Luisa de Marillac y cuidado de las personas ancianas
Las tentaciones de Jesús
1. Arzobispado de Arequipa
Domingo 13
de marzo
del 2016
LAS TENTACIONES DE JESÚS
Los evangelios nos relatan que, antes de
empezar su vida pública, Jesús se retiró durante
cuarenta días al desierto para dedicarse al ayuno
y la oración, transcurridos los cuales fue tentado
tres veces por el demonio. En la primera
tentación, el demonio le dice a Jesús que
transforme las piedras en pan y así sacie el
hambre que tenía por el tiempo que había
ayunado. En la segunda tentación, el demonio
propone a Jesús que se tire de la punta del
templo de Jerusalén, frecuentado por
muchísimas personas, para que todos vieran
que nada le pasaría y así creyeran en Él y lo
siguieran como Mesías. La tercera tentación
consistió en ofrecerle a Jesús todos los reinos
del mundo si postrándose ante el demonio lo
adoraba. Como hace unas semanas lo explicó el
Papa Francisco en México, esas tres tentaciones
son como el prototipo de todas las tentaciones
con las que el demonio intenta constantemente
alejarnos de Dios y destruir su diseño de amor
sobre nosotros.
La primera tentación es la riqueza, es decir
poner nuestra seguridad en el dinero y buscar
saciarnos con los bienes materiales, llegando
incluso a acumular para nosotros mismos a
costa de los demás. “Es tener el pan a base del
sudor del otro, o hasta de su propia vida”, ha
dicho Francisco. La segunda tentación es la
vanidad, esa búsqueda de prestigio y de fama
para conseguir la cual muchas veces
descalificamos a los demás, los descartamos e,
incluso, renegamos de nuestra propia historia,
especialmente de aquello que nos puede hacer
pequeños y humildes. A través de esa tentación
llegamos a la tercera, que es la tentación del
orgullo, que nos hace sentirnos superiores a los
demás y nos predispone a rendir culto a los
ídolos de este mundo con tal de tener poder
sobre los que nos rodean. Como ha dicho el
Papa, caer en esas tentaciones nos lleva a
degradarnos y encerrarnos en un círculo de
destrucciónypecado.
Sería bueno, entonces, que nos preguntemos
hasta dónde somos conscientes de que el
demonio nos tienta con el dinero, la fama y el
poder, porque por lo general las tentaciones son
muy sutiles y corremos el riesgo de no darnos
cuenta que caemos en ellas. Sería bueno
también que nos preguntemos hasta qué punto
sabemos rechazar esas tentaciones del
demonio, como hizo Jesús, manteniéndonos
fieles a la voluntad de Dios y a sus
mandamientos. Como dijo el Papa, no es fácil
ser cristianos, pero Dios que es rico en
misericordia nos espera siempre para sanar
nuestros corazones de todo lo que nos degrada y
degrada a nuestro prójimo. Por eso, en este
tiempo de Cuaresma la Iglesia nos invita a
examinar nuestra vida, renunciar al pecado y
convertirnos a Dios. No tengamos miedo de
reconocernos pecadores, sino más bien
reconozcamos con humildad nuestros pecados
y recurramos al sacramento de la Confesión. Es
el mejor modo de prepararnos para la Pascua
que celebraremos dentro de dos semanas. Si lo
hacemos así y renovamos nuestra confianza en
Dios, podremos experimentar que Él es nuestra
verdadera riqueza, que la dignidad de ser
cristianos es mejor que la fama y que sólo de
Dios nos viene el verdadero poder, capaz de
vencerelpecadoy lamuerte.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba