Inb 54 carranza

interiores carranza ok.indd 1 26/09/18 6:03 p.m.

V
enustianoCarranz
a
niños y jóvenes
Luis Barrón Córdova

Comité para la Conmemoración
del Centenario de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos
Enrique Peña Nieto
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos
Edgar Romo García Ernesto Javier Cordero Arroyo
Presidente de la Cámara de Diputados Presidente de la Cámara de Senadores
del Congreso de la Unión del Congreso de la Unión
Luis María Aguilar Morales
Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
y del Consejo de la Judicatura Federal
Representantes
Poder Ejecutivo Feder al
Alfonso Navarrete Prida María Cristina García Cepeda
Secretario de Gobernación Secretaria de Cultura
Poder Legislativo Feder al
Daniel Ordoñez Hernández Enrique Burgos García
Diputado Federal Senador de la República
Poder Judicial de la Feder ación
José Ramón Cossío Díaz Alfonso Pérez Daza
Ministro de la Suprema Corte Consejero de la Judicatura Federal
de Justicia de la Nación
Patricia Galeana
Secretaria Técnica
Consejo asesor
Sonia Alcántara Magos
Héctor Fix-Zamudio
Sergio García Ramírez
Olga Hernández Espíndola
Ricardo Pozas Horcasitas
Rolando Cordera Campos
Rogelio Flores Pantoja
Javier Garciadiego
Sergio López Ayllón
Pedro Salazar Ugarte
Héctor Fix-Fierro
José Gamas Torruco
Juan Martín Granados Torres
Aurora Loyo Brambila
Gloria Villegas Moreno

Secretaría de Cultura
Secretaria de Cultura
María Cristina García Cepeda
Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México
Directora General
Patricia Galeana
Consejo Técnico Consultivo
Fernando Castañeda Sabido
Ana Carolina Ibarra González
Luis Jáuregui Frías
Erika Pani Bano
Ricardo Pozas Horcasitas
Salvador Rueda Smithers
Rubén Ruiz Guerra
Enrique Semo Calev
Gloria Villegas Moreno

V
enustianoCarranz
a

Primera edición, Biografías para niños, 2018.
Producción:
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México
D.R. © Luis Barrón Córdova
D.R. © Patricia Galeana, presentación
D.R. © Fernando Méndez Contreras, ilustraciones
D.R. © 2018 de la presente edición
Dirección General de Publicaciones
Paseo de la Reforma 175
Colonia Cuauhtémoc, C.P. 06500
Ciudad de México
Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad
del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones
de México de la Secretaría de Cultura.
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total
o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos
la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación,
sin la previa autorización por escrito de la Secretaría de Cultura /Instituto
Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
ISBN: 978-607-9276-57-7, Biblioteca Constitucional (Obra completa)
ISBN: 978-607-549-033-5, Venustiano Carranza
Impreso y hecho en México
F1234.C34
B277
2018 Barrón Córdova, Luis.
Venustiano Carranza / Luis Barrón Córdova ;
Patricia Galeana, presentación ;
Fernando Méndez Contreras, ilustraciones, México,
Ciudad de México: Secretaría de Cultura, inehrm, 2018.
60 páginas (Biblioteca Constitucional. Biografías para niños)
ISBN 978-607-9276-57-7, Biblioteca Constitucional (Obra completa)
ISBN 978-607-549-033-5, Venustiano Carranza
1. Carranza, Venustiano, 1859-1920 I. t. II. Ser.

• 9 •
enustiano Carranza fue el líder de la Revo-
lución que acabó con la dictadura militar de
Victoriano Huerta y reunió al Congreso que nos dio
la Constitución que rige hasta la actualidad.
Don Venustiano nació en el norte del país, en el
estado de Coahuila; inició sus estudios en el Ate-
neo Fuente de Saltillo. Vino a la capital para estu-
diar en la Escuela Nacional Preparatoria, pero por
una enfermedad en sus ojos no pudo continuar.
Como era una persona responsable, lo eligieron
presidente municipal de Cuatro Ciénegas, el pue-
blo donde había nacido. Hizo tan bien su trabajo
que fue reelegido varias veces y después llegó a ser
diputado y senador.
R e v o l u c i o n a r i o
y p r e s i d e n t e
V

10 • Presentación
Quiso ser gobernador de su estado, pero el gru-
po del dictador Porfirio Díaz se lo impidió.
Se unió a la Revolución que encabezó su paisa-
no Francisco I. Madero para acabar con la dicta-
dura porfirista. Aunque triunfaron, la contrarre-
volución acabó con el gobierno y con la vida de
Madero. Fue entonces cuando Carranza encabezó
la segunda etapa de la Revolución para restablecer
el orden constitucional, roto por el cuartelazo de
Huerta.
Carranza logró que triunfara la revolución
constitucionalista. Después derrotó a villistas y
zapatistas unidos en el gobierno de la Convención
que quería arrebatarle el poder. Dictó una serie
de leyes para resolver las demandas sociales. Pos-
teriormente éstas fueron incorporadas a la nueva
Constitución.
En las páginas de su biografía, escrita por Luis
Barrón Córdova, podrás encontrar cómo logró es-
tos triunfos y fue presidente en el periodo más di-
fícil de la historia de México en el siglo xx. Des-
pués de un prolongado proceso revolucionario y

Patricia Galeana • 11
una guerra civil, en medio de las presiones de Es-
tados Unidos y de Alemania para que entrara en la
Primera Guerra Mundial, el presidente Carranza
se mantuvo firme, no cedió a las presiones. Se dio
a la tarea de pacificar y reconstruir al país, sacán-
dolo adelante. Nos legó la primera Constitución
que garantizó los derechos de los trabajadores del
campo y de la ciudad en el mundo.
Patri cia Galeana
•

• 13 •
Biografías
para niños
In fa n c i a
enustiano Carranza Garza nació el 29 de
diciembre de 1859 en Cuatro Ciénegas,
Coahuila. Fue el undécimo hijo de una familia de
quince personas: diez mujeres y cinco varones.
En aquellos tiempos, el municipio de Cuatro
Ciénegas era todavía una región muy aislada en
el árido norte mexicano. En la cabecera municipal
vivían cerca de dos mil personas con muy pocos
medios de comunicación y la vida era difícil. Los
ataques de los indios nómadas eran la principal
amenaza. Una hostelería, dos billares y dos mo-
linos de tortillas atendían a todos los habitantes.
Después del trabajo diario en el campo, lo único
que la gente podía hacer era dar vueltas en la plaza
central, acudir a los billares, reunirse en familia o
hacer viajes a las pozas de aguas cristalinas más
V

14 • Venustiano Carranza
cercanas. Había únicamente tres médicos, y ahí
no vivía ningún otro profesionista. Para un ciene-
guense de esos años sólo la política, la agricultura
y la ganadería eran ocupaciones respetables.
Jesús Carranza Neira y María de Jesús Garza,
sus padres, nunca fueron ricos. Don Jesús fue un
auténtico jefe de familia hasta su muerte en 1899.
Sus hijos Sebastián, Emilio, Venustiano y Jesús si-
guieron su camino y entraron en la política. Jesús

Luis Barrón Córdova • 15
Carranza Neira era amigo de las personas más im-
portantes de la región, tenía una buena relación
con el presidente Benito Juárez y era amigo del ge-
neral Mariano Escobedo.
La e d u ca c i ó n
e n la Ciu d a d d e Mé x i c o
Don Jesús y doña María hicieron todo lo posible por
enviar a sus hijos varones a la escuela, pues estaban
convencidos de que la educación era algo muy impor-
tante. Venustiano comenzó su formación en la escue-
la de Cuatro Ciénegas. Era callado, austero, sobrio y
reflexivo. En 1872, la familia se mudó a la capital del
estado, Saltillo, para que él pudiera continuar sus es-
tudios en el prestigioso Ateneo Fuente, donde recibió
una educación liberal, que aprendió a apreciar y, más
tarde, fue algo muy importante durante su gobierno.
Venustiano sólo pudo cursar satisfactoriamente
el primer año ahí; después del segundo, que tuvo
que repetir, se trasladó junto con su hermano Emi-
lio, en 1874, a la Ciudad de México para concluir

sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria.
Tenía entonces menos de quince años.
Gabino Barreda, el gran educador de México en
el siglo xix, dirigía entonces la Escuela Nacional
Preparatoria. La Ciudad de México y el ambien-
te escolar debieron haber tenido un impacto muy
grande en un muchacho proveniente de un pueblo
tan pequeño como Cuatro Ciénegas. La política
nacional, la vida urbana de la capital, así como las
relaciones sociales con chicos con una educación
distinta a la suya seguramente fueron muy impor-
tantes para el joven Carranza.
Venustiano tenía una personalidad firme y una
memoria sobresaliente, pero no fue un estudiante
destacado. Además, tuvo que abandonar sus estu-
dios para tratarse un severo mal que le afectaba la
vista, y no pudo regresar a la Ciudad de México
para terminar su instrucción.
Ca rr a n z a , a g r i c u lt o r
Cinco años después de su regreso a Coahuila, en
1882, Venustiano se casó con Virginia Salinas,

también originaria de Cuatro Ciénegas. Con ella
tuvo tres hijos: Virginia, Julia y Leopoldo, quien
murió siendo todavía niño. Sabemos muy poco de
la esfera íntima de Venustiano Carranza, pues él
siempre mantuvo a su familia alejada de la vida pú-
blica. Existen algunas fotografías del día de la boda
de su hija Virginia (son de las pocas fotografías en

las que Venustiano aparece sonriendo). Y algunos
relatos de gente cercana a la familia cuentan que a
Carranza le gustaba comer rodeado de los suyos y
tomar una breve siesta inmediatamente después.
No tomaba alcohol y tampoco fumaba.
En Cuatro Ciénegas, Venustiano se dedicó
por completo a la agricultura. El rancho más fa-
moso y extenso que le perteneció se llamaba Las
Ánimas y estaba localizado a tres días a caballo
de su pueblo. Las tierras de ese rancho no valían
mucho y nunca fueron realmente prósperas,
pues eran áridas y estaban partidas por seccio-
nes de las sierras del Caballo y de San Antonio;
no había cuerpos de agua permanentes y esta-
ban muy lejos de los centros de población. Pero
Venustiano construyó una pequeña presa para
recolectar la poca agua de lluvia que llegaba a
caer, así como la de un arroyo que se formaba
cada cierto tiempo.
Después de 1900 aumentó bastante la de-
manda de fibra de guayule para fabricar hule.
Fue entonces que Carranza pudo obtener ga-
nancias por primera vez. Sin embargo, cuando

se alejó de la propiedad para dedicarse a la polí-
tica, el rancho de Las Ánimas quedó casi aban-
donado. Para ese momento, la familia Carranza
había progresado mucho económicamente y se había
vuelto importante para la política de la localidad.
Sin embargo, nunca formaron parte de los gru-
pos económicos que movían los hilos a nivel
regional.
Pr i m e r o s a ñ o s e n la po l í t i ca
Venustiano Carranza comenzó su carrera política
en 1882, cuando sólo tenía veintidós años de edad.
Estuvo a punto de ocupar un cargo electoral, pero
se enfermó. Después, fue juez local por poco tiem-
po, ya que renunció antes de un año para aten-
der sus negocios privados. Fue hasta 1887, cuando
Porfirio Díaz decidió apoyar la candidatura de José
María Garza Galán para el gobierno de Coahuila,
que Carranza empezó a participar seriamente en
la política. A la edad de veintisiete años ganó su
primer cargo político al ser electo presidente mu-
nicipal de Cuatro Ciénegas.

La mayoría de las versiones dicen que Venustia-
no fue un buen presidente municipal y un excelente
administrador. Según Jesús Carranza Castro, su tío
Venustiano estaba interesado en la educación de los
jóvenes de ambos sexos y en el desarrollo de valores
morales, tanto de los funcionarios de gobierno como
de la gente en general. Se encontraba frecuentemen-
te con maestros de la zona y trataba de convencerlos
de las ventajas de enseñar historia. Desafortunada-
mente, tuvo que abandonar la presidencia municipal
en mayo de 1887, después de un problema con el go-
bernador Garza Galán. Para evitar una pelea que sa-
bía que no iba a ganar, renunció a su puesto y volvió
a la vida privada, trabajando en su rancho.
En 1893, Garza Galán iba a reelegirse por se-
gunda vez. Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo
León, y Emilio Carranza decidieron respaldar a Mi-
guel Cárdenas, rival de Garza Galán. Los Carran-
za tenían varios negocios con Cárdenas, quien era
amigo de la familia desde la infancia y había sido
compañero de Venustiano en el Ateneo Fuente.
Todos sabían que el gobernador Garza Galán
usaba su poder político para hacer negocios. Cuan-

do fue claro que las elecciones no iban a ser demo-
cráticas, Emilio Carranza, junto con su padre y sus
hermanos Jesús y Sebastián, decidieron levantarse
en armas. Ésa fue la única revuelta armada que
tuvo éxito durante el Porfiriato.
Después de varias semanas de enfrentamien-
tos, Porfirio Díaz ordenó a Garza Galán que re-
nunciara. Una vez que esto sucedió, Bernardo
Reyes ordenó la liberación de los presos políticos,
Miguel Cárdenas y Emilio Carranza se volvieron
diputados locales, y Venustiano, con el apoyo de
Reyes, fue electo de nuevo presidente municipal
de Cuatro Ciénegas. A partir de este episodio, Ve-
nustiano fue muy cercano a Bernardo Reyes.
Los hermanos Venustiano y Emilio Carranza
tuvieron carreras políticas muy exitosas. Emilio
fue presidente municipal de Ocampo y diputado
local, pero murió en 1898. Venustiano fue presi-
dente de su municipio durante tres periodos segui-
dos, desde 1894 hasta 1898. Tras la muerte de su
hermano, fue electo diputado local. Ese puesto le
facilitó su entrada a la política nacional.

Su pa p e l c o m o p r es id e n t e mu n i c ipa l
Venustiano solicitó recursos para las escuelas.
Como no se los dieron, hizo cambios en el pre-
supuesto y despidió funcionarios
públicos innecesarios para
poder gastar menos y pagar
a más maestros. Propuso a
Miguel Cárdenas, ya gober-
nador, actualizar la lista de
las propiedades en Coahuila
para distribuir los impues-
tos de manera más justa;
además, le pidió aprobar y
mandar al Congreso local
una propuesta de reforma
que incluía cobrar un im-
puesto de uno por ciento a
quien ganara más de cua-
renta pesos (excepto a los
maestros y a los empleados
públicos), así como suprimir

el impuesto a la leche. También sugirió que el Con-
greso del estado reformara la ley para impedir a los
médicos que abusaran de los pobres.
Cuando Porfirio Díaz ordenó a Bernardo Reyes
vigilar a Emilio Carranza después de la rebelión de
1893, Reyes contestó que más bien debía preocu-

parse por Venustiano, pues él era más inteligente y
exigente que cualquiera de sus hermanos.
Dip u ta d o y s e n a d o r
Justo antes de que Venustiano terminara su tercer
periodo como presidente municipal fue electo
diputado local por el distrito de Monclova, cargo
que ocupó desde 1898. Después, casi inmediata-
mente, entró al Senado de la República por el es-
tado de Coahuila.
En 1903, Venustiano escribió al gobernador de
su entidad y le dijo:
—El gobierno local no debe gastar tanto en los
gobiernos municipales. Además, es muy necesario
contratar más maestros rurales que le enseñen a
escribir a las niñas y los niños. Para mí, los funcio-
narios públicos deben ser los primeros en cumplir
la ley y en respetar a las autoridades, si no lo hacen
deberían recibir un serio castigo.
A pesar de que Carranza se encontraba en el
Congreso en la Ciudad de México siguió opinando

de la política de su localidad. En la ciudad tuvo la
oportunidad de aprender del proceso legislativo y
de la forma de hacer política en el centro del país.
Go b e r n a d o r t e mpo r a l d e Co a h u i la
En septiembre de 1908, Miguel Cárdenas decidió
viajar a la capital para hablar con Porfirio Díaz,
seguramente debido a que se había endurecido el
conflicto en Coahuila entre el grupo de los Científi-
cos y los seguidores de Bernardo Reyes, el gene-
ral más popular del ejército y uno de los favoritos
para ser el próximo presidente. Los Científicos
eran seguidores del ministro de Hacienda, José
Yves Limantour, quien también era candidato a
sustituir al presidente Díaz. Mientras el goberndor
Cárdenas estaba fuera del estado, el Congreso
local nombró a Carranza gobernador temporal.
Durante el tiempo que ejerció ese cargo impulsó
algunas reformas y organizó un movimiento polí-
tico para respaldarlas.

El gobierno temporal duró sólo un par de meses.
Carranza ocupó el cargo del 25 de septiembre al 21
de noviembre de 1908. Para ese momento, ya era un
político experimentado, había sido juez local, presi-
dente municipal, diputado local y senador. Duran-
te ese tiempo, continuó con las políticas que Miguel
Cárdenas había puesto en marcha, es decir, todo lo
relacionado con la educación, la autonomía de los
presidentes municipales y la distribución del ingreso.
Francisco Madero consideraba que Carranza era un
hombre honesto, y a pesar de que no estaba total-
mente de acuerdo con él, le dijo a un amigo:
—Al menos hizo que los jueces y otros em-
pleados públicos cumplieran con sus obligaciones.
Además mejoró el alimento de los presos y la co-
mida de las niñas y los niños en las escuelas.
Como gobernador temporal, Carranza usó el
apoyo de Miguel Cárdenas, sus contactos reyis-
tas, a su familia en Coahuila y toda su experiencia
para construir una forma propia de hacer política
y demostró que, sin ser revolucionario, se podían
hacer algunas reformas políticas y sociales. De
hecho, después de que Cárdenas anunció que no

se iba a reelegir, los periódicos de Saltillo reporta-
ron que la gente importante de Coahuila apoyaba
a Carranza, quien había terminado unas semanas
antes sus dos meses de gobierno provisional. In-
cluso Francisco Madero dijo:
—En el poco tiempo que Carranza fue gober-
nador del estado demostró ser un hombre recto y
un verdadero coahuilense, un verdadero guardián
de la independencia y de la dignidad de su estado.
Madero y Carranza nunca fueron buenos ami-
gos ni socios, pero trabajaron juntos para enfren-
tar las elecciones locales, en las que Venustiano
competiría por la gubernatura. Desgraciadamente,
aunque nadie lo habría pensado, dicha alianza
los debilitó. Porfirio Díaz no tuvo problemas para
imponer a su candidato, Jesús de Valle, como lo
había hecho en tantas otras elecciones en el país.
Cuando Carranza perdió, el partido político Anti-
rreeleccionista, fundado por Francisco I. Madero,
heredó la organización y la fuerza de los reyistas.
Ellos habían perdido a su líder, el general Bernar-
do Reyes, pues Porfirio Díaz lo había mandado a
Francia a hacer estudios militares.

Ma d e r o e n ca r c e la d o
Después de perder la elección, Carranza regresó
al Senado en la Ciudad de México. Allí esperó la
elección presidencial de 1910. Porfirio Díaz buscaba

su sexta reelección y enfrentaba a Madero, quien era
un político hábil, muy carismático y popular.
Díaz decidió encarcelarlo, así que Madero le
escribió a Carranza para decirle que iba a rebelar-
se, y que cuando lo hiciera exigiría que Carranza
fuera reconocido como gobernador provisional de
Coahuila.
Ca rr a n z a y la r evo lu c i ó n m a d e r i s ta
La revolución a la que había convocado Madero
para el 20 de noviembre de 1910 resultó un fra-
caso. Madero había escapado a Estados Unidos y
tuvo que esperar hasta febrero de 1911 para cru-
zar la frontera. Cuando estableció su gobierno
provisional en el edificio de la aduana a las afueras
de Ciudad Juárez, nombró a Carranza secreta-
rio de Guerra. Y el 29 de mayo de ese mismo
año, cuando Jesús de Valle renunció, el Congre-
so nombró a Carranza gobernador, lo cual había
sido una de las exigencias de Madero a los enviados
de Porfirio Díaz.

Después de la caída de Díaz, México experi-
mentó cambios muy profundos. Nadie se ima-
ginaba un país “en ausencia de don Porfirio”. La
Revolución hizo esperar que todos en México fue-
ran iguales ante la ley, cosa que nunca antes había
sucedido, lo cual generó demandas y actitudes es-
pecíficas. En Coahuila, los peones se rehusaban a
trabajar y exigían volverse propietarios de la tierra
y el agua, además de que se les perdonaran sus
deudas. Los rancheros pedían la reapertura de los
caminos para transportar su ganado y venderlo al
otro lado de la frontera. Los pequeños propietarios
querían que les devolvieran sus propiedades. Los
indígenas demandaban que se les regresaran sus
tierras comunales y sus derechos sobre el agua. A
veces, estas exigencias traían consigo actitudes de
odio o discriminación. Esto último ocurría en todo
el país, incluso en lugares que no habían experi-
mentado la violencia revolucionaria.
Como había varios grupos de la clase media
que estaban organizados y activos, la competencia
política en Coahuila se incrementó mucho, lo que
generó una feroz lucha entre maderistas y reyis-

tas, especialmente después de que Bernardo Re-
yes regresó de Europa y aceptó una candidatura
presidencial para competir contra Madero. Ade-
más, durante 1911 y 1912 hubo muchos conflic-
tos laborales en Coahuila, especialmente en torno
a las minas. También se volvieron muy frecuentes
las expresiones contra los extranjeros y las deman-
das por mejores condiciones de vida y el fin de las
tiendas de raya.
Por todo ello, Carranza decidió concentrarse en
la restauración de la paz. También hizo lo posible
para que se respetara la Constitución y funcionara
la justicia en su estado. Sin embargo, reconoció que,
para restaurar la paz, habría que dejar para después
algunas de las demandas de los revolucionarios. Para
él lo más importante era realizar reformas educati-
vas y de impuestos. Carranza autorizó un aumento
al presupuesto de la educación básica e intermedia;
abrió nueve escuelas nocturnas para adultos y apoyó
la educación al interior de las prisiones. También eli-
minó los impuestos personales y otras obligaciones
que consideraba injustas o ineficientes. Para atender
a los trabajadores, creó comisiones especiales de me-

diación entre los empleados y las industrias. Además,
empezó una campaña para mejorar las condiciones
de salud en el estado, la cual dio sus primeros resul-
tados para el otoño de 1911.
Go b e r n a d o r c o n s t i t u c i o n a l d e Co a h u i la
Carranza renunció nuevamente a la gubernatura
para poder competir en las elecciones a gobernador.
Realizó una campaña a todo lo largo y ancho del
estado, prometiendo un gobierno fuerte, capaz de
recaudar impuestos, pero siempre respetuoso de la
ley; un gobierno que pudiera ayudar a resolver los
problemas entre trabajadores y capitalistas; que
fuera capaz de educar y moralizar a la sociedad, y
que respetara las libertades individuales, pero con
orden y progreso.
Carranza ganó la elección y se volvió goberna-
dor del estado el 22 de noviembre de 1911, poco
más de dos semanas después de que Madero empe-
zó a ser presidente. Durante los quince meses que
estuvo al frente del gobierno de Coahuila, puso en

marcha reformas educativas, de impuestos, labo-
rales y políticas; tomó medidas para mejorar los
sistemas de salud y de justicia en el estado, el re-
clutamiento militar y la eficiencia de la economía;
además de enfrentar algunos de los problemas del
campo y del uso del agua en Coahuila.
Ca m b i o s i mpo rta n t es
d u r a n t e s u g o b i e r n o
La prioridad de Carranza fue la educación. Él es-
taba dispuesto a sacrificar otros programas para
cubrir los costos de reconstrucción del sistema
educativo: incrementó el número de planteles,
renovó y equipó los que ya existían, y abrió escue-
las nocturnas para adultos trabajadores. También
firmó una ley para garantizar que los municipios
pudieran nombrar a su personal académico y ad-
ministrativo, otorgó apoyo financiero para ayu-
dar a las escuelas rurales y cuidó que los maestros
siempre tuvieran buenos sueldos. Además, ase-
guró apoyos y ofreció que no pagaran una parte de

sus impuestos los municipios que tuvieran pro-
gramas para mejorar las condiciones del sistema
educativo. Finalmente, reformó los programas de
estudio en el Ateneo Fuente y en la Escuela Nor-
mal del estado, la que también amplió para capa-
citar a más maestros.

Para financiar todo esto, Carranza perdonó im-
puestos a quienes invirtieran desde veinte mil pesos
en el estado, pero revisó todos los privilegios que se
habían concedido en otros gobiernos, y canceló los
de los dueños de propiedades urbanas. Al mismo
tiempo, creó nuevos impuestos para profesionistas
e inversionistas financieros, así como una revisión
detallada del código hacendario del estado para es-
tablecer que fueran las personas que tuvieran más
ingresos las que pagaran más. Permitió que los
jueces confiscaran la tierra o los bienes de quienes
no pagaran lo que debían. También le dio más poder
a los presidentes municipales para cobrar impuestos,
y apoyó los esfuerzos de las autoridades locales para
forzar a las compañías mineras a pagar el predial, de
tal manera que los municipios tuviesen más recursos.
Siguiendo el ejemplo de Bernardo Reyes en
Nuevo León, Carranza aprobó una ley comple-
ta de compensación por accidentes en el trabajo
para Coahuila y apoyó que el gobierno ayuda-
ra a resolver los conflictos entre trabajadores y
capitalistas. Permitió que los obreros crearan
sindicatos, pero intentó que no hubiera tantas

huelgas. Apoyó la formación de sociedades de
seguros sin fines de lucro y propuso al Congre-
so que dichas sociedades no pagaran impuestos.
También prohibió la contratación de menores de
dieciséis años para trabajar en las minas o los
domingos, así como las tiendas de raya y el pago
de salarios en cupones o en crédito.
Desde tiempo atrás Carranza tenía una buena
relación con los trabajadores, especialmente con
los mineros. Esta relación sería importante duran-
te la revolución constitucionalista que derrocó a
Victoriano Huerta.
Su s r e fo rm a s a la Co n s t i t u c i ó n l o ca l
Otro cambio relevante que impulsó fue la refor-
ma a la Constitución local. Este hecho es muy im-
portante para entender su proyecto posterior para
reformar la Constitución federal. Ambas reformas
están basadas en los mismos principios básicos:
proteger los derechos de las personas transfor-
mándolos en garantías y fortalecer al individuo

frente al poder del Estado; establecer de manera
clara la forma en la que el pueblo podría ejercer
su libertad; fortalecer al Poder Ejecutivo frente a
los otros poderes del Estado; simplificar y ordenar
la Constitución para que fuera más fácil aplicarla.
Esta reforma estaba basada en los principios
del liberalismo que Carranza había aprendido
desde joven, tanto con su familia como en el sa-
lón de clase, los cuales ponían al individuo como
la base de la sociedad, por lo que había que prote-
gerlo limitando los poderes del Estado.
Carranza también puso en práctica otras polí-
ticas para mejorar la economía y el nivel de vida
de la población en general. Para moralizar a la
sociedad y mejorar las condiciones de salud en el
estado, limpió y reguló la industria alimenticia,
estableció impuestos al alcohol, prohibió los jue-
gos de azar y el uso del opio, reguló la prostitución
y comenzó una campaña de vacunación. Además,
puso en marcha el servicio eléctrico en Saltillo y
en Matamoros, en La Laguna.

El g o lp e d e es ta d o
d e Vi ct o r i a n o Hu e rta
La relación entre Madero y Carranza no mejoró
mucho después del triunfo de la Revolución de
1910. Habían aprendido a colaborar para alcanzar
ciertas metas comunes porque ambos estaban en
contra de Díaz, pero su relación jamás fue muy
buena. Además, el gobierno de Madero nunca fue
estable: en los quince meses que fue presidente,
del 6 de noviembre de 1911 al 19 de febrero de
1913, tuvo que enfrentar las rebeliones de Ber-
nardo Reyes y de Emiliano Zapata, la de Pascual
Orozco, la de Félix Díaz (sobrino de don Porfirio)
y la que finalmente le costaría la vida, liderada por
Félix Díaz y Bernardo Reyes, que inició el 9 de
febrero de 1913. Esta última permitió que Victo-
riano Huerta tomara el poder.
A diferencia de Madero, que confiaba completa-
mente en el ejército federal y desconfiaba de su pro-
pio ejército revolucionario, Carranza pensaba que,
para fortalecer la Revolución, había que mantener al

ejército revolucionario. Por eso, Venustiano decidió
conservar algunas de las fuerzas del Estado y mante-
ner comunicación con los comandantes estatales que
siempre le habían sido leales. Pero el régimen de Ma-
dero se desmoronó de la noche a la mañana cuando
Huerta lo traicionó y lo asesinó cobardemente.
Cuando el usurpador tuvo el poder, envió un
telegrama a todos los gobernadores informando
que se había hecho cargo del gobierno. Antes de
enterarse de la muerte de Madero, Carranza des-
conoció el gobierno de Huerta. Los diputados de
Coahuila dieron la orden a Venustiano de crear un
ejército para enfrentar al militar golpista y así res-
tablecer el orden constitucional.
El e j é r c i t o c o n s t i t u c i o n a li s ta
Carranza tuvo que evadir a las fuerzas federa-
les, ya que todos los gobiernos estatales, excepto
el suyo y el de Sonora, reconocieron inmedia-
tamente a Huerta. Para Venustiano, el reto no
sólo era encontrar los hombres necesarios y el

dinero para pagar una revolución, sino conven-
cer al país y a Estados Unidos de que él no se
había levantado en armas: el que se había rebe-
lado era Huerta. Para Carranza era fundamental
derrotar al ejército federal e iniciar una reforma
profunda del sistema político, pero respetando
la Constitución de 1857.
Carranza tuvo que huir hacia el norte. La no-
che del 25 de marzo, él y sus hombres llegaron a
la hacienda de Guadalupe, en donde decidieron
parar a descansar. Al día siguiente, Venustiano
decidió redactar el Plan de Guadalupe, para ex-
plicar a los habitantes del país lo que se buscaba:
restaurar la Constitución y castigar a los asesinos
del presidente Madero y del vicepresidente Pino
Suárez. El plan era sobre todo político, y no men-
cionaba los problemas sociales que en muchas
partes del país persistían a pesar de la revolución
maderista. Carranza no tuvo la intención de ini-
ciar una revolución social, aunque su familia tuvo
ligas con organizaciones de trabajadores y otros
grupos populares.

Después de redactar el Plan de Guadalupe, Ca-
rranza continuó hacia el norte y se estableció en Pie-
dras Negras, en la frontera con Estados Unidos. Ahí
tuvo el espacio y el tiempo necesarios para fortalecer
su movimiento, y se reunió con los pocos revolucio-
narios que lo apoyaban. Aunque también el gobierno

de Sonora había desconocido a Huerta, atravesaba
una crisis política porque su gobernador, José María
Maytorena, al enterarse de la muerte de Madero, pi-
dió licencia al Congreso local para salir del país. Ca-
rranza tuvo que buscar una alianza con todos los re-
volucionarios del noroeste, pues tanto Sonora como
Chihuahua, con su poderosa División del Norte, de
Pancho Villa, tenían lo que a él le faltaba: un ejército
capaz de enfrentarse con éxito al ejército federal.
Después de un tiempo, Carranza no tuvo otra
opción que salir de Coahuila y buscar establecer
su gobierno en Sonora. Los revolucionarios sono-
renses y los de Chihuahua aceptaron su liderazgo.
Esa unión de revolucionarios de distintas clases so-
ciales, así como la experiencia de Carranza como
gobernador, explican por qué, después del triunfo,
el Congreso Constituyente tuvo que combinar el
proyecto de Carranza con las reformas sociales
por las que muchos habían luchado.
Una vez que Carranza llegó a Sonora y aseguró
la aceptación del Plan de Guadalupe, en tan sólo
nueve meses, de septiembre de 1913 a julio de 1914,
el gobierno de Huerta se derrumbó. Los constitu-

cionalistas lo fueron acorralando hacia el sur, donde
las tropas zapatistas también lo combatían.
La poderosa División del Norte, que Pancho
Villa comandaba casi por sí solo, fue muy im-
portante para el triunfo e influyó mucho en la di-
rección que siguió la Revolución después de la
caída de Huerta. Pero fue la organización militar
de Carranza, el Primer Jefe, lo que en verdad
permitió la victoria.
La Co n v e n c i ó n d e Ag u a sca li e n t es
El 20 de agosto de 1914, cuando Venustiano llegó
a la capital y se volvió encargado del Poder Ejecu-
tivo, llamó a una convención revolucionaria que
habría de iniciar el 1o. de octubre en la Ciudad de
México. Sin embargo, la convención se trasladó a
Aguascalientes, se declaró soberana, desconoció
la autoridad de Carranza y nombró a Eulalio Gu-
tiérrez presidente provisional, con el fin de iniciar
el proceso de restauración de la Constitución. Ve-
nustiano, a su vez, desconoció la autonomía de

la convención y se trasladó a Veracruz, en don-
de estableció su cuartel para continuar la lucha,
ahora contra los ejércitos de Emiliano Zapata y
de Pancho Villa.

Para la primavera de 1915, la falta de coor-
dinación entre villistas y zapatistas le facilitó al
general Álvaro Obregón su triunfo militar sobre
Villa. Mientras tanto, en Aguascalientes, los re-
presentantes villistas y zapatistas no lograban de-
finir un programa de gobierno, así que Carranza
los derrotó políticamente al decretar las primeras
reformas revolucionarias. No obstante, si el ob-
jetivo era que las reformas fueran definitivas, era
indispensable modificar la Constitución. Por eso
convocó a un Congreso Constituyente.
El Co n g r es o Co n s t i t u y e n t e
Cuando la mayor parte del país estuvo bajo el
control del ejército constitucionalista se veri-
ficaron las elecciones para determinar quiénes
serían los diputados constituyentes. No se tomó
en cuenta a todos aquellos que se opusieron al
Plan de Guadalupe, incluidos villistas y zapatis-
tas. También quedaron excluidos quienes cola-
boraron con el gobierno de Huerta. Así, el 1o.

de diciembre de 1916, como se había planeado,
inició el Congreso.
Carranza presentó un proyecto consistente con
los ideales del liberalismo mexicano a los que se ha-
bía apegado toda su vida, igual que lo había hecho en
Coahuila en 1912. Propuso hacer las reformas nece-
sarias para proteger los derechos del individuo, cam-
biando el concepto de “derechos individuales”, que
plantea principios generales que no se pueden poner
en práctica en la vida real, por el de “garantías”, que
permite que cualquier individuo recurra a los tribu-
nales para evitar que el gobierno viole sus derechos.
También buscó fortalecer al Poder Ejecutivo, pues
había que establecer con más claridad las facultades
del presidente para repartir equilibradamente el po-
der entre las distintas ramas del gobierno.
Carranza argumentaba a favor del federalismo
y del municipio libre. De manera concreta, esto
implicaba darle la libertad política y los medios
económicos al presidente municipal para la toma
de decisiones.
En cuanto a las reformas sociales, Carranza
dejó fuera de su proyecto la legislación laboral y

la agraria, aunque sí propuso como un principio
rector la separación de la Iglesia y del Estado.
Carranza se inclinaba por la libertad de cultos,
aunque el Constituyente de 1916 rechazó esa
parte de la propuesta. En materia laboral, don
Venustiano consideraba que era tarea de cada
estado crear leyes para proteger los derechos de
los trabajadores. En materia agraria consideraba
que el gobierno tenía suficientes facultades para
adquirir tierras y repartirlas sin la necesidad de
modificar la Constitución. Además, para eso ya
había decretado la Ley Agraria de 6 de enero de
1915, que protegía la pequeña propiedad, permi-
tía las restituciones y dotaciones de tierra a los
pueblos que la necesitaran para su subsistencia,
y daba el derecho a los terratenientes de ir a los
tribunales para solicitar compensaciones.
El 31 de enero de 1917, el Congreso Constitu-
yente aprobó la nueva Constitución con todas las
modificaciones que había considerado necesarias,
tanto para asegurar la paz como para establecer
las bases de un nuevo pacto social. Por eso fueron
incluidos los artículos 3, 27, 123 y 130.

La Carta Magna no fue una imposición de Ca-
rranza, sino su iniciativa. Las principales deman-
das por las que distintos grupos revolucionarios se
habían sumado a la lucha en contra de la dictadura
quedaban grabadas en la Constitución, que Ca-
rranza juró cumplir y defender. Se promulgó el 5
de febrero de 1917. Unos meses después, Carranza
ganó la elección con la que, finalmente, llegaba a
la presidencia de la República, de la que tomó po-
sesión el 1o. de mayo.
Ca rr a n z a , p r es id e n t e d e Mé x i c o
Como presidente, Venustiano concentró su mayor
energía en la restauración del orden constitucional.
Así, el Poder Judicial podría volver a funcio-
nar normalmente, sería posible llevar a cabo las
elecciones para elegir gobernadores y congresos
locales, se permitiría restablecer relaciones di-
plomáticas con los principales países aliados de
México y habría la posibilidad de que la econo-
mía se recuperara. Sin embargo, no fue mucho lo

que logró durante los tres años en que ocupó el
Ejecutivo, hasta que perdió la vida defendiendo
sus principios.
En el aspecto militar, Carranza reorganizó las
fuerzas armadas para que las tropas constituciona-
listas se convirtieran en el Ejército Nacional Mexi-
cano, que hasta la actualidad defiende a nuestro
país. Se integraron a él la Legión de Honor, la Aca-
demia del Estado Mayor, la Escuela de Artillería, la
Escuela para Tropa y la Escuela Naval. Sin embargo,
enfrentó rebeliones en diversos estados de la Repú-
blica, y no se puede decir que haya logrado la paz
en todo el territorio. Cuando llegó el momento de la
sucesión presidencial, Venustiano perdió la lealtad
del ejército, lo que prácticamente le costó la vida.
Su política económica tampoco tuvo mucho
éxito, en parte por las terribles condiciones que
había dejado la Revolución, y en parte por la falta
de préstamos internacionales que hubieran per-
mitido desahogar un poco la escasez de recursos.
La aplicación de algunos impuestos, entre ellos a
la producción petrolera, tampoco ayudó a obtener
respaldo internacional.

La Revolución dejó daños por todo el país. El
año de 1917 estuvo marcado por el hambre, la es-
casez de moneda y un alza descontrolada de pre-
cios. Carranza propuso crear un banco para emitir
moneda, pero no pudo
concretarse el proyec-
to por falta de recursos.
Fue hasta 1925 que na-
ció el Banco de México.
Su relación con los
trabajadores nunca fue
buena. Por un lado, los
obreros no habían olvi-
dado la represión a las
huelgas en la Ciudad de
México durante la revo-
lución constitucionalista;
por otro lado, la inflación
y la escasez de mone-
da afectaban constante-
mente los salarios.
El reparto agrario
avanzó muy lentamente,

y la Suprema Corte de Justicia de la Nación protegió
en innumerables ocasiones a los terratenientes que
solicitaban amparo cuando se expropiaban sus pro-
piedades. En el Valle de México, por ejemplo, sí se

llevaron a cabo repartos, pero en muchas zonas del
país en donde los campesinos se habían levantado en
armas para exigir que se les devolvieran sus tierras, el
reparto nunca llegó durante el gobierno de Carranza.
Ésta fue una de las razones por las que los zapatistas
apoyaron al general Álvaro Obregón cuando éste se
levantó en armas en contra de Carranza.
Venustiano, como toda su vida, siguió apoyan-
do la educación, y a pesar de que estableció las di-
recciones generales de Educación Pública, de Bellas
Artes, de Enseñanza Técnica y la de la Universidad
Nacional, se le recuerda más por haber eliminado
la Secretaría de Educación Pública, que después
restablecería Álvaro Obregón con José Vasconcelos
como titular. Carranza siempre pensó que la edu-
cación debería estar a cargo de los municipios, pues
eran las instancias de gobierno más cercanas a la
gente, y quienes, supuestamente, conocían más las
necesidades en cada localidad y región. Por eso, no
juzgó necesaria una secretaría federal que se encar-
gara de la educación pública. Sin embargo, apoyó a
la Universidad Nacional e integró como facultades

a las escuelas Nacional de Química y Superior de
Comercio, por ejemplo. También apoyó la explora-
ción de ruinas arqueológicas y el trabajo del antro-
pólogo Manuel Gamio, así como el establecimiento
del Museo de Arte Colonial.
Quizá su mayor logro fue la defensa de la so-
beranía nacional. Desde antes de tomar posesión
como presidente de la República defendió la inte-
gridad del país y exigió que el ejército estaduni-
dense, que ocupó Veracruz en 1914 y que invadió
Chihuahua entre marzo de 1916 y febrero de 1917,
abandonara nuestro territorio sin condiciones pre-
vias. Mantuvo a México neutral frente a los paí-
ses involucrados en la Primera Guerra Mundial a
pesar de la presión de Estados Unidos, y formuló
la Doctrina Carranza, que exigía el respeto a la
soberanía de todos los países por igual, grandes
y pequeños, fuertes y débiles militarmente, la no
intromisión en asuntos internos, el respeto a las
leyes de cada país por parte de nacionales y ex-
tranjeros, y el uso de la diplomacia antes que de la
guerra para resolver los conflictos.

Mu e rt e
Se dice que Carranza siempre llevó consigo las
balas que le quitaron la vida a Francisco Made-
ro, pues quería tener presentes los errores que
un buen político tenía que evitar. Probablemen-
te pensaba en eso mientras cabalgaba rumbo a
Tlaxcalantongo, la noche lluviosa del 20 de mayo
de 1920. Después de gobernar por tres
años, le había sido imposible con-
seguir la pacificación; había per-
dido el apoyo de Estados Unidos;
no había podido controlar el pro-
ceso político ni cambiar una sola
coma al texto constitucional. El
partido político que lo había lle-
vado a la presidencia, el Libe-
ral Constitucionalista, ahora no
permitía que se aprobaran sus
iniciativas en el Congreso. Al
tratar de frenar la campaña de
quien había sido su general más

exitoso, Álvaro Obregón, se había tenido que en-
frentar al gobierno de Sonora, lo que provocó una
rebelión de la mayor parte del ejército. A princi-
pios de mayo tuvo que salir huyendo de la capital,
buscando llegar a Veracruz, en donde planeaba
iniciar otra vez la lucha.

Pero en la sierra de Puebla tuvo que abandonar
la vía del ferrocarril y seguir, a caballo, por las
montañas.
Al acampar en Tlaxcalantongo, en medio de
una tupida lluvia, una emboscada lo sorprendió, y
murió acribillado por sus enemigos siendo presi-
dente de la República.
Re c u e n t o f i n a l
Isidro Fabela, uno de los políticos y diplomáticos
más distinguidos de México en el siglo xx, lo des-
cribió de la siguiente manera:
—Carranza era un hombre corpulento y enér-
gico, de espalda ancha, pecho fuerte, cabeza noble
y rostro blanco y barbudo. Venustiano era honra-
do, inteligente, astuto y de apreciaciones bien in-
tencionadas.
Por otro lado, Zapata decía:
—Carranza era caprichoso y egoísta. Siempre
fue un senador porfirista, un corpulento y autori-
tario viejo con rostro colorado, anteojos obscuros y

barbas de chivo, que se sentaba en su silla de mon-
tar como si estuviera sentado en un sillón.
Incluso un hermano de Madero dijo alguna vez:
—Carranza es un viejo flojo que le pide permi-
so a un pie para mover el otro.
Probablemente don Venustiano ha sido el más
nacionalista de los presidentes que haya tenido
México. No permitió que las grandes potencias
intervinieran ni un poco en los asuntos internos.
Pero sus vínculos con el Porfiriato, su idea de que
los cambios se dan poco a poco, así como el hecho
de estar de acuerdo con el proyecto conservador de
Bernardo Reyes, lo han dejado fuera de la historia
del cambio revolucionario en México.
Carranza fue un puente entre el antiguo régi-
men y la Revolución. Siempre estuvo seguro de
que era esencial controlar a las fuerzas armadas
para mantener las riendas del país; por lo mismo,
nunca aceptó ser general, pues creía que el ejército
tenía que mantenerse siempre bajo el control civil.
Estaba convencido de que era necesario movilizar
a los sectores populares y a las clases medias de la
sociedad (trabajadores, campesinos, estudiantes,

mujeres y jóvenes profesionistas, por ejemplo) que
durante el Porfiriato se habían mantenido al mar-
gen de la participación política, pero sin darles el
poder para iniciar un cambio social y político.
Venustiano Carranza quiso ser un presidente
fuerte para dirigir el cambio, pero nunca toleró
revueltas, huelgas, organizaciones campesinas o
laborales independientes, y limitó la libertad de
prensa. En cierta forma, quería un Estado com-
pletamente nuevo, que fuera capaz de preservar el
orden social que la Revolución había pretendido
destruir; no quería una revolución social ni se con-
sideraba a sí mismo revolucionario. Fue, más bien,
un reformador nacionalista cuyo proyecto consis-
tía en la preservación del orden social como él lo
entendía: un país de grandes capitalistas y de hom-
bres educados que pudieran dirigirlo al progreso,
dejando la responsabilidad al Estado de proteger la
soberanía de México, de moralizar a la sociedad y
de educar a las clases inferiores.
Organizó un ejército que venció a Huerta, venció
a Villa y Zapata, pero no tuvo los recursos econó-
micos, el apoyo de Estados Unidos o el compromiso

con la Revolución para frenar la caída de su gobier-
no y de su régimen. Cuando el ejército se rebeló,
cuando los burócratas y el Congreso decidieron
respaldar a Álvaro Obregón, Carranza finalmente
cayó. Pero dejó un gran legado al sentar las bases
del Estado mexicano moderno.
•

VenustianoCarranza
fue editado por el
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México.
Se terminó de imprimir en 2018 en los talleres
de Ediciones Corunda, S. A. de C. V.
Tlaxcala 19, Col. Barrio de San Francisco,
Delegación Magdalena Contreras,
C. P. 10500, Ciudad de México.
Su tiraje consta de 1 000 ejemplares.

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