2. ¿Qué es la educación? ¿Qué finalidad
cumple? ¿Cómo se relacionan el educador
con el educando? El autor responde a estos
interrogantes y muchos más en la presente
obra, haciendo gran hincapié en una visión
personalista de la educación, donde se
entiende a ésta como una relación
dinámica entre personas. Esto significa que
se trata de una relación entre seres
imperfectos en tanto que perfectibles, que
son fines en sí mismos y tienen la
capacidad de ordenarse o no a su esencia
por medio de su voluntad libre. Esta es la
perfectibilidad que se muestra en la
educación, que además es recíproca (de
docente a alumno y viceversa, justamente
porque ambos son personas).
En esta educabilidad se incluye tanto el
crecimiento individual y singular como el
desarrollo en el medio social de la persona,
la cual es el fin último de la educación y
será por tanto el centro alrededor del cual
se ordenarán las tesis de este libro.
3. Trabajo Practico
Educación, Hoy. es un libro dedicado a los
estudiantes que desean convertirse en
educadores. Poniendo énfasis en la
educabilidad, entendida como la capacidad
de todo ser humano para ser educado o en
Educación, Hoy. términos aristotélicos es la potencia
poseída por todo hombre. Sin embargo, en
este libro se plantea no sólo la aptitud del
educando si no el rol del educador para
influirlo, teniendo en cuenta la relación
entre educatividad ( capacidad del profesor
de influir en sus estudiantes) y
educabilidad. Este problema expuesto por
Freire, interesa sobre todo en
Latinoamérica donde la educación precisa
ser replanteada , a causa de los cambios
sociales y la deserción escolar.
4. El sistema educativo argentino:
¿permite a los educandos completarse
ontológicamente?
La tarea educativa es una labor en donde
interactúan educando y educador a fin de desarrollar
las potencialidades de ambos. En este sentido, cabe
poner énfasis en la concepción del hombre como
persona imperfecta pero perfectible que da lugar a la
educabilidad como una exigencia óntica y moral del
sujeto que no elimina su libertad sino que hace
hincapié en la concepción relativa a que la educación
es un proceso que se da a lo largo de toda la vida.
Ahora bien, al hablar de educatividad -como una
herramienta que facilita y contribuye al aprendizaje-,
es esencial estudiar la figura del educador y la
exigencia óntico-moral que éste posee a la hora de
educar al hombre.
En concordancia con lo anterior, el objetivo de este
trabajo es examinar cómo el derecho a la educación
funciona en diferentes contextos de nuestro país y, así,
analizar si los argentinos poseen un sistema educativo
que les permita completarse ontológicamente.
5. La educabilidad se refiere en primer lugar a la capacidad
humana por la cual un hombre es capaz de aprender. Sin
embargo, esta capacidad tiene implicancias no solo en el
individuo en cuestión, sino también en el contexto social en
el que se ve inmerso. También implica la conciencia del ser
humano como inacabado e incompleto, que necesita del
otro para realizarse.
En la actualidad, los debates en torno al derecho a la
educación destacan que hace falta un mínimo de bienestar
o equidad para poder educar, en vista de la relación
existente entre pobreza y fracaso escolar.
Solo entendida la educabilidad como un concepto
relacional, se entiende la necesidad de prestar atención a
los factores que influyen en el proceso educativo, en
particular las condiciones socio-culturales.
Ante esto, muchos plantean la necesidad de redefinir la
noción de educabilidad, poniendo el énfasis en la capacidad
del sistema educativo de adaptarse a la diversidad de
alumnos.
Una política educativa que no contemple estas cuestiones,
será ineficaz, y sólo provocará la profundización de las
divisiones sociales existentes.
6. El hombre: ser educable.
El hombre, como ser racional y social, es capaz de
superarse, de aprender cosas nuevas, de reflexionar y
y de comunicarse. Como tal, necesita de otros en el
proceso de desarrollar la propia identidad; hecho
que se da toda la vida: somos seres factibles de
poder siempre crecer, transformar. El enfoque que
abordaremos toma la educación como un medio de
ayuda a la sociedad, para que todos los hombres puedan
crecer íntegramente. Frente a todo ello, sostenemos que las escuelas
deben contribuir a la integración de los distintos alumnos, aunque
teniendo en cuenta sus situaciones particulares.
7. Educabilidad
En este libro, los autores abordan las distintas posturas que
han adoptado los pensadores de la educación occidentales
en lo referente a la Educabilidad.
La tradición filosófica occidental, por un lado, habla de la
educabilidad como la capacidad de todo individuo para
recibir influencias y reaccionar ante ellas para construir su
propia identidad. Esta capacidad, no debe separarse del
contexto histórico en el que se encuentra el educando.
Por otro lado, algunos pensadores latinoamericanos
sostienen que el ser humano es sujeto y no objeto de la
educación. Esta, es concebida como una praxis
transformadora necesaria, que posibilitará que los
educandos, que se encuentran inacabados e inconclusos
por causas políticas, sociales y económicas, puedan
alcanzar la liberación y la salida de la injusticia.
El Instituto Internacional de Planeamiento Educativo afirma
que hace falta un mínimo de bienestar o equidad para
poder educar. Niega, por su parte, que la educabilidad
esté en estrecha relación con factores hereditarios o
biológicos independientes del contexto social. La
sociedad es la responsable de proveer de recursos y
condiciones para que los alumnos aprendan y los
profesores enseñen.
Finalmente, los autores realizan un análisis de la situación
actual de la educación en Latinoamérica en general, y de
Argentina en particular. Critican que la misma no se dirija
a la uniformización de la población, sino a su
sectorización.
La educación es un derecho de toda persona, sin
importar su contexto sociocultural, ya que el mismo no
debe ser determinante ni quitar dicha oportunidad.
8. La idea de educabilidad ha sido una constante en la
concepción pedagógica durante todo el siglo XX. Una
gran parte del proceso educativo está basada, si bien
con diversas interpretaciones, en la capacidad de
cada persona de recibir influencias del medio que la
rodea y reaccionar ante las mismas. La respuesta de
cada ser personal conduce al desarrollo armónico de
todas sus facultades y aptitudes, para logar una
perfección mayor en el orden esencial propio y en su
relación con el cosmos. Dichas facultades, que
permiten al hombre comprender y transformar la
realidad que lo rodea, se corresponden
intrínsecamente con el orden ontológico personal y
pueden clasificarse, genéricamente, en esenciales e
integrales, de acuerdo a la participación en la esencia o en la materialidad de la persona. Las esenciales,
relacionadas con la dimensión espiritual del hombre, abren a la persona al conocimiento de las propiedades
trascendentales del ser y se basan en la inteligencia, la voluntad, el amor y la apertura a la trascendencia. Las
integrales se apoyan en la naturaleza material de la persona y se centran en las capacidades sensibles
internas y externas de cada ser humano. El normal desarrollo de estas facultades conduce a la realización
plena de cada persona. Esta posibilidad de completitud ontológica está íntimamente ligada a la tarea
educativa en la escuela, medio ideal para la relación interpersonal. Ahora bien, ¿están nuestras escuelas
preparadas para atender las particularidades propias de cada alumno? Cabe preguntarse además si, en su
afán de desarrollo integral, contribuye la institución educativa al desarrollo armónico de la identidad y
vocación de la persona o si sólo se busca cumplir con algún derecho natural afianzado en la sociedad. Las
respuestas al problema de la conjunción entre la noción ontológica de educabilidad y su puesta en práctica
en la realidad cotidiana fueron diversas a la lo largo del tiempo y de las sociedades. El planteo de nuevos
horizontes educativos es un problema de suma importancia para docentes, pedagogos y políticos que aún
no ha sido resuelto.