La Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea consume la mitad de su presupuesto pero beneficia principalmente a grandes terratenientes y perjudica a pequeños agricultores y países en desarrollo. Además, incentiva la sobreproducción y degradación ambiental. Las reformas han fallado en dirigir los fondos a quienes garantizan la sostenibilidad agrícola.