El Señor nuestro Dios es como el azúcar, aunque no la vemos ahí está endulzando nuestro café. Dios está ahí junto a nosotros endulzando nuestros sueños. Con nuestra fe, en el aula de clases, endulzamos la vida de nuestros estudiantes y la de sus familias. A partir de ese momento marcarán diferencia junto a aquellos que no han tenido tan excelsa posibilidad.