La discipina inicia con una mismo

1. AUTODISCIPLINA
“Entrando al mundo de la subjetividad”

2. Concepto de Disciplina y
Autodisciplina
Disciplina: Normas y reglas para mantener el
orden. Corregir un comportamiento inapropiado
que vulnera lo establecido.
autoDisciplina: Son normas y reglas que nacen
de la subjetividad y son mantenidas por el
mismo sujeto que busca, en una moral
autónoma, regular su conducta orientando sus
acciones (desde la inteligencia y la voluntad) a
un desarrollo personal y armónico.

3. Educa la subjetividad de tus
experiencias hasta que seas
capaz de controlarlas.Para lograrlo necesitas:
 Capacidad de AUTOREFLEXIÓN. re – flexo. Una vuelta sobre
tus acciones, decisiones, etc., te lleva a un detenimiento
“real” de lo realizado desde tus fortalezas y debilidades, no de
las de los demás.
 AUTOCONCIENCIA. cum - scire. Habiendo hecho un buen
análisis de la acción presente, sin perder de vista el futuro
deseado y motivado por el pasado ya vivido, este momento le
permite al ser humano adecuar lo que se está viviendo
(logrando) con el mundo de subjetividad desde el cuál se
proyecta la persona.
 AUTOCONTROL. Una vez lograda la conciencia, la persona sola
decide determinarse de manera libre y responsable ante el fin
que se persigue, y se mantiene firme en la consecución del
bien esperado.

4. Consejos…
1. Ten primero tus verdaderos objetivos para que
tengas metas claras (vivir con sentido. V.
Frankl).
2. Se consciente de tus percepciones e
interpretaciones, enfrenta con honestidad y
objetividad en el reconocimiento.
3. No reacciones al presente como si estuvieras
reaccionando a experiencias pasadas.
4. Educa tu experiencia hasta que seas capas de
controlarla

5. La Biblia dice:
“Se acercaron a Jesús y le dijeron: maestro, cuál
es el mandamiento más grande de la ley?... Él
contestó: Amarás al señor tu Dios con todo tu
corazón y con todas tus fuerzas…” pero hay otro
semejante a este… “amarás a tu prójimos como
a ti mismo… en esto se resume toda la ley y
los profetas”.
Justamente el “amor a ti mismo” implica la
capacidad de no lastimarte y proyectarte como
un ser llamado a la plenitud, condición lograda
solo desde una autodisciplina firme y
constante.