El documento describe la situación de niños y jóvenes que asisten a una escuela en Villa La Sarita, un área afectada por la pobreza. Muchos de estos estudiantes deben trabajar para ayudar a sus familias numerosas y enfrentan dificultades para aprender. A pesar de las desigualdades y falta de oportunidades, la escuela les brinda un espacio para ser niños y construir un futuro mejor a través de la educación.
1. ESCUELA Y POBREZA
Lugar donde se sitúa la investigación: escuela de Villa La Sarita.
Actores principales: niños, niñas y jóvenes que concurren siempre, a veces
y esporádicamente a la escuela que se encuentra allí,
La escuela: lugar donde muchos de ellos encuentran un tiempo de infancia,
perdido allí afuera, pérdida provocada por los efectos de las crisis sociales y
económicas.
Infancia: la infancia pide pasaje, pide nuestra atención, pide ser reconocida
como sujeto social y cultural.
«La situación de la escuela ha variado sustancialmente, parte de lo que sucede
hoy tiene que ver con un presente cargado de desigualdades y también por la
falta de oportunidades»
2. Cachito: parte de una familia numerosa (11 hermanos), cartonea y
moja los cartones para que pesen más a la hora de venderlos.
Asume su condición de «pibe villero», que lo marca en cualquier
ámbito y especio que transita, este «ser villero» opera tanto
adentro como afuera de la villa.
Tanto Cachito, como otros niños, deben encontrar modos de
sobrevivir o de ayudar en la economía familiar.
A él le cuesta mucho aprender y por eso redobla sus esfuerzos y
asiste los tres turnos de la escuela.
Cachito le otorga a la escuela un lugar relevante en u propia
historia, que se entreteje y tensiona entre el agravamiento de sus
condiciones de vida y la construcción de otra posibilidad
presente y futura depositada en el aprendizaje en la escuela y en
el vínculo con sus maestros.
Fragmentos de una historia de vida
3.
4. La ruta es uno de los espacios donde pasan una parte importante
del día trabajando, como limpiavidrios, vendedores de chipá u
otras tareas, siempre en relación de dependencia con adultos que
los explotan. La paga no siempre es en dinero, muchas veces sólo
les ofrecen droga a cambio.
En las rutas son los «sin nombre», los «sin rostros». Sin embargo
son o fueron alumnos de la escuela de la villa y a la hora del
mediodía cruzan la ruta y van a ella.
Los docentes procuran sostener un vínculo con ellos para que no
dejen la escuela y puedan estudiar.
Son ellos los que muchas veces agreden la escuela, la violentan,
ocupan sus techos, pero aún así, la requieren y la demandan.
Son niños y adolescentes expulsados del tiempo de l niñez, de un
tiempo de infancia que requería ser asegurado y garantizado por
los adultos.
«ACÁ,LA PUERTA DE LA ESCUELA SIEMPRE ESTÁ ABIERTA»
Rutas, cárceles y escuela
5.
6.
7. En las escuelas, en los territorios de la pobreza la exclusión, las
categorías de «niñez» y de «infancia» estallan.
Estos fragmentos de las historias de vida que a través de la
investigación que realizo Patricia Redondo, pudimos conocer,
expresan