El documento resume varios discursos del Papa Francisco sobre temas como la misericordia, la oración, la familia, la Iglesia y la Eucaristía. El Papa habla de la importancia de vivir con compasión, escuchar a los demás, recuperar el sentido de la gratuidad en las familias, y dejarse nutrir por el amor de Dios representado en la Eucaristía.
2. El 16 de junio dijo:
“Este es el tiempo de la
misericordia”,
“Vayan adelante por este
camino...
Y caminando así, ayudarán
a hacer crecer la
compasión en el corazón
de la sociedad
- que es la verdadera
revolución, aquella de la
compasión y de la ternura
–
a hacer crecer la amistad
en lugar de los fantasmas
de la enemistad y la
indiferencia”.
3. “Sean amigos de Dios,
de los pobres y de la
paz: quien vive así,
encontrará bendición
en la vida y será una
bendición para otros”.
“orar en el centro de
la ciudad no significa
olvidar las periferias
humanas y urbanas”,
sino escuchar y acoger
“el Evangelio del amor,
para ir al encuentro de
nuestros hermanos y
hermanas en las
periferias de la ciudad y
del mundo”.
4. “Cada iglesia, cada comunidad está llamada
a esto en la agitada y a veces confusa vida de
la ciudad. Todo comienza con la oración. La
oración preserva al hombre anónimo de la
ciudad de tentaciones que pueden ser
también las nuestras:
el protagonismo por el cual todo gira a su
alrededor, la indiferencia, el victimismo”.
5. “La oración es la primera obra de su
comunidad,
y consiste en escuchar la Palabra de Dios, este
pan,
el pan que nos da fuerza, que nos hace ir hacia
adelante”.
“Quien mira al Señor, ve a los demás”.
El mundo necesita más oración y diálogo,
... El mundo se sofoca sin diálogo (…).
Den su contribución para promover la amistad
6. El 17 de junio dijo:
“Papá está cansado, mamá está cansada,
van a dormir... ¡Y ellos se quedan
huérfanos!”,
esta vida “deshumana” ha ocasionado que
los jóvenes no sepan “cuál dirección tomar
para que la vida sea bella y para ser felices
de levantarse a la mañana”.
7. “Surge en nuestro corazón la pregunta: ¿cómo
hacemos para que nuestros hijos, nuestros jóvenes,
puedan dar un sentido a su vida? Porque también
ellos advierten que éste,
nuestro modo de vivir, a veces es deshumano
y no saben cuál dirección tomar para que la vida
sea bella
y para ser felices de levantarse a la mañana”.
8. Vida “deshumana”, de quien deja los hijos
durmiendo a la mañana para ir al trabajo y los
reencuentra por la noche ya durmiendo. Nuestros
hijos están “huérfanos de un camino seguro para
recorrer, de un maestro del cual confiarse,
de ideales que les calienten el corazón, de
esperanzas que sostengan la fatiga del vivir
cotidiano”. “Ellos son huérfanos, pero conservan
vivo en su corazón el deseo de todo esto”.
9. "¡Esta es la sociedad de los huérfanos! Huérfanos,
sin memoria de familia, porque, por ejemplo, los
abuelos se han retirado en un hogar de ancianos
(…). Huérfanos sin el afecto del ‘hoy’ o un afecto
‘demasiado apurado’: papá está cansado, mamá está
cansada, van a dormir... ¡Y ellos se quedan
huérfanos! ¡Huérfanos de gratuidad! La gratuidad
del papá y de la mamá que saben pasar el tiempo
10. Sin embargo, “somos un pueblo que quiere
hacer crecer a sus hijos con la certeza de
tener un padre, una familia, una madre”,
por lo que “recuperemos el sentido de la
gratuidad”
en las familias, parroquias y sociedad en
general.
11. La gratuidad humana
“es como abrir el corazón
a la gracia de Dios: Todo
es gratis. Él viene y nos da
su gracia”.
“Si nosotros no tenemos
el sentido de la gratuidad
en la familia, en la
escuela,
en la parroquia, va a ser
muy difícil comprender lo
que es la gracia de Dios,
la gracia que no se vende,
que no se puede comprar,
que es un don, un regalo
de Dios: es Dios mismo”.
12. El 17 de junio dijo: “Nuestra sociedad
tecnológica - como decía Pablo VI –
multiplica al infinito las ocasiones de placer,
de distracción, de curiosidad, pero no es
capaz de llevar al hombre a la verdadera
alegría”.
13. El mundo actual vive “el reino del presente”
donde todo se hace rápidamente.
“Sólo este momento, y nada de tiempo”;
“como en la comunicación: luces, el
momento,
el teléfono, mensaje, el lenguaje reducido”.
14. “Todo se hace con apuro
porque somos ‘esclavos
de la coyuntura’.
Entonces debemos
recuperar la memoria en
la paciencia de Dios, que
no tuvo prisa en su
historia de salvación, y
que nos ha acompañado
a lo largo de la
historia”.
“para amar la vida no
necesitamos llenarla con
cosas,
que después se
convierten en ídolos.
Se necesita sólo la
mirada de Jesús”.
15. El 18 de junio dijo:
Hablar de la Iglesia es
hablar de nuestra madre,
de nuestra familia. En
efecto, la Iglesia no es una
institución con finalidad
en sí misma o una
organización privada, una
ONG,
ni mucho menos debe
restringir su mirada al
clero o al Vaticano...La
Iglesia piensa.
Pero la Iglesia somos
todos. …Iglesia somos
todos, ¡eh! No limitarla a
los sacerdotes,
a los obispos, al Vaticano.
16. …El primer hecho
importante es éste:
comenzando con
Abraham, Dios
forma un pueblo
para que lleve su
bendición a todas las
familias de la tierra.
Y dentro de este
pueblo nació Jesús.
Es Dios que hace este
pueblo, esta historia,
la Iglesia en camino.
Y ahí nace Jesús:
en este pueblo.
17. …Dios forma un pueblo con todos los que
escuchan su Palabra y se ponen en camino,
confiando en Él.
Ésta es la única condición, confiarse en Dios.
Si tú te fías de Dios, lo escuchas y te pones en
camino, esto es hacer Iglesia.
18. El amor de Dios lo
precede todo. Dios está
siempre primero, llega
antes que nosotros, él nos
precede…
Cuando nosotros llegamos
Él nos espera,
Él nos llama, Él nos hace
caminar. Siempre nos
anticipa.
Y esto se llama amor
porque Dios nos espera
siempre.
19. “Dios te espera. Y si fuiste un gran pecador te
espera más y te espera con tanto amor, porque Él
es el primero.
¡Es ésta la belleza de la Iglesia, que nos lleva a
este Dios que nos espera!...
20. …Dios no se cansa, Dios tiene paciencia,
tiene tanta paciencia y en el tiempo continúa a
educar y a formar a su pueblo, como un padre
con el propio hijo.
Dios camina con nosotros.
Dice el profeta Oseas: “yo he caminado contigo
y te he enseñado a caminar como un papá enseña
a caminar al niño”.
Hermosa figura de Dios. Y así es con nosotros.
Nos enseña a caminar.
21. Y es la misma actitud que
mantiene con respecto a la
Iglesia.
También nosotros de hecho,
aún en nuestro propósito de
seguir al Señor Jesús,
tenemos experiencia cada día
del egoísmo
y de la dureza de nuestro
corazón.
Pero cuando nos
reconocemos pecadores,
Dios nos llena de su
misericordia y de su amor.
Y nos perdona, nos perdona
siempre.
22. Y es precisamente esto
que nos hace crecer como
pueblo de Dios, como
Iglesia: no es nuestra
habilidad,
no son nuestros méritos –
somos poca cosa nosotros
¡eh! No es esto.
Sino que es la experiencia
cotidiana de cuánto el
Señor nos ama y nos
cuida.
Esto es lo que nos hace
sentir verdaderamente
suyos,
en sus manos y nos hace
crecer en la comunión con
23. Ser Iglesia es sentirse en las manos de Dios,
que es padre y nos ama, nos acaricia, nos
espera, nos hace sentir su ternura. ¡Y esto es
muy bello!
24. Queridos amigos, este es el proyecto de Dios,
el proyecto ¿no? Cuando ha llamado a Abraham,
Dios pensaba en esto: formar un pueblo
bendecido por su amor y que lleve su bendición a
todos los pueblos de la tierra. Este proyecto no
cambia, es siempre vigente.
25. En Cristo ha tenido su cumplimiento y aún hoy
Dios continúa realizándolo en la Iglesia. Pidamos
entonces la gracia de permanecer fieles a la
secuela del Señor Jesús
y a la escucha de su Palabra, listos a partir cada
día,
como Abraham, hacia la tierra de Dios y del
hombre, nuestra verdadera patria, y así
transformarnos en bendición, signo del amor de
26. Me gusta pensar que un sinónimo, otro nombre
que podríamos tener nosotros cristianos sería
esto:
son hombres y mujeres, gente que bendice.
El cristiano con su vida debe bendecir siempre,
bendecir a Dios y bendecir también a todos
nosotros. ¡Nosotros cristianos somos gente que
bendice,
que sabe bendecir! ¡Ésta es una hermosa
27. El 19 de junio dijo en su
homilía por la celebración
del Corpus Christi :
“El Señor, tu Dios…
te dio a comer el maná,
ese alimento que ni tú ni tus
padres conocían”.
Estas palabras del
Deuteronomio hicieron
referencia a la historia de
Israel, que Dios los hizo salir
de Egipto, de la condición
de esclavos, y por cuarenta
años ha guiado en el
desierto hacia la tierra
prometida.
28. Una vez establecido en la tierra, el pueblo elegido
logra una cierta autonomía,
un cierto bienestar, y corre el riesgo de olvidarse
los tristes acontecimientos del pasado, superadas
gracias a la intervención de Dios y a su infinita
bondad.
Las Escrituras exhortan a recordar, a hacer
memoria de todo el camino hecho en el desierto,
en el tiempo de la necesidad, de la angustia.
29. La invitación es aquella
de retornar a lo
esencial,
a la experiencia de la
total dependencia de
Dios,
cuando la sobrevivencia
fue confiada a su mano,
para que el hombre
comprendiera que
“no vive sólo de pan,
sino…
de todo lo que sale de
la boca de Dios”.
30. Además del hambre física, el hombre lleva en sí
otra hambre, un hambre que no puede ser
saciada con el alimento ordinario. Es el hambre
de vida, hambre de amor, hambre de eternidad.
Y el signo del maná –como toda la experiencia
del éxodo– contenía en sí también esta
dimensión: era figura de un alimento que
satisface esta hambre profunda que hay en el
hombre.
31. Jesús nos dona este alimento, es más, es Él mismo
el pan vivo que da la vida al mundo. Su Cuerpo
es el verdadero alimento bajo la especie del pan;
su Sangre es la verdadera bebida bajo la especie
del vino. No es un simple alimento con el cual
saciamos nuestros cuerpos, como el maná.
El Cuerpo de Cristo es el Pan de los últimos
tiempos,
capaz de dar vida, y vida eterna,
32. En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por
nosotros: un amor así grande que nos nutre con Sí
mismo; un amor gratuito, siempre a disposición
de toda persona hambrienta y necesitada de
regenerar sus propias fuerzas.
Vivir la experiencia de la fe significa dejarse nutrir
por el Señor y construir la propia existencia no
sobre los bienes materiales, sino sobre la realidad
que no perece:
33. Si nos miramos entorno, nos damos cuenta
que hay tantos ofrecimientos de alimentos
que no vienen del Señor y que
aparentemente satisfacen más. Algunos se
nutren con el dinero, otros con el éxito y
la vanidad, otros con el poder y el orgullo.
34. ¡Pero el alimento que nos nutre realmente
y que sacia es solamente el que nos da el
Señor!
El alimento que nos ofrece el Señor es
diferente de los otros, y quizás no parece
así tan gustoso como ciertas comidas que
nos ofrece el mundo.
35. Y así, soñamos otras comidas, como los hebreos
en el desierto, que añoraban la carne y las
cebollas que comían en Egipto, pero olvidaban
que aquellas comidas las comían en la mesa de la
esclavitud. Ellos, en esos momentos de tentación,
tenían memoria, pero una memoria enferma, una
memoria selectiva, una memoria esclava, no libre.
36. Cada uno de nosotros, hoy puede preguntarse, ¿Y yo?
¿Dónde quiero comer? ¿En torno a qué mesa me quiero
nutrir? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer
alimentos gustos,
pero en la esclavitud? ¿Cuál es mi memoria? ¿Aquella
del Señor que me salva?, ¿O aquella del ajo y de las
cebollas de la esclavitud? ¿Con cuál memoria yo sacio
mi alma?
37. El Padre nos dice: “Te he nutrido con maná que
tú no conocías”. Recuperemos la memoria. Ésta es
la tarea: ¡Recuperemos la memoria!, y
aprendamos a reconocer el pan falso que nos
ilusiona y corrompe, porque es fruto del egoísmo,
de la autosuficiencia y del pecado.
38. ... Jesús, realmente presente en la Eucaristía.
La Hostia es nuestro maná, mediante el cual el Señor
se nos dona a sí mismo. A Él nos dirigimos con fe:
Jesús, defiéndenos de las tentaciones del alimento
mundano que nos hace esclavos, purifica nuestra
memoria, para que no quede prisionera en la
selectividad egoísta y mundana,
pero sea memoria viva de tu presencia por toda la
historia de tu pueblo, memoria que se hace
“memorial” de tu gesto de amor redentor. Amén
39. El 21 de junio dijo: “Celebramos a Jesús “pan
vivo bajado del cielo” (Jn.6,51) alimento para
nuestra hambre de vida eterna, fuerza para
nuestro camino….hoy predomina la acción de
gracias y la adoración. Y de hecho, es tradicional
en este día la procesión con el Santísimo
Sacramento.
40. Adorar a Jesús Eucaristía y caminar con Él.
Estos son los dos aspectos inseparables de la fiesta
de hoy, dos aspectos que dan huella a toda la
vida del pueblo cristiano: un pueblo que adora a
Dios y un pueblo que camina, que no está
detenido, camina.
41. Ante todo nosotros
somos un pueblo que
adora a Dios.
Nosotros adoramos a
Dios que es amor,
que en Jesucristo se ha
dado a sí mismo por
nosotros, se ha
ofrecido en la cruz
para expiar nuestros
pecados, y por el
poder de este amor
resucitó de la muerte y
vive en su Iglesia.
¡Nosotros no tenemos
otro Dios fuera de Él!
42. Cuando la adoración del señor se sustituye
por la adoración del dinero,
se abre camino al pecado, a los intereses
personales y al abuso. Cuando no se adora
a Dios, el Señor, se convierten en
adoradores del mal como lo son aquellos
que viven de deshonestidad y de
violencia.
43. Hoy lo confesamos con la mirada dirigida al
Corpus Domini, al Sacramento del altar. Y por
esta fe,
nosotros renunciamos a Satanás y a todas sus
seducciones; renunciamos a los ídolos del dinero,
de la vanidad,
del orgullo, del poder, de la violencia.
44. Nosotros cristianos no queremos adorar a nada ni
a nadie en este mundo sino a Jesucristo, que está
presente en la santa Eucaristía. Tal vez, no
siempre nos damos realmente cuenta de lo que
esto significa, qué consecuencias tiene o debería
tener nuestra profesión de fe.
45. Esta fe nuestra en la presencia real de Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero Hombre,
en el pan y en el vino consagrados,
es auténtica si nosotros nos comprometemos a
caminar detrás de Él y con Él. Adorar y caminar.
46. ¡Un pueblo que adora es un pueblo que camina!
Caminar con Él y detrás de Él tratando de poner en
práctica Su mandamiento, aquél que dio a sus
discípulos justamente en la Última Cena: “Así como
yo los he amado, ámense también ustedes los unos
a los otros”. (Jn.13,34).
El pueblo que adora a Dios en la Eucaristía es el
pueblo que camina en la caridad. Adorar a Dios en
la Eucaristía, caminar con Dios en la caridad
47. Les animo a todos ustedes a
testimoniar la solidaridad
concreta con los hermanos,
especialmente con los que
tienen más necesidad de
justicia,
de esperanza, de ternura.
La ternura de Jesús, la
ternura Eucarística: aquel
amor tan delicado, tan
fraterno, tan puro.
Gracias a Dios hay tantos
signos de esperanza en sus
familias, en las parroquias,
en las asociaciones, en los
movimientos eclesiales. ¡El
Señor Jesús no deja de
suscitar gestos de caridad
en su Pueblo en camino!
48. Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía
nos ha reunido. El Cuerpo del Señor hace de
nosotros una sola cosa, una sola familia, el
Pueblo de Dios reunido entorno a Jesús, Pan
de Vida.
49. María, nuestra Madre,
Mujer Eucarística,
que ustedes veneran en
tantos Santuarios,
los precede en este
peregrinaje de la fe. Que
Ella los ayude,
los ayude siempre a
permanecer unidos para
que,
también a través de su
testimonio, el Señor pueda
continuar a dar la vida al
mundo. Así sea.
50. El 22 de junio dijo al
presidir hoy el rezo del
Ángelus:
…“Jesús señala que no vino
a este mundo para dar algo,
sino para darse a sí mismo,
para dar su vida como
alimento para los que
tienen fe en Él.
Esta comunión nuestra con
el Señor nos compromete a
nosotros, sus discípulos,
a imitarlo, haciendo de
nuestra existencia, de
nuestros comportamientos,
pan partido para los demás,
como el Maestro partió el
pan que es realmente su
51. “Para nosotros, en cambio, son los
comportamientos generosos con el prójimo
que demuestran la postura de partir la vida
por los demás”.
52. “cada vez que participamos en la Misa y nos
alimentamos con el Cuerpo de Cristo, la presencia
de Jesús y del Espíritu Santo obra en nosotros, da
forma a nuestro corazón,
nos comunica actitudes internas que se traducen
en comportamientos de acuerdo con el Evangelio.
53. En primer lugar, la docilidad a la Palabra de
Dios, después la hermandad entre nosotros, el
valor del testimonio cristiano, la fantasía de la
caridad, la capacidad de dar esperanza a los
desesperados, de acoger a los excluidos”.
54. “De este modo, la Eucaristía hace madurar en
nosotros un estilo de vida cristiano. La caridad de
Cristo, recibida con el corazón abierto, nos
cambia, nos transforma, nos hace capaces de
amar, no a nivel humano, siempre limitado, sino
de acuerdo a la medida de Dios, es decir, sin
medida”.
55. “¿Y cuál es la medida de Dios? ¡Sin medida!
La medida de Dios es sin medida. ¡Todo! ¡Todo!
¡Todo!
No se puede medir el amor de Dios: ¡es sin
medida!
Y entonces llegamos a ser capaces de amar incluso
a los que no nos aman, y esto no es fácil, ¿eh?”.
56. “amar a quienes no nos ama... ¡No es fácil!
Porque si sabemos que una persona no nos quiere,
también tenemos nosotros el deseo de no
quererla.
Pues no. ¡Hemos de amar incluso a los que no nos
aman! Oponernos al mal con el bien, a perdonar,
a compartir, a acoger a los demás”.
57. “Gracias a Jesús y su Espíritu, también nuestra
vida se convierte en ‘pan partido’ para nuestros
hermanos.
¡Y viviendo así, descubrimos la verdadera alegría!
La alegría de convertirse en don, de devolver el
gran don que recibimos por primera vez, sin
58. “es hermoso esto:
¡nuestra vida se
convierte en don!
Esto es imitar a Jesús.
Yo quisiera recordar
estas dos cosas.
En primer lugar,
la medida del amor
de Dios es amar sin
medida.
¿Está claro esto?”.
59. “Y nuestra vida, con el amor de Jesús, recibiendo la
Eucaristía, se hace don.
Tal como fue la vida de Jesús. No olviden estas dos
cosas:
la medida del amor de Dios es amar sin medida.
Y siguiendo a Jesús, nosotros -con la Eucaristía-
hacemos de nuestra vida un don”.
60. “Jesús, el Pan de vida
eterna, bajó del cielo y
se hizo carne gracias a
la fe de María
Santísima”.
“Después de haberlo
llevado con Ella, con
amor inefable,
lo siguió fielmente hasta
la Cruz y la
Resurrección.
Pidamos a la Virgen que
nos ayude a redescubrir
la belleza de la
Eucaristía, para que sea
el centro de nuestra
vida, especialmente en
la Misa dominical y en
61. El 20 de junio dijo:
“No acumulen para ustedes tesoros en la tierra”,
el consejo de Cristo de no acumular tesoros en la
tierra es una invitación a la prudencia, porque lo
que ofrece el mundo no es seguro, sino que se
arruina o es arrebatado por los ladrones…
62. "Este es el mensaje de Jesús: Pero si tu tesoro está
en la riqueza, la vanidad, el poder, en el orgullo,
tu corazón quedará encadenado allí! Tu corazón
quedará esclavizado por la riqueza, la vanidad, el
orgullo.
¡Y lo que Jesús quiere es que tengamos un corazón
libre! Este es el mensaje de hoy. ‘
¡Pero, por favor, tengan un corazón libre!’, nos
63. “ la libertad del corazón. Y tener un corazón libre
sólo se puede tener con los tesoros del cielo: el
amor, la paciencia,
el servicio a los demás, la adoración a Dios.
¡Éstas son las verdaderas riquezas que no son
robadas!
¡Las otras riquezas gravan el corazón. Pesan sobre el
corazón: lo encadenan, no le dan la libertad!”.
64. Un “corazón esclavo no es un corazón
luminoso:
será tenebroso”. Si nosotros acumulamos tesoros
de la tierra “acumulamos tinieblas, ¡que no
sirven!”,
no dan alegría “sobre todo no nos dan
libertad”.
En cambio, “un corazón libre es un corazón
luminoso, que ilumina a los otros, que hace ver
65. "Un corazón luminoso, que no está encadenado,
un corazón que va hacia adelante y que envejece
bien, porque envejece como el buen vino: cuando
el buen vino envejece es un buen vino de crianza.
En cambio, el corazón que no brilla es como el
vino malo: el tiempo pasa y lo estropea, lo vuelve
vinagre”.
66. Por ello, que Cristo “nos dé esta prudencia
espiritual, para entender bien dónde está mi
corazón, al lado de qué tesoro está unido mi
corazón.
Y que nos dé también la fuerza para
desencadenarlo,
si está encadenado, para que sea libre,
luminoso y nos dé esta hermosa felicidad de
67. El 21 de junio dijo a
reclusos en la cárcel:
“el primer gesto de mi
visita pastoral es el
encuentro con ustedes,
en esta cárcel de
Castrovillari”,
para así “expresar la
cercanía del Papa y de
la Iglesia a cada hombre
y cada mujer que está en
la cárcel,
en cada parte del
mundo”.
“Jesús ha dicho
‘yo estaba en la cárcel y
vinisteis a verme’”.
68. …Dios perdona “siempre”, “incluso en las
cosas pequeñas. Cuando vamos a
confesarnos, el Señor nos dice: ‘yo te
perdono. Pero ahora tú vienes conmigo’. Y
Él nos ayuda a retomar el camino. Nunca
condena, nunca perdona solamente, sino que
perdona y acompaña”.
69. “Porque somos frágiles y tenemos que retornar a
la confesión, todos. Pero él no se cansa. Siempre
nos toma de la mano. Este es el amor de Dios ¡y
nosotros debemos imitarlo! La sociedad debe
imitarlo. Hacer este camino”.
70. “una verdadera y plena reinserción de la persona
no ocurre como fin de un camino solamente
humano.
En este camino entra también el encuentro con
Dios,
la capacidad de dejarnos mirar por Dios que nos
71. “es más difícil
dejarse mirar por
Dios que mirar a
Dios.
Es más difícil dejarse
encontrar por Dios
que encontrar a
Dios, porque en
nosotros siempre
hay una resistencia”.
72. “Y Él te espera, Él nos
mira,
Él está siempre cerca.
Este Dios que nos ama,
que es capaz de
comprendernos,
perdonando nuestros
errores.
El Señor es un maestro de
la reintegración:
nos toma de la mano
y nos lleva de nuevo a la
comunidad”.
73. “el Señor siempre perdona, siempre acompaña,
siempre entiende; a nosotros corresponde
dejarnos entender, dejarnos perdonar, dejarnos
acompañar”.
74. “Deseo que cada uno de ustedes en este tiempo no
se vaya a perder, sino que pueda ser un tiempo
precioso,
durante el cual pedir y obtener de Dios esta
gracia. Haciendo esto, contribuirán a sacar lo
mejor de ustedes mismos, y al mismo tiempo
también la comunidad, porque, en el bien y en el
mal, nuestras acciones influyen en los demás, y a
toda la familia humana”.
75. “De corazón los bendigo a todos y los encomiendo
a la protección de la Virgen María, nuestra Madre.
Y por favor, les pido que recen por mí, porque yo
también tengo mis errores y debo hacer
penitencia. Gracias”.
76. En twitter dijo:
Que el Señor bendiga a la familia
y la haga fuerte en este tiempo de crisis.
77. A veces descartamos a los ancianos, pero ellos son
un tesoro precioso: descartarlos es injusto y una
pérdida irreparable.
78. Nunca hay motivos para perder la esperanza.
Jesús dice: «Yo estoy con ustedes hasta el fin del
mundo».
79. Hay mucha indiferencia ante el
sufrimiento. Esta indiferencia debe ser
contrastada con actos concretos de
caridad.
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Que Dios te llene de bendiciones.
Y que permanezcamos unidos en el amor
a Jesús.