El documento es un relato en primera persona sobre una mujer que conoce a un hombre en la cafetería donde tomaba café para mantenerse despierta durante largas jornadas de trabajo agotadoras. Se enamoran profundamente en pocos meses, pero durante un ataque armado al Palacio de Justicia donde se encontraban, el hombre desaparece repentinamente, dejándola sumida en la desesperación y el dolor por no saber de su paradero. Al final, la mujer queda atrapada y herida en el ataque, delirando sobre su amor perdido.
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Novela inka
1. El Laberinto
Recorriendo mí existir confuso. Mi trabajo era algo sustancial para mi vida, dependí mucho de ese
trabajo, era lo único que alcazaba el límite del sueño, ya no necesitaba dormir. Se acelera mi
conciencia y mi vida entera. Después de unas semanas agotadoras, logré relajarme un poco.
Siempre iba a tomar algo a la cafetería, solo para mantenerme despierta. Allí conocí a un hombre,
fueron pláticas muy cortas que a medida del tiempo siempre se alargaban un minuto mas, fue
¿cómo si de la noche a la mañana mi vida diera un giro emocional?; de ser una amargada
trabajadora y llegar ha ser la persona más amorosa. Aún me río de mí, creer que por una sola
persona cambio radicalmente mi vida. Fueron casi cuatro meses, en los que aprendí a conocerlo,
aprendí a conquistar su mirada, un tejido de sentimientos juntos; en realidad no sabía lo que me
estaba sucediendo, nunca le llamé amor a esa locura. Transparencia sutil al verlo todos los días,
¿Cómo si se paralizara el mundo entero? Pude haber alucinando muchas veces, pero dentro de
esas alucinaciones estaba él. Mis sentimientos se esterilizaron en colapso nocturno. Los dos
aprendimos a conocernos, los dos aprendimos a aceptar que esa era una tarea para toda una vida.
La sensación de tener el compás y el ritmo de tu vida. Mirándolo a los ojos y sin decir ninguna
palabra, ni ningún movimiento le hable a los ojos y dije prométeme que no prometerás más este
amor. Y empezó a arder el amor mas profundo, jamás había sentido esa sensación de amar
locamente a una persona, que hasta das la vida por ella. Con él era el lugar más seguro, donde yo
sentía que todo iba a estar bien si estaba con él, fue el príncipe azul con él que soñé. Nunca ame a
una persona así, pero que en tan poco tiempo ha sido para mi el centro de mi mundo.
En el mes de Octubre se informo a todo el personal que iban a atacar el Palacio de Justicia,
muchos no creían que fuera a suceder, de hecho nadie le presto atención a esa noticia. El M-19
siempre quería llamar la atención en mostrarle al país no sé que cosas; pero a mi parecer la verdad
me daba igual, pues era algo insignificante. El 6 de Noviembre de 1985, me encontraba con él,
como de costumbre en la cafetería, a las 12:00 del medio día, sí mal no recuerdo, empezó un
bombardeo por todo el edificio; escándalos a morir, gritos emocionales, nervios y temblor
abundaban mi cuerpo, el ruido símil al de una tormenta, el descontrol que tenía era increíble.
Fuera una tortura loca y decepción en mute.
¿Qué iba hacer en medio de la adversidad? Estaba triste, en ese silencio que se planto en mí
inadvertidamente. Mi garganta llena a espinas muertas, ¿Dónde estaba él?, no sé cuando ni en
que momento desapareció de mi lado, que con un dulce derramamiento de recuerdos cayeron
lágrimas de sangre. Como si no escuchara, como si solamente pudiera ver en blanco y negro.
El reloj del tiempo retardado, todo pasó muy rápido, el amor de mi vida no se donde estaba. Algo
en mi prevalece que solo son esas lágrimas y heridas por todo el rostro de mi cara. Oír esos
lamentos en vanos mezclados con la perseverancia del camino. No se como resultamos en el
tercer piso, después los guerrilleros intentaban salvarnos, a medida que avanzaba el día, pero en
la noche, esa noche la mayoría de nosotros estaba ya en el cuarto piso; tome rápidamente esas
píldoras de dolor y empecé a ver diferente, paralizada en un momento, las conversaciones estaban
anestesiadas y solo pensaba en él. La mayoría que se encontraba en la cafetería estaba conmigo,
2. pero no lo veía a él. Descendiendo ese nivel de locura y abstracción, acompañada pero sin nadie al
mismo tiempo; un espeso sabor a dolor o se trataba mas bien de la inmensidad de penumbras. De
un momento para otro no escuchaba nada sólo podía observar aquello que dije, sin color. Que se
infecten los nidos de locura y los versos viceversas.
Catapultas decía yo, o más bien cementerios vencidos de dolor. Llegaban esos recuerdos todo era
denso como nubes más café revuelto, esa manía de no poder gritar y no poder anunciar en donde
estaba. Como llamarle recuerdo si sólo caminaba intentado descender, movimientos leves en ese
instante, perdición total, caí en el suelo y solo estaba el tacto presente.
Dios ayúdame a llegar a un destino, necesito encontrarlo era lo único que decía delirando,
necesitaba encontrarlo; definir este proceso es algo inexplicable pero la definición se perdió en
ese instante. Mi cuerpo lentamente se fue anestesiando y de inmediato dije: Secuestraron nuestro
amor. Este holocausto perdido, y en especial por que fui afectada y esas verdades desesperadas.
Las estatuas andantes siguen y las veo que raro se siente, pero intentaba salir de ese enredo.
Somos lo que somos no lo que decimos, recordé toda mi vida, no llevaba tanto tiempo en realidad
solo había pasado 5 minutos…
Compartiendo el último día de mí vida dije:
La noche penumbra ese el cuarto silencioso;
está el sentimiento de culpa, miedo y a la ves muerto
porque podrá ser lastimado un corazón que esta tuerto
pero imposible engañar a un pensamiento prodigioso.
La verdad del sentimiento solo lo verán aquellos ojos cristalinos,
resplandeciendo los múltiples colores en el reflejo del cielo
y el universo paralelo, a lo contrario de la dulzura y el cariño ocultando el miedo
escalofriante y acompañándolo de una felicidad inalcanzable como espejos finos.
Es algo simple de admirar, un dulce acariciar, un roce que entorna
el leve llanto de una voz en silencio lo cual el tiempo da un giro
inexplicable y lleno de confusiones entumeciéndola; que adorna
un frío inundado sin llanura alguna, que ahoga un suspiro;
al palpitar de ese corazón débil y la noche nubla el dolor que altera
los mágicos sueños y la mujer atrapada en un laberinto sin salida tomando un leve respiro.