🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
Triduo Eudista al Corazón de Jesús
1. ¡Acojamos con
alegría el más
preciado regalo
del Padre: El
Corazón de su
Hijo!
EL CAMINAR DE LA
ESPIRITUALIDAD DEL
AMOR
T r i d u o E u d i s t a a l C o r a z ó n
d e J e s ú s
U n i d a d d e E s p i r i t u a l i d a d E u d i s t a
2. "Ofrezcámosle y entreguémosle
nuestro corazón como él nos ha
entregado el suyo: totalmente y
sin reservas, para siempre y en
forma irrevocable" .
San Juan Eudes
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Alégrate, Corazón santo
Alégrate, Corazón manso
Alégrate, Corazón humilde
Alégrate, Corazón puro
Alégrate, Corazón ferviente
Alégrate, Corazón sabio
Alégrate, Corazón paciente
Alégrate, Corazón obediente
Inicio
Ave cor Sanctissimum
El Mejor de los Dones
3. Alégrate, Corazón solícito
Alégrate, Corazón fiel
Alégrate, Corazón fuente de toda
felicidad
Alégrate, Corazón misericordioso
Alégrate, Corazón, lleno de amor,
de Jesús y de María.
Te adoramos,
te alabamos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Te amamos con todo nuestro
corazón,
con toda nuestra alma,
con todas nuestras fuerzas.
Te ofrecemos nuestro corazón,
te lo entregamos,
te lo consagramos,
te lo inmolamos.
Acéptalo y poséelo plenamente,
purifícalo, ilumínalo
y santifícalo,
para que en él vivas y reines,
ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
“Corazón admirable de mi Jesús, me llena de alegría contemplar en ti las
grandezas, tesoros y maravillas de todos los seres creados e increados”.
(O. C. VIII, 304)
San Juan Eudes
4. Adora y contempla a nuestro
Salvador en el exceso de su
bondad y en los generosos dones
de su amor.
Porque nos da el ser y la vida con
todos los bienes que los
acompañan. Nos da este mundo
inmenso, lleno de una multitud y
diversidad de seres que nos
sirven y aun nos recrean. Nos da
sus ángeles como protectores y a
sus santos como abogados e
intercesores. Nos da su santa
madre para que sea nuestra
madre bondadosa.
Nos da los sacramentos y
misterios de su Iglesia, que nos
salvan y santifican.
Nos da a su eterno Padre como
nuestro Padre verdadero; su
Espíritu Santo como nuestra luz,
nuestro guía. Nos da todos sus
pensamientos, palabras, acciones
y misterios; todos sus sufrimientos
y toda su vida consagrada a
nuestro bien e inmolada por
nosotros hasta la última gota de
su sangre.
Además de todo ello nos da su
propio Corazón que es el principio
y origen de todos estos dones.
Porque su Corazón divino lo hizo
salir del seno adorable de su
Padre y venir a la tierra para
otorgarnos todas estas gracias
que su Corazón, humanamente
divino y divinamente humano, nos
mereció y adquirió con sus
angustias y dolores. ¿Cómo vamos
a tratar a nuestro Redentor?
Devolvámosle amor por amor y
corazón por corazón.
Lectura Eudista
Jesús nos ha dado su corazón
5. Ofrezcámosle y entreguémosle
nuestro corazón como él nos ha
entregado el suyo: totalmente y
sin reservas, para siempre y en
forma irrevocable. Nos lo ha dado
con un amor infinito: le daremos el
nuestro unidos a este mismo
amor.
Jesús no se contenta con darnos
su Corazón. Nos da también el
Corazón de su eterno Padre, el de
su santa madre, los corazones de
los ángeles y de todos los santos,
y hasta los corazones de todos los
hombres del mundo a quienes
dice: -Éste es mi mandamiento:
que os améis unos a otros (Jn. 15,
12); más aún, debemos amarnos
como él mismo nos ha amado.
Por parte nuestra ofrezcámosle
también, en acción de gracias, el
Corazón de su eterno Padre, el de
su santa madre, el de sus ángeles
y santos y el de todos los
hombres. Porque tenemos
derecho a disponer de ellos como
de nuestro propio corazón, ya que
su Apóstol nos asegura que el
Padre eterno nos ha dado, junto
con su Hijo, todas las cosas (Rom
8, 32) y que todo es nuestro (1Co 3,
22).
Pero, sobre todo, ofrezcámosle su
propio Corazón. Porque si nos lo
ha dado nos pertenece y no
podríamos ofrecerle nada que le
sea más grato: porque ofrecerle su
Corazón equivale a ofrecerle el
Corazón de su Padre, con el cual,
por la unidad esencial que los une,
no tiene sino un solo corazón, y el
corazón de su santa madre, que
también tiene con él un solo
corazón por unidad de voluntad y
de amor.
San Juan Eudes
(O.C. VIII, 311-312)
Entrego mi corazón a ese amor mutuo del Hijo y de la Madre.
(O. C. VIII, 304)
San Juan Eudes
6. Nuestra comunidad y nuestra vida espiritual han de permanecer en
un continuo crecimiento. San Juan Eudes nos exhorta a ser
conscientes que hemos recibido el Corazón de Jesús para que sea
nuestro propio corazón. ¿De qué manera estoy expresando con mi
vida que el corazón que late en mí es el mismo Corazón de Cristo?
“Devolvamosle amor por amor y corazón por corazón” es la
invitación del Padre Eudes. ¿Cómo estoy perfilando mi vida
espiritual, para que la gracia del amor del Señor, me permita un
desprendimiento total de lo que es contrario a su proyecto y a
entregar mi corazón por el bien de mi prójimo?
Para la reflexión personal y/o comunitaria
1
2
Oración en acto
¡No permitas que pase este día sin darte la
oportunidad de hablar sobre tu
experiencia de fe con Jesús!
7. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Jesús, escucha nuestra oración.
Señor, ¡Escúchanos!
Dios Padre Celestial, ten piedad de
nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten
piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de
nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten
piedad de nosotros.
Corazón divino de Jesús, ten piedad
de nosotros.
Corazón amante de Jesús, ten
piedad de nosotros.
Corazón manso de Jesús, ten
piedad de nosotros.
Corazón humilde de Jesús, ten
piedad de nosotros.
Corazón misericordioso de
Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón fiel de Jesús, ten
piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Corazón del
Padre Eterno, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, origen del
Espíritu Santo, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, plenitud de
la divinidad, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario de
la Trinidad, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, hoguera de
amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, milagro de
amor, ten piedad de nosotros.
Corazón, norma de paciencia de
Jesús, ten piedad de nosotros.
Corazón, espejo de obediencia
de Jesús, ten piedad de
nosotros.
Letanías del sagrado
Corazón de Jesús
8. Corazón de Jesús, Fuente de
toda gracia, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado
por una lanza, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, herido de
amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo de
santidad, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, altar de
caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, celoso por las
almas, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, ladrón de
corazones, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, queridísima
herencia nuestra, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
dulce esperanza, ten piedad
de nosotros.
Corazón de Jesús, alegría de
nuestro corazón, ten piedad
de nosotros.
Corazón de Jesús, gozo de
nuestro corazón, ten piedad
de nosotros.
Oración final
Oh Dios, Padre de las misericordias, tú nos has entregado
con bondad inefable el Corazón amantísimo de
tu Hijo; concédenos que, manteniendo nuestros corazones
estrechamente unidos con él y con nuestros hermanos,
podamos amarte con amor perfecto. Por Cristo Nuestro
Señor. Amén.
9. "Y ¿cómo daré respuesta, Salvador
mío, a tantas voces que me invitan
a amarte? " .
San Juan Eudes
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Alégrate, Corazón santo
Alégrate, Corazón manso
Alégrate, Corazón humilde
Alégrate, Corazón puro
Alégrate, Corazón ferviente
Alégrate, Corazón sabio
Alégrate, Corazón paciente
Alégrate, Corazón obediente
Inicio
Ave cor Sanctissimum
!La apuesta amorosa de Jesús por
nosotros!
10. Alégrate, Corazón solícito
Alégrate, Corazón fiel
Alégrate, Corazón fuente de toda
felicidad
Alégrate, Corazón misericordioso
Alégrate, Corazón, lleno de amor,
de Jesús y de María.
Te adoramos,
te alabamos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Te amamos con todo nuestro
corazón,
con toda nuestra alma,
con todas nuestras fuerzas.
Te ofrecemos nuestro corazón,
te lo entregamos,
te lo consagramos,
te lo inmolamos.
Acéptalo y poséelo plenamente,
purifícalo, ilumínalo
y santifícalo,
para que en él vivas y reines,
ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
Tú me has colmado, Corazón bondadoso, de tus gracias y favores; que todos los
actos de mi Corazón sean de amor y de alabanza a ti.
(O. C. VIII, 305)
11. ¡Jesús, Dios de mi vida! Tú vives en
ejercicio continuo de amor por mí y
empleas todo cuanto hay en ti y
todo lo que has creado en el cielo
y en la tierra para demostrarme tu
amor.
Todo lo que escuchan mis oídos y
ven mis ojos, todo lo que mis
demás sentidos gustan, palpan y
olfatean, todo lo que mi memoria,
mi inteligencia y mi voluntad
pueden conocer y desear, lo
visible e invisible de la naturaleza,
de la gracia y de la gloria; todas las
gracias temporales y eternas que
he recibido de ti; tus ángeles y tus
santos y los buenos ejemplos de
sus virtudes; las maravillas que has
obrado en tu santa madre; las
perfecciones de tu persona divina,
los estados y misterios de tu
divinidad y humanidad;
tus cualidades y virtudes, tus
pensamientos y palabras,
acciones y sufrimientos; todos tus
pasos sobre la tierra, la sangre que
has derramado, las llagas de tu
cuerpo; todo lo que ha existido y
existirá en los seres creados e
increados, en tiempo y eternidad,
son otras tantas voces que están
pregonando sin cesar tu bondad y
tu amor por mí.
Corazón benignísimo, nunca has estado sin amarme; que toda la inspiración de
mi corazón sea amor por ti.
(O. C. VIII, 305)
El amor de Jesús por nosotros
12. ¡Qué admirable eres, Señor y Dios
mío, en tu amor por mí! Me amas,
me deseas, me buscas con tanto
empeño y ardor como si algún
provecho sacaras de mí, como si yo
te fuera necesario.
Deseas tanto poseerme y temes
tanto perderme como si poseyeras
o perdieras un precioso tesoro.
Buscas mi amor con tanto ahínco
como si de ello dependiera tu
felicidad. Y aun suponiendo, Señor,
que toda tu gloria y tu felicidad
estribaran en mi amistad, ¿qué más
podías hacer de lo que haces?
Déjame, pues, hundirme en los
abismos de tu bondad.
Y ¿cómo daré respuesta, Salvador
mío, a tantas voces que me invitan
a amarte? Quiero que todos mis
pensamientos, palabras y
acciones, todos los instantes de mi
vida, todo cuanto ha habido, hay y
habrá en mí, aun mis pecados,
puesto que tu poder y tu bondad
saben conducir todas las cosas al
bien de los que te aman, sean
otras tantas voces que, sin cesar, y
con todo el amor del cielo y de la
tierra, te griten: «Te amo, Jesús,
Señor mío».
San Juan Eudes
(O.C. I, 397-401)
¡Oh Corazón caritativo, que has muerto por darme la vida, que yo viva de tu vida,
que muera de tu muerte y por tu amor!
(O. C. VIII, 305)
13. Para San Juan Eudes, el cristiano se ejercita constantemente en el
amor al Señor Jesús en la medida en que orienta sus quehaceres
para la gloria de Dios y servicio del prójimo. ¿Cómo me estoy
esforzando para que toda mi vida impregne y comunique el amor de
Jesús a quien necesita de Él?
¿Cómo puedo convertirme en un Evangelio viviente que transmita a
los demás el amor ardentísimo que brota del Corazón de Jesús?
Para la reflexión personal y/o comunitaria
1
2
Oración en acto
!Busca a aquella persona con la cual no
has hablado hace un tiempo.
Reconcíliate, si es necesario, y comunica
con tu vida el mejor de tus regalos: El
Corazón de Jesús!
Letanías y oración final Pag. 8
14. "Mirar el Corazón de Jesús en todo debe ser
nuestra preocupación, considerarnos como
sus representantes y hacer nuestras acciones,
pequeñas o grandes, en su nombre y en su
espíritu, es decir, según la explicación de san
Juan Eudes, en sus intenciones y en sus
disposiciones. " .
Siervo de Dios Rafael García Herreros
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Alégrate, Corazón santo
Alégrate, Corazón manso
Alégrate, Corazón humilde
Alégrate, Corazón puro
Alégrate, Corazón ferviente
Alégrate, Corazón sabio
Alégrate, Corazón paciente
Alégrate, Corazón obediente
Inicio
Ave cor Sanctissimum
¡Vivir el Corazón de Jesús para ser
continuadores de su vida y su obra!
15. Alégrate, Corazón solícito
Alégrate, Corazón fiel
Alégrate, Corazón fuente de toda
felicidad
Alégrate, Corazón misericordioso
Alégrate, Corazón, lleno de amor,
de Jesús y de María.
Te adoramos,
te alabamos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Te amamos con todo nuestro
corazón,
con toda nuestra alma,
con todas nuestras fuerzas.
Te ofrecemos nuestro corazón,
te lo entregamos,
te lo consagramos,
te lo inmolamos.
Acéptalo y poséelo plenamente,
purifícalo, ilumínalo
y santifícalo,
para que en él vivas y reines,
ahora y siempre y por los siglos
de los siglos. Amén.
16. Llamados a vivir la vida de Cristo,
debemos esforzarnos por
asemejarnos al divino Jefe, de quien
tenemos el honor de ser miembros.
Esta es la ley fundamental de la vida
cristiana y del amor al Corazón de
Jesús.
Los autores espirituales recomiendan
la imitación de Cristo. San Juan
Eudes, con su escuela, modifica un
tanto esta concepción de la vida
cristiana, explicando cómo, más que
imitar, debemos continuar la vida de
Cristo.
Debemos, ante todo, aprender a
pensar y a amar como el Corazón de
Cristo. No podemos ser verdadera y
cabalmente cristianos si no entramos
en los pensamientos y afectos de
nuestro Salvador. Esto implica
renuncia a nosotros mismos, dolores
inmensos; pero es la ruta de la
perfección del amor a Jesús.
Bosquejada la imagen del
Corazón de Jesús en nuestro
propio corazón con estas
disposiciones fundamentales,
esa imagen se va
perfeccionando en el alma por
la aplicación que se tenga en
revestir las virtudes de Jesús.
Tu Corazón, oh Jesús, está abrasado de purísimo amor por mí; que también yo te
ame, no buscando mi interés temporal o eterno sino únicamente por amor a ti.
(O. C. VIII, 305)
La conformidad con el corazón de Jesús
17. El Corazón de Jesús es el modelo
acabado, el principio y la norma
que debemos estudiar. Esa
conformidad se termina en
nosotros por la participación en los
diferentes misterios de la vida de
Jesús, que deben perfeccionarse
en nosotros.
“Los misterios de Cristo, dice san
Juan Eudes, no están todavía en
entera perfección y cabalidad,
aunque en su persona divina lo
estén, por cuanto en nosotros, los
miembros de Cristo, no lo están,
que somos el cuerpo místico, cuya
cabeza es Él".
Francisco de Asís estuvo conforme
con Jesús físicamente, por cuanto
fue tatuado con las manchas de la
pasión.
Cualquiera que sean las
circunstancias en que nos
hallemos, podemos siempre
conformarnos espiritualmente con
Cristo, esforzándonos por expresar
en nuestra vida las virtudes que
han brillado en Jesús.
Mirar el Corazón de Jesús en todo
debe ser nuestra preocupación,
considerarnos como sus
representantes y hacer nuestras
acciones, pequeñas o grandes, en
su nombre y en su espíritu, es decir,
según la explicación de san Juan
Eudes, en sus intenciones y en sus
disposiciones.
Tu Padre, oh mi Jesús, ha puesto todo en tus manos y tu amor las mantiene
siempre abiertas para dármelo todo: que cuanto soy y tengo sea enteramente
tuyo y para Siempre.
(O. C. VIII, 305)
18. San Juan Eudes, el hombre inflamado
por Cristo y el Apóstol de su Corazón,
nos aconseja, ponernos en el puesto
del Corazón de Jesús y preguntarnos
lo que Él haría en cada momento de
nuestra vida actual:
“Los cristianos, dice él, representan la
persona de Cristo Jesús, y deben
hacerlo todo como lo haría Él en su
lugar. Como un embajador que
representa la persona del rey debe
obrar y hablar en su nombre”.
Obrar cristianamente es, pues, obrar
como lo haría Jesucristo, en su
Espíritu. Orar como Jesús, sufrir como
Él, trabajar como Él, comer como Él,
dormir como Él.
Este consejo de san Juan Eudes
transformaría nuestra alma en un fiel
reflejo del Corazón adorable de
Cristo, en una viva llama de amor
hacia su divina Persona.
Para llegar a esta cumbre
esplendorosa de luz divina, se ha de
pasar por una larga y mortificante
renuncia a nosotros mismos y a
nuestra corrompida naturaleza. Sobre
la ruina de nuestro espíritu propio,
sobre el anonadamiento de nuestras
propias pasiones, se ha de levantar el
Espíritu de Cristo y han de obrar las
divinas pasiones de Jesús.
Pidamos al divino Corazón de Jesús
que posea el nuestro... que lo domine.
Y que aun el lugar más lejano, más
inaccesible e inconquistable de
nuestro corazón se rinda a su amor.
Siervo de Dios Rafael García-Herreros,
CJM
Dios de mi corazón, que el amor que te llevó a morir por mí me haga también
morir por ti.
(O. C. VIII, 305)
19. ¿De qué manera estoy trabajando en la construcción del Reino de
Dios entregando el corazón a ejemplo de Jesús?
Hacer todo al estilo de Jesús. entregando nuestro corazón y
adheriendonos plenamente a él. ¿Cuáles son las barreras que han
impedido que entregue mi vida plenamente a Jesús?
Para la reflexión personal y/o comunitaria
1
2
Oración en acto
Qué hoy se la oportunidad propicia
para hacer el bien a los demás.
Comparte y ora con alguna persona
que esté pasando una dificultad.
Letanías y oración final Pag. 8
20. ¡CORAZÓN DE JESÚS, HOGUERA DE
AMOR!
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
T r i d u o E u d i s t a a l C o r a z ó n
d e J e s ú s
Director: P. Álvaro Duarte Torres CJM
Diseño y compilación:Jorge Luis Baquero
espiritualidad.eudista@gmail.com
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