1. Benedicto XVI se dirige, en primer lugar, a los cristianos. Habla desde la fe, pero también desde la razón y desde el sentido común. La encíclica va, desde sus inicios, a lo fundamental. Ya en la introducción, el Papa glosa el título elegido, tomado del Nuevo Testamento (1 Jn 4, 16), y señalando que sus palabras «expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino». A continuación, no duda en afirmar que creer en el amor de Dios puede expresar quot;
la opción fundamentalquot;
de la vida del cristiano. De este modo deja claro que en el corazón de la fe cristiana está el amor. Una fe sin amor no sería una fe auténticamente cristiana.<br />El seguimiento de Jesucristo lleva a la comprensión y al amor, no a la destrucción; a la convivencia y a la paz, no a la violencia; a la entrega generosa a los demás, no al egoísmo. Y eso es un bien social. Una cultura impregnada con estos valores es una cultura de calidad. No se debe, pues, silenciar que Dios es amor, que nos ama y nos invita al amor. Y eso es justamente lo que hace el Papa. Benedicto XVI deja bien sentado que la caridad –esto es, el amor– es básica para un cristiano. Y si ser cristiano es algo entitativo, un cristiano debe vivir la caridad también en el trabajo y en la empresa. Si un cristiano se olvidara de su condición al cruzar los umbrales de la oficina, como el sombrero que se deja en la puerta –ejemplo que empleaba San José María Escrivá de Balaguer (Camino, n. 353)–, sacrificaría su unidad de vida y caería en la más completa alienación.Debemos reconocer, sin embargo, que en algunos lugares, actuar como cristiano que quiere amar a Dios y a los demás puede significar ir contracorriente. Puede costar, pero querer a la gente de verdad –sin sentimentalismos– no significa estar fuera de la realidad ni perjudica a la empresa. El amor cristiano requiere, en primer lugar, actuar con justicia. Y la justicia es una exigencia ampliamente reconocida. Sin justicia no habría confianza en los negocios ni empresas. empresarial, pero más aún han de estarlo las personas que producen, consumen o colaboran para conseguirlas. Hay que exigir lo razonable en el trabajo, pero dando siempre a las personas el trato que merecen.<br />Y el único trato adecuado para las personas es, como mínimo, respeto y, en lo posible, amor. El respeto y amor a las personas en la empresa incluye atender a su desarrollo profesional y humano, fomentar una elevada moral de trabajo y otorgar la mayor consideración y atención personal a los colaboradores y demás personas dependientes o relacionadas. Vivir el amor en el trabajo puede parecer una vaguedad, pero, en realidad, contiene exigencias muy concretas. Monseñor Javier Echeverría, Gran Canciller de la Universidad de Navarra, a propósito de esta encíclica, hacía notar cómo «el mundo del trabajo se ve enriquecido por la caridad. Ejercitar la propia profesión de acuerdo con el precepto evangélico significa realizarlo por amor, con deseo de servir, poniendo el corazón, pensando en los demás». Y bajando al terreno de lo concreto, especificaba: «Caridad significa servir, comprender, consolar, escuchar, sonreír, acompañar, corregir, animar, pedir perdón, dar y recibir». ¿No son todas estas cualidades muy deseables en directivos y empleados? Asimismo, la justicia y la caridad encuentran su expresión en el diseño de estructuras organizativas respetuosas con la condición humana y con el desarrollo de las personas, y en el fomento de culturas empresariales humanistas.<br />TABLA<br />AlternativaFacturasNotas de VentaEs un documento que sirve como respaldo de compra entregado al comprador.√Se emiten únicamente en operaciones con consumidores o usuarios finales.√No sustenta crédito tributario para efectos del IVA √Cuando supere los $4 se consignará obligatoriamente, el RUC del cliente, nombres y la dirección.√<br />ORGANIGRAMA<br />ECUACIÓN<br /> x=vx.t<br /> t=xvx=xvo cosa<br /> y=voy.t-12gt2=v∅ sinaxv∅ cosa-12gxvo cosa2<br /> y=tanax-g2vo2cos2ax2<br />