Este documento describe la búsqueda de una mujer llamada Carolina Herrera Anzola por respuestas sobre su madre desaparecida. Desde su infancia, su padre y familia le han dado respuestas vagas y contradictorias sobre el paradero y comunicaciones con su madre. A medida que crece, Carolina intenta investigar por su cuenta, pero sin éxito. Finalmente, después de 27 años de búsqueda, las respuestas comienzan a aparecer, aunque la historia de su vida toma un giro inesperado.
1. En Busca De La Verdad Oculta
Aún persigo las respuestas, que dentro de mi mente y mi razón, hace mucho dejaron de ser una
confusión.
Intentaré dejar clara mi percepción, así que comenzaré por remontar esta historia a mi infancia; dura
infancia…
Mi padre es un hombre trabajador, valiente, inteligente, respetuoso, entre otras cualidades;… y podría
decirse que honesto.
Mi madre, según me cuentan, era una mujer muy emprendedora, inteligente, talentosa, luchadora,
amable, y muchas otras cualidades. De ella, recuerdo solamente esas ocasiones en las que mi felicidad
era completa cada vez que veía su rostro a la entrada del jardín; y mi tristeza igualmente era enorme al
notar el mismo rostro alejarse de la misma entrada, en las mañanas.
Ya en el colegio, mis reacciones fueron diferentes, es decir, comencé a notar que ya no era uno, sino
varios los rostros que yo veía en las tardes al salir; y solo uno en las mañanas, el cual no era el inicial,
sino el de mi padre.
Desde entonces, y hasta ahora, adquiriendo más madurez, las preguntas que surgen sobre ese ser que
me dio la vida; me han rondado en la cabeza, una y otra vez. Y aún más, cuando las verdaderas
respuestas que intento buscar, no pueden aparecer.
He intentado desde muy pequeña poner a mi padre y a mi familia, en una situación de interrogatorio;
sin embargo, lo único que me saben responder es:
-Se fue de viaje en busca de mejores oportunidades para su trabajo, tan pronto pueda, regresará.
Aunque en ciertas ocasiones finalizan con un:
-Tal vez su trabajo sea permanente, así que, por ahora; solo tenemos que esperarla.
Y finalmente:
-Yo ya hablé con ella y te manda saludes, que te quiere mucho y te extraña. –normalmente en estas
palabras existen lágrimas de por medio- .
Es en este tema de las comunicaciones, donde el único interrogante que planteo es: ¿Porqué todos se
han podido comunicar con ella menos yo?, al cual todos concluyen con decirme:
-Cuando hablé con ella, tú te encontrabas en el colegio… Tenía afán, así que no podía hablar mucho…
Estas y otras respuestas similares, eran las que me volvían una persona ingenua cada día.
Sin embargo, era la espina la que me doblegaba a poner en esa situación de interrogatorio no solo a mi
familia, sino a vecinos, amigos cercanos de mi padre, y por supuesto de mi madre.
2. Era en las fechas especiales (como el cumpleaños o aniversario), donde toda la familia se reunía, y se
convertía en eucaristía segura.
Pero lo que más me llamaba la atención, era notar cada 6 de noviembre, a millones de personas, entre
ellas mi familia, vecinos y amigos, marchando en las calles con carteles, que para mi perspectiva se
transformaban en jeroglíficos; yendo a diferentes iglesias y rezando como si no hubiera mañana.
-¿Porqué salen todas estas personas a la calle papá?
-Es para informarle al gobierno que no queremos más violencia en Colombia…
Por supuesto mi expresión no fue muy clara. Sin obtener nuevas respuestas, fui llegando a mi
adolescencia.
En mi mente no se encontraba la opción de dejar la tormenta a un lado, así que tomé la decisión de
continuar la investigación por otros medios.
Trataba de localizar el supuesto número de mi madre, para obtener comunicación con ella como fuera
posible; pero lamentablemente toda esta esperanza era vana.
Mi mente no entendía muy bien el misterio de las personas. Simplemente trataba de encontrar
respuestas que parecerían, ni siquiera tener sus propios cuestionamientos.
Desde ese momento he intentado traducir tantas situaciones y de aclarar lo que pareciera estar
siempre negro; que dentro de mi ser, existe una pequeña sensación de agotamiento, debilidad y que no
me deja otra alternativa más que abandonar toda mi “lucha” para continuar formando una vida. Sin
embargo, existen también sensaciones de esperanza, de recuerdos, de ilusiones que son las que no me
dejan perecer en esta ardua investigación, y que sé, me hicieron mucho más fuerte cada día, al
proyectarme hacia un solo objetivo.
Finalmente, las esperadas, y tan anheladas respuestas, poco a poco fueron apareciendo…. Podría decir
que con ellas aparecería mi felicidad o mi tranquilidad, pero es necesario comunicar que la historia de
mi vida terminó dando un giro tan inesperado, que no hubiera pensado las posibilidades de volver a
comenzar esa misma historia de hace 27 años.
Soy Carolina Herrera Anzola, y esta es la reseña de lo que, hasta ahora, ha sido mi vida.