4. la orientación profesional:
fundamentos, principios y presencia en
contextos escolares y laborales
1. Conceptos previos
Conceptos previos: desarrollo,
educación, formación y profesión
5.
6. sociales y laborales que sirven de faro a las políticas y
acciones que se ponen en marcha. Y en este contexto,
comenzaremos por decir que integrar de esta manera a
los individuos, significa conseguir que sean capaces de
desarrollar todas sus potencialidades con un doble
objetivo: sentir la plena satisfacción personal de lo que
uno percibe que es y que es capaz de hacer, por un
lado, para lo cual debe conseguir el saber necesario; y,
por otro, hacerlos conscientes de que deben ser útiles a
la sociedad, tanto desde un punto de vista laboral
como político, cultural y social. Y con ello estaríamos
hablando de desarrollo personal integral, concepto
que viene siendo habitual incluirlos en los objetivos
generales de los principales sistemas educativos de los
países de nuestro entorno.
7. De este modo, hablar de desarrollo personal es hacerlo inevitablemente de desarrollo
profesional, puesto que, como decían Super y Bond (1973: 237), "... la vida
ocupacional de un hombre se considera como una parte, pero una parte central de su
existencia".
Desde tal sentencia, iniciaremos el discurso explicitando qué entendemos por
desarrollo, por educación, por formación y por profesión o profesionalidad. Así,
podemos tomar el primer término "el de desarrollo", y veremos que en él se aglutina
toda una serie de aspectos que tienen que ver con la realización personal, el vivir
dignamente conforme a la satisfacción de toda una serie de necesidades
fundamentales que son consustanciales al ser humano. Desde esta perspectiva, el
desarrollo humano es definido como:
8. "... un proceso conducente a la ampliación de las opciones de que
disponen las personas. En principio, esas opciones pueden ser
infinitas y pueden cambiar a lo largo del tiempo. Pero a todos los
niveles de desarrollo, las tres opciones esenciales para las
personas son: poder tener una vida larga y saludable, poder
adquirir conocimientos y poder tener acceso a los recursos
necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso" (PNUD,
1995, cit. en Delors, 1996: 87).
Por otro lado, para conseguir estas aspiraciones fundamentales
es imprescindible, en la inmensa mayoría de los casos, que la
persona desarrolle una actividad profesional. De este modo,
tenemos
"... que la profesión es un empleo, facultad u oficio, que se ejerce
públicamente como ocupación habitual y continuada en el ámbito
laboral (...) es un saber-hacer socialmente reconocido, un cuerpo
específico de conocimientos técnicos destinados a alcanzar unos
fines. Al profesional se le pide, pues, responsabilidad y eficacia:
solución de problemas..." (Gervilla, 1998: 87-88).
9. Así pues, estamos ante una cuestión lo suficientemente importante
como para que desde las instituciones educativas y laborales se le
preste la atención que se merece, si lo que queremos conseguir son
ciudadanos plenamente integrados en los procesos laborales en
particular y sociales en general, máxime cuando, como es el caso,
los continuos cambios que se producen en las relaciones de
producción con la incorporación de las nuevas tecnologías hacen
que la actualización de los currículos en la escuela se convierta
más en un deseo que en una realidad.
En este sentido, pensamos que el desarrollo profesional es algo
que hay que planificar, puesto que de su propia definición se puede
deducir que no es algo que se pueda hacer en un momento de la
vida laboral de la persona y luego olvidarse de ello, sino que
implica una reflexión sistemática siempre vigente (Gallego
Matas, 1999).