1. Manejo del paciente con quemaduras por corriente eléctrica
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Rev Sanid Milit Mex 2003; 57(3) May.-Jun: 149-154
Artículo de investigación
* Graduado del Curso de Medicina Integral y Urgencias, Escuela Militar de Graduados de Sanidad. Actualmente Cmte. Ptón. Snd. 55 Batallón de
Infantería.
Correspondencia:
Mayor M.C. Daniel de Jesús Mariano-López
55 Batallón de Infantería. Campo Militar No. 1-A, México, D.F. C.P. 56570.
Recibido: Diciembre 14, 2002.
Aceptado: Marzo 10, 2003.
Manejo del paciente con quemaduras por corriente eléctrica.
Experiencia en el Hospital Central Militar
Mayor M.C. Daniel de Jesús Mariano-López*
Escuela Militar de Graduados de Sanidad-Hospital Central Militar. Ciudad de México.
RESUMEN
Las lesiones eléctricas son infrecuentes. Los accidentes ocurren
en gente joven y están relacionados con su ocupación. Existe un ma-
nejo quirúrgico y uno no quirúrgico para evitar las secuelas peculia-
res en este tipo de lesiones. Es importante la participación del equipo
interdisciplinario desde la fase aguda.
Métodos. Se obtuvieron del archivo clínico expedientes de
pacientes con el citado diagnóstico, anotando: ficha personal, por-
centaje y grado de superficie corporal quemada, sitio anatómico
de entrada de la corriente eléctrica, actividad realizada al momen-
to del accidente, manejo quirúrgico empleado, resultados estéti-
cos y funcionales de las lesiones, grado de utilidad o inutilidad en
militares en activo.
Resultados. Fueron admitidos 20 pacientes con quemaduras por
este agente, 17 (85%) fueron hombres y tres (15%) mujeres, osci-
lando entre las edades de 13 a 74 años de edad, 11 (55%) fueron
militares en el activo, hubo solamente una defunción (5%). Los si-
tios de entrada y salida de la corriente eléctrica más frecuentes fue-
ron los miembros superiores e inferiores, respectivamente. El trata-
miento quirúrgico abarcó 79 procedimientos diversos, los militares
en activo se encontraban en sus Unidades al momento del acciden-
te, cinco (46.6%) resultaron inútiles en primera categoría con la baja
del Instituto Armado.
Conclusiones. Las lesiones por corriente eléctrica son catas-
tróficas, con compromiso de diversas estructuras anatómicas. Un
gran porcentaje fueron militares en activo resultando con algún
grado de inutilidad. El manejo de estos pacientes se está llevando
en nuestro medio de manera interdisciplinaria adecuada y a la par
de otras instituciones.
Palabras clave: quemaduras eléctricas, corriente eléctrica, alto
voltaje.
Management of the patient with electrical burns.
Experience at the Military Central Hospital, Mexico
SUMMARY
Introduction. Electrical burns are infrequent. They are cate-
gorized as occupational accident in young people. There is a sur-
gical and non-surgical approach to avoid the wound sequel. From
its acute state, its very important the participation of the interdisci-
plinary medical team.
Method. We obtain from clinical archives, the files from pa-
tients with diagnosis of electrical burning and extracted the follo-
wing data: personal data, percentage and grade of corporal burn
surface, electrical entrance and exit in the anatomic site, current,
labor behavior before accident, surgical management, functional
aesthetic result and utility or uselessness degree about military
people.
Results. There were admitted 20 patients with electrical burns,
17 (85%) were male and three (15%) female, from 13 to 75 years
old, 11 (55%) were active military people. There was only one
decease (5%); the entrance and exit of the anatomic site predomi-
nated in arms and legs respectively. The surgical management in-
cluded 79 different procedures. The military people who suffered
damages were working during the accident that causes the inju-
ries. Five (46.6%) were uselessness in first degree.
Conclusion. The electrical burns are catastrophic, affecting
many anatomical structures. A high percentage of the military
people remain impaired with some disability degree. Management
of these patients is in a disciplinary way and according to other
institutions procedures.
Key words: Electrical burns, electrical current, and high voltage.
2. Daniel de Jesús Mariano-López
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Corriente eléctrica
Desde su introducción en el año de 1849, el uso comer-
cial de la energía eléctrica ha estado entre una de las más
peligrosas comodidades en nuestra sociedad. De acuerdo con
las estadísticas internacionales, 0.8-1% de las muertes tota-
les por accidentes son causadas por lesiones por corriente
eléctrica, con aproximadamente una cuarta parte debidas a
luz natural.1-3
En Estados Unidos, aproximadamente ocurren
1,000 muertes al año por lesiones por electricidad con un
rango de mortalidad entre 3 al 15%.1-3
Las lesiones eléctricas no son comunes y ocupan aproxi-
madamente de 3 a 4% de las admisiones en las unidades de
quemados. La mayoría de ellas están relacionadas con la ocu-
pación del individuo.3
Al menos dos terceras partes de los ac-
cidentes ocurren en gente entre las edades de 15 y 40 años.2,3
En la mayoría de los materiales, un número de electrones
está moviéndose libremente en forma aleatoria, caótica, hasta
que una fuerza aplicada los obliga a moverse en una dirección
a través de un alambre, lo cual se denomina Voltaje (V). Un
gran voltaje ejerce una gran fuerza, la cual mueve más elec-
trones a través del alambre en una unidad de tiempo. Voltajes
eléctricos de 1,000 V o menores son considerados bajo volta-
je, y por arriba de 1,000 V, alto voltaje; asimismo, los acci-
dentes por alta tensión ocurren comúnmente en un rango entre
7,200 a 19,000 V, pero pueden presentarse desde 100,000 a
1,000,000 V. El alto voltaje es generado en las plantas gene-
radoras de electricidad y es transformado a aproximadamente
120 V para los contactos de pared en las casas.3,4
La mano es el sitio más común de contacto con una fuen-
te de corriente eléctrica, aunque todos los músculos del bra-
zo pueden tetanizarse por un choque eléctrico, los flexores
de la mano y antebrazo son mucho más fuertes que los ex-
tensores, y es por ello que la mano se fija a la fuente de
energía.5,6
Efectos de la electricidad en el cuerpo
Los efectos de la electricidad en el cuerpo están determi-
nados por siete factores: (1) el tipo de corriente, (2) la canti-
dad de corriente, (3) paso de la corriente, (4) duración del
contacto, (5) área de contacto, (6) resistencia del cuerpo, y
(7) el voltaje.
En los accidentes por alto voltaje, usualmente las vícti-
mas no continúan sujetos al conductor. Con frecuencia son
lanzadas desde el circuito eléctrico y entonces adquieren le-
siones traumáticas (fracturas, hemorragia cerebral). La poca
frecuencia con la cual ocurren las contracciones musculares
sostenidas con lesiones por alto voltaje aparentemente se
deben a que el circuito se completa por arco antes de que la
víctima haga contacto.7, 8
Las quemaduras eléctricas por bajos voltajes involucran
casi exclusivamente las manos y la cavidad oral. Se reco-
mienda la hospitalización en ambos tipos de lesiones para
tratar los daños locales y monitorizar las secuelas sistémi-
cas. La principal causa de las quemaduras eléctricas por bajo
voltaje en la mano es consecuencia de cordones eléctricos
mal aislados. Una lesión de este tipo en la mano consiste en
una pequeña quemadura profunda que puede involucrar va-
sos, tendones y nervios, afectan una pequeña área de la mano
y pueden requerir amputación de un dedo.8, 9
El daño tisular está determinado principalmente por el vol-
taje. La ley de Ohm establece que la intensidad de la corriente
(amperaje) es directamente proporcional al potencial del flujo
(voltaje) e inversamente proporcional a la resistencia del con-
ductor, o sea, I = V/R. Otra ley física importante en los aspec-
tos clínicos de las quemaduras eléctricas es la ley de Joule, la
cual cuantifica el calor generado que es directamente propor-
cional a la resistencia del conductor y también al cuadrado del
voltaje o calor que equivale a 0.24V2
R. La resistencia está
determinada solamente por la naturaleza del conductor y su
longitud. Desde el punto de vista de los tejidos corporales, los
nervios y los vasos sanguíneos son excelentes conductores, el
músculo lo es menos, y la piel y el hueso son particularmente
resistentes al paso de la electricidad. Un incremento en la re-
sistencia al paso de la corriente eléctrica convertirá la energía
en calor o daño térmico, como se expresó en la ley de Joule.
No obstante que la resistencia es importante, el voltaje es ex-
ponencialmente más importante (el cuadrado del voltaje).8,9
La clasificación convencional de las lesiones eléctricas por
alta tensión son de 1,000 voltios o más. La supervivencia es
casi nula posterior al contacto con voltajes de 70,000 volts.9
Manejo quirúrgico del paciente quemado
La profundidad y el tamaño de la quemadura determinan
la intervención quirúrgica que será necesaria para este tipo
de pacientes. El uso de anestesia implica un gran riesgo para
el paciente. Por lo tanto, deben planearse perfectamente los
procedimientos quirúrgicos y limitarse al mínimo posible.
Los terapistas deben incluirse como parte del equipo de aten-
ción del paciente quemado, ya que pueden asistir al médico
en decisiones en cuanto a colgajos cutáneos prioritarios, in-
tervención en las articulaciones, posicionamiento postope-
ratorio y en elegir el momento oportuno para la liberación
de cicatrices. El objetivo fundamental del manejo quirúrgi-
co es preservar una superficie cutánea funcional, durable y
cosméticamente aceptable.10
Los procedimientos quirúrgicos del paciente quemado pue-
den ser divididos en tres fases: de resucitación y cuidados in-
mediatos, de cobertura de las heridas y reconstructiva.
La resucitación inicial, en términos de urgencias y acceso
venoso, no difiere de cualquier otro paciente con quemadu-
ras térmicas o trauma. Se deberá obtener una radiografía de
tórax y un ECG puede indicar alguna anormalidad en una
tercera parte de las quemaduras eléctricas por alta tensión.
La pronta resucitación del paciente con quemadura eléctrica
es la prioridad absoluta. Debido a la depleción de líquidos y
la mioglobulinuria, el riesgo de falla renal aguda es alto. La
piedra angular del tratamiento es una resucitación vigorosa
con líquidos. Las fórmulas estandarizadas usadas para el
paciente quemado no son aplicables al paciente con quema-
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duras eléctricas porque los requerimientos de líquidos son
sustancialmente más altos. La experiencia de varias institu-
ciones nos indica que para un porcentaje dado de área que-
mada de superficie corporal, es necesario aproximadamente
hasta 9 mL/kg por el porcentaje de superficie corporal que-
mada para adecuar la resucitación (más del doble del volu-
men para un paciente con quemaduras eléctricas).
Fase de cobertura de la herida
No todas las quemaduras eléctricas son verdaderas he-
ridas por alta tensión. Su magnitud no es necesariamente
un determinante absoluto del tipo de daño. Con frecuen-
cia, la víctima ha tenido un contacto tangencial con la fuen-
te de la corriente y se produce quemadura por flama como
resultado del arco, las ropas pueden también incendiarse.
Estas quemaduras por flama son abrasiones térmicas con
una mezcla de heridas de espesor totales y parciales sin
las características de entrada o salida. Las verdaderas
quemaduras eléctricas por alta tensión son de espesor to-
tal, están universalmente bien definidas y demarcadas, son
coriáceas en apariencia y a la palpación. La cobertura de
la quemadura puede ser tanto con sulfadiazina de plata
(Silvadene) o mefenamida (Sulfamylon) siendo preferida
la última por su marcada penetración en la escara.
Remoción de la quemadura
La remoción es el retirar el tejido no viable en el quirófa-
no con el paciente bajo anestesia. El objetivo de la remoción
temprana es resecar totalmente todo el tejido quemado no
viable utilizando un dermátomo, bisturí, escalpelo o electro-
cauterio. Los principales tipos de remoción son las escisio-
nes tangenciales (secuenciales) y las de espesor total. Las
escisiones tangenciales se realizan en quemaduras con pro-
fundidad de espesor parcial, después de las 48 horas y den-
tro de la primera semana posterior a la quemadura y consis-
ten en remover el tejido en capas secuenciales con base en
una dermis viable y usualmente una escisión de los estratos
profundos de la piel. Se utiliza un dermátomo habitual (de
Brown). La escisión de espesor total o escarectomía consiste
en remover tejido necrótico hasta encontrar tejido celular sub-
cutáneo o fascia. La remoción se realiza haciendo una inci-
sión en la interfase entre la piel normal y la escara. La incisión
se prolonga dentro de tejido viable debajo de la escara hasta
removerla en su totalidad.10
La viabilidad del músculo es juz-
gada por el color y la respuesta al estímulo con el electro-
cauterio, y no al sangrado. El sangrado de grandes vasos en
el músculo puede ser engañoso y no es indicativo de la ver-
dadera perfusión tisular. El cirujano debe ser particular-
mente agresivo en la exploración de necrosis profunda en
el periostio, focalizar su atención y no pasar por alto las
quemaduras por arco en las áreas de flexión de la extremi-
dad. Es recomendable sólo efectuar no más de 25% de re-
moción de área quemada por sesión. Desventajas adiciona-
les asociadas con la escarectomía incluyen grandes defectos
cosméticos y el riesgo de edema distal, daño nervioso y ex-
posición de estructuras vitales como paquetes vasculares,
tendones y/o articulaciones.10
La decisión de llevar a cabo
una remoción tangencial o la de espesor total depende del
cirujano y de su habilidad clínica para determinar la profun-
didad de la lesión.
Injertos cutáneos
Una vez que la escara es removida, el siguiente estadio
del manejo quirúrgico de un paciente quemado es la cober-
tura de la herida. Cuando ocurre un gran daño de espesor
total, o que una lesión de espesor parcial tome más de tres
semanas en sanar, se requieren autoinjertos. Un autoinjerto
consiste en remover piel desde un sitio donador y colocarlo
sobre una herida del mismo paciente.10
Los injertos cutáneos
son engrapados o suturados en su sitio y se dejan abiertos o
cubiertos con vestimentas secas o húmedas, dependiendo de
la preferencia del cirujano. El terapista desarrolla un progra-
ma de posicionamiento postoperatorio para el paciente, de
tal manera que las áreas injertadas permanezcan elongadas e
inmovilizadas hasta que ocurra la revascularización.10
El cie-
rre rápido de la herida es benéfico para minimizar el dolor y
la contractura, revertir el estado catabólico y acelerar la re-
habilitación. Como en todas las quemaduras, el soporte nu-
tricional y la terapia física activa son fundamentales.
Fase reconstructiva
Un gran número de procedimientos reconstructivos pue-
den ser requeridos por el paciente quemado. Los más frecuen-
temente utilizados se pueden englobar dentro de los siguien-
tes: Z-plastias, W-plastias o V-Y-plastias, cuya finalidad es la
de trasponer colgajos, cambiar de dirección una cicatriz y/o
elongarla. Se cuenta también con el uso de expansores tisula-
res y, por último, cirugía con colgajos ya sea locales, a distan-
cia o colgajos libres.10
La elección de cada alternativa de reconstrucción será
dictada por la experiencia del cirujano, así como por la mag-
nitud del defecto tisular y la región anatómica afectada.
Manejo no quirúrgico de las
secuelas por quemaduras eléctricas
Existen alternativas para el tratamiento de las secuelas
por quemaduras eléctricas, las cuales, según el caso, pueden
utilizarse aisladamente o de manera conjunta. Corresponde
a esta modalidad el uso de presoterapia (prendas de tensión-
compresión), el uso de esteroides intralesionales, colocación
de hidrocoloides, gel de silicón. La finalidad de su utiliza-
ción es primeramente mitigar el dolor y como ayuda en la
alineación de estructuras involucradas durante la cicatriza-
ción, con lo cual se logra disminuir la dimensión de la cica-
triz queloide y/o hipertrófica.
Un paciente que ha sufrido una gran quemadura requiere
una evaluación completa por un terapista. El establecimien-
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to de objetivos a corto y mediano plazos da al terapista un
programa sistematizado de rehabilitación. Finalmente, los
objetivos a largo plazo están encaminados a integrar nueva-
mente al paciente a la sociedad en condiciones óptimas tan-
to físicas como psicológicas.
Material y métodos
Se realizó un estudio retrospectivo observacional, reca-
bando de la libreta de ingresos de la Unidad de Quemados
del Hospital Central Militar a todos los pacientes con diag-
nóstico de ingreso por quemaduras generadas por corrien-
te eléctrica, en el periodo comprendido del 01 de junio de
1998 hasta el 01 de mayo de 2001 y, posteriormente, una
consulta en el Archivo Clínico del Hospital Central Mili-
tar, haciendo una búsqueda de los expedientes clínicos de
los citados pacientes, anotando: fecha de ingreso, nombre y
matrícula, edad, sexo, situación (militar en el activo, militar
retirado, derechohabientes, civil), diagnóstico de ingreso,
fecha de egreso, días de estancia en la Unidad de Quemados,
motivo del alta, porcentaje de superficie corporal total afec-
tada, grado de la misma, sitio anatómico de entrada y de
salida de la corriente eléctrica, actividad que realizaba al
momento de la lesión, manejo quirúrgico empleado, resulta-
dos estéticos y funcionales de las lesiones, y al personal mi-
litar en el activo: grado de utilidad o inutilidad. Dichos datos
fueron recolectados en una hoja de cálculo de Excel.
Resultados
La Unidad de Quemados adscrita al Servicio de Cirugía
Plástica y Reconstructiva del Hospital Central Militar, fue
creada por el Servicio de Sanidad en el mes de junio de
1998 con la finalidad de manejar, de manera integral, al
paciente con quemaduras por diversas causas, tanto a mili-
tares como a sus derechohabientes y civiles.
La Unidad de Quemados cuenta con personal médico y
de enfermería capacitado específicamente en el tratamiento
del paciente quemado.
Desde su apertura en el mes de junio de 1998 y hasta el
31 de mayo del año 2001, a dicha Unidad han ingresado un
total de 136 pacientes con quemaduras producidas por di-
versos agentes etiológicos, 94 (69%) de los cuales fueron
del sexo masculino y 42 (31%) del sexo femenino, con di-
versos porcentajes de superficie corporal total afectada y
grados de la misma. De los pacientes ingresados, 31 (22.8%)
fueron militares en el activo, 13 (9.5%) militares retirados,
79 (58.2%) derechohabientes y 13 (9.5%) civiles.
En el citado periodo fueron admitidos un total de 20
pacientes con quemaduras producidas por corriente eléc-
trica. Es decir, 14.8% del total de ingresos, de los cuales
17 (85%) fueron hombres y tres (15%) mujeres, 11 (55%)
fueron militares en el activo, cinco (25%) fueron civiles y
cuatro (20%) derechohabientes, todos ellos oscilando en-
tre las edades de 13 a 74 años de edad, con un promedio de
30.1 años de edad, enfatizando que 14 (70%) de los pa-
cientes, quedó en el rango de edad entre 15 y 40 años, cua-
tro (20%) fueron mayores de 40 años y dos (10%) menores
de 15 años, con quemaduras asociadas por flama formada
por el arco eléctrico que correspondieron a las de segundo
grado de profundidad, que oscilaron entre el < 1% y 49% de
superficie corporal total con un promedio de 15.7% de su-
perficie corporal total afectada.
La estancia hospitalaria en la Unidad de Quemados estu-
vo entre el rango de 2 a 49 días, con un promedio de 15.6
días de estancia por paciente. Fueron egresados por mejoría
19 (95%) pacientes, y hubo solamente una defunción (5%)
por quemaduras de segundo y tercer grados que abarcaron
49% de superficie corporal total.
El sitio de entrada de la corriente eléctrica afectado con
mayor frecuencia fueron los miembros superiores presen-
tándose en 18 (90%) pacientes, uno (5%) fue en la cabeza y
uno (5%) en el tórax. La lesión por salida de la corriente
eléctrica afectó con mayor frecuencia los miembros inferio-
res en 18 (90%) de los pacientes, uno (5%) en tórax y sin
salida un (5%) paciente, y presentaron pérdida del estado de
conciencia 16 (65%) personas.
El tratamiento quirúrgico abarcó, en forma general, un
total de 79 procedimientos entre los que se encontraron 25
limpiezas quirúrgicas, 14 debridaciones de material necróti-
co en diversos sitios anatómicos. A todos los pacientes se
les aplicó sulfadiazina de plata (Sylvadene) excepto en las
lesiones faciales; se realizaron 17 escarectomías, 14 tomas y
aplicación de injertos de piel, tanto de espesor parcial como
total según la región anatómica involucrada; se requirió el
uso de fasciotomías solamente en tres pacientes por com-
promiso vascular distal en extremidades. Las amputaciones
se realizaron de la siguiente manera: una amputación a nivel
de tercio medio del fémur, otro paciente fue amputado a ni-
vel de ortejos, otro a nivel infracondíleo, por último y el más
severo fue un paciente al que hubo de amputarse hasta el
tercio medio de ambos antebrazos. Se efectuaron seis colga-
jos de diferentes tipos. Todos están actualmente con preso-
terapia y 60% de ellos combina las diferentes modalidades
de manejo no quirúrgico de las secuelas. Se dio apoyo a ni-
vel psiquiátrico a los pacientes que sufrieron amputaciones,
encontrándose con mayor frecuencia trastornos depresivos
leves a moderados y presencia de duelo no elaborado.
Conclusiones
En relación con el número de pacientes que ingresan a
una Unidad de Quemados, específicamente por corriente
eléctrica, se tiene reportado que equivale aproximadamen-
te de 3 a 4% de las admisiones totales por las múltiples
causas de acuerdo con lo descrito por Edlich y Cooper.1-3
El porcentaje de admisión en este trabajo correspondió a
14.8% existiendo una diferencia marcada con lo descrito
anteriormente. Tal consideración pudiera estar relaciona-
da con las actividades de gran riesgo realizadas principal-
mente por el personal militar que corresponde a la mayoría
de ingresos de pacientes con quemaduras eléctricas.
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Como está reportado, el rango de edades con que mayor
frecuencia se ven este tipo de quemaduras ocurren en perso-
nas entre las edades de 15 y 40 años,2,3
acorde con lo encon-
trado en nuestro estudio.
La profundidad y el tamaño de la quemadura determina-
ron la intervención quirúrgica que fue necesaria para este
tipo de pacientes, prevaleciendo los injertos de piel de espe-
sor parcial y/o total en cuanto a las condiciones del lecho
receptor lo permitieron.
En relación con el sitio de contacto más común con la
corriente eléctrica (sitio de entrada) correspondió a las ex-
tremidades superiores (la mano) acorde con lo reportado por
Cooper.5,6
Todos los pacientes que ingresaron a este hospital se so-
metieron, desde ese momento, al tratamiento instituido por
el Servicio de Cirugía Reconstructiva. Durante la fase de
reanimación se les proporcionaron los líquidos necesarios,
siendo la solución de Ringer-lactato como primera elección,
solución aceptada por otras instituciones que manejan pa-
cientes con quemaduras especialmente por electricidad.3
Con respecto a la mortalidad observada en este estu-
dio, la cual fue de 5%, igualmente está equiparable a lo
documentado por instituciones estadounidenses,1-3
no obs-
tante, el volumen de pacientes relativamente menor reca-
bados en el trabajo.
La amputación de alguna o más extremidades fue un resul-
tado común y penoso, requiriendo un manejo agresivo, plan
de descompresión, debridación y cierre temprano, dando como
resultado una pérdida de la funcionalidad de la mano o la ex-
tremidad11-13
y, por consiguiente, la baja del Instituto armado
de los pacientes que resultaron con un grado importante de
inutilidad como consecuencia de las secuelas presentadas.
Reconocemos que este tipo de lesiones pueden ser evi-
tadas. El abordaje más efectivo para reducir los costos de
atención médica en este rubro es prevenir enfermedades y
lesiones. La educación y concientización del personal es
primordial, haciendo énfasis en la prevención, ya que pue-
de reducir el número de personas afectadas por este tipo de
agente así como la mortalidad. Se recomiendan cambios en
la conducta ocupacional, específicamente del personal mi-
litar activo, a través del diseño de programas de preven-
ción por parte de médicos y personal de enfermería para
esta población, ya que es considerada como de alto riesgo
para sufrir estos accidentes.
Las lesiones por corriente eléctrica son catastróficas, con
compromiso múltiple de diversas estructuras anatómicas. Las
amputaciones son un procedimiento no poco común en el
paciente afectado y genera estancias intrahospitalarias pro-
longadas pudiendo cursar con morbilidad importante a largo
plazo.
Se ha mencionado con anterioridad que la profundidad y
el tamaño de la quemadura son factores determinantes para
la intervención quirúrgica que será necesaria para este tipo
de pacientes. El uso de anestesia genera riesgo potencial para
el paciente. Por lo que serán planificados cuidadosamente
los procedimientos quirúrgicos y limitarse de ser posible.
También se especificó que los procedimientos quirúrgicos
del paciente quemado pueden ser divididos en tres fases: re-
sucitación, cobertura de las heridas y reconstructiva. Los
sobrevivientes de las quemaduras por corriente eléctrica
pueden presentar múltiples complicaciones y requieren cui-
dados en cuanto a rehabilitación. Como en todas las que-
maduras, la intervención temprana debe iniciarse en el es-
tadio agudo. Se debe involucrar al paciente en su propio
programa planeando una serie de metas. Esta acción ase-
gura la elaboración de un programa específico hacia pa-
ciente y crea una atmósfera en la cual desempeña un papel
activo en su propia evolución.
En la Unidad de Quemados del Hospital Central Militar,
desde su apertura, 14.8% de los ingresos totales han sido pa-
cientes con quemaduras producidas por este agente, militares
en el activo, jóvenes y por accidentes ocurridos en actos del
servicio. La mortalidad en este grupo de pacientes concuerda
con los descritos en la literatura internacional, es decir: 5%.
El manejo de estos pacientes ha incluido tratamientos radica-
les por parte del Servicio de Cirugía Plástica y Reconstructiva
y, además la intervención fundamental de los Servicios de
Medicina Física y Rehabilitación, Psiquiatría, Intensivistas con
conocimientos en el manejo del paciente quemado a fin de
reintegrarlos a su vida personal, familiar y social, superando
con ello las secuelas incapacitantes producidas por amputa-
ciones de una o más extremidades.
Los problemas que pueden presentarse a largo plazo son
desde trastornos del sueño, ataques de ansiedad, síndromes
dolorosos, hasta daño neuronal periférico, y daño neurológi-
co y neurofisiológico.
Una conclusión de este trabajo es que en el manejo de
este tipo de pacientes con quemaduras eléctricas se están
llevando en nuestro medio de manera interdisciplinaria ade-
cuada y a la par de otras instituciones, siendo el Servicio de
Cirugía Plástica y Reconstructiva el principalmente involu-
crado en el tratamiento.
Se deja abierto el presente trabajo para darle continuidad
y tratar de mejorar la atención de los pacientes con quema-
duras por corriente eléctrica.
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