Toda la enseñanza de Dios, es imposible asimilarla con una mente natural; es ahí, entonces, cuando cobra sentido el "nuevo nacimiento" del discípulo de Cristo.-
Viviendo a cristo en lo natural de la carne o en lo sobrenatural del espiritu (parte 1)
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“VIVIR A CRISTO EN LO NATURAL DE LA CARNE,
O VIVIR A CRISTO EN LO SOBRENATURAL DEL ESPÍRITU” (Parte I).-
Reunión General.
Agosto, 2015.
Pr. Mario.-
1 Corintios 2, 14 (RVR1960):
“... (14) Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y
no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente...”.
Otra versión escritural del mismo texto, específicamente la NTV, dice:
“... (14) Pero los que no son espirituales no pueden recibir esas verdades de parte del Espíritu de Dios. Todo
les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque solo los que son espirituales pueden entender lo que el
Espíritu quiere decir...”.
Este texto, tiene mucho sentido con el título de este mensaje. Hasta el día en que usted y yo
somos rescatados por el Señor, nosotros vivíamos en lo natural de nuestra carne. Cristo Jesús nos
encuentra y nos entregamos al Reino de Dios; es en este momento, en donde se provoca una
transformación: de una vida natural, a una vida espiritual. Desde de que Cristo sale a nuestro
encuentro, pasamos a vivir en lo sobrenatural del Espíritu. Todo lo que Cristo hace, de manera
sobrenatural, que es imposible de medir con una mente humana, es tratar de entender con la
razón lo que se cree por fe. Por ejemplo, ¿Cómo podríamos aseverar que Cristo, efectivamente,
esté en medio de nuestros tiempos de comunión? Ninguno de nosotros puede ver a Jesús con ojos
humanos, pero por FE, creemos que él está presente -lo cual es así- y vivimos en esa realidad. Esto,
no es posible entenderlo con la razón.
Si efectivamente, Jesucristo está en nuestros tiempos de comunión -y de hecho, en toda nuestra
vida- entonces, hemos sido trasladados de una vida natural a una vida espiritual. Por ende, si Jesús
está, no solo en nuestros tiempos de comunión como cuerpo de Cristo, sino en toda nuestra vida,
esto debe ir acompañado de una actitud de vida.
Servir al Señor, no es solo una declaración oral, es una realidad de vida.
El discípulo de Cristo, sí o sí, debe experimentar un nuevo nacimiento en su vida, solo así podrá
gustar de la vida de Jesús; solo así podrá vivir a Cristo, solo así podrá conocer a Cristo en
profundidad; solo así podrá ser como Jesús y solo así, podrá llegar a caminar como Jesús. Si
nosotros no nacemos de nuevo, no podemos vivir absolutamente nada de lo anteriormente dicho,
ya que estaremos viviendo en un plano natural que no tiene acceso a esta forma de vida. Es
necesario nacer de nuevo. No podemos decir que somos discípulos de Cristo, si no hemos nacido
de nuevo. No podemos vivir nada de lo que Jesús ordena, en un plano natural.
Leamos Juan 3 (RVR1960):
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“... (1) Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. (2)
Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque
nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. (3) Respondió Jesús y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. (4) Nicodemo
le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el
vientre de su madre, y nacer? (5) Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios...”.
En este relato de Las Escrituras, podemos ver como se provoca el choque entre una vida situada
en el plano natural, y una vida que está radicada en el plano sobrenatural o espiritual.
Nicodemo, se acerca a Jesús y expresa una tremenda verdad. Esto llama poderosamente la
atención: el verso 2, relata como Nicodemo reconoce la calidad de maestro de Jesús. ¿ la expresión
de Nicodemo, era falsa? Bajo ningún punto de vista. Lo que Nicodemo dijo era real, solo que
estaba expresando una verdad que debe abrazarse con el corazón, desde su razón, desde un plan
o natural. Luego de su respuesta, Jesucristo, en el verso 3, responde al postulado de Nicodemo. Es
evidente la “desconexión” en el diálogo entre Jesús y Nicodemo. No hay reciprocidad “lógica” en
el diálogo; por una parte, Nicodemo, reconociendo a Jesús como maestro divino y, por otra, Jesús,
indicándole que si no nacía de nuevo no podía entrar en el reino de Dios. ¿Qué lógica podemos
encontrar acá? Ninguna, porque Jesucristo, vivía en un plano sobrenatural, no humano; el plano en
el que Jesucristo vivía, era espiritual, mientras que Nicodemo, vivía en un plan o racional.
Nosotros, en un plano racional, no podemos entender absolutamente nada de lo que el Señor
hizo. Pero, después de nacer de nuevo, una vez que somos espirituales, al leer la biblia y
contemplar todas las obras de Dios, nuestro espíritu dice: “Amén, así es. Lo creo”. Pero aquel que
aún vive en un plano natural, lee La Escritura, y todo lo procesa racionalmente y, si algo asimila, es
porque se produjo unión entre lo expresado en La Biblia y lo concebido racionalmente. Por
ejemplo, un texto muy conocido es “... Amen a sus enemigos...” (Mateo 5, 4 RVR1960). ¿Qué es lo
que sucede con nuestra mente? Inmediatamente comienza a procesar las variables y a cuestionar
con preguntas, tales como: “¿Cómo voy a amar a aquella persona que me causó tanto mal?”, “A esa
persona, yo la desprecio;, no puedo amarla...”. nuestra mente carnal actúa. Pero el Espíritu de Dios,
una vez habitando en nosotros, es la que puede hacer que esta verdad cobre sentido y podamos
vivirla. Es en las fuerzas del Señor, no en las nuestras.
Debemos escuchar a Cristo y, de inmediato, creer, por fe, de lo contrario, no tendrá sentido lo que
Dios nos dice, si se ve sujeto a análisis racional. Ya que la mente carnal, dice que todo lo que Dios
manda es una ridiculez (1 Corintios 2, 14 TLA), pues toda la enseñanza de Jesús, debe interpretarse
espiritualmente.
El relato escritural del encuentro entre Nicodemo y Jesús, es tan decidor, ya que evidencia la
pugna entre la mente humana y el Espíritu.
Debemos nacer de nuevo; de agua y Espíritu. Este nuevo nacimiento, nos lleva a una vida
sobrenatural. El que no ha nacido de nuevo, no entiende nada de lo sobrenatural de Dios. En la
vida natural, solo nos desenvolveremos en meros conceptos religiosos y en una mente racional.
Por ejemplo, si una persona que recién conoce a Jesucristo -sin ningún tipo de antecedente
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religioso- y se enfrenta a la enseñanza de Cristo, no cabe duda, que obedecerá de manera
inmediata, pues ha nacido de nuevo. Pero alguien que proviene con un fuerte antecedente
religioso, frente a los mandatos de Dios, comenzará a cuestionar toda enseñanza de Jesús. La
diferencia es clara. El religioso, vive en un plano natural y, en esa esfera, analiza todo, el espiritual,
en cambio, solo mira a Cristo; solo quiere escuchar a Cristo. El natural, escucha a muchas personas
-y termina escuchándose a sí mismo- sin tomar en cuenta lo que realmente enseña el Señor.
Con una menta natural, es imposible entender el sacrificio de Cristo; ya que ninguno -de esta
generación, por lo menos- estuvo presente en el sacrificio expiatorio de Jesús, es por eso que no
hay entendimiento de la muerte y resurrección de Cristo. Pero en un plano espiritual, actúa la fe y
podemos tener certeza y convicción de que efectivamente Jesucristo murió por nuestros pecados
y su sangre nos lavó y limpió.
El que anda en el mundo natural, no ha nacido de nuevo y no entiende nada de lo que Dios dice y
enseña.
Para vivir lo sobrenatural del Espíritu, no importan recursos, esfuerzo ni distancias. Ya que nuestra
vista está fija en Cristo. Es por eso que, cuando no hay un nacimiento nuevo, hasta la más mínima
circunstancia se transforma en una perfecta excusa para no dar pasos de fe.