tregua Olímpica, decla- rando además en el año 1994, como año del Deporte y del Ideal Olímpico. Dos años más tarde, el 7 de diciembre de 1995, la Cincuenta Asamblea General de la ONU, hace un llamamiento a favor de la Tregua Olímpica y de la Paz que es aprobado por ciento sesenta y un países representados. La Conferencia Mundial La filosofía del olimpismo 27» » 44 Carta Olímpica. Composición y organización del Movimiento Olímpico. 45 Hora Española. R.O. número 299, Pág. 407.
  • 30. sobre la Educación y el Deporte para una Cultura de Paz desarrollada en París entre los días 5 y 7 de julio de 1999, auspiciada por el COI y la UNESCO así como la 54 Sesión de la Asamblea de las Naciones unidas habida en Nueva York el 24 de noviembre del mismo año, en el que se propone la “Resolución por la construcción de un mundo mejor y más pacífico gracias al deporte y al Ideal Olímpico” es apoyada como coautores por un número record de 180 estados sobre 188, son pasos decisivos en la implantación del acuerdo de la Tregua que conduce a la creación de la Federaciçon Internacional para la Tregua Olímpica (FITO) que celebra su primera Sesión en Atenas el 24 de julio de 200046 . La idea pacifista del Olimpismo a través de todo tipo de estructuras depor- tivas políticas y administrativas del mundo se hace cada día progresivamente más patente. El Olimpismo y sus principios democráticos. La práctica deportiva genera- lizada, y la llamada a la competición dentro de un plano igualitario de dere- chos, ha sido una conquista moderna conseguida tras muchos avatares históricos. El mundo griego con su peculiar estructura social, impedía el uso de las prácticas gimnásticas a grandes masas de población carentes de la plenitud de derechos civiles. El reflejo de tales condicionante, hallaba especial significado en los Juegos de Olimpia, en los que, previamente a los lances agonales los participantes, por la vía del Juramente Olímpico, atestiguaban su condición de ser “griegos y hombres libres”47 . Al margen de tales requisitos de base, la pro- gresiva especialización en los diversos concursos agonales, hizo que paulati- namente a los grandes encuentros panhelénicos, asistiesen los ciudadanos que una desahogada vida social les permitía medios y tiempo suficiente para el asi- duo y cotidiano entrenamiento. Lejos están pues, las proezas de Glauko de Ca- risto, que siendo labrador, vence en los Juegos Olímpicos pese a su rudimentaria técnica boxística48 . Es por ello que la conquista del igualitarismo democrático como derecho a la práctica y competición deportiva, es fundamentalmente, como se dijo, un logro reciente. Han de ser pedagogos y educadores, los que recabarán la práctica gim- nasial como elemento formador del individuo y Francisco de Amoros y Ondeano, Marqués de Sotelo, (1767-1848) en España; Per Henrik Ling (1776-1839) en Suecia y Federico Luis Jahn (1778-1852) en Alemania, propició el ambiente internacional, como antesala histórica a la revolución cultural que Pierre de Coubertin provoca. Coubertin es un hombre de talante culto y refinado perteneciente a la elite social Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «28 El olimpismo 46 DURANTEZ, Conrado. El Olimpismo y la Paz. Facultad de Educación Física de la Coruña. 19 de mayo de 2003; ANNAN Koffi: La paz no puede lograrse de un día para otro. R.O. Agosto-septiembre 1999, Pág. 3; SAMARANCH, Juan Antonio; Una cultura olímpica a favor de la paz. R.O. Agosto-septiembre 1999. Págs. 35-38; Trêve Olympique. R.O. Diciembre de 1999, Pág. 19. 47 MOUSSET, Albert: Olympie. Paris 1960, Pag. 60. 48 PAUSANIAS,VI-X, I.
  • 31. de su tiempo. Pero sobre todo y por encima de todo, Pierre de Coubertin es un educador. Y de ahí que su visión del deporte como un derecho del hombre y el código filosófico con el que ha de dotar al olimpismo por el restaurado, estén profundamente impregnados de una esencia de democrático igualitarismo. Un re- cord deportivo –diría en 1920– es un limite al que el hombre llega mediante la co- laboración de las fuerzas con que le ha dotado la naturaleza, y las que él mismo con la energía de su carácter ha desarrollado. Su situación social, el apellido o la fortuna que haya heredado de sus padres no influyen en esto para nada. El hecho de que sea Príncipe o artesano no le hace elevarse ni un palmo más en el salto, ni aumentará en cincuenta centímetros la longitud del trayecto, que corredor a pie, nadador, o remero pueda realizar en un tiempo dado49 . Sesenta años más tarde, Cagigal ha de seguir la misma senda valorativa sobre las connotaciones democrá- ticas del deporte. En el terreno de juego -razonaba- enfundados todos en sus ves- timentas deportivas, no hay hijo de nadie, ni pertenencia familiar económicamente poderosa o humilde, durante las jugadas interesa como juega cada uno, como cumple a cada uno su rol....y es que el que mejor juega no tiene porque ser el mejor hombre; No es conducta de transpolación; es simplemente el mejor en esa faceta concreta de la conducta humana 50 . El carácter aristocrático –democrático del olimpismo, lo pone de mani- fiesto Pierre de Coubertin en el Mensaje radiofónico enviado desde Berlín el 4 de agosto de 1935. La segunda característica del olimpismo –precisó-es el hecho de ser una aristocracia, una élite; pero desde luego, una aristocracia de origen totalmente igualitario, puesto que no esta determinado más que por la superioridad corporal del individuo y por sus posibilidades muscula- res, multiplicadas hasta un cierto punto por su voluntad de entrenamiento51 . De ahí que la democracia sana y el internacionalismo inteligente y pacífico entrarán en el nuevo estadio y mantendrán en él el culto al honor y al des- interés que permitirán al atletismo realizar una obra de perfeccionamiento moral y paz social 52 . Estudiando la estructura de las asociaciones deportivas y la manera de su integración en ellas de sus miembros, ve en este carácter asociativo voluntario e igualador, un ejemplo de democracia, precisando en 1919: una asociación deportiva es, en cierto modo, la célula de la democracia porque solo en ella, subsiste la desigualdad que procede de la naturaleza, mientras que la desigual- dad artificial, introducida por los hombres, es rechazada53 . La filosofía del olimpismo 29» » 49 COUBERTIN, Pierre. Discurso en la XVIII Sesión del COI en el Ayuntamiento de Amberes en agosto de 1920. En Ideario Olímpico, Pág. 143. 50 CAGIGAL, José María. ¡Oh Deporte! Madrid 1981, Pág. 151. 51 COUBERTIN, Pierre. Ideario Olímpico Pág. 213. 52 COUBERTIN, Pierre. Ideario Olímpico, Pág. 23. 53 COUBERTIN, Pierre. Carta a los miembros del Comité Olímpico Internacional. Lausana enero de 1919. En Ideario Olím- pico, Pág. 122.
  • 32. Es de destacar por último dentro del igualitario humanismo de la concepción coubertiniana del derecho al deporte, su defensa tajante y tenaz del deporte para todos, como una práctica novedosa en su momento y opuesta a la corriente elitista y aristocrática que los patrones anglosajones internacionalmente procla- maban a través de la formula falaz del amateurismo, de esencia marcadamente anti-social según la famosa versión de los Estatutos Fundacionales del Amateur Athletic Club de Londres de 1866. Coubertin planta cara al problema en 1919: durante mucho tiempo –decía– el atletismo renovado en el siglo XIX, no ha sido mas que el pasatiempo de la juventud rica y semi-ociosa. Nuestro Comité ha lu- chado más que nadie para hacer de él el placer de los jóvenes de la pequeña burguesía; y ahora debe de hacerse completamente accesible al adolescente pro- letario. Todos los deportes para todos, esta es la nueva fórmula de ninguna ma- nera utópica a cuya realización debemos consagrarnos54 . La Carta Olímpica recoge en sintetizada normativa los principios olímpicos coubertinianos al precisar que “la práctica deportiva es un derecho humano. Toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte según sus necesi- dades...”siendo función del COI la de ...”articular el desarrollo del deporte para todos que constituye una de las bases del deporte de alto nivel, el cual a su vez contribuye al desarrollo del deporte para todos”.55 El carácter humanitario de los principios olímpicos, se evidencia por la fi- nalidad y objetivo de los mismos, en cuanto pretenden o persiguen el “bien del género humano”56 y ese beneficio genérico e igualitario que el olimpismo proclama, choca frontalmente con los parámetros limitadores anti-democráticos e injustos, de la discriminación. En dos grandes grupos ha luchado principalmente el movimiento olímpico en su aspiración igualadora, centrados estos esencialmente en su batalla polí- tica contra el apartheid y en la progresiva promoción de la mujer. La Carta Olímpica reglamenta los dos supuestos, al establecer en el sexto Principio Fundamental, el objetivo educador del deporte “practicado sin discri- minación de ninguna clase” y la misión que el COI se impone para la ...”pro- moción deportiva de las mujeres a todos los niveles y en todas las estructuras con vistas a la aplicación estricta del principio de igualdad de sexos”.57 En la trayectoria multisecular del olimpismo, ambos planteamientos suponen un cambio radical en los iniciales postulados condicionadores de la participa- ción en Olimpia, en donde los competidores se juramentaban de ser griegos58 Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «30 El olimpismo 54 COUBERTIN, Pierre. Ideario Olímpico, Pág. 121. 55 Carta Olímpica, Principios fundamentales. 4. Norma 2-12. 56 DRAE. 1992, Pág. 798. 57 Carta Olímpica. 2013, Norma 2-7. 58 Platón. Protágoras, 312,6; Heródoto. Alejandro, 4.
  • 33. La filosofía del olimpismo 31» » Yoshinori Sakai. El bebe de Hiroshima enciende el pebetero del Estadio en los Juegos Olímpicos deTokio en 1964. El joven atleta había nacido en la ciudad mártir, el mismo día de la explosión atómica que la arrasó. Una realidad de paz contrapuesta a los trági- cos y dramáticos recuerdos de la guerra. El argelino Boughéra El Ouafi gana la maratón para Francia en los Juegos de 1928 en Ámsterdam, mar- cando un hito histórico presagiador de los futuros triunfos olímpicos de atletas africanos.
  • 34. y la mujer estaba excluida aún en su sola y mera presencia en el estadio, bajo draconiana pena de muerte.59 La concepción coubertiniana sobre ambos extremos fue dispar, y así, mientras tajantemente estableció el principio del “deporte para todos” considerando al de- porte como “patrimonio de todas las razas” o un “patrimonio de todos por igual” no luchó de la misma manera ni propició la presencia de la mujer en los estadios. Así en 1931 en su artículo la Colonización Deportiva, aparecido sin firma en el Boletín del Bureau Internacional de Pedagogía Deportiva, sentaba las bases, insólitas en la mentalidad de entonces, para la introducción del deporte y el olimpismo en el gran continente africano y tendentes a organizar unos Juegos Olímpicos Africanos para los que personalmente concibió una medalla específica60 . Los deseos coubertinianos no se habrían de cumplir, con la noto- riedad y estructura organizativa por él pensada, pero su ideario universalizador y anti-racista (el deporte es patrimonio de todas las razas, diría en 1927) de- rrumbó el muro de prejuicios y desprecios hacia la raza negra, cuyo continente en el Congreso de Berlín de 1885, las potencias europeas se habían repartido de forma arbitraria, trazando con tiralíneas quebrantadoras y nuevas fronteras de divisiones territoriales desoyendo el milenario cauce de delimitaciones fra- guado por la historia. Los atletas africanos iniciaron tímidamente su participación olímpica, for- mando parte de los equipos de las potencias coloniales y en 1928 en los Juegos de Ámsterdam el argelino-francés Boughera El Ouafi, marca un hito histórico venciendo en la carrera de maratón, adelantado éxito presagiador de las reite- radas victorias olímpicas que los africanos abrían de conseguir medio siglo más tarde61 . Pero el arbitrario resabio racista imperante en estados africanos surgidos de las antiguas colonias de culturización británica, habrán de encontrar un pa- radigmático ejemplo de arbitraje olímpico en Suráfrica, en donde la rígida se- gregación racial impuesta en 1958 por Verwoerd como Jefe de Gobierno de la Unión Surafricana, reiterada y mantenida ulteriormente en su puesto de Primer Ministro de la transformada República Surafricana, causaron gravísimas tensiones sociales ante el hipócrita y vejatorio sistema impuesto que abría de finalizar con el asesinato de Verwoerd por un blanco el 15 de marzo de 1961. Pero la pérfida discriminación continúo, generando animosidad, malestar y escándalo en el resto de los estados africanos, así como severas advertencias en el terreno de- portivo por parte del COI, al constatar, que el arbitrario apartheid impuesto, quebrantaba palmariamente la Carta Olímpica. Ante la contumaz postura de los dirigentes de Pretoria, el COI excluyó a Suráfrica de los Juegos Olímpicos en la Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «32 El olimpismo 59 PAUSANIAS,V, 16, 2-4, 3, 5-6 y 8; DREES Ludwig. Olimpia. Gods, artists and athletes. London 1968. Págs. 15 y 29 60 COUBERTIN, Pierre. Le Sport veut conquérir l´Afrique y Colonisation sportive. En Textes Choisis. Zurich 1986. Tomo II, Págs. 675 y 678. 61 DURANTEZ, Conrado, África y el Olimpismo. R.O. 199.
  • 35. La filosofía del olimpismo 33» » La academia de Platón. Mosaico de Pompeya del s. I a C. Museo Nacional de Nápoles
  • 36. edición de Tokio en 1964 y tras un paréntesis de teórica avenencia, ratificó su decisión de expulsión en la Sesión de Ámsterdam en 1970. La Comisión Apartheid y Olimpismo creada por el COI para el estudio y so- lución del problema surafricano, e integrada a su vez por dirigentes africanos, siguió de cerca, los síntomas de positiva sensibilidad62 del Gobierno de Pretoria internacionalmente acosado en su inhumano proceder. Al fin, en 1984, el Pre- sidente surafricano Frederik de Klerk operó el cambio pedido, aboliendo el apartheid, legalizando el hasta entonces prohibido Congreso Nacionales Afri- cano y liberando a su lider Nelson Mandela. Ante tal constancia, la Comisión de Apartheid y Olimpismo, recomendó al COI el reconocimiento del CON pro- visional surafricano, adoptándose en la 97 Sesión del COI en Birmingham, la decisión de admisión e invitación a Suráfrica para tomar parte en los inmedia- tos Juegos de Barcelona 92. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo «34 62 Apartheid. El COI se mantiene muy vigilante. R.O. 1990, Pág. 122; El regreso del CON surafricano. R.O. 1991, Pág. 365. Cabeza del Emperador Nerón. Sevilla, Museo Arqueológico.Tramposo participante en los Juegos de Olimpia venció en varios concursos en los Juegos de la 211 Olimpiada en el año 67.A la derecha busto en bronce de Pitágoras (582 a 500 a C.) creador de la palabra filósofo. Museo Arqueológico de Nápoles.
  • 37. Columnas delTemplo de Hera en Olimpia. En su interior, según Pausanias, se guardaba un disco de bronce conteniendo el texto de la Paz Olímpica o Paz Sagrada llamada Ekekcheria. París,5 de julio de 1999. Inauguración de la Conferencia Mundial sobre Educación y Deporte para una Cultura de Paz. En el centro los españoles Juan Antonio Samaranch, Presidente del Comité Olímpico Internacional y Federico Mayor, Director de la UNESCO. 35»
  • 38. A la izquierda, estatua de Leonidas en Esparta. Leoni- das es el máximo exponente de la Areté, la virtud ho- mérica nobiliaria y militarista patrimonio indisociable del héroe. La Kalokaghathia (de Kalos=bello y Aghathos=bueno) fue el arquetipo ideal varonil del clasicismo heleno. La belleza se adquiría en la fragua cotidiana del gimnasio y la palestra y la bondad con la práctica y el cultivo de la ciencia, las artes y la música. La conjunción de tales elementos solía concebirse en la mentalidad popular en la figura del campeón olímpico. El Efebo de Anticítero. Hacia el 340 a C. Museo Arqueológico de Atenas.
  • 39. 37» ElValle de Olimpia. En el centro de la imagen el tortuoso cauce del río Alfeo.Arriba y a la derecha las instalaciones de la Aca- demia Olímpica Internacional. Ceremonia de alumbramiento del fuego olímpico en Olimpia.
  • 40. Un largo periodo de cerrazón, pugna y presión, se había cerrado con justicia en un supuesto de arbitrario y calamitoso escándalo, en cuya resolución, el COI, se adelantó en diligencia y eficacia a todos los demás organismos internacionales. En el tema de la participación femenina de los Juegos, la reacción olímpica fue más lenta y tardía. Coubertin deseaba que los Juegos Olímpicos Modernos, participasen en la medida de lo posible de la esencia espiritualista cultural e ide- ológica que impulsó a los Juegos de Olimpia en el clasicismo. Veía por ello, en el moderno festival por el internacionalizado, una repetición de los antiguos ago- nes y de ahí y por ello, que inconscientemente, no era partidario de la partici- pación femenina, no solo por su tajante exclusión en el olimpismo griego, sino también ante la opinión dominante en los medios de la época, que valoraban como perjudicial para la maternidad –principal y única función que en la época a la mujer se le atribuía–la practica deportiva. En otro sentido, el incipiente de- porte femenino, carente de tecnicismo y por ello de vistosidad, se aprestaba mal con el suntuoso espectáculo competitivo en el que los Juegos debían de consistir. Las referencias a este tipo de prevenciones en la obra de Coubertin son cons- tantes, adoptando una postura más permisiva sobre el tema al final de su vida. Pensamos –diría en 1912- que los Juegos Olímpicos han de estar reservados para los hombres... ¿de los deportes practicados por las mujeres constituirían éstos un espectáculo recomendable ante las multitudes que reúne una Olimpiada?...Nues- tra concepción de los Juegos Olímpicos trata de la realización de su formula: La exaltación solemne y periódica del atletismo masculino con la internacionaliza- ción como base, la lealtad como medio, el arte como encuadre y el aplauso fe- menino como recompensa...63 . La progresiva participación femenina en los Juegos a partir de Paris 1900, no es vista con agrado por Coubertin quién escribe en 1928: En cuanto a la participación femenina en los Juegos, soy contrario a ella. En contra de mi vo- luntad, han sido admitidas en un número de pruebas cada día mayor 64 y es- timando seis años más tarde: sigo pensando que el atletismo femenino es perjudicial (al masculino) y que este atletismo debería ser excluido del pro- grama olímpico65 . Por último, y ante la evidencia de la realidad, su juicio se torna tolerante e irónico. También las mujeres podrían participar –diría en 1935– si es que se considera necesario. Personalmente no apruebo la partici- pación de mujeres en competiciones públicas, lo que no significa que se deban abstener de practicar un gran número de deportes a condición de que no sean como espectáculo. Su papel en los Juegos Olímpicos, debería ser, esencialmente, como en los antiguos torneos, el de coronar a los vencedores.66 Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo «38 63 COUBERTIN, Pierre: Les femmes aux Jeux Olympiques. R.O. Juillet 1912, pag 109-111. 64 COUBERINT, Pierre. Mensaje del Barón Pierre de Coubertin a los atletas participantes en la IX Olimpiada, Bulletin Offi- cielle du Comité International Olympique. Octubre de 1998. 65 COUBERTIN, Pierre. 40 años de olimpismo. 1894-1934. En Ideario Olímpico Pág. 211. 66 COUBERTIN, Pierre. Mensaje radiofónico desde Berlín en 4 de agosto de 1935. En Mensaje Olímpico, Pág. 217
  • 41. La filosofía del olimpismo 39» » 28 de octubre de 1971. Ceremonia del Fuego Olímpico en Olimpia. Maria Mosjoliú, hace entrega de la primera posta al ba- loncestista griego Ioannis Kirkilesis que iniciará la carrera de relevos para llevar el fuego a Sapporo, sede de los Juegos Olím- picos de Invierno en 1972.
  • 42. Los recelos coubertinianos sobre la participación femenina en los Juegos, se vieron desbordados por la realidad competitiva ya en su tiempo y desde entonces tal incidencia ha ido en constante y progresivo aumento. Pero la mujer, no se ha integrado en el fenómeno olímpico como simple concursante o competidora en deporte, sino que, además, y siguiendo la permisiva tenden- cia, ha ingresado también en la más alta dirigencia olímpica, siendo pionera en tal logro la venezolana Flor Isava Fonseca, que junto con la sueca Pirjo Haggman fueron cooptadas como miembros del COI en 1981. Simbólico ejemplo de la incorporación femenina al moderno olímpismo, lo constituye el alumbramiento del fuego olímpico en el estadio de México, con ocasión de los Juegos de la XIX Olimpiada, en los que la última posta junto con el encendido del pebetero, lo realizó por primera vez una mujer, la atleta mexicana Enriqueta Basilio67 . El COI a tenor de los mandatos de la Carta Olímpica precedentemente trans- critos, vela por la progresiva incorporación femenina a las estructuras olímpicas y deportivas, con cuyo objetivo, organiza seminarios de información destinados a la capacitación de las mujeres dirigentes entrenadoras o técnicas funcionando así mismo un Grupo de Trabajo con iguales fines en el que se integran miem- bros del COI, CON y FI así como atletas y especialistas y programando por úl- timo una Conferencia Mundial cuadrienalmente, al objeto de estudiar y evaluar los progresos conseguidos en este campo68 . La dimensión cultural del olimpismo, ha quedado evidenciada desde los Juegos de Olimpia, en donde al margen del certamen oficial de la pugna mus- cular, se desarrollaba de forma paralela una confrontación cultural y artística. La cita cuadrienal de Olimpia, gozaba de prioritario interés entre todas las demás convocatorias festivas religiosas o deportivas y de ahí que ante la noto- riedad social que con el éxito de Olimpia se adquiría, fueran las fechas de los Juegos, momentos de cita de los más destacados pensadores, escultores, poe- tas, pintores, y artistas en general. Platon, Tales de Mileto, Herodoto, Tucidides, Píndaro y Simónides, Pitágoras y Anaxágoras, entre otros, acudieron a Olimpia con ocasión de la fiesta de Zeus, aprovechando su estancia para difundir sus ideas, exponer sus concepciones políticas o filosóficas o encontrar clientes o patronos que apoyasen o sufragasen sus creaciones69 . El excéntrico y megalómano Nerón Emperador de Roma, quiso lucir en los prestigioso certámenes culturales de Olimpia, creando a su interés un completo calendario de concursos culturales, en los que amañando medios y presionado jueces, se hizo proclamar vencedor 70 . Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «40 El olimpismo 67 DURANTEZ, Conrado. La Antorcha Olímpica. Madrid 1987. Pág. 117. 68 Le Mouvement Olympique. Lausana 2001, Pág. 44. 69 DURANTEZ, Conrado. Olimpia Pág. 320. 70 DION, Casio. Historia Romana LXIII, 14, 20; SUETONIO, Nerón. 23 y siguientes; PAUSANIAS,V, 12, 8; DURÁNTEZ, Conrado. Olimpia, Pág. 320.
  • 43. La filosofía del olimpismo 41» » Cartel anunciador de los Juegos de la V Olim- piada en Estocolmo, históricamente el primero con esta finalidad de difusión. El Discóbolo Finlandés del griego Konstantinos Dimitriadis, medalla de oro en escultura en los Juegos de Paris en 1924.
  • 44. El proyecto coubertiniano en la moderna restauración olímpica, fue siempre la de considerar a los Juegos como un motor impulsor del arte y la cultura. En los tiempos del esplendor de Olimpia, -diría en 1906-las letras y las artes armo- niosamente combinadas con el deporte, aseguraban la grandeza de los Juegos Olímpicos...ya que el deporte -diría en 1922-debe de ser concebido como pro- ductor de arte y como ocasión de arte. Produce belleza, pues genera al atleta que es una escultura viva. Pero Además, es ocasión de belleza, por las edifica- ciones que con él se inauguran y los espectáculos y fiestas que genera...pues las Olimpiadas, –diría en 1923– no tienen por única misión la exaltación de la po- tencia muscular, por el contrario, han de ser también intelectuales y artísticas71 . Obsesionado Coubertin por crear una relación oficial y estable entre las artes y el deporte durante los Juegos Olímpicos, convocó en 24 de mayo de 1906, una Conferencia Consultiva de las Artes, las Letras y el Deporte, desarro- llada en la Comédie Française de Paris en la que se invitó a participar a desta- cados escritores y artistas que acudieron en número de 60 para estudiar en qué medida y bajo que forma, las artes y las letras podían participar en la ce- lebración de las Olimpiadas Modernas, y en general asociarse a la práctica de los deportes para benefiarse de ellos y ennoblecerlos72 . La Conferencia cumplió sus cometidos, proponiendo al COI la creación de cinco concursos sobre arquitectura, música, escultura, pintura y literatura, destinados a promover cada cuatro años, obras inéditas directamente inspi- radas en la idea del deporte73 . Había nacido así el Pentatlón de las Musas74 , cuyo estreno fue previsto para los Juegos de la IV Olimpiada a celebrarse en Londres en 1908, sin que al fin el mismo pudiera tener lugar. En la pri- mera edición de los concursos artísticos durante los Juegos de Estocolmo en 1912, en la modalidad de Literatura, fue otorgado el primer premio a la composición Oda al deporte, firmada por Georges Honhrod y Martín Es- chbach, seudónimos con los que concursaba el propio Coubertin que siem- pre mantuvo en especial y orgullosa estima su triunfo literario olímpico75 . Los concursos artísticos con ocasión de los Juegos Olímpicos, tuvieron un desigual desarrollo a lo largo de siete olimpiadas (1912-1948) y cinco juegos, hasta que en 1949, con ocasión de la 44 Sesión del COI en Roma, fueran supri- midos, acordándose que subsistiesen como simples “exposiciones”76 . Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo «42 71 COUBERTIN, Pierre. Discurso en la apertura de la Sesión de Roma en 1923. 72 COUBERTIN, Pierre. Le sport et l´intelligence, Revue Mondiale. 15 de noviembre de 1922. 73 COUBERTIN, Pierre. Memorias Olímpicas, Pág. 84. 74 COUBERTIN, Pierre. Ideario Olímpico Pág. 34. 75 KAKRINI, Fani. El pentatlón de las Musas. R.O. Pág. 253. 76 DURANTEZ, Conrado. Las Bellas Artes y los Juegos Olímpicos, Barcelona 1992.
  • 45. La filosofía del olimpismo » Ceremonias del fuego olímpico en Olimpia. Arriba Maria Mosjoliú en funciones de Gran Sacerdotisa en el acto ritual del en- cendido de la llama en el Estadio, con destino a México 68. Abajo Maria Pampouki en el alumbramiento de la primera posta en el Templo de Hera, con destino a lo Juegos de Barcelona 1992. 43»
  • 46. El vacío dejado en el organigrama competitivo de los Juegos con la exclu- sión de las competiciones artísticas, fue substituido con posterioridad, por las Olimpiadas Culturales, con la que se denomina a toda serie de actividades de tipo musical, artístico, científico y o técnico, que se programan con ocasión y motivo de los Juegos que vayan a tener lugar77 . La Carta Olímpica se hace eco de la dimensión cultural del olimpismo, tanto a nivel genérico como elemento calificador de su naturaleza, como en objetivo específico y concreto en periodo o espacios determinados. En el primer aspecto, en cuanto que con ese doble elemento cultural y educativo, unidos ambos al de- porte 78 conjugan con su indisoluble cooperación, la penetración y permeabilidad social, que caracteriza al olimpismo como elemento humanamente integrador y justo, demoledor de barreras trasnochadas o circunstanciales, cuando no arbitra- rias, tiránicas o despóticas. El apoyo que la Carta Olímpica otorga tanto a la Academia Olímpica Inter- nacional como a otras instituciones cuyo objetivo sea la educación olímpica 79 ratificando y reiterando tales objetivos en las metas culturales y educadoras que los CONs han de tener,80 supone un elocuente reconocimiento normativo de tan esenciales principios éticos. En otro sentido, el compromiso de especial impulso cultural durante el periodo de la olimpiada que los COJO han de pro- gramar y organizar, se delimita y establece en la antigua Norma 44 y en su texto de aplicación, en cuanto el programa cultural a organizar, en cada edición de los Juegos, ha de servir para fomentar las relaciones armoniosas, la com- prensión mutua y la amistad entre los participantes y las demás personas que asisten a los Juegos Olímpicos. Cuanto antecede se podría resumir en la frase de Mandell vaticinadora del impacto de evolución, justicia y progreso que el olimpismo iba a generar. Se podría pronosticar –dice– que los Juegos Olímpicos iban a desempeñar un rol cada vez más importante como forum pacífico donde patentizar la originalidad arquitectónica, el virtuosismo organizativo, la cohabitación pacífica de los pue- blos, la continua mejora de la humanidad y con todo ello la prueba viva y con- creta de uno de los “leitmotiv” de nuestra época, la idea de progreso81 . Por último, el olimpismo respeta y protege con especial cuidado a la ecología, siendo hoy día, el medio ambiente, la tercera dimensión básica de sus objetivos además del deporte y la cultura. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo «44 77 DURANTEZ, Conrado. Las Bellas Artes y los Juegos Olímpicos. Introducción al Catálogo de Exposición de Hans Erni. Bar- celona 1992. Pág. 37. 78 DURANTEZ, Conrado. Atlanta Star “An Olympic Forest” Gabarrón.Valladolid 1966, Pág. 12. 79 Carta Olímpica. Norma 2-16. 80 Carta Olímpica. Norma 27-2. 81 MANDELL Richard, Ob. Cit, Pág. 960.
  • 47. La tierra, en el genérico concepto de “madre” o potencia creadora, generosa en el sustento de los seres humanos en vida y piadosa acogedora como refugio eterno tras el tránsito de la muerte, ha sido divinizada desde la antigüedad en todas las culturas. En Olimpia, el arquetipo de esta concepción se centra en Gea como potencia y reserva inagotable de fecundidad y vida, considerada como la madre de los Dioses o la Madre Universal82 . El culto a ella dedicado, es considerado sin duda como el primero y más antiguo del Santuario, dispo- niendo y actuando en los ritos que su veneración generaba, una sacerdotisa, agorera o médium, interpretadora, y auscultadora de los equívocos e incierto vaticinios83 . Con la evolución del ideario teológico en Olimpia, Gea ha de ad- quirir una figura más centralizada en la fecundidad de la naturaleza y en la abundancia de las cosechas y los frutos, dando paso así a Deméter, como divi- nidad de la tierra cultivada y esencialmente como la Diosa del Trigo84 . El culto a Deméter tuvo en Olimpia singular arraigo, añadiéndosele el epíteto de Cámine en el significado de “litera” o “colchón de tierra”, en donde se evidencia el di- recto entronque de su culto, con los arcaicos ritos agrarios. Para Drees,85 en los concursos agonísticos antehistóricos de Olimpia, posiblemente la sacerdotisa de la diosa Demeter Cámine marcaría con su presencia la línea de meta en las competiciones de carreras de hombres y en todo caso, dentro ya del escenarios histórico de los Juegos de Olimpia, es la sacerdotisa de la diosa Deméter Ca- mine, la única mujer que desde su sitial ubicado hacia el centro del talud norte del Estadio podía presenciar los Juegos86 . En el mundo prehispánico, sobre todo en las cultural andinas Quechua y Ai- mará el genérico concepto maternal y fertilico de la tierra, generosa y nutricia, se centra en la Pachamama encarnación a su vez de la idea del trabajo, del amor y de la sabiduría87 . Pero en los albores del siglo XXI el hombre en mayoritario y temerario pro- ceder, está generando un progresivo aniquilamiento y destrucción de lo que otrora religiosamente cuidaba y conservaba, llegando a divinizar, y así con sui- cida inconsciencia, se entrega a una deforestación asoladora e impune de los últimos reductos boscosos, a una constante y temeraria polución atmosférica o a la contaminación criminal de las aguas, de los rios, lagos y mares, así como al exterminio de grupos de animales, bien por la innecesaria invasión de las reservas de sus habitats o por la caza o comercio indiscriminados de determi- nadas especies. La filosofía del olimpismo 45» » 82 GRIMAL, Pierre. Diccionario de la Mitología griega y romana. Barcelona 1965, Pág. 212. 83 DURANTEZ, Conrado. Olimpia, Pág. 136; HESIODO. Oeuvres.Theogonie. Paris 1928, pág. 116 y siguientes; PAUSANIAS V, 14, 8 y 9. 84 GRIMAL, Pierre. Ob. Cit. Pág. 131. 85 DREES Ludwig, Ob. Cit. Pág. 15. 86 PAUSANIAS.VI 20, 8 y 9. 87 ARÉVALO, James. El despertar del puma.
  • 48. En la maraña de tan fatídico desconcierto, el movimiento olímpico ha le- vantado la bandera de la ecología, en la conciencia, de que si el olimpismo busca a través de sus principios éticos, la consecución de un patrón humano de un ser equilibrado y perfecto, la aspiración máxima de ese equilibrio, mal se puede conseguir, si el entorno ambiental del individuo se torna agresivo por deshumanizado desequilibrado en un entorno, ruidoso, chirriante, hostil y contaminado. La Carta Olímpica establece como decimocuarta Función del COI la de velar para que Los Juegos Olímpicos se desarrollen en condiciones que revelen una actitud responsable ante los problemas del medio ambiente...estimulando al Movimiento Olímpico a que se preocupe de estos problemas y tenga en cuenta esta preocupación en todas sus actividades, sensibilizando a todas las personas relacionadas con el Movimiento Olímpico, sobre la importancia de un desarro- llo sostenido. En consonancia con tales principios, el COI después de la reunión de Lau- sana en 1995 y en Kuwait en 1997, celebró en Rio de Janeiro entre los día 22 a 23 de octubre de 1999, la Conferencia Mundial del COI sobre Deporte y Medio Ambiente, en la que se adoptó la Agenda 21 del Movimiento Olímpico, inspirada en la Agenda 21 de la Conferencia de las Naciones Unidas88 . En ellas, se reconoce, que dada la universalidad del deporte, el Movimiento Olímpico ha de jugar un papel decisivo en la toma de medidas favorecedoras del des- arrollo duradero debiendo ser aplicada la Agenda en cuestión de forma que respetando los diferentes medios sociales, económicos, geográficos, climáticos, culturales y religiosos, movilice a toda la masa de integrantes del Movimiento Olímpico, en la decidida defensa de los valores ecológicos. Como corolario y consecuencia, se puede evaluar al olimpismo como una humanizante cultura de paz. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «46 El olimpismo 88 R.O. Diciembre 1999. L´agenda 21 du Mouvement Olympique. Pág. 42.
  • 49. LOS JUEGOS OLÍMPICOS ANTIGUOS IV
  • 50. Historia, Filosofía, Organización, Juegos y OlimpiadasEl olimpismo «48 Recreación idealizada de la estatua de Zeus de Olimpia. Obra de Fidias y ejecutada en oro y marfil, medía cerca de catorce metros de altura y está catalogada como una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. En la página siguiente moneda elea en plata del último tercio del s. IV a.C. en donde se representa al gran dios nacional con las sienes ceñidas con la simbólica co- rona de olivo salvaje, el mítico premio de los campeones olímpicos. Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
  • 51. El actual y reducido núcleo urbano de la villa de Olimpia se encuentra si- tuado en la parte nor-occidental de la península del Peloponeso, a unos tres- cientos kilómetros de Atenas. A mil me- tros escasos de distancia del centro de la villa se yerguen todavía, diezmadas y menguadas en su apariencia física, las ruinas de los edificios, templos e insta- laciones, de lo que hace una larga an- dadura de siglos constituyó el enclave geográfico de una de las más importan- tes vértebras de la cultura y la civiliza- ción occidental. Olimpia nace a la vida histórica en épocas no bien determinadas. Durante muchos años, quizá siglos, el idílico1 valle enmarcado entre los ríos Alfeo y Cladeo y cuya fértil llanura es rota por el pequeño monte Cronos debió cons- tituir un lugar de culto y de prácticas rituales que, con el tiempo, fueron cam- biando de advocación de unas divinidades a otras. El primer dios venerado allí, según la tradición, allá por el II milenio a.C., fue Cronos2 , al que junto con su esposa Rea los sumos sacerdotes o basiles les ofrecían sacrificios en la cima del monte. Esta tradición oral, narrada por Pausanias3 (hacia 170 d.C.) y Filós- trato (alrededor de 200 d.C.), fue ulteriormente corroborada y comprobada por las investigaciones arqueológicas. Al lado de otra serie de cultos de inferior rango, con el transcurso del tiempo, es Zeus4 hijo de Cronos, el que sustitu- yendo en el protagonismo teológico y ritual a su padre, se enseñorea del San- tuario, permaneciendo cara al futuro en esta situación de exclusividad. El culto a Zeus se incrementa en el transcurso de los años. El padre de dioses y hom- bres, poderoso, terrible, justiciero, pero también al mismo tiempo bondadoso y paternal, atrae al Valle de Olimpia peregrinos procedentes de los más diver- sos lugares de la antigua Hélade, que vienen a rendirle culto y a ofrecerle sa- crificios. Y es aquí, con ocasión de una de estas prácticas litúrgicas, en donde, según la opinión dominante entre historiadores y arqueólogos, nació o se en- gendra la idea que en su desarrollo histórico daría lugar o produciría los Juegos Los Juegos Olímpicos Antiguos 49» » 1 LISIAS. Olimpiacus. Oxford 1912. 33, 2. FOTINOS, Spiros. Olympie. Abregé historique et guide arqueologique. Atenas 1962. 2 HESIODO. Teogonie. 167,485 y 617. DIEM, Carl. Historia de los Deportes. Barcelona 1966. Pág 209. 3 PAUSANIAS. Descripción de Grecia. En Historiadores griegos. Madrid 1969.V,7,6. PINDARO. Olímpicas. Madrid 1967. 10,45-50. 4 DREES, Ludwig. Olimpia. Gods, artists and athletes. London 1968, pág 55. PAUSANIAS.V,13,10. PINDARO. Olimpica.VIII-1-8.
  • 52. deportivos mismos, basando su espíritu agonal en la más pura esencia rituaria y litúrgica5 . Según Umminger, los peregrinos que a Olimpia llegaban ofrecían a Zeus un gran sacrificio, en cuya pira le eran inmolados los presentes que los devotos ofrecían a la deidad, en señal de reverencial sumisión. Como el hecho de prender la llama de la gran hoguera suponía un privilegio y una distinción especialmente codiciados, se arbitró un medio sencillo para la determinación del elegido. Puestos varios peregrinos que quisieran optar a aquel honor, a una distancia prudencial y alineados en forma de salida, a la señal de una voz o grito, emprendían veloz carrera hacia el lugar en donde, en pie y con una antorcha en la mano, esperaba un sacerdote. Al primero en llegar hasta él le cabía el honor de prender la llama de la gran pira. Este fue en su aspecto ele- mental y esquemático el origen de los Juegos de Olimpia, como dice Ummin- ger, impregnados en su esencia de una atmósfera de conmovedora sencillez. La competición ritual referida daría origen a la carrera denominada del estadio (192,27 metros), cronológicamente la primera de las pruebas que integrarían el calendario de los antiguos juegos y que guardará el privilegio de primoge- nitura a lo largo de toda la evolución histórica de las primeras Olimpiadas, a las que era frecuente identificar con el nombre del vencedor de aquel concurso, el cual era inscrito siempre a la cabeza de los vencedores que en los Juegos en cuestión hubieran tomado parte. Particular dificultad ha supuesto para el investigador moderno el determinar en qué momento histórico los Juegos de Olimpia se desarrollan o tienen lugar, organizados y programados ya bajo normas esencialmente deportivas y sin abandonar, por supuesto, la base o signo espiritual del que siempre habían de participar. Es este un punto en el que el mito y la tradición arrojan datos, mu- chos de los cuales han sido ulteriormente corroborados por las investigaciones históricas. Es unas veces Herakles6 , el héroe tebano, el que para celebrar su victoria sobre el rey Augias - la limpieza de cuyos establos constituyó uno de sus doce míticos trabajos - celebra u organiza para conmemorarlo Juegos Olím- picos; en otra ocasión, es Pélope7 él que, una vez conseguido su triunfo contra el rey de Pisa, Enomao, en la legendaria carrera de carros y desposado que ha sido con su hija Hipodamia, organiza Juegos en Olimpia para dar gracias a los dioses; y es, en otra ocasión, Oxilo8 el que, guiando a los belicosos dorios, llega al valle del Alfeo e instaura los Juegos. Éstas y otras múltiples citas se po- drían invocar para asegurar que, con anterioridad al momento histórico del cual tenemos datos concretos, en Olimpia tenían lugar citas agonales que, con Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «50 El olimpismo 5 FILOSTRATO. Gymnastike. Leipzig 1909-5. 6 SCHÖBEL, Heinz: Olimpia y sus Juegos. México 1968, págs 15 y 17. PAUSANIAS.V, 7, 6 y 7-9. DREES, Ludwig. Ob. Cit. pág 15. 7 DREES, Ludwig. Ob. Cit. págs 15 y 3. PAUSANIAS,V, 1, 6; 6, 20, 7 y 6,20,1. GRIMAL, Pierre. Diccionario de la mitología griega y romana. Barcelona 1965, pág 418. 8 PAUSANIAS.V, 3, 5.
  • 53. Figuras lúdicas de la base de mármol de una estatua del s.VI a.C. En las tres bandas de la imagen, se reproducen con gran precisión y expresividad competitiva el entreno de los efebos en el gimnasio. En la superior, luchadores y acontista; en la del centro, escenas de un juego de pelota en la que los dos equipos compiten posiblemente en la modalidad denominada episkiros. En la inferior el saque inicial de un partido (¿hockey?) en la que los inte- grantes de ambos equipos observan expectantes. Museo Arqueológico de Atenas. 51»
  • 54. celebración y periodicidad distinta a la que después tuvieron, muy bien pu- dieron haber comenzado en su desarrollo más allá del siglo X a.C. En el año 776 a.C. es cuando, según datos históricos ciertos, Corebos de Elida gana la carrera del estadio. Es esta una fecha culminante y determinadora a la vez, ya que, desde este año, comienza la computación histórico cronoló- gica de los Juegos de Olimpia. La fecha no sólo tiene trascendencia deportiva, ya que a partir de ese momento comienza a funcionar un sistema de calendario en Grecia que mide el tiempo por Olimpiadas, es decir, por periodos de cuatro años. Produce este dato singular impacto en el ambiente social, espiritual y político, en la Hélade de entonces. Pierre Louÿs, en un artículo publicado en “L’Auto”, lo comenta diciendo: “Mientras los romanos consideraron como su primer año la fundación de Roma, los cristianos el del nacimiento de Cristo, los musulmanes el del origen del Islam y los revolucionarios el de la proclama- ción de la República, los griegos comenzaron a contar a partir del día en que los sacerdotes de Olimpia hicieron grabar el nombre de Corebos en las planchas de la gloria. Ya no saben en qué año conquistaron Troya, ni cuándo vencieron a los atridas, ni en qué siglo vivió Homero, pero escriben en mármol blanco y nos trasmiten la victoria de Corebos sobre 192,27 metros. Y es que los Juegos Olímpicos eran para los griegos una solemnidad como nosotros no podemos encontrar hoy en día equivalente similar. La esencia de Lourdes y la Meca son los peregrinajes religiosos, la de Beirut la musical, la de Deauville el sport mun- dial, la exposición de París no es más que artística, de atracción de forasteros. Olimpia era todo esto y mucho más...”. Desde el 776 a.C., con una matemática periodicidad cuadrienal, los griegos se reúnen en Olimpia durante todo el largo espacio histórico de 1.168 años, hasta el 392 de nuestra era, en que oficialmente desaparecen. Los Juegos tenían lugar durante el mes de Hecatombion9 , dentro del solsticio de verano y que vendría a corresponder a los actuales julio-agosto. Iniciado el año olímpico, de Elida, capital del pequeño estado neutral habitado por los eleos y dentro del cual estaba enclavada Olimpia, salían en dirección a los cua- tro puntos cardinales los espondóforos10 o heraldos de la paz. Su misión era comunicar a las ciudades y gentes en general que el año olímpico había co- menzado y que la tregua o paz sagrada había entrado en vigor. La famosa Tre- gua Sagrada11 o Ekekcheiria fue, al parecer, un convenio que en el 884 a.C. acordaron los reyes Licurgo, Cleóstenes e Ifito, en representación de sus Historia, Filosofía, Organización, Juegos y Olimpiadas «52 El olimpismo 9 DIEM, Carl. Ob. cit . pág 215 a 216. PALELOGOS, Cleanthis. Les anciens Jeux Olympiques. AOI. 1964. Págs. 71, 72. SCHÖBEL, Heinz. Ob. Cit. págs 14,15. 10 DURANTEZ, Conrado. El olimpismo y la paz. Facultad de Educación Física de la Coruña. 20 de mayo del 2003. 11 PAUSANIAS.V, 20, 1.
  • 55. respectivos estados, Esparta, Pisa y Elida. La Tregua en cuestión venía a prohibir todo tipo de actividad guerrera mientras los Juegos durasen y declaraba invio- lable el territorio de Olimpia, donde los Juegos iban a tener lugar y prohibido el acceso al mismo a toda persona armada. Según Pausanias, el infatigable via- jero de la antigüedad, el texto del histórico acuerdo estaba grabado en forma circular y concéntrica, en un disco de hierro que se guardaba en el Templo de Hera. También, según Plutarco, Aristóteles vio aquel disco cuyo texto decía: “Olimpia es un lugar sagrado; el que se atreva a pisar esta tierra con fuerza armada será condenado como hereje. También es hereje aquél que no castigue un delito si está en su mano poder hacerlo”. Fue tan grande la fuerza moral que la famosa Tregua Sagrada contenía, que, durante todo el largo y dilatado espacio histórico en que los Juegos se desarrollaron, sólo en muy contadas y especiales ocasiones la famosa norma pacificadora fue quebrantada, lo cual demuestra bien a las claras su acata- miento y poder moral, en una época tan turbulenta como aquélla, en la que las contiendas y disputas armadas entre los pueblos peloponésicos eran constantes. 53» Pugilistas y árbitro. Personajes ornamentales de un kilix ático de figuras rojas pintado con Duris hacia 490 a.C. Londres, Museo Británico
  • 56. Abierto el periodo de la Tregua, los atletas que pretendían competir en los Juegos intensificaban sus entrenamientos, mientras que los peregrinos que de- seaban acudir a Olimpia para honrar a Zeus y al tiempo presenciar la gran fiesta agonal ultimaban sus preparativos. Los atletas que pretendían competir en Olimpia debían haberse entrenado y preparado, con anterioridad a los Juegos, durante un espacio mínimo de diez meses, debiendo concentrarse en Elida12 un mes antes del comienzo de las com- peticiones. Allí, bajo la atenta mirada y juicio técnico de los hellanodicas13 o jueces que habían de dirigir los concursos en Olimpia, demostrarían la técnica depurada o suficiente habilidad en la especialidad escogida, que les acreditase para ser se- leccionados entre el grupo de elegidos que podrían competir en las pruebas ofi- ciales. Esta circunstancia de calidad deportiva era un dato más de los que se tenían en cuenta para dar a la fiesta la máxima belleza y esplendor. Sólo podían tomar parte en los Juegos Olímpicos los varones. Las hembras estaban terminantemente excluidas. La infracción a tal precepto estaba casti- «54 12 PAUSANIAS.V, 22, 8 y VI, 23, 24, 25 y 26. DIEM, Carl. Ob. cit. Pág 206. 13 MOUSSET, Albert. Olympie et les Jeux Grecs. Paris 1960, pág 58. PAUSANIAS.V, 16, 8;V, 24, 10 y 9-5 y VIII, 48, 2. Pugilistas y árbitro. Los dos contrincantes parecen librar un violento y enconado combate,mientras la sangre mana abundantemente de sus castigados rostros. El árbitro y otro pugilista que parece estar esperando entrar en liza,ob- servan las incidencias de la pelea.Ánfora panatenaica de figuras negras del s.V a.C. Paris, Museo del Louvre.