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1ª edición, diciembre de 2011
ISBN: 978-607-8154-08-1
Impreso en México
[11]
Índice
Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
I. Jóvenes, población y desarrollo humano, Luis Pérez
Cruz y Edith Salazar De Gante. . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
II. Jóvenes del siglo xxi: entre la exclusión y la crisis
de valores, René Elizalde Salazar y Olivia Araceli
Aguilar Hernández. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
III. Los jóvenes ante su crisis: una integración fragmen-
tada entre el mercado y la información, Raúl Rodrí-
guez Guillén y Juan Mora Heredia. . . . . . . . . . . . . . . 73
IV Sociedades débiles, jóvenes frágiles: el poder de la
identidad, Moisés Mecalco López y Alejandro E.
Orozco Morales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
V. Jóvenes y familia. Una perspectiva sobre las esferas so-
ciales y de política pública, Alfredo Partida Guzmán. . 125
VI. Sexualidad y reproducción adolescente: Experiencias
y significados en diferentes contextos de México, Da-
vid de Jesús-Reyes y Catherine Menkes Bancet. . . . . 143
VII. Violencia infanto-juvenil en el estado de Tlaxcala,
Dora Rodríguez Soriano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
VIII. Percepciones y prácticas de género y sexualidad en
mujeres jóvenes embarazadas de la comunidad de
Concepción Hidalgo de Altzayanca, Tlaxcala, Edith
Mendieta Mendieta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
IX. Las jóvenes y el aborto, María del Rosario Texis
Zúñiga y Edith Salazar De Gante. . . . . . . . . . . . . . . . 233
12 ÍNDICE
X. La representación social de la política en jóvenes
de Tlaxcala: un estudio comparativo rural-urbano,
Eleazar Ramos Lara. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258
XI. Necesidad de principios éticos en la práctica profe-
sional del abogado, Araceli Ramírez Meda. . . . . . . . 290
XII. Una aproximación a los derechos estudiantiles, Pedro
Molina Flores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Índice de cuadros, figuras, flujoramas y gráficas. . . . . . . 343
[143]
VI Sexualidad y reproducción
adolescente: experiencias y significados
en diferentes contextos de México
David de Jesús-Reyes1
Catherine Menkes Bancet2
6.1 Introducción3
Durante mucho tiempo la etapa de la adolescencia se consideró
como una edad relativamente exenta de problemas (ops, 2001).
Hoy se pone en evidencia que este grupo de población enfrenta
serias dificultades que ponen en peligro su salud y la vida mis-
ma, entre los cuales se pueden identificar los relacionados con el
tabaquismo, el alcoholismo, la drogadicción y el suicidio, entre
otros tantos. En lo que respecta a la salud sexual y reproductiva,
las investigaciones han identificado que muchos de los compor-
tamientos negativos que provocan morbilidad o mortalidad en la
edad adulta son aprendidos durante la adolescencia (ops, 2005).
Aunque los adolescentes no constituyen grupos homogéneos
ni uniformes y sus problemas varían a partir del contexto, la cultura
1
Profesor-Investigador de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano. Uni-
versidad Autónoma de Nuevo León, «jesusreyes@correo.unam.mx».
2
Profesora-Investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias.
Universidad Nacional Autónoma de México, «menkes@servidor.unam.mx».
3
Este trabajo presenta resultados preliminares de una investigación mayor que lleva
por título “Determinantes socioeconómicos y culturales del embarazo adolescente en
México”. Aquí sólo se exponen algunos hallazgos de Nuevo León y Guerrero.
144 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
y clase social a la que pertenecen, se ha identificado, a través de
las aportaciones de diferentes campos de estudio, que su conducta
sexual y reproductiva es influida en mayor o menor medida por
una serie de factores (Llopis, 2001) entre los que destacan:
•Disminución de la edad de la menarquia y la espermaquia.
•Inicio temprano de la actividad sexual.
•Escasa, deficiente o nula educación sexual.
•Dificultades de acceso a los servicios de salud.
Estos factores del comportamiento sexual y reproductivo
aumentan los riesgos a los que se hallan expuestos los jóvenes; en
ocasiones pueden generar graves consecuencias, tales como
embarazos no planeados, infecciones de transmisión sexual, com-
plicaciones relacionadas con el embarazo y parto, así como abortos
(Langer y Nigenda, 2000; Martínez, 2003).
Esta «problemática» ha provocado un incremento considerable
en los estudios sobre sexualidad y reproducción de adolescentes.
Sin embargo, la mayoría de las investigaciones han empleado una
metodología tradicional que centra su atención en la cuantificación
y medición de las prácticas sexuales y de los procesos reproductivos
a partir de una visión esencialista y determinista biológica en la
que el adolescente adquiere una categoría numérica o predictiva de
conductas de riesgo (Szasz, 1998).
A pesar de su aportación al conocimiento, esta aproximación
al tema resulta insuficiente, pues se desdibujan las condiciones
subjetivas que rodean a dichos fenómenos, al tiempo que se limita
un conocimiento más profundo de los múltiples significados que
la sexualidad y la reproducción pueden tener a partir del contexto
social y cultural en que se vive. De ahí surge la necesidad por
realizar investigaciones que reconozcan a la sexualidad y la re-
producción como procesos construidos socialmente, producidos
e influidos por aspectos sociales, económicos y culturales en un
momento histórico dado.
Aspectos importantes en la vida como el considerarse o no
sujetos sexuales, la primera relación sexual, el noviazgo, el
embarazo, la unión, la maternidad, la paternidad y las relacio-
nes de género en la pareja, son parte de un amplio proceso que
145VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
poco ha sido estudiado para entender cómo los adolescentes
dan significado a su sexualidad y reproducción en contextos ad-
versos para ellos.
Es por ello que el objetivo de este trabajo es conocer los signi-
ficados que tienen la sexualidad y la reproducción en adolescentes
a partir de sus experiencias, dentro de los procesos socioeconó-
micos y culturales que se dan en dos contextos de México, uno el
Área Metropolitana de Monterrey (amm) y otro la cabecera y tres
comunidades del municipio de Tixtla, Guerrero (tg).
6.2 Metodología
El punto de partida fue una metodología cualitativa, pues lo que
interesaba es la comprensión del significado a partir de los discur-
sos producidos por los propios adolescentes. Se siguió la línea
teórica del construccionismo social que estudia la forma en que
los individuos dan y mantienen significado a diversas situaciones
a partir de sus acciones en la vida cotidiana, su fundamento parte
de descubrir el modo en que se construye el significado en la ex-
periencia individual (Shutz, 1993; Berger y Luckmann, 2003). En
ambos contextos, la población de estudio estuvo conformada por
varones y mujeres entre los 15 y 24 años, que en su adolescencia
tuvieron por lo menos un hijo. El trabajo de campo en el amm tuvo
lugar de febrero de 2006 a julio de 2007 en las clínicas de la Se-
cretaría de Salud del Gobierno de Nuevo León, localizadas en los
Municipios de Monterrey, Guadalupe, Apodaca y San Nicolás de
los Garza. El trabajo de campo en tg inició en enero de 2008 y termi-
nó en julio de 2009, realizándose en el Centro de Salud Municipal
y tres clínicas rurales ubicadas en las comunidades de Atliaca,
Acatempa y Almolonga.
Previo consentimiento informado de cada uno de los partici-
pantes, se recolectó la información a partir de dos técnicas:
1) dos entrevistas grupales de cuatro integrantes (una en cada
contexto), a partir de las cuales se identificaron normas y
patrones socioculturales relacionados con su vida sexual
y reproductiva;
146 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
2) entrevistas en profundidad, para el amm se llegó a la
saturación teórica con doce participantes por sexo (vein-
ticuatro participantes en total), mientras que en tg con
diez participantes por sexo (veinte participantes en total).
En las entrevistas a profundidad se obtuvo información
verbal respecto a cuatro grandes categorías: sexualidad,
reproducción, relaciones de género y servicios de salud.
El análisis de toda la información se realizó inductivamente a
partir de la teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1967), por lo
que cada una de las entrevistas fue grabada, transcrita y codificada
en temas y subtemas, a partir de esta delimitación se generaron
conceptos más abstractos y se buscaron relaciones teóricas entre
ellos. Los mecanismos para lograr la validez y confiabilidad de los
resultados en este trabajo fueron en sí mismos el muestreo teórico,
el contacto directo y prolongado del investigador con los sujetos
de estudio, la saturación teórica, las descripciones completas de la
información proporcionada en las entrevistas, su comprensión y
permanente análisis, así como la retroalimentación permanente de
la conceptualización emergida validada continuamente con datos
nuevos. Los límites de la investigación fueron determinados por
el carácter cualitativo de la investigación, que a partir de su inter-
pretación no pueden ser generalizables porque son profundamente
respetuosos de las realidades subjetivas.
6.3 Resultados y discusión
Los datos recabados en el trabajo de campo, su constante aná-
lisis y su contrastación con la teoría existente permitieron identificar
cómo las y los adolescentes del amm y de tg viven y dan significado
a su sexualidad y reproducción. Dichos significados se construyen
socialmente a partir de la interacción de un orden individual y
un orden estructural (véase figura 6.1). El orden individual, com-
puesto principalmente por las vivencias, experiencias, emociones
y sensaciones (la subjetividad), está influido por su constante interac-
ción con el orden estructural (lo objetivo) que a su vez compone
la estructura familiar, sociocultural y económica.
147VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
Este proceso de construcción de significados simula el modelo
que Jeffrey Weeks (2000) creó para articular la visión subjetiva
al estudio de la sexualidad. Según este autor, la sexualidad como
construcción histórica comprende una multitud de posibilidades,
por tanto, no tiene un objeto bien delimitado ya que está en cons-
tante fluidez; de ahí que la sexualidad se experimente muy sub-
jetivamente. Es así que la biología del cuerpo es transformada y
toma significado únicamente en las relaciones sociales. De la mis-
ma forma para estos contextos, la sexualidad y la reproducción se
construyen socialmente a partir de la interacción de la estructura
familiar, sociocultural y económica, con el orden individual.
6.4 Contextos de estudio opuestos, mismos problemas
Monterrey es considerada una de las tres ciudades más impor-
tantes del país, se caracteriza por su gran desarrollo industrial y
su cercanía con la frontera de los Estados Unidos de Norteamérica.
En su área metropolitana se ubica San Pedro Garza García, el
municipio más rico del país, lugar de asentamiento de grandes corpo-
rativos trasnacionales y donde se encuentran exclusivas residencias
de ricos y famosos. A pesar de toda esta ostentosidad, también se
pueden ubicar dentro de la amm municipios con grandes rezagos y
Figura 6.1
Modelo de construcción social de la
sexualidad y la reproducción adolescente
Fuente: Elaboración propia.
148 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
marginación social, tal es el caso de Guadalupe, Escobedo y Apo-
daca, municipios dormitorio que concentran notable marginación
social y en la cual se ubican casas de los obreros de fábricas
regias, de los trabajadores del comercio y de maquiladoras (Estrella
y Zenteno, 1997).
Por otro lado, Tixtla es un municipio que colinda con Chilpan-
cingo la capital de Guerrero y está integrado por cuarenta y una
localidades. La población económicamente activa (pea) que se de-
dica al sector primario es de 37%, mientras que la que se dedica al
sector secundario y terciario son 17 y 46%, respectivamente, contan-
do además con un nivel de desempleo del 12% (inegi, 2006). Este
municipio, a pesar de ser un lugar histórico por ser cuna del libertador
independista Vicente Guerrero y del escritor y poeta Manuel Alta-
mirano, así como el lugar donde se promulgó la primera constitución
del estado, actualmente padece grandes rezagos sociales, conside-
rado por el Consejo Nacional de Población (conapo, 2004) como
municipio de alta marginación.
Algunos ejemplos del alto índice de rezago social se reflejan en
que el 30% de su población es analfabeta, la cobertura asistencial
es de un médico por cada 1084 habitantes y una cama hospitalaria
por cada 2800 habitantes. Respecto a otros servicios, el 85% de
la población cuenta con electricidad, el 40% con drenaje sanitario
y 53% con agua entubada. El 20% de su población es indígena y
sólo habla náhuatl y tlapaneco (inegi, 2006).
Esta breve descripción da cuenta de la disparidad en los con-
textos de estudio, los cuales son contradictorios en sí mismos por
encontrarse en lugares totalmente opuestos, pues mientras que la
amm se considera como un área totalmente urbana, tg es en su
mayoría rural. A pesar de ser polos opuestos y muy desiguales,
ambos contextos presentan problemas sociales muy similares en
aspectos como la sexualidad y la reproducción.
6.4.1 Estructura familiar
La estructura familiar de las y los jóvenes en ambos lugares de
estudio presenta situaciones similares casi siempre plagadas de con-
flicto y dolor que influyen en el estado anímico y emocional de los
149VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
entonces adolescentes. Algo que inicialmente resaltó de entre los
datos fue que la mayoría de las familias de las y los entrevistados se
caracterizaba por una ausencia de la figura paterna o materna, debi-
do al exceso de trabajo, muerte o separación. Esta ausencia originó
una falta de atención a los hijos, cuya consecuencia fue la desmoti-
vación y falta de interés de las y los adolescentes para continuar con
los estudios, razón por la que terminarían desertando de la escuela.
En el caso del amm, tanto varones como mujeres presentan
una alta reticencia a continuar con los estudios, ya sea por falta de
interés o motivación familiar. Los varones dejan la escuela y
se incorporan inmediatamente a algún trabajo de medio tiempo
mal remunerado para apoyar económicamente al hogar, mientras
que las mujeres son sobrecargadas de obligaciones dentro del
hogar y alejadas de toda actividad extradoméstica.
Para el contexto de tg, es bien visto que desde pequeños los varo-
nes colaboren en las actividades del campo, mientras que las mu-
jeres ayuden a los quehaceres del hogar y cuidado de menores. De
ahí que parezca natural que los y las adolescentes abandonen los
estudios desde temprana edad, pues socialmente es más aceptado
y común colaborar con las actividades familiares dentro o fuera
del hogar que asistir a la escuela.
Otro dato representativo en los dos contextos de estudio es
que la estructura familiar de los y las entrevistadas se compone
de un alto número de integrantes, con un promedio que va de los
tres a los seis hermanos. Resalta que en el caso del amm la mayoría
de los hogares son encabezados por una jefatura femenina aun con
presencia del padre. Mientras que en el caso de tg la estructura fami-
liar es muy tradicional, pues es encabezada por un varón, incluso
en caso de que el padre esté ausente por trabajo, muerte o separación,
quien detenta la jefatura del hogar es el hermano mayor.
En ambos contextos de estudio los entrevistados recibieron
poca atención siendo adolescentes, lo que provocaba que se sintie-
ran solos aunque siempre estuvieran rodeados de sus hermanos.
Sumado a ello, siempre existió una figura dentro de la familia con
problemas de alcoholismo, drogadicción o pandillerismo, lo que pro-
vocaba fuertes tensiones, inestabilidad y finalmente la fractura
de la estructura familiar.
150 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
6.4.2 Estructura social y económica
Tanto el amm como en tg la estructura social de los y las ado-
lescentes estuvo marcada básicamente por la deserción escolar,
como lo demuestra que la totalidad de adolescentes dejó la escuela
mucho antes de embarazar o resultar embarazada. Este promedio
es más alto en tg ya que es de cuatro años, mientras que en el amm es
de un año y medio.
Las causas del abandono escolar fueron diversas, pero coinci-
den en una falta de interés, falta de recursos económicos o el deseo
explícito de los padres para que la o el adolescente contribuyera
con la familia, ya sea fuera o dentro del hogar. Como se comentó
anteriormente, las mujeres una vez que dejaban la escuela eran
obligadas a ayudar dentro del ámbito doméstico, ya sea en los
quehaceres del hogar o en el cuidado de los hermanos menores.
Por su parte, los varones en el caso del amm se ubicaron fuera del
hogar en subempleos y trabajos mal remunerados, tales como re-
partidor de pizza, despachador de gasolina, repartidor de agua o
despachador en tiendas de conveniencia, entre otros, mientras que
para los varones de tg la única oportunidad de incorporarse a un
trabajo remunerado era en una tabiquera local o de albañil, lo que
sin duda marca la situación económica en la que viven actualmen-
te los entrevistados.
Coincidentemente en ambos lugares de estudio, la estructura
socioeconómica está marcada por la marginación y pobreza, mis-
mas que se reflejan en el tipo de vivienda, los servicios, el empleo,
la forma de vestir y la alimentación que tiene cada uno de los y las
entrevistadas. Para el caso del amm la marginación y pobreza se
manifiesta en el tipo de vivienda, la carencia de algunos servicios
básicos y en la falta de empleo, pero todo ello desde la perspectiva
de los y las entrevistas no cobra importancia ya que en su totalidad
viven en casa ya sea de la familia de origen de él o de ella, lo que
permite muchas veces que la red familiar cubra las necesidades
que se presenten.
Para el caso de tg, la pobreza y marginación resultan tan pro-
fundas que la mayoría de las viviendas cuentan únicamente con
piso y paredes de tierra, carecen de servicios básicos como drenaje,
151VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
agua y en ocasiones luz. Cuando hay trabajo se vive con trecientos
pesos a la semana, es por ello que las mujeres no tienen calzado y
los niños andan semidesnudos. Regularmente su dieta se compone de
frijoles y verduras y cuando se tiene algo de dinero se come pollo;
regularmente el único desayuno de los niños antes de ir a la escuela
es un café con pan, la carne roja se come sólo en ocasiones especia-
les, pues es un lujo que sólo se puede ofrecer en las fiestas.
En general, esta vulnerabilidad social de la que habla Stern (2004)
se despliega de manera implícita de ambos contextos, no es una
delimitación en la población de estudio. Por lo que en cada uno de
los discursos de los y las adolescentes esta vulnerabilidad social
marca el horizonte y las aspiraciones personales de cada uno de
ellos y ellas, pues mucho antes de resultar embarazados y unidos
no mostraban metas u objetivos a desarrollar en la vida más allá
de la unión. Es así que los significados que se atribuyen a la sexua-
lidad y a la reproducción tienen que ver con un proyecto de vida,
que en el caso de las mujeres es ser madres-esposas y en el caso de
los varones, ser padres-esposos.
6.5 La construcción de sujetos
sexuales a partir de la categoría de género
En ambos contextos estudiados, desde pequeños los y las
adolescentes entrevistadas tuvieron una socialización primaria y
secundaria (Berger y Luckmann, 2003) que les transfirió subjeti-
vamente estereotipos de lo que debe ser un hombre4
y lo que debe
ser una mujer. Este proceso subjetivo inició desde el momento
mismo en que nacieron, cuando a partir de su aparato reproductor
se les asignó el género y la identidad, los cuales otorgan cua-
lidades y características de lo que debe ser el hombre y la mujer,
desde cómo vestirse, cómo hablar, cómo comportarse, con quién
juntarse y con quién relacionarse.
La forma en que los individuos internalizaron esta subjetividad
fue a través del lenguaje, tomando como eje la identidad de gé-
4
En todo el trabajo se hace uso de la palabra varón y no de hombre, pues esta última
generalmente se utiliza sólo para referenciar el comportamiento hegemónico socialmente
aceptado masculino.
152 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
nero que se les asignó. Es así que los individuos se asumieron como
hombres o mujeres. Posteriormente en la socialización secundaria,
los individuos recibieron una institucionalización de su rol de género,
a partir de la educación formal y de ideologías religiosas, las cuales
desempeñarán toda su vida a partir de su identidad y de las normas
socioculturales establecidas en su contexto. Es decir, las mujeres fue-
ron instruidas para realizar actividades y comportarse como el discur-
so social impone a su sexo (lavar, hacer de comer, cuidar los niños),
mientras que los varones lo fueron en actividades propias del hombre
(ser heterosexual, fuerte, sin mostrar sentimientos, independiente y
con la fuerza suficiente para trabajar fuera del hogar).
De esta manera la construcción de sujeto sexual para las mujeres
en ambos contextos de estudio está constreñida a dos modelos de
feminidad que toman como eje el deber ser que el imaginario social
ha impuesto. Por un lado se ubica el modelo tradicional de la mujer
que relega toda noción de deseo, de satisfacción y de placer sexual:
la recatada, con la cual hay muchas posibilidades de matrimonio.
Mientras que el segundo modelo de sujeto sexual tiene que ver con la
mujer que es permisiva, que accede al deseo, al erotismo y a la sexua-
lidad: la puta, la que desde el imaginario del varón se constituye como
sujeto sexual y que sólo satisface sus necesidades sexuales, razón por
la que no es considerada para el matrimonio.
En los dos lugares de estudio las mujeres tuvieron una alta identifi-
cación con el primer modelo, no por cuestiones religiosas sino porque
a partir de este modelo es como acceden a una pareja y al matrimonio.
Esta situación ya anteriormente fue discutida en otros contextos
(Lagarde, 1997; Szasz, 2001; Rodríguez y De Keijzer, 2002).
Sí, hay diferentes tipos de mujeres, las que están de aquí para allá
con los güercos, que tienen relaciones con todos y que por andar así
salen embarazadas, esas tienen muchos hijos y luego ni los ven ¿ver-
dad? porque nomás les gusta andar así en la calle. Pero también están
las mujeres que se casan y tienen una familia, no pasan de uno porque
ya se dedican al hogar y a sus hijos, así como yo con la familia, sólo
a la familia y nada más (AMM/M5/19 AÑOS/UL/1 HIJA).5
5
En los segmentos de texto transcritos se utilizan códigos para identificar el lugar de
entrevista, ya sea amm o tg; el sexo del entrevistado, ya sea (m) o (v); la edad; el estado
civil, ya sea unión libre (ul), casado por el civil (cc) o casado por el civil y religión (ccr);
153VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
Antes de muchacha, una no podía andar así en la calle por-
que ya le dicen que… que no sé qué. Si andas con alguien luego
te dicen que… y no es cierto, no todas somos así, pero de que las
hay, las hay (TG/M7/24 AÑOS/UL/4 HIJOS).
De la misma forma, en ambos contextos los varones se constru-
yen socialmente como sujetos sexuales a partir del modelo hege-
mónico de masculinidad (Connell, 2003). En este modelo, el varón
para ser hombre de verdad debe ostentar una imagen heterosexual,
fuerte, independiente, razonable y sexualmente activo. Precisamen-
te es en el espacio simbólico de la sexualidad donde el varón debe
reafirmar su masculinidad, a partir del inicio de la vida sexual y su
constante demostración heterosexual (Kaufman, 1997; Gutiérrez,
2007). Esta situación está presente en ambos lugares de estudio,
donde los varones ya socializados viven en constante presión para
mostrar su masculinidad ante la mujer y ante otros varones.
Pues haga de cuenta que mis amigos también ya estaban duro
que dale ¡ya ten relaciones! ¡Que si no eres joto! Y todas esas cosas
¿verdad? Un día nos fuimos pa una cantina […] Ese día me pu-
sieron a una mesera que era mucho mayor que yo, que para que me
enseñara… y pus ¡a quien le dan pan que llore! (AMM/V10/19 AÑOS/
UL/1 HIJA-E).
Si pues, uno le dicen cómo ser, que cómo tener relaciones.
Todos mis amigos eran grandes y me decían como hacerle, siem-
pre dice y dice que ya tuviera relaciones que porque si no era
mayate y pus a mí no me gustaba me dijeran eso (TG/V4/18 AÑOS/
CC/1 HIJO).
En ambos contextos, la ideología respecto a ser hombre general-
mente impide que los varones asuman una actitud responsable en
su vida sexual por la práctica de sexo no seguro. La idea de cuidar
el cuerpo y ser responsable es desechada por la idea hegemónica de
tomar riesgos, ser impulsivos y no razonables. Esto se evidencia
en que sólo dos varones de veintiséis años del amm utilizaron un
método anticonceptivo en su primera relación sexual.
el número y sexo de hijos, ya sea (m) o (v), y en su caso un nuevo embarazo al momento
de la entrevista (-e).
154 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
A pesar de que la mayoría de los varones se comporta respecto
al modelo hegemónico de masculinidad, en ambos contextos de
estudio también hubo varones que presentan diferentes comporta-
mientos que se alejan de dicho modelo, lo cual muestra la emer-
gencia de nuevos patrones de masculinidad (Montesinos, 2007).
Los varones que presentan nuevos comportamientos muestran mayor
sensibilidad y emotividad hacia su pareja e hijos, están en desacuer-
do con ciertas reglas e imposiciones sociales que imperan en el
imaginario social respecto a la sexualidad. Desde la percepción
de estos varones, la masculinidad no se construye en función de la
sexualidad, sino al contrario, la masculinidad tiene un significado que
tiene su base en la responsabilidad, la madurez y el tiempo, sólo
así es como se es un hombre.
6.6 El noviazgo y los primeros acercamientos sexuales
Coincidentemente en los lugares de estudio la etapa del no-
viazgo cobró un significado muy especial, debido a que marcaba
el inicio simbólico de la relación de pareja. En esta etapa los y
las entrevistadas encontraron lo que carecieron en su hogar de
origen, esto es, alguien que los escuche, con quién compartir
miedos y sentimientos. Es así que desde lo subjetivo, se concibe
el noviazgo como el espacio donde se enamoran, donde tienen
sus primeros acercamientos sexuales y se toma como ensayo
para la unión.
Para las mujeres del amm, el noviazgo significaba la posibili-
dad de distraerse y de divertirse fuera de su medio familiar, pero
sobre todo donde encontraba apoyo moral y sentimental a sus
problemas; generalmente era un noviazgo que duraba entre uno y
dos años. Mientras que para las mujeres de tg, el periodo de
noviazgo generalmente era corto y servía como espacio único para
encontrar a la persona con la que formará pareja.
Yo me la pasaba en la casa nomás, haciendo el quehacer porque
no me dejaban salir a la calle […] por eso cuando él me dijo ¿que si
quería ser su novia? Le dije que sí, ¡yo me la pasaba muy aburrida,
nomás en la casa y en el quehacer! ¡Por eso le dije que sí! (AMM/
M1/15 AÑOS/UL/1 HIJO).
155VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
Era mi primer novio, me gustaba mucho […] yo ya lo conocía.
Una vez me siguió cuando iba pal centro y ahí fue que me dijo que
fuera su novia, yo le dije que sí […] ya lo conocía pero nunca plati-
cábamos así, luego duramos bien poco porque luego nos juntamos
pues (TG/M2/19 AÑOS/CCR/1 HIJO).
En ambos contextos se puede encontrar en los discursos de
las mujeres, que una vez iniciado el noviazgo y conforme el
tiempo pasaba se iba construyendo la idea romántica de enamo-
ramiento de su pareja, el cual en un inicio no era vivido por el
varón con la misma intensidad, debido a que éste, al principio,
sólo presionaba para tener relaciones sexuales. Es entendible, en
este sentido, que para el varón el noviazgo signifique el espacio
simbólico que le da la oportunidad para iniciar su vida sexual,
pues la presión constante a la que se ve sometido por su grupo
de pares, hacía que buscara a diversas mujeres con las cuales
no siempre se entablaba una relación de noviazgo, sino más bien de
acercamiento sexual. Por lo que para los varones el noviazgo
simboliza igual que en otros contextos (Zárate, 2005; Gutiérrez,
2007) el espacio de entrenamiento sexual y donde se encuentra
pareja estable.
Antes un fajecito, ya que le dije que fuera mi novia ya empe-
zamos a hacer más cosas serias, antes no puro desmadre ¡hasta tu-
vimos relaciones! Ya después salíamos a pasear, al cine o a comer
¡hacíamos más cosas! por eso me encariñé con ella (AMM/V5/19AÑOS/
UL/1 HIJO).
Me gustaba mucho y le dije que fuera mi novia, ya después for-
mal con su mamá. Fue en el noviazgo que platicamos de juntarnos
porque teníamos ganas de estar juntos… de hacer una familia (TG/
V8/17 AÑOS/CC/1 HIJO).
En general para mujeres y varones de ambos contextos, el no-
viazgo es el espacio simbólico que posibilita distracción fuera del
hogar, donde la pareja tiene sus primeros encuentros eróticos,
donde se ponen en práctica patrones de género y donde la pareja
se entrena para el matrimonio, lo cual coincide con algunas inves-
tigaciones realizadas en México (Amuchástegui, 1996; Román,
2000; Ehrenfeld, 2004).
156 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
6.7 El debut sexual
El hablar de inicio sexual con los y las entrevistadas permitió
identificar situaciones donde estaba implícita la idea de una sexuali-
dad negativa relacionada directamente con el embarazo. En
el caso de las mujeres, por ejemplo, sus discursos muestran que el
inicio de la vida sexual se encontraba muy relacionado con la idea de
que si se tenían relaciones sexuales podían quedar embarazadas;
fueron muy pocas las mujeres de ambos contextos que expresaron
el deseo de iniciarse sexualmente por la curiosidad de conocer
algo que siempre se les ocultó.
Esto tiene que ver con que desde pequeñas, tanto las mujeres del
amm como las de tg, internalizaron una idea negativa de la sexuali-
dad vinculada con el embarazo, nunca con el placer ni goce sexual,
lo cual coincide con otros contextos (Caricote 2006; Navarro,
Barrera y Ferrer, 2006; Pacheco, Rincón y Guevara, 2007). Explí-
citamente en estos lugares, esta idea negativa de la sexualidad tiene
que ver con el cuídate y el deber ser que aparecen dentro de los
discursos como un recurso simbólico que generalmente era utilizado
por las madres, haciendo siempre referencia a no embarazarse a partir
de un comportamiento socialmente aceptado en las mujeres.
En este sentido, la mayoría de las mujeres entrevistadas ex-
presan que cuando su madre tuvo conocimiento de sus salidas por
noviazgo o diversión, les hicieron hincapié en no tener relaciones
sexuales para evitar salir embarazadas. En el caso del amm, el cuí-
date y el deber ser subjetivamente se vinculan con el no tener
relaciones sexuales y portarse bien; mientras que en el caso de tg
es el recurso simbólico utilizado para rehuir a salir con algún varón
a divertirse y evitar las posibles relaciones sexuales constituida
como una acción que limitaba el noviazgo a partir del qué dirán.
Cuando salía así con mis amigas, mi mamá me decía ¡cuídate!
¡Porque si me sales con una pendejada vas a ver cómo te va!
Que porque ella no quería estar cuidando güercos, me decía
¡pórtate bien! […] Ya tiempo después, antes de que lo hiciera [tener
relaciones sexuales] platicamos de que él y yo también […]
queríamos un bebé y todo eso. Y ya, tuvimos relaciones, pero ya
después (AMM/M7/18 AÑOS/UL/1 HIJA).
157VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
De muchacha me decía mi mamá que me cuidara, que no andu-
viera así […] de novia porque podía salir embarazada y qué iba a
decir la gente, por eso no tuve novios, bueno, sólo mi esposo […]
porque yo tenía miedo de embarazarme por tener novio (TG/M8/24
AÑOS/CCR/3 HIJOS).
Es así que antes de iniciarse sexualmente las mujeres no ubican
a la sexualidad desligada de la reproducción, fueron pocas las que
mencionaron experimentar relaciones sexuales con diversas pare-
jas, sobre todo en el contexto del amm, en el caso de tg la primera
relación sexual se daba regularmente con su primer y único novio
y exclusivamente dentro de la unión.
Los varones por su parte debutan sexualmente bajo dos modelos.
El primero de ellos es el hegemónico que hace que los varo-
nes pongan a prueba su masculinidad a partir de su sexualidad.
Por otro lado, aunque en menor cantidad, el segundo modelo que
marca el inicio de su vida sexual activa se forma al poner mayor
importancia a la seguridad, al amor y a la comprensión hacia la
pareja, por encima de las relaciones sexuales.
Cual sea el contexto, los varones constantemente fueron
presionados por su grupo de pares y familiares varones a demos-
trar ser hombre, es así que la gran mayoría de los varones tuvieron
su debut sexual por presión social, con lo que muchas veces se re-
curría al viejo ritual de asistir con mujeres expertas o prostitutas.
Este suceso resultaba de gran relevancia, pues simbólicamente a
partir de este evento el varón era considerado hombre o marica.
Si lograba constituirse como hombre a partir de tener relacio-
nes sexuales con las mujeres expertas sexualmente, socialmente
adquiría más aprecio y aceptación dentro del grupo de pares,
mientras que si no lo lograba sufría la expulsión social y mar-
ginación de sus grupos de amistad e incluso familiar, pues el
ser marica en estos contextos conlleva una carga simbólica de
discriminación, de ahí que el varón viva en constante presión
para demostrar su masculinidad. Este patrón de inicio sexual
de los varones ha sido documentado también en otros contextos
(Caricote, 2006; Navarro, 2006; Pacheco, Rincón y Guevara, 2007),
coincidiendo siempre en la necesidad de los varones por demos-
trar su hombría a partir de su sexualidad.
158 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
A los trece años tuve mi primera relación, esa vez fue con una
muchacha ya grande como de 25 años. Mis amigos me aventaron,
que para que me volviera hombre, que si no me la cogía era marica
(AMM/V9/18 AÑOS/UL/1 HIJO).
Mi primera relación fue con una mere [prostituta] del gato
negro… una mujer de cantina… ¡que sabía pues! Ya todos que
vamos, que hacemos eso… nos fuimos unos amigos y la conocí
[a la prostituta] y nos fuimos a los cuartos. Saliendo como magia
todos me decían que ya era hombre por estar con la mere (TG/V1/20
AÑOS/CC/1 HIJO).
El otro modelo que guía el debut sexual de los varones y
que aparece en ambos contextos, aunque en menor cantidad, es
el comportamiento de masculinidad que denominamos «cons-
ciente tradicional», en el que el varón resta importancia al
debut sexual para demostrar ser hombre, pero que finalmente
presenta comportamientos hegemónicos dentro de su relación
de pareja. En otras palabras, el varón no está preocupado por
iniciarse sexualmente para demostrar su masculinidad, aunque
es presionado por el discurso social, muestra cierta racionali-
dad e indiferencia hacia el hecho. Este varón se interesa más por su
situación social y económica que sexual, por lo que es común
que algunos de ellos tengan su primera experiencia sexual dentro
del matrimonio.
Yo no tuve relaciones hasta que me junté. Yo no quería ser
como todos, por eso trataba a mi novia diferente. Ya después lo
platicamos que cuando tuviéramos relaciones iba a ser cuando ella
quisiera, que tenía que ser la experiencia para dos […] por eso me
esperé (AMM/V3/17 AÑOS/UL/1 HIJO-E).
Mis padres siempre me enseñaron a respetar a las mujeres, sí
tuve novias y todo, pero así, tener relaciones… hasta que me case.
En la calle y la escuela me decían que si era mayatón que […] ¡cosas!
Pero no les daba importancia (TG/V6/22 AÑOS/CC/1 HIJO).
Cual sea el modelo y el contexto, resulta muy evidente dentro
de los discursos de los varones que el debut sexual tiene divergencia
con el proceso reproductivo, muy contrario a lo que sucede con las
mujeres. Ya algunos trabajos hechos en México hacen referen-
159VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
cia a estas características dentro de las diversas masculinidades
(Gutiérrez, 2007; Montesinos, 2007).
Es importante mencionar que cual sea el sexo y el contexto, el
uso de métodos anticonceptivos en la primera relación sexual fue
reducido o casi nulo, pues de la población estudiada sólo dos hom-
bres y una mujer utilizaron un método anticonceptivo, específica-
mente el condón. Otra parte importante de ellos, expresaron que
se cuidaron o que cuidaron a su pareja a partir del método natural
del retiro, que fue ineficaz, debido a que no impidió el embarazo.
Indagando a mayor profundidad, la razón de no usar un an-
ticonceptivo en la primera relación sexual tiene que ver en mucho
con la desinformación respecto a los métodos de control natal y
de la biología reproductiva, así como por la espontaneidad en la
que surgía el encuentro sexual. El contexto del amm se ubicaría sobre
todo en la desinformación, desconocimiento e invisibilidad de la
sexualidad adolescente, combinado con la espontaneidad en que
ocurría el evento.
Y es que tanto varones como mujeres expresaron que en la es-
cuela como en el hogar el tema de la sexualidad no se tocaba, por
lo que la única información que tenían respecto a la sexualidad
provenía de sus amigos y compañeros.Apesar de esta limitante, con-
tradictoriamente tanto ellos como ellas, mencionaron que antes
de su embarazo conocían diversas formas para prevenir un emba-
razo y el contagio de infecciones de transmisión sexual (its). Sin
embargo, como el primer encuentro sexual se daba regularmente
bajo condiciones de presión y espontaneidad, no se usaba método
alguno para prevenir el embarazo.
Para el contexto de tg la desinformación y el nulo conocimien-
to sobre anticonceptivos provoca regularmente un embarazo a
partir del primer encuentro sexual. Sin embargo, como mayori-
tariamente el debut sexual se daba dentro del matrimonio, el no
conocer o no usar anticonceptivos, pasa desapercibido y por
tanto deja de ser importante para los y las adolescentes.
Al igual que en el amm, en el contexto de tg no se hablaba de
sexualidad dentro del hogar, mucho menos en la escuela, la poca
información que se posee proviene de su grupo de pares, sobre
todo en los varones ya que lo que las mujeres conocen de sexua-
160 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
lidad proviene especialmente de las telenovelas que ven diaria-
mente, lo cual habla de una realidad muy adversa en cuanto a
la información sobre sexualidad y reproducción que poseen las
mujeres de contextos rurales.
En general, el debut sexual de los adolescentes de ambos con-
textos, está permeado de desinformación, mitos y tabúes. Esta
situación se ejemplifica en que sólo tres de cincuenta y dos ado-
lescentes entrevistados (dos varones y una mujer) utilizaron algún
anticonceptivo en su primera relación sexual. Cual sea el caso,
esta realidad habla de una necesidad urgente por documentar y
brindar mayor información a este grupo de la población.
6.8 El embarazo y la unión como alternativa de vida
La experiencia del embarazo durante la adolescencia se rela-
ciona con situaciones concretas en las que tanto varones como
mujeres se ven inmersos cotidianamente a partir de la influencia
del contexto familiar, social y económico, que sin duda configuran
la determinación del individuo para expresar el deseo de un embara-
zo. En el caso de las mujeres, narrar la experiencia del embarazo
remite a momentos saturados de vivencias conflictivas y dolorosas
antes las que la única salida es el embarazo y la conformación de
una propia familia.
Para las mujeres del amm, mayoritariamente, el embarazo se
da dentro del noviazgo y es la causa principal de la unión. Como ya
anteriormente se mencionó, una vez que abandonan la escuela es-
tas mujeres son relegadas a realizar actividades dentro del hogar.
Con el tiempo, estas actividades se convierten en una rutina mo-
lesta y hostil para las adolescentes. Paralelamente a ello, inician
un noviazgo que a la larga se vuelve el único recurso simbólico
para liberarse de la carga del hogar, es así que conforme avanza el
noviazgo, una vez que se enamoran de su novio y que éste presiona
para tener relaciones sexuales se inician pláticas entre ambos para el
debut sexual bajo la promesa de la unión.
Una vez iniciada su actividad sexual, sin el uso de anticoncep-
tivos, se da el embarazo y conforme pasa el tiempo, la unión. Uno
de los aspectos que llaman la atención es la primera reacción al
161VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
enterarse de esta situación, pues la mayoría de las mujeres men-
cionó sentir miedo e incertidumbre de no saber qué sucederá en
su entorno inmediato, pues explícitamente desde su perspectiva
no era el momento más adecuado para un embarazo. Es así que
inicialmente el embarazo para estas mujeres no es deseado en
el momento de enterarse, hablan de un deseo pero no en esos mo-
mentos, sin embargo, el apoyo de su pareja y de su familia hace
que posteriormente sea aceptado.
Cuando me enteré [del embarazo] me dio miedo de qué me
iban a decir en mi casa […] Yo sí quería un hijo pero no en ese mo-
mento… más tarde, de más tiempo que ya estuviéramos casados.
Ya después le dije a él [su pareja] y me apoyó, también supieron
en mi casa y pus primero ¡que no, que quien sabe que! pero pus
luego mis papás me apoyaron mucho y me dijeron que ni modo,
que pus pa delante y que todo lo que necesite me iban a ayudar
(AMM/M9/16 AÑOS/UL/1 HIJO).
Para el contexto de tg de inicio el embarazo se da regularmente
dentro de la unión. Hay que recordar que una vez que las mu-
jeres dejan la escuela también se involucran en las actividades
dentro del hogar, a las actividades del campo y al cuidado de los her-
manos menores, sin embargo esta rutina forma parte de la vida de
las mujeres de este contexto desde muy pequeñas, por lo que se vive
acostumbrada a dichas labores y no causa conflicto emocional en
la adolescencia. Posteriormente, dentro del noviazgo en el caso de
que haya insistencias para iniciarse sexualmente, éstas van acom-
pañadas de la promesa de la unión.
Como ya se mencionó, en este contexto, por presión social, las
mujeres no experimentan diversos noviazgos y cuando los hay, el
tiempo entre el inicio del noviazgo y la unión es muy corto, por
lo que regularmente las mujeres se unen con el único novio que
tuvieron en su vida de muchachas. Dentro del noviazgo se tienen
pláticas para iniciarse sexualmente, es aquí donde el qué dirán
cobra suma importancia, pues el discurso social imperante impide
a las mujeres tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, en caso
contrario no podrían ser consideradas como pareja formal sino para
distracción.
162 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
Es así que dentro del noviazgo se comienza a negociar la unión,
la cual sucede bajo consentimiento familiar, luego dentro de la
unión es que sucede el embarazo. Al igual que en el caso anterior,
en tg la primera reacción de las mujeres al saberse embarazadas es
de incertidumbre porque consideran que debía haberse pospuesto
hasta un momento más adecuado. De este hecho llaman la atención
dos cosas, primero que cuando se saben embarazadas las mujeres de
este contexto ya tienen en promedio un año viviendo con su pareja,
segundo que expresan el deseo explícito de embarazo, sin embar-
go, este no llega en el momento más preciso, pues desde la pers-
pectiva de las mujeres era mejor un embarazo después de convivir
más con su pareja.
Ya cuando estábamos juntos me embaracé, ya como al año.
Pero yo hubiera querido esperarme más tiempo porque no tenía-
mos cosa que darle, así […] es que él [su esposo] no tenía trabajo
siempre. Aparte me hubiera estado más tiempo con conocernos
más solos, que ir haciendo cosas pa la casa […] así. Pero pus ni modo
ya estaba aquí ¡ni modo de abortarlo! (TG/M4/19 AÑOS/CC/1 HIJO).
Sin embargo, esta situación cambia en ambos contextos a partir
del apoyo recibido sobre todo de la pareja y posteriormente el de
la familia, lo que hace que el embarazo sea aceptado y que incluso
cambie la perspectiva de la mujer respecto al deseo de llegada de su
hijo. Más tarde, esta aceptación se convierte en un recurso impor-
tante que va a ser utilizado constantemente por las mujeres adoles-
centes para ser reconocidas socialmente dentro de su entorno y
para la consolidación de un proyecto de vida.
Para las mujeres del amm, el embarazo una vez que es aceptado
socialmente conlleva como beneficio un mayor reconocimiento so-
cial dentro de su familia, grupo de pares y entorno en general, pues
desde la perspectiva de las mujeres, son mejor tratadas y reciben
mayor respeto que antes de estar embarazadas. Para las mujeres de
tg, este reconocimiento llega a partir de la unión (hay que recordar
que se da primero la unión y después el embarazo), hecho por lo
cual se obtiene un reconocimiento social, pero que va en aumento a
partir del embarazo, ya que socialmente se construye la idea de que
será madre y que con ello consolidará la formación de su familia.
163VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
Si vi un cambio, antes me trataban re mal en mi casa y pus eso
no me gustaba, pero ya después de que me embarace ya nunca me
volvieron a regañar ni pegar ni nada. Si si, hasta en la calle así haga
de cuenta que ya me decían así… ¡que señito! (AMM/M2/16 AÑOS/
UL/1 HIJO).
De muchacha era así de que me pegaban en mi casa por cual-
quier cosa que hacía, ya después que me casé ya es diferente, pus
ya tengo mis hijos y mi marido y no, ya no me dicen nada. Ya en
todos lados me trataban como grande… ¡señora pues! que porque
ya decían que tenía ya mis hijos (TG/M6/23 AÑOS/CC/2 HIJOS).
En ambos contextos, a partir de la mayor valoración social que
las mujeres adquieren a partir del embarazo y con la maternidad,
ellas pueden construir subjetivamente la transición a una etapa de
vidaadulta.Esteprocesorepresentaunaautoescisióndela adolescen-
cia relacionada con la responsabilidad precisamente de ser madre,
la cual tiene implícita la idea de mayores responsabilidades hacia
su hijo y pareja. Para el caso de las mujeres del amm, esta transi-
ción a la adultez se marca con el tiempo y hasta que la adolescente y
su contexto la perciben como tal es que logra autodeterminarse
como adulta. Para el caso de tg, la escisión de la adolescencia es
muy obvia y evidente desde la unión y es autopercibida por las mu-
jeres desde el momento mismo de dejar su hogar de origen, para
ellas desde ese momento ya no son más muchachas, sino señoras
con obligaciones y responsabilidades.
No, ahora ya no puedo hacer cosas así que irme con mis amigas
de antro, que ir pa cá o pa llá. No, ahora tengo responsabilidades en
mi casa, antes no… bueno sí pero ahora es diferente con mi esposo
y mi hija. Ya estoy casada, ya soy señora, ya no puedo estar así
como antes (AMM/M8/16 AÑOS/UL/1 HIJA).
Antes de muchacha pus hacía más cosas. Ahora ya no, ya
tengo que hacerle de comer a mijo y mi esposo, que lavar que ir
así… que ir al mercado. Ya no se puede hacer cosas de muchacha
pus porque […] ¡ya soy grande pues! ya tengo responsabilidades
como todas las señoras (TG/M1/18 AÑOS/CCR/1 HIJOS).
Por su parte, en los discursos de los varones además de vi-
vencias problemáticas, se denota mucha soledad vinculada con
164 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
la pérdida de un ser querido cercano o con la invisibilidad de su
persona al interior de la familia. En ambos contextos, desde que
la mayoría de los varones deja la escuela, entran en una rutina
donde su única actividad está relacionada con lo productivo, con
el trabajo. Paralelo a ello, inician diversos noviazgos para buscar
compañía, ya posteriormente se va construyendo la idea de for-
mar una familia y estabilizarse emocionalmente.
El hecho de que los varones sólo realicen actividades relacio-
nadas con el trabajo, hace que al igual que las mujeres entren en
una rutina en la cual el noviazgo se convierte en único espacio
de diversión. Pero a diferencia de las mujeres, el varón cuenta en
esos momentos con recurso económico como resultado del traba-
jo, lo que subjetivamente le da poder y autonomía dentro y fuera
del hogar. Es por ello que toma sus propias decisiones respecto
a qué hacer en su vida cotidiana. Por ello es común que los varones
manifiesten salir con mayor frecuencia a divertirse a la calle, con
su grupo de pares o que visiten constantemente lugares de espar-
cimiento exclusivos para varones.
De esta manera el recurso económico que obtienen a partir de
un trabajo, sea éste cual sea, les otorga poder simbólico (Bourdieu,
1999) a los varones de ambos contextos estudiados. Por lo que van
construyendo subjetivamente la idea de formar una familia, ya que
desde su perspectiva son capaces de aportar dinero constante a su
hogar de origen, capaces de mantener su propia familia.
Yo le decía a mi mamá que como ya trabajaba y le daba dinero
a ella, pus para cosas de la casa, pus que ya podía mantener una
familia, mi propia familia […] mijo y pus mi esposa ¿verdá? Yo
podía, siempre he trabajado (AMM/V1/19 AÑOS/CC/1 HIJA).
Esta construcción ideal de una familia a partir de un poder eco-
nómico, también tiene que ver con el sentimiento de soledad que
expresan los varones. Esto resulta de gran importancia, pues el
sentirse solo a pesar de estar en compañía de amigos y familiares
favorece la conformación de la idea de iniciar una vida en pareja.
Mucho tiene que ver con ello que la gran mayoría de los varones
ha experimentado la ruptura de su estructura familiar, a partir de la
separación de sus padres, de la muerte de alguno de ellos o fami-
165VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
liares cercanos a él. Aunado a ello, la normalización del embarazo
adolescente en dichos contextos genera que, como la mayoría del
grupo de pares ya es padre, él introyecte la idea de tener un hijo,
ya sea porque convive cotidianamente con niños o porque al igual
que las mujeres esté al cuidado de menores en su tiempo libre.
Yo quería un hijo desde hace mucho tiempo. Cuando éramos
novios [su pareja y él], platicamos de tener un hijo. Ella me dijo
que sí pero que nos casáramos yo le dije que sí y luego nos
casamos. Yo quería un hijo porque veía a todos mis amigos que ya
tenían el suyo, aparte me ponía a jugar con mis hermanos en
la casa […] Yo creo de ahí me nació tener el mío propio, sí pues
de ahí (TG/V3/20 AÑOS/CCR/1 HIJO).
Esta idea del deseo explícito de un hijo, mucho tiempo antes de
concebirlo, hace que la primera reacción al saber del embarazo de la
pareja sea de alegría y emoción, pocos fueron los varones que mani-
festaron tristeza o miedo. En el caso del amm, cuando los varones su-
pieron del embarazo mostraron alegría dentro de sus discursos, hubo
incluso quienes al recordar el momento lloraron, pues manifestaron
que era de lo mejor que les había pasado en sus vidas debido a que
siempre habían deseado ser padres. Los pocos que manifestaron mie-
do relacionaban este sentimiento con la inestabilidad económica y
familiar en la que vivían, pues no contaban con un trabajo en esos
momentos o pasaban por conflictos emocionales dentro de la estruc-
tura familiar. De manera similar para los varones de tg, el enterarse
del embarazo significó alegría y emoción, porque siempre se deseó
un hijo, sobre todo varón pues venía a complementar la relación
de pareja y a consolidar su estatus como padre a partir de asumir
mayores responsabilidades para con su familia.
Cuando supe, cuando me contó, me chiflé. Fue para mí… no
sé cómo decirlo. Yo quería ser padre […] Me acuerdo cuando mi
papá me cuidaba así [… Llora]. No sé cómo decirlo pero para
mí fue un día especial (AMM/V6/19 AÑOS/CCR/1 HIJA-E).
Ella fue corriendo al trabajo, me asustó. Ya cuando me dijo que
estaba embarazada grité de emoción [risas]. Ya les dije a todos
mis amigos y pus […] fue algo muy bonito para mí (TG/V2/20AÑOS/
CCR/1 HIJO).
166 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
Como en el caso de las mujeres, en ambos contextos, el embarazo
representó reacciones mayormente positivas. Esta situación vino a
construir socialmente una paternidad que serviría a la postre
para autodeterminarse como adulto, porque la idea de ser más
responsable y ser jefe de familia, consolida su estatus de hombre que
implica la idea de tránsito a la adultez. Ya no es un adolescente aun-
que lo parezca, puesto que sus responsabilidades como padre y
esposo impiden el asumirse como tal, adquiere el estatus de adulto
por tener la capacidad de asumir compromisos y responsabilidades
que antes no asumía.
En general, cual sea el sexo y el contexto, el embarazo viene a
complementa una etapa en la que los y las adolescentes carecen de
un proyecto de vida, motivo por el cual el embarazo y la posterior
llegada de un hijo implican la única alternativa a corto plazo con la
que cuentan los y las adolescentes. Es por ello que simbólicamente el
embarazo no representa un problema o un motivo por el que se trun-
quen metas u objetivos a corto o largo plazo.Al contrario, se concreta
como su único proyecto de vida, lo que simbólicamente marca el
inicio de una nueva etapa donde se transita a la adultez y se ad-
quieren nuevas responsabilidades.
Estos hallazgos contradicen lo que generalmente se conocía
de la maternidad y paternidad adolescente que generalmente
trataba el fenómeno como un problema social y económico para
los adolescentes y para la familia (Molina y Jara, 1995; Buvinic,
1998; Pérez y Torres, 1998). En estos contextos, tanto mujeres
como varones, conciben la maternidad y la paternidad mucho
tiempo antes de iniciar su vida sexual, pues el contexto en que
viven y se desarrollan los orilla a ser madres-esposas o padres-
esposos.
De cierta forma, el ambiente en que fueron socializados tan-
to mujeres como varones está muy presente la idea de que el
embarazo simboliza la única vía para ser reconocidos social-
mente, incluso más que el desarrollo educativo. Esto es resul-
tado de diseñar un proyecto de vida basado únicamente en las
ideas de la maternidad-paternidad y el matrimonio, lo cual con-
lleva a una normalización, socialmente hablando, del embarazo
en estos contextos.
167VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE
6.9 Conclusiones
En los contextos culturales analizados, las normas sociales
vigentes controlan e inhiben la actividad sexual, al tiempo que
alientan el sexo sin protección debido a la misma invisibilidad
y desinformación que rodea al tema, de ahí que la adolescencia
como etapa de vida se escinda, se rompa y resquiebre por voluntad
propia al incentivar, motivar y normalizar convertirse en padre o
madre siendo aún joven. Diferentes mecanismos sociales, económi-
cos, culturales y familiares se ponen en marcha para controlar la
sexualidad, contradictoriamente, estos mismos factores determi-
nan como valor más alto la maternidad y paternidad, incluso más
que una carrera universitaria.
Las adolescencias escindidas se originan por el deseo explíci-
to de ser adultos, ante la incapacidad del Estado Mexicano para
ofrecer otras alternativas de vida que de manera integral contem-
plen los paradigmas tradicionales de maternidad-paternidad y ma-
trimonio. Las vivencias y significados que los y las adolescentes
atribuyen a su sexualidad y reproducción constituyen sólo el me-
dio para entender cómo el ser padres y madres se instaura como
único proyecto de vida.
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Experiencias y significados de la sexualidad y reproducción adolescente

  • 1.
  • 2. Edith Salazar De Gante René Elizalde Salazar Luis Pérez Cruz Coordinadores JUVENTUD Y VULNERABILIDAD SOCIAL Universidad Autónoma de Tlaxcala Altres Costa-Amic Editores
  • 3. © 2011, Derechos Reservados por los autores Revisión y diseño editorial; diseño de portada: Bartomeu Costa-Amic Leonardo Corrección académica: Edith Salazar De Gante, René Elizalde Salazar y Luis Pérez Cruz Coordinador de impresos: José Alejandro Madariaga Vázquez Ilustración de la portada: Rubén García Palacios Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier me- dio, incluso el fotocopiado, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Comentarios sobre la edición y contenido del libro a: edithsa.degante@yahoo.com.mx relizsal@hotmail.com altrescostaamic@prodigy.net.mx © 2011, Derechos Reservados Universidad Autónoma de Tlaxcala División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología Calle del Bosque s/n, Col. Centro Tlaxcala Tlaxcala, Tlaxcala 90000 México coedición con Altres Costa-Amic Editores, S.A. de C.V. Calle 3 Sur núm 905, Altos Centro Histórico Tel: (222) 289 7927; telcel 222 200 3349 altrescostaamic@prodigy.net.mx Puebla, Puebla, 72000 México 1ª edición, diciembre de 2011 ISBN: 978-607-8154-08-1 Impreso en México
  • 4. [11] Índice Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 I. Jóvenes, población y desarrollo humano, Luis Pérez Cruz y Edith Salazar De Gante. . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 II. Jóvenes del siglo xxi: entre la exclusión y la crisis de valores, René Elizalde Salazar y Olivia Araceli Aguilar Hernández. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 III. Los jóvenes ante su crisis: una integración fragmen- tada entre el mercado y la información, Raúl Rodrí- guez Guillén y Juan Mora Heredia. . . . . . . . . . . . . . . 73 IV Sociedades débiles, jóvenes frágiles: el poder de la identidad, Moisés Mecalco López y Alejandro E. Orozco Morales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 V. Jóvenes y familia. Una perspectiva sobre las esferas so- ciales y de política pública, Alfredo Partida Guzmán. . 125 VI. Sexualidad y reproducción adolescente: Experiencias y significados en diferentes contextos de México, Da- vid de Jesús-Reyes y Catherine Menkes Bancet. . . . . 143 VII. Violencia infanto-juvenil en el estado de Tlaxcala, Dora Rodríguez Soriano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 VIII. Percepciones y prácticas de género y sexualidad en mujeres jóvenes embarazadas de la comunidad de Concepción Hidalgo de Altzayanca, Tlaxcala, Edith Mendieta Mendieta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195 IX. Las jóvenes y el aborto, María del Rosario Texis Zúñiga y Edith Salazar De Gante. . . . . . . . . . . . . . . . 233
  • 5. 12 ÍNDICE X. La representación social de la política en jóvenes de Tlaxcala: un estudio comparativo rural-urbano, Eleazar Ramos Lara. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258 XI. Necesidad de principios éticos en la práctica profe- sional del abogado, Araceli Ramírez Meda. . . . . . . . 290 XII. Una aproximación a los derechos estudiantiles, Pedro Molina Flores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317 Índice de cuadros, figuras, flujoramas y gráficas. . . . . . . 343
  • 6. [143] VI Sexualidad y reproducción adolescente: experiencias y significados en diferentes contextos de México David de Jesús-Reyes1 Catherine Menkes Bancet2 6.1 Introducción3 Durante mucho tiempo la etapa de la adolescencia se consideró como una edad relativamente exenta de problemas (ops, 2001). Hoy se pone en evidencia que este grupo de población enfrenta serias dificultades que ponen en peligro su salud y la vida mis- ma, entre los cuales se pueden identificar los relacionados con el tabaquismo, el alcoholismo, la drogadicción y el suicidio, entre otros tantos. En lo que respecta a la salud sexual y reproductiva, las investigaciones han identificado que muchos de los compor- tamientos negativos que provocan morbilidad o mortalidad en la edad adulta son aprendidos durante la adolescencia (ops, 2005). Aunque los adolescentes no constituyen grupos homogéneos ni uniformes y sus problemas varían a partir del contexto, la cultura 1 Profesor-Investigador de la Facultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano. Uni- versidad Autónoma de Nuevo León, «jesusreyes@correo.unam.mx». 2 Profesora-Investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias. Universidad Nacional Autónoma de México, «menkes@servidor.unam.mx». 3 Este trabajo presenta resultados preliminares de una investigación mayor que lleva por título “Determinantes socioeconómicos y culturales del embarazo adolescente en México”. Aquí sólo se exponen algunos hallazgos de Nuevo León y Guerrero.
  • 7. 144 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE y clase social a la que pertenecen, se ha identificado, a través de las aportaciones de diferentes campos de estudio, que su conducta sexual y reproductiva es influida en mayor o menor medida por una serie de factores (Llopis, 2001) entre los que destacan: •Disminución de la edad de la menarquia y la espermaquia. •Inicio temprano de la actividad sexual. •Escasa, deficiente o nula educación sexual. •Dificultades de acceso a los servicios de salud. Estos factores del comportamiento sexual y reproductivo aumentan los riesgos a los que se hallan expuestos los jóvenes; en ocasiones pueden generar graves consecuencias, tales como embarazos no planeados, infecciones de transmisión sexual, com- plicaciones relacionadas con el embarazo y parto, así como abortos (Langer y Nigenda, 2000; Martínez, 2003). Esta «problemática» ha provocado un incremento considerable en los estudios sobre sexualidad y reproducción de adolescentes. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones han empleado una metodología tradicional que centra su atención en la cuantificación y medición de las prácticas sexuales y de los procesos reproductivos a partir de una visión esencialista y determinista biológica en la que el adolescente adquiere una categoría numérica o predictiva de conductas de riesgo (Szasz, 1998). A pesar de su aportación al conocimiento, esta aproximación al tema resulta insuficiente, pues se desdibujan las condiciones subjetivas que rodean a dichos fenómenos, al tiempo que se limita un conocimiento más profundo de los múltiples significados que la sexualidad y la reproducción pueden tener a partir del contexto social y cultural en que se vive. De ahí surge la necesidad por realizar investigaciones que reconozcan a la sexualidad y la re- producción como procesos construidos socialmente, producidos e influidos por aspectos sociales, económicos y culturales en un momento histórico dado. Aspectos importantes en la vida como el considerarse o no sujetos sexuales, la primera relación sexual, el noviazgo, el embarazo, la unión, la maternidad, la paternidad y las relacio- nes de género en la pareja, son parte de un amplio proceso que
  • 8. 145VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE poco ha sido estudiado para entender cómo los adolescentes dan significado a su sexualidad y reproducción en contextos ad- versos para ellos. Es por ello que el objetivo de este trabajo es conocer los signi- ficados que tienen la sexualidad y la reproducción en adolescentes a partir de sus experiencias, dentro de los procesos socioeconó- micos y culturales que se dan en dos contextos de México, uno el Área Metropolitana de Monterrey (amm) y otro la cabecera y tres comunidades del municipio de Tixtla, Guerrero (tg). 6.2 Metodología El punto de partida fue una metodología cualitativa, pues lo que interesaba es la comprensión del significado a partir de los discur- sos producidos por los propios adolescentes. Se siguió la línea teórica del construccionismo social que estudia la forma en que los individuos dan y mantienen significado a diversas situaciones a partir de sus acciones en la vida cotidiana, su fundamento parte de descubrir el modo en que se construye el significado en la ex- periencia individual (Shutz, 1993; Berger y Luckmann, 2003). En ambos contextos, la población de estudio estuvo conformada por varones y mujeres entre los 15 y 24 años, que en su adolescencia tuvieron por lo menos un hijo. El trabajo de campo en el amm tuvo lugar de febrero de 2006 a julio de 2007 en las clínicas de la Se- cretaría de Salud del Gobierno de Nuevo León, localizadas en los Municipios de Monterrey, Guadalupe, Apodaca y San Nicolás de los Garza. El trabajo de campo en tg inició en enero de 2008 y termi- nó en julio de 2009, realizándose en el Centro de Salud Municipal y tres clínicas rurales ubicadas en las comunidades de Atliaca, Acatempa y Almolonga. Previo consentimiento informado de cada uno de los partici- pantes, se recolectó la información a partir de dos técnicas: 1) dos entrevistas grupales de cuatro integrantes (una en cada contexto), a partir de las cuales se identificaron normas y patrones socioculturales relacionados con su vida sexual y reproductiva;
  • 9. 146 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE 2) entrevistas en profundidad, para el amm se llegó a la saturación teórica con doce participantes por sexo (vein- ticuatro participantes en total), mientras que en tg con diez participantes por sexo (veinte participantes en total). En las entrevistas a profundidad se obtuvo información verbal respecto a cuatro grandes categorías: sexualidad, reproducción, relaciones de género y servicios de salud. El análisis de toda la información se realizó inductivamente a partir de la teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1967), por lo que cada una de las entrevistas fue grabada, transcrita y codificada en temas y subtemas, a partir de esta delimitación se generaron conceptos más abstractos y se buscaron relaciones teóricas entre ellos. Los mecanismos para lograr la validez y confiabilidad de los resultados en este trabajo fueron en sí mismos el muestreo teórico, el contacto directo y prolongado del investigador con los sujetos de estudio, la saturación teórica, las descripciones completas de la información proporcionada en las entrevistas, su comprensión y permanente análisis, así como la retroalimentación permanente de la conceptualización emergida validada continuamente con datos nuevos. Los límites de la investigación fueron determinados por el carácter cualitativo de la investigación, que a partir de su inter- pretación no pueden ser generalizables porque son profundamente respetuosos de las realidades subjetivas. 6.3 Resultados y discusión Los datos recabados en el trabajo de campo, su constante aná- lisis y su contrastación con la teoría existente permitieron identificar cómo las y los adolescentes del amm y de tg viven y dan significado a su sexualidad y reproducción. Dichos significados se construyen socialmente a partir de la interacción de un orden individual y un orden estructural (véase figura 6.1). El orden individual, com- puesto principalmente por las vivencias, experiencias, emociones y sensaciones (la subjetividad), está influido por su constante interac- ción con el orden estructural (lo objetivo) que a su vez compone la estructura familiar, sociocultural y económica.
  • 10. 147VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE Este proceso de construcción de significados simula el modelo que Jeffrey Weeks (2000) creó para articular la visión subjetiva al estudio de la sexualidad. Según este autor, la sexualidad como construcción histórica comprende una multitud de posibilidades, por tanto, no tiene un objeto bien delimitado ya que está en cons- tante fluidez; de ahí que la sexualidad se experimente muy sub- jetivamente. Es así que la biología del cuerpo es transformada y toma significado únicamente en las relaciones sociales. De la mis- ma forma para estos contextos, la sexualidad y la reproducción se construyen socialmente a partir de la interacción de la estructura familiar, sociocultural y económica, con el orden individual. 6.4 Contextos de estudio opuestos, mismos problemas Monterrey es considerada una de las tres ciudades más impor- tantes del país, se caracteriza por su gran desarrollo industrial y su cercanía con la frontera de los Estados Unidos de Norteamérica. En su área metropolitana se ubica San Pedro Garza García, el municipio más rico del país, lugar de asentamiento de grandes corpo- rativos trasnacionales y donde se encuentran exclusivas residencias de ricos y famosos. A pesar de toda esta ostentosidad, también se pueden ubicar dentro de la amm municipios con grandes rezagos y Figura 6.1 Modelo de construcción social de la sexualidad y la reproducción adolescente Fuente: Elaboración propia.
  • 11. 148 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE marginación social, tal es el caso de Guadalupe, Escobedo y Apo- daca, municipios dormitorio que concentran notable marginación social y en la cual se ubican casas de los obreros de fábricas regias, de los trabajadores del comercio y de maquiladoras (Estrella y Zenteno, 1997). Por otro lado, Tixtla es un municipio que colinda con Chilpan- cingo la capital de Guerrero y está integrado por cuarenta y una localidades. La población económicamente activa (pea) que se de- dica al sector primario es de 37%, mientras que la que se dedica al sector secundario y terciario son 17 y 46%, respectivamente, contan- do además con un nivel de desempleo del 12% (inegi, 2006). Este municipio, a pesar de ser un lugar histórico por ser cuna del libertador independista Vicente Guerrero y del escritor y poeta Manuel Alta- mirano, así como el lugar donde se promulgó la primera constitución del estado, actualmente padece grandes rezagos sociales, conside- rado por el Consejo Nacional de Población (conapo, 2004) como municipio de alta marginación. Algunos ejemplos del alto índice de rezago social se reflejan en que el 30% de su población es analfabeta, la cobertura asistencial es de un médico por cada 1084 habitantes y una cama hospitalaria por cada 2800 habitantes. Respecto a otros servicios, el 85% de la población cuenta con electricidad, el 40% con drenaje sanitario y 53% con agua entubada. El 20% de su población es indígena y sólo habla náhuatl y tlapaneco (inegi, 2006). Esta breve descripción da cuenta de la disparidad en los con- textos de estudio, los cuales son contradictorios en sí mismos por encontrarse en lugares totalmente opuestos, pues mientras que la amm se considera como un área totalmente urbana, tg es en su mayoría rural. A pesar de ser polos opuestos y muy desiguales, ambos contextos presentan problemas sociales muy similares en aspectos como la sexualidad y la reproducción. 6.4.1 Estructura familiar La estructura familiar de las y los jóvenes en ambos lugares de estudio presenta situaciones similares casi siempre plagadas de con- flicto y dolor que influyen en el estado anímico y emocional de los
  • 12. 149VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE entonces adolescentes. Algo que inicialmente resaltó de entre los datos fue que la mayoría de las familias de las y los entrevistados se caracterizaba por una ausencia de la figura paterna o materna, debi- do al exceso de trabajo, muerte o separación. Esta ausencia originó una falta de atención a los hijos, cuya consecuencia fue la desmoti- vación y falta de interés de las y los adolescentes para continuar con los estudios, razón por la que terminarían desertando de la escuela. En el caso del amm, tanto varones como mujeres presentan una alta reticencia a continuar con los estudios, ya sea por falta de interés o motivación familiar. Los varones dejan la escuela y se incorporan inmediatamente a algún trabajo de medio tiempo mal remunerado para apoyar económicamente al hogar, mientras que las mujeres son sobrecargadas de obligaciones dentro del hogar y alejadas de toda actividad extradoméstica. Para el contexto de tg, es bien visto que desde pequeños los varo- nes colaboren en las actividades del campo, mientras que las mu- jeres ayuden a los quehaceres del hogar y cuidado de menores. De ahí que parezca natural que los y las adolescentes abandonen los estudios desde temprana edad, pues socialmente es más aceptado y común colaborar con las actividades familiares dentro o fuera del hogar que asistir a la escuela. Otro dato representativo en los dos contextos de estudio es que la estructura familiar de los y las entrevistadas se compone de un alto número de integrantes, con un promedio que va de los tres a los seis hermanos. Resalta que en el caso del amm la mayoría de los hogares son encabezados por una jefatura femenina aun con presencia del padre. Mientras que en el caso de tg la estructura fami- liar es muy tradicional, pues es encabezada por un varón, incluso en caso de que el padre esté ausente por trabajo, muerte o separación, quien detenta la jefatura del hogar es el hermano mayor. En ambos contextos de estudio los entrevistados recibieron poca atención siendo adolescentes, lo que provocaba que se sintie- ran solos aunque siempre estuvieran rodeados de sus hermanos. Sumado a ello, siempre existió una figura dentro de la familia con problemas de alcoholismo, drogadicción o pandillerismo, lo que pro- vocaba fuertes tensiones, inestabilidad y finalmente la fractura de la estructura familiar.
  • 13. 150 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE 6.4.2 Estructura social y económica Tanto el amm como en tg la estructura social de los y las ado- lescentes estuvo marcada básicamente por la deserción escolar, como lo demuestra que la totalidad de adolescentes dejó la escuela mucho antes de embarazar o resultar embarazada. Este promedio es más alto en tg ya que es de cuatro años, mientras que en el amm es de un año y medio. Las causas del abandono escolar fueron diversas, pero coinci- den en una falta de interés, falta de recursos económicos o el deseo explícito de los padres para que la o el adolescente contribuyera con la familia, ya sea fuera o dentro del hogar. Como se comentó anteriormente, las mujeres una vez que dejaban la escuela eran obligadas a ayudar dentro del ámbito doméstico, ya sea en los quehaceres del hogar o en el cuidado de los hermanos menores. Por su parte, los varones en el caso del amm se ubicaron fuera del hogar en subempleos y trabajos mal remunerados, tales como re- partidor de pizza, despachador de gasolina, repartidor de agua o despachador en tiendas de conveniencia, entre otros, mientras que para los varones de tg la única oportunidad de incorporarse a un trabajo remunerado era en una tabiquera local o de albañil, lo que sin duda marca la situación económica en la que viven actualmen- te los entrevistados. Coincidentemente en ambos lugares de estudio, la estructura socioeconómica está marcada por la marginación y pobreza, mis- mas que se reflejan en el tipo de vivienda, los servicios, el empleo, la forma de vestir y la alimentación que tiene cada uno de los y las entrevistadas. Para el caso del amm la marginación y pobreza se manifiesta en el tipo de vivienda, la carencia de algunos servicios básicos y en la falta de empleo, pero todo ello desde la perspectiva de los y las entrevistas no cobra importancia ya que en su totalidad viven en casa ya sea de la familia de origen de él o de ella, lo que permite muchas veces que la red familiar cubra las necesidades que se presenten. Para el caso de tg, la pobreza y marginación resultan tan pro- fundas que la mayoría de las viviendas cuentan únicamente con piso y paredes de tierra, carecen de servicios básicos como drenaje,
  • 14. 151VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE agua y en ocasiones luz. Cuando hay trabajo se vive con trecientos pesos a la semana, es por ello que las mujeres no tienen calzado y los niños andan semidesnudos. Regularmente su dieta se compone de frijoles y verduras y cuando se tiene algo de dinero se come pollo; regularmente el único desayuno de los niños antes de ir a la escuela es un café con pan, la carne roja se come sólo en ocasiones especia- les, pues es un lujo que sólo se puede ofrecer en las fiestas. En general, esta vulnerabilidad social de la que habla Stern (2004) se despliega de manera implícita de ambos contextos, no es una delimitación en la población de estudio. Por lo que en cada uno de los discursos de los y las adolescentes esta vulnerabilidad social marca el horizonte y las aspiraciones personales de cada uno de ellos y ellas, pues mucho antes de resultar embarazados y unidos no mostraban metas u objetivos a desarrollar en la vida más allá de la unión. Es así que los significados que se atribuyen a la sexua- lidad y a la reproducción tienen que ver con un proyecto de vida, que en el caso de las mujeres es ser madres-esposas y en el caso de los varones, ser padres-esposos. 6.5 La construcción de sujetos sexuales a partir de la categoría de género En ambos contextos estudiados, desde pequeños los y las adolescentes entrevistadas tuvieron una socialización primaria y secundaria (Berger y Luckmann, 2003) que les transfirió subjeti- vamente estereotipos de lo que debe ser un hombre4 y lo que debe ser una mujer. Este proceso subjetivo inició desde el momento mismo en que nacieron, cuando a partir de su aparato reproductor se les asignó el género y la identidad, los cuales otorgan cua- lidades y características de lo que debe ser el hombre y la mujer, desde cómo vestirse, cómo hablar, cómo comportarse, con quién juntarse y con quién relacionarse. La forma en que los individuos internalizaron esta subjetividad fue a través del lenguaje, tomando como eje la identidad de gé- 4 En todo el trabajo se hace uso de la palabra varón y no de hombre, pues esta última generalmente se utiliza sólo para referenciar el comportamiento hegemónico socialmente aceptado masculino.
  • 15. 152 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE nero que se les asignó. Es así que los individuos se asumieron como hombres o mujeres. Posteriormente en la socialización secundaria, los individuos recibieron una institucionalización de su rol de género, a partir de la educación formal y de ideologías religiosas, las cuales desempeñarán toda su vida a partir de su identidad y de las normas socioculturales establecidas en su contexto. Es decir, las mujeres fue- ron instruidas para realizar actividades y comportarse como el discur- so social impone a su sexo (lavar, hacer de comer, cuidar los niños), mientras que los varones lo fueron en actividades propias del hombre (ser heterosexual, fuerte, sin mostrar sentimientos, independiente y con la fuerza suficiente para trabajar fuera del hogar). De esta manera la construcción de sujeto sexual para las mujeres en ambos contextos de estudio está constreñida a dos modelos de feminidad que toman como eje el deber ser que el imaginario social ha impuesto. Por un lado se ubica el modelo tradicional de la mujer que relega toda noción de deseo, de satisfacción y de placer sexual: la recatada, con la cual hay muchas posibilidades de matrimonio. Mientras que el segundo modelo de sujeto sexual tiene que ver con la mujer que es permisiva, que accede al deseo, al erotismo y a la sexua- lidad: la puta, la que desde el imaginario del varón se constituye como sujeto sexual y que sólo satisface sus necesidades sexuales, razón por la que no es considerada para el matrimonio. En los dos lugares de estudio las mujeres tuvieron una alta identifi- cación con el primer modelo, no por cuestiones religiosas sino porque a partir de este modelo es como acceden a una pareja y al matrimonio. Esta situación ya anteriormente fue discutida en otros contextos (Lagarde, 1997; Szasz, 2001; Rodríguez y De Keijzer, 2002). Sí, hay diferentes tipos de mujeres, las que están de aquí para allá con los güercos, que tienen relaciones con todos y que por andar así salen embarazadas, esas tienen muchos hijos y luego ni los ven ¿ver- dad? porque nomás les gusta andar así en la calle. Pero también están las mujeres que se casan y tienen una familia, no pasan de uno porque ya se dedican al hogar y a sus hijos, así como yo con la familia, sólo a la familia y nada más (AMM/M5/19 AÑOS/UL/1 HIJA).5 5 En los segmentos de texto transcritos se utilizan códigos para identificar el lugar de entrevista, ya sea amm o tg; el sexo del entrevistado, ya sea (m) o (v); la edad; el estado civil, ya sea unión libre (ul), casado por el civil (cc) o casado por el civil y religión (ccr);
  • 16. 153VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE Antes de muchacha, una no podía andar así en la calle por- que ya le dicen que… que no sé qué. Si andas con alguien luego te dicen que… y no es cierto, no todas somos así, pero de que las hay, las hay (TG/M7/24 AÑOS/UL/4 HIJOS). De la misma forma, en ambos contextos los varones se constru- yen socialmente como sujetos sexuales a partir del modelo hege- mónico de masculinidad (Connell, 2003). En este modelo, el varón para ser hombre de verdad debe ostentar una imagen heterosexual, fuerte, independiente, razonable y sexualmente activo. Precisamen- te es en el espacio simbólico de la sexualidad donde el varón debe reafirmar su masculinidad, a partir del inicio de la vida sexual y su constante demostración heterosexual (Kaufman, 1997; Gutiérrez, 2007). Esta situación está presente en ambos lugares de estudio, donde los varones ya socializados viven en constante presión para mostrar su masculinidad ante la mujer y ante otros varones. Pues haga de cuenta que mis amigos también ya estaban duro que dale ¡ya ten relaciones! ¡Que si no eres joto! Y todas esas cosas ¿verdad? Un día nos fuimos pa una cantina […] Ese día me pu- sieron a una mesera que era mucho mayor que yo, que para que me enseñara… y pus ¡a quien le dan pan que llore! (AMM/V10/19 AÑOS/ UL/1 HIJA-E). Si pues, uno le dicen cómo ser, que cómo tener relaciones. Todos mis amigos eran grandes y me decían como hacerle, siem- pre dice y dice que ya tuviera relaciones que porque si no era mayate y pus a mí no me gustaba me dijeran eso (TG/V4/18 AÑOS/ CC/1 HIJO). En ambos contextos, la ideología respecto a ser hombre general- mente impide que los varones asuman una actitud responsable en su vida sexual por la práctica de sexo no seguro. La idea de cuidar el cuerpo y ser responsable es desechada por la idea hegemónica de tomar riesgos, ser impulsivos y no razonables. Esto se evidencia en que sólo dos varones de veintiséis años del amm utilizaron un método anticonceptivo en su primera relación sexual. el número y sexo de hijos, ya sea (m) o (v), y en su caso un nuevo embarazo al momento de la entrevista (-e).
  • 17. 154 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE A pesar de que la mayoría de los varones se comporta respecto al modelo hegemónico de masculinidad, en ambos contextos de estudio también hubo varones que presentan diferentes comporta- mientos que se alejan de dicho modelo, lo cual muestra la emer- gencia de nuevos patrones de masculinidad (Montesinos, 2007). Los varones que presentan nuevos comportamientos muestran mayor sensibilidad y emotividad hacia su pareja e hijos, están en desacuer- do con ciertas reglas e imposiciones sociales que imperan en el imaginario social respecto a la sexualidad. Desde la percepción de estos varones, la masculinidad no se construye en función de la sexualidad, sino al contrario, la masculinidad tiene un significado que tiene su base en la responsabilidad, la madurez y el tiempo, sólo así es como se es un hombre. 6.6 El noviazgo y los primeros acercamientos sexuales Coincidentemente en los lugares de estudio la etapa del no- viazgo cobró un significado muy especial, debido a que marcaba el inicio simbólico de la relación de pareja. En esta etapa los y las entrevistadas encontraron lo que carecieron en su hogar de origen, esto es, alguien que los escuche, con quién compartir miedos y sentimientos. Es así que desde lo subjetivo, se concibe el noviazgo como el espacio donde se enamoran, donde tienen sus primeros acercamientos sexuales y se toma como ensayo para la unión. Para las mujeres del amm, el noviazgo significaba la posibili- dad de distraerse y de divertirse fuera de su medio familiar, pero sobre todo donde encontraba apoyo moral y sentimental a sus problemas; generalmente era un noviazgo que duraba entre uno y dos años. Mientras que para las mujeres de tg, el periodo de noviazgo generalmente era corto y servía como espacio único para encontrar a la persona con la que formará pareja. Yo me la pasaba en la casa nomás, haciendo el quehacer porque no me dejaban salir a la calle […] por eso cuando él me dijo ¿que si quería ser su novia? Le dije que sí, ¡yo me la pasaba muy aburrida, nomás en la casa y en el quehacer! ¡Por eso le dije que sí! (AMM/ M1/15 AÑOS/UL/1 HIJO).
  • 18. 155VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE Era mi primer novio, me gustaba mucho […] yo ya lo conocía. Una vez me siguió cuando iba pal centro y ahí fue que me dijo que fuera su novia, yo le dije que sí […] ya lo conocía pero nunca plati- cábamos así, luego duramos bien poco porque luego nos juntamos pues (TG/M2/19 AÑOS/CCR/1 HIJO). En ambos contextos se puede encontrar en los discursos de las mujeres, que una vez iniciado el noviazgo y conforme el tiempo pasaba se iba construyendo la idea romántica de enamo- ramiento de su pareja, el cual en un inicio no era vivido por el varón con la misma intensidad, debido a que éste, al principio, sólo presionaba para tener relaciones sexuales. Es entendible, en este sentido, que para el varón el noviazgo signifique el espacio simbólico que le da la oportunidad para iniciar su vida sexual, pues la presión constante a la que se ve sometido por su grupo de pares, hacía que buscara a diversas mujeres con las cuales no siempre se entablaba una relación de noviazgo, sino más bien de acercamiento sexual. Por lo que para los varones el noviazgo simboliza igual que en otros contextos (Zárate, 2005; Gutiérrez, 2007) el espacio de entrenamiento sexual y donde se encuentra pareja estable. Antes un fajecito, ya que le dije que fuera mi novia ya empe- zamos a hacer más cosas serias, antes no puro desmadre ¡hasta tu- vimos relaciones! Ya después salíamos a pasear, al cine o a comer ¡hacíamos más cosas! por eso me encariñé con ella (AMM/V5/19AÑOS/ UL/1 HIJO). Me gustaba mucho y le dije que fuera mi novia, ya después for- mal con su mamá. Fue en el noviazgo que platicamos de juntarnos porque teníamos ganas de estar juntos… de hacer una familia (TG/ V8/17 AÑOS/CC/1 HIJO). En general para mujeres y varones de ambos contextos, el no- viazgo es el espacio simbólico que posibilita distracción fuera del hogar, donde la pareja tiene sus primeros encuentros eróticos, donde se ponen en práctica patrones de género y donde la pareja se entrena para el matrimonio, lo cual coincide con algunas inves- tigaciones realizadas en México (Amuchástegui, 1996; Román, 2000; Ehrenfeld, 2004).
  • 19. 156 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE 6.7 El debut sexual El hablar de inicio sexual con los y las entrevistadas permitió identificar situaciones donde estaba implícita la idea de una sexuali- dad negativa relacionada directamente con el embarazo. En el caso de las mujeres, por ejemplo, sus discursos muestran que el inicio de la vida sexual se encontraba muy relacionado con la idea de que si se tenían relaciones sexuales podían quedar embarazadas; fueron muy pocas las mujeres de ambos contextos que expresaron el deseo de iniciarse sexualmente por la curiosidad de conocer algo que siempre se les ocultó. Esto tiene que ver con que desde pequeñas, tanto las mujeres del amm como las de tg, internalizaron una idea negativa de la sexuali- dad vinculada con el embarazo, nunca con el placer ni goce sexual, lo cual coincide con otros contextos (Caricote 2006; Navarro, Barrera y Ferrer, 2006; Pacheco, Rincón y Guevara, 2007). Explí- citamente en estos lugares, esta idea negativa de la sexualidad tiene que ver con el cuídate y el deber ser que aparecen dentro de los discursos como un recurso simbólico que generalmente era utilizado por las madres, haciendo siempre referencia a no embarazarse a partir de un comportamiento socialmente aceptado en las mujeres. En este sentido, la mayoría de las mujeres entrevistadas ex- presan que cuando su madre tuvo conocimiento de sus salidas por noviazgo o diversión, les hicieron hincapié en no tener relaciones sexuales para evitar salir embarazadas. En el caso del amm, el cuí- date y el deber ser subjetivamente se vinculan con el no tener relaciones sexuales y portarse bien; mientras que en el caso de tg es el recurso simbólico utilizado para rehuir a salir con algún varón a divertirse y evitar las posibles relaciones sexuales constituida como una acción que limitaba el noviazgo a partir del qué dirán. Cuando salía así con mis amigas, mi mamá me decía ¡cuídate! ¡Porque si me sales con una pendejada vas a ver cómo te va! Que porque ella no quería estar cuidando güercos, me decía ¡pórtate bien! […] Ya tiempo después, antes de que lo hiciera [tener relaciones sexuales] platicamos de que él y yo también […] queríamos un bebé y todo eso. Y ya, tuvimos relaciones, pero ya después (AMM/M7/18 AÑOS/UL/1 HIJA).
  • 20. 157VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE De muchacha me decía mi mamá que me cuidara, que no andu- viera así […] de novia porque podía salir embarazada y qué iba a decir la gente, por eso no tuve novios, bueno, sólo mi esposo […] porque yo tenía miedo de embarazarme por tener novio (TG/M8/24 AÑOS/CCR/3 HIJOS). Es así que antes de iniciarse sexualmente las mujeres no ubican a la sexualidad desligada de la reproducción, fueron pocas las que mencionaron experimentar relaciones sexuales con diversas pare- jas, sobre todo en el contexto del amm, en el caso de tg la primera relación sexual se daba regularmente con su primer y único novio y exclusivamente dentro de la unión. Los varones por su parte debutan sexualmente bajo dos modelos. El primero de ellos es el hegemónico que hace que los varo- nes pongan a prueba su masculinidad a partir de su sexualidad. Por otro lado, aunque en menor cantidad, el segundo modelo que marca el inicio de su vida sexual activa se forma al poner mayor importancia a la seguridad, al amor y a la comprensión hacia la pareja, por encima de las relaciones sexuales. Cual sea el contexto, los varones constantemente fueron presionados por su grupo de pares y familiares varones a demos- trar ser hombre, es así que la gran mayoría de los varones tuvieron su debut sexual por presión social, con lo que muchas veces se re- curría al viejo ritual de asistir con mujeres expertas o prostitutas. Este suceso resultaba de gran relevancia, pues simbólicamente a partir de este evento el varón era considerado hombre o marica. Si lograba constituirse como hombre a partir de tener relacio- nes sexuales con las mujeres expertas sexualmente, socialmente adquiría más aprecio y aceptación dentro del grupo de pares, mientras que si no lo lograba sufría la expulsión social y mar- ginación de sus grupos de amistad e incluso familiar, pues el ser marica en estos contextos conlleva una carga simbólica de discriminación, de ahí que el varón viva en constante presión para demostrar su masculinidad. Este patrón de inicio sexual de los varones ha sido documentado también en otros contextos (Caricote, 2006; Navarro, 2006; Pacheco, Rincón y Guevara, 2007), coincidiendo siempre en la necesidad de los varones por demos- trar su hombría a partir de su sexualidad.
  • 21. 158 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE A los trece años tuve mi primera relación, esa vez fue con una muchacha ya grande como de 25 años. Mis amigos me aventaron, que para que me volviera hombre, que si no me la cogía era marica (AMM/V9/18 AÑOS/UL/1 HIJO). Mi primera relación fue con una mere [prostituta] del gato negro… una mujer de cantina… ¡que sabía pues! Ya todos que vamos, que hacemos eso… nos fuimos unos amigos y la conocí [a la prostituta] y nos fuimos a los cuartos. Saliendo como magia todos me decían que ya era hombre por estar con la mere (TG/V1/20 AÑOS/CC/1 HIJO). El otro modelo que guía el debut sexual de los varones y que aparece en ambos contextos, aunque en menor cantidad, es el comportamiento de masculinidad que denominamos «cons- ciente tradicional», en el que el varón resta importancia al debut sexual para demostrar ser hombre, pero que finalmente presenta comportamientos hegemónicos dentro de su relación de pareja. En otras palabras, el varón no está preocupado por iniciarse sexualmente para demostrar su masculinidad, aunque es presionado por el discurso social, muestra cierta racionali- dad e indiferencia hacia el hecho. Este varón se interesa más por su situación social y económica que sexual, por lo que es común que algunos de ellos tengan su primera experiencia sexual dentro del matrimonio. Yo no tuve relaciones hasta que me junté. Yo no quería ser como todos, por eso trataba a mi novia diferente. Ya después lo platicamos que cuando tuviéramos relaciones iba a ser cuando ella quisiera, que tenía que ser la experiencia para dos […] por eso me esperé (AMM/V3/17 AÑOS/UL/1 HIJO-E). Mis padres siempre me enseñaron a respetar a las mujeres, sí tuve novias y todo, pero así, tener relaciones… hasta que me case. En la calle y la escuela me decían que si era mayatón que […] ¡cosas! Pero no les daba importancia (TG/V6/22 AÑOS/CC/1 HIJO). Cual sea el modelo y el contexto, resulta muy evidente dentro de los discursos de los varones que el debut sexual tiene divergencia con el proceso reproductivo, muy contrario a lo que sucede con las mujeres. Ya algunos trabajos hechos en México hacen referen-
  • 22. 159VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE cia a estas características dentro de las diversas masculinidades (Gutiérrez, 2007; Montesinos, 2007). Es importante mencionar que cual sea el sexo y el contexto, el uso de métodos anticonceptivos en la primera relación sexual fue reducido o casi nulo, pues de la población estudiada sólo dos hom- bres y una mujer utilizaron un método anticonceptivo, específica- mente el condón. Otra parte importante de ellos, expresaron que se cuidaron o que cuidaron a su pareja a partir del método natural del retiro, que fue ineficaz, debido a que no impidió el embarazo. Indagando a mayor profundidad, la razón de no usar un an- ticonceptivo en la primera relación sexual tiene que ver en mucho con la desinformación respecto a los métodos de control natal y de la biología reproductiva, así como por la espontaneidad en la que surgía el encuentro sexual. El contexto del amm se ubicaría sobre todo en la desinformación, desconocimiento e invisibilidad de la sexualidad adolescente, combinado con la espontaneidad en que ocurría el evento. Y es que tanto varones como mujeres expresaron que en la es- cuela como en el hogar el tema de la sexualidad no se tocaba, por lo que la única información que tenían respecto a la sexualidad provenía de sus amigos y compañeros.Apesar de esta limitante, con- tradictoriamente tanto ellos como ellas, mencionaron que antes de su embarazo conocían diversas formas para prevenir un emba- razo y el contagio de infecciones de transmisión sexual (its). Sin embargo, como el primer encuentro sexual se daba regularmente bajo condiciones de presión y espontaneidad, no se usaba método alguno para prevenir el embarazo. Para el contexto de tg la desinformación y el nulo conocimien- to sobre anticonceptivos provoca regularmente un embarazo a partir del primer encuentro sexual. Sin embargo, como mayori- tariamente el debut sexual se daba dentro del matrimonio, el no conocer o no usar anticonceptivos, pasa desapercibido y por tanto deja de ser importante para los y las adolescentes. Al igual que en el amm, en el contexto de tg no se hablaba de sexualidad dentro del hogar, mucho menos en la escuela, la poca información que se posee proviene de su grupo de pares, sobre todo en los varones ya que lo que las mujeres conocen de sexua-
  • 23. 160 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE lidad proviene especialmente de las telenovelas que ven diaria- mente, lo cual habla de una realidad muy adversa en cuanto a la información sobre sexualidad y reproducción que poseen las mujeres de contextos rurales. En general, el debut sexual de los adolescentes de ambos con- textos, está permeado de desinformación, mitos y tabúes. Esta situación se ejemplifica en que sólo tres de cincuenta y dos ado- lescentes entrevistados (dos varones y una mujer) utilizaron algún anticonceptivo en su primera relación sexual. Cual sea el caso, esta realidad habla de una necesidad urgente por documentar y brindar mayor información a este grupo de la población. 6.8 El embarazo y la unión como alternativa de vida La experiencia del embarazo durante la adolescencia se rela- ciona con situaciones concretas en las que tanto varones como mujeres se ven inmersos cotidianamente a partir de la influencia del contexto familiar, social y económico, que sin duda configuran la determinación del individuo para expresar el deseo de un embara- zo. En el caso de las mujeres, narrar la experiencia del embarazo remite a momentos saturados de vivencias conflictivas y dolorosas antes las que la única salida es el embarazo y la conformación de una propia familia. Para las mujeres del amm, mayoritariamente, el embarazo se da dentro del noviazgo y es la causa principal de la unión. Como ya anteriormente se mencionó, una vez que abandonan la escuela es- tas mujeres son relegadas a realizar actividades dentro del hogar. Con el tiempo, estas actividades se convierten en una rutina mo- lesta y hostil para las adolescentes. Paralelamente a ello, inician un noviazgo que a la larga se vuelve el único recurso simbólico para liberarse de la carga del hogar, es así que conforme avanza el noviazgo, una vez que se enamoran de su novio y que éste presiona para tener relaciones sexuales se inician pláticas entre ambos para el debut sexual bajo la promesa de la unión. Una vez iniciada su actividad sexual, sin el uso de anticoncep- tivos, se da el embarazo y conforme pasa el tiempo, la unión. Uno de los aspectos que llaman la atención es la primera reacción al
  • 24. 161VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE enterarse de esta situación, pues la mayoría de las mujeres men- cionó sentir miedo e incertidumbre de no saber qué sucederá en su entorno inmediato, pues explícitamente desde su perspectiva no era el momento más adecuado para un embarazo. Es así que inicialmente el embarazo para estas mujeres no es deseado en el momento de enterarse, hablan de un deseo pero no en esos mo- mentos, sin embargo, el apoyo de su pareja y de su familia hace que posteriormente sea aceptado. Cuando me enteré [del embarazo] me dio miedo de qué me iban a decir en mi casa […] Yo sí quería un hijo pero no en ese mo- mento… más tarde, de más tiempo que ya estuviéramos casados. Ya después le dije a él [su pareja] y me apoyó, también supieron en mi casa y pus primero ¡que no, que quien sabe que! pero pus luego mis papás me apoyaron mucho y me dijeron que ni modo, que pus pa delante y que todo lo que necesite me iban a ayudar (AMM/M9/16 AÑOS/UL/1 HIJO). Para el contexto de tg de inicio el embarazo se da regularmente dentro de la unión. Hay que recordar que una vez que las mu- jeres dejan la escuela también se involucran en las actividades dentro del hogar, a las actividades del campo y al cuidado de los her- manos menores, sin embargo esta rutina forma parte de la vida de las mujeres de este contexto desde muy pequeñas, por lo que se vive acostumbrada a dichas labores y no causa conflicto emocional en la adolescencia. Posteriormente, dentro del noviazgo en el caso de que haya insistencias para iniciarse sexualmente, éstas van acom- pañadas de la promesa de la unión. Como ya se mencionó, en este contexto, por presión social, las mujeres no experimentan diversos noviazgos y cuando los hay, el tiempo entre el inicio del noviazgo y la unión es muy corto, por lo que regularmente las mujeres se unen con el único novio que tuvieron en su vida de muchachas. Dentro del noviazgo se tienen pláticas para iniciarse sexualmente, es aquí donde el qué dirán cobra suma importancia, pues el discurso social imperante impide a las mujeres tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, en caso contrario no podrían ser consideradas como pareja formal sino para distracción.
  • 25. 162 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE Es así que dentro del noviazgo se comienza a negociar la unión, la cual sucede bajo consentimiento familiar, luego dentro de la unión es que sucede el embarazo. Al igual que en el caso anterior, en tg la primera reacción de las mujeres al saberse embarazadas es de incertidumbre porque consideran que debía haberse pospuesto hasta un momento más adecuado. De este hecho llaman la atención dos cosas, primero que cuando se saben embarazadas las mujeres de este contexto ya tienen en promedio un año viviendo con su pareja, segundo que expresan el deseo explícito de embarazo, sin embar- go, este no llega en el momento más preciso, pues desde la pers- pectiva de las mujeres era mejor un embarazo después de convivir más con su pareja. Ya cuando estábamos juntos me embaracé, ya como al año. Pero yo hubiera querido esperarme más tiempo porque no tenía- mos cosa que darle, así […] es que él [su esposo] no tenía trabajo siempre. Aparte me hubiera estado más tiempo con conocernos más solos, que ir haciendo cosas pa la casa […] así. Pero pus ni modo ya estaba aquí ¡ni modo de abortarlo! (TG/M4/19 AÑOS/CC/1 HIJO). Sin embargo, esta situación cambia en ambos contextos a partir del apoyo recibido sobre todo de la pareja y posteriormente el de la familia, lo que hace que el embarazo sea aceptado y que incluso cambie la perspectiva de la mujer respecto al deseo de llegada de su hijo. Más tarde, esta aceptación se convierte en un recurso impor- tante que va a ser utilizado constantemente por las mujeres adoles- centes para ser reconocidas socialmente dentro de su entorno y para la consolidación de un proyecto de vida. Para las mujeres del amm, el embarazo una vez que es aceptado socialmente conlleva como beneficio un mayor reconocimiento so- cial dentro de su familia, grupo de pares y entorno en general, pues desde la perspectiva de las mujeres, son mejor tratadas y reciben mayor respeto que antes de estar embarazadas. Para las mujeres de tg, este reconocimiento llega a partir de la unión (hay que recordar que se da primero la unión y después el embarazo), hecho por lo cual se obtiene un reconocimiento social, pero que va en aumento a partir del embarazo, ya que socialmente se construye la idea de que será madre y que con ello consolidará la formación de su familia.
  • 26. 163VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE Si vi un cambio, antes me trataban re mal en mi casa y pus eso no me gustaba, pero ya después de que me embarace ya nunca me volvieron a regañar ni pegar ni nada. Si si, hasta en la calle así haga de cuenta que ya me decían así… ¡que señito! (AMM/M2/16 AÑOS/ UL/1 HIJO). De muchacha era así de que me pegaban en mi casa por cual- quier cosa que hacía, ya después que me casé ya es diferente, pus ya tengo mis hijos y mi marido y no, ya no me dicen nada. Ya en todos lados me trataban como grande… ¡señora pues! que porque ya decían que tenía ya mis hijos (TG/M6/23 AÑOS/CC/2 HIJOS). En ambos contextos, a partir de la mayor valoración social que las mujeres adquieren a partir del embarazo y con la maternidad, ellas pueden construir subjetivamente la transición a una etapa de vidaadulta.Esteprocesorepresentaunaautoescisióndela adolescen- cia relacionada con la responsabilidad precisamente de ser madre, la cual tiene implícita la idea de mayores responsabilidades hacia su hijo y pareja. Para el caso de las mujeres del amm, esta transi- ción a la adultez se marca con el tiempo y hasta que la adolescente y su contexto la perciben como tal es que logra autodeterminarse como adulta. Para el caso de tg, la escisión de la adolescencia es muy obvia y evidente desde la unión y es autopercibida por las mu- jeres desde el momento mismo de dejar su hogar de origen, para ellas desde ese momento ya no son más muchachas, sino señoras con obligaciones y responsabilidades. No, ahora ya no puedo hacer cosas así que irme con mis amigas de antro, que ir pa cá o pa llá. No, ahora tengo responsabilidades en mi casa, antes no… bueno sí pero ahora es diferente con mi esposo y mi hija. Ya estoy casada, ya soy señora, ya no puedo estar así como antes (AMM/M8/16 AÑOS/UL/1 HIJA). Antes de muchacha pus hacía más cosas. Ahora ya no, ya tengo que hacerle de comer a mijo y mi esposo, que lavar que ir así… que ir al mercado. Ya no se puede hacer cosas de muchacha pus porque […] ¡ya soy grande pues! ya tengo responsabilidades como todas las señoras (TG/M1/18 AÑOS/CCR/1 HIJOS). Por su parte, en los discursos de los varones además de vi- vencias problemáticas, se denota mucha soledad vinculada con
  • 27. 164 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE la pérdida de un ser querido cercano o con la invisibilidad de su persona al interior de la familia. En ambos contextos, desde que la mayoría de los varones deja la escuela, entran en una rutina donde su única actividad está relacionada con lo productivo, con el trabajo. Paralelo a ello, inician diversos noviazgos para buscar compañía, ya posteriormente se va construyendo la idea de for- mar una familia y estabilizarse emocionalmente. El hecho de que los varones sólo realicen actividades relacio- nadas con el trabajo, hace que al igual que las mujeres entren en una rutina en la cual el noviazgo se convierte en único espacio de diversión. Pero a diferencia de las mujeres, el varón cuenta en esos momentos con recurso económico como resultado del traba- jo, lo que subjetivamente le da poder y autonomía dentro y fuera del hogar. Es por ello que toma sus propias decisiones respecto a qué hacer en su vida cotidiana. Por ello es común que los varones manifiesten salir con mayor frecuencia a divertirse a la calle, con su grupo de pares o que visiten constantemente lugares de espar- cimiento exclusivos para varones. De esta manera el recurso económico que obtienen a partir de un trabajo, sea éste cual sea, les otorga poder simbólico (Bourdieu, 1999) a los varones de ambos contextos estudiados. Por lo que van construyendo subjetivamente la idea de formar una familia, ya que desde su perspectiva son capaces de aportar dinero constante a su hogar de origen, capaces de mantener su propia familia. Yo le decía a mi mamá que como ya trabajaba y le daba dinero a ella, pus para cosas de la casa, pus que ya podía mantener una familia, mi propia familia […] mijo y pus mi esposa ¿verdá? Yo podía, siempre he trabajado (AMM/V1/19 AÑOS/CC/1 HIJA). Esta construcción ideal de una familia a partir de un poder eco- nómico, también tiene que ver con el sentimiento de soledad que expresan los varones. Esto resulta de gran importancia, pues el sentirse solo a pesar de estar en compañía de amigos y familiares favorece la conformación de la idea de iniciar una vida en pareja. Mucho tiene que ver con ello que la gran mayoría de los varones ha experimentado la ruptura de su estructura familiar, a partir de la separación de sus padres, de la muerte de alguno de ellos o fami-
  • 28. 165VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE liares cercanos a él. Aunado a ello, la normalización del embarazo adolescente en dichos contextos genera que, como la mayoría del grupo de pares ya es padre, él introyecte la idea de tener un hijo, ya sea porque convive cotidianamente con niños o porque al igual que las mujeres esté al cuidado de menores en su tiempo libre. Yo quería un hijo desde hace mucho tiempo. Cuando éramos novios [su pareja y él], platicamos de tener un hijo. Ella me dijo que sí pero que nos casáramos yo le dije que sí y luego nos casamos. Yo quería un hijo porque veía a todos mis amigos que ya tenían el suyo, aparte me ponía a jugar con mis hermanos en la casa […] Yo creo de ahí me nació tener el mío propio, sí pues de ahí (TG/V3/20 AÑOS/CCR/1 HIJO). Esta idea del deseo explícito de un hijo, mucho tiempo antes de concebirlo, hace que la primera reacción al saber del embarazo de la pareja sea de alegría y emoción, pocos fueron los varones que mani- festaron tristeza o miedo. En el caso del amm, cuando los varones su- pieron del embarazo mostraron alegría dentro de sus discursos, hubo incluso quienes al recordar el momento lloraron, pues manifestaron que era de lo mejor que les había pasado en sus vidas debido a que siempre habían deseado ser padres. Los pocos que manifestaron mie- do relacionaban este sentimiento con la inestabilidad económica y familiar en la que vivían, pues no contaban con un trabajo en esos momentos o pasaban por conflictos emocionales dentro de la estruc- tura familiar. De manera similar para los varones de tg, el enterarse del embarazo significó alegría y emoción, porque siempre se deseó un hijo, sobre todo varón pues venía a complementar la relación de pareja y a consolidar su estatus como padre a partir de asumir mayores responsabilidades para con su familia. Cuando supe, cuando me contó, me chiflé. Fue para mí… no sé cómo decirlo. Yo quería ser padre […] Me acuerdo cuando mi papá me cuidaba así [… Llora]. No sé cómo decirlo pero para mí fue un día especial (AMM/V6/19 AÑOS/CCR/1 HIJA-E). Ella fue corriendo al trabajo, me asustó. Ya cuando me dijo que estaba embarazada grité de emoción [risas]. Ya les dije a todos mis amigos y pus […] fue algo muy bonito para mí (TG/V2/20AÑOS/ CCR/1 HIJO).
  • 29. 166 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE Como en el caso de las mujeres, en ambos contextos, el embarazo representó reacciones mayormente positivas. Esta situación vino a construir socialmente una paternidad que serviría a la postre para autodeterminarse como adulto, porque la idea de ser más responsable y ser jefe de familia, consolida su estatus de hombre que implica la idea de tránsito a la adultez. Ya no es un adolescente aun- que lo parezca, puesto que sus responsabilidades como padre y esposo impiden el asumirse como tal, adquiere el estatus de adulto por tener la capacidad de asumir compromisos y responsabilidades que antes no asumía. En general, cual sea el sexo y el contexto, el embarazo viene a complementa una etapa en la que los y las adolescentes carecen de un proyecto de vida, motivo por el cual el embarazo y la posterior llegada de un hijo implican la única alternativa a corto plazo con la que cuentan los y las adolescentes. Es por ello que simbólicamente el embarazo no representa un problema o un motivo por el que se trun- quen metas u objetivos a corto o largo plazo.Al contrario, se concreta como su único proyecto de vida, lo que simbólicamente marca el inicio de una nueva etapa donde se transita a la adultez y se ad- quieren nuevas responsabilidades. Estos hallazgos contradicen lo que generalmente se conocía de la maternidad y paternidad adolescente que generalmente trataba el fenómeno como un problema social y económico para los adolescentes y para la familia (Molina y Jara, 1995; Buvinic, 1998; Pérez y Torres, 1998). En estos contextos, tanto mujeres como varones, conciben la maternidad y la paternidad mucho tiempo antes de iniciar su vida sexual, pues el contexto en que viven y se desarrollan los orilla a ser madres-esposas o padres- esposos. De cierta forma, el ambiente en que fueron socializados tan- to mujeres como varones está muy presente la idea de que el embarazo simboliza la única vía para ser reconocidos social- mente, incluso más que el desarrollo educativo. Esto es resul- tado de diseñar un proyecto de vida basado únicamente en las ideas de la maternidad-paternidad y el matrimonio, lo cual con- lleva a una normalización, socialmente hablando, del embarazo en estos contextos.
  • 30. 167VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE 6.9 Conclusiones En los contextos culturales analizados, las normas sociales vigentes controlan e inhiben la actividad sexual, al tiempo que alientan el sexo sin protección debido a la misma invisibilidad y desinformación que rodea al tema, de ahí que la adolescencia como etapa de vida se escinda, se rompa y resquiebre por voluntad propia al incentivar, motivar y normalizar convertirse en padre o madre siendo aún joven. Diferentes mecanismos sociales, económi- cos, culturales y familiares se ponen en marcha para controlar la sexualidad, contradictoriamente, estos mismos factores determi- nan como valor más alto la maternidad y paternidad, incluso más que una carrera universitaria. Las adolescencias escindidas se originan por el deseo explíci- to de ser adultos, ante la incapacidad del Estado Mexicano para ofrecer otras alternativas de vida que de manera integral contem- plen los paradigmas tradicionales de maternidad-paternidad y ma- trimonio. Las vivencias y significados que los y las adolescentes atribuyen a su sexualidad y reproducción constituyen sólo el me- dio para entender cómo el ser padres y madres se instaura como único proyecto de vida. Bibliografía Amuchástegui, A. (1996), “El significado de la virginidad y la iniciación sexual para jóvenes mexicanos: Un relato de in- vestigación” en I. Szasz y S. Lerner (coords), Para comprender la subjetividad: Investigación cualitativa en salud reproduc- tiva y sexualidad, Colegio de México (colmex), pp 137-172, México. Berger, P. y T. Luckmann (2003), La construcción social de la realidad, Amorrortu Editores, Buenos Aires. Bourdieu, P. (1999), La dominación masculina, Anagrama, Barcelona. Buvinic, M. (1998), Costos de la maternidad adolescente en Barbados, Chile, Guatemala y México, Population Council, Washington, D.C.
  • 31. 168 VI SEXUALIDAD Y REPRODUCCIÓN ADOLESCENTE Caricote, A. E. (2006), “Influencia de los estereotipos de género en la salud sexual en la adolescencia” en educere, año10, núm 34, pp 463-470. Connell, R. W. (2003), Masculinidades, Universidad Nacional Autónoma de México (unam)-Programa Universitario de Estu- dios de Género, México. Consejo Nacional de Población (conapo) (2004), Índice absoluto de marginación, 1990-2000, Consejo Nacional de Población, México. Ehrenfeld, N. (2004), “Un mosaico de experiencias: embarazo y maternidad en adolescentes urbano-marginales” en Emma Navarrete (coord), Los jóvenes ante el siglo xxi, El Colegio Mexiquense, pp 45-70, México. Estrella, G. y R. Zenteno (1997), “Dinámica de la integración de la mujer a los mercados laborales urbanos de México, 1988-1994” en Asociación Mexicana de Población (amep), Mercados lo- cales de trabajo. Participación femenina, relaciones de género y bienestar familiar, amep, pp 113-209, México. Fuller, N. (2004), “Contrastes regionales en las identidades de género en el Perú urbano: El caso de las mujeres de la baja Amazonía” en Anthropologica, vol 22, núm 22, pp119-136. Glaser, B.G. y A. L. Strauss (1967), The Discovery of Grounded Theory: Strategies for Qualitative Research, Aldine, Chicago. Gutiérrez, L. S. (2007), “La construcción cultural de la sexualidad masculina: un análisis discursivo” en Montesinos, R. (coord), Perfiles de la masculinidad, uam-Plaza y Valdés Editores, pp 75-114, México. Kaufman, M. (1997), “Las experiencias contradictorias del po- der entre los hombres” en Valdés, T. y J. Olavarría (coords), Masculinidad: Poder y crisis, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso)-Chile, pp 63-81, Santiago de Chile. Lagarde, M. (1997), Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, unam, México. Langer, A. y G. Nigenda (2000), Salud sexual y reproductiva y re- forma del sector salud en América Latina y el Caribe, Population Council-Banco Interamericano de Desarrollo, Estados Unidos. Llopis, A. (2001), “Anticoncepción en la adolescencia: La consul- ta joven” en C. Buil, I. Lete, R. Ros y J. L. De Pablo (coords),
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