Este documento presenta extractos de varias obras literarias y pinturas que tratan temas como el deseo, el amor y la muerte. Incluye citas de una joven pintora y escritora rusa que murió a los 25 años de tuberculosis, mientras anhelaba vivir una vida plena, así como referencias a Helena de Troya, Ofelia y otras figuras femeninas ideales pero inalcanzables. También presenta a algunos personajes femeninos más controvertidos de la novela como una amante lésbica y una mujer alemana que introduce al
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptx
Mujeres De Sobremesa (siglo XIX)
1. LAS MUJERES
DE SOBREMESA
Selección y notas: Vivian Rojas
Basado en la novela
De sobremesa, J.A. Silva
2. María Bashkirtseff. Alusión histórica a una
joven rusa, pintora y escritora de fines del XIX
que muere de tuberculosis a los 25 años.
M. Bashkirtseff, La lectura (1876)
Morir, Dios mío, morir así tísica a los veintitrés
años, al comenzar a vivir, sin haber conocido el
amor, única cosa que hace digna a la vida de
vivirla, morir sin haber realizado la obra
soñada, que salvará el nombre del olvido;
morir dejando el mundo, sin haber satisfecho
los millones de curiosidades, de deseos, de
ambiciones que siente dentro de sí, cuando el
conocimiento de seis lenguas vivas, de dos
lenguas muertas, de ocho literaturas, de la
historia del mundo, de todas las filosofías del
arte en todas sus formas, de la ciencia, de las
voluptuosidades de la civilización, de todos
los lujos del espíritu y del cuerpo, cuando los
viajes por toda Europa y la asimilación del
alma de seis pueblos, sólo han servido para
desear la vida con ardor infinito y concebir
planes cuya realización requeriría diez vidas
de hombre! ¡Morir así, sintiéndose el embrión
de sí mismo, morir cuando se adora la vida,
deshacerse, perderse en la sombra!
¡Imposible!...(Silva, 1984:183)
¡NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO DESEO!
3. En que la única figura de mujer que
pasaba por mi imaginación como
depurada de sensualidad por las
altas especulaciones intelectuales,
era la de la abuela, con sus largas
guedejas de plata cayéndole sobre
las sienes y su perfil semejante al de
la Santa Ana del Vinci, cuán lejos
estáis del vértigo y del frenesí
gozador de mi vida de hoy! (257)
La abuela paterna.
Santa Ana. Da Vinci
4. Dante Gabriel Rossetti. Helen of Troy. 1863.
Helena. La joven amada, inalcanzable
y muerta. Es Beatriz, es Ofelia
¡Helena! ¡Helena!... A veces,
en la quietud de la
medianoche, silenciosa en
este rincón del Londres
millonario, sentado frente a
mi escritorio sobre el cual
está abierto un tomo de
poesías [de] Shelley o Rossetti
que ahora me embargan con
sus etéreas delicadezas
y la música casi italiana de sus
estrofas, alzo los ojos del libro
y contemplo a la luz de la
lámpara el camafeo montado
en oro que no pude
devolverle.(235)
6. LEILA ORLOF. La amante Sáfica
La primera vez que encontré a la de Roberto en casa de Lelia, la monstruosa sospecha se
me clavó en la imaginación. Alta, huesosa, delgada, los ojos ardientes, el seno sin relieve,
calzada y vestida con estilo masculino y con algo hombruno en toda ella, en el bozo que le
sombrea el labio delgado, en los ademanes bruscos, en la voz de modulaciones graves, la
italiana me fue odiosa sólo al verla... ¿Quién es? ¿Por qué la tratas? le pregunté a la
Orlof... Porque me gusta, contestó y se encerró en el silencio de siempre. Una tarde,
alentrar, las lámparas no estaban encendidas y el salón se adormecía en la oscuridad del
crepúsculo. Oí en uno de los rincones oscuros un cuchicheo, y antes de encender una
cerilla pasó rozándome un bulto y salió a la antecámara. Lelia al ver luz se incorporó en el
diván donde estaba recostada... ¿Quién salió de aquí?, pregunté nervioso (202)
7. Nelly, la hermosa norteamericana de los diamantes
Porque los poetas andan por el mundo
sólo para realizar los antojos de las diosas
como usted, le respondí cubriendo de
besos una de las manos suaves y frías,
conque hacía esfuerzos para alejarme de
ella. Nelly: esos diamantes van a hacer
que usted se acuerde de mí al verlos más
tarde; no me niegue usted la delicia de
pensar que voy a vivir en su memoria en
sus noches de triunfo. […]
Le estaba besando la nuca, llena de vello
dorado, y sentía estremecerse bajo mis
labios todos sus nervios. La manecita fija
que agarraba la mía hundía crispada en mi
carne las uñas sonrosadas y puntiagudas.
En el silencio sólo oíamos las
palpitaciones de nuestras arterias (321.)
Dante Gabriel Rossetti. The Day Dream. 1880
8. Lo que me ha fascinado en
usted, decía al salir de casa,
es su desprecio por la moral
corriente. Los dos nacimos
para entendernos. Usted es el
sobrehombre, el Ubermensch
con que yo soñaba. […]
So pretexto de amor al arte
pagano y de mi entusiasmo por
los poetas modernos de Italia,
habíamos tenido en los últimos
tiempos conversaciones
indeciblemente libertinas.
(336)
Eugène Delacroix. Mlle Rose. . 1817-1820
Olga. La alemana que le abra del
Sobrehombre NIetzcheano
9. Bibliografía
Silva, José Asunción (1984) De
Sobremesa en Obra Completa. Bogotá:
Círculo de Lectores