1. INTRODUCCIÓN
Vamos a hablar sobre “El flautista de Hamelín”. Este cuento es anónimo y se
suele contar a los niños antes de dormir.
2. Todo empezó en la ciudad de Hamelín, un día la ciudad se llenó de ratones, y,
el alcalde llamó a un flautista para que los ahuyentara.
El alcalde le prometió una recompensa, el flautista cumplió pero el alcalde no
se la dio. El flautista se vengó del alcalde llevándose a los niños con una
música hipnotizadora. Entonces, los escondió en una cueva y…
EL FLAUTISTA DE HAMELÍN
Había una vez, en un valle, un pueblecito llamado Hamelín.
3. Por aquellos días, no se sabía de dónde, aparecieron miles de ratones por todo
el pueblo. En todas las casas, las mujeres cogían una escoba y echaban fuera
de estas a los ratones. El alcalde, cada día, tenía que aguantar, por lo menos,
diez quejas de los aldeanos.
-¡Tiene que hacer algo con esos ratones!-le decían los aldeanos.
-Le juro que estamos haciendo todo lo posible para expulsar a los ratones del
pueblo-les decía siempre el alcalde, aunque era mentira.
Pero no les mentía porque no quisiera hacer nada al respecto, si no porque, no
sabía qué hacer, hasta que un día…
4. -¡Ya sé lo que voy a hacer!- y al mismo tiempo que el alcalde decía esto, salía
al balcón del ayuntamiento.
-¡Habitantes de Hamelín, tengo una muy buena noticia que daros!-y nada más
lo oyeron los habitantes, asomaron sus cabezas por las ventanas de sus casas,
para escuchar mejor lo que les quería decir el alcalde.
-He oído hablar de un joven flautista que a cambio de una recompensa,
expulsará a los ratones del pueblo, le daría 100 monedas de oro si conseguía
ahuyentarlos.
5. Y dicho esto, todos los aldeanos se pusieron a aplaudir y a abrazarse entre
ellos.
Cuando, aquella misma tarde, el flautista llegó a Hamelín, lo recibieron con un
gran banquete, y a la mañana siguiente, se puso a trabajar.
Se fue a la plaza del pueblo, con su flauta en la mano, y en cuanto llegó, los
habitantes del pueblo se concentraron sola y únicamente en los movimientos
del flautista. El flautista se puso a tocar su flauta mágica. Todos los ratones que
había en el pueblo, se dirigieron hacia el lugar procedente del sonido. El
flautista comenzó a andar hasta un río que había a las afueras del pueblo.
Pasó el río corriendo y los ratones se ahogaron.
6. El flautista, feliz de haber acabado con éxito su tarea, se dirigió de nuevo a
Hamelín.
Allí, le recibieron con una gran fiesta, y de nuevo, con un gran banquete.
Pasaron toda la noche de fiesta: bailando, cantando, riendo…Pero la cosa aún
no había acabado.
Como bien dijo el alcalde, el flautista ahuyentaría a los ratones a cambio de
una recompensa, y el alcalde le prometió nada más ni nada menos que un
saco con cien monedas de oro.
A la mañana siguiente, cuando la fiesta acabó, el flautista fue al ayuntamiento.
Allí, reclamó su recompensa.
-¡Ja, ja, ja, ja! ¿De verdad creías que te iba a pagar por matar a unos ratoncitos
de nada? ¡Ni lo sueñes!-decía el alcalde.
-¡Pero usted lo prometió!-gritaba el flautista, enfadado.
-¿Y? A mí eso no me importa-se burlaba el alcalde.
-¡Me vengaré!-amenazaba el flautista.
7. Y dicho esto, se fue hacia la plaza del pueblo.
Allí comenzó a tocar la flauta de nuevo, pero esta vez, lo que le siguieron no
fueron ratones, fueron niños. Todos los niños de Hamelín salían del pueblo en
filas.
Al llegar al río donde había ahogado a los ratones, pasó de largo, se dirigió a
una cueva. Encerró a los niños allí y puso una piedra en la entrada, dejando a
los niños encerrados.
Al cabo de tres días, el alcalde ya estaba hasta el gorro de los llantos de los
padres.
Decidió llamar a un mensajero y le dijo claramente:
-Por favor te lo pido, busca al flautista y dile que le daré su recompensa si
promete devolver a los niños de nuevo a sus hogares-y el mensajero salió del
ayuntamiento, para buscar al flautista.
Por suerte, el flautista estaba en el mismo lugar donde había encerrado a los
niños. El mensajero le explicó el mensaje del alcalde y el flautista accedió.
Quitó la piedra y volvió a tocar la flauta.
8. Los niños empezaron a seguirlo hacia Hamelín. Allí, los padres abrazaron a sus
hijos, y al flautista, el alcalde, no solo le dio su recompensa, sino que además:
-Por todo el trabajo que ha realizado aquí, en el pueblo, nombro a este joven
flautista, ¡El flautista de Hamelín!-todos los ciudadanos estallaron en aplausos,
y el flautista, muy contento, dijo que siempre que Hamelín tuviera un problema,
el iría a ayudar.
Y así fue, como, un joven flautista con una habilidad muy especial, se convirtió
en, “El flautista de Hamelín”.