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ECUADOR
“La responsabilidad social empresarial propiamente tal es domar al
dragón, o sea, convertir un problema social en una oportunidad
comercial y una ventaja económica, en capacidad productiva, en destreza
humana, en empleos bien remunerados y en riqueza”.
(Peter Drucker, hace más de 20 años)
RESPONSABILIDAD SOCIAL
EL ALMA DE LAS
EMPRESAS
Por: Roque Morán Latorre
Presidente Ejecutivo del IRSE – ECUADOR
Instituto de Responsabilidad Social Empresarial del Ecuador
www.irse-ec.org
La cultura organizacional, entre varios componentes, es el reflejo de los valores –o anti valores-
que una organización posee. En ella existen elementos fáciles de percibir y, de hecho, se
dispone de herramientas idóneas para medir un clima organizacional, que trasluce los
elementos de su cultura. Pero existe algo de misterio, algo imperceptible, que uno detecta
apenas toma contacto con la empresa, algo intangible que no se puede describir de manera
fácil, eso, aquí, la vamos a denominar “alma de la empresa”, aspecto que podría
transparentarse inobjetablemente y que es su Responsabilidad Social.
Una empresa sin alma
El vívido diálogo, entre el profesor y los asistentes, en una de las sesiones de un programa de
desarrollo gerencial, vibraba alrededor de cómo lograr una evaluación auténtica del nivel de
cultura organizacional de las empresas. “La empresa para la que trabajo –decía uno de los
animados contertulios- es „S. A‟., pero eso no significa „sociedad anónima‟, significa empresa
„sin alma”. Lo expresó, de tal manera, que enmudeció el ambiente, hubo un instante de
silencio, de pesadumbre y de reflexión. “En cambio –manifestó otro, cambiando la tónica del
momento- yo me siento feliz donde estoy, mi trabajo es exigente y de mucha entrega, pero la
motivación que contagian mis jefes, especialmente, el jefe máximo, es lo suficientemente
alentador como para estar muy seguro de que el esfuerzo siempre es recompensado con buen
trato, salario justo, es decir, un gran ambiente de trabajo”. Una de las conclusiones del coloquio
fue el que las empresas tienen “alma” –traducida en una específica cultura organizacional para
cada empresa- y, esa alma, es grandes a medida de que su gente es grande y, lo contrario, las
empresas poseen almas pequeñas a medida de que el alma de quienes las componen es
pequeña. ¿De quién depende aquello? De su alto mando, de su cúpula gerencial, de la
aplicación de sus virtudes y principios y de cómo sean diseminados a los otros niveles de la
empresa llegando, inclusive, hasta a sus proveedores y clientes externos.
RSE una estrategia integral para el éxito del negocio
No sólo los principios y virtudes cuentan. Al fin y al cabo, las empresas buscan afanosamente
retribuir, con creces, las inversiones de sus accionistas y eso es legítimo; sin embargo, la
gestión de la empresa debería trascender aquello, sin sólo mirar y atender el ámbito
económico, observando el lado humano, conseguir el crecimiento de las personas que la
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integran, acometiendo “acciones para responsabilizarse del impacto de sus actividades sobre la
sociedad y el medioambiente, donde esas acciones sean consistentes con los intereses de la
sociedad y el desarrollo sostenible, basadas en el comportamiento ético, con el cabal
cumplimiento de las leyes e instrumentos intergubernamentales aplicables y que estén
arraigadas en las actividades en curso de la organización” (Guía ISO 26000 de Responsabilidad
Social). La correcta y oportuna aplicación de esta definición, es de suma importancia para las
empresas pues, institución que la cumpla, estará retribuyendo de manera eficaz las inversiones
de sus accionistas, logrará buenas utilidades, impactará positivamente a la sociedad y aportará
al Desarrollo Sostenible (Desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer
la habilidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades).
Cómo tomar el pulso de la Responsabilidad Social en las empresas
Se está tornando llamativo, especialmente en la difusión propagandística, autocalificarse como
“empresa con responsabilidad social”. Eso, penosamente, podría resultar contrapuesto pues,
sólo lo que se puede medir se puede evaluar y lo que se puede evaluar, se puede perfeccionar.
Por otro lado, se viene concediendo distinciones a las empresas “más prestigiosas” de nuestro
país; pero, lastimosamente sólo se mira, para ese reconocimiento, sus cifras contables y
financieras. Lo obvio e irrefutable en esa „evaluación‟ sería que, en estas empresas
„prestigiosas‟, se evalúen –a través de medios genuinos- los tres pilares de su sostenibilidad, lo
que se llama "triple bottom line", línea triple de fondo: aspectos económicos, sociales y
medioambientales, basándose ante todo en un diálogo continuo con los "stakeholders" o partes
interesadas. En la línea „social‟, la empresa debería trascender la caridad, la filantropía, el
paternalismo y la asistencia social, sin dejar de forjar actividades al respecto, pero entendiendo
bien que aquello no es Responsabilidad Social es, apenas, un componente más.
Memoria de Sostenibilidad: transparencia empresarial de la empresa
Existen múltiples indicadores de RSE, hay la denominada Memoria de Sostenibilidad, también
existen los „Balances Sociales‟, donde se acopian elementos cualitativos y cuantitativos, donde
se plasman, de manera sucinta -pero profunda-, la RS de las empresas. Estos documentos son
sujetos de verificación por entes externos a la empresa, verificables y que, allí sí, se puede
lograr una introspección objetiva, que arroje resultados indiscutibles de empresas
auténticamente prestigiosas. Poco a poco, en nuestro país, se va conociendo a cabalidad lo qué
es una memoria de sostenibilidad, cómo se la desarrolla y cómo se la puede calificar de manera
objetiva.
Oportunidad única para el presente y para el futuro
Soslayar la implantación de la RSE en las empresas ecuatorianas como un medio incomparable
para su gestión eficaz y eficiente, es desperdiciar la oportunidad de mejorar ostensiblemente,
obtener mejores resultados para sus accionistas, elevar el nivel del País y, sobretodo, es ser
responsable frente a la generación actual y también con las futuras generaciones a las que
deberíamos ofrecerles un mejor mundo del que recibimos.
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