El resumen describe cómo Claudia y Pedro discutían sobre cómo decorar su pancarta para el Día de la Tierra, con Claudia queriendo pintar una selva y Pedro queriendo pintar un basurero. Cuando Pedro derramó pintura azul en la pancarta, Octavio sugirió pintar el océano completo para incluir especies en peligro. Los tres trabajaron juntos, con Octavio pintando una hermosa tortuga marina y los demás agregando más criaturas, creando una pancarta genial sobre salvar los océanos.
1. Pintar el Océano
Claudia miró detenidamente desde la puerta del aula.
Había salido antes del almuerzo para encontrarse con los
miembros de su equipo. ¿Ya estarán aquí?
—Hola, Claudia —gritó un chico desde una mesa.
—Hola, Pedro —dijo Claudia. Caminó hacia la mesa y se
sentó junto a él. —¿Ya estás listo para trabajar en nuestra
bandera para el Día de la Tierra?
—Por supuesto que sí —dijo Pedro—. Tengo muchísimas
ideas geniales.
—Yo también —dijo Claudia—. ¿Dónde está Octavio? Es
parte de nuestro equipo. No podemos empezar sin él.
—¿Por qué no? —dijo Pedro—. Probablemente se sentará y
no hará nada, como hace en clase.
2. Después de eso, Pedro comenzó extender un largo rollo
de tela. Cada grupo debía decorar la pancarta con algo
relacionado con la protección del medio ambiente. Luego,
marcharían con ella en el desfile local del Día de la Tierra.
—Tienes razón —asintió Claudia—. ¿Quién necesita a
Octavio? ¡Manos a la obra!
En ese momento, entró Octavio y se sentó en la mesa. Claudia
observó que tenía los dedos llenos de pintura. “Qué sucio”,
pensó Claudia.
—Hola, Octavio —dijo ella—. Bueno, pensé que podíamos
dibujar animales en peligro de extinción en una selva. Tengo
un libro de la biblioteca con imágenes.
—¡De ninguna manera! —dijo Pedro sorprendido—. Quiero
pintar un basurero.
3. —¿Un basurero? ¡Qué asco! —exclamó Claudia.
—¡Esa es la idea! —insistió Pedro—. Un basurero no es
bueno para el medio ambiente. Es por eso que deberíamos
pintarlo.
—Las personas no van a mirar nuestra pancarta si muestra un
basurero —contestó Claudia.
Claudia y Pedro continuaron discutiendo, mientras
Octavio estaba sentado muy tranquilo observándolos.
—¿Y tú qué piensas, Octavio? —preguntó Claudia.
Octavio se sobresaltó. —¿Qué? Disculpa —dijo—. No
estaba escuchando.
—¡Qué raro! —dijo Pedro con una risita—.
Octavio, ¿no crees que sería más divertido pintar un basurero
que una selva?
Octavio no contestó. En cambio, se levantó y tomó algunos
pinceles y pinturas del escritorio donde se guardaban las
cosas para pintar.
4. —Bueno, ¿qué piensas? —Claudia le preguntó
otra vez cuando Octavio se sentó.
Octavio se encogió de hombros. Tomó un pincel y comenzó a
frotarlo con los dedos. Claudia puso los ojos en blanco. ¡No
había caso!
—Vamos, Pedro. Será mucho más divertido pintar una selva
—insistió Claudia—. Piensa en todos los hermosos colores
que podremos utilizar.
—Un basurero también sería divertido —dijo Pedro—.
Incluso podemos mostrar cosas babosas por todas partes.
Pedro no vio el tarro de pintura azul que Octavio había
puesto sobre la mesa. Se inclinó sobre la mesa para tomar el
libro de la biblioteca de Claudia, mientras decía:
—Puedes devolver este libro a la biblioteca.
—¡Cuidado! —gritó Claudia. Pero era demasiado tarde.
5. Pedro volcó el tarro de pintura azul con el brazo. La pintura
se extendió como un río sobre un lado de la pancarta.
—¡Mira lo que has hecho! —gritó Claudia—. ¡Arruinaste
nuestra pancarta!
—Lo siento, pero yo... —Pedro comenzó a disculparse. Trató
de limpiar la pintura.
—¿Qué hacemos? —preguntó Claudia—. Nuestra pancarta se
dañó. —dijo. Estaba colorada por el enojo y parecía que se iba
a poner a llorar.
—No, claro que no —dijo Octavio de repente. Claudia y
Pedro lo miraron sorprendidos.
Octavio había empezado a pintar. —Podemos pintar toda la
pancarta de azul para que parezca el mar —explicó—. El
océano está lleno de contaminación y muchas especies en
peligro de extinción viven allí.
6. Claudia y Pedro se miraron. —Creo que podemos hacerlo
—dijo Claudia.
—Claro, ¿por qué no? —asintió Pedro.
El equipo extendió la pintura azul para cubrir la pancarta.
Cuando se secó la pintura azul, Octavio tomó pintura
verde. Su pincel volaba sobre la tela.
—¿Qué estás pintando? —preguntó Pedro.
—Una tortuga marina —dijo Octavio sin levantar la vista.
Después de unos segundos, había terminado.
Claudia dio un grito ahogado. —Octavio, ¡es hermosa! —
exclamó. Parecía tan real.
Claudia buscó en su libro de la biblioteca.
—Yo pintaré un delfín —dijo.
—Está bien —dijo Octavio—. Pedro, ¿qué quieres dibujar?
—Una ballena, creo —contestó Pedro.
7. —Me parece bien —dijo Claudia—. Mientras tanto, escribiré
las letras en la parte de arriba de la pancarta. ¿Qué les parece
“Salvemos nuestros hermosos océanos”?
—Bárbaro —dijo Pedro. Octavio sonrió.
Poco tiempo después, sonó la campana y era hora de ir a la
clase siguiente.
—¡Nuestra pancarta es genial! —dijo Pedro—. Octavio,
¿dónde aprendiste a dibujar así?
—Me enseña mi tío —dijo Octavio tímidamente—. Siempre
me gustó dibujar.
—Bueno, esta pancarta es una prueba de que realmente
tienes talento —dijo Claudia.
—Fue bueno que estuvieras en nuestro grupo
—Pedro dijo a Octavio.
—Sí. Pedro y yo no podíamos trabajar juntos —Claudia
asintió riendo.
8. Octavio sonrió tímidamente. —Solo tomamos una idea y
luego cada uno hizo su parte.
—¡Para mí, eso es un equipo ganador! —dijo Claudia
orgullosa.