Disciplinas espirituales en el Ministerio de Alabanza.pptx
Tema 36 La Eucaristía
1. 37
Catequesis sobre la fe
Mons. Esteban Escudero
Obispo de Palencia
LA EUCARISTÍA
2. La última Cena del Señor
La celebración de la Santa Misa
Proclamamos tu muerte...
La Eucaristía, unión con Dios
La Eucaristía, sacramento de inmortalidad
3. • Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros...
• Este cáliz es la nueva alianza en mi Sangre que se
derrama por vosotros” (Lc 22, 19-20).
Los evangelistas nos
narran cómo el Señor,
horas antes de ser
entregado, quiso
despedirse de sus
discípulos participando
en una cena de Pascua,
según el ritual de las
fiestas judías.
Cada vez que el
sacerdote celebra la
misa, está haciendo
presente la última Cena
del Señor en medio de
la comunidad cristiana.
4. La celebración eucarística se
desarrolla en dos grandes
momentos, que forman un
solo acto de culto:
La liturgia de la Palabra, que
comprende la proclamación y
la escucha de la Palabra de
Dios;
Y la liturgia eucarística, que
comprende la presentación
del pan y del vino, la anáfora
o plegaria eucarística, con las
palabras de la consagración,
y la comunión.
5. El celebrante dice en voz
alta:
“Este es el sacramento
de nuestra fe”
A lo que el pueblo
responde:
“Proclamamos tu muerte,
celebramos tu
resurrección, ven Señor
Jesús”
Con estas palabras la
comunidad anuncia el
sentido profundo de la
misa.
En el sacramento de la
Eucaristía celebramos el
misterio de la muerte y
resurrección de Jesús.
Por la fuerza del Espíritu
Santo, el pan y el vino se
convierten en el Cuerpo y
en la Sangre del Señor.
6. Su Cuerpo partido y su
Sangre derramada en
la cruz para remisión
de los pecados son el
sacrificio que Cristo
ofreció al Padre para la
salvación del mundo.
La entrega voluntaria
de Cristo a la muerte
para el perdón de los
pecados, se hace aquí
presente en el pan
partido y en el cáliz
consagrado.
No se trata de un
simple recuerdo de
aquellos
acontecimientos
decisivos, sino de una
real actualización de
los mismos.
Por ello decimos que
la Eucaristía es el
memorial de la Pascua
de Jesús, de su
pasión, muerte y
resurrección, en la
espera de su venida
gloriosa al final de la
historia.
7. Terminada la oración
eucarística de la misa, el
sacerdote nos presenta la
hostia consagrada
diciendo: “Este es el
cordero de Dios, que
quita el pecado del
mundo. Dichosos los
invitados a la cena del
Señor”.
Aunque somos indignos
de recibir el Cuerpo de
Cristo, confiados en su
amor por nosotros, nos
acercamos a comulgar.
Aquí ocurre algo muy
importante en nuestra
vida cristiana: por la
comunión tenemos dentro
de nosotros al Hijo de
Dios.
Jesús mismo nos
prometió: “mi carne es
verdadera comida, y mi
sangre es verdadera
bebida. El que come mi
carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él”
(Jn 6, 55-56). Quien
recibe la comunión se
une íntimamente con
Cristo y, por mediación de
Cristo, con el Padre en el
Espíritu Santo.
8. La muerte constituye
un enigma para todo
ser humano.
•Hay algo en nosotros que nos hacer
rechazar vivamente la muerte, a
pesar de que, como seres biológicos,
estamos llamados a perecer.
Frente al misterio de
la muerte, Jesús nos
ha prometido
igualmente:
• “El que come mi carne y bebe
mi sangre tiene vida eterna, y
yo lo resucitaré en el último
día” ( Jn 6, 54).
9. •Oh Dios, que en este sacramento
admirable nos dejaste el memorial
de tu pasión, concédenos venerar
de tal modo los sagrados misterios
de tu cuerpo y de tu sangre que
merezcamos alcanzar el fruto de tu
redención. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.