La crisis económica en España comenzó en 2008 cuando estalló la burbuja inmobiliaria. La economía española dependía en gran medida de la construcción y el turismo, pero cuando la crisis financiera internacional llegó a España, la construcción se ralentizó, el turismo cayó y el desempleo aumentó. Esto tuvo graves consecuencias como el aumento del paro, la quiebra de empresas constructoras e inmobiliarias, y la reducción del consumo interno. Se prevé que la crisis empeorará en 2009 antes de mejorar posiblemente