1. COLEGIO TÉCNICO JACINTO JIJÓN Y CAAMAÑO
Nombre: Lida Espinosa
EPICURO
Busto de Epícuro. Museo de Pérgamo.
Epicuro (en griegoΕπίκοσρος) (Samos, aproximadamente 341 a. C. - Atenas,
270 a. C.), fue un filósofogriego, fundador de la escuela que lleva su nombre
(epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el
hedonismoracional y el atomismo.
Defendió una doctrina basada en la búsqueda del placer, la cual debería ser
dirigida por la prudencia. Se manifestó en contra del destino, de la necesidad y
del recurrente sentido griego de fatalidad. La naturaleza, según Epicuro, está
regida por el azar, entendido como ausencia de causalidad. Sólo así es posible
la libertad, sin la cual el hedonismo no tiene motivo de ser. Criticó los mitos
religiosos, los cuales, según él, no hacían sino amargar la vida de los hombres.
El fin de la vida humana es procurar el placer y evadir el dolor, pero siempre de
una manera racional, evitando los excesos, pues estos conllevan posterior
sufrimiento. Los placeres del espíritu son superiores a los del cuerpo, y ambos
deben satisfacerse con inteligencia, procurando llegar a un estado de bienestar
corporal y espiritual al que llamaba ataraxia. Criticaba tanto el desenfreno como
la renuncia a los placeres de la carne, arguyendo que debería buscarse un
término medio, y que los goces carnales deberían satisfacerse siempre y
cuando no conllevaran un dolor en el futuro. La filosofía epicureísta afirma que
la filosofía debe ser un instrumento al servicio de la vida de los hombres, y que
el conocimiento por sí mismo no tiene ninguna utilidad si no se emplea en la
búsqueda de la felicidad.
Aunque la mayor parte de su obra se ha perdido, conocemos bien sus
enseñanzas a través de la obra De rerum natura del poeta latino Lucrecio (que
constituye un homenaje a Epicuro y una exposición magistral de sus ideas), así
como a través de algunas cartas y fragmentos rescatados.
Biografía
2. De padres pobres (Neocles, su padre, era maestro de escuela y Queréstrates,
su madre, adivina), nació y se educó en Samos, lugar en el que los atenienses
habían establecido una cleruquía (colonia). A los catorce años, se trasladó a la
isla de Teos, donde estudió con Nausífanes, discípulo de Demócrito. En el año
323 a.C. se trasladó a Atenas para cumplir el servicio militar. Cumplido éste,
tras diez años dedicados al estudio de la filosofía, comenzó a enseñar en
Mitilene, de donde fue probablemente expulsado (310 a. C.), y después en
Lámpsaco.1 En el año 306 a. C., a los 35 años, regresó a Atenas, donde fundó
su escuela, denominada Jardín. Fue maestro de la misma hasta su
fallecimiento en el año 270 a.C., a la edad de 72 años. Dejó la dirección de su
escuela a Hermarco de Mitilene, quien afirmó que su maestro, después de
verse atormentado por crueles dolores durante catorce días, sucumbió víctima
de una retención de orina causada por el mal de la piedra. En su testamento,
conservado por Diógenes Laercio, otorgó la libertad a cuatro de sus esclavos. 2
Obras
A su muerte, dejó más de 300 manuscritos, incluyendo 37 tratados sobre física
y numerosas obras sobre el amor, la justicia, los dioses y otros temas, según
refiere Diógenes Laercio en el siglo III.
De todo ello, sólo se han conservado tres cartas y cuarenta máximas (las
llamadas Máximas capitales), transcritas por Diógenes Laercio, y algunos
fragmentos breves citados por otros autores.
Las cartas son las siguientes:
Carta a Heródoto (no el historiador): trata sobre gnoseología y física.
Carta a Pitocles: se refiere a la cosmología, la astronomía y la
meteorología.
Carta a Meneceo: aborda la ética.
Las máximas son de contenido fundamentalmente ético y gnoseológico. 3
Las principales fuentes sobre la filosofía de Epicuro son las obras de los
escritores griegos Diógenes Laercio y Plutarco y de los escritores romanos
Cicerón, Séneca y Lucrecio, cuyo poema De rerum natura (De la naturaleza de
las cosas), como ya indicamos, expone detalladamente la doctrina epicúrea.
Filosofía
La filosofía de Epicuro consta de tres partes: la Gnoseología o Canónica, que
se ocupa de los criterios por los cuales llegamos a distinguir lo verdadero de lo
falso; la Física, que estudia la naturaleza; y la Ética, que supone la culminación
del sistema y a la que se subordinan las dos primeras partes.
Canónica
La canónica es la parte de la filosofía que examina la forma en la que
conocemos y la manera de distinguir lo verdadero de lo falso.
3. Según Epicuro, la sensación es la base de todo el conocimiento y se produce
cuando las imágenes que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros
sentidos. Ante cada sensación, el ser humano reacciona con placer o con
dolor, dando lugar a los sentimientos, que son la base de la moral. Cuando las
sensaciones se repiten numerosas veces, se graban en la memoria y forman
así lo que Epicuro denomina las "ideas generales" (diferentes a las platónicas).
Para que las sensaciones constituyan una base adecuada, sin embargo, deben
estar dotadas de la suficiente claridad, al igual que las ideas, o de otro modo
nos conducirán al error.
Diógenes Laercio, menciona un cuarto proceso de conocimiento, además de
las sensaciones, los sentimientos y las ideas generales: las proyecciones
imaginativas, por las cuales podemos concebir o inferir la existencia de
elementos como los átomos, aunque éstos no sean captados por los sentidos.
Todos esos aspectos, sin embargo, son sólo los principios que rigen nuestro
modo de conocer la realidad. El resultado de su aplicación nos lleva a concluir
la concepción de la naturaleza que se detalla en la física, segunda parte de la
filosofía epicúrea.
Física
Epicuro. Museo del Louvre, Francia.
Según la física de Epicuro, toda la realidad está formada por dos elementos
fundamentales. De un lado los átomos, que tienen forma, extensión y peso, y
de otro el vacío, que no es sino el espacio en el cual se mueven esos átomos.
Las distintas cosas que hay en el mundo son fruto de las distintas
combinaciones de átomos. El ser humano, de la misma forma, no es sino un
compuesto de átomos. Incluso el alma está formada por un tipo especial de
átomos, más sutiles que los que forman el cuerpo, pero no por ello deja el alma
de ser material. Debido a ello, cuando el cuerpo muere, el alma muere con él.
Con respecto a la totalidad de la realidad Epicuro afirma que ésta, como los
átomos que la forman, es eterna. No hay un origen a partir del caos o un
momento inicial. Tal y como leemos en la Carta a Heródoto: «Desde luego, el
todo fue siempre tal como ahora es, y siempre será igual».
4. Esta concepción atomista procede de Demócrito, pero Epicuro modifica la
filosofía de aquél cuando le conviene, pues no acepta el determinismo que el
atomismo conllevaba en su forma original. Por ello, introduce un elemento de
azar en el movimiento de los átomos, una desviación de la cadena de las
causas y efectos, con lo que la libertad queda asegurada.
Este interés por parte de Epicuro en salvaguardar la libertad es fruto de la
consideración de la ética como la culminación de todo el sistema filosófico al
cual se han de subordinar las restantes partes. Éstas son importantes tan sólo
en la medida en que son necesarias para la ética, tercera y última división de la
filosofía.
Ética
La ética, como ya se ha dicho, es la culminación del sistema filosófico de
Epicuro: la filosofía tiene como objetivo llevar a quien la estudia y practica a la
felicidad, basada en la autonomía o autarquía y la tranquilidad del ánimo o
ataraxia. Puesto que la felicidad es el objetivo de todo ser humano, la filosofía
interesa a cualquier persona, independientemente de sus características (edad,
condición social, etc.).
La ética de Epicuro se basa en dos polos opuestos: el miedo, que debe ser
evitado, y el placer, que se persigue por considerarse bueno y valioso.
Los cuatro miedos
La lucha contra los miedos que atenazan al ser humano es parte fundamental
de la filosofía de Epicuro; no en vano, ésta ha sido designada como el
"tetrafármaco" o medicina contra los cuatro miedos más generales y
significativos: el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, el miedo al dolor y el
miedo al fracaso en la búsqueda del bien.
Si bien Epicuro no era ateo, entendía que los dioses eran seres demasiado
alejados de nosotros, los humanos, y no se preocupaban por nuestras
vicisitudes, por lo que no tenía sentido temerles. Por el contrario, los dioses
deberían ser un modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues según el
filósofo viven en armonía mutua, manteniendo entre ellos relaciones de
amistad.
En cuanto al temor a la muerte, lo consideraba un sin sentido, puesto que ―todo
bien y todo mal residen en la sensibilidad y la muerte no es otra cosa que la
pérdida de sensibilidad‖. La muerte en nada nos pertenece pues mientras
nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos.
Por último, carece también de sentido temer al futuro, puesto que: ―el futuro ni
depende enteramente de nosotros, ni tampoco nos es totalmente ajeno, de
modo que no debemos esperarlo como si hubiera de venir infaliblemente ni
tampoco desesperarnos como si no hubiera de venir nunca‖.
5. ESTOICISMO
Busto de Zenón de Citio, fundador del estoicismo, en Atenas, Grecia.
El estoicismo es uno de los movimientos filosóficos que, dentro del periodo
helenístico, adquirió mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón de Citio
en el 301 a. C., adquirió gran difusión por todo el mundo greco-romano,
gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su período de
preeminencia va del siglo III a. C. hasta finales del siglo II d. C. Tras esto, dio
signos de agotamiento que coincidieron con la descomposición social del Alto
Imperio romano y el auge del cristianismo.
Perspectiva histórica
El estoicismo fue fundado por Zenón de Citio (aprox. 333–262 a. C.) —a veces
llamado Zenón el estoico para distinguirlo de Zenón de Elea—, de origen
chipriota y posiblemente de ascendencia mixta, griega y oriental. 1 Se trasladó a
Atenas en el 311 a. C. después de una vida agitada. Por aquel entonces
Atenas era el centro cultural del mundo griego, donde se congregaban las
principales escuelas de filosofía. Durante su estancia, tomó contacto con la
filosofía socrática, en especial la de la escuela cínica, y la megárica. Según
Diógenes Laercio, inicialmente se inclinó por el cinismo, siendo alguien
especialmente cercano a Crates, pero pronto abandonó esta escuela al
rechazar las numerosas «exageraciones» en que estos incurrían, porque no
podían ofrecerle ningún programa de vida válido. Tras este abandono del
cinismo, estudió con otros filósofos de las escuelas académica, aristotélica y
megárica pero, insatisfecho con ellas, acabó creando su propia escuela, en la
que combinaba múltiples aspectos cínicos con los de otros filósofos como
Heráclito.2 Desde la antigüedad, se estudió la posible influencia sobre Zenón
de doctrinas semíticas tales como el judaísmo o las filosofías del oriente medio;
el considerable parecido entre el estoicismo y el cristianismo en algunas
doctrinas, sobre todo en la ética y en la cosmología, sugirieron a panegiristas
cristianos como Quintiliano y Tertuliano que Zenón estaba familiarizado, por su
origen semita, con el judaísmo.3
6. Zenón de Citio.
El término estoicismo proviene del lugar en el que Zenón comenzó a dar sus
lecciones en el año 301 a. C., a saber, la Stóapoikilé (en griegoΣτοα, stoa,
‗pórtico‘), que era el Pórtico pintado del ágora de Atenas. Pronto atrajo a
numerosos seguidores quienes, tras la muerte de Zenón, continuarían y
expandirían su filosofía. El estoicismo fue la última gran escuela de filosofía del
mundo griego en ser fundada, y continuó existiendo hasta que en el año 529 d.
C. el emperador Justiniano clausuró la Escuela de Atenas.
El corpus doctrinal del estoicismo se basó en las escrituras de Zenón, hoy en
día perdidas; no obstante, se sabe que escribió numerosas obras entre cuyos
títulos destacaban: De la vida conforme a la naturaleza; De los universales;
Argumentos dialécticos y De las pasiones. Cuando Zenón muere en el
261 a. C. se hacen cargo de la escuela Cleantes y Crisipo. A decir de Laercio,
a este último se le debe que el estoicismo perdurase: «Sin Crisipo no habría
habido la Stóa». En efecto, Crisipo, que dirigirá la Stóa desde el 232 a. C. hasta
su muerte, acaecida en el 208 a. C., fijó el canon del estoicismo, perfeccionó
las investigaciones lógicas y sistematizó las enseñanzas de Zenón.
Desgraciadamente de su obra sólo han sobrevivido algunos escasos
fragmentos y unas pocas referencias hechas por otros autores, resultando
complicado discernir qué partes del ideario se deben a Zenón, a Crisipo y a
Cleantes. En general, apenas si se han conservado algunos fragmentos de los
textos estoicos más antiguos.
Crisipo de Soli.
Con la muerte de Crisipo, se dio por concluida la primera fase del estoicismo,
llamada Estoicismo antiguo. Esta primera etapa se caracterizó sobre todo por
el establecimiento formal de la doctrina. Tras Crisipo, dirigieron la escuela
7. Diógenes de Babilonia y Antípater de Tarso, comenzando la época
denominada estoicismo medio. Durante la misma se da la expansión del
estoicismo por todo el mundo mediterráneo, aprovechando el impulso del
mundo helenístico y las redes comerciales surgidas con el auge de Roma. Sus
principales figuras fueron Panecio de Rodas (185–109 a. C.) y, sobre todo,
Posidonio de Apamea. Quizá el hecho más destacado de este período fue la
introducción del estoicismo entre las élites romanas. La sociedad aristocrática
romana de los siglos II y I a. C. valoraba en mucho los tiempos de «nuestros
padres», refiriéndose a los siglos anteriores en que la relevancia económica y
militar de Roma todavía era escasa. Se idealizaba y exaltaba la sencillez y la
sobriedad de la vida de aquellos tiempos y, como en todo el mundo griego, se
miraba con desconfianza a los lujos y a las costumbres modernas, más
sofisticadas, que se habían ido introduciendo conforme la República Romana
ganaba preeminencia. La doctrina estoica, muy favorable a esos puntos de
vista, fue introducida con éxito, y ganó adeptos tan conocidos como Catón el
Viejo, Escipión el Africano y Catón el Joven; la notable fama de estos favoreció
aún más al estoicismo, que pronto fue la escuela filosófica más admirada por
los romanos.
Los estoicos antiguos dividieron la filosofía en tres partes: la lógica (teoría del
conocimiento y de la ciencia), la física (ciencia sobre el mundo y sobre las
cosas) y la ética (ciencia de la conducta). Todas ellas se refieren a aspectos de
una misma realidad: el universo en su conjunto y el conocimiento sobre él. Este
puede ser explicado y comprendido globalmente porque es una estructura
organizada racionalmente de la que el hombre mismo es parte integrante,
siendo la faceta más importante la ética.
Busto de Séneca, parte de una doble herma (AntikensammlungBerlin).
De los escritos del período medio apenas se conservan, de nuevo, más que
unos pocos textos fragmentados. Usualmente, se considera que tras la muerte
de Catón el Joven y la resolución de las guerras civiles que condujeron al
establecimiento del Imperio romano, surge la última etapa del estoicismo, el
llamado Estoicismo nuevo o Estoicismo romano. Los filósofos de esta etapa
han llegado a ser mucho más famosos y conocidos que los estoicos antiguos (y
sus obras son las conservadas en mayor número), y materializaron la
implantación del estoicismo como la principal doctrina de las élites romanas. El
estoicismo romano destaca por su vertiente eminentemente práctica, donde las
consideraciones lógicas, metafísicas o físicas del estoicismo antiguo pasan a
un segundo plano para desarrollar, sobre todo, la vertiente ética de la escuela.
Los principales exponentes de esta etapa, y posiblemente los estoicos más
8. famosos, fueron Lucio Anneo Séneca (4 a. C.–65 d. C.), uno de los escritores
romanos más conocidos y quizá el estoico mejor conocido, Epicteto (50–130 d.
C.), nacido esclavo, y el emperador Marco Aurelio (121–180 d. C.). La obra de
Séneca, Marco y Epicteto permite acercarse, de manera sencilla y didáctica, a
los principales aspectos del estoicismo, si bien no introdujeron ningún elemento
esencialmente original en la doctrina.
Tras la muerte de Marco Aurelio, se considera que el estoicismo entra en
decadencia. Las sucesivas crisis políticas, económicas y militares que asolan el
Imperio romano durante el siglo III tienen como consecuencia una
revalorización de la espiritualidad que el estoicismo no puede afrontar,
surgiendo el Neoplatonismo, que, a partir del 250 d. C., desplazará al
estoicismo como principal doctrina de las élites. El giro cultural de esta época
provoca que el plan de vida estoico pase a ser negativamente considerado;
será esencialmente en esta época en la que el estoicismo se ganará su fama
de envarado y rígido. Igualmente, el auge del cristianismo afecta
negativamente a todas las escuelas filosóficas helenísticas, al ser rechazadas
muchas de sus enseñanzas por contrarias a la doctrina cristiana. Para el año
300, la única de éstas capaz de objetar algo al cristianismo es el
neoplatonismo, y el triunfo de aquél sentencia definitivamente al movimiento
helenista en general, que formalmente concluye en el 529 d. C., cuando
Justiniano cierra las escuelas filosóficas de Atenas (el Liceo, la Academia, la
Stoa).
No obstante, el estoicismo influirá en numerosas corrientes filosóficas
posteriores, desde los primeros padres de la Iglesia hasta Descartes y Kant.
Como se ha dicho, los primeros padres de la Iglesia admiraron del estoicismo
su ética, que consideraba especialmente cercana a la suya propia; su calma,
su serenidad, así como su posición frente a las adversidades hicieron que
algunos cristianos como Tertuliano trataran a estoicos como Séneca en los
términos de «saepenoster» («a menudo, uno de los nuestros»), mientras que
San Jerónimo lo incluyó en su catálogo de santos. Incluso se difundió la
leyenda de que Séneca había sido bautizado antes de morir por San Pablo,
con quien además habría mantenido correspondencia, y que Marco Aurelio
habría igualmente mantenido correspondencia con el Papa y algunos cristianos
romanos. Durante el Renacimiento, el estoicismo ganó difusión entre las
corrientes humanistas y universitarias: la primera obra de Calvino fue una
edición de Declementia de Séneca, y las referencias al estoicismo nuevo son
constantes en Erasmo, Juan Luis Vives y Michel de Montaigne. En esta época
se revalorizó la actitud vital estoica; en la actualidad, se utiliza cotidianamente
el término «estoicismo» para referirse a la actitud de tomarse las adversidades
de la vida con fortaleza y aceptación.
Helenismo
Se denomina helenismo a la palabra que proviene directamente del griego y
que se usa en otra lengua. También puede significar Conjunto de
características culturales que todos los pueblos griegos consideraban
comunes, y que los unían y diferenciaban en relación con otros pueblos.
9. Helenismos en español
En español, los helenismos suelen ser términos científicos o técnicos: átomo,
hemorragia, hematología... Algunos helenismos fueron traducidos por los
romanos a su lengua, el latín, y de esa manera transvasados a ella y por tanto
al castellano, de forma que poseemos dos palabras para designar una misma
realidad. Por ejemplo, el griego metamorfosis, compuesto por el prefijo meta-,
la raíz morfo y el sufijo -sis, se tradujo en latín por transformatio, compuesto de
la traducción del prefijo griego meta- por su correspondiente latino, trans-, del
lexema latino forma, equivalente al griego morfo, y del sufijo latino -tio, que
posee idénticas funciones que el griego -osis, lo que redunda en el doblete
castellano metamorfosis/transformación.
Los helenismos ofrecen algunos problemas en su adaptación a la lengua
española, especialmente en fonética y morfología. Por caso, resulta incómodo
formar los plurales de palabras griegas terminadas en -s y es difícil distinguirlas
de sus singulares: la, las crisis, la, las tesis... El castellano clásico del siglo XVII
solucionaba el problema adoptando un singular sin -s: crisi, phrasi, éxtasi...
pero esto iba contra la etimología. Otro problema lo ofrecen las palabras
terminadas en -ma, que en griego son neutras, pero en el castellano clásico del
Siglo de Oro vacilaba su género: el/la reuma, el/la fantasma, el/la cisma...
En cuestión de fonética, existen muchas acentuaciones y transcripciones
caprichosas de los helenismos: reuma/reúma, Poseidón/Posidón, Athenea,
Atenea etc.
CINISMO
Se denomina escuela cínica (del griegoκύωνkyon: ‗perro‘, denominación
atribuida debido a su frugal modo de vivir) a la fundada en Grecia durante la
segunda mitad del siglo IV a. C. El griego Antístenes fue su fundador y
Diógenes de Sinope uno de sus filósofos más reconocidos y representativos de
su época. Reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la civilización
y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida
simple y acorde con la naturaleza. El hombre llevaba en sí mismo ya los
elementos para ser feliz y conquistar su autonomía era de hecho el verdadero
bien. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación
material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz.
Figuran en esta escuela, además de los ya citados, Crates de Tebas, discípulo
de Diógenes, su esposa Hiparquía, y Menipo de Gadara.
Los cínicos fueron famosos por sus excentricidades, de las cuales cuenta
muchas Diógenes Laercio, y por la composición de numerosas sátiras o
diatribas contra la corrupción de las costumbres y los vicios de la sociedad
griega de su tiempo, practicando una actitud muchas veces irreverente, la
llamada anaideia. Ciertos aspectos de la moral cínica influyeron en el
estoicismo, pero, si bien la actitud de los cínicos es crítica respecto a los males
de la sociedad, la de los estoicos es de acción mediante la virtus.