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- 1. Cuando era niño, fui un practicante fiel de
la religión de mi familia. Me arrodillaba
con mi papá e inclinaba mi cabeza hasta el piso,
al igual que lo hacía él. Repetía los rezos aunque
no los entendía.
En la escuela, teníamos una clase de religión una
vez a la semana. Como la mayoría de los alum-
nos venían de hogares cristianos, la clase trataba
generalmente del cristianismo. Así, aprendí por
primera vez de los cristianos. Aprendí que los
cristianos hablan con Dios de una manera muy
diferente de como yo lo hacía desde pequeño.
Era como si su Dios estuviera cerca y pudiera
escuchar sus palabras, como si fuera un amigo
que los escucha. Me gustó esa idea de un Dios
que te escucha como un amigo y que me ayuda
cuando lo necesito, así que comencé a orar de
manera silenciosa en mi corazón.
A medida que Dios iba respondiendo mis
oraciones, mi fe se fue incrementando. Pero no
se lo conté a nadie.
Tanzania | 18 de Mayo
José
Una educación continua
Cuando terminé la primaria, uno de mis
maestros visitó a mi padre.
—Usted tiene un hijo muy brillante —le dijo
el maestro—. Le sugiero que lo inscriba en la
escuela secundaria adventista de la ciudad. Esta
escuela tiene muy buena reputación y su hijo
recibirá una educación que lo preparará para el
futuro.
Mi papá me inscribió en la escuela adventis-
ta, pero me advirtió:
—No leas ningún libro cristiano ni escuches
lo que ellos dicen de Dios.
Como la escuela estaba lejos de casa, me ins-
cribieron como interno. Rápidamente hice nue-
vos amigos, y disfruté mucho mis estudios. Una
vez más, me di cuenta de que no tenemos nada
que temer de los cristianos.
En la secundaria adventista se hace mucho
más énfasis en la religión que en la escuela pri-
maria donde estudié. Teníamos clases de reli-
gión e íbamos al templo todos los días, además
de los servicios habituales de la iglesia de todas
las semanas. A veces los alumnos hablaban en
estos servicios de adoración. Me impresionaba
que ellos pudieran hablarle a un gran grupo de
personas, a pesar de que a veces yo no estaba
de acuerdo con lo que decían.
17 Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com
MISIÓNADVENTISTA-DIVISIÓNAFRICANACENTRO--ORIENTAL
El camino
a Dios
El camino
a Dios
- 2. Cápsula informativa
Tanzania está ubicada al sur de Kenia, cer-
ca de la línea ecuatorial, al este de África.
Aproximadamente el 50% de los habitan-
tes del país son cristianos. Un 40% son
musulmanes, o practican otras religiones
tradicionales africanas.
El 99% por ciento de la población es afri-
cana, con orígenes en más de 100 grupos
étnicos.
El suajili es el idioma oficial principal, el
cual se desarrolló como un idioma comer-
cial a lo largo de la costa del país.
En el DVD de Misión Adventista encontrará
más información acerca de la obra médico-
evangelística de la Iglesia Adventista en la
ciudad de Mwanza y sus alrededores.
18
www.AdventistMission.org
tanzania
Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com
En mi propia búsqueda
A medida que aprendía más de la Biblia, más
intrigado me sentía. Me di cuenta de que había
diferencias entre la Biblia y lo que enseñaba mi
religión. Casi todos en la iglesia tenían una
Biblia y podían leer los versículos que el predica-
dor mencionaba. En mi religión, pocas personas
tienen las escrituras sagradas. Generalmente, lo
que hacemos es escuchar mientras el maestro
lee partes del libro sagrado. Me pregunto por
qué no se nos anima a leer nuestro libro sa-
grado por nuestra cuenta.
Yo comencé a leer la Biblia por mi cuenta, y
prestaba mucha atención a las clases de religión
y a los servicios de adoración. Recordé las ad-
vertencias de mi padre sobre cui darme de los
cristianos, pero con el tiempo comencé a pensar
que tal vez el cristianis¬mo era la verdad.
Durante mi segundo año en la escuela, me
convencí de que quería aceptar a Jesús como mi
Salvador y Señor, y convertirme en adventista
del séptimo día. Pero tenía miedo, porque mi
familia se iba a molestar mucho. Me costó to-
mar la decisión, pero finalmente concluí que el
mismo Dios que me había traído a esta escuela
me defen¬dería en mi decisión de seguir a Cristo.
Solicité, entonces, prepararme para el bautismo,
pero sin decirles nada a mis padres.
Aprendiendo a compartir
Cuando regresé a mi casa durante las va-
caciones, mi madre me dijo:
—Hijo, te noto hablando diferente. ¿Qué te
pasó en la escuela? ¿Te convertiste en cris-
tiano?
Cuando admití que ahora era creyente, mi
mamá se puso realmente furiosa.
—Si sigues actuando en contra de nuestra re-
ligión, no podremos ser más tus padres. ¡Tendrás
que buscarte otra madre y otro padre!
Mi padre, sin embargo, estaba más cal-
mado.
—Déjalo tranquilo —dijo—. Cuando termine
la secundaria, regresará a nuestra religión.
Me sentí un poco mejor. Quería respetar a
mis padres, pero también quería ser fiel a Dios.
Apenas antes de los exámenes finales, fui
hospitalizado por malaria, una enfermedad bas-
tante grave. Aunque me recuperé antes de los
exámenes, no pude estudiar. Así que, le pedí a
Dios que me ayudara y que, de paso, le mostra-
ra a mi familia que Cristo es de hecho mi Sal-
vador y mi ayuda. Durante los exámenes, sentí
la presencia de Dios y, cuando fueron publica-
dos los resultados, me sorprendí al ver que mis
calificaciones eran altas.
A medida que avanzo en mi recorrido con
Dios, voy adquiriendo cada vez más vivencias
que puedo contar a mi familia y a otros. No es
fácil hablarles a otras personas de Jesús, pero
siempre le pido a Dios que me dé oportunida-
des para compartir su amor con los demás, así
como fue compartido conmigo.