1. Marvis Barnes y el Mississippi
El Río Mississippi es el río más importante de los Estados
Unidos. Tiene casi cuatro mil millas de largo (6.400 km).
Atraviesa diez estados y desemboca en el mar.
Antes era común ver barcazas en el Mississippi. Las
barcazas eran embarcaciones de madera con un fondo plano.
Medían unos cincuenta pies (15 m) de largo. No tenían motor.
En ese entonces no había barcos a motor. Los barqueros
usaban remos y palos para remar contra la corriente. El mejor
de todos los barqueros era Marvis Barnes.
Marvis había nacido para trabajar en el río. Tenía alma de
marinero. Todavía cuentan historias sobre sus famosas
escapadas. Marvis no era un niño cualquiera. Era muy grande
y muy fuerte.
2. Algunos niños juegan con canicas. Otros juegan a la
pelota. Marvis jugaba con piedras enormes. Algunas eran casi
del tamaño de un granero. Marvis caminaba por la orilla del
río en busca de piedras. Cuando encontraba una, la alzaba tal
como si fuera una manzana. Después la lanzaba al agua. Le
encantaba verlas salpicar.
Marvis tenía una fuerza memorable. Una vez jugó al
mikado con troncos de árboles caídos. Otra vez convirtió una
montaña en una colina con brincando encima de la cumbre.
De adulto se convirtió en un barquero legendario.
Es peligroso dirigir una barcaza. El Mississippi es un río
grande. Es caudaloso y con fuertes corrientes de agua que
pueden hundir las barcazas. A Marvis no le preocupaba
hundirse. No tenía por qué inquietarse. Era un nadador muy
fuerte. Para hacer ejercicio nadaba de un extremo al otro del
río.
3. Marvis no temía al río. Lo amaba. Le cantaba para
expresarle su amor. Cuando navegaba, se podía oír el eco de
sus canciones en el agua.
Yo amo al río
y el río me ama a mí.
Llévame al río
donde soy feliz.
Siempre se sabía cuando Marvis estaba en camino. Se podía
oír su canto varias horas antes de que su barco llegara.
Pero los otros barqueros no querían mucho a Marvis.
Creían que quería hacerse notar. La mayoría de las otras
barcazas tenían una tripulación de varias personas. Marvis
navegaba solo en la suya. No necesitaba ayuda.
Con sus fuertes brazos remaba río arriba. Marvis abastecía
a las tiendas de intercambio.
4. Compraba cajas de comida y herramientas en la ciudad y se
las llevaba a los comerciantes.
Marvis navegaba hacia arriba y hacia abajo por el río. Así se
pasaba la vida. No amaba a nadie más que al río.
A pesar de su amor, Marvis era más famoso por pelear al río
que por amarlo. El río es amigo de quienes viven junto a él,
pero a veces traiciona a sus amigos. No hay nada hay más
devastador que sus inundaciones.
Cada veinte años más o menos hay una gran inundación.
Llueve durante semanas. El Mississippi crece cada vez más y se
desborda. El agua inunda las tierras. El daño es inmenso. Las
granjas y las viviendas quedan arruinadas.
Marvis se encontraba lejos de su hogar cuando hubo una de
estas inundaciones. Había ido a visitar a su tío, un granjero en
Iowa.
5. Marvis no estaba feliz. Estaba demasiado lejos del río.
Anhelaba regresar a su barcaza.
Pero todavía no podía marcharse de Iowa. Había prometido
ayudar a su tío.
Había llovido durante semanas y la granja estaba en muy
malas condiciones. Marvis pensaba regresar a su amado río
una vez que terminara de ayudar.
Ese era el plan.
Pero una mañana su tío le enseñó el periódico. —Mira —le
dijo su tío—. Ese río está causando problemas.
Marvis se fijó en el periódico. Intensas lluvias desbordan el
Mississippi. Peligro de inundación desde St. Louis a New
Orleans.
Marvis se quedó horrorizado. Sabía lo que tenía que hacer.
Se despidió de su tío y se marchó por los campos de maíz.
6. Cuando Marvis llegó a su hogar, no podía creer lo que vio.
Las aguas oscuras formaban un remolino con espuma. La
corriente del río sacudiría una barcaza como si fuera una
ramita.
Marvis se subió de todos modos a su barcaza. Comenzó a
remar río abajo. Era muy valiente.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Marvis se bajó de
la barcaza. Tomó una pala y comenzó a excavar.
Sus brazos se movían tan rápido que no se veían. La tierra y
la arena volaban por los aires. Marvis terminó en unas horas.
Había cavado un nuevo lecho para el río. Medía mil millas
(1.609 km) desde Texas hasta el mar.
Marvis regresó al comienzo del nuevo lecho. Abrió el nuevo
río y las aguas del Mississippi corrieron por el nuevo lecho.
El viejo río perdió fuerza y el nivel de las aguas bajó. St.
Louis se salvó.
7. Marvis cerró el nuevo río y volvió a Iowa. Pasó otras dos
semanas trabajando en la granja de su tío. Todo el tiempo
extrañó a su río querido. Jamás se volvió a alejar de él durante
el resto de su vida.
Todos los días Marvis navegaba hacia arriba y hacia abajo
por el Mississippi. Todos los días remaba y cantaba:
Yo amo al río
y el río me ama a mí.
Llévame al río
donde soy feliz.