1. Eugène Delacroix: “La muerte de Sardanápalo”. Óleo sobre lienzo, 3’92 x 4’96
m. Museo del Louvre, París.
Delacroix presentó este enorme cuadro al Salón de 1827, aunque le hizo algunos
añadidos en 1828. La obra causó un gran escándalo entre los visitantes del Salón porque
suponía una subversión de los valores del clasicismo tanto desde el punto de vista
formal como por las altas dosis de erotismo, drama y horror que planteaba. Las enormes
dimensiones de la tela suponían ya una superación de los modelos del clasicismo.
El tema es claramente literario, inspirado, según todos los indicios, en una obra
de Lord Byron de 1821 en la que se relata la muerte voluntaria del último rey de Nínive,
Sardanápalo en el 874 a. C. El monarca decide morir en la pira antes que a manos de los
insurgentes, pero previo a su muerte ordena que sean sacrificados sus esclavos,
concubinas, caballos y perros, en resumen todo aquello que le hubiera proporcionado
placer en la vida y que no quería que cayese en manos de sus enemigos. En el lienzo, el
rey recostado con aire ausente asiste impasible al sacrificio de sus súbditos que aparecen
en actitudes de un alto dramatismo. Algunas de las concubinas, deciden darse muerte
2. voluntariamente antes de recibirla a manos de los esclavos y una de ellas, al fondo del
cuadro, aparece ahorcada.
La composición es de un gran barroquismo, una diagonal luminosa atraviesa el
cuadro y sirve de unión entre el personaje central, Sardanápalo, y el espectador, quien
abrumado por las dimensiones de la tela se hace partícipe del horror que desprende la
narración. Son muchas las referencias a la obra de Rubens, lo mismo en actitudes que en
el colorido, pero en la obra de Delacroix el abigarramiento y la confusión en la
representación, supera los postulados del clasicismo aunque sea del barroco; la
estridencia de los colores y los contrastes de luces y sombras recuerdan la pintura
barroca flamenca, pero los voluntarios errores en la perspectiva y la representación
incompleta de alguno de los personajes, como el que aparece partido a la derecha,
manifiesta un ir más allá que las representaciones tradicionales de la pintura de historia.
Bibliografía
-Hugh HONOUR: El Romanticismo. Ed. Alianza, Madrid, 1986, pág. 55.
-Alain DAGUERRE DE HUREAUX: Delacroix. Ed. Hazar, Paris, 1993, pág. 77 y ss.