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Literatura renacentista
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20. FRAGMENTO CCXX, CANCIONERO DE FRANCESCO DE PETRARCA
¿Dónde halló el oro Amor, dónde la vena,
con que hizo sus dos trenzas? ¿En qué espinas
las rosas? ¿En qué prados las albinas
nieves del rostro que de aliento llena?
¿Dónde las perlas en que rompe y frena
palabras, como honestas, peregrinas?
¿Dónde tantas bellezas tan divinas
de frente más que el cielo aún serena?
¿A qué ángeles hurtó en su esfera y cumbre
el celeste cantar con que en sollozo
tal me acaba que apenas me mantengo?
¿De qué sol procedió la altiva lumbre
de aquellos ojos por que peno y gozo
y el pecho en fuego y hielo hirviendo tengo?
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38. SONETOS (I)
SONETO XXIII
En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la
vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo
airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
SONETO XIII
A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo
estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
39. SONETOS (II)
SONETO X
¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas!
¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiáis de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;
si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
SONETO V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en
esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos
veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
40. FRAGMENTO DE LA ÉGLOGA III
Cerca del Tajo en soledad amena
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.
Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo en aquella parte caminaba,
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos de oro fino,
una ninfa del agua do moraba
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido de flores y de sombra lleno.
Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor de aquel florido suelo.
Las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo.
Secaba entonces el terreno aliento
el sol subido en la mitad del cielo.
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
41. CANCIÓN V
ODA A LA FLOR DE GNIDO
Si de mi baja lira
tanto pudiese el son que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento,
con el süave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese
y al son confusamente los trujiese:
no pienses que cantado
seria de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido,
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46. AMADÍS DE GAULA FRAGMENTO
LIBRO PRIMERO
Capítulo 1
Cómo la infanta Elisena y su doncella Darioleta fueron a la cámara donde
el rey Perión estaba.
Como la gente fue sosegada, Darioleta se levantó y tomó a Elisena así
desnuda como en su lecho estaba, solamente la camisa y cubierta de un
manto, y salieron ambas a la huerta y la luna hacía muy clara. La
doncella miró a su señora y abriéndole el manto católe el cuerpo y díjole
riendo:
—Señora, en buena hora nació el caballero que os esta noche habrá.
Y bien decía, que ésta era la más hermosa doncella de rostro y de cuerpo
que entonces se sabía. Elisena se sonrió y dijo:
—Así lo podéis por mÍ decir, que nací en buena ventura en ser llegada a
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48. FRAGMENTO LOS SIETE LIBROS DE LA DIANA
Venía, pues, el triste Sireno los ojos hechos fuentes, el rostro
mudado, y el corazón tan hecho a sufrir desventuras, que si la
fortuna le quisiera dar algún contento, fuera menester buscar otro
corazón nuevo para recibirle. El vestido era de un sayal tan
áspero como su ventura, un cayado en la mano, un zurrón del
brazo izquierdo colgando.
Arrimose al pie de una haya, comenzó a tender sus ojos por la
hermosa ribera hasta que llegó con ellos al lugar donde primero
había visto la hermosura, gracia, honestidad de la pastora Diana,
aquella en quien Naturaleza sumó todas las perfecciones que por
muchas partes había repartido. Lo que su corazón sintió imagínelo
aquel que en algún tiempo se halló metido entre memorias tristes.
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50. FRAGMENTO HISTORIA DEL ABENCERRAJE
«Miréla vencido de su hermosura, y parecióme a
Sálmacis y dije entre mí: ¡Oh, quién fuera Troco para
parescer ante esta hermosa diosa! No sé cómo me pesó de
que fuese mi hermana; y no aguardando más, fuime a ella,
y cuando me vio con los brazos abiertos me salió a rescebir
y, sentándose junto a sí, me dijo: «Hermano, ¿cómo me
dejastes tanto tiempo sola?».Yo la respondí: «Señora mía,
porque ha gran rato que os busco, y nunca hallé quien me
dijese dó estábades, hasta que mi corazón me lo dijo».
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53. CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA PICARESCA
Es autobiográfica, pues su narrador relata en primera persona su historia a modo de confesión personal.
Pero su perspectiva doble en tanto autor y actor le permite escribir y juzgar a la distancia las acciones y su
desenlace.
El pícaro es un antihéroe y representa una oposición al ideal caballeresco. Su línea de conducta esta
marcada por el engaño, la astucia, el ardid y la trampa ingeniosa. Vive al margen de los códigos de honra
propios de las clases altas de la sociedad de su época.
En el relato predomina la verosimilitud y el realismo. En estas obras no hay lugar para ninguna aparición
fantástica ni para sucesos extraordinarios como no sea el de sobrevivir a pesar de todo.
Tiene orígenes deshonrosos. Sus padres pertenecen a los estratos más bajos de la sociedad (ladrones,
prostitutas…) y él es víctima inocente de unos pecados que no ha cometido. Hay cierto determinismo.
En el relato prima un tono burlesco e irónico, una crítica permanente a la hipocresía social y a los ideales
caballerescos en decadencia. La sátira es un elemento constante en el relato picaresco. El protagonista
deambulará por las distintas capas sociales, a cuyo servicio se pondrá como criado, lo que le permitirá
conocer los acontecimientos más íntimos de sus dueños. Todo ello será narrado por el pícaro con actitud
crítica. Sus males con, al mismo tiempo, los males de una sociedad en la que impera la codicia y la
avaricia, en perjuicio de los menesterosos que pertenecen a las capas más bajas de la sociedad.
Carácter moralizante. Cada novela picaresca vendría a ser un gran "ejemplo" de conducta aberrante que,
sistemáticamente, resulta castigada. la picaresca está muy influida por la retórica de la época, basada en
muchos casos, en la predicación de "ejemplos", en los que se narra la conducta descarriada de un
individuo que, finalmente, es castigado o se arrepiente.
El pluralismo de aventuras que se narran podrían continuarse; no hay nada que lo impida, porque las
distintas aventuras no tienen entre sí más trabazón argumental que la que da el protagonista. Ello da a la
obra un carácter abierto, que muchos otros autores utilizaron para continuar sus obras
54. EL LAZARILLO
La importancia de esta novela breve, aparecida en 1554 y titulada Vida de Lazarillo de Tormes y
de sus fortunas y adversidades, no consiste sólo en haber iniciado el género picaresco en
nuestra narrativa, sino en que, como muchos críticos han señalado, es el pórtico de la novela
moderna.
Se ignora la fecha de composición.
El Lazarillo es obra anónima. Pero se han formulado muchas hipótesis acerca de quién pudo ser
su autor: el diplomático Diego Hurtado de Mendoza, el escritor toledano Sebastián de Horozco, el
fraile jerónimo Juan de Ortega...
Adopta la forma de una carta. Por el prólogo, sabemos que un desconocido señor (a quien Lázaro
se dirige llamándolo siempre “vuestra merced”), le ha escrito rogándole que le cuente qué hay
de verdad sobre un caso que se refiere a él y que ha llegado a su noticia (conoceremos el caso
en el último capítulo: en Toledo se dice que Lázaro se ha casado por interés con la barragana de
un arcipreste). El protagonista, que ejerce el cargo de pregonero en la ciudad imperial, decide no
limitarse a contarle el caso, sino a darle noticia entera de su vida. (Es el artificio de que se vale el
autor para que comprendamos cómo la pobreza y la mala educación han conducido a un hombre
al deshonor.)
55. ESTRUCTURA DE EL LAZARILLO
El Lazarillo tiene forma de carta o epístola. Es lo que se llamaba en la época una carta de relación, en la que una persona
da cuenta de su vida a otra persona con cierto detalle. En efecto, el pregonero Lázaro de Tormes narra su vida, desde que
nace en Tejares (Salamanca) hasta que consigue aquel cargo en Toledo. La obra está dividida en siete tratados,
introducida por un prólogo:
— En el Tratado I, el protagonista sirve a un ciego tacaño y mezquino, a quien tiene que engañar para poder comer.
Al entrar a servirle es un niño inocente, pero a su lado aprende toda suerte de malicias, y cuando lo abandona sabe
ya más tretas que él;
— Sirve, en el Tratado II, al cura de Maqueda (Toledo), un clérigo avariento que no lo alimenta y a quien tiene que
robar los bodigos (panes que le ofrendaban los fieles) con alardes de ingenio; es, pues, peor amo que el ciego;
— Cuando ya parecía que no cabía más ruindad, Lázaro, en el Tratado III sirve a un escudero (un hidalgo sin
fortuna) en cuya casa no hay absolutamente nada; pero lo trata bien, frente a la crueldad que mostraron con él los
dos primeros amos. El criado, en este tercer tratado en que culmina la maestría del autor, siente piedad por él, y
mendiga para alimentarlo.
— El tiempo pasa, Lázaro va creciendo, y ya no sufre hambre con el cuarto y quinto amos. El Tratado IV es
brevísimo: un apunte anticlerical. En el V, no actúa como protagonista: se limita a contemplar, asombrado, cómo un
eclesiástico, vendedor de bulas (privilegio que el Papa concedía a quienes las compraban), engaña a unos incultos y
crédulos aldeanos. Harto de ambos amos, los abandona cuando se cansa de ellos.
— El Tratado VI, también muy corto, habla de su servicio a un maestro de pintar panderos, y a un capellán, que lo
empleaba como aguador. Con este último, ahorra sus primeros dineros, que emplea para comprarse unas ropillas que
mejoren su aspecto.
— Por fin, en el Tratado VII, tras servir como auxiliar de un alguacil (oficio que deja pronto, por considerarlo
peligroso), obtiene el cargo de pregonero real, lo protege un arcipreste, y se casa con una criada suya, lo que da