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Astucia y apariencia
1. Confidencial Página 1 19/04/2018
ASTUCIA Y APARIENCIA
Los servicios noticiosos han comenzado a advertir sobre un supuesto cambio en el perfil del estafador. Aquel
hombre o mujer, generalmente bien vestido, que simulaba ser un abogado, banquero o vendedor de bienes
raíces habría cedido el paso a individuos sin rostro, colocados las 24 horas del día ante la pantalla de una
computadora. Antes que un desplazamiento de tipologías, creemos que se está produciendo una convergencia.
Cada delito genera cierta especialización. Y la estafa no es una excepción a esta norma. Los que no tienen
éxito, se mueven a otro "rubro" de la actividad delincuencial. De la misma forma, hay víctimas para cada
categoría. Personas que, generalmente sin estar conscientes, sientan la oportunidad para que les vacíen sus
cuentas. Dicho así, esto puede ocasionar molestias. Pero al admitirlo ya se habrá reducido enormemente las
probabilidades de caer en la creciente cifra de timados
La estafa figura entre los llamados delitos de astucia o de “cuello blanco”. En él predomina la capacidad del
antisocial para engañar a la víctima y obtener un beneficio monetario. Por esta razón, algunas legislaciones lo
catalogan como un delito económico.
El vocablo estafa proviene de la palabra italiana “staffa”, que quiere decir estribo. Al parecer, en principio la idea
estaba asociada al préstamo de los caballos, que posteriormente no eran devueltos. En la actualidad, esta práctica
estaría más asociada a lo que se denomina “apropiación indebida”.
Debido a que la estafa se concreta mediante una sucesión de actos destinados a inducir a error a la víctima, suscita
un gran interés. De allí que la imagen del estafador tradicionalmente esté asociada a la de hombres o mujeres bien
vestidos, que simulan ser empresarios, abogados o, incluso, pilotos de aviación comercial, como fue el caso de
Frank Abagnale, un conocido timador convertido posteriormente en profesor del Buró Federal de Investigación
(FBI, por sus siglas en inglés), e inspirador del film “Atrápame si puedes”, protagonizado por el actor Leonardo di
Caprio.
La estafa produce enormes pérdidas en todos los países del orbe. En Estados Unidos, la cifra se sitúa en 660
millardos de dólares anuales, algo realmente difícil de imaginar. Solamente por concepto de fraude telefónico, las
empresas en todo el mundo dejan de percibir 30 millardos de dólares anuales. Pero las víctimas no son siempre
corporaciones o firmas renombradas. En España, por ejemplo, está en pleno desarrollo un escándalo de estafa
piramidal que ha involucrado a unas 350 mil personas.
En los países donde la construcción de viviendas es escasa, abunda la estafa con ofertas de inmuebles o de créditos
para adquirirlos. En fin de cuentas, el estafador aprovecha las condiciones específicas del medio donde se
desenvuelve. Como se trata de un delito que no implica el uso de la violencia, llama poco la atención y sus penas
son de pocos años de prisión. De manera que el estafador a menudo obtiene beneficios procesales para ser juzgado
en libertad.
Un trabajo divulgado recientemente por la BBC indica que el perfil del estafador cambió como consecuencia del uso
de herramientas informáticas. El servicio noticioso citó a Abagnale para ilustrar esta evolución: "La tecnología
significa que lo que yo hice hace 40 años, hoy es 4.000 veces más fácil de hacer".
Creemos en realidad que se está produciendo una suerte de convivencia de procedimientos o modus operandi para
ejecutar las estafas. En aquellas situaciones en las que se necesita el contacto visual entre la víctima y el victimario,
seguramente continuaremos viendo al ejecutivo bien vestido, que intenta –por ejemplo- concretar la venta de un
inmueble inexistente. Pero si la modalidad aplicada requiere de vínculos o relaciones despersonalizadas (como por
ejemplo en el llamado “phishing”), la única condición es poseer un computador y habilidad para reproducir páginas
de bancos o comercios en línea.
Entonces, no se puede hablar de un “perfil” del estafador. Creemos que cada modalidad de estafa genera distintos
perfiles, tanto del victimario como de la víctima, pues ambos confluyen en determinadas prácticas que sientan las
bases para la adecuada oportunidad de cometer el delito.
Autor: SINNING
2. Confidencial Página 2 19/04/2018
No se debe confundir la esencia con los aspectos cosméticos, con las apariencias. El propio servicio de noticias
inglés divulgó en 2004 la noticia sobre cómo los miembros de una organización no gubernamental obtuvieron la
imagen de un individuo dedicado a la denominada “estafa nigeriana”, una de las más populares modalidades de este
delito, que ha logrado adaptarse al uso de la informática como medio de engaño. La gráfica mostraba a un hombre
de aproximadamente 35 años de edad, pasado de kilos, moreno y descuidado. ¿Es o ha sido ese el perfil del
estafador? En el caso de la modalidad africana, probablemente lo sea.
Algo sí se puede asegurar: la estafa, en sus distintas modalidades, continuará creciendo en la medida en que las
eventuales víctimas se mantengan desinformadas, desconocedoras de las virtudes y las vulnerabilidades de los
procesos tecnológicos, en los que inevitablemente se desenvuelve una porción cada vez más importante de la
humanidad.
ABEL ENRIQUE SINNING CASTAÑEDA
abensica@yahoo.com
Autor: SINNING