2. SIDA
La palabra SIDA proviene de las iniciales de Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida, que consiste en la
incapacidad del sistema inmunitario para hacer frente a
las infecciones y otros procesos patológicos. El SIDA no
es consecuencia de un trastorno hereditario, sino
resultado de la exposición a una infección por el VIH,
que facilita el desarrollo de nuevas infecciones
oportunistas, tumores y otros procesos. Este virus
permanece latente y destruye un cierto tipo de
linfocitos, células encargadas de la defensa del sistema
inmunitario del organismo.
3. Uno de cada 100 adultos de edades comprendidas
entre los 15 y los 40 años está infectado por el VIH, el
virus que provoca SIDA. Solamente 1 de cada 10
personas infectadas sabe que lo está. Se estima que en
la actualidad hay más de 30 millones de personas
viviendo con la infección por el VIH. Para el corriente
año se espera que la cifra aumente a 40 millones.
Desde el principio de la epidemia se estima que 3,8
millones de menores de 15 años de edad se han
infectado por el VIH y que 2,7 millones han fallecido.
Más del 90% de esos niños han contraído el virus a
través de sus madres seropositivas, antes o durante el
parto o a través de la lactancia natural.
4. TRATAMIENTO
En este momento, no existe
cura para el SIDA. Sin
embargo, se encuentran
disponibles varios
tratamientos que pueden
ayudar a mantener los
síntomas a raya y mejorar la
calidad y duración de la vida
de aquellas personas que ya
han desarrollado síntomas.
5. DIETOTERAPIA PARA EL
SIDA
El sistema inmune, afectado en los casos de Síndrome de
Inmuno
Deficiencia
Humana,
necesita
ciertos
micronutrientes para su funcionamiento. La desnutrición
(energético-proteica)
también
afecta
el
sistema
inmunológico por lo que aumenta la susceptibilidad a
padecer infecciones. Existe una relación entre nutrición y
progresión de la enfermedad. Además, la nutrición influye
en la sensación de bienestar: cansancio, angustia, estado
psicológico. La dietoterapia pues, debe compartir la terapia
con la medicación en los afectados por el virus del SIDA
para obtener beneficios tanto en la calidad de vida como en
la evolución de la enfermedad del SIDA.
6. Problemas nutricionales en
HIV / SIDA
Pérdida de peso
Pérdida de masa muscular
Pérdida de masa grasa
Déficits en vitaminas y
micronutrientes
7. Causas de la disminución de la
ingesta
Nauseas
y
vómitos
por
la
medicación, fiebre u otros motivos.
Dificultad en la masticación y / o
deglución debido a las infecciones
oportunistas. Ver dietas progresivas y
dieta de protección dental
Problemas neurológicos por no poder
comer o no acordarse de hacerlo
Problemas económicos
Anorexia: falta de apetito
8. Objetivos dietéticos-nutricionales
para evitar la progresión de la
enfermedad del SIDA
Preservar o mejorar el estado
nutricional
Mejorar o aliviar síntomas
Preservar o mejorar la calidad de vida
Proporcionar educación a los pacientes
para que puedan tomar una decisión
informada sobre su alimentación.
9. DIETA PARA PACIENTES
CON SIDA
No hay alimentos buenos y malos, aunque la proporción en
que deben consumirse es muy variable. Algunos productos
deben tomarse a diario, y otros solo de forma ocasional.
Para que se considere que la dieta es sana y equilibrada,
esta debe incluir ciertos alimentos con la frecuencia y la
proporción necesarias, de acuerdo además con las
características específicas de la persona (edad, sexo,
estado de salud, actividad física). En el caso de los
enfermos de SIDA se recomienda:
10. Arroz, pasta,
cereales, pan y
patatas (cuatro a
seis raciones
diarias): son alimentos
básicos que el
paciente debe
consumir a diario, y
que le proporcionarán
sobre todo energía.
Frutas
y
verduras
(cinco
porciones
diarias): son muy importantes porque
aportan vitaminas, fibra y minerales, y
refuerzan el sistema inmunitario, así que su
ingesta es imprescindible para combatir las
infecciones que acechan a los enfermos de
SIDA. Es importante consumir una amplia
variedad de estos productos, ya que cada uno
aporta diferentes vitaminas y minerales. Así,
las hortalizas y frutas de color amarillo,
naranja, rojo, o verde oscuro (zanahorias,
calabaza, albaricoques, melocotones, mangos,
espinacas, pimientos verdes, calabacines...)
son una importante fuente de vitamina A.
Hortalizas y frutas como las naranjas, las
mandarinas, los limones, las piñas, los
tomates y las coles, entre otros, aportan
vitamina C.
11. Carnes magras, pescados, huevos y
legumbres: Aportan proteínas de gran
calidad, y el enfermo debe tomar estos
alimentos a menudo, a ser posible a
diario. Ayudan a fortalecer los músculos
y el sistema inmunitario. En este grupo se
incluyen todas las carnes, las aves, los
pescados, los huevos y las legumbres. Los
alimentos de origen animal, como las
carnes y el pescado, contienen también
vitaminas y minerales, que favorecen el
buen
funcionamiento
del
sistema
inmunitario.
Lácteos
(leche,
yogur, queso) (de
dos
a
cuatro
raciones
al
día):
Son
una
fuente de calcio y
proteínas.
12. Agua: Es necesario que el paciente beba
alrededor de 8 vasos de agua diarios, o
más si tiene diarrea, vómitos, o fiebre,
para mantener el cuerpo hidratado.
Además de agua, el líquido puede
proceder de alimentos como zumos,
sopas, fruta... El enfermo debe evitar
consumir café o té con las comidas,
porque estos productos reducen la
capacidad de asimilar hierro del
organismo.
Carnes grasas y
embutidos:
se
deben consumir en
menor
cantidad,
eligiendo los que
menos
grasa
contengan.