2. No aprovecha la ayuda que ofrece como herramienta
de poder.
Guarda la confidencialidad en el más absoluto
secreto.
No usa indebidamente la información que obtiene de
la confianza de las personas que acuden a él.
No hace acepción de personas por cuestiones de:*
Raza.
Sexo.
Cultura.
Nacionalidad.
Edad.
Posición social.
Religión.
3. Respeta a todas las personas.
Vela por la protección de los derechos humanos.
Tiene un gran sentido de la responsabilidad.
Su labor está marcada por la honestidad, la
sinceridad para con las personas.
Es prudente en la aplicación de las técnicas y
herramientas de su labor profesional.
Es sólido en la fundamentación objetiva
y profesional de sus intervenciones.
4. El pastor no realizará, ni contribuirá, a prácticas que
atenten contra la libertad e integridad física y psíquica
de las personas. La intervención directa, complicidad o
la cooperación en la tortura y malos tratos, además de
delito, constituye la más grave violación de la ética
profesional. No participarán como investigadores,
asesores o encubridores, en la práctica de la
tortura, ni en otros procedimientos crueles, inhumanos
o degradantes, cualesquiera que sean las personas
víctimas de los mismos.
5. Tenemos la obligación de guardar el “secreto” de
confidencia, pero también de denunciar cualquier
violación de los derechos humanos (Ver carpeta sobre
curso para prevención de la violencia familiar)
malos tratos o condiciones de reclusión crueles,
inhumanas o degradantes de que sea víctima
cualquier persona y de los que tuviéremos
conocimiento en el ejercicio de nuestra labor.
6. El pastor deberá ser muy cauto, prudente y crítico,
frente a conceptos que fácilmente degeneran
en etiquetas devaluadoras y discriminatorias sobre las
acciones de las personas que acuden en su ayuda.
Frente a intereses personales contrapuestos a la
iglesia el pastor tratará a las personas implicadas con
respeto y consideración.
Deberá reconocer los límites de su competencia y las
limitaciones de sus técnicas.
No se dejará llevar por sus ideas personales ni por sus
emociones y se ceñirá a la objetividad más profesional.
7. Buscará la interdisciplinaridad de técnicas de
soporte y ayuda para el desarrollo de su labor como
orientador.
No desacreditará a otros colegas o profesionales
que trabajan con sus mismos o diferentes métodos y
hablará con respeto de las escuelas y tipos de
intervención que gozan de credibilidad científica y
profesional.
Se evitará la manipulación de las personas y se
buscará el logro de su desarrollo y autonomía.
8. No se prestará a situaciones confusas en los que su
papel y función sean ambiguos o equívocos.
Se cuidará en no crear falsas expectativas que luego
no sea capaz de satisfacer, para ello hará comprender
a la persona que las decisiones y la correcta
administración de las posibles soluciones están en sus
manos, por mucho que le facilitemos las herramientas
necesarias.