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"La experiencia creyente del apóstol Pedro" P. Juan Carlos Di Camillo, C.R.
- 1. Un itinerario de conversión y seguimiento,
personal y comunitario,
hacia el Dios de la Vida…
- 2. Textos de base:
Marcos 3,13-19 ( “Llamada a los Doce”)
Juan 1, 40-42 ( “ Hemos encontrado al Mesías…”)
Lucas 5,4-5 ( “La pesca milagrosa” )
Mateo 16, 13-20 ( “Tú eres Pedro”)
Mateo 17, 1-4 ( “la Transfiguración”)
Mateo 18, 21-22 ( “Setenta veces siete”)
11/10/2012 © P. Juan Carlos Di Camillo, C.R. 2
- 3. A la luz de la Palabra resulta interesante descubrir que
esta historia de seguimiento y conversión no es ajena
a la nuestra: Pedro somos todos…
Existe una iniciativa por parte del Señor. Hay una
respuesta radical; sin embargo, sólo es un torpe y
humano ensayo de un proyecto que aún está en sus
comienzos. Queda mucho por andar...
El discipulado es para los que están dispuestos a no
tener más certezas que la propia debilidad.
Pedro aún no está en esta órbita evangélica, sino
inmerso en el deslumbramiento, la novedad y la
euforia…
11/10/2012 © P. Juan Carlos Di Camillo, C.R. 3
- 4. Textos de base:
Mateo 14, 25-32 ( “La tempestad calmada”)
Mateo 16, 24-28 ( “Los planes humanos del apóstol”)
Juan 13, 6-9 ( “No me lavarás tú a mí, Señor…”)
Juan 13, 36-38 (“Yo jamás te negaré...” )
11/10/2012 © P. Juan Carlos Di Camillo, C.R. 4
- 5. Una vez más, nos reconocemos en las actitudes
del apóstol y también, por qué no,
en sus espejismos y necesidades encubiertas.
Voluntarismo y disponibilidad afianzados
en las posibilidades humanas y no en la fuerza de Dios.
Planes de triunfo y poder que excluyen el dolor y la muerte.
Mesianismo sin cruz. Seguimiento sin hermanos…
Necesidad de aprobación y reconocimiento individual.
Sentimientos de superioridad ante la comunidad de discípulos:
“aunque todos te fallen…yo no”. Pedro se ve a sí mismo como
especial e inmunizado ante las caídas y debilidades “ajenas”.
Entusiasmo infantil
Sobrevaloración de las propias seguridades.
Apasionamiento y radicalidad que necesitan
de la purificación del Espíritu…
11/10/2012 © P. Juan Carlos Di Camillo, C.R. 5
- 6. Confrontar, a la luz de la Palabra,
como se manifiesta la pedagogía de Jesús
en la historia vocacional del apóstol
y en nuestra propia historia…
Ante nuestros bien disimulados deseos de perfeccionismo y
reconocimiento individual, al margen de la fraternidad evangélica,
¿qué nos está pidiendo Jesús
en el aquí y ahora de nuestra comunidad?
Ante nuestros propios planes, siempre calculados en función de nuestras
supuestas capacidades y talentos, ¿cuál es esa propuesta sorprendente
que hoy está gestando el Espíritu en nuestro interior?
¿ No estaremos construyendo un futuro de triunfalismos y seguridades
muy al margen de los planes de Dios ?
Ante la tentación de un seguimiento desencarnado, desde el
sentimentalismo infantil o el voluntarismo estéril, que minimiza la Cruz y
el sufrimiento de las personas que caminan a nuestro lado ¿cuál es el
desafío que, como a Pedro, nos presenta Cristo?
11/10/2012 © P. Juan Carlos Di Camillo, C.R. 6
- 7. Textos de base:
Marcos 14, 32-37
(“No has podido velar conmigo ni siquiera una hora…”)
Mateo 26, 33-34
Marcos 14, 29-30
Lucas 22, 33-34
Juan 13, 37-38)
( “Las negaciones”)
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- 9. Textos de base:
Juan 20, 8 ( “El sepulcro vacío”)
Juan 21,15-23 (“Pedro, ¿me amas?” )
Hechos 12, 14-39( “Discurso en Pentecostés”)
Hechos 3, 12-26
( “Curación del paralítico y discurso de Pedro
en el Pórtico de Salomón…”)
11/10/2012 © P. Juan Carlos Di Camillo, C.R. 9
- 10. El reconocimiento de la propia limitación supuso para Pedro el
reencuentro con el proyecto de Dios: “es necesario que el
grano de trigo muera para dar fruto…” “ El que no toma su cruz
y me sigue, no es digno de mí…”
La experiencia de su propia muerte a un itinerario de
seguimiento desencarnado, al margen de la comunidad, le
abre a una nueva perspectiva de vida en abundancia según el
Espíritu.
Sólo cuando se adentra en los límites de sus propias
fuerzas, recién ahí comienza a descubrir el poder sanador de la
Comunidad – Las mujeres, Juan, el resto de los discípulos que
también afirman “ hemos visto al Señor” – Serán ellos quiénes le
conduzcan al encuentro liberador con el Resucitado.
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- 11. La triple afirmación ante el Resucitado es para el apóstol la segunda y
definitiva llamada del Maestro.
La escena transcurre como la primera vez: hay una pesca milagrosa
precedida de un profundo desaliento, hay brasas encendidas que
invitan al compartir fraterno y al reencuentro con la propia verdad. Y,
una vez más, la mirada de Cristo cuestiona: “ Tú, ¿me amas? “
Qué distinta será la respuesta de Pedro – y la nuestra- después de haber
experimentado la propia limitación y cobardía:
“Señor, Tú lo sabes todo…”
Re-elección, predilección y anuncio de las consecuencias del
seguimiento. A partir de esta segunda llamada
( como dijera Teresa de Calcuta: “una llamada dentro de la llamada“)
se abre para Pedro una etapa de fidelidad renovada
basada ahora en el Espíritu y no en las propias capacidades …
Es ahora cuando el Señor restaura su misión y lo capacita para ser
testigo y transmisor de la vida entre sus hermanos.
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- 12. No es casual que después de esta experiencia creyente y
“circular “ caracterizada por la constante conversión y
seguimiento del Dios Vivo manifestado en el Resucitado, Pedro
se vea restaurado en su función de pastor, guía y cabeza del
grupo de creyentes.
La misión que recibe del Resucitado no es la de adoctrinar a
nadie, es la de testimoniar y proteger la VIDA de la comunidad
hasta las últimas consecuencias, hasta el martirio de la cruz...
A la luz de esta experiencia transformante y definitiva, vemos
dos momentos clave en la vida nueva del apóstol: el discurso
valiente de Pentecostés, y la curación, en nombre de Cristo y
por la fuerza del Espíritu, del tullido en el Pórtico de Salomón,
son los iconos de la fuerza liberadora de la Resurrección.
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- 13. Pedro, una vez restaurado en su misión de apóstol y testigo del
Resucitado, se pone al servicio de aquellos que están al margen de
toda consideración, inmovilizados en su propio dolor, rebajados en su
dignidad de persona…
Cabe preguntarnos si no habita en nuestra propia persona ese “tullido
“ inmovilizado por la cobardía, el desaliento o la infidelidad.
Cabe preguntarnos cuál es la sombra que proyectamos sobre
aquéllos hermanos nuestros que se encuentran en esa misma
situación.
Pedro es incapaz de condenar, porque ha experimentado en su
propia carne la limitación.
La sombra que proyecta Pedro sobre el tullido- sobre los hermanos
creyentes- ya no es la de sus capacidades, sino que se trata de la
VIDA del Resucitado que él fue capaz de acoger desde el momento
en que se vio a sí mismo necesitado de perdón y salvación…
Pedro somos todos... Y el “ tullido“ también. Pidamos, entonces, la
fuerza liberadora del Espíritu para ser testigos del DIOS de la VIDA…
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- 14. “La conversión de la madurez no consiste
tanto en «sentir» nuestro seguimiento o en
multiplicar actos de generosidad, sino más
bien en dejarnos conducir por el Señor en la
fe, en la cruz y en la esperanza. “
«Cuando eras joven, tú mismo te ponías el
cinturón e ibas adonde querías.
Pero cuando te hagas anciano,
abrirás los brazos y otro te amarrará la
cintura y te llevará adonde no quieras»
(Jn 21,18).
S. Galilea: “Conversión y seguimiento”
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