LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
La fuerza del bien
1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
2 de abril
de 2017
LA COLUMNA
De Mons. Javier Del Río Alba
LA FUERZA DEL BIEN
En la visita que el Papa Francisco hizo a una
parroquia de Roma el 12 de este mes, un niño le
preguntó si él le tiene miedo a algo. El Papa
respondió que le asusta cuando una persona es
mala, porque puede hacer mucho mal.
Lamentablemente, todo parece indicar que el
mal se va extendiendo en el mundo y, ante la
impunidad del mal, podemos sentirnos
impotentes y creer que nada podemos hacer
para detenerlo. Peor aun, corremos el riesgo de
habituarnos a convivir con el mal. Lo cierto,
sin embargo, es que todos podemos hacer
mucho para que el mundo no se siga
deteriorando. En primer lugar, todos los
creyentes podemos rezar, porque aunque en un
mundo pragmático y utilitarista la oración
parece un espiritualismo desencarnado e inútil,
la verdad es que la oración tiene un poder
enorme. Dios existe y atiende la oración que se
hace desde lo profundo del corazón y con
rectitud de intención. Junto con la oración, o
incluso aquellos que no creen en el poder de la
oración, cada uno de nosotros puede ayudar a
una o más personas que son víctima de la
injusticia y del mal. Por ejemplo, podemos
ayudar, aunque sea un poco, a una familia
pobre que pasa necesidad; podemos visitar
periódicamente a algún anciano cuya familia lo
ha abandonado en un asilo; podemos hacer
algo de voluntariado y hasta comprometernos
seriamenteenalgunaobradebiensocial.
Relacionarnos con los pobres y con los que
sufren es el mejor modo de no caer en la
resignación ante el mal que nos puede llevar a
la indiferencia y a cerrarnos en nosotros
mismos, porque la cercanía al sufrimiento nos
recuerda que, en el fondo, todos somos
vulnerables y ninguno es omnipotente. Tomar
conciencia de la fragilidad humana nos hace
más humildes y más sabios, porque nos ayuda a
darnos cuenta de que, en realidad, no somos
autosuficientes sino que, por una razón u otra,
todos nos necesitamos los unos a los otros.Asu
vez, esto nos permite valorar lo que otros hacen
por nosotros, sea en el seno de la familia, en el
barrio, en el trabajo y en la sociedad en general.
Brotará así, de nuestro corazón, el
agradecimiento hacia los demás y eso nos
llevará a mejorar nuestras relaciones humanas
yaprocurarhacerelbienalos demás.
En síntesis, hacer el bien nos hace bien; y,
haciendo el bien, hacemos presente el amor
que es el mejor antídoto contra el mal. La
Cuaresma, que estamos viviendo en estas
semanas preparatorias para la Pascua, es un
tiempo oportuno para optar por el bien y
decidirnos a hacer algo por mejorar la sociedad
y el mundo en el que nos ha tocado vivir. La
victoria de Jesucristo sobre el pecado y la
muerte, que celebraremos en la Semana Santa
que se avecina, es la garantía de que el mal no
es la última palabra y de que, si así lo
deseamos, también en nosotros se puede dar
esa victoria sobre el mal, no por nuestras
propias fuerzas sino por el poder de Jesucristo
que ha resucitado y está dispuesto a darnos el
Espíritu Santo que nos transforma desde dentro
ynos capacitapararenovarelmundo.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa