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CARLOS REYNOSO
Universidad de Buerws Aires
El surgimiento de la antropologfa posmodema es, en sentido estricto, un
proceso de transformacion experimentado pol' una de las tantas corrientes in-
temas de la disciplina, la llamada antropologfa interpretativa. Tras una fase ti-
bia de "antropologfa simb61ica" en las decadas de 1960 y 1970, y luego de un
falso arranque bajo las banderas de la fenomenologfa (demasiado escolasticas,
trascendentales y solemnes para los tiempos que corren), los interpretativos
hallaron en un posmodemismo que algunos reputaran predigerido y fragmen-
tario su marco de referencia mas afln. A despecho de la naturalidad con la que
los posmodernos asumen su propia transicion en el relevo de las modas, la po-
lemica que se ha desarrollado en tomo del movimiento es una de las mas ten-
sas y clelicadas de la histori3 disciplinar; no hay mas que asomarse alas
revistas antropo16gicas recientes: sucede casi como si todo otro tema hubiera
sido postergado en espera de su resolucion.
Digamoslo enseguida con otros matices y adoptando otro angulo de mira.
Despues de algunos anos en que no se pudo hablar a ciencia cieI1a de ningun
paradigma dominante, la antropologfa mundial ha sido ganadapor 10que pare-
ceria ser una nueva moda intelectual que responde alas premisas del posmo-
demismo. Desplegaremos mas adelante la caracterizacion de los aspectos mas
puramente antropologicos de este movimiento, es decir, la obligada semblanza
de la antropologfa posmoderna. Primero corresponde caracterizar el posmoder-
nismo en sent.ido amplio, como movimiento intelectual generico, en el cual se
inspira -'--en teoria- la antropologfa que lleva su nombre.
Hay que hacer, eso sf, una salvedad, pues algunas facetas de la cuestion
han sido fatigadas en exceso y las not.as que siguen no quisieran ser redundan-
tes. La avent.ura del posmodernismo se puede contar siguiendo innumerables
t.rayectorias, variadament.e validas; la forma que aqui elegimos apunt.a a resal-
t.ar cieI1as Hneas (las que conciemen alas ciencias sociales) en det.rimento de
ot.ras (las que tienen que vel', pol' ejemplo, con la lit.erat.ura, la filosofla y el ar-
t.e), que acostumbran ser mucho mas cOIiocidas. Examinemos ahora el posmo-
demismo en general subrayando los aspectos que se refieren a nuestra
disciplina especlfica, echando sobre el una mirada antropologica; y hacia el
fondo del articulo int.ent.aremos mostrar de que manera los ideales del posmo-
demismo como filosofla de una epoca se han reformulado en t.erminos de una
concepcion de la antropologfa, de su objet.o y de sus practicantes.
cialmente uno. Una cosa es segura: la clase obrera industrial -contabiliza
Bell- esta disminuyendo en numero, y su importancia en la economfa de
los pafses mas avanzados tiende a ser marginal. Ni hablar del campesinado.
Es diffcil que el futuro presencie la "dictadura del proletariado" cuando el
proletariado, como qui era que se 10 defina, se muestra en trance de desapa-
ricion.
En el discurso de Bellia construccion del objeto evoca las grandes confi-
guraciones parsonsianas, similares a las que se encuentran en la base de cier-
tas vertientes de la antropologfa simb6lica. A su juicio, la sociedad se puede
dividir en tres Rmbitos: la estructura social, la polftica y la cultura. La estruc-
tura social comprende la economfa, la tecnologfa y el sistema de trabajo. La
polftica regula la distribucion del poder. La cultura es el reino del simbolismo
expresivo y de los significados. Una de las transformaciones basic as que se es-
tan produciendo concieme a la burocratizacion creciente de la ciencia y a la
::specializacion del trabajo intelectual en parcelas muy pequeiias. Ademas,
como la sociedad postindustrial aumenta la importancia del componente
tecnico del conocimiento, obliga a los cientfficos, ingenieros y tecnocratas
a competir con los polfticos 0 a convertirse en sus aliados. A vista de paja-
ro, conviene distinguir cinco dimensiones a 10 largo de las cuales se esta
manifestando el cambio:
De 10 que no cabe ni sombra de duda es de que el termino "posmoder-
nismo" (igual que "postestructuralista") se origina en los Estados Unidos; en
sus inicios, parece haberse acuiiado a prop6sito de cierto giro paradigmatico
ocurrido en el seno de las tendencias intemas de la arquitectura, en la que se
comenzo a poner en tela de juicio el concepto de vanguardia. Pero la idea de
una condicion "posmoderna" tiene una gestacion compleja: arbitrariamente
comenzaremos pOl'los postulados de Bell, aunque dejando constar que (dado
que 10 que se analiza es un movimiento de convergencia) el punto de partida
podria haber sido cualquier otro.
En 1973 Daniel Bell publico un extenso libro de prognosis social, a ca-
ballo entre la economfa, la ciencia polftica y la sociologfa, en el que anunciaba
el advenimiento inminente de la sociedad postindustrial. Esta modalidad so-
cietaria involucraria primordialmente no tanto un cambio en la infraestructura,
sino una metamorfosis de fondo en toda la estructura social. Los procesos que
permiten diagnosticar esta transformacion, segiln Bell, se encuentran mas
avanzados en los Estados Unidos que en cualquier otro pafs.
EI libro de Bell no es el primero en llamar la atencion sobre el particu-
lar, pero sf 10 es en alcanzar amplia difusion. Como siempre, han surgido que-
rellas poria precedencia: Bell asegura que el introdujo el concepto de
sociedad postindustrial ya en 1962, 10 que a la escala de esta especie de neo-
sociologfa es fecha temprana; posteriormente descubrio que un socialista in-
gles (Althur Penty) ya habfa utilizado la palabra en 1917 para referirse a una
sociedad artesanal del futuro, descentralizada y que ennoblecfa el trabajo, con-
traria al "estado de ocio" que anunciaban otros futuristas. Bell admite que
otros nombres Ie hubieran cabido igual: "s.ociedad del conocimiento", "socie-
dad de la informacion" 0 "sociedad profesional". Pero en aquel entonces,
cuando acuiio el termino, se encontraba bajo la influencia de Ralf Dahrendorf,
quien habfa hablado de la "sociedad poscapitalista". La sugerencia de que al-
go tan dominante como la industria 0 el capitalismo estuvieran en retirada era
peculiarmente desafiante e invitaba al desciframiento de signos; yen esa fas-
cinacion consistio el exito de un prefijo que no haria mas que extenderse des-
de entonces.
EI argumento global estructurado pol' Bell es simple, aunque la argu-
mentacion sea espaciosa: el maximo detalle en los segmentos, la maxima sim-
plicidad en el conjunto. Dice Bell que la sociedad occidental esta en camino
de un gran cambio historico en el que las relaciones sociales (que se asenta ..
ban en la propiedad), las estructuras de poder existentes (centrada en elites re-
ducidas) y la cultura burguesa (centrada en la represion y en la renuncia a la
gratificacion) se desgastan rapidamente. Las Fuentes del cataclismO' son cientf-
ficas y tecnologicas, pero tambien culturales. La cultura ha obtenido autono-
mra en la sociedad de Occidente. En parte es pol' ello que no esta para nada
claro cuales habran de ser las formas de esta nueva sociedad.
lCuales son, sin embargo, los signos de la transformacion? veamos ini-
1. Sector economico: el cambio de una economia productora de mercan-
C£asa otra productora de servicios. Colin Clark, hacia 1940, habfa dividido la
economfa en los sectores primario (agricultura), secundario (manufactura, in-
dustria) y terciario (servicios). En el mundo no occidental, la importancia del
sector primario es aun abrumadora (70% de la fuerza de trabajo); en los Esta-
dos Unidos la proporcion es la inversa. Pero nose trata de cualquier servicio,
sino de servicios relacionados con Rmbitos especfficos: educacion, investiga-
cion y gobiemo. Estos servicios involucran un nuevo tipo de tecnologfa y una
nueva intelectualidad.
2. Dis.tribucion ocupacionaL: Lapreeminencia de La clases projesionaLes y
tecnicas,/ A todas luces, estan desapareciendo los blue-collars (los trabajadores
de mam~luco) en beneficio de los white-collars (Ios tI:abajadores de saco y cor-
bata). Mientras la tasa de crecimiento de la clase profesional y tecnica en ge-
neral ha sido el doble de la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo, la de
los cientfficos e ingenieros ha sido el triple de la tasa de la poblacion trabaja-
dora en su conjunto. --
3. Principio axial: la centralidad del aesarrollo teorico como fuente de in-
novacion y jormulaciOn pol£tica de la sociedad. Las relaciones entre la ciencia
y la tecnologfa estan cambiando. Casi todas las grandes indus trias que hoy
existen (siderurgia, energfa electric a, telefono, automovil, aviacion) ya habfan
surgido a fines del siglo XIX, pol' obra de inveptores, chapuceros inspirados y
hombres practicos que no posefan mayor conocimiento teorico. Pero la evolu-
c~on ulterior d~Ia electricidad en electronica y otros desarrollos semejantes
solo fueron poslhles cuando la,evolucion tecnoI6mca se fund' I' .
. , I I ,.,,: 0- 0 en a mveshga-
CIO~y e. y ane~mIento t~onco.!La ideologfa de las corporaciones hacia Ill.in-
veshgaclOn ha Ido camblandocon el tiempo: el paradigma de I .,
d h b .d US S . a corporaClOn
pue e a er Sl 0 teel en el primer tercio del siglo, la' General Motors en
el segImdo y Ill.IBM en el tercero.
~~~rientacionfutura: el control de la tecnolog£a y de Lascontribuciones
t~cnologzcas. Hasta h~~e p~o las nuevas tecnologfas simplemente se introdu-
~Ian, prestando atenclOn solo a los efectos primarios: el motor de combustion
mte~~, .el aerosol, los detergentes. Es posihle que en el futuro se preste mas
atenclOn al control de la tecnologfa, 0 que se desarrollen nuevas tecnolo 'as
para reparar el efecto pemicioso de las precedentes. gI
5. Toma de decision: la creacion de una nueva "tecnolog£a intelectu l"
Las estructuras de todos los ordenes de Ill.nueva sociedad pertenecen I 'mb
a
.'
t d I" I "d d . " a a 1-
o e ~ c.o~p eJI a orgamzada, que funciona de una manera hasicamente
con~ramtuztlVa:En el siglo XIX todo se movfa aun conforme a dos variables:
capIt~1 ~ trahaJo, oferta y demanda. Desde 1940 ha florecido todo un campo
espeClahzado que se ocupa de la complejidad: teorfa de Ill.informacion ciber
netic a, teorfa de la decision. Para resolver los nuevos tipos de calcul 'h -
faIt ,. 'd os acen
d a maqumas mas po erosas, en relacion directa con Ill.complejidad y canti-
dad de proble~as a tr~tar. ~a inteligencia no puede apropiarse directamente
e todas las vanables slmultanemente en juego.
. Las comp~ejas teorfas en t?mo de la toma de decisiones tecnicas en un
sIstema complejo se pueden eshmar como Ill.contrapartida de las ideol ' .
a 'II f d I 'I ul . oglas.
que as. son. ~to e ca coy henen una funcion instrumental; estas son fru-
to de la mtmclOn y ~seen una funcion expresiva. De allf que se haya procla-
mado El fin de Las zdeolog£asen un libro del propio Daniel Bell (1960). EI
problema fundamental de Ill. sociedad postindustrial tal vez sea -s '
Bell- el de conciliar Ill.direccion anti-institucional de Ill.cultura c legun
t t 'al d' . 'da ' on . a es-
ruc ura SOCI ,lflgI yor ~flentaciones tecnocraticas y economicistas.
Esto ha sldo, en smteslS, Iiicaracterizacion que hace Bell de un t'
d . d d nuevo 1-
po e socle a que se encuentra en trance avanzado de formacion' Bell .
be d d' , eSCfl-
es e una postu~a amblgIIa, que ha ·sido descrita como neomarxista por
algunos y como neohberal por otros. Llamativamente, aunque Bell promueve
un nuevo concepto sobre Ill.articulacion de Ill.realidad social y aunque en
obra h 00 I' ' ' su
ay co~ponentes met 0 OgIcos que no siempre se encuentran en el dis-
curso de los mtelectuales, su influencia directa y explfcita en la antropologfa
~a d~ ~er escasa: O~r~s autores sacaran de este panorama las conclusiones
fllosoflCas y soclOlog~ca~ que han sentado las bases del posmodernismo; y
e~ de. ~llos, tortuosa, mduectamente, de quienes la antropologfa tomara ins-
puaClOn.
La caracterizacion que Bell hace de Ill.sociedad postindustrial pronto re-
percute en otros ordenes, junto con otras formulaciones semejantes. Ideas pa-
recidas muy pronto estan en el aire y Ill.intelectualidad se concentra alrededor
de un puiiado de'motivos conductores. Gianni Vattimo, un filosofq italiano que
esta entre los primeros que se han definido como posmodemos, realiza a fines
de la decada de 1970 una apologfa del nihilismo y una celebracion de la
muerte del pensamiento hmnanista, acordes con Ill.idea de que estamos en
una nueva clase de sociedad, experimentando una condicion diferente. EI pro.,.
ceso referido es el mismo, pero mientras Bell subraya las transformaciones
de Ill.infraestructura, Vattimo se concentra en las rupturas que ocurren en
el saber.
Los referentes de Vattimo son, en Ultima instancia, Heidegger y Nietzs-
che. Uno y otro -dice Vattimo- pusieron radicalmente en tela de juicio la
herencia del pensamiento europeo, aunque se negaron a proponer una "supe-
racion" crftica, pues ella habrfa significado seguir prisioneros de Ill.logica del
desarrollo, propia de ese pensamiento. La modernidad se puede caracterizar,
en efecto, como una forma de pensamiento dominada por Ill.idea de una histo-
ria del pensamiento, entendida como progresiva "ilmninacion" que se desarro-
lla mediante una apropiacion cada vez mas plena de los "fundamentos". La
modernidad se caracteriza a veces como Ill."epoca de la historia", en contraste
con la mentalidad anti gull.0 primitiva, dominada por una idea naturalista y cf-
clica del curso de las cosas.
Pero si Ill.posmodernidad implica una superacion de esta idea, lno se es-
ta incurriendo en la misma falacia? Decir que estamos en un momento ulterior
respecto de Ill.modernidad y asignar a este hecho un significado decisivo pre-
supone aceptar 10que mas especfficamente caracteriza el punto de vista de Ill.
modernidad: Ill.idea de historia con todos sus corolarios, el concepto de pro-
greso y el de superacion. Para Vattimo, esta sena una objecion vacfa e incon-
sistente, caractenstica de 108juicios puramente fornIales. En la posmodernidad
las categorfas de 10 nuevo y de Ill.superacion ya no tienen vigencia. Lo posmo- ,
demo no 8010 se caracteriza como novedad con respecto a 10 modemo, sino'
tamhien como disolucion de Ill.categorfa de 10 nuevo, como experiencia del
"fin de lit historia", Ill.cual no se representa, por lo'tanto, como una etapa su-
perior de Ill.historia misma.
La historia ha terminado porque Ill. idea de una historia como proceso
unitario ya no es convincente; en Ill.existencia concreta se instauran condicio-
nes efectivas (Ill.amenaza nuclear pnmero que nada, yen segundo lugar los
sistemas de informacion), que Ie confieren una especie de inmovilidad histori-
ca. Fuera de elaboraciones periodfsticas como las de Fukuyama, que han he-
cho estallar el escandalo, hallaremos ecos de Vattimo en el antrop6logo
Crapanzano, cuando este considere fracasada una etnograffa interpretativa solo
por el hecho de ya no ser convincente, y sobre todo en Stephen Tyler, quien consi-
derara en proceso de extincion justa 108ohjetos y fenomenos mas proliferantes.
Decfamosque antes de Vattimo, los pensadores que echaron las bases de
la no-historicidad han sido Nietzche y Heidegger, a quienesaquel recupera
por espasmos, por jirones de textualidad. El desarrollo de sus ideas --dice--
permitini superar las sospechas de que 10posmodemo es meramente una mo-
da entre otras. La posmodemidad es un discurso legftimo, porque 10que mejor
describe la experiencia que tenemos de la actual sociedad occidental parece
ser la categorfa de posthistoria. Esta fue introducida en la terminologfa cultu-
ral por el antrop6logofilosoficoArnold Gehlen, quien figura tambien entre los
precursores de Berger y Luckmann. Para Gehlen, el concepto de poshistoria
implica la condicion en la cual el "progreso se convierte en rutina": la "nove-
dad" ya no, tiene nada de revolucionario ni de renovador, es simplemente
aquello que permite que Ias cosas marchen siempre de la misma manera. El
desarrollo de la tecnica ha secularizado, vulgarizado, vaciado, la idea de pro-
greso. El ideal de progreso es algo vacfo, pues consiste en las condiciones en
que sera posible un nuevo progreso, y asf hasta el infinito. Frente a este estado
de cosas, 10 6nico que cabe es el nihilismo, y Vattimo realiza una prolija y
exaltada reivindicacion de esta filosoffa desmovilizadora por definicion. La
historia (afirman los nihilistas) carece de sentido; 10que ellos piensan sobre la
posibilidad y la necesidad de transformarla es desde ahora imaginable.
La incidencia indirecta de Vattimo en la antropologfa (ecos de.ideas en
expansion, reflejados tal vez a partir de otros intelectuales en el campo de una
intertextualidad enredada) arroja menos interes que la lectura que ha hecho el
filosofode la antropologfacomo ciencia, lectura restringida a un libro de Remo
Guidieri y .a un artfculo ignoto de America ind£gena. Vattimo descree de la
eventual fusion de antropologfa y hermeneutica, y aparentemente desconoce
que ese maridaje ya se materializo: a la antropologfa como descripci6n cientl-
fica de las constantes de la cultura, profundamente condicionada por la idea
metaffsica de ciencia, no se Ie puede oponer -asevera- el ideal de una an-
tropologfacomo lugar del encuentro autentico con el otro. Cualquiera haya si-.
do el exito de sus otros vaticinios (los posmodemos son dados a augurar), el
caracter unanimemente interpretativo de la antropologfa posmodema no hace
mas que desmentir las prohibiciones del fil6sofo.
A esta altura debe caer de suyo que no pretendemos construir la historia
del posmodernismo. Pero toda sfntesis serfa incompleta si no seiialara algunos
de sus precedentes mas notorios. En los primeros tiempos, cuando s610unos
pocos hablaban de posmodemismo, la vanguardia intelectual estaba rerre-

sentada por un puiiado de pensadores franceses, mas 0 menos estrechamente
relacion~dos con Tel Quel, que escribfan en 10que podrfamos caracterizar co-
mo un dialecto del frances de Pans con rotundas inflexiones lacanianas. La
unidad de ese movimiento, sumamente laxo como tal, era en efecto mas bien
estilfstica, 0 por 10menos mas estilfstica que ideologica 0 metodol6gica.
,/ Despues Frank Lentricchia llam6 a ese movimiento postestructuralismo,
y unanimemente se reconocio en el a una especie de vanguardia del pensa-
miento posmodemo. Con.los postestructuralistas surge una nueva clase de in-
. telectual institucionalizada. La que comenz6 siendo, tal vez, una especie de
, extensi6n de la crftica literaria hacia los dominios de la filosoffa,acab6 convir-
tiendose en una practica que habrfa de decretar (entre otras cosas) la crisis de
la raz6n y de la ciencia.
El inventario de los postestructuralistas varia segUnla 6ptica de los dis-
tintos autores, pero todo el mundo reconoce a Foucault como uno de los orien-
tadores principales. Lo que pueda haber escrito concretamente Foucault no
viene al caso en este preciso momento; baste decir que difundi6 un fuerte es-
cepticismo hacia ciertas categorfas analfticas de las ciencias sociales y de la
I
ciencia en general, resaltando la relatividad y el caracter construido de nocio-
nes aparentemente tan basicas como "enfermedad mental", "hombre", "po-
der" y "conocimiento". ~u relativismo, mas temporal que culturol6gico, habra
de realimentar y otorgar nuevo rigor a viejas corrientes de la antropologfa.
Una de las ideas centrales de Foucault es la de la arbitrariedad de las
epistemes (un termino que compendia, por asf decirlo, las connotaciones de

"concepci6n del mundo" y de "paradigma"). Cada una de ellas define no solo
los objetos mas importantes para cada epoca, sino que los construye: el "hom-
bre", por ejemplo, como problema filos6fico y como entidad sobre la que se
pudiera hablar, no existla hace algunos siglos,y probablementevuelvaa no existir
dentro de poco.Cada episteme define 10que es pensable y 10que no, y cada epis-
teme disfruta de coherencia intema y de una especie de autonomfa.De esta for-
ma, el pensamiento evolucionistade Darwintiene que ver mas con otras ideas y
premisas de su epoca que con la "biologfa"de los siglosprecedentes.
Foucault, fue, quiZ8s,el primer autor frances lefdo casi masivamente por
Ios antrop610gosnorteamericanos, con la posible excepci6n de .Levi-Strauss.
Sea como fuere, con el se inicia algo que no se habfa dado con mucha frecuen-
cia: que los pensadores franceses, caracterfsticos por sus profundos conoci-
mientos de filosoffa y por su erudici6n comparativamente enciclopedica,
comenzaran a ejercer influencia directa sobre la comunidad antropo16gicade
Ios Estados Unidos. Por primera vez, quiza, los antrop610gosnorteamericanos
exploraron literaturas de ensayo extranjeras ajenas a la disciplina. Cabe reeo-
nocer unas pocas excepciones a la escasa apertura de esos profesionales, y so-
bre todo una: Clifford Geertz, representado en esta compilaci6n por "Blurred
Genres"; por 10 demas, antes del advenimiento del posmodemismo, ni siquiera
los cientfficos sociales inclinados hacia la fenomenologfa acostumbraban leer
ensayos que no pertenecieran al mismo cfrculo de ideas filos6ficas que el que
ellos frecuentaban. Aunque Ia dominancia de su civilizaci6n tome artificioso
hablar de provincianismo, se percibe que los antrop61ogosnorteamericanos
modemos no eran, antes de asimilar a Foucault, genuinos cosmopolitas.
Tomemo,?nota de algunos signos tenues del influjo foucaultiano. En el
artfculo de Richard Shweder "La rebeli6n r01pantica de la antropologza contra
el iluminisT1W", que luego reproducimos, se encu.entra una referencia Ii la fa-
mosa clasificaci6n zoolOgica invent dB' "
de John Wilkhis" de Ot . . ~ .a por) orges (vease EI idioma analftico
, ras tnquvnczones . esa clasifi . ,
caslo extrem~ de arbitrariedad, categoria ti;ica de la cIl~aclO~ sedex
Ipone co~o
na . Ahora blen la cita de Bo ' enSlOn e 0 no-raclO_
. . ' rges no esta tomada de sus b I't . ,
slgmficativamente de Las palab !as d 0 ras I eranas, SInO
por este mismo texto de B ras y cos~ e Foucault, lID ensayo inspirado
Con los alios la infl~:~~~: r~este :tsmo
despliegue de arbitrariedad.
cana reciente se hizo enorme L e o~ca t sobre la antropologla norteameri_
el prolijo detalle de la carac;eri::~:~: t:asi~lado de. su obra no e~ tanto
marse la arqueologla del sabe (. epistemes m 10 que podna lIa-
toria siempre se escribe retro:p:t::~~~~t~rd:uperar el ~echo de que la his-
situando alas teorias a los libros I " 'fi sde un clerto punto de vista,
contrario, 10 que. se ha tornado y a ~tS
c~enh lcosdcomo protagonistas); por el
, mayon anamente e Fou ult '
van ante un poco ' f d d I ca no es sino una
d . d I mas re Ina a e relativismo que situa Ia "verd d" I
pen enCla e a multiplicidad de epistemes i d' I a en (e-
bre de verdades, todas ellas vaIidas. ..y a lsue ve en una muchedum-
Otro pensador frances que '
teamericana, incluso con mayor ;~~e~~ d
a
xenetrai en la intelectualidad nor-
ques Derrida, otrora cultor del m ;> un ~ a
b
que.e pr~~io Foucault, fue Jac-
aOlsmo. 0 re su IrrupclOn evoca Lentricchia:
En algun momento de principios de Ia decada de 1970
por dogmiilicode nueslro sueno fenomeno16ico d nos desperlamos del so-
nueva presencia se habfa asentado en nueS!i';' p<y~ra
,~rnos ~uenta de que una
Jacques Derrida. Con cierla brusqu d d . ImabmaclOncrflIca de vanguardia:
de a suplmos que a pesar de un b
e caraclerizaciones inconexas de 10 cont' ' . a uena suma
no algo que podrfa llamarse "posleslru I ra~~o,
n~~~rJo no:1 eSlruclura!ismo,si-
ca eslruclura!isla en Ias carreras inlel~~ra Ilsm~ .p camblOal rumbo y polemi-
GeoffreyHarIman, Edward Said y J hU~~slle aul de Man, J. Hillis Miller,
1960 fascinados or las ; osep I e --que eslaban en la decada de
(JVierthe New Cri~icism, ~~~~lr~~~.
de la fenomenologfa- revela loda la hisloria
Del calIej6n sin salida de la fenomenolo Ia (en ' .
perspectiva antropolO ica desde el g. este caso, hermeneutICa y
claras el artICulo de ~ichel A Pundtoddelvlstl~ del actor), nos habla alas
I gar, en on e os Igamento fi .
p ares (Gadam~r, Schutz) suplantan a la fundamentaci6n m:t::I~~as eJem-
postet~cturahsmo I.osmatices serian diferentes. Si Foucault infun~~' ~on el
tropo ogla norteamencana algunas ideas di D'd 0 a a an-
ciertos principios metodolO,,; spersas, ern a lleg6 a transferirle
d I
,,_cos, y antes que nada la tec . 1
e postestructuralismo primero y de I 't' od mca por exce encia
construccion (0 como reza el g I" adcn lca po~m erna despues: Ia des-
, a lClsmo, econstrucclon).
mo si ~r~~~:~:;er:;:~~~':ri::;~;;aahora se.suele decir "desconstruir", co-
quien enuncia el juicio el b' t ra una ruptura aun mas profunda entre
actividad crItica extendi~ ::u~~ 0 ~e sedi~ecul
sa, La desconstrucci6n es una
, 0 mas ra ca que Ia mera exposici6n de los
18
errores que puedan achacarse a los razonamientos de un determinado· autor.
En una desconstrucci6n se atacan y se des-sedimentan ya no las afirrnaciones
parciales, las hip6tesis espedficas 0 los errores de inferencia, sino las premi-
sas, los supuestos ocultos, las epistemes desde las cuales se habla, Ocasional-
mente, algunos autores demasiado exquisitos niegan que la desconstrucci6n
sea meramente un metodo negativo 0 siquiera un metodo, desautorizando Ia
interpretaci6n habitual de la desconstrucci6n como destrucci6n gratuita y es-
ceptica; aquI no necesitamos complicarnos en discusiones tan finas, porque al
fin y al cabo 10 que cuenta son mas las lecturas y los usos antropol6gicos del
concepto que Ias intenciones del mismo Derrida.
La mayor parte de los trabajos antropol6gicos desarrollados con el auspi-
cio del posmodernismo (por 10 menos en Ios Estados Unidos) son trabajos de
desconstrucci6n, como veremos· mas adelante: 10 que se desconstruye es, en
general, el marco global, la ciencia social convencional, la antropologfa ante-
rior al advenimiento del posmOdernismo. Toda una corriente de la antropoiogla
contemporanea funda su aporte en una prolija desconstrucci6n de la obra de
otros antrop610gos, a veces bajo el disfraz de un interes por los aspectos litera-
rios de la escritura etnografica.
Podemos decir que el creador del concepto proporcion6 el modelo de la
desconstrucci6n antropol6gica al refutar ciertas afirmaciones de Levi-Strauss a
prop6sito de Ia irrupci6n de Ia escritura entre los nambikwara. El texto que
cuestiona Derrida es un capItulo de Tristes tropicos, y el libro en que 10hace es
De LagramatoLog£a, de 1967. En este se realiza una afirmaci6n muy curiosa,
bastante trpica de la clase de razonamientos en que abundan los practicantes
del juego desconstructor. EI juego consiste en afirmar, como si fuera un impe-
rativo del metodo, algo que parece contrario a la raz6n, al senti do comun y a Ia
evidencia, 10que justifica que a veces (siguiendo a Geoffrey Hartman) se apli-
que a estas ideas el mote de "derridadalsmo": en este caso, 10 que declara De-
rrida es que la escritura es anterior al lengIIaje en todo sentido, tanto hist6rica
como 16gicamente. AIgIIDos exegetas aseguran que esta es una lectura superfi-
cial de 10que Derrida quiso decir en realidad; sea como fuere, es por 10menos
sospechoso que quienes 10interpretamos de este modo seamos tantos y que en
tantas paginas no se pueda clarificar 10que en realidad se quiere decir al usar
un terrnino que soporta el peso de un obvio significado preexistente.
EI truco de Denida consiste en que el sentido que otorga a la "escritura"
no es el sentido vulgar; parecerla ser que habla de ella en un sentido muy am-
plio, un sentido que comprende las marcaciones, el tatuaje sobre el cuerpo, la
inscripei6n, el trazado de un surco sobre Ia tierra, los espaciarnientos, la insa-
turabilidad de los contextos. Algo nmy exquisito, como se ve, un concepto nue-
vo, que iniciara la moda de que Ia claridad conceptual pase de moda y que
hara caer en saco roto las enselianzas de Peirce sobre la posibilidad infinita de
invenci6n conceptual. Desde afuera los exegetas se justificaran diciendo, por
ejemplo, qu~ las categorias de Derrida son catacreticas, y que si se expresa de
semejante manera es porque los conceptos comunes no son suficientes, porque
fallan palabras en ellenguaje como para que Derrida exprese las delicadas ar-
tieulaeiones de 10 que piensa. En todo easo, es imposible determinar que quie-
re signifiear Derricla con "escritura" y pol' que Ie resulta fundamental compro-
bar su prioridacl frente a una filosoffa clominante que concede clemasiada
importaneia allenguaje y que considera a la escritura derivativa, secundaria y
epifenomenica.
Perry Anderson ha afirmado que estos movimientos estan afectados pOI'
algo asf como una "desmesura dellenguaje". Pero la caracterizaci6n no es de-
masiado adecuada para referir las ideas de Derrida y sus peculiares planteos
discursivos. AI contrario: Derrida, sin demostrarlo cabalmente, considera que
el pensamiento occidental esta dominado pol' una postura logocentrica que, en
los estudios dellenguaje, se inicia probablemente con Saussure. Su reivindi-
caci6n de la escritura tiene para nosotros un interes especial, no s610 porque a
traves de ese eoncepto Derrida discuti6 tal 0 cual idea de Levi-Strauss, sino
porque la postura de Derrida anticipa gestos de uno de los extremistas de la
anttopologfa posmodema, quien tambien se plantea objetivos piramidales yex-
travagantes; si Derrida pretendla defenestrar allenguaje, Stephen Tyler protes-
t6 contra la excesiva prevalencia que "occidente" otorgaba a la visi6n pol'
encima de los otros sentidos. Curiosa reivindicaci6n, Hpica de las preocupa-
ciones de pens adores insertos en una intelectualidad decadente, obesa, huer-
fana de temas y prop6sitos mas apremiantes.
Se ha dpinado, con fundamento, que la discusi6n de Derrida sobre la in-
terpretaci6n de Levi-Strauss de cielta escena de escritura entre los nambikwa-
ra no constituye un modelo argumentativo clemasiado afortunado. Derrida Ie
endilga a Levi-Strauss su fonologismo, su denigraci6n 0 rebajamiento de la es-
critura, su apoteosis del lenguaje hablado. Luego Ie espeta dos objeciones: el
anecdotario de la famosa "escena de escritura" en el capHulo 28 de Tristes tro-
picos, y su teorfa segiin la cual el advenimiento de la escritura y el ejercicio
del poder estarfan ligados pOI' algiin nexo estructural, hist6rico, 16gico 0 fun-
cional. Siempre que surgi6 la escritura -recapitula Levi-Strauss- 10 hizo en
estados fuertemente jenirquicos, en teocracias urbanas, en donde era imperio-
so llevar un cuidadoso registro; ante sus propios ojos; un cacique nambikwara,
apenas intuida la utili dad burocratica de la escritura, fingi6 ante la mirada de
los suyos comunicarse con los blancos trazando rayas en un papel. La conso-
nancia estructural entre ambos sucesos Ie parece ostensible.
EI anecdotario levistraussiano, pol' cierto, es cuestionable: a Levi-Strauss
Ie llama la atenci6n que, al no tener un vocablo previsto para referirse a la es-
critura, los nambikwara expresen "escribir" mediante una pariifrasis que sig-
nifica "trazar llneas". Derrida sostiene que no hay nada llamativo en hacerlo,
ya que "escribir" significa exactamente eso en numerosas lenguas civilizadas,
frances incluido. La segunda discusi6n esta muy maillevada, y podemos afir-
mar taxativamente que para conducirla a su fin Derrida tiene incluso que
mentir:
pr6ximos a fonetizarse. EI caraeter masivo de esa informaci6n nos dispensa de in-
sistiI' (pag. 168).
Todo esto es inexacto: las culturas reportadas poria etnologfa como dota-
das de algiin rudimento de escritura son sumamente escasas, y todos los casos
conocidos son posteriores a la difusi6n de las practicas gramatograficas occi-
dentales. Un par de excepciones (Ia isla de Pascua, los indios cuna) no alcan-
zan a revertir la tendencia; ninguno de estos casos, ademas, deja de ser
dudoso, a menos que concedamos a la escritura una definici6n tan indefinida,
catacretica y oblicua como la que Ie otorga Derrida.
La mas importante que Derrida Ie legam a la antropologfa posmodema,
sin embargo, no son estas discusiones f4tiles sino el propio concepto de .des-
construcci6n, su oposici6n militante a los grandes sistemas de pensamwnto
consagrados en Occidente, a la metaffsica, a la ciencia, y sobre todo a la razon.
La desconstrucci6n fue, en su origen, un metodo para recursar y destruir argu-
mentativamente pero sin razonar, es decir, sin incurrir en los dictllmenes de la
argumentaci6n racional. Pero lc6mo es eso posible?
La justificaci6n de Derrida es bastante inveroslmil, y es obvio que su va-
lor (de tener alguno) es puramente formal: el desconstructor, segiin Derrida,
no razona, sino finge que finge bacerlo. La artimaiia es doble necesariamente,
porque debe ser efectiva. Si finjo matar no mato de verdad; pero si finjo fingir,
entonces sf. La estrategia de la desconstrucci6n --dice Derrida- es algo que
perrnite hablar cuando todo el discurso se ha consumado, cuando no hay nada
que decir. Permite razonar sin reconocer la primada de la raz6n, y ballar argu-
mentaciones "razonables" para abolirla.
EI Ultimo de los postestructuralistas que mencionaremos es Jean Baudri-
lIard. Este escrito comenz6 a hacerse conocer a fines de la decada de 1960, al
elaborar 10 que el bautiz6 con el nombre un tanto pomposo de "economfa poll-
tica del signo": el analisis crHico de ciertas orientaciones y rasgos semanticos
y simb6licos propios de la cultura burguesa, como ser el usa de Ios objetos 0 el
consumo. Mientras Derrida discuti6 fundamentalmente con Levi-Strauss, Bau-
drillard Ia emprendi6 mas bien contra la antropologla marxista francesa, y so-
bre todo contra Maurice Gadelier, uno de los representantes maximos del
marxismo estructural en antropologfa.
No seguiremos aquf cada uno de los caminos explorados pOI'Baudrillard,
desde su Sistema de los objetos 0 su Critica de la econom£a poUtica del signo a
sus Estrategias fatales 0 sus artfculos mas recientes, deslumbrados poria tee-
nologla norteamericana. Lo iinico que nos afecta es su influencia en la antro-
pologla posmodema, 0 en la antropologla interpretativa inmediatamente
anterior. Notemos, de paso, que la influencia de Baudrillard en la antropologla
simb6lica ha sido mas notoria que la que ejerci6 sobre la antropologla posmo-
dema' para esta Ultima el no constituye, de hecho, un referente de Ia misma
, .
estatura que un Foucault 0 un Derrida. •
La discusi6n de Bauclrillard con Gadelier, su refutaci6n aparente de los
Hoy la etnologfa -dice- nos ofrece informaciones masivas sobre escrituras que
han precedido al alfabeto, ot1'ossistemas de ese1'itu1'afonetica 0 sistemas muy
analisis marxistas de Ias sociedades primitivas, fueron el modelo en el que se
inspir6 el simholista norteamericano Marshall Sahlins para escrihir Cultura y
raz6n practica, de 1976, que no haee mucho se tradujo al espano!. Este es -re-
cor~mos- uno de Ios textos esenciales de Ia antropologi'a simh6Iica, y es
tamh1(~n
el que marca el punto mas extremo del reduccionismo cultural: el in-
tento de explicar todo en funci6n de Ia cultura, Ia cual se identifica con el sis-
tema simh6lico de imposici6n de significados.
Resumamos Ia postura de Baudrillard frente a Ia antropologfaecon6mica
en general, ya Ia antropologfamarxista en particular. Tanto para Baudrillal'd
como para Marshall Sahlins, el discurso marxista participa de los rasgos fun-
damentales del pensamiento hurgues. Para Baudrillard, concretamente, el
analisis econ6mico marxista comparte el mismo marco ideol6gico de la econo-
mfa polltica occidental y s610sirve, en consecuencia, para afrontar el'analisis
de determinado tipo de sociedad en determinado momento de Ia historia, En
este sentido, el marxismo en tanto filosofla hist6ricamente determinada esta-
rfa afectado p?r Ias mismas limitaciones que -POI' ejemplo- el psicoan'alisis,
el cual ostenslhlemente ha fracasado como analItica del pensamiento salvaje:
No hay modo de producci6n, ni pl'oducci6n, en las sociedades, primitivas. No hay
dialectica en las sociedades primitivas, no hay inconsciente en las sociedades pri-
mitivas. Estas categorfas s610 analizan a nuestras sociedades, regidas pOl'In eco-
nomfa paUtica (El espejo de la producci6n, 1983 [1973J: 47-48).
Baudrillard ofrece pasar a un nivel de analisis diferente que el de Ia eco-
nOmIapolltica, sujeta a un materialismo estrecho. Ese terreno es el de Ia criti-
ca metafisica del significante y del c6digo, una critica de Ia economfa polltica
del signo. Para 61,el marxismo es incapaz de proporcionar un analisis profun-
do de Ias sociedades primitivas, asf como es incapaz de trazar una perspectiva
revolucionaria que este verdaderamente mas alIa de Ia economfa polftica. EI
marxismo, segun esta 6ptica, "se encierra dialecticamente en 105atolladeros
del capital, asf como en el desconocimiento de 10simh6Iico".
La discusi6n de Baudrillard no aporta nada que Ios antrop6Iogosno su-
pieran, con excepci6n de una ironfa pedante que muchas veces hace ruido a
hueco, en un despliegue de un estilo de tomadura de pelo que Ie resta huena
parte de su utilidad argumentativa. AI efecto de Ia discusi6n de Ios alcances y
llmites de Ia categorizaci6n marxista ante el estudio de Ias sociedades primiti-
vas, Ia disputa entre sustantivistas y formalistas en antropologfaecon6mica Iu-
ce infinitamente mas interesante que estas diatrihas sin respiro. Lo que
Baudrillard afirma se ha dicho antes, y con mucha mayor profundidad, serie-
dad, riesgo polemico y fundamentos, en Ios ensayos de Ia facci6n sustantivista.
EI metodo de Baudrillard consiste en tomar fragmentos de afirmaciones
de Godelier y afirmar taxativamente que "no sirven", "son inutiles", "inefica-
"". 'hI" . d I I
ces 0 mservl es para compren er ta 0 cua aspecto de Ia sociedad primiti-
va. Quien husque demostraciones se vera defraudado, Los razonamientos de
Baudrillard son (igual que Ios de Sahlins) insanahlemente metonfmico.sy gi-
ran en torno de un supuesto que es en sf un verdadero e?s~Imo de magIa.con-
tagiosa: Ios conceptos marxistas fallan por haherse, ongI~~do en el nnsmo
contextoque el de los demas conceptos de Ia economla pohtIca, ~ saher, la so.
ciedad burguesa. Sohre los conceptos que utiliza el.propio Baudril~ard~ so~re
105que deherfan ser usados nada se dice, y del nnsmo modo se slienClan as
detenninaciones que pudieran sufrir Ias teorias que ofrecen Ios elementos de
jllicio empfricol>
contra el modelo marxista, 0 Ias razones por Ias cuales su pro-
io discurso se encnentra Iihre de toda coacci6n cont~x!ual.
p EI estilo de Baudrillard disemina metaforas chll'nantes ~n Ia condena de
toda busqueda objetiva, en un exhihicionismo e~ el q~~ eIllrmte entre Ia~~on-
/r
vicciones intimas y Is ironIa es J?Or
10menos dlf~so: La verd~d --escn e,n
Las estrategia.~
fatales- no hace mas que comphcsr Ias cosas . La fra~eologla
de Baudrillard es autoritaria: Ios contenidos de 105conceptos teol'l311coshdel
• .<' "t' porque se 10 aya
marxismo no sirven para cuhnr Ias prnctIcas pnml lvas, y no I '
demostl'lldoen funci6n del analisis de determinados datos 0 porque e~ a,gun
otro ensayo se haya demostrado Ia correcci6n de Ios argumentos metomnnco~,
sino pOlque Bauchmard asf 10proclama desde Ias .altur~~de. u~a ~Jedantena
que declina analizar t6cnicamente el estado de Ia dlS?USlOn
dl~cIP!mar,como
si 61volara por encima de la ciencia. En esta ~poteo~l,s
de Ia ~~tnba, el mar-
xismo esta automaticamente invalidado pol'estIpuiaclOndogmatIca,d~una ~-
ciologfa de conocimiento abismalmente ingenua a pesar de sus. mf ,as.. n
punto importante: la crItica de Baudrillard es estrictame~te .ne~atIva;~l e?(}~te
otra altemativa de analisis frente alas culturas agrafas m slqrnera la ~nsmua,
apade de parar a Marx sobre Ia caheza y mencionar profusamente Ios slmbolos.
EI posmodemismo no es un movimiento unit~rio.qu~ rec.on?zcaa unos
pocos codificadores. Se trata de una corriente muitItudinana, sl.nnlar a Ia del
estructuralismo y Ia semiologfa a fines de Ios anos 1960, que disfruta (pes~ a,
Ia ilusi6n de Vattimo) de todas Ias caracteristicas que siempre f~eron propl~s
de Ias modas intelectuales: Ia reiteraci6n de consignas, una cO~I?da sUJ?erfI-
cialidad analftica, la concentraci6n en tomo de unas poc~s !ematIcas reltera-
das hasta el hartazgo, la aeumulaci6n de supuestos y conVl,cc~ones
escasamen-
te discutidas, Ia transmisi6n y difusi6n pol' med!0s acade~l,cos (y antes que
d I· . . 1 d "humanfsticas") la sublta conversIOna sus dogmas
nn a as umverslCa es , . '1"
pol'paIte de casi toda Ia intelectuaUdad influyente, Ia concordancla ~sh ISh~a
de sus textos, las referencias cruzadas, Ia esquematizaci6n de Ia reahdad y a
l'edefinici6n de 105valores prioritarios. . .
Moda 0 no, 5i hay alguien en quien confluyan caSI todas Ias r~ferenclas,
ese es sin duda Jean-Frangois Lyotard. Este es el autor que ha defim?~?e ma-
nera mas c~teg6rica y expresiva 10que se ha .d??o en Hamar Ia condiClonpos-
modema. Sus textos esenciales son La condwwn posmodema (de 1986) y La
23
posTTWdemidad (explicada a LosniiWs) (1987); en los iiltimos meses se ha pu-
blicado La diferencia (mejor dicho El difererukJ), un texto mas barroco y deca-
dente que los ya nombrados, aunque en realidad es anterior (1983). Olvidado
ya, podemos evocar un texto que sefiala el misrp.operiplo que esta compilaci6n
dibuja, y que se refiere, reivindicandola, a Lafenomenolog£a (1959).
La caracterizaci6n de Lyotard de la condici6n posmodema es con mucho
la mas difundida, y la que esUilatente (por ejemplo) en las primeras elabora-
ciones antropol6gicas del asunto, durante el Seminario de Santa Fe, de 1984,
al que despues trataremos con mas detalle. La condici6n posmoderna es la
condici6n del saber en las sociedades mas desorrolladas. En la cultura de es-
tas sociedades han ocurrido enormes transforrnaciones, y la que analiza Lyo-
lard es en concreto la crisis de los relatos, el descredito que ha caldo sobre
ellos.
Lyotard no asume (como10hara Tyler en los Estados Unidos) una actitud
hostil hacia la ciencia, por 10menos no a priori. Lo que Ie preocupa de la cien-
cia no es que husque "algunas regularidades ntiles", sino que pretenda legiti-
marse a traves de un relato, de unaargumentaci6n relativa a sus fundamentos.
Richard Rorty ha dado cuerpo, en epistemologfa filos6fica, a Ia misma descon-
fianza. Cuando el discurso mediante el que se legitima l,Ulapractica es un
"gran relato'~ totalizador, como la dialectica del espIritu, la hermeneutica del
sentido 0 la emancipaci6n del hombre racional 0 del trabajador, se llama "mo-
dema" a Ia ciencia que recurre a esos argumentos para Iegitimarse.
Simplificando aI maximo, se llamaentonces posmodema a la increduli-
dad respecto de tales metarrelatos. Concomitante a la crisis de los metarrelatos
(que enseguida veremos en que se origina y en que, a su vez, se fundamenta)
es la crisis de la filosoffa metaffsica y de la instituci6n universalista que de-
pendIa de ella. Los componentes de la "funci6n narrativa" de 10srelatos legiti-
mantes se han dispersado. EI proyecto modemo e iluminista de la
emancipaci6n progresiva de 1.araz6n y la libertad esta liquidado, destruido.
Esto se puede expresar simh6licamente diciendo "Auschwitz": la barba-
rie nazi de los campos de exterminio es, para Lyotard, la prueba de la derrota
del proyecto de la raz6n. Ninguna explicaci6n, ning6n pensamiento, son capa-
ces de situar a Auschwitz en la Hnea que conduce a la "emancipaci6n" de la
humanidad y al progreso acumulativo de la racionalidad. En 10poHtico,la pos-
modernidad es tambien el fin del "pueblo" como rey y heroe de las historias.
Si no se puede creer ya en los relatos --dice Lyotard- menos se puede creer
aun en sus protagonistas. EI pueblo (y ya no solamente el proletariado) ha de-
saparecido del imaginario posmodemo como protagonista de In historia, la
cual tambien se ha esfumado como proceso mas 0 menos lineal, tendente ha-
cia alg6n fin; no se sabeau.n quicn sera el protagonista que 10suceda y el con-
texto temporal en que se situaran los acontecimientos, si es que se siente
alguns vez la necesidad de postular alguno.
La incidencia de Lyotard en la antropologfa posmoderna es palpable,
aunque escondida y flotante. Donde mas se percibe el influjo de su descon-
fianza hacia la legitimaci6n es en el cuestionamiento cliffordiano de la autori-
dad etnografica yen illl sentimiento de crisis disciplinar generalizado que tor-
na hoy en dIa diffcil embanderarse atras de una formulaci6n teoretica cual-
quiera. Como nunca antes, el tiempo esta maduro para el escepticismo.
Es imposible realizar una visi6n de conjunto del movimiento posmoder-
no sin hacer alguna referencia a Mijail Bajtfn. BajtIn fue 10que podrfamos lIa-
mar un crftico literario y un semi610goen el sentido que tiene en la Uni6n
Sovietica esa especializaci6nprofesional. AI igualque Propp, habia consegui-
do elaborar una serie de marcos de an8lisis y de conceptos que brindaban una
cierta cobertura semio16gica al pensamiento marxista, 0 quizas al reyes. La
concepci6n de Bajtfn, sin embargo, no pareci6 del todo ortodoxa al estalinis-
mo; se dice que sufri6 carcel, que fue perseguido, censurado y deportado a Si-
beria; de hecho en algu.n momento desapareci6 y nunca mas se supo de el
basta que hace algunos alios sus obras se filtraron a Occidente y comenz6 a ser
reivindicado en su pals. Corre el rumor de que algunas obras atribuidas a sus
discfpulos (y mas en concreto a Volosinov) son en realidad de BajtIn, aunque
este punto ha sido rebatido por soviet610gosbien informados.
Antes que nada, Bajtfn enfatiz6 el caracter no subjetivo e interactivodel
lenguaje y propuso pensar en el en terminos de situaciones discursivas especf-
ficas; para el no existfan palabras y frases neutras, monol6gicas, privadas: todo
esta cargado de intenciones y acentos. De alII se desprende todo un conjunto
de conceptos destinado a caracterizar aspectos del contexto y de la interacci6n
lingiiistica.
Un cronotopo, por ejemplo, denota una configuraci6n de indicadores es-
paciales y temporales en un escenario deficci6n en donde (y cuando) tienen
lugar ciertos acontecimientos. No se puede situar hist6ricamente un acontecer
sin recurrir implfcita 0 explfcitamente a cronotopos, que vendrfan a ser equi-
valentes espaciotemporales de 10que en antropoiogla lIamamos mas bien con-
textos. Seg6n James Clifford, Levi-Strauss practic6 con virtuosismo la cons-
trucci6n de cronotopos en Tristes tr6picos, en donde los lugares especfficos
(RIO,el Matto Grosso, los lugares sagrados de la India) aparecen como mo-
mentos de un orden huntano inteligible, rodeados pOrcorrientes de cambio.
EI camaval (0 carnavalizaci6n, si 10abordamos como proceso) es otro de
los elementos recurrentes en la escritura de Bajtfn. Naturalmente, el contem~
plaba al camaval como una manifestaci6n de valores y actitudes genuinamente
populares que en el resto del tiempo perma!lecfan soterradas 0 reprimidas.
Uno de los elementos que los antrop6logos posmodemos han recuperado de la
noci6n bajtiniana de camaval es que en el desaparece la diferencia entre acto-
res y espectadores, 0 como se dice en otros 6rdenes, entre sujeto y objeto. No
hay posibilidad, dice Bajtfn, de permanecer afuera del camaval como observa-
dor no afectado por el. ;
Bajtfn es sin duda el fundador de la dial6gica, que es algo bastante dife-
rente de la dialectica aunqu I I I'
dB' ,. ' e guarca a guna re aCl6nsutil con ella La di· I' '
ca e a.Jtmse opone a la concepcion mono16ica del I . ' a OgI-
alas expresiones del f'ontexto d' I' , g enguaJe, Ia cuaI separa
al ' ..• la OgIcoen que ocurren S ' I di I' .
cu quIer expresion, por aut6noma 0 com Ieta . egIffi a II ogIca,
un momento de un di 'I f P que parezca, no es otra cosa que
caci6n verbal 0 intert::~~lunAunragmentoten
el 'proc:so continuo de Ia comuni-
. . en un exlo IdenhficabI ' ,
Clerra un conjunto de postulados, es sible d e que e~ a~anencla
ponden a otros textos y p d' po etectar que Ios contemdos res-
U re eClrque a su vez sera res' did '
n texto(0 un monologo)no es sino una 'da Id ' pon 0 por otros mas,
En la antl'OPologfa
norteamericanaeI c ~ c e una l?tert:xlualidad continua.
nografla ha sido sobre todo D . T~lfi~ador de la dial6gIcaaplicada a Ia et-
quien reco~oceel antecedente~nn~s , Doc , represe~tado en nuestro antologfa,
Otro conce to b '" e evm wyery sus DUllogos marroquf.es,
tendencias centrrpetasaJyhh~~:g:ns
~l dde~eted'l'ogIlosia,
ol~uestoa Ia.idea de las
I d'l: " elza Olas e a expreslon La h,t I'
a llerenClaCloninterna y·la estr l'fi '6 d I . e erog OSlaes
, , a I IcacI n e 0 que a 10 d" I
rece mdiferenciacloy planar Tod I ' " .s aca enucos es pa-
mente: esta el lenguaJ'ede la's cl 0 engu~Jel
estaldilferencladosocioideoI6gica_
lases SOCIa
es ce os gru 1:' I
as generaciones sucesivas, Allado de las f ' , pos pro1C~lOna
es, de
trffugas de la heteroglosia traba'an inint uerz~~centnpetas, las fuerzas cen-
mas, segiin Alex Callinicos evit] , e~rumpI amente. Este concepto, ade-
~:~6:;:~:~:~leenunguaadi~~
;om~;i~;;lli~::~~~~j:~~vt:a~~:f~:~~::~:X::~~~
, menslon SOCIa
,
tan da~: I~ analltica de Bajtf~, los contenidos connotativos de un signo no es-
s e una vez y para slempre Cada se t . I .
acentos diferentemente orientad . . c or socIa lmpone a su lenguaje
llega asi a dinamizarse y a cono;t~e se mtersectan con los signos. EI signo
multiacentuaci6n social del signSI mrse en terreno de la Iucha de clases. La
od'I' 0 se opone entonces a la idea I
t 0 ogos e mteraccionistas simb6Iicos tendri dire os etnome-
?eI significado, donde este es resuelto en te a? ~ proceso e ~on~~ruccion
19uales.La multiplicidad ba'tiniana de I .~nos de una .negoclaclOnentre
no de una inestabilidad inh~rente al len~;~[~:a~:sl~7:~e?: dde
e
l
sdit~
modo
comocampo de fuerzas de un ch d" cIon e scurso
oque e Intereses,
En Ios Estados Unidos Ia 'nfl . dB"
:: ~~::ec::~::ue aI es~i~o,de
:scri~::~no~af.~~~ ;;:s~:~~~~:jt~~ee:~~
S
etnogrcafica
por pa~:Id:~:::/C~:f~;~s~:::U::;d~;e:ad:u~~t ~oa~~odriddadd)
anta ruz, de la dia16gicade Tedl k d I " mvelSI a e
madas por los etn' f, 'OCtal yea pohfoma y In heteroglosiaprocIa-
" " ograos expenmen es, IIevada a su paro . I "
Clon de StephenTyler Detodos II ha I Xlsmopor II evoca-
, e os ymstrosen os textosaqui reunidos.
La especiflcidad del posmodernillmo anlropo16gico
Ni todos los conceptos posmodemos h .
dos sin reservas, ni la totalidad d I ~e emos entrevIsto fueron adopta-
e pensarmento posmodemo en antropoIogfa
26
se deriva redondamente de un presunto posmodernismo cerrado, enumerable y
concluso. En ciertos ambitos de Ia antropologfainterpretativa es incuestiona-
ble, por ejemplo, la inf1uencia de la teoria critica de la Escuela de Francfort,
de la filosofianietzcheana y de la semi6tica de Peirce. En todo congresoantro-
poI6gicode Ios ultimos anos las referencias a Wittgenstein y a Habermas han
sido recurrentes. Lo importante es que cuando al fin se produjo la irrupcion
del posmodemismo, la antropologia norteamericana (que es, a todas luces,
aquella en la cual se gesta el movimiento en 10 que a nuestra disciplina con-
cieme) ya estaba preparada para cierto tipo muy especffico de texto, de lengua-
je y de discusi6n,
Es el momenta ahora de examinar el campo de las antropologias posmo-
demas, es decir, la version que la antropologia interpretativista norteamerica-
na ha elaborado a prop6sitodel posmodemismo 0 postestructuralismo europeo.
La vision que hemos dado de 10 que poclrfamosllamar posmodernismo en ge-
neral alcanza para darse una idea de su diversidad, En ese ambito generico ha
habido lugar, ademas, para un posmodemismo situado a la derecha del espec-
'tro politico, para una especie de posmodemismo de izquierdas (cuyos repre-
sentantes por excelencia serian Fredric Jameson y tal vez Hal Foster) y para el
posmarxismo 0 postsocialismo de un Touraine, pol'dar un nombre, Existen re-
f1exionesreconocidamente posmodemas en literatura, en artes phlsticas, en ar-
quitectura, en semiotica, en epistemologia.
Naturalmente, el posmodernismo tenia que llegar a la antropologia algu-
na vez. Y llego, en efecto; llego como ref1ejode una lectura norteamericana
(muy norteamericana, por 10 deslumbrada y acritica) de ciertas instancias del
posmodemismo frances, y en especial de dos pensadores que antes hemos ca-
racterizado como postestructuralistas: Foucault y Derrida. De,ambos se apro-
vechan los rasgos mas llamativos y punzantes: todo se pasa por el tamiz de una
lectura que reduce el aporte de Foucault a un convencional argumento relati-
vista y que identifica Ia desconstrucci6n de Derrida con un metodo critico ele-
mental, por ser tan previsible y mecanicamente esceptico,
Con el correr del tiempo estos referentes quedaron relegados alas notas a
pie de pagina, y el posmodernismo antropo16gico-ultima etapa de las antro-
pologfasinierpretativas- adquiri6 cierta individualidad y homogeneidad esti- .'
IIstica y tematica. Algunos autores recientes (Steven Sangren, Roger Keesing,
Tim O'Meara, Paul Roth, Michael Carrithers) han insinuado que esa homoge-
neidad es excesiva; en efecto, los temas abarcados porlos posmodernos practi-
camente se reducen a uno solo, a saber, Ia practica antropol6gica vista desde eI
angulo de la escritura de etnograffas, Es evidente que la mayor parte de las ar-
gumentaciones posmodernas a propOsitode las limitaciones de la "antropolo-
gia convencional" y de la epistemologia "positivista" estan comenzando a
repetirse. Queda la impresion de que leido un texto de antropologiaposmoder-
na, los restantes solo aportaran variaciones obsesivas a un nueleo tematico que
no por reiterarse mucho se profundiza siempre.
Examinaremos a modo de sintesis los aspectos principales de la antropo-
logia posmodema para situar en su debido contexto el material compilado, es
decir, Ios artfculos de Stephen Tyler, James Clifford, Dennis Tedlock, Marilyn
Strathern y Marcus y Cushman que hemos traducido especialmente para esta
colecci6n. A nuestro juicio, en Ia antropologfa posmOOernapodrfan distinguir-
se tres grandes !fneas:
I) La corriente principal (que podrfamos Uamar "meta-etnografica" 0
"meta-antropol6gica", en Ia que participan James Clifford, George Marcus,
Dick Cushman, Marilyn Strathern, Robert Thornton, Michael Fischer y mu-
chos otros, a Ios que se ha sumado recientemente Clifford Geertz, ahora muy
rezagado y marginado entre quienes presumen de vanguardia. Esta orientaci6n
se preocupa sobre tOOo
de analizar crfticamente Ios recursos ret6ricos y "auto-
ritarios" de Ia etnograffa convencional y de tipificar nuevas alternativas de es-
critura etnognlfica. Esta corriente ha sido caracterizada eventualmente como
una "antropologfa de Ia antropologfa". Su objeto de estudio no es ya Ia cultura
etnografica, s~noIa etnograffa como genero Iiterario por un Iado y el antrop6Io-
go como escntor por el otro. Dentro de Ia orbita textualista habra que situar
tambien formaciones reactivas como el cosmopolitanismo crftico de Paul Rabi-
now, quien ha intentado situar Ia discusion no ya alrededor de Ios textos sino
de Ias instituciones que promueven su escritura.
2) La" ~egunda corriente vendrfa a ser la que proporciona a Ia primera el
material que ha venido a caracterizarse como "etnograj£a experimental". Si Ia
primera corriente encarna una modalidad de reflexion teorica, la segunda se
caracteriza por una redefinicion de las practicas, 0 por 10menos de las formas
en que la praxis del trabajo de campo quedan plasmadas en las monograffas
etno~raficas. Los pionero~de esta orientacion podrfan ser Vincent Crapanzano,
Kevm Dwyer y Paul Rabmow. Dentro de Ias nuevas corrientes de escritura et-
nografica hay una que ultimamente ha alcanzado una definicion mas clara que
Ias res~antes; nos referimos a la etnograffa (0 antropologfa) dialogica, elabora-
da caSI en soledad durante unos diez alios por el antrop6logo Dennis Tedlock
de Ia Universidad de Buffalo en Nueva York. '
3) La tercera corriente no se interesa ni por el analisis pormenorizado de
la escritura antropoI6gica tradicional ni por Ia renovacion de Ia literatura etno-
grafica; su espfritu es mas bien disolvente, por cuanto proclama no solo la ca-
duciclad de determinada forma de escribir antropologfa, sino la crisis de la
ciencia en general. Esta tercera tendencia encarna a la vanguardia posmOOer-
na, a la version mas extrema de la doctrina, y esta representada por Stephen
Tyl~ry Michael Taussig. EI primero (acompaiiado por otro5antrop6logos perte-
~eCl~ntes.al autOOenominadoCfrculo de Rice) ha propuesto una epistemologfa
uraclOnahsta que reformula todo el proyecto cientffico desde Ia rafz, en termi-
nos tOOavfa
programaticos; el segundo ha hecho estaUar el genero y la "autori-
dad etnografica" mediante el uso simb6lico del montaje y el collage.
Las tres comentes podrfan situar5e a 10largo de una !fnea que involucra
primero la situacion de Laescritura etnografica como problema, luego Lapracti-
ca 0 el programa de nuevas modaLidades de escritura y por Ultimoel estallido
de Losgeneros literarios academicos a traves de la p6rdida de la forma en Taus-
sig 0 de la p6rdida de la escritura misma en Tyler.
Por fuera de las tres corrientes se situa un marco que podrfamos caracte-
rizar comoposmodemismo antropo16gico generico, el cual no se alimenta de los
desarroUos espedficamente disciplinares cuya dinamica ya esta establecida,
sino que abreva directamente en el pensamiento posmOOernono disciplinar,
siguiendo algunas de las !fneas que ya habfamos marcado en la reunion ante-
rior: la crisis de los metarrelatos, el colapso de Ia razon, la desconstruccion 0
el fin de la historia. Cabe sospechar que esta vanante no incurre en los temas
ya generados en la antropologfa posmocleI'Ill,l
porque redonclarnente desconoce
la existencia de esta. Ejemplos de este posmOOernismogenerico dentro de la
antropologfa pOOrfanser algunos ensayos recientes de Garda Canclini y ar-
tfculos como "La historia como signa de 10 moclerno" (1990) de Nicholas
Dirks, de la Universidad de Michigan.
La triparticion que aquf ofrecemos no sera defendida, pues solo se utiliza
como recurso provisional para ordenar el campo. Es obvio que entre las tres
comentes definiclas existe cierta superposicion, pero tambien es innegable que
este ordenamiento facilita las cosas en el momento de trazar una vision pano-
ramica del movimiento. En 10 que sigue, analizaremos esas corrientes en el
mismo orden en que las hemo5 caracterizado, que es tambien el orden de su
magnitud y representativiclad decrecientes.
Son numerosos los interrogantes que podIfan plantearse; algunos seran
respondidos, otros dejados en suspenso. lComo comenzo el posmOOernismo
antropologico? lPor que, en general, .tocloel posmoclernismo antropologico
(con la posible excepcion de Taussig y Rabinow) es manifiestamente idealista
y partidario· de una concepcion interpretativa de la disciplina? lQue conse-
cuencias arroja que tOOo
el proceso de formulaci6n de algo asf como una antro-
pologfa posmOOernase haya desarroUado en los Estaaos Unidos? lPor que el
grueso de la elaboracion posmOOemaen ese pals se reduce a una version an-
tropo16gicade la crftica literaria? lQue relacion puede haber entre una antro-
pologfa posmOOemaque se ocupa de textos escntos sobre los nativos, y la
desaparicion de las culturas nativas en la sociedad posmOOema?
Respecto de los orfgenes de la antropologfa posmOOema,hay que notar
dos cosas: la primem es que quien acufio el termino fue sin ducla Stephen Tyler,
alrededor de 1983 0 1984. No puede asegurarse que Tyler fuera el primero en
"hablar" de antropologfaposmOOema,
pero sf 10fue en utilizar el termino "posmo-
demo" en el tftulo de un articulo. La segunclaes qu~ Tyler no es, a pesar de ese
hecho, un antrop6logoque se puede considerar representativo del movimiento.
Mas hien encarna el espectro de su conce . , ,
del extremo hacia el cual' pCdlOn
mas extremada, el indicio
la larga. " segun parece, to 0 el posmodernismo tiende a
Es notahle que, con la posihle exce . , d T I .
parte de los antropologos mas 0 m pelO~. eyer y Taussig, Ia mayor
ideario posmOOerno hayan pert .~noi ~Xp~ICItamente identificados con el
nos estudiosos, en efecto, rer:o~~~ ~~o :tpula
: de ~Iifford Geertz; ~Igu-
una nota al pie de a' d I' . . , posm enusmo antropologICo a
ras, de 1973 en laPqugelnGea
e
rt
a lfintrOOucclOln
de La interPretacion de Lascultu-
, e z a Irma que 0 • dial
tropOlogo es escribir- lu " que pnmor mente hace el an-
conciencia. sohre 10;~od:~odagrega que ~n antropoiogla ha estado faltando
e representaCIon para no h hi d I
mentos con ellos" Otra f d I' ' a ar e os experi-
'--- rase e nusmo artICulo p hah' . . d
mas, la costumhre posmOOern d 'd a~ece er IlliCla 0, ade-
, a e consl erar la escntur t I"
genero de ficcion. Dice Geertz: a an ropo ogICa como
[18$interpretaciones antropologiC8$]
son fic . .'
son algo "hecho" aloo "fi d " " ClOnes;fiCClOnes
en el senlido de que
. , c onna 0, compueslo" -que e 1 . 'fi ., d
tzo- no necesariamente fal . fi . s a slgm IcaClon efic-
"comosi". sas 0 me ec!lvas 0 meros experimenlos mentales de
PodrIamos decir que el posmOOernism ' . .
esa reflexion; algunos ailos ma t d I 0 .antropologICo se maugura con
mostrarlan dispuestos a expandi
s
.ar e, os e~tud~osos de la primera corriente se
r esa conclenCla sohr I d fi ..
representacion y los del segu d ' e os mo os IcticlOS de
n 0 comenzanan a lIe I ,. I
mentos. Pero elliderazgo de Ge rt t I . var a a prachca os experi-
.. e z en re os Interpretaf 'I
paradoJlCamente desde que r ul . he' IVOSso 0 se mantuvo,
. ' lOrm ara sin sa rlo el d I
rnente hasta que esta se con ft '£ I programa e a nueva co-
Santa Fe, llevado a caho en I: S ~o I o~ m~nte en el Hamado Seminario de
Nuevo Mexico en ahril de 1984
c
;;: 0 hI' e~~an Research de esta ciudad de
cias presentados en ese se' : pU. IcaClon de los documentos y ponen-
hlia del movimiento m~nano con~t~tuyeron ellihro por excelencia, la Bi-
James Clifford y Geor::~'::c:~o, Wntmg Culture, editado en Berkeley por
Lamentahlemente ese lihro es un docume' I
miento fundacional, pues no solo los arlIcul h
nto
I?comp eto de ese aconteci-
cara a su puhlicacion perdl'end t °I
s
an sldo elahorados de nuevo de
di. ' 0 su na ura eza de po. II
scuslon, sino que las misma di' .nenclas en un ta er de
. s SCUSlOnesque los div ....
cleron de los trahajos de sus colehan . 'd er~os partlclpantes hl-
. If" gas se onuti 0; el trahaJo de C
R
eJahe~p
0, ~e di
l
scuhdo por Tyler, y el de Tyler por James Clifford t:.panzpo
an~, pod
r
Inow, Inc usa adopt6 un nomb JU • nenCIa e
.' re Wlerente en el con II'h
su version original el termi" ad "fi greso que en e I rooEn
no posm erno, no 19uraha en el tItulo I EI S .
I . emlna-
La ponencia otiginal de Rabinow se lIamaba "P r:ful .
alaca~a mas cen~almente la postura de Clifford' el a~ 1 Authors: Fantas.a of the Library", y
sentatlOns are soc.al facts: Modernity and p~ •• .,,: J ':'ic~ 0 que ocupa su lugar se llama "Repre-
u.»-lY,uaernuy In Anthropology".
rio -insistimos- fue en 1984; la edicion deIlihro, recien en 1986, yen una
disciplina movil dos ailos son eternidad.
Una de la conductas recurrentes en el seminario fue la crftica hacia los
postulados y los logros de la etnograffa de Geertz por parte de autores que ini-
cialmente 10 haMan seguido. Cuando hoy se habla de este autor es obligado
aludir a dos de esas cnticas, la de Vincent Crapanzano (de Nueva York) y la
de Paul Rabinow (de Berkeley); ambas, natural mente, estan incluidas en
Writing Culture. Tanto Crapanzano como Rahinow haMan estado hajo la in-
fluencia de Geertz cuando trahajaron en Marruecos, juntando el material y re-
cabando la experiencia que documentan dos etnograflas que comentaremos al
ocuparnos de la segunda corriente posmoderna y que son, respeetivamente,
Tuhc..ni (19BO) y R41exions on Fieldwork in Morocco (1977). Recuerdese que
Marruecos fue una de las areas en'las que Clifford Geertz desarrollo su trahajo
de campo; durante algunos aoos (entre 1977 y 1982) dio la impresion de ser,
junto a Bali, el ambito por excelencia para la aplicacion de la antropologfa in-
terpretati va.
Con la realizacion del Seminario de Santa Fe y tras el efecto causado por
la publicacion de Writing Culture la etnografla posmoderna alcanza a definir
una identidad que ya dehe poco 0 nada al programa de la descripeion densa y
que se ocupa mucho mas de los textos sobre la cultura que de ahordar la cultu-
ra como texto. Los alumnos han superado al maestro y se han apropiado del ti-
mon para fijar un rumbo que ahora tOOos siguen, maestro incIuido; si alglin
proceso academico se transparenta en el despliegue de la antropologfa posmo-
derna, este es el de la absorcion de la propuesta simb6lica e inte1'p1'etativa hajo
los auspicios del posmodernismo; dicho de ot1'a forma: para estar al ilia, eI
propio Geertz ha debido asumi1' el estilo posmoderno de argumentacion, si-
tuandose en las filas de los convertidos. .
En efecto, el anteaoo pasado Geertz se ha plegado docilmente al movi-
miento general, escribiendo con destellos fugaces de su estilo caracterlstico
acerca de El antrop61ogo como autor y ahordando el analisis de la antropoiogla
como un genero de ficcion entro otros; este texto de Geertz ha salido hace muy
poco tiempo y pese a que tecnicamente es insustancial seguramente se con-
vertira en un best-seller, porque Geertz se ha escapado de las reglas de la inter-
na antropologica y ha ganado un lugar en el horizonte de lecturas del
intelectual culto. A nuestro juicio, la clave de El antropologo como autor es la
segunda mitad del capItulo cuarto, donde Geertz responde alas crlticas de sus
antiguos seguidores burlandose despiadadamente de la etnograffa experimen-
tal de Rabinow, Dwyer y Crapanzano, pero sin deja1' de marcar el peso al com-
pas de la "ant1'opologfa de la escritura etnografica" definida por Clifford. Con
este texto, Geertz por primera vez se complica en un dialogo bajtiniano con au-
tores que 10 han critic ado, aunque el mismo procure disimular que su cuestio-
namiento constituye una respuesta.
No es idea nuestra que Geertz esta desacreditado y que ya no es conside-
rado conductor del movimiento interpretativo. La idea ha sido formulada por
Rabinow en uno de los artIculos de Writing Culture. Citamos a Rabinow:
Existe un curioso retardo temporal en la forma en que los conceptos se mueven a
traves de los lfmites disciplinarios. El momento en el que la profesi6n hist6rica
esta descubriendo a la antropologfa cultural en la persona no representativa de
CliffordGeertz, es justo el momento en que Geertz esta siendo cuestionado en an-
tropologfa,uno de los temas recurrentes del Seminario de Santa Fe que dio lugar
a este volumen.
La cafda de popularidad de Geertz y de su infiuyente Centro de Estudios
de la Universidad de Princeton redibujo el mapa de las instituciones academi-
cas de moda en los Estados Unidos. Con la realizacion del Seminario de Santa
Fe el centro neun'ilgico de la antropologfa interpretativa se traslada en parte a
la Universidad de Rice (en Houston, Texas) y en parte a los centros universita-
rios que rodean a San Francisco en California (Berkeley, Santa Cmz y Stan-
ford). En la primera regi6n trabajan Michael Fischer, George Marcus, Dick
Cushman y Stephen Tyler; en la segunda se congregan Renato Rosaldo, Paul
Rabinow, Mary Louise Pratt y James Clifford.
Puede interpretarse este movimiento como una traslaci6n del centro de
gravedad de la antropologfa norteamericana desde la zona fna a la zona de par-
que, en un impulso en el que quedo atras el infiujo nordico del Chicago de Da-
vid Schneider, donde se habfa iniciado todo el movimiento simbolista. Este
juicio en apariencia superficial esconde, en realidad, una apreciacion respecto
del reordenamiento de las jerarqufas en las universidades norteamericanas, en
el que ha salido favorecido el circuito en el que se situan instituciones que po-
cos aiios atras eran juzgadas secundarias en materia de antropologfa.
En la gestaci6n del movimiento, la obra de James Clifford ha resultado
esencial. Los lectores podran apreciar las el~gantes formulas de "Sobre la au-
toridad etnografica", un texto en el que Clifford juega con las relaciones eti-
, . ., bl """," " t 'dad"
mologlCas que en mgles se esta ecen entre autor, autona y au on .
EI aporte de Clifford no solo radica en su acto fundacional de una espeeie de
antropologfa de la antropologfa (que Ie sirve, por ejemplo, para hacer aceptable
su negativa a desarrollar trabajo de campo), sino en la instauraci6n de una es-
pecie de moda especffica dentro de la moda generica de la antropologfapos-
mOderna.
Nos referimos al redescubrimiento de figuras ejemplares de Ia historia
antropologica. Clifford ha impulsado en los Estados Unidos la rehabilitSlcion
de Maurice Leenhardt y esta haciendo un trabajo semejante con Marcel Griau-
Ie. De hecho, escribio una biograffa intelectual de Leenhw'dt que se ha con-
vertido en un modelo de una nueva clase -posmoderna- de biograffas, y
utiliza toda ocasion que se Ie parece para presentar los textos de Griaule (yen
particular Dios de Agua: Conversaciones con Ogotemmeli) como precursores de
la dialogica, la polifonfa y la autona dispersa. EI argwnento es que autores c~-
mo estos anticipan varias de las caractensticas propias de la etnograffa expen-
mental, se oponen al esquema racional que ha presidido al realismo de Ia
etnograffa convencional y constituyen de esta forma una especie de panteon de
precursores de la etnogra£fa posmoderna. Recientemente, la antropologa ingle-
sa Marilyn Strathern se ha sumado a la costumbre de reivindicar precursores,
celebrando a Frazer en un mtfculo sumamente denso, publicado en el Current
Anthropology, incluido tambien en esta compilacion.
La busqueda de antecedentes es entonces una de las constantes de la
elaboracion posmoderna; es sintomatico que para ejemplificar cieltas facetas·
de la dialogica y la polifonfa, Clifford recurra a autores tan inesperados como
Evans-Pritchard, Malinowski y hasta Lafitau. Algunos crfticos han cuestiona-
do, precisamente, el hecho de que el posmodernismo incurra con demasiada
frecuencia en una busqueda frenetica de precursores, 10 cual opera en primer
terrnino como signo de su naturaleza fundamental mente conservadora ("retro-
gada", en puridad) yen segundo lugar como un acto irreflexivo que contradice
los supuestos no continuistas de la epistemologfa posmoderna en general.
Junto con la busqueda de precursores, el rasgo mas interesante de esta
corriente de la antropologfa posmoderna esta dado por el ejercicio de la tipifi-
cacion. No solo se trata de contrastar la etnogra£fa convencional con la etnogra-
£fa contemporanea; ademas hay que establecer la anatomfa interna de esta
Ultima, caracterizar sus hilos conductores, enumerar sus atributos, definir sus
clases internas y los precursores y practicantes que les corresponden. lQue
otra cosa podrfa hacer, por cierto, el antrop610go de la antropologfa fuera de ti-
pificar su objeto?
Tanto el altfculo de Clifford como el de Marcus y Cushman constituyen
ejemplares perfectos de este ejercicio de tipificacion, 10 suficientemente claros
y explfcitos como para que pasemos por alto su comentario. EI lector podra
contrastar por su cuenta territorializaciones alternativas, coincidencias y
quiasmas, constantes e idiosincrasias, lujos de estilo y redundancias, ejecu-
tando por su cuenta las mismas proezas de cotejo intertextual que apasionan a
todos los posmodernos y en que finca la gracia del juego. POl'efecto de los re-
tardos editoriales y de la reedicion del artfculo de Clifford, se da ademas la ra-
ra circunstancia de que cada uno de los aItfculos (pergeiiados aproximadamente
en la misma epoca) menciona al otro.
Pero ninguna referencia contextual a la aparicion de una presunta antro-
pologfa posmoderna estarfa completa sin la documentacion de sus querellas
internas y de sus conflictos latentes. La antropologfa posmoderna no es una ex-
cepcion en la conflictiva historia de la disciplina, y se encuentra tan afectada
por estos disensos como cualquier otra tendencia teorica.
Dos crfticas de otros tantos autores "posmodernos" se refieren a ideas y
premisas de otros antropologos a los que no se dudana en calificar con la mis-
ma palabra: Vincent Crapanzano h3 impugnado sistematicamente a Clifford
Geertz y Paul Rabinow ha puesto en tela de juicio a toda la "metaantropologfa
textualista", por mas dialogic os 0 polifonicos que sean sus enfasis.Veamos su-
cintamente esta segunda crftica, por cuanto se refiere al articulo de Clifford
que aqui se reproduce.
. Como los textos teoricos posmodemos son en general articulos muy bre-
ves 0 compilaciones, se da muy frecuentemente que se los reedite en distintas
publicaciones peri6dicas. En Estados Unidos, ademas, es muy comun que los
borradores circulen y se conozcan antes de ser publicados. Esto ocasiona para-
dojas y aparentes cruzamientos temporales, como comprobamos anteriormente
a prop6sito de Marcus/Cushman y Clifford. La traducci6a que realizamos del
articulo de Clifford incluye un epigrafe de Paul Rabinow que pertenece, curio-
samente, a un articulo en el que Rabinow critica al mismo articulo de CliffOl'd.
Asi como el posmodemismo se construy6 sobre las ruinas de la descrip-
ci6n densa, asi tambien algunos posmodemos ya estan tratando de sacarse de
encima a quienes tienen buenas perspectivas para asumir elliderazgo'. Alega
Rabinow que Clifford ha asumido ex officio el rol de escriba de l1uestras escri-
turas. Aparentemente, el trabajo de Clifford pareceria seguir el mismo rumba
fijado por el inlerpretativismo de Geertz. Pero hay -advierte Rabinow- una
diferencia fundamental: para Geertz, la actividad basica sigue siendo la des-
cripci6n del otro: y el otro para Clifford no es el nativo 0 el extraiio, sino la rep-
resentaci6n antropol6gica del otro. Esto hace que pOl'un lado Clifford tenga un
mayor control de su proyecto y que por el otro su trabajo sea mas bien parasita-
rio. EI puede inventar sus problemas con escasas coacciones; puede constan-
temente alimentarse de textos que hacen los demas.
Esta observaci6n no involucra todavia una crftica; la metaantropologfa,
de hecho, sigue pareciendo necesaria, si es que no apremiante. Lo que es
cuestionable, sin embargo, es la faIta de autorreflexividad de los escritos del
propio Clifford. Clifford parece abogar por una inslancia dial6gica, pero sus
propios textos no son dial6gicos. Parece cuestionar el recurso tipo "yo estuve
aIll" que utiliza Geertz en el articulo sobre la rina de gallos, pero su propia for-
ma de legitimar su autoridad queda sin examinar. Clifford lee, clasifica y esta-
blece un canon, incurriendo por elIo en una estrategia clasica de legitimaci6n,
como 10han sido siempre las actividades clasificatorias.
Siempre segun Rabinow, algunas de las afirmaciones deslizadas por Clif-
ford resultan poco convincentes; cuando dice, pOI'ejemplo, que los modos ex-
periencial, interpretativo, dial6gico y polif6nico estan por igual disponibles,
que ninguno es obsoleto y ninguno es puro, que dentro de cualquiera de ellos
hay aun espacio para la invenci6n, etcetera, parecerfa ir en contra de sus pro-
pias afilmaciones; el no ha expuesto las cuatro alternativas can el mismo enlu-
siasmo, sino que la dial6gica y la heteroglosia Ie han merecido mas simpatia y
menos agudeza crftica que las anteriores. Con ese comentario, Clifford ha
transformado 10 que presenta como una progresi6n en una operaci6n de elec-
ci6n entre altemativas equivalentes. Asimismo, cuando afirma que esos dos
modos estan ganando terreno, la afirmaci6n es por 10menos dudosa: el posmo-
dernismo esta poniendose de moda, pero no se ve que los posmodernos confor-
men mayorfa, ni que las etnograflas dial6gicas y heterogl6ticas se hayan
multiplicado exponencialmenle.
Rabinow --cuyo referente mas invocado es significativamente Fou-
cault- propone(en reemplazo de la antropologia pos~OOe~a, ce~t~ada en la
textualidad) una actitud vital que denomina .c?SmOpo~lt~msmo cntlco, y que
vendria a ser .una versi6n puesta al dia del VIeJOrelahvismo ;~ltural, .con un
espfritu muy semejante al de la clesacreditada .antropo!o~ia cnhca de, fl~es de
la decada de 1960, pero con un fundamento epistemologlCo mucho m~s.Iefina-
do. Rahinow (anteriormente partidario de los enfoques fenomenologI;os en
ciencias sociales) ha sido, incidental mente, uno de los posmodemos mas des-
confiados acerca de la posibilidad y/o utilidad de un abordaje pura~ent~, textual
de las cuestiones antropol6gicas. Aunque admite peltenecer a la rmsma fecler~-
ci6n interpretativa" que los restantes alumnos de Geertz, Ie d~sagrada el cordon
sanitario hist6rico y politico que losinterpr~fivis~ han co~truido ~ ~u alrecleclor.
El cosmopolitanismo crftico de Rabmow mtenta sduar la ehca c~mo va-
lor primordial; la figura ejemplar del cosmopol~ta crftico ~s para ~abmO~.la
del sofista: eminentemente griego, aunque exclmdo de la cmdadama en vallas
polis; observador de su propia circunstancia co~o si !a mira~~ desde .afuera;
excluido de cualquier regimen universal, sea baJo la mvocaClOn de DlOS, del
imperio 0 de las leyes de la raz6n; devoto de la ret,6rica y ~e~-f~ctamente a.ltan-
to de sus abusos; interesado por los sucesos del dla, pero Iromcamente ch~tan-
eiado de ellos. Esta es, para Rabinow, la semblanza del antropologo
cosmopolita, situado mas alIa del posmodemismo. . ,
EI comentario sobre Rabinow no estaria completo Sl no evocaramos su
exito editorial mas resonante, Reflexiones sobre el trabajo de car;"poen Marr~le-
cos (1977), la mas breve de las tres etnograflas marroquies y tal ve~ la meJor.
Esta, por supuesto, es anterior a la existencia mis~a del ~osr~'lOderms~o, y su-
cecle a una obra suya mas conveneional, Symbobc Dommatw~, (197;»). ~ejle-
xiones es un clocumento autobiografico que describe la relaclOn de Rabmow
. r • , "fi' I"
con diversos informantes, tanto dispensadores de 1l110rmaClOn OlCla como
marginales OOiados por sus propios compatriotas.
El detalle de los personajes y situaciones no viene al caso, aunque la
pintura que se filtra de la sociedad marroqui se~ en si muy intere~a~te ..Lo que ..
Rabinow enfatiza es la forma en que se va conshtuyendo el conOCImlento etno-"
grftfico como resultaclo de un proceso complejo en el que el antrop610go y sus
inform:ntes tratan de establecer bases de comprensi6n comunes, viendose
obligados a poner de manifiesto tOOossus preconceptos.
Cada vez que un antrop6iogo penetra en una cultura, entrena a la gente para obje-
tivar para el su mundo de la vida.,En tooas las cultur~" por supuest~, ya hay al-
guna objetivaci6n y autorreflexi6n. Pertl esta traducclOn au!OCOnsClente
en, un
medio externo es mas rara. EI antrop610gocrea un desdoblamlento de la co~clen-
cia. Por 10tanto, el amllisis antropol6gico debe incorporar dos hechos: prlmero,
que nosotr08 mismos estamos hist6ricamente situados a traves de las ,preguntas
que hacemos y de las maneras en.~ue buscamos co~prender y exper,lment~r el
mundo; y segundo, que 10que reclblmos de nueslros mform~ntes son mlerpleta-
ciones, igualmente mediadas por la historia y la cultura (Rabmow 1977: 119).
Que 10 que un infonnante produce son interpretaciones ya 10 habla dicho
Geertz unos pocos anos antes. El resto quiza ya 10 sabfamos, si bien pocas ve-
ces 10habfamos sometido a reflexi6n puntual. Lo mas original es 10 que resulta
de esa interacci6n, "una especie de tierra intermedia entre las culturas", "los
comienzos de un objeto 0 producto hfbrido y transcultural", "un mundo limi-
nal". Docenas de etn6grafos experimentales han transitado desde entonces es-
tas ideas, consolidando la reflexi6n no necesariamente tecnica sobre el trabajo
de campo como una de las formas fijas de la posmodernidad.
La practica de la etnograffa posmoderna no es independiente de la teOrla
y de la reflexi6n a posteriori, pol' 10 que es natural que esta corriente interna y
la anterior experimenten cierta superposici6n. Sea como fuere, esta segunda
cOlTiente es la que ha desarrollado las innovaciones que antrop610gos como Ja-
mes Clifford, George Marcus, Dick Cushman y Michael Fischer se encargan
luego de tipificar. Proponemos distinguir dos aspectos en ei interior de esta
veitiente: -el de las etnograffas efectivamente escritas, y el de los prograrnas
para escribir elnograffasen el fuluro. Abordemos ahora el primero.
Sin animo de ser exhaustivos, podemos senalar, muy sinteticamente, al-
gunas de las etnograffas que configuran este movimiento experimental; orni-
liendo el trabajo de precursores mas 0 menos causales y distantes, los
analistas coinciden en reconocer como "experimentales" trabajos como estos
2
Donald Bahr, Juan Gregorio, David L6pez y AlbeIt Alvarez -Piman Shama-
nism (1974). Primer caso expllcito y deliberado de escritura polif6nica.
Primer texto etnografico pensado para un lectorado inclfgena y para perpe-
tual' operativamente los hechos culturales analizados. Amplia referencia a
textos y e1ocuciones en idioma inclfgena. -
Jeanne Favret-Saada -Les mots, Lamort, les sorts (1977). El texto esta estruc-
turado en terminos de la ret6rica de la magia, con eI objetivo de socavar
las ideas del lector acerca de la hechicerfa. Ejemplo de etnograffa en mo-
do discursivo, literario.
Ian Majnep y Ralph Bulmer -Birds of my Kalam country (1977): Caso expll-
cito y deliberado de autorfa conjunta. Diferentes tipos de imprenta identi-
fican las partes del autor y su informante.
Paul Rabinow -R4lexions onfieldwork in Morocco (1977). El autor nalTa su
propio despeitar respecto del colonialismo durante el desarrollo del traba-
2 Sefialamos, sucesivameute, el autor, el texto y el tipo de iuuovaciou preseutado por este, orde-
llados crollologicaInenle.
jo de campo. Algo de esto ya 10 hemos comentado mas arriba. Rabinow si-
tua su propia experiencia (sale al campo "dos dfas despues del asesinato
de Robelt Kennedy", deja detnls grandes trans formaciones de su propio
orden social) y plantea diversos problemas de la situaci6n del antrop610go
en eI campo, ante todo el de la creaci6n de un "sistema de sfmbolos com-
partido" entre eI antrop610go y su infonnante. Cabe comparar esta idea con
la "realidad negociada" descubierta pol' Crapanzano.
Jean-Paul Dumont -The Headman and 1(1978). Resena de trabajo de campo
de caracter confesional, que senala y aborda agudos problemas metodol6-
gicos. Uno de los "descubrirnientos" del autor fue el de su propio status en
eI interior de la cultura estudiada. Profusa reproducci6n de situaciones
dial6gicas.
June Nash -We eat the mines, the mines eat us (1979). Infrecuente caudal de
citas de informantes individualizados; la autoridad monol6gica del autor
--dicen los crfticos- comienza a resquebrajarse en textos como este.
Densa correlaci6n de interpretaciones y datos etnograficos.
Vincent Crapanzano -Tuhami. Portrait of a Moroccan (1980). Presenta una
historia de vida y una entrevista planteada como enigma, en la que ellec-
tor debe "ayudar" en el proceso de interpretaci6n. Crapanzano situa allec-
tor como "mediador" en el encuentro del antrop610go con su informante.
Este autor cuestiona la naturaleza de las descripciones etnograficas clasi-
cas; hacer etnograffa no es para el describir la realidad de otra cultura, si-
no hablar de la "realidad negociada" que se establece entre eI antrop610go
y sus informantes en la practica misma del trabajo de campo.
Renat? Rosaldo -Ilongot headhunting, 1883-1974. A study in society and
hLStory(1980). Se muestra la forma en que los IIongot forzaron al autor a
escribir una etnograffa muy distinta a la que el tenia prevista. De su pro-
yecto original sincr6nico, Rosaldo pas6 a ocuparse de una inespemda con-
cepci6n diacr6nica que representa la perspectiva IIongot de la historicidad
y eI cambio. Ambos Rosaldo (Renato y la fallecida Michelle Zimbalist Ro-
saldo) tuvieron parte activa en una subcorriente de las antropologfas inter-
pretativas que podriamos llamar la "antropologia de la emoci6n" (0 del
sentimiento). En esta moclalidad (integrada de facto al posmodernismo) se
analiza 10que Rosaldo llama "Ia fuerza cultural de las emociones".
Michael Taussig -The Devil and Commodity Fetishism in South America
(1980). Vease el comentario en la secc~6n siguiente.
Majorie Shostak -Nissa: The Life and words of a !Kung woman (1981). La
autora se muestra emocionalmente involucrada con su informante, y haec
girar todo el proceso etnogriifico en tomo de ese hecho.
Gananath Oheyesekere -Medusa's hair: An eS6ayon personal symbols and re-
ligious experience (1981). EI autor utiliza conceptos analfticos freudianos
~:::x~~f:t~:gr~J::::t~thr:gut n~as qud
e ?dO
viole~ Ia integridad cultural del
. IS onas e VI a que mcluye est' ( , M
cus y Fischer) entre las mas vlvidas de la antropologla. an segun ar-
Kevin Dwyer -Moro D' lc A h
dio d t . .ccan La gues: nt ropolcgy in question (1982). Compen-
baio ~e ranscnPCSlOneuhs
muy poco retocadas de entrevistas obtenidas en eI tra-
, campo. e s raya el escaso c t I I'
material respeeto del uall on ro que e etnografo tiene sobre el
mtir de est c, , ueg~,se expresa con suma autoridad. Se propane, a
p a constataelOn, una hermeneutica de la vulnerabilidad" .
Michael Taussig -5h . C l . . .
rr . amamsm, 0 omalzsm and the Wild Man: A Stud, in Te
or and Heahng (1986). (Vease comentario mas adelante.) :) -
(1986), que constituye una nueva exaltaci6n de las etnograffas experimentales.
En el mismo circuito de ideas se mueve Orientalism, del posmodemo generico
Edward Said (1979); este no es un texto antropologico (el unico antropologo al
que se menciona es Clifford GeeI1z), ni manifiesta conocimientos profundos en
materia de textos orientalistas, pero de todas maneras ha ejercido una enorme
infiuencia en el movimiento. La tenclencia programatica mas interesante es
quiza la clialogica, que asume ahora el protagonismo en este prologo,
No hemos pretencliclo enumerar t d I f'
esta tenclencia ni resumir sus c t 'cl° aSufias.etnogra las representativas cle
, on em os; s lClente not' ' cl II h I
al1lCulos que aqui se incluyen V Icl' ·1 ICla e e 0 ay en os
. a na a pena eso Sl cl I' ,
aspectos, tanto argumentativ "poneI' ere leve clertos
trata en forma muy m ' IOScomo cobntextuales, que la literatura cle consulta
N
' . argma 0 que no a orda en absoluto.
otese, en pnmer lugar que I ul" cl
les se da -d' '19 a acum aClOn e etnograflas experimenta-
Igamos- entre 77 y 1982 con
antes y clespues. La eclicion cl t I' ' u~os pocos casos esporadicos
da curva, cuyo perfil no se m:;;~::~o oglas exp~mm~ntales describe una niti-
de Kracke, Robert Levy 0 Schieffeli:: de haber mcl~Ido oh.:asobras, c?mo las
es quiza mas d cl Ed' ,uya pertenenCla al genera expenmental
u osa. sto po na .'leI'un efecto a t d I f; h
pias visiones retrospectivas en que se defin paren e be, a ec a de las pro-
res". 1'010 ' en esos tra aJos como "ejempla-
cieI1~r:ado dmas segu~o es que el experimentalismo etnografico ha llegado a
g e agotamlCnto. Las etnograflas siguientes mult' r 1 .
bero no la renRuevan. Los trabajos recientes que toman como ~o~~:I: a~specle,
umont 0 a osaldo suman centenares' ' ,a wyer, a
ponerse en tela cl ' , . h' pero su caracter expenmental puede
e JWCIO,pues no acen mas qu d' I"
dos. como canonicos pOI'las nuevas autoriclacles e::'~;~~~c::ll'T~~::sl:sonsatgra-
reCIentes -posmoclemos 0 no-- elm't I '. au ores
o d cl a 1 en que e posmodemIsmo cone el ri
g e egenerar en una nueva escoIastica autoritaria La id . d es-
nografla experimental es contraclictoria l' . '. e~ nu.sma e una et-
sos y vanguardias tipicos de Ia modemid~.que Imphca contmmdades, progre-
enum~!a~:~ol::ol:s a~:og:a~~; consumadas en este movimiento (y todas las
completa), se han eiahor:i guna de eUa1ssea ?~a etnografla c~nvencional
han cU8.J'ad' ,0 programas para a acclon {utura. Estas agendas no
o aun en mnguna etnograffa concreta sino ' h'
constituirse en marcos de gufa para el fut t h'. que. mas len pretenden
U d I uro 1'8 aJo expenmental
no e os programas se refiere al usa d 1 f'
!a crlrica de la c?Itura (de Ia cuItura occident:I, :: ::t~;~:1:)~ ;t:~t:;;
para
~~~i:~~;=;
:~talldea. es ~a a~tropologta como crttica cultural Un momen;o n;:~
as c~enc~as umanas, de George Marcus y Michael Fischer
La antropologia dial6gica de Dennis Tedlock se origina en observacio-
nes realizadas pOI'este autor a proposito de la ·naturaleza peculiar de la investi-
gaci6n en ciencias sociales. EI articulo donde desarrolla pOl'primm'a vez estas
ideas se llama algo asi como "La tradicion analogica y el surgimiento cle una
anlTopologia clialogica", y fue publicado en 1979. Tedlock clice que si la antro-
pologia sociocultural estuviera basada solamenle en la observacion silenciosa,
no habl·ia nacla que la clistinguiera cle las ciencias naturales. Pero de hecho no
es asi: el estudio cultural se basa necesariamente en un ambito de inlersubje-
tiviclad humana, EI dialogo antropologico (clel inv'estigaclor con sus infor-man-
tes) crea un munclo, 0 mas bien crea una comprensi6n de las diferencias que
existen entre las personas que participan en ese dialogo cuando comienzan su
conversacion.
Tediock afirma que cuanclo se prepara el texto sobre la experiencia etno-
grafica para su publicacion esta climension clialogica se pierde, en beneficio de
una palicla imitacion de la objetividad cle las ciencias exactas, a Ia que el ca-
racteriza como tradici6n anal6gica, La antropologia convencionil.l es analogica
porque afirma que el cliscurso que se presenta en una publicacion es "equiva-
lente a", "proporcional a" la experiencia clialogica en que se origina. Pero eil
realiclacl no es asi: el clialogo es un proceso continuo, clinamico; el analogo es
un pl'Oclucto,un resultaclo estatico.
Las "palabras nativas" que salpican Ias etnograflas convencionaies -prosi-
gue Tecllock- no constituyen un Ienguaje articulaclo; la funcion cle Ios termi- "
nos incligenas, general mente, es la de proporcionar eviclencia cle que el
antropologo que ahora ocupa el sillon estuvo antes en el campo. Ni siquiera Ias
etnograflas que conceclen mayor atencion a estos aspectos se salvan del mono-
logismo generalizado: Reflex.ionessobre el Trabajo de Campo en Marruecos, de
Paul Rabinow, presentacla como uno cle Ios monumentos de la tenclencia expe-
rimental, nos presenta apenas una E) dos frases nativas, y amhas en arabe;
Gecrtz, pOI' su pal1e, nana la rina de gaUos halinesa en primera persona, 10
cual insinua que los nativos tienen muy poco que clecir; y en una ocasi6n en la
que los halineses hahlan de su propia lengua, 10hacen colectivamonte: "pulisi,
pulisif", .
El modo c10minante de la etnograffa analogica es el monologo. El diiilogo
que Tecllock propone no es tanto un metoclo sino un modo del c1iscurso, en 01
que los metodos revelen la forma en que verdaderamente trabajan, en el que
se muestre -por ejemplo- que determinados nativos se rehusan a jugar el
juego de la etnoeiencia, 0 que nuestro informante mas confiable no recuerda
por el momento mito alguno. En su artfculo de 1979 Tedlock rastrea algunos
casos aislados de antropologfa dial6gica y deja luego las cosas ahf, sin mayor
desarrollo metodol6gico. '
En "Preguntas concemientes a la antropologfa dial6gica", un artfculo de
1987 aquf reproducido, Tedloek vuelve a la carga; y esta vez, para ser cohe-
rente, el propio mtfculo tiene forma de dialogo, igual que los famosos metalo-
gos de Gregory Bateson. Si alguien duda que la postura que estamos
analizando sea expresamente posmoderna, aquf mostramos una de las afirma-
ciones que prueban ese punto:
Unade las sefialesdel posmodemismo
es una incredulidadhacialas melanarrali-
vas en que se realizanintentosde totalizaci6n.En la medidaen que un dialogo
siempreesla en proceso,ningunametanarralivaes posible.Si los que participan
de un dialogoalcanzaranun puntode completoacuerdo,yanotendrlanquedialo-
gar mUluamente.
En este sentido,el dialogo(comoprocesodinamico)es posmo-
demo.
Lo que hace Tedloek, en definitiva, no pasa de ser un programa que (al
igual que el proyecto de antropologfa esbozado por Tyler) no puede senalar ni
siquiera un solo texto que constituya un ejemplar aceptable de la clase que se
propone imponer, ni puede tampoco --desde ya- construir el mismo un texto
nuevo que este a la altura de las idealidades que se han estipulado como obje-
tivo. Mas aun, en los Ultimosparrafos, de su Ultimo artfculo, Tedloek aprove-
cha para poner en tela de juicio la utopIa de Ia autona dispersa 0 de la autona
plural que han anunciado algunos posmodemos; convoear a un movimiento en
pro de la autona dispersa -junto con la confecci6n de listas de libros aproba-
dos que parecen estar moviendose hacia esa utopIa- .es contradictoria con la
idea misma de dispersar la autoridad.
La discusion de Tedloek con el nino terrible de la antropologfaposmo-
dema, Stephen Tyler, es representativa del tipo de argumentos que se han lle-
gado a plantear en estas nuevas tendencias. Si bien Tyler no puede menos que
estar de acuerdo en principio con Ia idea de la dialogica, la polifonfa y Ia hete-
roglosia, no 10eshl en cambio con su implementacion. Ya en 1982 decfa que
"el dialogo vertido como texto no es un dialogo, sino un texto di~frazado de
dialogo, un mero monologosobre un dialogo, en la medida en que las aparicio-
nes del informante en el dialogo estan por 10menos mediadas por el rol autoral
dominante del etnografo". Los dialogos que reproduce la etnograffa "no son
dialogos, sino textos soffsticos, como aquellos dialogos fingidos perpetrados
por Platon".
Tyler niega, por ejemplo, la posibilidad misma de una antropologfa dia-
logica que no "oprima" de alguna manera al nativo dialogante seccionando sus
redundancias, seleccionando los topicos de interes, poniendo ellibro entre un
comienzo y un final. Las palabras del nativo siguen siendo solo un instrumento .
de la voluntad del etnografo. La antropologfa dialogica, en consecuencia, es in-
capaz de trascender las limitaciones de la "representaci6n" en general. Como
veremos luego, Tyler propone ya no la "representaci6n" convencional, sino
una nueva y ut6pica forma de "evoeacion", con respecto a la cual ni siquiera
el es capaz de identificar Ios textos que la ejemplifican.
Tedloek Ie responde preguntandole si, dado que "cada acto de repre-
sentaci6n es un acto de represi6n poHtica", debemos silenciar 10 que los de-
mas nos dicen para no incurrir en aiglin tipo de represi6n. Si los nativos son
brutalmente reprimidos -por ejemplo- por los marines norteamericanos
ldebemos acaso silenciar esta representaci6n? Que este tipo de cuestiones ten-
gan que ser planteadas, y en esos terminos, es para nosotros un signo de bana-
lidad que no conviene minimizar. Por 10menos una cosa es evidente: que no
s610la antropologfa convencional y el positivismo (los fantasmas de paja de los
posmodemos) estiin en crisis.
Si alguien cree que la antropologfa posmodema revisada hasta aquf es
revulsiva y contestataria, alin no conoee a su facci6n mas alborotadora. Des-
pues de Tyler, la individualidad mas deslumbrante de la antropologfa posmo-
dema tal vez sea Michael Taussig. Taussig estudi6 en la London School of
Economics; en su juventud estuvo polfticamente inclinado hacia la izquierda,
a tal punto que se traslad6 al sudeste colombiano con la idea de prestar servi-
cios medicos a la guerrilla. En la selva cay6 bajo la influencia de un chaman,
Santiago Muturnbajoy, que 10inici6 en 10s misterios del yage. Muturnbajoyfue
mucho mas para Taussig de 10 que Muchona pudo haber sido para Turner; fue
algo aSIcomo 10 que pudo ser Don Juan para Castaneda, pero, en este caso, de
verdad.
Taussig es un "iniciado", igual que Bennetta Jules-Rosette 0 que Fredrik
Balth; pero la elaboraci6n que el hace de esta circunstancia es harto mas crea-
tiva. Mientras Jules-Rosette solo alcanza a proponer un pufiado de fases meto-
dol6gicas difusas, avaladas por una ejemplificaci6n circunstancial, y mientras
Barth finge inventar modelos que ya existfan a los que pone nombres que no
estaban vacantes, Taussig, el posmodemo mas claramente sesgado hacia la iz-
quierda en el espeetro poHticode Ii. antropologfa, ha introducido en la practica
y sobre todo en la escritura de la etnograffa,modificaciones que la afectan pro-
fundamente. Las obras mas conoeidas de Taussig son The Devil and Commo-
dity Fetishism in South America (1980) y Shamanism, Colonialism and the
Wild Man: A Study in Terror and Healing (1986).
Su primer trabajo, cuyo tftulo podrIa traducirse como El diablo y el feti-
chismo de la mercanC£a en Sudamerica proeura ser una obra experimental que
concilia el enfoque de la economfa poHtica con la antropologfa interpretativa.
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  • 1. CARLOS REYNOSO Universidad de Buerws Aires El surgimiento de la antropologfa posmodema es, en sentido estricto, un proceso de transformacion experimentado pol' una de las tantas corrientes in- temas de la disciplina, la llamada antropologfa interpretativa. Tras una fase ti- bia de "antropologfa simb61ica" en las decadas de 1960 y 1970, y luego de un falso arranque bajo las banderas de la fenomenologfa (demasiado escolasticas, trascendentales y solemnes para los tiempos que corren), los interpretativos hallaron en un posmodemismo que algunos reputaran predigerido y fragmen- tario su marco de referencia mas afln. A despecho de la naturalidad con la que los posmodernos asumen su propia transicion en el relevo de las modas, la po- lemica que se ha desarrollado en tomo del movimiento es una de las mas ten- sas y clelicadas de la histori3 disciplinar; no hay mas que asomarse alas revistas antropo16gicas recientes: sucede casi como si todo otro tema hubiera sido postergado en espera de su resolucion. Digamoslo enseguida con otros matices y adoptando otro angulo de mira. Despues de algunos anos en que no se pudo hablar a ciencia cieI1a de ningun paradigma dominante, la antropologfa mundial ha sido ganadapor 10que pare- ceria ser una nueva moda intelectual que responde alas premisas del posmo- demismo. Desplegaremos mas adelante la caracterizacion de los aspectos mas puramente antropologicos de este movimiento, es decir, la obligada semblanza de la antropologfa posmoderna. Primero corresponde caracterizar el posmoder- nismo en sent.ido amplio, como movimiento intelectual generico, en el cual se inspira -'--en teoria- la antropologfa que lleva su nombre. Hay que hacer, eso sf, una salvedad, pues algunas facetas de la cuestion han sido fatigadas en exceso y las not.as que siguen no quisieran ser redundan- tes. La avent.ura del posmodernismo se puede contar siguiendo innumerables t.rayectorias, variadament.e validas; la forma que aqui elegimos apunt.a a resal- t.ar cieI1as Hneas (las que conciemen alas ciencias sociales) en det.rimento de ot.ras (las que tienen que vel', pol' ejemplo, con la lit.erat.ura, la filosofla y el ar- t.e), que acostumbran ser mucho mas cOIiocidas. Examinemos ahora el posmo- demismo en general subrayando los aspectos que se refieren a nuestra disciplina especlfica, echando sobre el una mirada antropologica; y hacia el fondo del articulo int.ent.aremos mostrar de que manera los ideales del posmo- demismo como filosofla de una epoca se han reformulado en t.erminos de una concepcion de la antropologfa, de su objet.o y de sus practicantes.
  • 2. cialmente uno. Una cosa es segura: la clase obrera industrial -contabiliza Bell- esta disminuyendo en numero, y su importancia en la economfa de los pafses mas avanzados tiende a ser marginal. Ni hablar del campesinado. Es diffcil que el futuro presencie la "dictadura del proletariado" cuando el proletariado, como qui era que se 10 defina, se muestra en trance de desapa- ricion. En el discurso de Bellia construccion del objeto evoca las grandes confi- guraciones parsonsianas, similares a las que se encuentran en la base de cier- tas vertientes de la antropologfa simb6lica. A su juicio, la sociedad se puede dividir en tres Rmbitos: la estructura social, la polftica y la cultura. La estruc- tura social comprende la economfa, la tecnologfa y el sistema de trabajo. La polftica regula la distribucion del poder. La cultura es el reino del simbolismo expresivo y de los significados. Una de las transformaciones basic as que se es- tan produciendo concieme a la burocratizacion creciente de la ciencia y a la ::specializacion del trabajo intelectual en parcelas muy pequeiias. Ademas, como la sociedad postindustrial aumenta la importancia del componente tecnico del conocimiento, obliga a los cientfficos, ingenieros y tecnocratas a competir con los polfticos 0 a convertirse en sus aliados. A vista de paja- ro, conviene distinguir cinco dimensiones a 10 largo de las cuales se esta manifestando el cambio: De 10 que no cabe ni sombra de duda es de que el termino "posmoder- nismo" (igual que "postestructuralista") se origina en los Estados Unidos; en sus inicios, parece haberse acuiiado a prop6sito de cierto giro paradigmatico ocurrido en el seno de las tendencias intemas de la arquitectura, en la que se comenzo a poner en tela de juicio el concepto de vanguardia. Pero la idea de una condicion "posmoderna" tiene una gestacion compleja: arbitrariamente comenzaremos pOl'los postulados de Bell, aunque dejando constar que (dado que 10 que se analiza es un movimiento de convergencia) el punto de partida podria haber sido cualquier otro. En 1973 Daniel Bell publico un extenso libro de prognosis social, a ca- ballo entre la economfa, la ciencia polftica y la sociologfa, en el que anunciaba el advenimiento inminente de la sociedad postindustrial. Esta modalidad so- cietaria involucraria primordialmente no tanto un cambio en la infraestructura, sino una metamorfosis de fondo en toda la estructura social. Los procesos que permiten diagnosticar esta transformacion, segiln Bell, se encuentran mas avanzados en los Estados Unidos que en cualquier otro pafs. EI libro de Bell no es el primero en llamar la atencion sobre el particu- lar, pero sf 10 es en alcanzar amplia difusion. Como siempre, han surgido que- rellas poria precedencia: Bell asegura que el introdujo el concepto de sociedad postindustrial ya en 1962, 10 que a la escala de esta especie de neo- sociologfa es fecha temprana; posteriormente descubrio que un socialista in- gles (Althur Penty) ya habfa utilizado la palabra en 1917 para referirse a una sociedad artesanal del futuro, descentralizada y que ennoblecfa el trabajo, con- traria al "estado de ocio" que anunciaban otros futuristas. Bell admite que otros nombres Ie hubieran cabido igual: "s.ociedad del conocimiento", "socie- dad de la informacion" 0 "sociedad profesional". Pero en aquel entonces, cuando acuiio el termino, se encontraba bajo la influencia de Ralf Dahrendorf, quien habfa hablado de la "sociedad poscapitalista". La sugerencia de que al- go tan dominante como la industria 0 el capitalismo estuvieran en retirada era peculiarmente desafiante e invitaba al desciframiento de signos; yen esa fas- cinacion consistio el exito de un prefijo que no haria mas que extenderse des- de entonces. EI argumento global estructurado pol' Bell es simple, aunque la argu- mentacion sea espaciosa: el maximo detalle en los segmentos, la maxima sim- plicidad en el conjunto. Dice Bell que la sociedad occidental esta en camino de un gran cambio historico en el que las relaciones sociales (que se asenta .. ban en la propiedad), las estructuras de poder existentes (centrada en elites re- ducidas) y la cultura burguesa (centrada en la represion y en la renuncia a la gratificacion) se desgastan rapidamente. Las Fuentes del cataclismO' son cientf- ficas y tecnologicas, pero tambien culturales. La cultura ha obtenido autono- mra en la sociedad de Occidente. En parte es pol' ello que no esta para nada claro cuales habran de ser las formas de esta nueva sociedad. lCuales son, sin embargo, los signos de la transformacion? veamos ini- 1. Sector economico: el cambio de una economia productora de mercan- C£asa otra productora de servicios. Colin Clark, hacia 1940, habfa dividido la economfa en los sectores primario (agricultura), secundario (manufactura, in- dustria) y terciario (servicios). En el mundo no occidental, la importancia del sector primario es aun abrumadora (70% de la fuerza de trabajo); en los Esta- dos Unidos la proporcion es la inversa. Pero nose trata de cualquier servicio, sino de servicios relacionados con Rmbitos especfficos: educacion, investiga- cion y gobiemo. Estos servicios involucran un nuevo tipo de tecnologfa y una nueva intelectualidad. 2. Dis.tribucion ocupacionaL: Lapreeminencia de La clases projesionaLes y tecnicas,/ A todas luces, estan desapareciendo los blue-collars (los trabajadores de mam~luco) en beneficio de los white-collars (Ios tI:abajadores de saco y cor- bata). Mientras la tasa de crecimiento de la clase profesional y tecnica en ge- neral ha sido el doble de la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo, la de los cientfficos e ingenieros ha sido el triple de la tasa de la poblacion trabaja- dora en su conjunto. -- 3. Principio axial: la centralidad del aesarrollo teorico como fuente de in- novacion y jormulaciOn pol£tica de la sociedad. Las relaciones entre la ciencia y la tecnologfa estan cambiando. Casi todas las grandes indus trias que hoy existen (siderurgia, energfa electric a, telefono, automovil, aviacion) ya habfan surgido a fines del siglo XIX, pol' obra de inveptores, chapuceros inspirados y hombres practicos que no posefan mayor conocimiento teorico. Pero la evolu-
  • 3. c~on ulterior d~Ia electricidad en electronica y otros desarrollos semejantes solo fueron poslhles cuando la,evolucion tecnoI6mca se fund' I' . . , I I ,.,,: 0- 0 en a mveshga- CIO~y e. y ane~mIento t~onco.!La ideologfa de las corporaciones hacia Ill.in- veshgaclOn ha Ido camblandocon el tiempo: el paradigma de I ., d h b .d US S . a corporaClOn pue e a er Sl 0 teel en el primer tercio del siglo, la' General Motors en el segImdo y Ill.IBM en el tercero. ~~~rientacionfutura: el control de la tecnolog£a y de Lascontribuciones t~cnologzcas. Hasta h~~e p~o las nuevas tecnologfas simplemente se introdu- ~Ian, prestando atenclOn solo a los efectos primarios: el motor de combustion mte~~, .el aerosol, los detergentes. Es posihle que en el futuro se preste mas atenclOn al control de la tecnologfa, 0 que se desarrollen nuevas tecnolo 'as para reparar el efecto pemicioso de las precedentes. gI 5. Toma de decision: la creacion de una nueva "tecnolog£a intelectu l" Las estructuras de todos los ordenes de Ill.nueva sociedad pertenecen I 'mb a .' t d I" I "d d . " a a 1- o e ~ c.o~p eJI a orgamzada, que funciona de una manera hasicamente con~ramtuztlVa:En el siglo XIX todo se movfa aun conforme a dos variables: capIt~1 ~ trahaJo, oferta y demanda. Desde 1940 ha florecido todo un campo espeClahzado que se ocupa de la complejidad: teorfa de Ill.informacion ciber netic a, teorfa de la decision. Para resolver los nuevos tipos de calcul 'h - faIt ,. 'd os acen d a maqumas mas po erosas, en relacion directa con Ill.complejidad y canti- dad de proble~as a tr~tar. ~a inteligencia no puede apropiarse directamente e todas las vanables slmultanemente en juego. . Las comp~ejas teorfas en t?mo de la toma de decisiones tecnicas en un sIstema complejo se pueden eshmar como Ill.contrapartida de las ideol ' . a 'II f d I 'I ul . oglas. que as. son. ~to e ca coy henen una funcion instrumental; estas son fru- to de la mtmclOn y ~seen una funcion expresiva. De allf que se haya procla- mado El fin de Las zdeolog£asen un libro del propio Daniel Bell (1960). EI problema fundamental de Ill. sociedad postindustrial tal vez sea -s ' Bell- el de conciliar Ill.direccion anti-institucional de Ill.cultura c legun t t 'al d' . 'da ' on . a es- ruc ura SOCI ,lflgI yor ~flentaciones tecnocraticas y economicistas. Esto ha sldo, en smteslS, Iiicaracterizacion que hace Bell de un t' d . d d nuevo 1- po e socle a que se encuentra en trance avanzado de formacion' Bell . be d d' , eSCfl- es e una postu~a amblgIIa, que ha ·sido descrita como neomarxista por algunos y como neohberal por otros. Llamativamente, aunque Bell promueve un nuevo concepto sobre Ill.articulacion de Ill.realidad social y aunque en obra h 00 I' ' ' su ay co~ponentes met 0 OgIcos que no siempre se encuentran en el dis- curso de los mtelectuales, su influencia directa y explfcita en la antropologfa ~a d~ ~er escasa: O~r~s autores sacaran de este panorama las conclusiones fllosoflCas y soclOlog~ca~ que han sentado las bases del posmodernismo; y e~ de. ~llos, tortuosa, mduectamente, de quienes la antropologfa tomara ins- puaClOn. La caracterizacion que Bell hace de Ill.sociedad postindustrial pronto re- percute en otros ordenes, junto con otras formulaciones semejantes. Ideas pa- recidas muy pronto estan en el aire y Ill.intelectualidad se concentra alrededor de un puiiado de'motivos conductores. Gianni Vattimo, un filosofq italiano que esta entre los primeros que se han definido como posmodemos, realiza a fines de la decada de 1970 una apologfa del nihilismo y una celebracion de la muerte del pensamiento hmnanista, acordes con Ill.idea de que estamos en una nueva clase de sociedad, experimentando una condicion diferente. EI pro.,. ceso referido es el mismo, pero mientras Bell subraya las transformaciones de Ill.infraestructura, Vattimo se concentra en las rupturas que ocurren en el saber. Los referentes de Vattimo son, en Ultima instancia, Heidegger y Nietzs- che. Uno y otro -dice Vattimo- pusieron radicalmente en tela de juicio la herencia del pensamiento europeo, aunque se negaron a proponer una "supe- racion" crftica, pues ella habrfa significado seguir prisioneros de Ill.logica del desarrollo, propia de ese pensamiento. La modernidad se puede caracterizar, en efecto, como una forma de pensamiento dominada por Ill.idea de una histo- ria del pensamiento, entendida como progresiva "ilmninacion" que se desarro- lla mediante una apropiacion cada vez mas plena de los "fundamentos". La modernidad se caracteriza a veces como Ill."epoca de la historia", en contraste con la mentalidad anti gull.0 primitiva, dominada por una idea naturalista y cf- clica del curso de las cosas. Pero si Ill.posmodernidad implica una superacion de esta idea, lno se es- ta incurriendo en la misma falacia? Decir que estamos en un momento ulterior respecto de Ill.modernidad y asignar a este hecho un significado decisivo pre- supone aceptar 10que mas especfficamente caracteriza el punto de vista de Ill. modernidad: Ill.idea de historia con todos sus corolarios, el concepto de pro- greso y el de superacion. Para Vattimo, esta sena una objecion vacfa e incon- sistente, caractenstica de 108juicios puramente fornIales. En la posmodernidad las categorfas de 10 nuevo y de Ill.superacion ya no tienen vigencia. Lo posmo- , demo no 8010 se caracteriza como novedad con respecto a 10 modemo, sino' tamhien como disolucion de Ill.categorfa de 10 nuevo, como experiencia del "fin de lit historia", Ill.cual no se representa, por lo'tanto, como una etapa su- perior de Ill.historia misma. La historia ha terminado porque Ill. idea de una historia como proceso unitario ya no es convincente; en Ill.existencia concreta se instauran condicio- nes efectivas (Ill.amenaza nuclear pnmero que nada, yen segundo lugar los sistemas de informacion), que Ie confieren una especie de inmovilidad histori- ca. Fuera de elaboraciones periodfsticas como las de Fukuyama, que han he- cho estallar el escandalo, hallaremos ecos de Vattimo en el antrop6logo Crapanzano, cuando este considere fracasada una etnograffa interpretativa solo por el hecho de ya no ser convincente, y sobre todo en Stephen Tyler, quien consi- derara en proceso de extincion justa 108ohjetos y fenomenos mas proliferantes.
  • 4. Decfamosque antes de Vattimo, los pensadores que echaron las bases de la no-historicidad han sido Nietzche y Heidegger, a quienesaquel recupera por espasmos, por jirones de textualidad. El desarrollo de sus ideas --dice-- permitini superar las sospechas de que 10posmodemo es meramente una mo- da entre otras. La posmodemidad es un discurso legftimo, porque 10que mejor describe la experiencia que tenemos de la actual sociedad occidental parece ser la categorfa de posthistoria. Esta fue introducida en la terminologfa cultu- ral por el antrop6logofilosoficoArnold Gehlen, quien figura tambien entre los precursores de Berger y Luckmann. Para Gehlen, el concepto de poshistoria implica la condicion en la cual el "progreso se convierte en rutina": la "nove- dad" ya no, tiene nada de revolucionario ni de renovador, es simplemente aquello que permite que Ias cosas marchen siempre de la misma manera. El desarrollo de la tecnica ha secularizado, vulgarizado, vaciado, la idea de pro- greso. El ideal de progreso es algo vacfo, pues consiste en las condiciones en que sera posible un nuevo progreso, y asf hasta el infinito. Frente a este estado de cosas, 10 6nico que cabe es el nihilismo, y Vattimo realiza una prolija y exaltada reivindicacion de esta filosoffa desmovilizadora por definicion. La historia (afirman los nihilistas) carece de sentido; 10que ellos piensan sobre la posibilidad y la necesidad de transformarla es desde ahora imaginable. La incidencia indirecta de Vattimo en la antropologfa (ecos de.ideas en expansion, reflejados tal vez a partir de otros intelectuales en el campo de una intertextualidad enredada) arroja menos interes que la lectura que ha hecho el filosofode la antropologfacomo ciencia, lectura restringida a un libro de Remo Guidieri y .a un artfculo ignoto de America ind£gena. Vattimo descree de la eventual fusion de antropologfa y hermeneutica, y aparentemente desconoce que ese maridaje ya se materializo: a la antropologfa como descripci6n cientl- fica de las constantes de la cultura, profundamente condicionada por la idea metaffsica de ciencia, no se Ie puede oponer -asevera- el ideal de una an- tropologfacomo lugar del encuentro autentico con el otro. Cualquiera haya si-. do el exito de sus otros vaticinios (los posmodemos son dados a augurar), el caracter unanimemente interpretativo de la antropologfa posmodema no hace mas que desmentir las prohibiciones del fil6sofo. A esta altura debe caer de suyo que no pretendemos construir la historia del posmodernismo. Pero toda sfntesis serfa incompleta si no seiialara algunos de sus precedentes mas notorios. En los primeros tiempos, cuando s610unos pocos hablaban de posmodemismo, la vanguardia intelectual estaba rerre- sentada por un puiiado de pensadores franceses, mas 0 menos estrechamente relacion~dos con Tel Quel, que escribfan en 10que podrfamos caracterizar co- mo un dialecto del frances de Pans con rotundas inflexiones lacanianas. La unidad de ese movimiento, sumamente laxo como tal, era en efecto mas bien estilfstica, 0 por 10menos mas estilfstica que ideologica 0 metodol6gica. ,/ Despues Frank Lentricchia llam6 a ese movimiento postestructuralismo, y unanimemente se reconocio en el a una especie de vanguardia del pensa- miento posmodemo. Con.los postestructuralistas surge una nueva clase de in- . telectual institucionalizada. La que comenz6 siendo, tal vez, una especie de , extensi6n de la crftica literaria hacia los dominios de la filosoffa,acab6 convir- tiendose en una practica que habrfa de decretar (entre otras cosas) la crisis de la raz6n y de la ciencia. El inventario de los postestructuralistas varia segUnla 6ptica de los dis- tintos autores, pero todo el mundo reconoce a Foucault como uno de los orien- tadores principales. Lo que pueda haber escrito concretamente Foucault no viene al caso en este preciso momento; baste decir que difundi6 un fuerte es- cepticismo hacia ciertas categorfas analfticas de las ciencias sociales y de la I ciencia en general, resaltando la relatividad y el caracter construido de nocio- nes aparentemente tan basicas como "enfermedad mental", "hombre", "po- der" y "conocimiento". ~u relativismo, mas temporal que culturol6gico, habra de realimentar y otorgar nuevo rigor a viejas corrientes de la antropologfa. Una de las ideas centrales de Foucault es la de la arbitrariedad de las epistemes (un termino que compendia, por asf decirlo, las connotaciones de "concepci6n del mundo" y de "paradigma"). Cada una de ellas define no solo los objetos mas importantes para cada epoca, sino que los construye: el "hom- bre", por ejemplo, como problema filos6fico y como entidad sobre la que se pudiera hablar, no existla hace algunos siglos,y probablementevuelvaa no existir dentro de poco.Cada episteme define 10que es pensable y 10que no, y cada epis- teme disfruta de coherencia intema y de una especie de autonomfa.De esta for- ma, el pensamiento evolucionistade Darwintiene que ver mas con otras ideas y premisas de su epoca que con la "biologfa"de los siglosprecedentes. Foucault, fue, quiZ8s,el primer autor frances lefdo casi masivamente por Ios antrop610gosnorteamericanos, con la posible excepci6n de .Levi-Strauss. Sea como fuere, con el se inicia algo que no se habfa dado con mucha frecuen- cia: que los pensadores franceses, caracterfsticos por sus profundos conoci- mientos de filosoffa y por su erudici6n comparativamente enciclopedica, comenzaran a ejercer influencia directa sobre la comunidad antropo16gicade Ios Estados Unidos. Por primera vez, quiza, los antrop610gosnorteamericanos exploraron literaturas de ensayo extranjeras ajenas a la disciplina. Cabe reeo- nocer unas pocas excepciones a la escasa apertura de esos profesionales, y so- bre todo una: Clifford Geertz, representado en esta compilaci6n por "Blurred Genres"; por 10 demas, antes del advenimiento del posmodemismo, ni siquiera los cientfficos sociales inclinados hacia la fenomenologfa acostumbraban leer ensayos que no pertenecieran al mismo cfrculo de ideas filos6ficas que el que ellos frecuentaban. Aunque Ia dominancia de su civilizaci6n tome artificioso hablar de provincianismo, se percibe que los antrop61ogosnorteamericanos modemos no eran, antes de asimilar a Foucault, genuinos cosmopolitas. Tomemo,?nota de algunos signos tenues del influjo foucaultiano. En el artfculo de Richard Shweder "La rebeli6n r01pantica de la antropologza contra el iluminisT1W", que luego reproducimos, se encu.entra una referencia Ii la fa-
  • 5. mosa clasificaci6n zoolOgica invent dB' " de John Wilkhis" de Ot . . ~ .a por) orges (vease EI idioma analftico , ras tnquvnczones . esa clasifi . , caslo extrem~ de arbitrariedad, categoria ti;ica de la cIl~aclO~ sedex Ipone co~o na . Ahora blen la cita de Bo ' enSlOn e 0 no-raclO_ . . ' rges no esta tomada de sus b I't . , slgmficativamente de Las palab !as d 0 ras I eranas, SInO por este mismo texto de B ras y cos~ e Foucault, lID ensayo inspirado Con los alios la infl~:~~~: r~este :tsmo despliegue de arbitrariedad. cana reciente se hizo enorme L e o~ca t sobre la antropologla norteameri_ el prolijo detalle de la carac;eri::~:~: t:asi~lado de. su obra no e~ tanto marse la arqueologla del sabe (. epistemes m 10 que podna lIa- toria siempre se escribe retro:p:t::~~~~t~rd:uperar el ~echo de que la his- situando alas teorias a los libros I " 'fi sde un clerto punto de vista, contrario, 10 que. se ha tornado y a ~tS c~enh lcosdcomo protagonistas); por el , mayon anamente e Fou ult ' van ante un poco ' f d d I ca no es sino una d . d I mas re Ina a e relativismo que situa Ia "verd d" I pen enCla e a multiplicidad de epistemes i d' I a en (e- bre de verdades, todas ellas vaIidas. ..y a lsue ve en una muchedum- Otro pensador frances que ' teamericana, incluso con mayor ;~~e~~ d a xenetrai en la intelectualidad nor- ques Derrida, otrora cultor del m ;> un ~ a b que.e pr~~io Foucault, fue Jac- aOlsmo. 0 re su IrrupclOn evoca Lentricchia: En algun momento de principios de Ia decada de 1970 por dogmiilicode nueslro sueno fenomeno16ico d nos desperlamos del so- nueva presencia se habfa asentado en nueS!i';' p<y~ra ,~rnos ~uenta de que una Jacques Derrida. Con cierla brusqu d d . ImabmaclOncrflIca de vanguardia: de a suplmos que a pesar de un b e caraclerizaciones inconexas de 10 cont' ' . a uena suma no algo que podrfa llamarse "posleslru I ra~~o, n~~~rJo no:1 eSlruclura!ismo,si- ca eslruclura!isla en Ias carreras inlel~~ra Ilsm~ .p camblOal rumbo y polemi- GeoffreyHarIman, Edward Said y J hU~~slle aul de Man, J. Hillis Miller, 1960 fascinados or las ; osep I e --que eslaban en la decada de (JVierthe New Cri~icism, ~~~~lr~~~. de la fenomenologfa- revela loda la hisloria Del calIej6n sin salida de la fenomenolo Ia (en ' . perspectiva antropolO ica desde el g. este caso, hermeneutICa y claras el artICulo de ~ichel A Pundtoddelvlstl~ del actor), nos habla alas I gar, en on e os Igamento fi . p ares (Gadam~r, Schutz) suplantan a la fundamentaci6n m:t::I~~as eJem- postet~cturahsmo I.osmatices serian diferentes. Si Foucault infun~~' ~on el tropo ogla norteamencana algunas ideas di D'd 0 a a an- ciertos principios metodolO,,; spersas, ern a lleg6 a transferirle d I ,,_cos, y antes que nada la tec . 1 e postestructuralismo primero y de I 't' od mca por exce encia construccion (0 como reza el g I" adcn lca po~m erna despues: Ia des- , a lClsmo, econstrucclon). mo si ~r~~~:~:;er:;:~~~':ri::;~;;aahora se.suele decir "desconstruir", co- quien enuncia el juicio el b' t ra una ruptura aun mas profunda entre actividad crItica extendi~ ::u~~ 0 ~e sedi~ecul sa, La desconstrucci6n es una , 0 mas ra ca que Ia mera exposici6n de los 18 errores que puedan achacarse a los razonamientos de un determinado· autor. En una desconstrucci6n se atacan y se des-sedimentan ya no las afirrnaciones parciales, las hip6tesis espedficas 0 los errores de inferencia, sino las premi- sas, los supuestos ocultos, las epistemes desde las cuales se habla, Ocasional- mente, algunos autores demasiado exquisitos niegan que la desconstrucci6n sea meramente un metodo negativo 0 siquiera un metodo, desautorizando Ia interpretaci6n habitual de la desconstrucci6n como destrucci6n gratuita y es- ceptica; aquI no necesitamos complicarnos en discusiones tan finas, porque al fin y al cabo 10 que cuenta son mas las lecturas y los usos antropol6gicos del concepto que Ias intenciones del mismo Derrida. La mayor parte de los trabajos antropol6gicos desarrollados con el auspi- cio del posmodernismo (por 10 menos en Ios Estados Unidos) son trabajos de desconstrucci6n, como veremos· mas adelante: 10 que se desconstruye es, en general, el marco global, la ciencia social convencional, la antropologfa ante- rior al advenimiento del posmOdernismo. Toda una corriente de la antropoiogla contemporanea funda su aporte en una prolija desconstrucci6n de la obra de otros antrop610gos, a veces bajo el disfraz de un interes por los aspectos litera- rios de la escritura etnografica. Podemos decir que el creador del concepto proporcion6 el modelo de la desconstrucci6n antropol6gica al refutar ciertas afirmaciones de Levi-Strauss a prop6sito de Ia irrupci6n de Ia escritura entre los nambikwara. El texto que cuestiona Derrida es un capItulo de Tristes tropicos, y el libro en que 10hace es De LagramatoLog£a, de 1967. En este se realiza una afirmaci6n muy curiosa, bastante trpica de la clase de razonamientos en que abundan los practicantes del juego desconstructor. EI juego consiste en afirmar, como si fuera un impe- rativo del metodo, algo que parece contrario a la raz6n, al senti do comun y a Ia evidencia, 10que justifica que a veces (siguiendo a Geoffrey Hartman) se apli- que a estas ideas el mote de "derridadalsmo": en este caso, 10 que declara De- rrida es que la escritura es anterior al lengIIaje en todo sentido, tanto hist6rica como 16gicamente. AIgIIDos exegetas aseguran que esta es una lectura superfi- cial de 10que Derrida quiso decir en realidad; sea como fuere, es por 10menos sospechoso que quienes 10interpretamos de este modo seamos tantos y que en tantas paginas no se pueda clarificar 10que en realidad se quiere decir al usar un terrnino que soporta el peso de un obvio significado preexistente. EI truco de Denida consiste en que el sentido que otorga a la "escritura" no es el sentido vulgar; parecerla ser que habla de ella en un sentido muy am- plio, un sentido que comprende las marcaciones, el tatuaje sobre el cuerpo, la inscripei6n, el trazado de un surco sobre Ia tierra, los espaciarnientos, la insa- turabilidad de los contextos. Algo nmy exquisito, como se ve, un concepto nue- vo, que iniciara la moda de que Ia claridad conceptual pase de moda y que hara caer en saco roto las enselianzas de Peirce sobre la posibilidad infinita de invenci6n conceptual. Desde afuera los exegetas se justificaran diciendo, por ejemplo, qu~ las categorias de Derrida son catacreticas, y que si se expresa de semejante manera es porque los conceptos comunes no son suficientes, porque fallan palabras en ellenguaje como para que Derrida exprese las delicadas ar-
  • 6. tieulaeiones de 10 que piensa. En todo easo, es imposible determinar que quie- re signifiear Derricla con "escritura" y pol' que Ie resulta fundamental compro- bar su prioridacl frente a una filosoffa clominante que concede clemasiada importaneia allenguaje y que considera a la escritura derivativa, secundaria y epifenomenica. Perry Anderson ha afirmado que estos movimientos estan afectados pOI' algo asf como una "desmesura dellenguaje". Pero la caracterizaci6n no es de- masiado adecuada para referir las ideas de Derrida y sus peculiares planteos discursivos. AI contrario: Derrida, sin demostrarlo cabalmente, considera que el pensamiento occidental esta dominado pol' una postura logocentrica que, en los estudios dellenguaje, se inicia probablemente con Saussure. Su reivindi- caci6n de la escritura tiene para nosotros un interes especial, no s610 porque a traves de ese eoncepto Derrida discuti6 tal 0 cual idea de Levi-Strauss, sino porque la postura de Derrida anticipa gestos de uno de los extremistas de la anttopologfa posmodema, quien tambien se plantea objetivos piramidales yex- travagantes; si Derrida pretendla defenestrar allenguaje, Stephen Tyler protes- t6 contra la excesiva prevalencia que "occidente" otorgaba a la visi6n pol' encima de los otros sentidos. Curiosa reivindicaci6n, Hpica de las preocupa- ciones de pens adores insertos en una intelectualidad decadente, obesa, huer- fana de temas y prop6sitos mas apremiantes. Se ha dpinado, con fundamento, que la discusi6n de Derrida sobre la in- terpretaci6n de Levi-Strauss de cielta escena de escritura entre los nambikwa- ra no constituye un modelo argumentativo clemasiado afortunado. Derrida Ie endilga a Levi-Strauss su fonologismo, su denigraci6n 0 rebajamiento de la es- critura, su apoteosis del lenguaje hablado. Luego Ie espeta dos objeciones: el anecdotario de la famosa "escena de escritura" en el capHulo 28 de Tristes tro- picos, y su teorfa segiin la cual el advenimiento de la escritura y el ejercicio del poder estarfan ligados pOI' algiin nexo estructural, hist6rico, 16gico 0 fun- cional. Siempre que surgi6 la escritura -recapitula Levi-Strauss- 10 hizo en estados fuertemente jenirquicos, en teocracias urbanas, en donde era imperio- so llevar un cuidadoso registro; ante sus propios ojos; un cacique nambikwara, apenas intuida la utili dad burocratica de la escritura, fingi6 ante la mirada de los suyos comunicarse con los blancos trazando rayas en un papel. La conso- nancia estructural entre ambos sucesos Ie parece ostensible. EI anecdotario levistraussiano, pol' cierto, es cuestionable: a Levi-Strauss Ie llama la atenci6n que, al no tener un vocablo previsto para referirse a la es- critura, los nambikwara expresen "escribir" mediante una pariifrasis que sig- nifica "trazar llneas". Derrida sostiene que no hay nada llamativo en hacerlo, ya que "escribir" significa exactamente eso en numerosas lenguas civilizadas, frances incluido. La segunda discusi6n esta muy maillevada, y podemos afir- mar taxativamente que para conducirla a su fin Derrida tiene incluso que mentir: pr6ximos a fonetizarse. EI caraeter masivo de esa informaci6n nos dispensa de in- sistiI' (pag. 168). Todo esto es inexacto: las culturas reportadas poria etnologfa como dota- das de algiin rudimento de escritura son sumamente escasas, y todos los casos conocidos son posteriores a la difusi6n de las practicas gramatograficas occi- dentales. Un par de excepciones (Ia isla de Pascua, los indios cuna) no alcan- zan a revertir la tendencia; ninguno de estos casos, ademas, deja de ser dudoso, a menos que concedamos a la escritura una definici6n tan indefinida, catacretica y oblicua como la que Ie otorga Derrida. La mas importante que Derrida Ie legam a la antropologfa posmodema, sin embargo, no son estas discusiones f4tiles sino el propio concepto de .des- construcci6n, su oposici6n militante a los grandes sistemas de pensamwnto consagrados en Occidente, a la metaffsica, a la ciencia, y sobre todo a la razon. La desconstrucci6n fue, en su origen, un metodo para recursar y destruir argu- mentativamente pero sin razonar, es decir, sin incurrir en los dictllmenes de la argumentaci6n racional. Pero lc6mo es eso posible? La justificaci6n de Derrida es bastante inveroslmil, y es obvio que su va- lor (de tener alguno) es puramente formal: el desconstructor, segiin Derrida, no razona, sino finge que finge bacerlo. La artimaiia es doble necesariamente, porque debe ser efectiva. Si finjo matar no mato de verdad; pero si finjo fingir, entonces sf. La estrategia de la desconstrucci6n --dice Derrida- es algo que perrnite hablar cuando todo el discurso se ha consumado, cuando no hay nada que decir. Permite razonar sin reconocer la primada de la raz6n, y ballar argu- mentaciones "razonables" para abolirla. EI Ultimo de los postestructuralistas que mencionaremos es Jean Baudri- lIard. Este escrito comenz6 a hacerse conocer a fines de la decada de 1960, al elaborar 10 que el bautiz6 con el nombre un tanto pomposo de "economfa poll- tica del signo": el analisis crHico de ciertas orientaciones y rasgos semanticos y simb6licos propios de la cultura burguesa, como ser el usa de Ios objetos 0 el consumo. Mientras Derrida discuti6 fundamentalmente con Levi-Strauss, Bau- drillard Ia emprendi6 mas bien contra la antropologla marxista francesa, y so- bre todo contra Maurice Gadelier, uno de los representantes maximos del marxismo estructural en antropologfa. No seguiremos aquf cada uno de los caminos explorados pOI'Baudrillard, desde su Sistema de los objetos 0 su Critica de la econom£a poUtica del signo a sus Estrategias fatales 0 sus artfculos mas recientes, deslumbrados poria tee- nologla norteamericana. Lo iinico que nos afecta es su influencia en la antro- pologla posmodema, 0 en la antropologla interpretativa inmediatamente anterior. Notemos, de paso, que la influencia de Baudrillard en la antropologla simb6lica ha sido mas notoria que la que ejerci6 sobre la antropologla posmo- dema' para esta Ultima el no constituye, de hecho, un referente de Ia misma , . estatura que un Foucault 0 un Derrida. • La discusi6n de Bauclrillard con Gadelier, su refutaci6n aparente de los Hoy la etnologfa -dice- nos ofrece informaciones masivas sobre escrituras que han precedido al alfabeto, ot1'ossistemas de ese1'itu1'afonetica 0 sistemas muy
  • 7. analisis marxistas de Ias sociedades primitivas, fueron el modelo en el que se inspir6 el simholista norteamericano Marshall Sahlins para escrihir Cultura y raz6n practica, de 1976, que no haee mucho se tradujo al espano!. Este es -re- cor~mos- uno de Ios textos esenciales de Ia antropologi'a simh6Iica, y es tamh1(~n el que marca el punto mas extremo del reduccionismo cultural: el in- tento de explicar todo en funci6n de Ia cultura, Ia cual se identifica con el sis- tema simh6lico de imposici6n de significados. Resumamos Ia postura de Baudrillard frente a Ia antropologfaecon6mica en general, ya Ia antropologfamarxista en particular. Tanto para Baudrillal'd como para Marshall Sahlins, el discurso marxista participa de los rasgos fun- damentales del pensamiento hurgues. Para Baudrillard, concretamente, el analisis econ6mico marxista comparte el mismo marco ideol6gico de la econo- mfa polltica occidental y s610sirve, en consecuencia, para afrontar el'analisis de determinado tipo de sociedad en determinado momento de Ia historia, En este sentido, el marxismo en tanto filosofla hist6ricamente determinada esta- rfa afectado p?r Ias mismas limitaciones que -POI' ejemplo- el psicoan'alisis, el cual ostenslhlemente ha fracasado como analItica del pensamiento salvaje: No hay modo de producci6n, ni pl'oducci6n, en las sociedades, primitivas. No hay dialectica en las sociedades primitivas, no hay inconsciente en las sociedades pri- mitivas. Estas categorfas s610 analizan a nuestras sociedades, regidas pOl'In eco- nomfa paUtica (El espejo de la producci6n, 1983 [1973J: 47-48). Baudrillard ofrece pasar a un nivel de analisis diferente que el de Ia eco- nOmIapolltica, sujeta a un materialismo estrecho. Ese terreno es el de Ia criti- ca metafisica del significante y del c6digo, una critica de Ia economfa polltica del signo. Para 61,el marxismo es incapaz de proporcionar un analisis profun- do de Ias sociedades primitivas, asf como es incapaz de trazar una perspectiva revolucionaria que este verdaderamente mas alIa de Ia economfa polftica. EI marxismo, segun esta 6ptica, "se encierra dialecticamente en 105atolladeros del capital, asf como en el desconocimiento de 10simh6Iico". La discusi6n de Baudrillard no aporta nada que Ios antrop6Iogosno su- pieran, con excepci6n de una ironfa pedante que muchas veces hace ruido a hueco, en un despliegue de un estilo de tomadura de pelo que Ie resta huena parte de su utilidad argumentativa. AI efecto de Ia discusi6n de Ios alcances y llmites de Ia categorizaci6n marxista ante el estudio de Ias sociedades primiti- vas, Ia disputa entre sustantivistas y formalistas en antropologfaecon6mica Iu- ce infinitamente mas interesante que estas diatrihas sin respiro. Lo que Baudrillard afirma se ha dicho antes, y con mucha mayor profundidad, serie- dad, riesgo polemico y fundamentos, en Ios ensayos de Ia facci6n sustantivista. EI metodo de Baudrillard consiste en tomar fragmentos de afirmaciones de Godelier y afirmar taxativamente que "no sirven", "son inutiles", "inefica- "". 'hI" . d I I ces 0 mservl es para compren er ta 0 cua aspecto de Ia sociedad primiti- va. Quien husque demostraciones se vera defraudado, Los razonamientos de Baudrillard son (igual que Ios de Sahlins) insanahlemente metonfmico.sy gi- ran en torno de un supuesto que es en sf un verdadero e?s~Imo de magIa.con- tagiosa: Ios conceptos marxistas fallan por haherse, ongI~~do en el nnsmo contextoque el de los demas conceptos de Ia economla pohtIca, ~ saher, la so. ciedad burguesa. Sohre los conceptos que utiliza el.propio Baudril~ard~ so~re 105que deherfan ser usados nada se dice, y del nnsmo modo se slienClan as detenninaciones que pudieran sufrir Ias teorias que ofrecen Ios elementos de jllicio empfricol> contra el modelo marxista, 0 Ias razones por Ias cuales su pro- io discurso se encnentra Iihre de toda coacci6n cont~x!ual. p EI estilo de Baudrillard disemina metaforas chll'nantes ~n Ia condena de toda busqueda objetiva, en un exhihicionismo e~ el q~~ eIllrmte entre Ia~~on- /r vicciones intimas y Is ironIa es J?Or 10menos dlf~so: La verd~d --escn e,n Las estrategia.~ fatales- no hace mas que comphcsr Ias cosas . La fra~eologla de Baudrillard es autoritaria: Ios contenidos de 105conceptos teol'l311coshdel • .<' "t' porque se 10 aya marxismo no sirven para cuhnr Ias prnctIcas pnml lvas, y no I ' demostl'lldoen funci6n del analisis de determinados datos 0 porque e~ a,gun otro ensayo se haya demostrado Ia correcci6n de Ios argumentos metomnnco~, sino pOlque Bauchmard asf 10proclama desde Ias .altur~~de. u~a ~Jedantena que declina analizar t6cnicamente el estado de Ia dlS?USlOn dl~cIP!mar,como si 61volara por encima de la ciencia. En esta ~poteo~l,s de Ia ~~tnba, el mar- xismo esta automaticamente invalidado pol'estIpuiaclOndogmatIca,d~una ~- ciologfa de conocimiento abismalmente ingenua a pesar de sus. mf ,as.. n punto importante: la crItica de Baudrillard es estrictame~te .ne~atIva;~l e?(}~te otra altemativa de analisis frente alas culturas agrafas m slqrnera la ~nsmua, apade de parar a Marx sobre Ia caheza y mencionar profusamente Ios slmbolos. EI posmodemismo no es un movimiento unit~rio.qu~ rec.on?zcaa unos pocos codificadores. Se trata de una corriente muitItudinana, sl.nnlar a Ia del estructuralismo y Ia semiologfa a fines de Ios anos 1960, que disfruta (pes~ a, Ia ilusi6n de Vattimo) de todas Ias caracteristicas que siempre f~eron propl~s de Ias modas intelectuales: Ia reiteraci6n de consignas, una cO~I?da sUJ?erfI- cialidad analftica, la concentraci6n en tomo de unas poc~s !ematIcas reltera- das hasta el hartazgo, la aeumulaci6n de supuestos y conVl,cc~ones escasamen- te discutidas, Ia transmisi6n y difusi6n pol' med!0s acade~l,cos (y antes que d I· . . 1 d "humanfsticas") la sublta conversIOna sus dogmas nn a as umverslCa es , . '1" pol'paIte de casi toda Ia intelectuaUdad influyente, Ia concordancla ~sh ISh~a de sus textos, las referencias cruzadas, Ia esquematizaci6n de Ia reahdad y a l'edefinici6n de 105valores prioritarios. . . Moda 0 no, 5i hay alguien en quien confluyan caSI todas Ias r~ferenclas, ese es sin duda Jean-Frangois Lyotard. Este es el autor que ha defim?~?e ma- nera mas c~teg6rica y expresiva 10que se ha .d??o en Hamar Ia condiClonpos- modema. Sus textos esenciales son La condwwn posmodema (de 1986) y La 23
  • 8. posTTWdemidad (explicada a LosniiWs) (1987); en los iiltimos meses se ha pu- blicado La diferencia (mejor dicho El difererukJ), un texto mas barroco y deca- dente que los ya nombrados, aunque en realidad es anterior (1983). Olvidado ya, podemos evocar un texto que sefiala el misrp.operiplo que esta compilaci6n dibuja, y que se refiere, reivindicandola, a Lafenomenolog£a (1959). La caracterizaci6n de Lyotard de la condici6n posmodema es con mucho la mas difundida, y la que esUilatente (por ejemplo) en las primeras elabora- ciones antropol6gicas del asunto, durante el Seminario de Santa Fe, de 1984, al que despues trataremos con mas detalle. La condici6n posmoderna es la condici6n del saber en las sociedades mas desorrolladas. En la cultura de es- tas sociedades han ocurrido enormes transforrnaciones, y la que analiza Lyo- lard es en concreto la crisis de los relatos, el descredito que ha caldo sobre ellos. Lyotard no asume (como10hara Tyler en los Estados Unidos) una actitud hostil hacia la ciencia, por 10menos no a priori. Lo que Ie preocupa de la cien- cia no es que husque "algunas regularidades ntiles", sino que pretenda legiti- marse a traves de un relato, de unaargumentaci6n relativa a sus fundamentos. Richard Rorty ha dado cuerpo, en epistemologfa filos6fica, a Ia misma descon- fianza. Cuando el discurso mediante el que se legitima l,Ulapractica es un "gran relato'~ totalizador, como la dialectica del espIritu, la hermeneutica del sentido 0 la emancipaci6n del hombre racional 0 del trabajador, se llama "mo- dema" a Ia ciencia que recurre a esos argumentos para Iegitimarse. Simplificando aI maximo, se llamaentonces posmodema a la increduli- dad respecto de tales metarrelatos. Concomitante a la crisis de los metarrelatos (que enseguida veremos en que se origina y en que, a su vez, se fundamenta) es la crisis de la filosoffa metaffsica y de la instituci6n universalista que de- pendIa de ella. Los componentes de la "funci6n narrativa" de 10srelatos legiti- mantes se han dispersado. EI proyecto modemo e iluminista de la emancipaci6n progresiva de 1.araz6n y la libertad esta liquidado, destruido. Esto se puede expresar simh6licamente diciendo "Auschwitz": la barba- rie nazi de los campos de exterminio es, para Lyotard, la prueba de la derrota del proyecto de la raz6n. Ninguna explicaci6n, ning6n pensamiento, son capa- ces de situar a Auschwitz en la Hnea que conduce a la "emancipaci6n" de la humanidad y al progreso acumulativo de la racionalidad. En 10poHtico,la pos- modernidad es tambien el fin del "pueblo" como rey y heroe de las historias. Si no se puede creer ya en los relatos --dice Lyotard- menos se puede creer aun en sus protagonistas. EI pueblo (y ya no solamente el proletariado) ha de- saparecido del imaginario posmodemo como protagonista de In historia, la cual tambien se ha esfumado como proceso mas 0 menos lineal, tendente ha- cia alg6n fin; no se sabeau.n quicn sera el protagonista que 10suceda y el con- texto temporal en que se situaran los acontecimientos, si es que se siente alguns vez la necesidad de postular alguno. La incidencia de Lyotard en la antropologfa posmoderna es palpable, aunque escondida y flotante. Donde mas se percibe el influjo de su descon- fianza hacia la legitimaci6n es en el cuestionamiento cliffordiano de la autori- dad etnografica yen illl sentimiento de crisis disciplinar generalizado que tor- na hoy en dIa diffcil embanderarse atras de una formulaci6n teoretica cual- quiera. Como nunca antes, el tiempo esta maduro para el escepticismo. Es imposible realizar una visi6n de conjunto del movimiento posmoder- no sin hacer alguna referencia a Mijail Bajtfn. BajtIn fue 10que podrfamos lIa- mar un crftico literario y un semi610goen el sentido que tiene en la Uni6n Sovietica esa especializaci6nprofesional. AI igualque Propp, habia consegui- do elaborar una serie de marcos de an8lisis y de conceptos que brindaban una cierta cobertura semio16gica al pensamiento marxista, 0 quizas al reyes. La concepci6n de Bajtfn, sin embargo, no pareci6 del todo ortodoxa al estalinis- mo; se dice que sufri6 carcel, que fue perseguido, censurado y deportado a Si- beria; de hecho en algu.n momento desapareci6 y nunca mas se supo de el basta que hace algunos alios sus obras se filtraron a Occidente y comenz6 a ser reivindicado en su pals. Corre el rumor de que algunas obras atribuidas a sus discfpulos (y mas en concreto a Volosinov) son en realidad de BajtIn, aunque este punto ha sido rebatido por soviet610gosbien informados. Antes que nada, Bajtfn enfatiz6 el caracter no subjetivo e interactivodel lenguaje y propuso pensar en el en terminos de situaciones discursivas especf- ficas; para el no existfan palabras y frases neutras, monol6gicas, privadas: todo esta cargado de intenciones y acentos. De alII se desprende todo un conjunto de conceptos destinado a caracterizar aspectos del contexto y de la interacci6n lingiiistica. Un cronotopo, por ejemplo, denota una configuraci6n de indicadores es- paciales y temporales en un escenario deficci6n en donde (y cuando) tienen lugar ciertos acontecimientos. No se puede situar hist6ricamente un acontecer sin recurrir implfcita 0 explfcitamente a cronotopos, que vendrfan a ser equi- valentes espaciotemporales de 10que en antropoiogla lIamamos mas bien con- textos. Seg6n James Clifford, Levi-Strauss practic6 con virtuosismo la cons- trucci6n de cronotopos en Tristes tr6picos, en donde los lugares especfficos (RIO,el Matto Grosso, los lugares sagrados de la India) aparecen como mo- mentos de un orden huntano inteligible, rodeados pOrcorrientes de cambio. EI camaval (0 carnavalizaci6n, si 10abordamos como proceso) es otro de los elementos recurrentes en la escritura de Bajtfn. Naturalmente, el contem~ plaba al camaval como una manifestaci6n de valores y actitudes genuinamente populares que en el resto del tiempo perma!lecfan soterradas 0 reprimidas. Uno de los elementos que los antrop6logos posmodemos han recuperado de la noci6n bajtiniana de camaval es que en el desaparece la diferencia entre acto- res y espectadores, 0 como se dice en otros 6rdenes, entre sujeto y objeto. No hay posibilidad, dice Bajtfn, de permanecer afuera del camaval como observa- dor no afectado por el. ; Bajtfn es sin duda el fundador de la dial6gica, que es algo bastante dife-
  • 9. rente de la dialectica aunqu I I I' dB' ,. ' e guarca a guna re aCl6nsutil con ella La di· I' ' ca e a.Jtmse opone a la concepcion mono16ica del I . ' a OgI- alas expresiones del f'ontexto d' I' , g enguaJe, Ia cuaI separa al ' ..• la OgIcoen que ocurren S ' I di I' . cu quIer expresion, por aut6noma 0 com Ieta . egIffi a II ogIca, un momento de un di 'I f P que parezca, no es otra cosa que caci6n verbal 0 intert::~~lunAunragmentoten el 'proc:so continuo de Ia comuni- . . en un exlo IdenhficabI ' , Clerra un conjunto de postulados, es sible d e que e~ a~anencla ponden a otros textos y p d' po etectar que Ios contemdos res- U re eClrque a su vez sera res' did ' n texto(0 un monologo)no es sino una 'da Id ' pon 0 por otros mas, En la antl'OPologfa norteamericanaeI c ~ c e una l?tert:xlualidad continua. nografla ha sido sobre todo D . T~lfi~ador de la dial6gIcaaplicada a Ia et- quien reco~oceel antecedente~nn~s , Doc , represe~tado en nuestro antologfa, Otro conce to b '" e evm wyery sus DUllogos marroquf.es, tendencias centrrpetasaJyhh~~:g:ns ~l dde~eted'l'ogIlosia, ol~uestoa Ia.idea de las I d'l: " elza Olas e a expreslon La h,t I' a llerenClaCloninterna y·la estr l'fi '6 d I . e erog OSlaes , , a I IcacI n e 0 que a 10 d" I rece mdiferenciacloy planar Tod I ' " .s aca enucos es pa- mente: esta el lenguaJ'ede la's cl 0 engu~Jel estaldilferencladosocioideoI6gica_ lases SOCIa es ce os gru 1:' I as generaciones sucesivas, Allado de las f ' , pos pro1C~lOna es, de trffugas de la heteroglosia traba'an inint uerz~~centnpetas, las fuerzas cen- mas, segiin Alex Callinicos evit] , e~rumpI amente. Este concepto, ade- ~:~6:;:~:~:~leenunguaadi~~ ;om~;i~;;lli~::~~~~j:~~vt:a~~:f~:~~::~:X::~~~ , menslon SOCIa , tan da~: I~ analltica de Bajtf~, los contenidos connotativos de un signo no es- s e una vez y para slempre Cada se t . I . acentos diferentemente orientad . . c or socIa lmpone a su lenguaje llega asi a dinamizarse y a cono;t~e se mtersectan con los signos. EI signo multiacentuaci6n social del signSI mrse en terreno de la Iucha de clases. La od'I' 0 se opone entonces a la idea I t 0 ogos e mteraccionistas simb6Iicos tendri dire os etnome- ?eI significado, donde este es resuelto en te a? ~ proceso e ~on~~ruccion 19uales.La multiplicidad ba'tiniana de I .~nos de una .negoclaclOnentre no de una inestabilidad inh~rente al len~;~[~:a~:sl~7:~e?: dde e l sdit~ modo comocampo de fuerzas de un ch d" cIon e scurso oque e Intereses, En Ios Estados Unidos Ia 'nfl . dB" :: ~~::ec::~::ue aI es~i~o,de :scri~::~no~af.~~~ ;;:s~:~~~~:jt~~ee:~~ S etnogrcafica por pa~:Id:~:::/C~:f~;~s~:::U::;d~;e:ad:u~~t ~oa~~odriddadd) anta ruz, de la dia16gicade Tedl k d I " mvelSI a e madas por los etn' f, 'OCtal yea pohfoma y In heteroglosiaprocIa- " " ograos expenmen es, IIevada a su paro . I " Clon de StephenTyler Detodos II ha I Xlsmopor II evoca- , e os ymstrosen os textosaqui reunidos. La especiflcidad del posmodernillmo anlropo16gico Ni todos los conceptos posmodemos h . dos sin reservas, ni la totalidad d I ~e emos entrevIsto fueron adopta- e pensarmento posmodemo en antropoIogfa 26 se deriva redondamente de un presunto posmodernismo cerrado, enumerable y concluso. En ciertos ambitos de Ia antropologfainterpretativa es incuestiona- ble, por ejemplo, la inf1uencia de la teoria critica de la Escuela de Francfort, de la filosofianietzcheana y de la semi6tica de Peirce. En todo congresoantro- poI6gicode Ios ultimos anos las referencias a Wittgenstein y a Habermas han sido recurrentes. Lo importante es que cuando al fin se produjo la irrupcion del posmodemismo, la antropologia norteamericana (que es, a todas luces, aquella en la cual se gesta el movimiento en 10 que a nuestra disciplina con- cieme) ya estaba preparada para cierto tipo muy especffico de texto, de lengua- je y de discusi6n, Es el momenta ahora de examinar el campo de las antropologias posmo- demas, es decir, la version que la antropologia interpretativista norteamerica- na ha elaborado a prop6sitodel posmodemismo 0 postestructuralismo europeo. La vision que hemos dado de 10 que poclrfamosllamar posmodernismo en ge- neral alcanza para darse una idea de su diversidad, En ese ambito generico ha habido lugar, ademas, para un posmodemismo situado a la derecha del espec- 'tro politico, para una especie de posmodemismo de izquierdas (cuyos repre- sentantes por excelencia serian Fredric Jameson y tal vez Hal Foster) y para el posmarxismo 0 postsocialismo de un Touraine, pol'dar un nombre, Existen re- f1exionesreconocidamente posmodemas en literatura, en artes phlsticas, en ar- quitectura, en semiotica, en epistemologia. Naturalmente, el posmodernismo tenia que llegar a la antropologia algu- na vez. Y llego, en efecto; llego como ref1ejode una lectura norteamericana (muy norteamericana, por 10 deslumbrada y acritica) de ciertas instancias del posmodemismo frances, y en especial de dos pensadores que antes hemos ca- racterizado como postestructuralistas: Foucault y Derrida. De,ambos se apro- vechan los rasgos mas llamativos y punzantes: todo se pasa por el tamiz de una lectura que reduce el aporte de Foucault a un convencional argumento relati- vista y que identifica Ia desconstrucci6n de Derrida con un metodo critico ele- mental, por ser tan previsible y mecanicamente esceptico, Con el correr del tiempo estos referentes quedaron relegados alas notas a pie de pagina, y el posmodernismo antropo16gico-ultima etapa de las antro- pologfasinierpretativas- adquiri6 cierta individualidad y homogeneidad esti- .' IIstica y tematica. Algunos autores recientes (Steven Sangren, Roger Keesing, Tim O'Meara, Paul Roth, Michael Carrithers) han insinuado que esa homoge- neidad es excesiva; en efecto, los temas abarcados porlos posmodernos practi- camente se reducen a uno solo, a saber, Ia practica antropol6gica vista desde eI angulo de la escritura de etnograffas, Es evidente que la mayor parte de las ar- gumentaciones posmodernas a propOsitode las limitaciones de la "antropolo- gia convencional" y de la epistemologia "positivista" estan comenzando a repetirse. Queda la impresion de que leido un texto de antropologiaposmoder- na, los restantes solo aportaran variaciones obsesivas a un nueleo tematico que no por reiterarse mucho se profundiza siempre. Examinaremos a modo de sintesis los aspectos principales de la antropo- logia posmodema para situar en su debido contexto el material compilado, es
  • 10. decir, Ios artfculos de Stephen Tyler, James Clifford, Dennis Tedlock, Marilyn Strathern y Marcus y Cushman que hemos traducido especialmente para esta colecci6n. A nuestro juicio, en Ia antropologfa posmOOernapodrfan distinguir- se tres grandes !fneas: I) La corriente principal (que podrfamos Uamar "meta-etnografica" 0 "meta-antropol6gica", en Ia que participan James Clifford, George Marcus, Dick Cushman, Marilyn Strathern, Robert Thornton, Michael Fischer y mu- chos otros, a Ios que se ha sumado recientemente Clifford Geertz, ahora muy rezagado y marginado entre quienes presumen de vanguardia. Esta orientaci6n se preocupa sobre tOOo de analizar crfticamente Ios recursos ret6ricos y "auto- ritarios" de Ia etnograffa convencional y de tipificar nuevas alternativas de es- critura etnognlfica. Esta corriente ha sido caracterizada eventualmente como una "antropologfa de Ia antropologfa". Su objeto de estudio no es ya Ia cultura etnografica, s~noIa etnograffa como genero Iiterario por un Iado y el antrop6Io- go como escntor por el otro. Dentro de Ia orbita textualista habra que situar tambien formaciones reactivas como el cosmopolitanismo crftico de Paul Rabi- now, quien ha intentado situar Ia discusion no ya alrededor de Ios textos sino de Ias instituciones que promueven su escritura. 2) La" ~egunda corriente vendrfa a ser la que proporciona a Ia primera el material que ha venido a caracterizarse como "etnograj£a experimental". Si Ia primera corriente encarna una modalidad de reflexion teorica, la segunda se caracteriza por una redefinicion de las practicas, 0 por 10menos de las formas en que la praxis del trabajo de campo quedan plasmadas en las monograffas etno~raficas. Los pionero~de esta orientacion podrfan ser Vincent Crapanzano, Kevm Dwyer y Paul Rabmow. Dentro de Ias nuevas corrientes de escritura et- nografica hay una que ultimamente ha alcanzado una definicion mas clara que Ias res~antes; nos referimos a la etnograffa (0 antropologfa) dialogica, elabora- da caSI en soledad durante unos diez alios por el antrop6logo Dennis Tedlock de Ia Universidad de Buffalo en Nueva York. ' 3) La tercera corriente no se interesa ni por el analisis pormenorizado de la escritura antropoI6gica tradicional ni por Ia renovacion de Ia literatura etno- grafica; su espfritu es mas bien disolvente, por cuanto proclama no solo la ca- duciclad de determinada forma de escribir antropologfa, sino la crisis de la ciencia en general. Esta tercera tendencia encarna a la vanguardia posmOOer- na, a la version mas extrema de la doctrina, y esta representada por Stephen Tyl~ry Michael Taussig. EI primero (acompaiiado por otro5antrop6logos perte- ~eCl~ntes.al autOOenominadoCfrculo de Rice) ha propuesto una epistemologfa uraclOnahsta que reformula todo el proyecto cientffico desde Ia rafz, en termi- nos tOOavfa programaticos; el segundo ha hecho estaUar el genero y la "autori- dad etnografica" mediante el uso simb6lico del montaje y el collage. Las tres comentes podrfan situar5e a 10largo de una !fnea que involucra primero la situacion de Laescritura etnografica como problema, luego Lapracti- ca 0 el programa de nuevas modaLidades de escritura y por Ultimoel estallido de Losgeneros literarios academicos a traves de la p6rdida de la forma en Taus- sig 0 de la p6rdida de la escritura misma en Tyler. Por fuera de las tres corrientes se situa un marco que podrfamos caracte- rizar comoposmodemismo antropo16gico generico, el cual no se alimenta de los desarroUos espedficamente disciplinares cuya dinamica ya esta establecida, sino que abreva directamente en el pensamiento posmOOernono disciplinar, siguiendo algunas de las !fneas que ya habfamos marcado en la reunion ante- rior: la crisis de los metarrelatos, el colapso de Ia razon, la desconstruccion 0 el fin de la historia. Cabe sospechar que esta vanante no incurre en los temas ya generados en la antropologfa posmocleI'Ill,l porque redonclarnente desconoce la existencia de esta. Ejemplos de este posmOOernismogenerico dentro de la antropologfa pOOrfanser algunos ensayos recientes de Garda Canclini y ar- tfculos como "La historia como signa de 10 moclerno" (1990) de Nicholas Dirks, de la Universidad de Michigan. La triparticion que aquf ofrecemos no sera defendida, pues solo se utiliza como recurso provisional para ordenar el campo. Es obvio que entre las tres comentes definiclas existe cierta superposicion, pero tambien es innegable que este ordenamiento facilita las cosas en el momento de trazar una vision pano- ramica del movimiento. En 10 que sigue, analizaremos esas corrientes en el mismo orden en que las hemo5 caracterizado, que es tambien el orden de su magnitud y representativiclad decrecientes. Son numerosos los interrogantes que podIfan plantearse; algunos seran respondidos, otros dejados en suspenso. lComo comenzo el posmOOernismo antropologico? lPor que, en general, .tocloel posmoclernismo antropologico (con la posible excepcion de Taussig y Rabinow) es manifiestamente idealista y partidario· de una concepcion interpretativa de la disciplina? lQue conse- cuencias arroja que tOOo el proceso de formulaci6n de algo asf como una antro- pologfa posmOOernase haya desarroUado en los Estaaos Unidos? lPor que el grueso de la elaboracion posmOOemaen ese pals se reduce a una version an- tropo16gicade la crftica literaria? lQue relacion puede haber entre una antro- pologfa posmOOemaque se ocupa de textos escntos sobre los nativos, y la desaparicion de las culturas nativas en la sociedad posmOOema? Respecto de los orfgenes de la antropologfa posmOOema,hay que notar dos cosas: la primem es que quien acufio el termino fue sin ducla Stephen Tyler, alrededor de 1983 0 1984. No puede asegurarse que Tyler fuera el primero en "hablar" de antropologfaposmOOema, pero sf 10fue en utilizar el termino "posmo- demo" en el tftulo de un articulo. La segunclaes qu~ Tyler no es, a pesar de ese hecho, un antrop6logoque se puede considerar representativo del movimiento.
  • 11. Mas hien encarna el espectro de su conce . , , del extremo hacia el cual' pCdlOn mas extremada, el indicio la larga. " segun parece, to 0 el posmodernismo tiende a Es notahle que, con la posihle exce . , d T I . parte de los antropologos mas 0 m pelO~. eyer y Taussig, Ia mayor ideario posmOOerno hayan pert .~noi ~Xp~ICItamente identificados con el nos estudiosos, en efecto, rer:o~~~ ~~o :tpula : de ~Iifford Geertz; ~Igu- una nota al pie de a' d I' . . , posm enusmo antropologICo a ras, de 1973 en laPqugelnGea e rt a lfintrOOucclOln de La interPretacion de Lascultu- , e z a Irma que 0 • dial tropOlogo es escribir- lu " que pnmor mente hace el an- conciencia. sohre 10;~od:~odagrega que ~n antropoiogla ha estado faltando e representaCIon para no h hi d I mentos con ellos" Otra f d I' ' a ar e os experi- '--- rase e nusmo artICulo p hah' . . d mas, la costumhre posmOOern d 'd a~ece er IlliCla 0, ade- , a e consl erar la escntur t I" genero de ficcion. Dice Geertz: a an ropo ogICa como [18$interpretaciones antropologiC8$] son fic . .' son algo "hecho" aloo "fi d " " ClOnes;fiCClOnes en el senlido de que . , c onna 0, compueslo" -que e 1 . 'fi ., d tzo- no necesariamente fal . fi . s a slgm IcaClon efic- "comosi". sas 0 me ec!lvas 0 meros experimenlos mentales de PodrIamos decir que el posmOOernism ' . . esa reflexion; algunos ailos ma t d I 0 .antropologICo se maugura con mostrarlan dispuestos a expandi s .ar e, os e~tud~osos de la primera corriente se r esa conclenCla sohr I d fi .. representacion y los del segu d ' e os mo os IcticlOS de n 0 comenzanan a lIe I ,. I mentos. Pero elliderazgo de Ge rt t I . var a a prachca os experi- .. e z en re os Interpretaf 'I paradoJlCamente desde que r ul . he' IVOSso 0 se mantuvo, . ' lOrm ara sin sa rlo el d I rnente hasta que esta se con ft '£ I programa e a nueva co- Santa Fe, llevado a caho en I: S ~o I o~ m~nte en el Hamado Seminario de Nuevo Mexico en ahril de 1984 c ;;: 0 hI' e~~an Research de esta ciudad de cias presentados en ese se' : pU. IcaClon de los documentos y ponen- hlia del movimiento m~nano con~t~tuyeron ellihro por excelencia, la Bi- James Clifford y Geor::~'::c:~o, Wntmg Culture, editado en Berkeley por Lamentahlemente ese lihro es un docume' I miento fundacional, pues no solo los arlIcul h nto I?comp eto de ese aconteci- cara a su puhlicacion perdl'end t °I s an sldo elahorados de nuevo de di. ' 0 su na ura eza de po. II scuslon, sino que las misma di' .nenclas en un ta er de . s SCUSlOnesque los div .... cleron de los trahajos de sus colehan . 'd er~os partlclpantes hl- . If" gas se onuti 0; el trahaJo de C R eJahe~p 0, ~e di l scuhdo por Tyler, y el de Tyler por James Clifford t:.panzpo an~, pod r Inow, Inc usa adopt6 un nomb JU • nenCIa e .' re Wlerente en el con II'h su version original el termi" ad "fi greso que en e I rooEn no posm erno, no 19uraha en el tItulo I EI S . I . emlna- La ponencia otiginal de Rabinow se lIamaba "P r:ful . alaca~a mas cen~almente la postura de Clifford' el a~ 1 Authors: Fantas.a of the Library", y sentatlOns are soc.al facts: Modernity and p~ •• .,,: J ':'ic~ 0 que ocupa su lugar se llama "Repre- u.»-lY,uaernuy In Anthropology". rio -insistimos- fue en 1984; la edicion deIlihro, recien en 1986, yen una disciplina movil dos ailos son eternidad. Una de la conductas recurrentes en el seminario fue la crftica hacia los postulados y los logros de la etnograffa de Geertz por parte de autores que ini- cialmente 10 haMan seguido. Cuando hoy se habla de este autor es obligado aludir a dos de esas cnticas, la de Vincent Crapanzano (de Nueva York) y la de Paul Rabinow (de Berkeley); ambas, natural mente, estan incluidas en Writing Culture. Tanto Crapanzano como Rahinow haMan estado hajo la in- fluencia de Geertz cuando trahajaron en Marruecos, juntando el material y re- cabando la experiencia que documentan dos etnograflas que comentaremos al ocuparnos de la segunda corriente posmoderna y que son, respeetivamente, Tuhc..ni (19BO) y R41exions on Fieldwork in Morocco (1977). Recuerdese que Marruecos fue una de las areas en'las que Clifford Geertz desarrollo su trahajo de campo; durante algunos aoos (entre 1977 y 1982) dio la impresion de ser, junto a Bali, el ambito por excelencia para la aplicacion de la antropologfa in- terpretati va. Con la realizacion del Seminario de Santa Fe y tras el efecto causado por la publicacion de Writing Culture la etnografla posmoderna alcanza a definir una identidad que ya dehe poco 0 nada al programa de la descripeion densa y que se ocupa mucho mas de los textos sobre la cultura que de ahordar la cultu- ra como texto. Los alumnos han superado al maestro y se han apropiado del ti- mon para fijar un rumbo que ahora tOOos siguen, maestro incIuido; si alglin proceso academico se transparenta en el despliegue de la antropologfa posmo- derna, este es el de la absorcion de la propuesta simb6lica e inte1'p1'etativa hajo los auspicios del posmodernismo; dicho de ot1'a forma: para estar al ilia, eI propio Geertz ha debido asumi1' el estilo posmoderno de argumentacion, si- tuandose en las filas de los convertidos. . En efecto, el anteaoo pasado Geertz se ha plegado docilmente al movi- miento general, escribiendo con destellos fugaces de su estilo caracterlstico acerca de El antrop61ogo como autor y ahordando el analisis de la antropoiogla como un genero de ficcion entro otros; este texto de Geertz ha salido hace muy poco tiempo y pese a que tecnicamente es insustancial seguramente se con- vertira en un best-seller, porque Geertz se ha escapado de las reglas de la inter- na antropologica y ha ganado un lugar en el horizonte de lecturas del intelectual culto. A nuestro juicio, la clave de El antropologo como autor es la segunda mitad del capItulo cuarto, donde Geertz responde alas crlticas de sus antiguos seguidores burlandose despiadadamente de la etnograffa experimen- tal de Rabinow, Dwyer y Crapanzano, pero sin deja1' de marcar el peso al com- pas de la "ant1'opologfa de la escritura etnografica" definida por Clifford. Con este texto, Geertz por primera vez se complica en un dialogo bajtiniano con au- tores que 10 han critic ado, aunque el mismo procure disimular que su cuestio- namiento constituye una respuesta. No es idea nuestra que Geertz esta desacreditado y que ya no es conside- rado conductor del movimiento interpretativo. La idea ha sido formulada por Rabinow en uno de los artIculos de Writing Culture. Citamos a Rabinow:
  • 12. Existe un curioso retardo temporal en la forma en que los conceptos se mueven a traves de los lfmites disciplinarios. El momento en el que la profesi6n hist6rica esta descubriendo a la antropologfa cultural en la persona no representativa de CliffordGeertz, es justo el momento en que Geertz esta siendo cuestionado en an- tropologfa,uno de los temas recurrentes del Seminario de Santa Fe que dio lugar a este volumen. La cafda de popularidad de Geertz y de su infiuyente Centro de Estudios de la Universidad de Princeton redibujo el mapa de las instituciones academi- cas de moda en los Estados Unidos. Con la realizacion del Seminario de Santa Fe el centro neun'ilgico de la antropologfa interpretativa se traslada en parte a la Universidad de Rice (en Houston, Texas) y en parte a los centros universita- rios que rodean a San Francisco en California (Berkeley, Santa Cmz y Stan- ford). En la primera regi6n trabajan Michael Fischer, George Marcus, Dick Cushman y Stephen Tyler; en la segunda se congregan Renato Rosaldo, Paul Rabinow, Mary Louise Pratt y James Clifford. Puede interpretarse este movimiento como una traslaci6n del centro de gravedad de la antropologfa norteamericana desde la zona fna a la zona de par- que, en un impulso en el que quedo atras el infiujo nordico del Chicago de Da- vid Schneider, donde se habfa iniciado todo el movimiento simbolista. Este juicio en apariencia superficial esconde, en realidad, una apreciacion respecto del reordenamiento de las jerarqufas en las universidades norteamericanas, en el que ha salido favorecido el circuito en el que se situan instituciones que po- cos aiios atras eran juzgadas secundarias en materia de antropologfa. En la gestaci6n del movimiento, la obra de James Clifford ha resultado esencial. Los lectores podran apreciar las el~gantes formulas de "Sobre la au- toridad etnografica", un texto en el que Clifford juega con las relaciones eti- , . ., bl """," " t 'dad" mologlCas que en mgles se esta ecen entre autor, autona y au on . EI aporte de Clifford no solo radica en su acto fundacional de una espeeie de antropologfa de la antropologfa (que Ie sirve, por ejemplo, para hacer aceptable su negativa a desarrollar trabajo de campo), sino en la instauraci6n de una es- pecie de moda especffica dentro de la moda generica de la antropologfapos- mOderna. Nos referimos al redescubrimiento de figuras ejemplares de Ia historia antropologica. Clifford ha impulsado en los Estados Unidos la rehabilitSlcion de Maurice Leenhardt y esta haciendo un trabajo semejante con Marcel Griau- Ie. De hecho, escribio una biograffa intelectual de Leenhw'dt que se ha con- vertido en un modelo de una nueva clase -posmoderna- de biograffas, y utiliza toda ocasion que se Ie parece para presentar los textos de Griaule (yen particular Dios de Agua: Conversaciones con Ogotemmeli) como precursores de la dialogica, la polifonfa y la autona dispersa. EI argwnento es que autores c~- mo estos anticipan varias de las caractensticas propias de la etnograffa expen- mental, se oponen al esquema racional que ha presidido al realismo de Ia etnograffa convencional y constituyen de esta forma una especie de panteon de precursores de la etnogra£fa posmoderna. Recientemente, la antropologa ingle- sa Marilyn Strathern se ha sumado a la costumbre de reivindicar precursores, celebrando a Frazer en un mtfculo sumamente denso, publicado en el Current Anthropology, incluido tambien en esta compilacion. La busqueda de antecedentes es entonces una de las constantes de la elaboracion posmoderna; es sintomatico que para ejemplificar cieltas facetas· de la dialogica y la polifonfa, Clifford recurra a autores tan inesperados como Evans-Pritchard, Malinowski y hasta Lafitau. Algunos crfticos han cuestiona- do, precisamente, el hecho de que el posmodernismo incurra con demasiada frecuencia en una busqueda frenetica de precursores, 10 cual opera en primer terrnino como signo de su naturaleza fundamental mente conservadora ("retro- gada", en puridad) yen segundo lugar como un acto irreflexivo que contradice los supuestos no continuistas de la epistemologfa posmoderna en general. Junto con la busqueda de precursores, el rasgo mas interesante de esta corriente de la antropologfa posmoderna esta dado por el ejercicio de la tipifi- cacion. No solo se trata de contrastar la etnogra£fa convencional con la etnogra- £fa contemporanea; ademas hay que establecer la anatomfa interna de esta Ultima, caracterizar sus hilos conductores, enumerar sus atributos, definir sus clases internas y los precursores y practicantes que les corresponden. lQue otra cosa podrfa hacer, por cierto, el antrop610go de la antropologfa fuera de ti- pificar su objeto? Tanto el altfculo de Clifford como el de Marcus y Cushman constituyen ejemplares perfectos de este ejercicio de tipificacion, 10 suficientemente claros y explfcitos como para que pasemos por alto su comentario. EI lector podra contrastar por su cuenta territorializaciones alternativas, coincidencias y quiasmas, constantes e idiosincrasias, lujos de estilo y redundancias, ejecu- tando por su cuenta las mismas proezas de cotejo intertextual que apasionan a todos los posmodernos y en que finca la gracia del juego. POl'efecto de los re- tardos editoriales y de la reedicion del artfculo de Clifford, se da ademas la ra- ra circunstancia de que cada uno de los aItfculos (pergeiiados aproximadamente en la misma epoca) menciona al otro. Pero ninguna referencia contextual a la aparicion de una presunta antro- pologfa posmoderna estarfa completa sin la documentacion de sus querellas internas y de sus conflictos latentes. La antropologfa posmoderna no es una ex- cepcion en la conflictiva historia de la disciplina, y se encuentra tan afectada por estos disensos como cualquier otra tendencia teorica. Dos crfticas de otros tantos autores "posmodernos" se refieren a ideas y premisas de otros antropologos a los que no se dudana en calificar con la mis- ma palabra: Vincent Crapanzano h3 impugnado sistematicamente a Clifford Geertz y Paul Rabinow ha puesto en tela de juicio a toda la "metaantropologfa textualista", por mas dialogic os 0 polifonicos que sean sus enfasis.Veamos su-
  • 13. cintamente esta segunda crftica, por cuanto se refiere al articulo de Clifford que aqui se reproduce. . Como los textos teoricos posmodemos son en general articulos muy bre- ves 0 compilaciones, se da muy frecuentemente que se los reedite en distintas publicaciones peri6dicas. En Estados Unidos, ademas, es muy comun que los borradores circulen y se conozcan antes de ser publicados. Esto ocasiona para- dojas y aparentes cruzamientos temporales, como comprobamos anteriormente a prop6sito de Marcus/Cushman y Clifford. La traducci6a que realizamos del articulo de Clifford incluye un epigrafe de Paul Rabinow que pertenece, curio- samente, a un articulo en el que Rabinow critica al mismo articulo de CliffOl'd. Asi como el posmodemismo se construy6 sobre las ruinas de la descrip- ci6n densa, asi tambien algunos posmodemos ya estan tratando de sacarse de encima a quienes tienen buenas perspectivas para asumir elliderazgo'. Alega Rabinow que Clifford ha asumido ex officio el rol de escriba de l1uestras escri- turas. Aparentemente, el trabajo de Clifford pareceria seguir el mismo rumba fijado por el inlerpretativismo de Geertz. Pero hay -advierte Rabinow- una diferencia fundamental: para Geertz, la actividad basica sigue siendo la des- cripci6n del otro: y el otro para Clifford no es el nativo 0 el extraiio, sino la rep- resentaci6n antropol6gica del otro. Esto hace que pOl'un lado Clifford tenga un mayor control de su proyecto y que por el otro su trabajo sea mas bien parasita- rio. EI puede inventar sus problemas con escasas coacciones; puede constan- temente alimentarse de textos que hacen los demas. Esta observaci6n no involucra todavia una crftica; la metaantropologfa, de hecho, sigue pareciendo necesaria, si es que no apremiante. Lo que es cuestionable, sin embargo, es la faIta de autorreflexividad de los escritos del propio Clifford. Clifford parece abogar por una inslancia dial6gica, pero sus propios textos no son dial6gicos. Parece cuestionar el recurso tipo "yo estuve aIll" que utiliza Geertz en el articulo sobre la rina de gallos, pero su propia for- ma de legitimar su autoridad queda sin examinar. Clifford lee, clasifica y esta- blece un canon, incurriendo por elIo en una estrategia clasica de legitimaci6n, como 10han sido siempre las actividades clasificatorias. Siempre segun Rabinow, algunas de las afirmaciones deslizadas por Clif- ford resultan poco convincentes; cuando dice, pOI'ejemplo, que los modos ex- periencial, interpretativo, dial6gico y polif6nico estan por igual disponibles, que ninguno es obsoleto y ninguno es puro, que dentro de cualquiera de ellos hay aun espacio para la invenci6n, etcetera, parecerfa ir en contra de sus pro- pias afilmaciones; el no ha expuesto las cuatro alternativas can el mismo enlu- siasmo, sino que la dial6gica y la heteroglosia Ie han merecido mas simpatia y menos agudeza crftica que las anteriores. Con ese comentario, Clifford ha transformado 10 que presenta como una progresi6n en una operaci6n de elec- ci6n entre altemativas equivalentes. Asimismo, cuando afirma que esos dos modos estan ganando terreno, la afirmaci6n es por 10menos dudosa: el posmo- dernismo esta poniendose de moda, pero no se ve que los posmodernos confor- men mayorfa, ni que las etnograflas dial6gicas y heterogl6ticas se hayan multiplicado exponencialmenle. Rabinow --cuyo referente mas invocado es significativamente Fou- cault- propone(en reemplazo de la antropologia pos~OOe~a, ce~t~ada en la textualidad) una actitud vital que denomina .c?SmOpo~lt~msmo cntlco, y que vendria a ser .una versi6n puesta al dia del VIeJOrelahvismo ;~ltural, .con un espfritu muy semejante al de la clesacreditada .antropo!o~ia cnhca de, fl~es de la decada de 1960, pero con un fundamento epistemologlCo mucho m~s.Iefina- do. Rahinow (anteriormente partidario de los enfoques fenomenologI;os en ciencias sociales) ha sido, incidental mente, uno de los posmodemos mas des- confiados acerca de la posibilidad y/o utilidad de un abordaje pura~ent~, textual de las cuestiones antropol6gicas. Aunque admite peltenecer a la rmsma fecler~- ci6n interpretativa" que los restantes alumnos de Geertz, Ie d~sagrada el cordon sanitario hist6rico y politico que losinterpr~fivis~ han co~truido ~ ~u alrecleclor. El cosmopolitanismo crftico de Rabmow mtenta sduar la ehca c~mo va- lor primordial; la figura ejemplar del cosmopol~ta crftico ~s para ~abmO~.la del sofista: eminentemente griego, aunque exclmdo de la cmdadama en vallas polis; observador de su propia circunstancia co~o si !a mira~~ desde .afuera; excluido de cualquier regimen universal, sea baJo la mvocaClOn de DlOS, del imperio 0 de las leyes de la raz6n; devoto de la ret,6rica y ~e~-f~ctamente a.ltan- to de sus abusos; interesado por los sucesos del dla, pero Iromcamente ch~tan- eiado de ellos. Esta es, para Rabinow, la semblanza del antropologo cosmopolita, situado mas alIa del posmodemismo. . , EI comentario sobre Rabinow no estaria completo Sl no evocaramos su exito editorial mas resonante, Reflexiones sobre el trabajo de car;"poen Marr~le- cos (1977), la mas breve de las tres etnograflas marroquies y tal ve~ la meJor. Esta, por supuesto, es anterior a la existencia mis~a del ~osr~'lOderms~o, y su- cecle a una obra suya mas conveneional, Symbobc Dommatw~, (197;»). ~ejle- xiones es un clocumento autobiografico que describe la relaclOn de Rabmow . r • , "fi' I" con diversos informantes, tanto dispensadores de 1l110rmaClOn OlCla como marginales OOiados por sus propios compatriotas. El detalle de los personajes y situaciones no viene al caso, aunque la pintura que se filtra de la sociedad marroqui se~ en si muy intere~a~te ..Lo que .. Rabinow enfatiza es la forma en que se va conshtuyendo el conOCImlento etno-" grftfico como resultaclo de un proceso complejo en el que el antrop610go y sus inform:ntes tratan de establecer bases de comprensi6n comunes, viendose obligados a poner de manifiesto tOOossus preconceptos. Cada vez que un antrop6iogo penetra en una cultura, entrena a la gente para obje- tivar para el su mundo de la vida.,En tooas las cultur~" por supuest~, ya hay al- guna objetivaci6n y autorreflexi6n. Pertl esta traducclOn au!OCOnsClente en, un medio externo es mas rara. EI antrop610gocrea un desdoblamlento de la co~clen- cia. Por 10tanto, el amllisis antropol6gico debe incorporar dos hechos: prlmero, que nosotr08 mismos estamos hist6ricamente situados a traves de las ,preguntas que hacemos y de las maneras en.~ue buscamos co~prender y exper,lment~r el mundo; y segundo, que 10que reclblmos de nueslros mform~ntes son mlerpleta- ciones, igualmente mediadas por la historia y la cultura (Rabmow 1977: 119).
  • 14. Que 10 que un infonnante produce son interpretaciones ya 10 habla dicho Geertz unos pocos anos antes. El resto quiza ya 10 sabfamos, si bien pocas ve- ces 10habfamos sometido a reflexi6n puntual. Lo mas original es 10 que resulta de esa interacci6n, "una especie de tierra intermedia entre las culturas", "los comienzos de un objeto 0 producto hfbrido y transcultural", "un mundo limi- nal". Docenas de etn6grafos experimentales han transitado desde entonces es- tas ideas, consolidando la reflexi6n no necesariamente tecnica sobre el trabajo de campo como una de las formas fijas de la posmodernidad. La practica de la etnograffa posmoderna no es independiente de la teOrla y de la reflexi6n a posteriori, pol' 10 que es natural que esta corriente interna y la anterior experimenten cierta superposici6n. Sea como fuere, esta segunda cOlTiente es la que ha desarrollado las innovaciones que antrop610gos como Ja- mes Clifford, George Marcus, Dick Cushman y Michael Fischer se encargan luego de tipificar. Proponemos distinguir dos aspectos en ei interior de esta veitiente: -el de las etnograffas efectivamente escritas, y el de los prograrnas para escribir elnograffasen el fuluro. Abordemos ahora el primero. Sin animo de ser exhaustivos, podemos senalar, muy sinteticamente, al- gunas de las etnograffas que configuran este movimiento experimental; orni- liendo el trabajo de precursores mas 0 menos causales y distantes, los analistas coinciden en reconocer como "experimentales" trabajos como estos 2 Donald Bahr, Juan Gregorio, David L6pez y AlbeIt Alvarez -Piman Shama- nism (1974). Primer caso expllcito y deliberado de escritura polif6nica. Primer texto etnografico pensado para un lectorado inclfgena y para perpe- tual' operativamente los hechos culturales analizados. Amplia referencia a textos y e1ocuciones en idioma inclfgena. - Jeanne Favret-Saada -Les mots, Lamort, les sorts (1977). El texto esta estruc- turado en terminos de la ret6rica de la magia, con eI objetivo de socavar las ideas del lector acerca de la hechicerfa. Ejemplo de etnograffa en mo- do discursivo, literario. Ian Majnep y Ralph Bulmer -Birds of my Kalam country (1977): Caso expll- cito y deliberado de autorfa conjunta. Diferentes tipos de imprenta identi- fican las partes del autor y su informante. Paul Rabinow -R4lexions onfieldwork in Morocco (1977). El autor nalTa su propio despeitar respecto del colonialismo durante el desarrollo del traba- 2 Sefialamos, sucesivameute, el autor, el texto y el tipo de iuuovaciou preseutado por este, orde- llados crollologicaInenle. jo de campo. Algo de esto ya 10 hemos comentado mas arriba. Rabinow si- tua su propia experiencia (sale al campo "dos dfas despues del asesinato de Robelt Kennedy", deja detnls grandes trans formaciones de su propio orden social) y plantea diversos problemas de la situaci6n del antrop610go en eI campo, ante todo el de la creaci6n de un "sistema de sfmbolos com- partido" entre eI antrop610go y su infonnante. Cabe comparar esta idea con la "realidad negociada" descubierta pol' Crapanzano. Jean-Paul Dumont -The Headman and 1(1978). Resena de trabajo de campo de caracter confesional, que senala y aborda agudos problemas metodol6- gicos. Uno de los "descubrirnientos" del autor fue el de su propio status en eI interior de la cultura estudiada. Profusa reproducci6n de situaciones dial6gicas. June Nash -We eat the mines, the mines eat us (1979). Infrecuente caudal de citas de informantes individualizados; la autoridad monol6gica del autor --dicen los crfticos- comienza a resquebrajarse en textos como este. Densa correlaci6n de interpretaciones y datos etnograficos. Vincent Crapanzano -Tuhami. Portrait of a Moroccan (1980). Presenta una historia de vida y una entrevista planteada como enigma, en la que ellec- tor debe "ayudar" en el proceso de interpretaci6n. Crapanzano situa allec- tor como "mediador" en el encuentro del antrop610go con su informante. Este autor cuestiona la naturaleza de las descripciones etnograficas clasi- cas; hacer etnograffa no es para el describir la realidad de otra cultura, si- no hablar de la "realidad negociada" que se establece entre eI antrop610go y sus informantes en la practica misma del trabajo de campo. Renat? Rosaldo -Ilongot headhunting, 1883-1974. A study in society and hLStory(1980). Se muestra la forma en que los IIongot forzaron al autor a escribir una etnograffa muy distinta a la que el tenia prevista. De su pro- yecto original sincr6nico, Rosaldo pas6 a ocuparse de una inespemda con- cepci6n diacr6nica que representa la perspectiva IIongot de la historicidad y eI cambio. Ambos Rosaldo (Renato y la fallecida Michelle Zimbalist Ro- saldo) tuvieron parte activa en una subcorriente de las antropologfas inter- pretativas que podriamos llamar la "antropologia de la emoci6n" (0 del sentimiento). En esta moclalidad (integrada de facto al posmodernismo) se analiza 10que Rosaldo llama "Ia fuerza cultural de las emociones". Michael Taussig -The Devil and Commodity Fetishism in South America (1980). Vease el comentario en la secc~6n siguiente. Majorie Shostak -Nissa: The Life and words of a !Kung woman (1981). La autora se muestra emocionalmente involucrada con su informante, y haec girar todo el proceso etnogriifico en tomo de ese hecho. Gananath Oheyesekere -Medusa's hair: An eS6ayon personal symbols and re- ligious experience (1981). EI autor utiliza conceptos analfticos freudianos
  • 15. ~:::x~~f:t~:gr~J::::t~thr:gut n~as qud e ?dO viole~ Ia integridad cultural del . IS onas e VI a que mcluye est' ( , M cus y Fischer) entre las mas vlvidas de la antropologla. an segun ar- Kevin Dwyer -Moro D' lc A h dio d t . .ccan La gues: nt ropolcgy in question (1982). Compen- baio ~e ranscnPCSlOneuhs muy poco retocadas de entrevistas obtenidas en eI tra- , campo. e s raya el escaso c t I I' material respeeto del uall on ro que e etnografo tiene sobre el mtir de est c, , ueg~,se expresa con suma autoridad. Se propane, a p a constataelOn, una hermeneutica de la vulnerabilidad" . Michael Taussig -5h . C l . . . rr . amamsm, 0 omalzsm and the Wild Man: A Stud, in Te or and Heahng (1986). (Vease comentario mas adelante.) :) - (1986), que constituye una nueva exaltaci6n de las etnograffas experimentales. En el mismo circuito de ideas se mueve Orientalism, del posmodemo generico Edward Said (1979); este no es un texto antropologico (el unico antropologo al que se menciona es Clifford GeeI1z), ni manifiesta conocimientos profundos en materia de textos orientalistas, pero de todas maneras ha ejercido una enorme infiuencia en el movimiento. La tenclencia programatica mas interesante es quiza la clialogica, que asume ahora el protagonismo en este prologo, No hemos pretencliclo enumerar t d I f' esta tenclencia ni resumir sus c t 'cl° aSufias.etnogra las representativas cle , on em os; s lClente not' ' cl II h I al1lCulos que aqui se incluyen V Icl' ·1 ICla e e 0 ay en os . a na a pena eso Sl cl I' , aspectos, tanto argumentativ "poneI' ere leve clertos trata en forma muy m ' IOScomo cobntextuales, que la literatura cle consulta N ' . argma 0 que no a orda en absoluto. otese, en pnmer lugar que I ul" cl les se da -d' '19 a acum aClOn e etnograflas experimenta- Igamos- entre 77 y 1982 con antes y clespues. La eclicion cl t I' ' u~os pocos casos esporadicos da curva, cuyo perfil no se m:;;~::~o oglas exp~mm~ntales describe una niti- de Kracke, Robert Levy 0 Schieffeli:: de haber mcl~Ido oh.:asobras, c?mo las es quiza mas d cl Ed' ,uya pertenenCla al genera expenmental u osa. sto po na .'leI'un efecto a t d I f; h pias visiones retrospectivas en que se defin paren e be, a ec a de las pro- res". 1'010 ' en esos tra aJos como "ejempla- cieI1~r:ado dmas segu~o es que el experimentalismo etnografico ha llegado a g e agotamlCnto. Las etnograflas siguientes mult' r 1 . bero no la renRuevan. Los trabajos recientes que toman como ~o~~:I: a~specle, umont 0 a osaldo suman centenares' ' ,a wyer, a ponerse en tela cl ' , . h' pero su caracter expenmental puede e JWCIO,pues no acen mas qu d' I" dos. como canonicos pOI'las nuevas autoriclacles e::'~;~~~c::ll'T~~::sl:sonsatgra- reCIentes -posmoclemos 0 no-- elm't I '. au ores o d cl a 1 en que e posmodemIsmo cone el ri g e egenerar en una nueva escoIastica autoritaria La id . d es- nografla experimental es contraclictoria l' . '. e~ nu.sma e una et- sos y vanguardias tipicos de Ia modemid~.que Imphca contmmdades, progre- enum~!a~:~ol::ol:s a~:og:a~~; consumadas en este movimiento (y todas las completa), se han eiahor:i guna de eUa1ssea ?~a etnografla c~nvencional han cU8.J'ad' ,0 programas para a acclon {utura. Estas agendas no o aun en mnguna etnograffa concreta sino ' h' constituirse en marcos de gufa para el fut t h'. que. mas len pretenden U d I uro 1'8 aJo expenmental no e os programas se refiere al usa d 1 f' !a crlrica de la c?Itura (de Ia cuItura occident:I, :: ::t~;~:1:)~ ;t:~t:;; para ~~~i:~~;=; :~talldea. es ~a a~tropologta como crttica cultural Un momen;o n;:~ as c~enc~as umanas, de George Marcus y Michael Fischer La antropologia dial6gica de Dennis Tedlock se origina en observacio- nes realizadas pOI'este autor a proposito de la ·naturaleza peculiar de la investi- gaci6n en ciencias sociales. EI articulo donde desarrolla pOl'primm'a vez estas ideas se llama algo asi como "La tradicion analogica y el surgimiento cle una anlTopologia clialogica", y fue publicado en 1979. Tedlock clice que si la antro- pologia sociocultural estuviera basada solamenle en la observacion silenciosa, no habl·ia nacla que la clistinguiera cle las ciencias naturales. Pero de hecho no es asi: el estudio cultural se basa necesariamente en un ambito de inlersubje- tiviclad humana, EI dialogo antropologico (clel inv'estigaclor con sus infor-man- tes) crea un munclo, 0 mas bien crea una comprensi6n de las diferencias que existen entre las personas que participan en ese dialogo cuando comienzan su conversacion. Tediock afirma que cuanclo se prepara el texto sobre la experiencia etno- grafica para su publicacion esta climension clialogica se pierde, en beneficio de una palicla imitacion de la objetividad cle las ciencias exactas, a Ia que el ca- racteriza como tradici6n anal6gica, La antropologia convencionil.l es analogica porque afirma que el cliscurso que se presenta en una publicacion es "equiva- lente a", "proporcional a" la experiencia clialogica en que se origina. Pero eil realiclacl no es asi: el clialogo es un proceso continuo, clinamico; el analogo es un pl'Oclucto,un resultaclo estatico. Las "palabras nativas" que salpican Ias etnograflas convencionaies -prosi- gue Tecllock- no constituyen un Ienguaje articulaclo; la funcion cle Ios termi- " nos incligenas, general mente, es la de proporcionar eviclencia cle que el antropologo que ahora ocupa el sillon estuvo antes en el campo. Ni siquiera Ias etnograflas que conceclen mayor atencion a estos aspectos se salvan del mono- logismo generalizado: Reflex.ionessobre el Trabajo de Campo en Marruecos, de Paul Rabinow, presentacla como uno cle Ios monumentos de la tenclencia expe- rimental, nos presenta apenas una E) dos frases nativas, y amhas en arabe; Gecrtz, pOI' su pal1e, nana la rina de gaUos halinesa en primera persona, 10 cual insinua que los nativos tienen muy poco que clecir; y en una ocasi6n en la que los halineses hahlan de su propia lengua, 10hacen colectivamonte: "pulisi, pulisif", . El modo c10minante de la etnograffa analogica es el monologo. El diiilogo que Tecllock propone no es tanto un metoclo sino un modo del c1iscurso, en 01
  • 16. que los metodos revelen la forma en que verdaderamente trabajan, en el que se muestre -por ejemplo- que determinados nativos se rehusan a jugar el juego de la etnoeiencia, 0 que nuestro informante mas confiable no recuerda por el momento mito alguno. En su artfculo de 1979 Tedlock rastrea algunos casos aislados de antropologfa dial6gica y deja luego las cosas ahf, sin mayor desarrollo metodol6gico. ' En "Preguntas concemientes a la antropologfa dial6gica", un artfculo de 1987 aquf reproducido, Tedloek vuelve a la carga; y esta vez, para ser cohe- rente, el propio mtfculo tiene forma de dialogo, igual que los famosos metalo- gos de Gregory Bateson. Si alguien duda que la postura que estamos analizando sea expresamente posmoderna, aquf mostramos una de las afirma- ciones que prueban ese punto: Unade las sefialesdel posmodemismo es una incredulidadhacialas melanarrali- vas en que se realizanintentosde totalizaci6n.En la medidaen que un dialogo siempreesla en proceso,ningunametanarralivaes posible.Si los que participan de un dialogoalcanzaranun puntode completoacuerdo,yanotendrlanquedialo- gar mUluamente. En este sentido,el dialogo(comoprocesodinamico)es posmo- demo. Lo que hace Tedloek, en definitiva, no pasa de ser un programa que (al igual que el proyecto de antropologfa esbozado por Tyler) no puede senalar ni siquiera un solo texto que constituya un ejemplar aceptable de la clase que se propone imponer, ni puede tampoco --desde ya- construir el mismo un texto nuevo que este a la altura de las idealidades que se han estipulado como obje- tivo. Mas aun, en los Ultimosparrafos, de su Ultimo artfculo, Tedloek aprove- cha para poner en tela de juicio la utopIa de Ia autona dispersa 0 de la autona plural que han anunciado algunos posmodemos; convoear a un movimiento en pro de la autona dispersa -junto con la confecci6n de listas de libros aproba- dos que parecen estar moviendose hacia esa utopIa- .es contradictoria con la idea misma de dispersar la autoridad. La discusion de Tedloek con el nino terrible de la antropologfaposmo- dema, Stephen Tyler, es representativa del tipo de argumentos que se han lle- gado a plantear en estas nuevas tendencias. Si bien Tyler no puede menos que estar de acuerdo en principio con Ia idea de la dialogica, la polifonfa y Ia hete- roglosia, no 10eshl en cambio con su implementacion. Ya en 1982 decfa que "el dialogo vertido como texto no es un dialogo, sino un texto di~frazado de dialogo, un mero monologosobre un dialogo, en la medida en que las aparicio- nes del informante en el dialogo estan por 10menos mediadas por el rol autoral dominante del etnografo". Los dialogos que reproduce la etnograffa "no son dialogos, sino textos soffsticos, como aquellos dialogos fingidos perpetrados por Platon". Tyler niega, por ejemplo, la posibilidad misma de una antropologfa dia- logica que no "oprima" de alguna manera al nativo dialogante seccionando sus redundancias, seleccionando los topicos de interes, poniendo ellibro entre un comienzo y un final. Las palabras del nativo siguen siendo solo un instrumento . de la voluntad del etnografo. La antropologfa dialogica, en consecuencia, es in- capaz de trascender las limitaciones de la "representaci6n" en general. Como veremos luego, Tyler propone ya no la "representaci6n" convencional, sino una nueva y ut6pica forma de "evoeacion", con respecto a la cual ni siquiera el es capaz de identificar Ios textos que la ejemplifican. Tedloek Ie responde preguntandole si, dado que "cada acto de repre- sentaci6n es un acto de represi6n poHtica", debemos silenciar 10 que los de- mas nos dicen para no incurrir en aiglin tipo de represi6n. Si los nativos son brutalmente reprimidos -por ejemplo- por los marines norteamericanos ldebemos acaso silenciar esta representaci6n? Que este tipo de cuestiones ten- gan que ser planteadas, y en esos terminos, es para nosotros un signo de bana- lidad que no conviene minimizar. Por 10menos una cosa es evidente: que no s610la antropologfa convencional y el positivismo (los fantasmas de paja de los posmodemos) estiin en crisis. Si alguien cree que la antropologfa posmodema revisada hasta aquf es revulsiva y contestataria, alin no conoee a su facci6n mas alborotadora. Des- pues de Tyler, la individualidad mas deslumbrante de la antropologfa posmo- dema tal vez sea Michael Taussig. Taussig estudi6 en la London School of Economics; en su juventud estuvo polfticamente inclinado hacia la izquierda, a tal punto que se traslad6 al sudeste colombiano con la idea de prestar servi- cios medicos a la guerrilla. En la selva cay6 bajo la influencia de un chaman, Santiago Muturnbajoy, que 10inici6 en 10s misterios del yage. Muturnbajoyfue mucho mas para Taussig de 10 que Muchona pudo haber sido para Turner; fue algo aSIcomo 10 que pudo ser Don Juan para Castaneda, pero, en este caso, de verdad. Taussig es un "iniciado", igual que Bennetta Jules-Rosette 0 que Fredrik Balth; pero la elaboraci6n que el hace de esta circunstancia es harto mas crea- tiva. Mientras Jules-Rosette solo alcanza a proponer un pufiado de fases meto- dol6gicas difusas, avaladas por una ejemplificaci6n circunstancial, y mientras Barth finge inventar modelos que ya existfan a los que pone nombres que no estaban vacantes, Taussig, el posmodemo mas claramente sesgado hacia la iz- quierda en el espeetro poHticode Ii. antropologfa, ha introducido en la practica y sobre todo en la escritura de la etnograffa,modificaciones que la afectan pro- fundamente. Las obras mas conoeidas de Taussig son The Devil and Commo- dity Fetishism in South America (1980) y Shamanism, Colonialism and the Wild Man: A Study in Terror and Healing (1986). Su primer trabajo, cuyo tftulo podrIa traducirse como El diablo y el feti- chismo de la mercanC£a en Sudamerica proeura ser una obra experimental que concilia el enfoque de la economfa poHtica con la antropologfa interpretativa.