2. Tienes ante tus ojos la “Composición IV” de Kandinsky, una serie de líneas,
colores y formas sin ninguna relación con la realidad exterior. Un lienzo
dominado por colores muy vivos. Cada color comunica un sentimiento y
equivale a un sonido. Y es que para él música y pintura iban unidas, como él
mismo escribe en su libro “Sobre lo espiritual en el arte” (1911).
3. • Para el pintor la música era el referente de toda creación
artística, y base de la pintura abstracta que él mismo
desarrollaba. Kandinsky consideraba que un cuadro podía ser la
representación visual de una composición musical.
• En 2006, un estudio realizado por neurocientíficos londinenses
le daba en parte la razón al confirmar que los sentidos de la vista
y el oído están fuertemente relacionados en el cerebro.
4. El artista necesitaba exteriorizar una necesidad interna, y lo hizo
mediante la abstracción. Buscó un arte espiritual, imaginativo,
intuitivo, y encontró en la música su gran inspiración.
5. “Los violines, los contrabajos, y muy especialmente los instrumentos de
viento personificaban entonces para mí toda la fuerza de las horas del
crepúsculo. Mentalmente veía todos mis colores, los tenía ante mis ojos”,
dijo Kandinsky después de una representación de Wagner titulada
Lohengrin en Moscú. El pintor se interesó en la disonancia de color y
música para evocar esas percepciones que producían emociones más
intensas en la degustación del arte.
6. Las sinestesias -mezcla de los
sentidos al recibir un
estímulo- de Kandinsky
poseían gran sensorialidad,
presentándose tanto a nivel
visual, como acústico y táctil.
A sus más ambiciosas obras
las llamó Composiciones, lo
que probablemente conlleva
una metáfora musical. A
través de ellas intentó
ejercer sobre el espectador
un impacto como el que podría
sentir con la música.