La revolución industrial trajo consecuencias demográficas, sociales y ambientales significativas. Se produjo una gran expansión de la población, especialmente en Europa y Norteamérica, debido a la mecanización de la agricultura y la industrialización. Esto contribuyó al rápido crecimiento de las ciudades, donde las malas condiciones de vida y trabajo en las fábricas y minas se describen en detalle. Los trabajadores comenzaron a organizarse en sindicatos y adoptar ideologías como el marxismo y el anar
3. Explosión demográfica
Continente 1650 1800 1933
Europa 100 167 519
Norteamérica 1 5,7 137
Centro y
Sudamérica
12 18,9 125
Total
mundial
545 906 2.057
Evolución demográfica (en millones)
15. Modelo de una casa obrera en un barrio de Liverpool, 1910
16. Ático ocupado por una familia de 10 miembros en
Bethnal Green, Londres, ilustración de 1863
17. “Era una ciudad de ladrillos colorados, o más bien de ladrillos que habrían
sido colorados, si el humo y las cenizas lo hubiesen permitido; pero tal
como estaba, era una ciudad de un rojo y de un negro poco natural, como el
pintado rostro de un salvaje. Era una ciudad de máquinas y de altas
chimeneas, de donde salían sin descanso interminables serpientes de
humareda, que se deslizaban por la atmósfera sin desenroscarse nunca del
todo. Tenían un canal oscuro y un arroyo que llevaba un agua enturbiada
por un jugo fétido, y existían vastas construcciones, agujereadas por
ventanas, que resonaban y retemblaban todo el santo día, mientras el
pistón de las máquinas de vapor subía y bajaba monótonamente, como la
cabeza de un elefante enfermo de melancolía. Contaba la ciudad de varias
calles grandes, que se parecían entre sí, y de infinitas callejuelas aún más
parecidas unas a otras, habitadas por gentes que se parecían igualmente,
que entraban y salían a las mismas horas, que pisaban de igual modo, que
iban a hacer el mismo trabajo, y para quienes cada día era idéntico al
anterior y al de después, y cada año el vivo reflejo del que le había
precedido y del que iba a seguirle”.
Charles Dickens, Tiempos Difíciles, 1854.
18.
19.
20.
21.
22. Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin
luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y media de la
mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo
nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad,
entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo.
Estoy medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a
escuela los domingos y aprendo a leer. (...) Me enseñan a rezar (...)
He oído hablar de Jesucristo muchas veces. No sé por qué vino a la
tierra y no sé por qué murió, pero sé que descansaba su cabeza
sobre piedras. Prefiero, de lejos, ir a la escuela que estar en la
mina.
Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad.
Testimonio recogido por la Comisión Ashley para el estudio de la
situación en las minas, 1842.