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Narcotráfico en México.
Universidad Autónoma de Baja California-Campus Valle Dorado.
Alumno:
Cesar Enrique Beas Martinez.
Maestro:
José Alfonso Galindo Santos.
Matricula:
00367284.
Grupo: 532.
Índice.
 El narcotráfico en México.
 Historia del narcotráfico en México.
 Factores externos que han permitido la evolución del narcotráfico en México.
 Bases jurídicas del narcotráfico en México.
 Entrevista.
Bibliografía
https://revistadigital.sre.gob.mx/images/stories/numeros/n97/hurtadogarcia.pdf
http://lanic.utexas.edu/project/etext/llilas/ilassa/2010/velasco.pdf
https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/2849/1/TFLACSO-2010APHP.pdf
https://www.tni.org/es/publicacion/sobre-la-reforma-de-las-leyes-de-drogas-en-mexico
https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/view/3034/3290
https://www.latimes.com/espanol/vidayestilo/la-es-entrevista-a-oswaldo-zavala-la-narcocultura-
un-reflejo-ingenuo-intelectualmente-pobre-y-sin-imaginac-20190625-
story.html?fbclid=IwAR0UflqhcNksNifSdPg16VQoCT5P9da66yB6Va0QhJEePaRSMISxUnNM3pA
https://gatopardo.com/reportajes/entrevista-con-un-zeta-jon-lee-anderson/
Introducción.
Para lograr esta actividad debo realizar una investigación profunda para poder llegar
una determinada conclusión la cual se realizara al finalizar el desarrollo, para entrar
en contexto conoceremos la historia que hay detrás del narcotráfico, desde sus
orígenes como tu evolución en conjunto en cómo se desarrolló en la vida cotidiana
y como nos afecta como sociedad en este caso de manera nacional e internacional,
con esta actividad busco informar a quien no conoce del tema ponerlo en contexto
de la manera más comprensible ,ya que prácticamente es algo con lo que vivimos
y nunca está de más tener una noción de que es el narcotráfico en México y de su
impacto de manera nacional e internacional, mediante distintas fuentes de internet
y libros comprenderemos juntos la historia del narcotráfico en México y cómo influye
de manera internacional.
El narcotráfico es una de las actividades más preocupantes de la delincuencia
organizada y en la actualidad uno de los problemas más desafiantes en el ámbito
internacional por su gran capacidad financiera y operativa, así como por su carácter
transnacional. Esta actividad ilícita traspasa fronteras como una cadena delictiva
multifacética transnacional en la que participan productores, procesadores,
transportistas y distribuidores, a la vez que sus actividades se han diversificado a
otras esferas delictivas como el lavado de dinero, el secuestro, el soborno, la trata
de personas y el tráfico de migrantes y de armas, entre otros.
En este artículo se trata el problema del narcotráfico en México como un asunto
transnacional y una amenaza a la seguridad nacional. Hoy no es posible ubicarlo
sólo en un contexto local si se quiere entender su complejidad; tampoco se puede
considerar un asunto exclusivo de seguridad pública por el poder y la incidencia que
tiene en los lugares donde opera, por lo que llega a constituir una amenaza al Estado
de derecho y al sistema democrático del país.
En la actualidad, el narcotráfico constituye una importante prioridad en materia de
seguridad y una extrema preocupación en países como México y Colombia, al igual
que en Centroamérica, especialmente en los países del denominado Triángulo
Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras). Para contener este problema varios
países han hecho uso de las fuerzas armadas; sin embargo, todo parece indicar
que esta estrategia no ha dado los resultados esperados. En este sentido, para
enfrentar a la delincuencia organizada se requerirán necesariamente acciones
concertadas de carácter subregional, regional y mundial si en verdad se quiere
contrarrestar su capacidad, dado que en la actualidad no hay un solo país, al menos
en la región latinoamericana, que pueda debilitar sus efectos nocivos
unilateralmente. Se puede afirmar que el narcotráfico continuará siendo un tema
pendiente en México al menos a corto y mediano plazos, por la gran complejidad de
los factores que determinan su fortaleza, como los siguientes:
—Un mercado estadunidense muy redituable económicamente para la venta de
drogas.
—El contrabando de armas provenientes de Estados Unidos y destinadas a los
narcotraficantes (el narcotráfico también se surte del contrabando de armas que
proviene de Centroamérica).
—Los grandes recursos económicos con que cuentan los grupos de
narcotraficantes y la falta de capacidad para contener el “lavado de dinero”.
—La debilidad institucional en materia de seguridad y de impartición de justicia.
—Los insuficientes resultados para abatir la producción de drogas y su tráfico.
 El narcotráfico es una actividad ilegal que abarca el cultivo, la manufactura, la
distribución y la venta de drogas ilegales.
 La Ley Federal contra la Delincuencia Organizada en su artículo 2 establece
que “cuando tres o más personas se organicen de hecho para realizar, en
forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras tienen
como fin o resultado cometer alguno o algunos de los delitos siguientes, serán
sancionados por ese solo hecho, como miembros de la delincuencia
organizada”; entre otros delitos, se mencionan el terrorismo, los delitos contra
la salud, el acopio y tráfico de armas, el tráfico de “indocumentados”, la trata
de personas y el secuestro.
Historia narcotráfico en México.
No es fácil determinar el momento histórico en que el narcotráfico se comienza a
establecer en la región de América del Norte. Sin embargo, la guerra contra el
narcotráfico tiene sus orígenes en algunos preceptos morales y políticos de Estados
Unidos. Durante finales del siglo XIX y principios del XX, existían ciertos
sentimientos nacionalistas dentro de Estados Unidos que comienzan a vincular
conductas patológicas con algunas minorías étnicas. Esto propició un sistema legal
que prohibiera ciertas substancias.
En realidad, la mayoría de los consumidores eran anglo sajones, sin embargo, los
estereotipos atribuían el uso de marihuana a los mexicanos, el de cocaína a los
negros y el de opiáceos a los chinos. Además, se extendió una tendencia hacia la
criminalización de estas conductas. También hay que tomar en cuenta la fuerte
tradición puritana de los primeros pobladores de Estados Unidos, los cuales tendían
a condenar cualquier substancia o producto que alterase el comportamiento. Por
este motivo, Estados Unidos comenzó un gran activismo contra el uso de drogas:
en 1906 se firmó la Convención sobre el Opio, en 1909 delegados de trece países
se reunieron en Shanghái para llevar a cabo la primera conferencia internacional
contra el opio con la finalidad de eliminar el comercio, manufactura y uso de drogas.
La mayoría de las iniciativas propuestas por Estados Unidos en foros multilaterales
eran en realidad esfuerzos por extender su propia política antidrogas en el exterior.
En 1914 el Congreso estadounidense aprobó la ley Harrison y otras posteriores que
prohibían ciertos estupefacientes como los opiáceos, la cocaína y la marihuana. En
1930 se estableció el Federal Bureau of Narcotics (FBN, Oficina Federal de
Narcóticos). Curiosamente, este sistema funcionó de manera eficiente en gran parte
porque hasta entonces no existía un consumo generalizado de drogas. Por su parte,
México comenzó sus esfuerzos para combatir el consumo, la producción y el tráfico
de estupefacientes desde la Conferencia de Shanghái en 1909 y la Convención
Internacional del Opio de la Haya en 1911 y 1912. Como signatario, México se
comprometió a imponer controles sobre el cultivo ilícito de opio en su territorio, con
el fin de evitar su exportación clandestina. Para 1931, México había prohibido las
exportaciones de mariguana y heroína. Durante toda esta etapa, Estados Unidos no
estaba interesado en la cooperación internacional como medio efectivo para
combatir el narcotráfico. Su aproximación era más bien imponer a los demás países
sus propios intereses y reglas sobre cómo atacar el problema. Por otro lado, aunque
América Latina era una región que veía crecer el fenómeno dentro de su propio
territorio, en los foros internacionales sólo México consideraba crucial la supresión
del tráfico de drogas e incluso tomó iniciativas para restringir las actividades
relacionadas a este fenómeno dentro de su país.
Todos estos esfuerzos por parte de Estados Unidos para combatir el narcotráfico
produjeron irónicamente una situación bien conocida. Las diferentes restricciones
en la producción y comercio de drogas y la adopción de la Enmienda Dieciocho a la
Constitución de los Estados Unidos en 1919 (La Ley Volstead, que prohibía la venta
de bebidas alcohólicas), tuvo un impacto inmediato sobre los mercados en los
territorios contiguos. En el caso de México, esto significó un incentivo para los
exportadores de drogas y alcohol quienes tomaron ventaja de los elevados precios
que resultaron de la creación de mercados clandestinos. Debido a las políticas
prohibicionistas de Estados Unidos, lo que a principios del siglo XX representaban
exportaciones legales con valor mínimo, se convirtió en un problema serio de tráfico
y en la creación de un mercado clandestino.
Por su parte, el gobierno mexicano en la época de la revolución veía el tráfico de
drogas como un factor más que podía desestabilizar la frontera entre México y
Estados Unidos y a un país que se encontraba en guerra. El presidente de México,
Venustiano Carranza estaba igualmente preocupado por esta situación e intentó
prohibir el tráfico de opio en Baja California. Dicha propuesta fue ignorada por el
entonces gobernador del estado quien estaba vinculado con el tráfico de esa droga.
En estos años, la integridad política de México estaba claramente en jaque. Los
líderes revolucionarios no tenían el control de los estados de Sonora y Baja
California, mientras que otros estados del norte no estaban contentos con el nuevo
gobierno. Esteban Cantú, gobernador y cacique de Baja California quien gobernó
de 1914 a 1920, dictaba su propia ley y su propio sistema recaudación de impuestos
y se negaba a utilizar dinero mexicano. Incluso declaró neutral al estado de Baja
California durante la ocupación de Veracruz por el ejército de Estados Unidos en
1914 y nuevamente durante la expedición del general Pershing en el estado de
Chihuahua. Buena parte del dinero de Cantú provenía de actividades ilegales como
la prostitución, extorción, apuestas, y narcotráfico, actividades apoyadas por los
ciudadanos estadounidenses.
El gobierno mexicano estaba particularmente preocupado por la posibilidad de que
los contrabandistas de drogas pudiesen también contrabandear armas que
pudiesen ser vendidas a cualquier fuerza opositora del gobierno. En 1923 el
presidente Álvaro Obregón prohibió la importación de cualquier narcótico y creó una
base aérea en Ciudad Juárez para detener el contrabando de licor a lo largo de la
frontera con Estados Unidos. En 1927 el presidente Calles firmó un decreto
prohibiendo la exportación de heroína y mariguana. La cooperación entre México y
Estados Unidos durante estos años fue sumamente pobre. Mientras que al país del
norte le preocupaba el ingreso a su territorio de drogas y alcohol de manera ilegal,
México tenía problemas evitando el contrabando ilegal de armas. En estos años, se
hizo muy poco para detener la producción de mariguana y opio. México intentó
firmar acuerdos bilaterales para luchar de manera más coordinada contra el
narcotráfico, pero Estados Unidos no parecía estar interesado. Para el gobierno era
sumamente difícil luchar contra una corporación con tanto dinero y capacidad
corruptora como era el narcotráfico.
Las consecuencias más notables y obvias de la política antidrogas nacional fue la
colusión y violencia desatada en territorio mexicano y, sin embargo, en opinión de
los Estados Unidos, el papel de México en la lucha contra las drogas era
excepcional y era el camino correcto para desarticular al narcotráfico. Cuando la
guerra terminó, el gobierno estadounidense decretó que la producción e importación
de estupefacientes hacia Estados Unidos estaban prohibidos. Si bien México formó
parte de tratados para internacionales para controlar las drogas, y prohibió el uso
de mariguana y similares, el consumo de drogas era tan pequeño en aquel entonces
y como no había mucho interés por respetar los tratados en este tema, el tema de
las drogas fue muy secundario durante la primera mitad del siglo XX. México, desde
principios de siglo ya había mostrado esfuerzos por combatir la producción de
estupefacientes, cuando inmigrantes chinos se establecieron en Sinaloa y Sonora y
se convirtieron en los primeros productores de opio en el país. En 1948 se llevó a
cabo en México la primera campaña de erradicación de cultivos de opiáceos.
El ejército recorrió alrededor de 11,000 kilómetros, destruyendo casi 700
sembradíos a nivel nacional. La novedad de esta campaña fue que se extendió
hacia otros estados además de aquellos productores por tradición: Sinaloa,
Durango y Chihuahua, región que se llegó a conocer como el triángulo crítico o
triángulo dorado. No fue sino hasta la década de los 60 y 70, cuando el consumo se
extendió realmente en los Estados Unidos. El principal mercado se encontraba en
los jóvenes universitarios.
El movimiento “hippie”, promotor de la paz, era también un movimiento que
perseguía el hedonismo y la búsqueda de experiencias nuevas. Para 1967
alrededor del 13 por ciento de los adultos entre 18 y 25 años en Estados Unidos
había probado la mariguana y el consumo de heroína había aumentado
considerablemente, Sin embargo, hubo otros factores clave que permitieron el
ascenso de México como el principal productor de drogas a nivel mundial. Por un
lado, la llamada “Conexión Francesa”1 fue desarticulada en parte por los programas
del gobierno de erradicación de cultivos y tráfico de opiáceos.
Pocos años después, la famosa “Ruta del Caribe”, que era el trayecto que seguían
los cargamentos de droga desde Colombia y otras partes de Sudamérica hacia los
Estados Unidos fue altamente militarizada por Estados Unidos por lo que era cada
vez más difícil traficar droga con bajos riesgos. Estos factores permitieron que las
únicas rutas disponibles para introducir la droga hacia los Estados Unidos fuesen
las rutas mexicanas controladas por narcotraficantes de ese mismo país. En unos
cuantos años, México ya representaba una competencia importante para las mafias
colombianas.
“En los años 1975-1976, México surte 75% de la marihuana y 60% de la heroína
consumidas en Estados Unidos.” En septiembre de 1969, el gobierno de Richard
Nixon, preocupado por los altos índices de consumo de droga dentro de su país y
como llamado de atención ante la insuficiencia de México para controlar el tráfico
de drogas, decidió montar la Operación Intercepción. Duró apenas tres semanas en
las que poco más de dos mil agentes del gobierno estadounidense inspeccionaron
minuciosamente todos los vehículos provenientes de México. El objetivo final de
esta operación era en realidad generar presión internacional hacia México, y lo
lograron.
México respondió pocos años después con la Operación Cóndor. Washington
ayudó a México a montar la operación Cóndor, con el fin de erradicar los cultivos de
droga en territorio mexicano. La producción de drogas para esos años había crecido
de una manera alarmante. Las autoridades mexicanas se dieron cuenta de que
necesitaban tomar medidas distintas. Métodos de erradicación anteriores sólo
habían logrado una mayor proliferación de traficantes y campesinos armados.
Algunas organizaciones relacionadas al narcotráfico habían ganado un poder
considerable en ciertos estados del norte del país. Más aún, el narcotráfico
comenzaba a presentar una amenaza real al poder del estado y su capacidad para
mantener el orden e imponer la ley.
México estaba preocupado de que el fracaso de sus políticas antidrogas pudiese
poner en jaque la autonomía de futuras políticas ante Estados Unidos. Se montó
entonces la operación de erradicación de cultivos de droga más ambicioso en la
historia del país. Miles de hectáreas de cultivos de marihuana y amapola fueron
quemadas. Esto redujo la participación de México en el mercado estadounidense
del 70 al 10 por ciento para 1983, sucedió algo muy similar con la heroína. Se
gastaron más de 35 millones de dólares en la campaña de erradicación de 1975-
1976. El gobierno estadounidense gastó un millón de dólares por cada 4 gastados
por el gobierno mexicano. Se implementaron cerca de 5000 soldados y 350
miembros de la PJF.
Desgraciadamente la campaña fue exitosa sólo por algunos meses, ya que los
cultivos de opiáceoslograron encontrar lugar seguro en otras partes de las múltiples
sierras mexicanas. El único logro real de la Operación Cóndor fue forzar a las redes
del narco a buscar otras tierras para sus cultivos en lugares más seguros o más
inaccesibles. Además, de acuerdo a Celia Toro, una política antinarcóticos más
rígida, genera el fenómeno de “cartelización” del mercado ya que sacan a los
traficantes menos dispuestos a asumir un mayor riesgo y por lo tanto se beneficia y
fortalece a los más fuertes y organizados. Estos últimos reorganizan sus empresas,
utilizando mayor corrupción y violencia. Dicha situación se ha convertido en una
constante en la actualidad y las consecuencias han sido terribles para la sociedad
mexicana y ha puesto en jaque el monopolio de la fuerza del gobierno y su
legitimidad.
El éxito de las nuevas técnicas de cultivo en regiones inaccesibles, aunado a los
efectos de la corrupción en todos los niveles del gobierno e instituciones mexicanas,
los problemas económicos del país entre otros problemas, redujeron la eficacia de
los esfuerzos del mismo gobierno para erradicar cosechas. A tal grado que, a
mediados de los ochenta, los sembradíos de mariguana eran mayores que antes de
la Operación Condor. En estos años, las condiciones favorables en las que se
encontraban los cárteles mexicanos y su astucia para negociar con los cárteles de
Colombia, principalmente el cártel de Cali y de Medellín, les permitió un rápido
ascenso económico.
La capacidad corruptora del narcotráfico, su infiltración en el gobierno y la
capacidad de producción de los cárteles de la droga, se pueden observar con el
descubrimiento del rancho El Búfalo en 1984, en Chihuahua, que empleaba
abundante mano de obra en grandes extensiones de tierra suficientes para rebasar
las estimaciones de la DEA de la capacidad total de producción de todo el país
durante aquellos años. Esta finca pertenecía a Rafael Caro Quintero, famoso
narcotraficante que fue detenido tras su envolvimiento en el secuestro y ejecución
del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar. Otro ejemplo se puede ver una
década después, en 1996, cuando The New York Times vinculó con
narcotraficantes a varios gobernadores y actores políticos en México. Entre ellos,
Manlio Fabio Beltrones, gobernador de Sonora, Jorge Carrillo Olea, gobernador de
Morelos, Raúl Salinas de Gortari y Mario Villanueva, ex gobernador de Quintana
Roo, entre otros. A principios de los años noventa, tribunales de Estados Unidos
condenaron por tráfico de drogas a Rubén Zuno Arce, cuñado de Luis Echeverría.
En 1997 fue arrestado el general Jesús Gutiérrez Rebollo (jefe de la campaña
antidrogas en México), por aceptar sobornos de Amado Carrillo Fuentes, en aquella
época el jefe del cártel de Juárez.
Factores externos que han permitido la evolución del narcotráfico en México.
Durante las últimas décadas, la relación entre México y Estados Unidos en el
combate al crimen narcotráfico ha observado una sumisión total por parte de México
a los dictados y estándares de acción del gobierno de los Estados Unidos. El
problema de México es que nunca ha tenido una estrategia clara, Estados Unidos
sí pero errada. Históricamente México sólo ha sabido reaccionar de manera
intermitente ante las demandas de Estados Unidos en materia de combate al
narcotráfico.
En suma, ambos países han sido constantemente inefectivos en sus políticas
antinarcóticos desde la aparición del fenómeno y no han conseguido generar una
estrategia integral y congruente para atacar el problema. Como resultado ahora
vemos una mayor violencia en la sociedad, mayor corrupción en las instituciones y
mayor consumo, producto de las políticas restrictivas de ambos países. De acuerdo
a Lindau, Estados Unidos ha patrocinado, por más de tres decenios, iniciativas para
detener el flujo de drogas desde México. Ha facilitado el mejoramiento de servicios
de inteligencia en México y ha presionado a este mismo país para que existan
normas congruentes con la legislación estadounidense en materia de drogas.
En muchos sentidos, Estados Unidos ha brindado el apoyo a México para mejorar
sus capacidades para combatir el narcotráfico. Desde la administración de Reagan
el Congreso estadounidense aprobó excepciones a la ley que prohibía el Programa
de Seguridad Pública, lo que permitió crear el Programa de Asistencia contra el
Terrorismo en 1983, y el Programa Internacional para Adiestramiento y Asistencia
en Investigaciones Criminales (ICITAP), en 1984.
Entre 1984 y 1997, un grupo selecto del ejército mexicano participó en el Programa
Internacional de Adiestramiento y Educación Militar (IMET) de Estados Unidos.
También se creó la Fuerza de Respuesta de la Frontera Norte (FRFN), fundada en
1990 con 1800 miembros de la policía judicial federal mexicana (PJF), que utiliza 21
helicópteros UH-1H de Estados Unidos en operaciones antinarcóticos.
Esta organización opera con el apoyo de los servicios de inteligencia del personal
de ayuda táctica del ejército de Estados Unidos y de la DEA en la embajada.
Actualmente “Estados Unidos recibe de satélites y otros dispositivos de
reconocimiento como los AWACS (sistemas aéreos de supervisión y control), lo
mismo que de informantes y de medios electrónicos (para interceptar
comunicaciones telefónicas), los datos que comparte con autoridades mexicanas”.
En 1991 y 1992, México recibió de Estados Unidos 70 millones de dólares, incluida
la transferencia de los helicópteros UH-1H.
También se ha intentado generar un código común para atacar a los cárteles con
más eficacia. Si intentó hacer lo mismo mediante acuerdos bilaterales como el
Tratado de Asistencia Legal Mutua (TALM) de 1989 y un Acuerdo para Intercambio
de Información sobre Impuestos (TIEA). El TALM fue el primer acuerdo de su tipo
en América Latina y permitía la cooperación incluso en asuntos donde no coincidían
las leyes de ambos países, lo que facilita la confiscación de activos, entre otros
procedimientos, sin que el secreto bancario que garantizan las leyes mexicanas
impidiera las investigaciones de Estados Unidos.
Adicionalmente, desde 1998 los bancos mexicanos han copiado los procedimientos
estadounidenses para detectar dineros sospechosos. El esquema vigente del
Programa Internacional del Control de Narcóticos de Estados Unidos no está
pensado dentro de un marco de cooperación. Se basa en la fijación autoritaria de
las tareas que deben emprender varios países (entre ellos México) para reducir la
oferta de narcóticos en Estados Unidos. También están estipuladas las sanciones
para aquellos países que no sigan estas tareas.
El proceso de Certificación creado en la década de los 80 es un ejemplo
sumamente claro de esto. La certificación es en realidad un instrumento que carece
de valor real en el combate al narcotráfico en el ámbito internacional. Durante la
década de los 90 Estados Unidos identificó a 32 países que producen drogas ilícitas
o que sirven de conducto a la distribución. 23 de esos países recibieron la
certificación, Perú y Bolivia son dos de ellos. Lo interesante es que Perú sigue
siendo el principal agricultor de la hoja de coca en el mundo, mientras que Bolivia
sigue siendo uno de los principales productores de cocaína en el mundo. Igual de
ridículo es el hecho de que México haya recibido la certificación en diversas
ocasiones, no así Colombia, quien ha luchado con igual o mayor intensidad al
narcotráfico durante las últimas décadas.
La corrupción y la violencia existentes en México se observan diariamente. Pero
Washington sigue certificando a México porque comparten intereses económicos y
comerciales importantes, mientras que los costos de no certificar a Colombia son
comparativamente pequeños. Adicionalmente, el gobierno de los Estados Unidos,
en su proceso de certificación, se omite a sí mismo como un importante productor
de mariguana y drogas sintéticas y como el principal consumidor de drogas del
mundo. Mientras el Congreso de los Estados Unidos debate periódicamente el tema
de la certificación o no a México, queda claro que en los intereses de Washington
se mezclan otros temas altamente politizados como los relacionados al Tratado de
Libre Comercio y al tema de la migración tanto legal como ilegal de origen mexicano
en los Estados Unidos.
Para poder generar una estrategia bilateral efectiva es necesario que exista un
marco de confianza y de comunicación constante y abierta entre los gobiernos de
Estados Unidos y México. También tiene que existir una mayor disposición de
Estados Unidos a participar en foros multilaterales con el objetivo de generar marcos
de cooperación multilaterales que ataquen el problema a nivel internacional y no
solo de manera regional. El caso de la Iniciativa Mérida es un proyecto interesante
de cooperación bilateral en materia de lucha contra el narcotráfico. Si bien es
comparable al Plan Colombia ya que supondrá una reforma y profesionalización en
materia de seguridad Desde la presidencia de Nixon, la política antidrogas de
Estados Unidos y México ha tenido una naturaleza cíclica, determinada por
encuentros y desencuentros entre los gobiernos de estos países. El escenario de
consumo exacerbado de estupefacientes en Estados Unidos y el papel preeminente
de México como proveedor ha marcado la relación bilateral. Como afirma Craig,
entre mayor es la participación de México en este mercado, mayor es la presión de
Washington, lo que su vez genera una mayor confrontación política entre México y
Estados Unidos en torno al problema de las drogas. Cuando los indicadores de la
participación mexicana son baja o no son alarmantes, las relaciones bilaterales
tienden a ser mejores en general.
El problema de esta relación cíclica es que es así porque en realidad la estrategia
de Estados Unidos ha sido tomar decisiones de manera unilateral. Siempre que
existe alguna crisis, como el caso Camarena, Washington olvida cualquier tipo de
cooperación bilateral y asume la autoridad para generar políticas inmediatas que
casi siempre son represivas o coercitivas. En el caso Camarena, hubo una gran
indignación por parte de la administración estadounidense por el secuestro y
asesinato del agente de la DEA y del piloto mexicano.
El mensaje de Washington era que el asesinato se pudo haber prevenido si los
funcionarios mexicanos hubiesen prestado atención a las advertencias e
información provenientes de Estados Unidos en meses anteriores sobre la identidad
y el modo de operar de los principales narcotraficantes mexicanos de aquel tiempo.
Independientemente de que México hubiese hecho caso omiso o no a las
advertencias de Estados Unidos, lo claro es que no actuó debidamente hasta que
la presión era tal que se vio forzado a adoptar medidas inmediatas. Este esquema
se ha repetido en diversas ocasiones durante las últimas décadas. Sería interesante
saber si realmente los funcionarios mexicanos han sido tan descuidados como para
cometer errores de tales magnitudes, o si más bien, había intereses particulares
para no hacerlo.
Pensar que en las instituciones mexicanas existe corrupción no sería nada nuevo,
sin embargo, se sabe muy poco de las redes de corrupción que existen dentro de
las instituciones estadounidenses. En muchas ocasiones ha habido individuos que
van desde funcionarios hasta jueces que han sido encarcelados o enjuiciados por
haber caído presos del narco dólares. Tampoco se sabe mucho de todas las redes
de distribución y producción de drogas dentro de territorio estadounidense, aunque
sí existen y se distribuyen en las principales ciudades del país. En realidad, como
Estados Unidos ve el problema como uno de seguridad nacional que proviene del
exterior, se ha enfocado en reforzar las fronteras en un intento por detener la oferta
de las drogas.
Pero se niega a aceptar de manera abierta que, por un lado, existe tal oferta por la
gran demanda de su sociedad, y por el otro, que también hay producción y redes
de la mafia de diversos países dentro de su propio territorio. Sin duda las decisiones
del gobierno están influenciadas por su propia agenta política. Es decir, gana
muchos más votos decir que el gobierno protege al país de la mala influencia
proveniente del exterior y que se están gastando numerosos recursos para
salvaguardar a la nación, que enfrentarse a la realidad de que su sociedad se está
suicidando lentamente.
Probablemente la zona más afectada por el fenómeno del narcotráfico ha sido la
frontera entre México y Estados Unidos que se extiende desde Tijuana hasta
Matamoros. Dichas ciudades siempre han sido puntos de conflicto por la violencia
que se genera debido a la rivalidad de los cárteles de la droga mexicanos pro
controlar las rutas de acceso hacia los Estados Unidos.
Sin embargo, desde que el gobierno de Calderón declaró abiertamente la guerra
contra el narcotráfico, la violencia ha aumentado hasta niveles nunca antes vistos.
A pesar de la ridícula cantidad de dinero que el gobierno de Estados Unidos está
invirtiendo en militarizar la frontera, ésta sigue siendo altamente permeable por la
tecnología y la astucia de los narcotraficantes. No solo eso, sino que, en diversos
puntos como Ciudad Juárez, la violencia y la inseguridad parecen estar fuera de
control, han surgido en México diversas islas dentro del territorio nacional que
parecieran estar en estado de guerra y anarquía total.
En realidad, la internacionalización de las leyes estadounidenses durante el siglo
XX ha modificado los sistemas penales de muchos países. Ningún país ha intentado
exportar su sistema de justicia penal como Estados Unidos, especialmente en los
temas vinculados al crimen organizado. Pero entonces, ¿Por qué han sido tan
negativos los resultados de la lucha contra el crimen organizado a pesar de todos
los esfuerzos aquí descritos por los Estados Unidos? Curiosamente, a pesar de la
grandilocuencia que surge de la política antinarcóticos de Estados Unidos por sus
dimensiones y la infraestructura que se ha implementado, los resultados han sido
muy pobres porque en realidad no están atacando el problema de raíz. Pensar que
el narcotráfico es un problema de seguridad nacional que proviene desde fuera de
las fronteras de Estados Unidos es un gran error y muestra un gran cinismo o una
gran inocencia por parte del gobierno. Desafortunadamente para México, la única
solución real que puede poner fin a la guerra contra el narcotráfico se encuentra en
la sociedad estadounidense.
La enorme demanda de drogas de Estados Unidos es la causa inicial tal problema.
Según estimaciones del gobierno de Clinton, en el año 2000 existían alrededor de
2.7 millones de drogadictos habituales en Estados Unidos, aunque algunos expertos
hablan de hasta seis millones. Este mercado gigantesco es altamente atractivo para
los narcotraficantes que encuentran formas cada vez más sofisticadas para seguir
introduciendo la droga hacia Estados Unidos a pesar de los inmensos esfuerzos de
los gobiernos.
Bases jurídicas del narcotráfico en México.
La legislación para las drogas en México está establecida en la Ley General de
Salud de 1984, junto con lo que en materia de drogas establece el Código Penal
Federal luego de las reformas de 1994. Además, en 1996 se creó la Ley Federal
contra la Delincuencia Organizada, que elevó exponencialmente las penas por
cualquier delito que se considera cometido en asociación delictuosa. También, el 21
de agosto de 2009 entró en vigor un decreto que reforma la Ley General de Salud,
el Código Penal Federal y el Código Federal de Procedimientos Penales. El
decreto se conoce popularmente como Ley de Narcomenudeo, dado que su
principal objetivo es justamente combatir la modalidad del comercio de drogas al
por menor. El decreto determina también cantidades máximas de las diversas
sustancias permitidas para el consumo personal.
Así, las reformas hechas en 1994 al Código Penal Federal - junto con lo establecido
en la Ley General de Salud - conforman en gran parte la legislación vigente en
México en materia de drogas. Un cambio importante introducido por dichas reformas
es que desde entonces se habla de drogas y los diversos delitos relacionados con
éstos ya no se encuentran todos en un mismo artículo. Las penas se aumentaron
para los casos de producción, transporte, tráfico, comercio y suministro, que ahora
son de un mínimo de 10 y un máximo de 25 años. Pero la pena por siembra, cultivo
y cosecha disminuyó. Para el consumo la ley establece que “No se procederá en
contra de quien no siendo farmacodependiente, se le encuentre en posesión de
alguno de los narcóticos señalados en el artículo 193, por una sola vez y en cantidad
tal que pueda presumirse está destinada a su consumo personal” y que “al
farmacodependiente que posea para su estricto consumo personal algún narcótico
de los señalados en el artículo 193 no se le aplicará pena alguna”; también que todo
procesado o sentenciado que fuere farmacodependiente quedará sujeto a
tratamiento (Art. 195).
En 1996 se creó la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, que elevó
exponencialmente las penas por cualquier delito que se considera cometido en
asociacióndelictuosa. Esta Ley también estableció la figura del arraigo, que en 2008
fue incorporada a la Constitución. El arraigo permite la detención y privación de la
libertad de una persona hasta por 80 días, sin ninguna acusación, orden de
aprensión o sin haber sido detenida por cometer un delito en flagrancia,
simplemente por ser sospechosa de cometer un delito relacionado con la
delincuencia organizada. Las penas y delitos establecidos en los años noventa se
mantienen hasta el día de hoy, aunque a partir del 21 de agosto de 2009 sólo para
los casos de narco mayoreo.
La Ley de Narcomenudeo fue adoptada por el Congreso en abril de 2009 y entró
en vigor en agosto de 2009, eliminando todas las sanciones por cantidades para
uso personal establecidas así: 5 gramos de cannabis, 2 gramos de opio, medio
gramo de cocaína, 50 miligramos de heroína o 40 miligramos de metanfetamina.
Los usuarios serán sometidos a tratamiento obligatorio solamente después del
tercer arresto. [Véase la Tabla de orientación de dosis máximas de consumo
personal e inmediato, art. 479 Ley General de Salud] La ley de narcomenudeo
reforma el artículo 478 de la Ley General de Salud.
Debido a que los umbrales de la dosis personal son muy bajos, se temía que esta
ley conllevara a fuertes condenas de cárcel para los que fuesen sorprendidos con
cantidades mayores a las que permite la ley, porque se asumirá que son pequeños
traficantes incluso si no hay otras indicaciones de que la cantidad poseída estaba
destinada a la venta. Por otra parte, la ley aumentó las penas para varias ofensas,
como la venta a menores o en los vecindarios de las escuelas. El decreto define
también el tráfico de pequeña escala en cantidades de máximo mil veces la dosis
de uso personal. Debido a esto, el contrabando por medio de ‘mulas’ (alguien
sorprendido en el aeropuerto que se haya tragado más de 500 gramos de cocaína
o más de 50 gramos de heroína) es ahora tratado como tráfico de gran escala, que
cae en la categoría de las penas más altas.
Desde mediados de la década 2000 se han presentado en México varias iniciativas
de ley sobre la marihuana en distintas comisiones parlamentarias, dos en el ámbito
local (la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y el Congreso del estado de
México), y cinco a nivel federal (cuatro en la Cámara de Diputados y una en la
Cámara de Senadores). A éstas se suma la propuesta del diputado Fernando
Belaunzaran (PRD) presentada en noviembre de 2012 que contempla permisos
para plantar la marihuana de consumo personal.
En este documento se hace un recuento de las iniciativas legislativas más
destacadas y de importantes pronunciamientos relacionados con cambios a las
leyes y políticas de drogas en el país entre 2006 y 2012.
El 7 de noviembre de 2012 se conoció que tres estados de los Estados
Unidos habían aprobado el consumo de marihuana, dos de ellos con fines
recreativos. Este resultado influye el debate sobre regulación del cannabis en
México. Según el ex canciller mexicano Jorge Castañeda, el presidente Peña Nieto
debe replantear su estrategia contra el narco. Poco después el diputado del
PRD, Fernando Belaunzaran Méndez, presentó ante el Congreso una propuesta de
ley para regular la producción, distribución, venta y consumo de la marihuana, así
como la formulación de una estrategia para combatir la adicción. El proyecto
contempla permisos para plantar la marihuana de consumo personal permitiendo
hasta cinco plantas. Los centros de distribución autorizados de marihuana no
podrían estar cerca de centros escolares, y las licencias serían emitidas por la
Secretaría de Salud. El diputado Belaunzaran se ha expresado posteriormente a
favor de un debate sobre legalización.
Varios diputados del PRD (Partido de la Revolución Democrática) en la Asamblea
Legislativa anunciaron que impulsarán la despenalización del uso de la marihuana
en la ciudad de México. Según el legislador Vidal Llerenas, se trata de regular a los
grupos de consumidores para que cuenten con espacios seguros, lugares donde
realizar exámenes médicos y suficiente información respecto de los riesgos de
consumo. También, cambiar la prioridad de las detenciones, lo que Vidal Llerenas
llama una “despenalización efectiva”. Y el senador del PRD, Mario Delgado anunció
que pronto se comenzaría a analizar formalmente la posible legalización del
consumo de mariguana. Se instalarán mesas de trabajo donde participarán
legisladores, médicos, expertos y consumidores, con el objetivo de elaborar una
iniciativa de ley en el próximo periodo de sesiones que inicia en septiembre. El
presidente de la Cámara de Diputados, Francisco Arroyo Vieyra (PRI), se pronunció
en agosto a favor de normar la marihuana "mediante controles estrictos de su
producción, comercialización y consumo".
Diputados locales del PRD de la Ciudad de México han mantenido hasta bien
entrado 2014 junto con organizaciones civiles y académicas de México un amplio
debate sobre la iniciativa de regulación del cannabis en el DF.
El 13 de febrero de 2014 la Ciudad de México presentó a la Asamblea Legislativa
del Distrito Federal y al Congreso Federal de México respectivos proyectos de
ley que buscan la descriminalización de la posesión de pequeñas cantidades de
cannabis para uso personal. La iniciativa busca además de la descriminalización de
la posesión de pequeñas cantidades, separar el mercado del cannabis de los otros
mercados ilícitos, y reducir el daño causado por las drogas por medio de la
introducción de un sistema de información de reducción de daños. La iniciativa
busca de este modo poner la protección de la salud, la prevención y el tratamiento
como ejes de la política pública, en lugar de la persecución policial a los usuarios
de drogas. La iniciativa que se presentará ante el Congreso Federal propone
reformar algunas leyes federales para que permitan aumentar la tenencia legal de
cannabis de 5 a 30 gramos, permita la prescripción médica de cannabis, y para que
se descentralice el poder de decisión en políticas de drogas dejándolo en mano de
los estados. - Este es el texto de la iniciativa de la ALDF sobre cannabis, y este es
el texto de la iniciativa de la ALDF ante el Congreso de la Unión.
4 de noviembre de 2015 - La primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación "ordenó a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos
Sanitarios (Cofepris) otorgar permisos en lo individual para el consumo de
mariguana para uso recreativo y lúdico, la votación fue 4/1 el único voto en contra
fue de Jorge Pardo".
La legislación de drogas en México ha provocado dos tendencias principales, la
primera es el aumento de la población carcelaria y la segunda es la criminalización
de consumidores y pequeños vendedores de drogas. Esto obedece en parte al
hecho de que la cantidad máxima establecida en la ley para consumo es menor que
la cantidad que porta un consumidor promedio. El endurecimiento de las penas por
delitos relacionados con drogas ha causado un incremento significativo en la
población carcelaria en general, y en el número de personas recluidas sin sentencia.
La mayoría de los reclusos por delitos relacionados con drogas pertenecen a
sectores pobres y marginados de la sociedad, con escasa o nula educación.
Asimismo, el 50 por ciento de los reclusos por delitos relacionados con venta de
drogas fue detenido por poseer mercancía de valor total muy bajo, menor a los 100
dólares. Véase más al respecto en el capítulo sobre México del estudio de WOLA y
el TNI sobre drogas y cárceles.
En la última década ha habido un incremento de la población femenina en las
cárceles, siendo el principal motivo de su reclusión el delito relacionado con drogas.
Según el informe, Mujeres, delitos de drogas y sistemas penitenciarios en América
Latina publicado por el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC),
que reseña el aumento significativo de la población carcelaria femenina en la región,
en México del 30 al 60 por ciento de las mujeres que están en la cárcel lo están por
cargos de drogas, una cifra que se eleva a un 75-80 por ciento en la región fronteriza
con Estados Unidos. La población más vulnerable es la de origen indígena. Las
mujeres indígenas representan un 5% de la población penitenciara femenina total.
Sin embargo, conforman el 43% de las mujeres en reclusión por drogas. A este
respecto véanse también los resultados de la Primera Encuesta a Población en
Reclusión del Sistema Penitenciario Federal del Centro de Investigación y Docencia
Económicas (CIDE). La siguiente gráfica ha sido extraída del estudio Delitos contra
la salud y el principio de proporcionalidad en México, de Catalina Pérez.
Como lo destaca también la investigadora Catalina Pérez Correa, “… entre 2006 y
2011 hubo, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública, 136.946 detenidos por consumo y 249.629 detenidos por posesión de
drogas (que dados los bajos montos establecidos en la ley para presumir consumo,
podemos suponer también incluyen un elevado número de consumidores). Es decir,
en cinco años hubo cerca de 400.000 detenidos por consumo y posesión”.
De acuerdo al estudio del Centro de Investigación y Docencias Económicas CIDE,
“el gobierno del presidente Felipe Calderón ha dilapidado recursos del área de
procuración de justicia en casos que no reducen la violencia, sobre todo porque se
ha centrado en consumidores de drogas o en vendedores de bajo perfil”. La
investigación estuvo a cargo del Colectivo de Estudios Drogas y Derecho (CEDD) y
lleva por título, “(Des) proporcionalidad y delitos contra la salud en México”. Los
investigadores demuestran que “el 80% de las condenas por delitos contra la salud,
además de ser excesivas, fueron impuestas a consumidores o vendedores de bajo
perfil y no delincuentes que cometen actos violentos u otras conductas delictivas
como el tráfico de drogas o el lavado de dinero”. La siguiente tabla proviene de este
estudio y fue elaborada por sus autores a partir de los informes de la Procuraduría
General de la República (2011).
En octubre de 2014 una juez del Distrito de Guanajuato emitió una sentencia que
declara inconstitucional la pena de cárcel por posesión simple por considerarla
inconstitucional.
Estudios recientes del CEDD (publicados en noviembre de 2015) encontraron que
la población recluida por delitos contra la salud en México aumentó un 1.200 % entre
diciembre de 2006 y diciembre de 2014.
Actualmente el Código Penal Federal establece en su artículo 193 que se
consideran narcóticos “a los estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias o
vegetales que determinen la Ley General de Salud y tratados internacionales de
observancia en México y los que señalen las demás disposiciones aplicables en la
materia” (Código Penal Federal 2010). A su vez, el artículo 239 de la Ley General
de Salud ubica a estos estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias como
“opio preparado, para fumar, diacetilmorfina o heroína, sus sales o preparados,
cannabis sativa, indica y americana o marihuana, papaver somniferum o
adormidera, papaver bactreatum y erythroxilon novogratense o coca, en cualquiera
de sus formas, derivados o preparaciones” (Ley General de Salud, 2010). De igual
manera establece una larga lista de sustancias psicotrópicas que categoriza en
cinco grupos, el primero siendo las que tienen valor terapéutico escaso o nulo y que,
por ser susceptibles de uso indebido o abuso, constituyen un problema
especialmente grave para la salud pública.
El Art. 237 de la Ley General de Salud señala que “queda prohibido en el territorio
nacional la siembra, cultivo, cosecha, elaboración, preparación, acondicionamiento,
adquisición, posesión, comercio, transporte en cualquier forma, prescripción
médica, suministro, empleo, uso, consumo y, en general, todo acto relacionado con
estupefacientes o con cualquier producto que los contenga “(Ley General de Salud,
2010). Cada una de estas conductas se encuentra tipificada y penalizada de distinta
manera en el Título Séptimo del Código Penal Federal, artículos 194 al 199, tal
como se explicó a detalle en el apartado anterior. Todas estas penas aumentan en
una mitad en caso de existir agravantes como los descritos anteriormente en las
reformas de 1994.
El 21 de agosto de 2009 entró en vigor un decreto que reforma la Ley General
de Salud, el Código Penal Federal y el Código Federal de Procedimientos
Penales. Hay que señalar que un decreto muy similar fue enviado al Congreso por
el presidente Vicente Fox y aprobado en el 2006, más después fue vetado por el
mismo presidente Fox por presiones de la administración del entonces presidente
estadounidense George W. Bush. Actualmente, este decreto fue presentado por el
presidente Calderón, reformado por el Senado y finalmente aprobado por la Cámara
de Diputados. Desde su aprobación al decreto se le ha conocido popularmente
como “Ley de Narcomenudeo”, dado que su principal objetivo es justamente
combatir la modalidad de narcomenudeo en el comercio de drogas. Veamos los
aspectos principales de este decreto.
Lo segundo que hace el decreto es establecer las competencias de los distintos
niveles de gobierno en la lucha contra las drogas. Anteriormente esto era una
competencia exclusiva de las autoridades federales, mas ahora las autoridades
estatales, municipales y del Distrito Federal también participarán. De acuerdo al Art.
474 de la Ley General de Salud, en los casos de narcomenudeo, donde no hay
elementos suficientes para presumir delincuencia organizada, “las autoridades de
seguridad pública, procuración y administración de justicia, así como de ejecución
de sanciones de las entidades federativas conocerán y resolverán de los delitos y
ejecutarán las sanciones y medidas de seguridad” (Ley General de Salud, 2010).
En otras palabras, serán las autoridades estatales (autoridades del fuero común)
quienes detendrán, investigarán, sentenciarán y ejecutarán las sanciones. Las
autoridades federales continuarán siendo las encargadas de todo lo relacionado con
el narco mayoreo o narcotráfico y los casos de delincuencia organizada.
Perseverancia de México en combatir la producción, tráfico y consumo de la droga
no lo ha llevado, sin embargo, como a otros países de América hispana, a dictar a
su respecto un estatuto jurídico especial. Mientras eso ocurrió en Bolivia en 1916
con la Ley de Drogas; el mismo año en el Ecuador con la Ley del Comercio del Opio
y demás Drogas; en Colombia en 1920 con la Ley sobre Importación y Venta de
Drogas que forman Hábito Pernicioso; en el Perú en 1921 con la Ley 4428 que
regula la importación, exportación y comercialización de la cocaína y sus sales y
derivados, y, en fin, en 1930 en Venezuela con la Ley de Narcóticos, en México las
normas respectivas han seguido conteniéndose esencialmente en la legislación
sanitaria, la penal y la procesal penal, prescindencia hecha, por cierto, de algunas
normas especiales concernientes a la acción preventiva frente a la droga. México
sigue sin consagrarle una ley especial, al paso que el Perú en 1978, Venezuela en
1984, Colombia en 1986, Ecuador en 1987 y Bolivia en 1988, han actualizado sus
estatutos legales específicos en la materia.2
El bien jurídico protegido.
El Código Penal sitúa las conductas punibles relativas a estupefacientes y
sustancias psicotrópicas entre los delitos contra la salud, y durante largo tiempo no
se dudó de que era la salud el bien jurídico protegido, pero no la salud individual,
tutelada con la incriminación de las lesiones y de otros comportamientos, sino la
salud pública, pese a que el Código prescinde de ese apelativo en el rótulo del
capítulo correspondiente. De lo dicho podría inferirse que desde el pri- mer instante
avizoró el legislador el carácter epidemiológico del mal de la droga.
En época más reciente se han manifestado reservas en cuanto a que estos delitos
atenten en contra de la salud pública. Se dice, al efecto, que, si se entendiera
reprimir el empleo de la droga en defensa de tal bien, sustancias que son drogas y
que son manifiestamente dañinas a la salud, como por lo pronto el alcohol y el
tabaco, se hallarían entre las que según la ley forman el objeto de la acción en estas
infracciones. Se agrega que algunas de las sustancias que se incluyen no crean
ningún peligro para la salud pública, como acontece con numerosas sustancias
psicotrópicas.3 Se hace presente, en fin, que por poco que se pare mientes en el
sentido de la cruzada mundial contra la droga, la preocupación que la inspira es
menos la tutela de la salud pública que la defensa de grandes intereses económicos
amenazados por la expansión de la producción, la comercialización y el consumo
ilícitos de la droga.
Quienes así piensan, cuando no favorecen de plano la legalización de la droga,
siguen viendo en tales delitos la lesión a intereses o bienes de que no es titular el
individuo sino la colectividad, y los sitúan entre los que atentan, sea contra la
humanidad, sea contra la nación, sea contra la seguridad, sea contra la economía
pública. No es dable fundamentar latamente un pronunciamiento sobre el asunto en
una exposición eminentemente panorámica sobre el régimen jurídico de la droga en
México.
Si no era fácil precisar el objeto de la acción, tampoco lo es sistematizar
adecuadamente los tipos delictivos que acuña la ley. La dificultad deriva de que la
Convención vigente, que hoy sirve de trasfondo a las incriminaciones del Código
como en su hora servía la anterior, procura, en el afán de no dejar lagunas a la
punibilidad, atrapar la materia de la prohibición en una malla por demás ceñida, a
través de un agregado de verbos que denotan por igual acciones jurídicas y
materiales, abstractas y concretas, duraderas y episódicas, principales y
subordinadas, ejecutivas y favorecedoras, intentadas y logradas. De ese modo se
llega a la punibilidad por multitud de conductos, sin que en nuestro entender ello
implique, jurídicamente hablando, que haya de tenerse a cada verbo como un tipo
independiente. Bien podría el legislador nacional, en los preceptos respectivos del
Código, haberse sustraído a semejante sistema y haber cumplido, no obstante, su
compromiso como signatario de la Convención, acuñando económicamente unos
pocos tipos a los cuales referir, en su caso, como acciones tentadas o participativas,
en aplicación de las reglas generales, la mayor parte de aquellas en que hoy resulta
legalmente desmenuzado el comportamiento punible en relación con las drogas. Se
habría evitado así el riesgo de entender como separadamente punibles acciones
que se hallan respecto de otras en alguna de las formas de referencia propias del
concurso aparente de leyes. Así, quien trafica con la droga que él mismo cultiva no
puede ser punido, sin violar el principio de non bis in idem, por cultivarla y, además,
por traficar con ella, no obstante aparecer ambas acciones expresadas en verbos
independientes. Del mismo modo, quien acondiciona la droga del traficante para su
venta aparece como auxiliador de éste, pero no como autor del delito de
acondicionarla.
Entrevista (Oswaldo Zavala (1975), profesor de literatura y cultura
latinoamericana, narrador y periodista fronterizo).
¿Se puede hablar de una cultura del “narco”, entendida como un conjunto de
estereotipos, modelos o patrones explícitos, a través de los cuales, la sociedad
contemporánea regula el comportamiento de los individuos que la conforman y de
los que están fuera también?
Llamaría cultura del “narco” al corpus disperso de producciones culturales que se
deriva de un discurso hegemónico sobre los llamados “cárteles de la droga” y sus
distintos actores: el “jefe de plaza”, el “sicario”, el “operador financiero”, el “narco
junior”, etc.
Las producciones culturales funcionan como variaciones de ese discurso que
propone una narrativa simple y que puede extrapolarse y reinscribirse
independientemente de los distintos contextos sociopolíticos del país: el “cártel”
como una poderosa organización criminal que monopoliza el tráfico y menudeo de
droga, el lavado de dinero y otras actividades ilícitas como el robo, la extorsión y el
secuestro.
Según la narrativa, los “cárteles” están en constante guerra entre sí por el control
del mercado y al mismo tiempo pueden desafiar e incluso superar a las fuerzas del
Estado. La cultura del “narco” consiste en una proliferación de productos que opera
dentro de los límites epistemológicos de esa narrativa. Es decir, los productos
culturales rara vez pueden pensar por “afuera” de esa lógica.
¿Por qué vende tanto el “narco” como producto? Cada día se producen más
películas, narconovelas, series; se realizan más investigaciones académicas y se
crean, incluso, piezas de arte conceptual para galerías.
Vende porque es el resultado de ese discurso hegemónico que convierte al “narco”
en una realidad casi tangible, de modo que las novelas, las películas, las series, la
música, el arte conceptual (y un largo etc.) sobre el “narco” se confunden con la
realidad porque reproducen la misma narrativa que también aparece en los medios
de comunicación.
El público lector, por ejemplo, consume una crónica de Diego Osorno del mismo
modo en que se acerca a una serie como Narcos de Netflix.
De hecho, hace poco el actor Diego Luna (que encarnó al traficante Miguel Ángel
Félix Gallardo en Narcos), grabó un reportaje de Osorno para un podcast, como si
la lectura dramatizada de un actor fuera el vehículo apropiado para imaginar el
mundo del “narco” desde el periodismo.
¿Crees que, en verdad, la sociedad siempre ha sabido qué cosa es el “narco”?
Como en su momento explicó el sociólogo Luis Astorga, como sociedad hemos
sabido lo que el Estado ha circulado entre nosotros como la realidad del “narco”.
Nuestro entendimiento del tráfico de droga muta conforme esa narrativa se ha ido
transformando en las últimas cuatro décadas de políticas de seguridad nacional.
Entre el verdadero mundo del narcotráfico y la sociedad civil media una espesa
bruma de lenguaje hegemónico que impone un sentido, una explicación, que hasta
la fecha prevalece.
¿Quién escribe la narrativa del “narco” en México y Estados Unidos?
Es un proceso geopolítico que comienza en Estados Unidos con la aprobación de
la Ley de Seguridad Nacional en 1947 que se basa en la constante identificación de
un enemigo que justifique el avance del aparato de seguridad de ese país.
En México, la agenda estadounidense de seguridad nacional nos condujo a
colaborar con la estrategia anticomunista del país vecino, atacando a los
movimientos estudiantiles y guerrilleros informados por ideologías de izquierda.
Para 1986, cuando se avecina el fin de la Guerra Fría, el presidente Ronald Reagan
designó al narcotráfico como la nueva amenaza de seguridad nacional. Desde
entonces, el mito del “narco” no ha dejado de aumentar.
¿Cuál es la matriz discursiva del narcotráfico?
Luis Astorga analizó la mitología del “narco” como el resultado de una matriz
discursiva que construye una relación puramente lingüística con el fenómeno del
tráfico de drogas. El Estado construye esta relación no para explicarnos el
fenómeno, sino para imponer un sentido, una interpretación que resulta
políticamente conveniente. Esto es posible porque no tenemos un conocimiento
directo del campo criminal, sino una discursividad siempre mediatizada por las
instituciones oficiales que producen el conocimiento sobre las organizaciones
criminales.
¿En sí, los cárteles no existen?
La palabra “cártel”, que proviene del campo de la economía, fue apropiada por la
Agencia Antidrogas de Estados Unidos, la DEA, para referirse a las organizaciones
de traficantes en Colombia. El “Cártel de Medellín” como tal nunca existió.
Pablo Escobar se refería a su grupo como “Los extraditables”, pues su principal
preocupación era terminar en una prisión estadounidense, lo que por sí solo
demuestra el grado de vulnerabilidad de esa y cualquier otra organización criminal
ante la fuerza del Estado y su monopolio de la violencia “legítima”.
Del mismo modo, los “cárteles” en México son también construidos por estrategias
discursivas concebidas por el propio estado mexicano.
Estas estrategias funcionan como narrativas que imponen un sentido a la violencia
que hemos vivido, pero en realidad no la explican. Cuando nos distanciamos de la
narrativa hegemónica de los “cárteles” observamos que las organizaciones de
traficantes son mucho más pequeñas y vulnerables de lo que las imaginamos y que
el Estado es con frecuencia la condición de posibilidad de la violencia misma.
¿No hay guerra de cárteles?
No hay guerra de cárteles porque no existen los cárteles como los vende la versión
oficial.
Lo que hemos experimentado en México es la brutalidad de la ocupación militar en
ciudades y regiones del país con un saldo catastrófico de muerte y destrucción que
han dañado profundamente el tejido social y ha forzado desplazamientos de
comunidades enteras.
Esta violencia les permitió a los gobiernos de Calderón y Peña Nieto establecer
nuevas hegemonías políticas y militares en estados donde gobernaba la oposición.
Pero igualmente les permitió acceder a tierras comunales con gran riqueza en el
subsuelo.
Es así que la “guerra contra el narco” fue también una estrategia para la apropiación
y explotación de recursos naturales en tierras que pertenecían a comunidades que
fueron desplazadas violentamente.
¿Cómo llegamos a creer en el mito oficial del “narco”?
Aunque el discurso del “narco” tiene un origen oficial, en el momento en que es
reportado por los medios de comunicación aparece en la esfera pública como lo
real. Cuando leemos noticias de “cárteles” como los productores de la violencia
radical que ha sufrido el país desde la militarización ordenada por el presidente
Calderón, consumimos la versión oficial como la verdad.
Luego, la clase creadora multiplica esta percepción con los numerosos objetos
culturales sobre el “narco” que mencioné antes. Es así como el mito de convierte la
plataforma de significado que constantemente reproduce el discurso sobre los
“cárteles” como la más grave amenaza de seguridad nacional.
¿Ha contribuido el periodismo mexicano en esta exegesis?
El periodismo es el primer legitimador del discurso oficial, el mecanismo por medio
del cual aquello que comienza como discurso oficial se naturaliza como lo real.
Aquí el periodismo narrativo ha sido particularmente pernicioso, pues el trabajo de
algunos de los más visibles reporteros cuya autoridad contribuye, acaso
involuntariamente, a construir la aceptación colectiva de la narrativa de los cárteles.
Me refiero a libros como El cártel de Sinaloa de Diego Osorno y Los señores del
narco de Anabel Hernández, además de las más estandarizadas notas informativas
de los diarios nacionales que reproducen sin cuestionarla la información que
generan las instituciones oficiales.
¿Habría que despolitizar el narco cultura?
Por el contrario, en mi libro explico que la llamada narco cultura esta despolitizada
porque moraliza un problema que debería ser entendido políticamente.
Me refiero al hecho de que el prohibicionismo de la droga es impuesto por una lógica
de gobierno que proviene del puritanismo hipócrita de Estados Unidos, el mayor
consumidor de droga en el mundo, que es al mismo tiempo el país donde los
circuitos financieros hacen circular dinero ilícito.
Bajo una premisa moral ajena, hemos criminalizado a los traficantes y consumidores
de droga siguiendo la idea de una “guerra” igualmente concebida desde Estados
Unidos.
En otras palabras, la llamada narco cultura no es sino un reflejo ingenuo,
intelectualmente pobre y sin imaginación crítica que no hace sino interiorizar el
prejuicio de que los traficantes latinoamericanos son psicópatas y depredadores
sexuales dispuestos a todo por el negocio ilegal de la droga. Pero si repolarizáramos
este fenómeno, comprenderíamos que entre el comercio de la droga y el del alcohol
o el tabaco, por ejemplo, sólo media la prohibición. La condición de posibilidad del
“narco” tal cual lo imaginamos es el Estado, y no el comercio de la droga en sí.
Háblame del estudio de la obra de escritores como Daniel Sada y Roberto Bolaño
en tu ensayo.
La matriz discursiva del “narco” es la plataforma de significado por medio del cual
espontáneamente imaginamos el fenómeno del tráfico de drogas siguiendo el
discurso oficial.
Aunque la mayoría de las producciones culturales se inscribe en la hegemonía de
ese discurso, algunas obras literarias consiguen fisurar ese discurso precisamente
por medio de una repolitización de la imaginación crítica.
En mi libro me enfoco en algunas obras que en mi opinión avanzan en esa dirección.
Las novelas El lenguaje del juego de Daniel Sada y 2666 de Roberto Bolaño, por
ejemplo, nos muestran narcotraficantes de un modo más complejo, en el cual no se
trata de seres malignos que asedian a la sociedad civil y su gobierno legítimo, sino
algo probablemente más verosímil: empresarios y políticos que, desde una élite
resguardada por las instituciones del poder oficial, controlan las economías
legítimas, las informales y las clandestinas.
El narco, en una palabra, no fuera del estado sino dentro del estado, capaz de
aprovechar el monopolio de la violencia legítima para avanzar en sus intereses de
acumulación económica y de expansión de su poder político. Son esas obras las
que nos permiten pensar en un fenómeno por fuera de los engranajes del poder
oficial.
Jon Lee Anderson, periodista que ha cubierto las guerras más importantes de
la actualidad, viaja al noreste de México. Durante su estancia es llevado con
un soldado Zeta, para conocer aspectos de una de las guerras menos
documentadas del mundo. Ésta es una parte de ese encuentro improbable.
Cualquier reportero realmente entregado, no uno de esos periodistas fanfarrones
de escritorio, sabe a lo que me referiré a continuación: existe un momento en el que
aparece un dato, un testimonio, una pista importante, y en lugar de darla a conocer
debes aguardar, quedarte callado por cuestiones tácticas. Una crónica también es
un juego estratégico. Cuando persigues una buena historia debes aprender a
convivir con un silencio que arde. A la hora de reportear procuro la discreción
extrema sobre lo que hago y en dónde lo hago. El periodismo en el que creo está
lejos de la parafernalia y las fuentes oficiales. Ésa ha sido una forma de acercarme
a los agujeros negros de nuestra realidad. El bajo perfil a la hora de hacer trabajo
de campo y adentrar territorios pantanosos también ha sido mi forma de sobrevivir.
Escribo esto porque hace tiempo conocí a un testigo directo de varias batallas de la
guerra que ha vivido el noreste de México. Un operador a ras de suelo: un soldado
zeta. A través de él y de otros testimonios del mismo entorno fui conociendo cosas
de las cuales, por seguridad, sólo he publicado una parte. Pero esa información
propia, ese ligero bagaje de mi conocimiento directo, es el que intento que
prevalezca cuando escribo cualquier cosa sobre un tema del cual no me considero
experto, sino un narrador más.
En marzo de 2013 estuvo en Monterrey Jon Lee Anderson, un periodista que vive
con el fuego dentro. Lo llevé a que conociera parte de nuestra zona de sombras,
donde habló con algunas de las fuentes que he cultivado. Vimos personajes de todo
tipo. Desde los más encumbrados y oscuros amos de la región hasta este joven
marcado por la última letra del abecedario. Con el joven soldado, la conversación
se alargó. Un par de cámaras grababan a un zeta que contaba de combates en
Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas a un periodista que se sorprendía con lo que
oía, pese a que ha estado en la primera línea de las guerras más importantes del
mundo actual.
Se han publicado muchas entrevistas con sicarios mexicanos, gente que mata por
contrato o bajo las órdenes permanentes de un capo. Hay tantas que hasta podrían
declararse ya un género periodístico en sí mismo. Lo que no hay hasta ahora es
una entrevista con un miembro de los Zetas. Un soldado de la guerra del narco es
un personaje inusual en la narrativa de lo que ha sucedido en estos años. Esta
historia trata de un joven al que enseñaron a disparar, lo envolvieron en una mínima
disciplina militar y lo pusieron a trabajar cuidando territorios junto a otros soldados
como él. No es un sicario. No en el sentido “tradicional”: es un testigo sobreviviente
de la guerra que ha vivido una región de México que, a diferencia de Tijuana, Sinaloa
o Ciudad Juárez, produce escasos testimonios directos. Aquí se contará una parte
del encuentro que organicé para que Jon Lee Anderson, una especie de
cosmopolita de las guerras, conversara con el participante de una de las guerras
más desconocidas del mundo.
LA COCINA Y LOS DESAPARECIDOS
Jon Lee Anderson: ¿Cuál es la pena que aplican cuando capturan a sus enemigos?
Zeta: Hemos tenido mucha gente que trabaja con nosotros. Luego los agarran, los
meten a la cárcel y ya después salen. Cuando salen, algunos de ellos quieren hacer
su vida de otra manera. Había un chavo que había trabajado para nosotros, nomás
que cuando salió de la cárcel, el chavo quiso hacer su propio cartelito, con su propia
gente, ¿verdad? Tenía tres o cuatro morros y contrató a unos guatemaltecos para
que le trajeran mercancía. Pero uno se da cuenta y uno tiene mejor equipo, está
más preparado para ese tipo de cosas…
JLA: Entonces, en ese caso, ¿que había que hacer después de que descubrieron
que vendían droga en su territorio?
Z: Esa vez nosotros los íbamos a mandar derecho pa’ la cocina. Pero en eso nos
habla el comandante primero de la zona. Nos junta a todos y nos dice: “Miren, esto
es lo que les va a pasar a los vatos que se quieran pasar de lanza (traicionar)”.
JLA: Mencionaste la cocina. ¿Cómo es eso?
Z: La cocina es un punto que hayas buscado especialmente. Tiene que estar metido
pa’l cerro, lejos de carreteras y de la ciudad. Ahí se llevan a las personas detenidas
y se llevan unos toneles (tambos). ¿Sí ha visto que los toneles de doscientos litros
traen tres rayitas? Una, dos, tres, pues de la segunda raya para bajo se empiezan
hacer puros agujeros y luego el tonel se pone cerca de un arroyito o de un pozo. Ya
que este ahí, echas a la persona de cabeza y le empiezas a echar diésel. Con ayuda
de veinte litros de diésel desapareces de este mundo.
JLA: ¿Cuándo los echas en los toneles están vivos?
Z: No, la mayoría ya están muertos. A veces nos los mandan de otros lugares ya
muertos, porque no quisieron pagar rescate o porque eran contrarios y los
agarraron, o porque estaban en un bar presumiendo que ellos controlaban la plaza,
cosas así. Aquí los fines de semana te encuentras muchas personas que dicen que
son comandantes y no sé qué tantas cosas más. Ya después los agarras y dicen:
“No, es que yo conocía a un primo, o al amigo de un amigo que era tiendero”.
Entonces tú le hablas al tiendero y él dice: “No, yo no paro bola por nadie (dar la
cara)” porque si dice: “Sí, yo respondo por él”, a lo mejor a él también nos lo llevamos
a la cocina.
JLA: ¡Vaya! Esto del diésel no lo llegué a entender del todo. ¿Se le prende fuego, o
el diésel es corrosivo y va acabando con el cuerpo?
Z: Sí. Te echan adentro del tambo, agarras un bote y con una yoga de veinte litros
te van bañando. Así le van echando dentro del tonel y ya de pedazo en pedazo te
van desapareciendo. Dura como una media hora todo para que ya no quede nada
de ti.
JLA: Te disuelves…
Z: Todo. Te van echando diésel y ahí se va acabando la flama. Cuando ves que se
está apagando la flama, le echas otro botecito y ahí te vas… Cuando yo estuve la
primera vez en eso duré como un mes sin comer pollo ni carne porque huele igual,
casi lo mismo, que cuando pasas por un restaurante o un lugar donde venden pollo
asado. Me di cuenta que el pollo asado huele como una persona normal.
JLA: ¿Te cambia la concepción de la vida un poco?
Z: Sí, te quedas como ondeado.
JLA: ¿Cómo?
Z: Ondeado es una palabra que quiere decir que te quedas volteando para todos
lados y no sabes qué hacer. Como loco. Cuando yo bajé de allá de la sierra iba
pasando así por la calle y me llegaba el olorcito y decía: “Mira, ¿qué pasa?, ¿dónde
están cocinando a una persona o dónde se están fumando a uno?”. Seguía
caminando, daba la vuelta y ahí estaban vendiendo pollo o vendiendo carne asada.
JLA: ¡Hombre! ¿Y no tienes malos sueños?
Z: De repente sí. Me acuerdo de algunas personas. Como le digo, a veces se van
personas inocentes que por uno las llevan. Hubo una vez en que en San Luis
agarraron a tres chavos. Uno sí era del cártel del Chapo Guzmán. Era de Michoacán
y el chavo llego a San Luis. Esa vez estaban en una disco y traían una bolsita con
cocaína diferente a la que nosotros vendemos.
JLA: ¿Y qué pasó?
Z: Los rodeamos a todos y llegó el comandante, y sin batallar les dijo: “¿Qué?,
¿ustedes qué?”. Y los chavos inocentes dijeron: “Nosotros no sabemos nada”. Pero
luego el comandante dijo: “Pos pa’ que no haya testigos y no quede nada, hay que
matarlos”. Luego abrió fuego. Les dio un balazo en la cabeza en plena disco. Afuera
estaban unas patrullas de la policía, pero como ya estaban arregladas no hicieron
nada.
JLA: ¿Y eso sí te quedó como una mala conciencia?
Z: Son de los chavos que a veces uno dice: “Pues no está bien”, porque cuando
andas trabajando, tú dices: “Pos si ando trabajando, me voy a chingar a los que me
quieren chingar”. O sea: o eres tú o soy yo ¿verdad? Cuando yo entro en acción
quiero que sea por personas que andan mal o que no podían arreglar con nosotros,
pero no con cualquiera.
EL RETIRO
Un joven soldado de los zetas que a sus veintiséis años de edad ya es un veterano
de la organización. Empezó a los dieciocho como mensajero de uno de los treinta y
dos militares fundadores de los Zetas, cuando éste tenía un campamento en unos
cerros de Nuevo León. Le encargaban que fuera al pueblo más cercano a caballo a
conseguir alimentos y revisar el movimiento en la zona. Después fue designado
para cobrar cuotas a nombre de los Zetas a traficantes de migrantes que operaban
en la Central de Autobuses de Monterrey. Con el paso del tiempo aprendió el
manejo de armas y se enroló en diversos comandos zetas. Participó en batallas de
pueblos y ciudades del noreste de México, Coahuila y San Luis Potosí, lo mismo
contra el Ejército que contra bandas rivales. Fue enviado a La Diestra, que es como
Los Zetas llaman a sus ranchos de entrenamiento especial para sus mejores
miembros. Estuvo en la cárcel, pero salió gracias a la presión de un alto comandante
de Los Zetas. Quisieron mandarlo a la guerra que estalló en Tamaulipas en 2010
en contra del Cártel del Golfo, pero uno de sus compañeros le recomendó que no
fuera porque iría directo a la muerte. Después de más de dos horas de
conversación, le mostró a Jon Lee Anderson cicatrices por heridas de bala recibidas
en el estómago, brazo y pierna durante decenas de batallas que relató con lujo de
detalle.
Cuando se realizó la entrevista, el soldado zeta comentó que estaba en una especie
de retiro, ya que ahora sólo trabajaba con una célula que, coludida con un grupo de
soldados del ejército, se dedicaba a robar gasolina de unos ductos de Pemex. Dijo
que todos sus compañeros más expertos, así como los comandantes zetas con los
que él había participado en combate, ya estaban muertos o detenidos. Que algunos
de los comandantes que quedaban lo invitaban a trabajar con ellos, pero él prefería
mantenerse al margen y trabajar solamente robando gasolina.
Unos meses antes de la entrevista se había reportado la muerte de Heriberto
Lazcano, el líder de los Zetas, durante un enfrentamiento con la Marina. Sin
embargo, horas después el supuesto cuerpo del capo fue robado de la funeraria y
el gobierno de México nunca pudo demostrar plenamente que había fallecido. El
soldado zeta dijo que él y otros de sus compañeros no creían que estuviera muerto,
pero reconoció que Lazcano ya no era mencionado por los estrechos y crípticos
canales de comunicación internos de la organización. El rumor que sí se oía entre
los demás miembros de los Zetas era que con Enrique Peña Nieto en la presidencia
iba a haber un pacto con todos los grupos para bajar la violencia a cambio de que
se respetara el control que cada banda tenía de sus respectivas plazas.
Sin embargo, también comentó que unos días antes de la entrevista, el gobierno de
Enrique Peña Nieto (la Marina) había estado a punto de detener al otro líder, Miguel
Ángel Treviño, el Z-40, en una carrera de caballos celebrada en Sabinas Hidalgo,
Nuevo León, muy cerca de Nuevo Laredo, Tamaulipas, la ciudad en donde
finalmente fue aprehendido el 14 de julio de 2013.
Con la detención del Z-40, la organización emergente más poderosa del narco en
México, aunque es posible que siga manteniendo el control de algunas ciudades y
pueblos de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León —incluyendo una presencia
significativa en Monterrey— tendrá que detener el proceso de expansión que había
iniciado hace tres años a lo largo de los estados colindantes del Golfo de México y
que incluía también una presencia en Guatemala y el resto de Centroamérica. Esos
planes quedarán suspendidos por ahora.
Es altamente probable que lo que queda de Los Zetas originales se convierta en un
clan familiar. El Z-40 tiene once hermanos (uno de ellos detenido en Estados
Unidos) y varios de ellos están en la lista sucesoria, encabezada por Omar Treviño,
quien dirigiría la organización desde la silla de ruedas en la que convalece. Así como
el cártel de Tijuana pasó a ser la organización de los Arellano Félix o el cártel de
Juárez la de los hermanos Carrillo Fuentes, los Zetas serían los hermanos Treviño
Morales. Sin embargo, en el imaginario popular y criminal, el nombre de los zetas
se mantendrá como una especie de marca de la violencia extrema o de los intentos
paramilitares de cualquier organización dedicada al control de territorio o al tráfico
de drogas.
La última letra del abecedario, impronunciable por varios años en el noreste de
México que hace frontera con Texas, también será una marca para muchos jóvenes.
Jóvenes que forman parte de una generación que vio de cerca los horrores de la
guerra: la generación zeta. Uno de estos jóvenes es el soldado zeta.
LOS ZETAS
JLA: Háblame de los Zetas ¿Qué es esta organización? Se dicen muchas cosas en
el mundo, pero se cubre poco eso. Tú sabes: es muy peligroso para los periodistas.
Tú, que conoces ese mundo por dentro, dime, ¿cómo es la cosa?
Z: Cuando yo comencé a conocer lo que eran los demás zetas, había mucho control.
Nomás se dedicaban con personas que anduvieran mal. Esas personas podían ser
las que anduvieran secuestrando, las que anduvieran robando o las que tuvieran
grupos chiquitos de repartición de droga. Los Zetas traían su funcionamiento según
su mercado de droga. No nos gustaba que otras personas se vinieran a instalar
donde ya se había controlado esa plaza (nombre que se le da al territorio bajo
control de un grupo del narco).
JLA: Digamos, ¿gente de otras organizaciones o pequeños clubs?
Z: O pequeños traficantes que empezaban vivir la vida fácil. No podían trabajar
solos. Hay quienes dicen ya se están acabando los Zetas, pero no: nos matan a
cinco y salen del penal, o se meten otros cinco y se reponen.
JLA: Pero entonces, lo que los Zetas controlan es territorio y dentro del territorio,
todo lo que es el negocio ilícito: droga, prostitución, juego y cosas así, ¿o también
intentan tener un control sobre el comercio normal?
Z: Sí. También se manejan otros tipos de negocio ilícitos del comercio normal. Por
ejemplo, hay unas personas que se llaman machaqueros. Ellos se dedican a
comprar cualquier mercancía normal de los traileros. Se arreglan con un trailero y
le dicen: “¿Cuánto quieres por tu carga?” Los traileros están asegurados y reportan
a sus empresas que los robaron.
JLA: Entiendo, pero en los últimos años las cosas se han puesto superviolentas.
¿Es, cómo se dice afuera, la guerra del gobierno?, ¿o es porque los diferentes
grupos, incluyendo los Zetas, están en pugna por las plazas?
Z: La guerra comienza por las plazas. La plaza más peleada en todo México es la
plaza de aquí de Monterrey, Nuevo León. Aquí se maneja mucho efectivo, mucho
dinero.
JLA: Una pregunta más bien personal, no tan abstracta: ¿Por qué te incorporaste
tú?, ¿cómo fue? Y, ¿por qué tu decisión de entrar y llevar esta vida?
Z: Yo inicié cuando vivía allá en un pueblo de por estos rumbos (noreste de México).
Una vez me enteré que habían secuestrado a unas personas de un negocio que
tenía mi abuelo, y entonces yo, cuando llego digo: “Pos han de ser unos pandilleros”,
o no sé, me imaginé también que era la Federal o la AFI. Ya con el tiempo los vas
conociendo. Te das cuenta de que es un grupo especial para reventar, para accionar
en diferentes áreas. Eran los Zetas. Ahí los conocí. Después uno me juntó y me dijo:
“Mira, es que nosotros nos dedicamos a robarnos a las personas que tengan
negocios mal, a las que vendan cristal, pericos (cocaína), drogas, todo tipo de
droga”.
Ahí fue cuando yo empecé a juntarme con un chavo que los conocía mucho a ellos.
Ganaban ocho mil pesos (setecientos dólares) por quincena y aparte les daban
dinero extra. Entonces entré. Sí había muchos lujos, no te falta nada, lo que tú
quieras: mujeres, droga, dinero, carros, pero con el paso del tiempo fueron
empeorando las cosas y ya ahorita no se puede hacer casi nada de lo que se hacía
antes.
JLA: ¿Ya no se puede estar dedicado al gozo, debido al problema?, ¿a eso te
refieres?
Z: Yo recuerdo que cuando uno antes decía soy Zeta, o soy comandante, todos te
admiraban. Antes todos querían ser, ahorita nadie quiere ser.
JLA: ¿Por qué?, ¿por el peligro de que alguien va en contra tuya o por la misma
situación: la guerra?
Z: Ahorita ya hay muchas familias a las que los Zetas les han hecho daño. Ahorita
si alguien sabe que tú eres Zeta, la familia te va a ver y te va a denunciar con las
autoridades: con la Marina o el Ejército, y ahora van por ti en donde estés. Si te
llegan a ver en un bar y te han visto y le ha pasado algo a su familia te denuncian.
Antes no.
EL PACTO
JLA: ¿Hay algún cambio debido a la llegada del nuevo gobierno o las cosas siguen
igual?
Z: De repente nos pasan información las personas que están arriba, que son
allegados al patrón. Nos platican que según habían dicho que ahora que llegara
Peña Nieto se había hablado con el patrón del cártel del Golfo, nuestro patrón de
los Zetas y el patrón del cartel de los Beltrán, y habían hablado que así como están
en cada ciudad se iban a quedar, que no se iban a meter a otro municipio. Por
ejemplo, Monterrey y San Pedro son diferentes: San Pedro lo controla Beltrán Leyva
y Monterrey lo controlan los Zetas, entonces habían quedado que los Beltrán no se
metían con los Zetas y los Zetas con los Beltrán, por ejemplo. Lo que se dice es que
la gente de Peña Nieto puso esa orden, dijo: “Los voy a dejar trabajar, nomás que
ya no hagan secuestros ni…”
JLA: ¿Es la nueva orden: que no haya secuestros y baje la violencia?
Z: Según se ordenó que ya no hubiera tanta violencia y ya no hubiera tantos
muertos, pero los cárteles son muy poderosos, tanto aquellos como el nuestro. Y
cada organización tiene gente muy buena, entonces, a veces sigue la pelea en las
plazas. Y, por si faltaba, hay gente que arma sus propios negocios pequeños en
una ciudad, entonces un cártel piensa que son miembros del otro cártel y comienzan
los problemas.
JLA: O sea, ¿aunque haya un pacto o parezca que haya un pacto, por la
competencia misma entre los grupos y los carteles, siguen los problemas?
Z: Sí. A veces también existen los problemas entre los mismos. Por ejemplo, hay
diez comandantes aquí en Monterrey y a veces uno no le cae bien al otro y empieza
hacer problemas. Dice que el otro tiene amigos del Cártel del Golfo, que trabaja
para el grupo rival y luego todo acaba mal.
JLA: Se dicen muchas cosas del comportamiento de las fuerzas de seguridad
oficiales, incluyendo la Marina. En algunas partes del país dicen que prácticamente
crean comandos sucios ¿Es cierto esto?, ¿y también que tienen escuadrones de
muertes que matan gentes sin llevarlos arrestados? ¿Qué saben ustedes?
Z: Mire, le voy a platicar una cosa: no sé si supo que aparecieron unos cinco
colgados acá en Saltillo. Ellos eran amigos míos. A ellos los agarraron las fuerzas
especiales del gobierno, un grupo especial que se llama GATES. Son como
cuarenta o cincuenta policías. De acuerdo con la investigación que hizo La Letra
(los Zetas), estos policías vienen de Matamoros, allá donde está el cártel del Golfo.
Según la información que nos dio el chavo que trabaja con ellos, es que además de
su sueldo en el gobierno, el cártel del Golfo les paga un dinero por matar a zetas.
JLA: Pero piensas que la guerra va a seguir, por ejemplo, o… digamos, ¿cómo te
imaginas viviendo de aquí a cinco años? ¿Qué crees que está en tu futuro?
Z: De aquí a cinco años yo digo que van a seguir todas las cosas. Yo no pienso que
haya un control por parte del gobierno. Si el gobierno no se pone de acuerdo con
los cárteles va a seguir así todo. Balaceras sigue habiendo a cada rato, aunque no
se digan tanto ahora. Y siempre que hay balaceras, a veces nos tumban a cinco de
nosotros, pero siempre también tumbamos a soldados y eso nunca lo pasan en la
televisión. Nosotros, no sé, matamos a diez o quince, y ellos nos tumban a tres o
cuatro. Luego el Ejército dice… bueno, en las noticias siempre van a decir que el
ejército siempre nos gana y nosotros nunca les ganamos ni tantito.
JLA: ¿Cómo podría haber un México sin cárteles?
Z: Yo opino que se legalizaría la droga, porque sin droga nadie puede hacer nada.
Así, ya si ellos les dan permiso de vender droga, yo pienso que es lo mejor. Que ya
dieran permiso de vender droga y todas las personas que estén trabajando mal, que
se pongan de acuerdo sobre a quién le van a pagar en cada estado o a su
comandante.
LA MUERTE
JLA: Cuando se está en esto, uno vive con la muerte. ¿Te acostumbraste a eso?,
¿uno se adapta a eso?
Z: Cuando uno empieza, se le hace fácil y ya cuando va viendo las cosas, el camino
que tomaste, o la decisión, a veces te quieres regresar, pero hay momentos en que
uno ya no se puede regresar. Uno con el tiempo se va acostumbrando a ver eso.
Una vez llegó una chava que me acuerdo que tenía una cara simpática, muy bonita.
La pusieron a que matara a un chavo y me acuerdo que le cambió la mirada. Se le
hizo como profunda. Como más chiquita. Yo me la topé después de cuatro meses.
A ella la mandaron a la cocina.
Mi primera balacera fue en Matehuala. Fuimos por un señor que vendía parque,
vendía muchos tiros [en México es ilegal vender municiones y armas]. Cuando
llegamos, preguntamos por él y él salió con una pistola en la mano. Lo empezamos
a rafaguear. Me acuerdo que salió también una viejita. Una señora con un vestido
largo. Traía una escopeta y la viejita también nos tiraba balazos. Luego salieron sus
sobrinos, que vivían en una casa de dos pisos. Estaban en el techo y de ahí nos
tiraban. Esa vez nos hirieron a uno y a otro le dieron un rozón en el brazo. Al viejito
le dimos como veintitrés balazos y ya nos fuimos.
JLA: ¿A la familia los dejaron?
Z: Sí, a la viejita sí. Nosotros también tenemos reglas. Somos como una empresa.
Una de las principales reglas es no meterse con la esposa de tu compañero, otra
es no apuntar con tu arma a tu compañero ni hacer maldad entre los mismos.
Tampoco podemos matar niños ni secuestrar niños.
JLA: ¿Y mujeres? ¿Hay reglas contra las mujeres?
Z: Para mí las mujeres son las primeras que te ponen el dedo [traicionan] por dinero.
Hubo un tiempo que cuando estaba aquí un comandante, en una junta agarró a una
mujer de los pelos y dijo: “Estas son las que nos ponen el dedo, las que nos venden
y son de las que menos debemos de confiar”. Pero no la mató.
JLA: Vaya, entonces en general “la empresa” tiene rencor a las mujeres, al menos
en lo que es en la parte operativa se trata de algo masculino, con algunas
excepciones como las mujeres en la cocina, ¿es así?
Z: Sí, a veces las usamos también de inteligencia. Había un señor que según había
encontrado centenarios y que tenía mucho dinero y que había estafado a unas
personas de un rancho, entonces usamos a una mujer para que citara al señor. O
sea, primero lo vio y el señor le pidió el teléfono y luego hicimos que la muchacha
lo citara en una plaza. Cuando el señor iba llegando a ver a la mujer nos llevamos
a los dos. También hemos traído niños de catorce años o de trece años para que
nos ayuden con la inteligencia. Cuando vamos a una casa o vamos a checar a
alguien que ande mal, mandamos a los niños a casa a que pidan dinero o pregunten
algo. Después ya regresa el niño con nosotros y nos dice si está la persona o no.
Después entramos nosotros en acción.
LA CRUELDAD
JLA: Ya hablaste de las reglas de la empresa y es interesante. Cada organización
tiene que tener algunas pautas para que los mismos soldados sepan qué pueden
hacer y qué no pueden hacer. Desde afuera se lee de mucha crueldad. Hay
violencia de todas las organizaciones: de los que cortan los brazos y los dedos, las
que dejan los torsos en los caminos, los colgados y estas cosas. ¿A qué se debe
tanta crueldad? ¿Hay una política o responde a alguna lógica que me puedas
explicar?
Z: Yo digo que ya es como una cadenita: El cártel del Golfo agarró a tres de los
nuestros y les mochó la cabeza, entonces agarramos a tres de los otros y les
hacemos lo mismo o se les hace lo peor: los encostalo y los dejo en una caja… Ya
es como una cadenita que se agarró: tú me haces daño y yo te voy hacer más daño
todavía.
Y siempre hay gente que quiere entrar. A veces nos mandan pedir que juntemos
gente para fortalecer, para hacer más grande nuestro equipo. Entra una persona y
una sola persona trae como a cuatro o a cinco amigos, ¿Sí me entiende? Traemos
a un chavo que primero es halcón (vigía) y luego él ya va a subir de comandante y
los amigos del halcón ahora van a ser sus halcones. Para subir a comandante se
necesita una Diestra. La Diestra te mandan un mes a hacerla en el monte. Vas a
prepararte casi como un soldado. No voy a decir como un soldado porque un
soldado de verdad sí es sufrimiento en la vida.
JLA: ¿Cómo así?
Z: Ahí con nosotros también trabajan soldados y ellos nos platican que a veces han
andado en los cerros batallando.
JLA: Ah, cuando hablas de soldados, te refieres a los soldados del Ejército, claro.
Z: Sí, a los soldados del Ejército.
JLA: Yo me refería a soldado en términos generales. ¿Ustedes como se dicen a sí
mismos?, ¿combatientes o qué?
Z: También nos dicen soldados a muchos de nosotros. Nosotros tenemos a un
comandante y todos le decimos papá, porque es el que nos da dinero y el que nos
da de comer, el que nos viste. Y el que está arriba de ti siempre va a ser tu papá.
Tú también vas a ser papá de los que estén debajo de ti.
RELIGIÓN
JLA: ¿Ustedes tienen santos?, ¿hay santos católicos en los cuáles creen? Algo así
como Malverde allá en Sinaloa. ¿Tienen ustedes alguna figura que veneran porque
les protege en el trabajo?
Z: Es que hay muchos. Cada quien es según el santo que escoja. Yo soy del Santo
San Judas Tadeo. Él es el que me cuida, aunque primero está mi Dios. Yo le prendo
su veladora cuando salgo de la casa. Hace poco hicieron unas capillas por aquí
cerca. Una era para San Judas y la otra para la Santísima Muerte. Las mandó hacer
un comandante de los Zetas de los primeros que llegó aquí, pero luego llegaron los
soldados y tumbaron esas capillas porque ahí les ponían churros de mota a la
santísima. Le dejaban mota ahí a un lado.
Una vez me detuvieron a mí y yo llevaba un celular con una imagen de San Judas
Tadeo. En esa imagen, San Judas Tadeo en lugar de traer un palo, trae un cuerno
de chivo. Cuando a mí me atoraron, los soldados lo primero que vieron fue la imagen
y dijeron: “Éste es malandro”, y yo les dije: “¿Por qué?” Y dijeron: “Porque traes un
San Judas con un cuerno”. Y esa era la única foto que traía y la vieron los chavos y
buscaron más y me dijeron: “Pon más fotos”, y les dije: “No, no traigo”. Recuerdo
que hasta les dije: “¿De quién nos vamos a cuidar?, ¿del Ejército o de los
malandros?” Yo le decía al jefe de ellos, de los soldados, y él me dijo: “Ustedes son
los que roban, de mil tienen que pagar una”.
JLA: ¿Y esa vez te liberaste?
Z: Los soldados nos dejaron en un cerro. Nos quitaron todo el dinero, los celulares,
cadenas y todo. Nos fuimos descalzos.
JLA: ¿Y piensas que fue San Judas Tadeo quien te ayudo ahí?
Z: Yo le pedía esa vez a San Judas Tadeo y a mi Dios Padre. Había un comandante
que era hermano evangélico.
JLA: ¿Cura?
Z: Sí, Pastor, pero a él le habían matado un hijo y a su familia y él decidió venirse
acá. El bato traía la Biblia y nos dijo una vez: “Cuando ustedes ya estén a punto de
morirse, ustedes digan: ‘La sangre de Dios tiene poder'”. En ese momento, uno
agarra el consejo como burla, porque andamos en la pura delincuencia, pero ahora
cuando va a pasar algo, siempre digo: “La sangre de Dios tiene poder”.
JLA: ¿Y lo crees?
Z: Sí. Cuando venía para acá, venía con tres chavos y nos topamos con un retén
del Ejército. No traíamos nada, pero uno como quiera se queda con la espinita:
cuatro muchachos en una camioneta, sabes que va a ver problemas. Yo me agarré
a rezar: “La sangre de Dios tiene poder” y otro chavo decía otra oración. Y luego,
pues no nos pararon los soldados y dije: “gracias a Dios”.
JLA: ¿Crees en Dios?
Z: Sí.
JLA: ¿Y piensas que eres pecador por haber estado en la empresa en la
malandrería?
Z: Cuando me pongo a pensar eso, si yo debo algo o hice algo malo, yo digo que
sé que he hecho cosas malas, pero también he hecho cosas buenas. Así como le
he hecho mal a la gente, también a mí me gustaba mucho apoyar a la gente y darles.
Un tiempo un comandante que nos decía: “Mira, en aquel ranchito ahora que se
llegue navidad vamos a comprar muchas más despensas”. Y la misma compañía
se ponía a darles despensas, juguetes a los niños, cobijas. Cuando se estaban
repartiendo, se decía que eran de parte del cártel de los Zetas. Y así uno también
agarraba la confianza de un ranchito chiquito, ¿verdad? Por eso a mí, cuando yo
trabajaba en una ciudad, me gustaba agarrar carretera una hora para irme a
descansar a uno de esos ranchitos.
JLA: Un ranchito donde pudieras estar seguro.
Z: Sí, donde hubiera una entrada y una salida por diferente lado. Ya nomás ponías
un halcón en una entrada y en una salida y él te avisaba.
ESTADO DE TERROR
Mientras el soldado zeta se colocaba la máscara negra y una gorra para conversar
con Jon Lee Anderson delante de mí, de un fotógrafo y dos cámaras de video, otro
soldado zeta disimulaba su presencia en el lobby del sitio. Vigilaba nuestro
encuentro, entre escritores y periodistas que participaban en un evento cultural
celebrado en la ciudad por esas fechas.
¿Cómo termina una conversación así? No termina. Sigo en contacto con el soldado
zeta, quien es una de mis referencias durante la búsqueda de algunas de las miles
de personas que se ha tragado la guerra del noreste en los últimos años. El último
censo oficial reporta veintiséis mil desaparecidos, aunque las estimaciones de
diversos organismos civiles rondan los sesenta mil. No conocemos todavía el
tamaño de este abismo.
La entrevista con el soldado zeta transcurrió a lo largo de casi tres horas en el salón
de juntas de un céntrico hotel de Monterrey. Lo que aparece aquí es sólo un
fragmento de algo que algún día saldrá a la luz en forma de un documental.
Conclusión.
En la conclusión de este proyecto de investigación se hablo en general de todo lo
escrito y desarrollado a lo largo de él. El narcotráfico se ha convertido en un
problema sumamente delicado que debemos conocer, ya que nuestro país siempre
ha sido uno de paso para las drogas hacia los Estados Unidos; también nos hemos
convertido en país productor y hasta en consumidor de drogas. Por otro lado, hay
observar que el narcotráfico tiene un poder tan grande en nuestro país que hemos
llegado a conocer la narcopolítica, entendida como la participación directa de
narcotraficantes en la política, o bien, la participación de nuestros políticos en el
narcotráfico. Hablar sobre este tema en la actualidad es lo más común, ya que el
narcotráfico en México ha crecido día a día puesto que abarca todos los aspectos
de la sociedad, la política y la economía en nuestro país y en el mundo.
El narcotráfico es un problema contemporáneo que repercute en la estabilidad y en
la tranquilidad de nuestra sociedad. Incrementa la violencia y la delincuencia. Este
problema empezó a trastocar fronteras, países y regiones en el mundo entero, sin
tomar en cuenta las nacionalidades. La comunidad internacional empezó poco a
poco a tomar consciencia de que existen organizaciones criminales llamados
cárteles que no respetan las fronteras y cuyo fin es traficar sus estupefacientes para
el consumo y así obtener un mayor volumen económico, mediante el cual
incrementan sus ganancias y su poder. Existen diferentes tipos de drogas y
maneras para traficar; una de ellas es el famoso lavado de dinero, cuyo
procedimiento se lleva a partir de diferentes tácticas y que al final justifica la
procedencia de recursos ilícitos. Los cárteles ven la manera de que sus ganancias
ilícitas sean legales para así poder lavar su dinero. Estas operaciones financieras
van dañando los mercados financieros de los países. Lo triste e irónico de este
crimen es que tiene un lado positivo: el lavado de dinero genera empleos en los
países se lleva a cabo y crea una fuente inesperada de ingresos para ellos. Otro
problema es la corrupción, ya que los diferentes cárteles utilizan su poder y su
dinero para sobornar a políticos, policías, empresarios, periodistas, funcionarios de
gobierno, jueces, etc. Esto pone en peligro la seguridad nacional y crea un peligro
mayor para las naciones. La lucha contra la corrupción no es una tarea individual,
sino un reto que asumen las instituciones civiles y públicas. La magnitud de los
problemas creados por el narcotráfico en México y en los Estados Unidos no es la
misma, ya que el consumo que se da en los Estados Unidos es mayor que al de los
mexicanos, a diferencia del tráfico y la producción, donde México lleva la delantera.
A pesar de todo, este problema es de índole mundial y afecta a cada una de las
sociedades. Por consiguiente, para poder atacar este problema se debe de eliminar
el consumo y aminorar la oferta, disminuyendo un poco este problema.
Afortunadamente, este tipo de acciones ya se están llevando a cabo y se está
tratando de disminuir un poco el narcotráfico con estos métodos. Todos los países
deben de reconocer este problema a nivel interno y no estar culpando de manera
sistemática a otros por el tráfico de estupefacientes. El narcotráfico es un crimen
que se comete a diario en todos los países, por lo que todos deben ponerse de
acuerdo para poder combatirlo de manera global. La unión de los países en la lucha
contra el narcotráfico se ha convertido en una prioridad para todos. La toma de
decisiones internacionales para acabar con este problema se lleva a cabo mediante
convenios, intercambio de los métodos para el combate a las drogas, tecnología,
acuerdos bilaterales y multilaterales, así como implementación de los medios
adecuados para el combate a los cárteles que constituyen una amenaza para el
equilibrio económico, social y político.
Aunque cada país diseña su propia política exterior, basado en sus propios
intereses nacionales, los acuerdos de cooperación internacional han ayudado a
disminuir la gravedad este problema y mejorado la capacidad de la toma de
decisiones. A estas alturas de la investigación es válido hacerse estas dos
preguntas: ¿Se está ganando la guerra contra las drogas? ¿Puede la guerra contra
las drogas ganarse? La respuesta parcial a estas cuestionables es que sí, ya que el
problema disminuye, aunque no haya visos de que se esté acabando. La
perspectiva personal de quien escribe estas líneas es que se puede disminuir y
aminorar los efectos y las causas del narcotráfico, más nunca se podrá terminar
completamente con él.
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Proyecto de Tecnologías de la Investigación Jurídica.(Narcotrafico en México)

  • 1. Narcotráfico en México. Universidad Autónoma de Baja California-Campus Valle Dorado. Alumno: Cesar Enrique Beas Martinez. Maestro: José Alfonso Galindo Santos. Matricula: 00367284. Grupo: 532.
  • 2. Índice.  El narcotráfico en México.  Historia del narcotráfico en México.  Factores externos que han permitido la evolución del narcotráfico en México.  Bases jurídicas del narcotráfico en México.  Entrevista. Bibliografía https://revistadigital.sre.gob.mx/images/stories/numeros/n97/hurtadogarcia.pdf http://lanic.utexas.edu/project/etext/llilas/ilassa/2010/velasco.pdf https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/2849/1/TFLACSO-2010APHP.pdf https://www.tni.org/es/publicacion/sobre-la-reforma-de-las-leyes-de-drogas-en-mexico https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-comparado/article/view/3034/3290 https://www.latimes.com/espanol/vidayestilo/la-es-entrevista-a-oswaldo-zavala-la-narcocultura- un-reflejo-ingenuo-intelectualmente-pobre-y-sin-imaginac-20190625- story.html?fbclid=IwAR0UflqhcNksNifSdPg16VQoCT5P9da66yB6Va0QhJEePaRSMISxUnNM3pA https://gatopardo.com/reportajes/entrevista-con-un-zeta-jon-lee-anderson/
  • 3. Introducción. Para lograr esta actividad debo realizar una investigación profunda para poder llegar una determinada conclusión la cual se realizara al finalizar el desarrollo, para entrar en contexto conoceremos la historia que hay detrás del narcotráfico, desde sus orígenes como tu evolución en conjunto en cómo se desarrolló en la vida cotidiana y como nos afecta como sociedad en este caso de manera nacional e internacional, con esta actividad busco informar a quien no conoce del tema ponerlo en contexto de la manera más comprensible ,ya que prácticamente es algo con lo que vivimos y nunca está de más tener una noción de que es el narcotráfico en México y de su impacto de manera nacional e internacional, mediante distintas fuentes de internet y libros comprenderemos juntos la historia del narcotráfico en México y cómo influye de manera internacional. El narcotráfico es una de las actividades más preocupantes de la delincuencia organizada y en la actualidad uno de los problemas más desafiantes en el ámbito internacional por su gran capacidad financiera y operativa, así como por su carácter transnacional. Esta actividad ilícita traspasa fronteras como una cadena delictiva multifacética transnacional en la que participan productores, procesadores, transportistas y distribuidores, a la vez que sus actividades se han diversificado a otras esferas delictivas como el lavado de dinero, el secuestro, el soborno, la trata de personas y el tráfico de migrantes y de armas, entre otros. En este artículo se trata el problema del narcotráfico en México como un asunto transnacional y una amenaza a la seguridad nacional. Hoy no es posible ubicarlo sólo en un contexto local si se quiere entender su complejidad; tampoco se puede considerar un asunto exclusivo de seguridad pública por el poder y la incidencia que tiene en los lugares donde opera, por lo que llega a constituir una amenaza al Estado de derecho y al sistema democrático del país. En la actualidad, el narcotráfico constituye una importante prioridad en materia de seguridad y una extrema preocupación en países como México y Colombia, al igual que en Centroamérica, especialmente en los países del denominado Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras). Para contener este problema varios
  • 4. países han hecho uso de las fuerzas armadas; sin embargo, todo parece indicar que esta estrategia no ha dado los resultados esperados. En este sentido, para enfrentar a la delincuencia organizada se requerirán necesariamente acciones concertadas de carácter subregional, regional y mundial si en verdad se quiere contrarrestar su capacidad, dado que en la actualidad no hay un solo país, al menos en la región latinoamericana, que pueda debilitar sus efectos nocivos unilateralmente. Se puede afirmar que el narcotráfico continuará siendo un tema pendiente en México al menos a corto y mediano plazos, por la gran complejidad de los factores que determinan su fortaleza, como los siguientes: —Un mercado estadunidense muy redituable económicamente para la venta de drogas. —El contrabando de armas provenientes de Estados Unidos y destinadas a los narcotraficantes (el narcotráfico también se surte del contrabando de armas que proviene de Centroamérica). —Los grandes recursos económicos con que cuentan los grupos de narcotraficantes y la falta de capacidad para contener el “lavado de dinero”. —La debilidad institucional en materia de seguridad y de impartición de justicia. —Los insuficientes resultados para abatir la producción de drogas y su tráfico.  El narcotráfico es una actividad ilegal que abarca el cultivo, la manufactura, la distribución y la venta de drogas ilegales.  La Ley Federal contra la Delincuencia Organizada en su artículo 2 establece que “cuando tres o más personas se organicen de hecho para realizar, en forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras tienen como fin o resultado cometer alguno o algunos de los delitos siguientes, serán sancionados por ese solo hecho, como miembros de la delincuencia organizada”; entre otros delitos, se mencionan el terrorismo, los delitos contra la salud, el acopio y tráfico de armas, el tráfico de “indocumentados”, la trata de personas y el secuestro.
  • 5. Historia narcotráfico en México. No es fácil determinar el momento histórico en que el narcotráfico se comienza a establecer en la región de América del Norte. Sin embargo, la guerra contra el narcotráfico tiene sus orígenes en algunos preceptos morales y políticos de Estados Unidos. Durante finales del siglo XIX y principios del XX, existían ciertos sentimientos nacionalistas dentro de Estados Unidos que comienzan a vincular conductas patológicas con algunas minorías étnicas. Esto propició un sistema legal que prohibiera ciertas substancias. En realidad, la mayoría de los consumidores eran anglo sajones, sin embargo, los estereotipos atribuían el uso de marihuana a los mexicanos, el de cocaína a los negros y el de opiáceos a los chinos. Además, se extendió una tendencia hacia la criminalización de estas conductas. También hay que tomar en cuenta la fuerte tradición puritana de los primeros pobladores de Estados Unidos, los cuales tendían a condenar cualquier substancia o producto que alterase el comportamiento. Por este motivo, Estados Unidos comenzó un gran activismo contra el uso de drogas: en 1906 se firmó la Convención sobre el Opio, en 1909 delegados de trece países se reunieron en Shanghái para llevar a cabo la primera conferencia internacional contra el opio con la finalidad de eliminar el comercio, manufactura y uso de drogas. La mayoría de las iniciativas propuestas por Estados Unidos en foros multilaterales eran en realidad esfuerzos por extender su propia política antidrogas en el exterior. En 1914 el Congreso estadounidense aprobó la ley Harrison y otras posteriores que prohibían ciertos estupefacientes como los opiáceos, la cocaína y la marihuana. En 1930 se estableció el Federal Bureau of Narcotics (FBN, Oficina Federal de Narcóticos). Curiosamente, este sistema funcionó de manera eficiente en gran parte porque hasta entonces no existía un consumo generalizado de drogas. Por su parte, México comenzó sus esfuerzos para combatir el consumo, la producción y el tráfico de estupefacientes desde la Conferencia de Shanghái en 1909 y la Convención Internacional del Opio de la Haya en 1911 y 1912. Como signatario, México se comprometió a imponer controles sobre el cultivo ilícito de opio en su territorio, con el fin de evitar su exportación clandestina. Para 1931, México había prohibido las
  • 6. exportaciones de mariguana y heroína. Durante toda esta etapa, Estados Unidos no estaba interesado en la cooperación internacional como medio efectivo para combatir el narcotráfico. Su aproximación era más bien imponer a los demás países sus propios intereses y reglas sobre cómo atacar el problema. Por otro lado, aunque América Latina era una región que veía crecer el fenómeno dentro de su propio territorio, en los foros internacionales sólo México consideraba crucial la supresión del tráfico de drogas e incluso tomó iniciativas para restringir las actividades relacionadas a este fenómeno dentro de su país. Todos estos esfuerzos por parte de Estados Unidos para combatir el narcotráfico produjeron irónicamente una situación bien conocida. Las diferentes restricciones en la producción y comercio de drogas y la adopción de la Enmienda Dieciocho a la Constitución de los Estados Unidos en 1919 (La Ley Volstead, que prohibía la venta de bebidas alcohólicas), tuvo un impacto inmediato sobre los mercados en los territorios contiguos. En el caso de México, esto significó un incentivo para los exportadores de drogas y alcohol quienes tomaron ventaja de los elevados precios que resultaron de la creación de mercados clandestinos. Debido a las políticas prohibicionistas de Estados Unidos, lo que a principios del siglo XX representaban exportaciones legales con valor mínimo, se convirtió en un problema serio de tráfico y en la creación de un mercado clandestino. Por su parte, el gobierno mexicano en la época de la revolución veía el tráfico de drogas como un factor más que podía desestabilizar la frontera entre México y Estados Unidos y a un país que se encontraba en guerra. El presidente de México, Venustiano Carranza estaba igualmente preocupado por esta situación e intentó prohibir el tráfico de opio en Baja California. Dicha propuesta fue ignorada por el entonces gobernador del estado quien estaba vinculado con el tráfico de esa droga. En estos años, la integridad política de México estaba claramente en jaque. Los líderes revolucionarios no tenían el control de los estados de Sonora y Baja California, mientras que otros estados del norte no estaban contentos con el nuevo gobierno. Esteban Cantú, gobernador y cacique de Baja California quien gobernó de 1914 a 1920, dictaba su propia ley y su propio sistema recaudación de impuestos
  • 7. y se negaba a utilizar dinero mexicano. Incluso declaró neutral al estado de Baja California durante la ocupación de Veracruz por el ejército de Estados Unidos en 1914 y nuevamente durante la expedición del general Pershing en el estado de Chihuahua. Buena parte del dinero de Cantú provenía de actividades ilegales como la prostitución, extorción, apuestas, y narcotráfico, actividades apoyadas por los ciudadanos estadounidenses. El gobierno mexicano estaba particularmente preocupado por la posibilidad de que los contrabandistas de drogas pudiesen también contrabandear armas que pudiesen ser vendidas a cualquier fuerza opositora del gobierno. En 1923 el presidente Álvaro Obregón prohibió la importación de cualquier narcótico y creó una base aérea en Ciudad Juárez para detener el contrabando de licor a lo largo de la frontera con Estados Unidos. En 1927 el presidente Calles firmó un decreto prohibiendo la exportación de heroína y mariguana. La cooperación entre México y Estados Unidos durante estos años fue sumamente pobre. Mientras que al país del norte le preocupaba el ingreso a su territorio de drogas y alcohol de manera ilegal, México tenía problemas evitando el contrabando ilegal de armas. En estos años, se hizo muy poco para detener la producción de mariguana y opio. México intentó firmar acuerdos bilaterales para luchar de manera más coordinada contra el narcotráfico, pero Estados Unidos no parecía estar interesado. Para el gobierno era sumamente difícil luchar contra una corporación con tanto dinero y capacidad corruptora como era el narcotráfico. Las consecuencias más notables y obvias de la política antidrogas nacional fue la colusión y violencia desatada en territorio mexicano y, sin embargo, en opinión de los Estados Unidos, el papel de México en la lucha contra las drogas era excepcional y era el camino correcto para desarticular al narcotráfico. Cuando la guerra terminó, el gobierno estadounidense decretó que la producción e importación de estupefacientes hacia Estados Unidos estaban prohibidos. Si bien México formó parte de tratados para internacionales para controlar las drogas, y prohibió el uso de mariguana y similares, el consumo de drogas era tan pequeño en aquel entonces y como no había mucho interés por respetar los tratados en este tema, el tema de
  • 8. las drogas fue muy secundario durante la primera mitad del siglo XX. México, desde principios de siglo ya había mostrado esfuerzos por combatir la producción de estupefacientes, cuando inmigrantes chinos se establecieron en Sinaloa y Sonora y se convirtieron en los primeros productores de opio en el país. En 1948 se llevó a cabo en México la primera campaña de erradicación de cultivos de opiáceos. El ejército recorrió alrededor de 11,000 kilómetros, destruyendo casi 700 sembradíos a nivel nacional. La novedad de esta campaña fue que se extendió hacia otros estados además de aquellos productores por tradición: Sinaloa, Durango y Chihuahua, región que se llegó a conocer como el triángulo crítico o triángulo dorado. No fue sino hasta la década de los 60 y 70, cuando el consumo se extendió realmente en los Estados Unidos. El principal mercado se encontraba en los jóvenes universitarios. El movimiento “hippie”, promotor de la paz, era también un movimiento que perseguía el hedonismo y la búsqueda de experiencias nuevas. Para 1967 alrededor del 13 por ciento de los adultos entre 18 y 25 años en Estados Unidos había probado la mariguana y el consumo de heroína había aumentado considerablemente, Sin embargo, hubo otros factores clave que permitieron el ascenso de México como el principal productor de drogas a nivel mundial. Por un lado, la llamada “Conexión Francesa”1 fue desarticulada en parte por los programas del gobierno de erradicación de cultivos y tráfico de opiáceos. Pocos años después, la famosa “Ruta del Caribe”, que era el trayecto que seguían los cargamentos de droga desde Colombia y otras partes de Sudamérica hacia los Estados Unidos fue altamente militarizada por Estados Unidos por lo que era cada vez más difícil traficar droga con bajos riesgos. Estos factores permitieron que las únicas rutas disponibles para introducir la droga hacia los Estados Unidos fuesen las rutas mexicanas controladas por narcotraficantes de ese mismo país. En unos cuantos años, México ya representaba una competencia importante para las mafias colombianas. “En los años 1975-1976, México surte 75% de la marihuana y 60% de la heroína consumidas en Estados Unidos.” En septiembre de 1969, el gobierno de Richard
  • 9. Nixon, preocupado por los altos índices de consumo de droga dentro de su país y como llamado de atención ante la insuficiencia de México para controlar el tráfico de drogas, decidió montar la Operación Intercepción. Duró apenas tres semanas en las que poco más de dos mil agentes del gobierno estadounidense inspeccionaron minuciosamente todos los vehículos provenientes de México. El objetivo final de esta operación era en realidad generar presión internacional hacia México, y lo lograron. México respondió pocos años después con la Operación Cóndor. Washington ayudó a México a montar la operación Cóndor, con el fin de erradicar los cultivos de droga en territorio mexicano. La producción de drogas para esos años había crecido de una manera alarmante. Las autoridades mexicanas se dieron cuenta de que necesitaban tomar medidas distintas. Métodos de erradicación anteriores sólo habían logrado una mayor proliferación de traficantes y campesinos armados. Algunas organizaciones relacionadas al narcotráfico habían ganado un poder considerable en ciertos estados del norte del país. Más aún, el narcotráfico comenzaba a presentar una amenaza real al poder del estado y su capacidad para mantener el orden e imponer la ley. México estaba preocupado de que el fracaso de sus políticas antidrogas pudiese poner en jaque la autonomía de futuras políticas ante Estados Unidos. Se montó entonces la operación de erradicación de cultivos de droga más ambicioso en la historia del país. Miles de hectáreas de cultivos de marihuana y amapola fueron quemadas. Esto redujo la participación de México en el mercado estadounidense del 70 al 10 por ciento para 1983, sucedió algo muy similar con la heroína. Se gastaron más de 35 millones de dólares en la campaña de erradicación de 1975- 1976. El gobierno estadounidense gastó un millón de dólares por cada 4 gastados por el gobierno mexicano. Se implementaron cerca de 5000 soldados y 350 miembros de la PJF. Desgraciadamente la campaña fue exitosa sólo por algunos meses, ya que los cultivos de opiáceoslograron encontrar lugar seguro en otras partes de las múltiples sierras mexicanas. El único logro real de la Operación Cóndor fue forzar a las redes
  • 10. del narco a buscar otras tierras para sus cultivos en lugares más seguros o más inaccesibles. Además, de acuerdo a Celia Toro, una política antinarcóticos más rígida, genera el fenómeno de “cartelización” del mercado ya que sacan a los traficantes menos dispuestos a asumir un mayor riesgo y por lo tanto se beneficia y fortalece a los más fuertes y organizados. Estos últimos reorganizan sus empresas, utilizando mayor corrupción y violencia. Dicha situación se ha convertido en una constante en la actualidad y las consecuencias han sido terribles para la sociedad mexicana y ha puesto en jaque el monopolio de la fuerza del gobierno y su legitimidad. El éxito de las nuevas técnicas de cultivo en regiones inaccesibles, aunado a los efectos de la corrupción en todos los niveles del gobierno e instituciones mexicanas, los problemas económicos del país entre otros problemas, redujeron la eficacia de los esfuerzos del mismo gobierno para erradicar cosechas. A tal grado que, a mediados de los ochenta, los sembradíos de mariguana eran mayores que antes de la Operación Condor. En estos años, las condiciones favorables en las que se encontraban los cárteles mexicanos y su astucia para negociar con los cárteles de Colombia, principalmente el cártel de Cali y de Medellín, les permitió un rápido ascenso económico. La capacidad corruptora del narcotráfico, su infiltración en el gobierno y la capacidad de producción de los cárteles de la droga, se pueden observar con el descubrimiento del rancho El Búfalo en 1984, en Chihuahua, que empleaba abundante mano de obra en grandes extensiones de tierra suficientes para rebasar las estimaciones de la DEA de la capacidad total de producción de todo el país durante aquellos años. Esta finca pertenecía a Rafael Caro Quintero, famoso narcotraficante que fue detenido tras su envolvimiento en el secuestro y ejecución del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar. Otro ejemplo se puede ver una década después, en 1996, cuando The New York Times vinculó con narcotraficantes a varios gobernadores y actores políticos en México. Entre ellos, Manlio Fabio Beltrones, gobernador de Sonora, Jorge Carrillo Olea, gobernador de Morelos, Raúl Salinas de Gortari y Mario Villanueva, ex gobernador de Quintana
  • 11. Roo, entre otros. A principios de los años noventa, tribunales de Estados Unidos condenaron por tráfico de drogas a Rubén Zuno Arce, cuñado de Luis Echeverría. En 1997 fue arrestado el general Jesús Gutiérrez Rebollo (jefe de la campaña antidrogas en México), por aceptar sobornos de Amado Carrillo Fuentes, en aquella época el jefe del cártel de Juárez. Factores externos que han permitido la evolución del narcotráfico en México. Durante las últimas décadas, la relación entre México y Estados Unidos en el combate al crimen narcotráfico ha observado una sumisión total por parte de México a los dictados y estándares de acción del gobierno de los Estados Unidos. El problema de México es que nunca ha tenido una estrategia clara, Estados Unidos sí pero errada. Históricamente México sólo ha sabido reaccionar de manera intermitente ante las demandas de Estados Unidos en materia de combate al narcotráfico. En suma, ambos países han sido constantemente inefectivos en sus políticas antinarcóticos desde la aparición del fenómeno y no han conseguido generar una estrategia integral y congruente para atacar el problema. Como resultado ahora vemos una mayor violencia en la sociedad, mayor corrupción en las instituciones y mayor consumo, producto de las políticas restrictivas de ambos países. De acuerdo a Lindau, Estados Unidos ha patrocinado, por más de tres decenios, iniciativas para detener el flujo de drogas desde México. Ha facilitado el mejoramiento de servicios de inteligencia en México y ha presionado a este mismo país para que existan normas congruentes con la legislación estadounidense en materia de drogas. En muchos sentidos, Estados Unidos ha brindado el apoyo a México para mejorar sus capacidades para combatir el narcotráfico. Desde la administración de Reagan el Congreso estadounidense aprobó excepciones a la ley que prohibía el Programa de Seguridad Pública, lo que permitió crear el Programa de Asistencia contra el Terrorismo en 1983, y el Programa Internacional para Adiestramiento y Asistencia en Investigaciones Criminales (ICITAP), en 1984.
  • 12. Entre 1984 y 1997, un grupo selecto del ejército mexicano participó en el Programa Internacional de Adiestramiento y Educación Militar (IMET) de Estados Unidos. También se creó la Fuerza de Respuesta de la Frontera Norte (FRFN), fundada en 1990 con 1800 miembros de la policía judicial federal mexicana (PJF), que utiliza 21 helicópteros UH-1H de Estados Unidos en operaciones antinarcóticos. Esta organización opera con el apoyo de los servicios de inteligencia del personal de ayuda táctica del ejército de Estados Unidos y de la DEA en la embajada. Actualmente “Estados Unidos recibe de satélites y otros dispositivos de reconocimiento como los AWACS (sistemas aéreos de supervisión y control), lo mismo que de informantes y de medios electrónicos (para interceptar comunicaciones telefónicas), los datos que comparte con autoridades mexicanas”. En 1991 y 1992, México recibió de Estados Unidos 70 millones de dólares, incluida la transferencia de los helicópteros UH-1H. También se ha intentado generar un código común para atacar a los cárteles con más eficacia. Si intentó hacer lo mismo mediante acuerdos bilaterales como el Tratado de Asistencia Legal Mutua (TALM) de 1989 y un Acuerdo para Intercambio de Información sobre Impuestos (TIEA). El TALM fue el primer acuerdo de su tipo en América Latina y permitía la cooperación incluso en asuntos donde no coincidían las leyes de ambos países, lo que facilita la confiscación de activos, entre otros procedimientos, sin que el secreto bancario que garantizan las leyes mexicanas impidiera las investigaciones de Estados Unidos. Adicionalmente, desde 1998 los bancos mexicanos han copiado los procedimientos estadounidenses para detectar dineros sospechosos. El esquema vigente del Programa Internacional del Control de Narcóticos de Estados Unidos no está pensado dentro de un marco de cooperación. Se basa en la fijación autoritaria de las tareas que deben emprender varios países (entre ellos México) para reducir la oferta de narcóticos en Estados Unidos. También están estipuladas las sanciones para aquellos países que no sigan estas tareas. El proceso de Certificación creado en la década de los 80 es un ejemplo sumamente claro de esto. La certificación es en realidad un instrumento que carece
  • 13. de valor real en el combate al narcotráfico en el ámbito internacional. Durante la década de los 90 Estados Unidos identificó a 32 países que producen drogas ilícitas o que sirven de conducto a la distribución. 23 de esos países recibieron la certificación, Perú y Bolivia son dos de ellos. Lo interesante es que Perú sigue siendo el principal agricultor de la hoja de coca en el mundo, mientras que Bolivia sigue siendo uno de los principales productores de cocaína en el mundo. Igual de ridículo es el hecho de que México haya recibido la certificación en diversas ocasiones, no así Colombia, quien ha luchado con igual o mayor intensidad al narcotráfico durante las últimas décadas. La corrupción y la violencia existentes en México se observan diariamente. Pero Washington sigue certificando a México porque comparten intereses económicos y comerciales importantes, mientras que los costos de no certificar a Colombia son comparativamente pequeños. Adicionalmente, el gobierno de los Estados Unidos, en su proceso de certificación, se omite a sí mismo como un importante productor de mariguana y drogas sintéticas y como el principal consumidor de drogas del mundo. Mientras el Congreso de los Estados Unidos debate periódicamente el tema de la certificación o no a México, queda claro que en los intereses de Washington se mezclan otros temas altamente politizados como los relacionados al Tratado de Libre Comercio y al tema de la migración tanto legal como ilegal de origen mexicano en los Estados Unidos. Para poder generar una estrategia bilateral efectiva es necesario que exista un marco de confianza y de comunicación constante y abierta entre los gobiernos de Estados Unidos y México. También tiene que existir una mayor disposición de Estados Unidos a participar en foros multilaterales con el objetivo de generar marcos de cooperación multilaterales que ataquen el problema a nivel internacional y no solo de manera regional. El caso de la Iniciativa Mérida es un proyecto interesante de cooperación bilateral en materia de lucha contra el narcotráfico. Si bien es comparable al Plan Colombia ya que supondrá una reforma y profesionalización en materia de seguridad Desde la presidencia de Nixon, la política antidrogas de Estados Unidos y México ha tenido una naturaleza cíclica, determinada por
  • 14. encuentros y desencuentros entre los gobiernos de estos países. El escenario de consumo exacerbado de estupefacientes en Estados Unidos y el papel preeminente de México como proveedor ha marcado la relación bilateral. Como afirma Craig, entre mayor es la participación de México en este mercado, mayor es la presión de Washington, lo que su vez genera una mayor confrontación política entre México y Estados Unidos en torno al problema de las drogas. Cuando los indicadores de la participación mexicana son baja o no son alarmantes, las relaciones bilaterales tienden a ser mejores en general. El problema de esta relación cíclica es que es así porque en realidad la estrategia de Estados Unidos ha sido tomar decisiones de manera unilateral. Siempre que existe alguna crisis, como el caso Camarena, Washington olvida cualquier tipo de cooperación bilateral y asume la autoridad para generar políticas inmediatas que casi siempre son represivas o coercitivas. En el caso Camarena, hubo una gran indignación por parte de la administración estadounidense por el secuestro y asesinato del agente de la DEA y del piloto mexicano. El mensaje de Washington era que el asesinato se pudo haber prevenido si los funcionarios mexicanos hubiesen prestado atención a las advertencias e información provenientes de Estados Unidos en meses anteriores sobre la identidad y el modo de operar de los principales narcotraficantes mexicanos de aquel tiempo. Independientemente de que México hubiese hecho caso omiso o no a las advertencias de Estados Unidos, lo claro es que no actuó debidamente hasta que la presión era tal que se vio forzado a adoptar medidas inmediatas. Este esquema se ha repetido en diversas ocasiones durante las últimas décadas. Sería interesante saber si realmente los funcionarios mexicanos han sido tan descuidados como para cometer errores de tales magnitudes, o si más bien, había intereses particulares para no hacerlo. Pensar que en las instituciones mexicanas existe corrupción no sería nada nuevo, sin embargo, se sabe muy poco de las redes de corrupción que existen dentro de las instituciones estadounidenses. En muchas ocasiones ha habido individuos que van desde funcionarios hasta jueces que han sido encarcelados o enjuiciados por
  • 15. haber caído presos del narco dólares. Tampoco se sabe mucho de todas las redes de distribución y producción de drogas dentro de territorio estadounidense, aunque sí existen y se distribuyen en las principales ciudades del país. En realidad, como Estados Unidos ve el problema como uno de seguridad nacional que proviene del exterior, se ha enfocado en reforzar las fronteras en un intento por detener la oferta de las drogas. Pero se niega a aceptar de manera abierta que, por un lado, existe tal oferta por la gran demanda de su sociedad, y por el otro, que también hay producción y redes de la mafia de diversos países dentro de su propio territorio. Sin duda las decisiones del gobierno están influenciadas por su propia agenta política. Es decir, gana muchos más votos decir que el gobierno protege al país de la mala influencia proveniente del exterior y que se están gastando numerosos recursos para salvaguardar a la nación, que enfrentarse a la realidad de que su sociedad se está suicidando lentamente. Probablemente la zona más afectada por el fenómeno del narcotráfico ha sido la frontera entre México y Estados Unidos que se extiende desde Tijuana hasta Matamoros. Dichas ciudades siempre han sido puntos de conflicto por la violencia que se genera debido a la rivalidad de los cárteles de la droga mexicanos pro controlar las rutas de acceso hacia los Estados Unidos. Sin embargo, desde que el gobierno de Calderón declaró abiertamente la guerra contra el narcotráfico, la violencia ha aumentado hasta niveles nunca antes vistos. A pesar de la ridícula cantidad de dinero que el gobierno de Estados Unidos está invirtiendo en militarizar la frontera, ésta sigue siendo altamente permeable por la tecnología y la astucia de los narcotraficantes. No solo eso, sino que, en diversos puntos como Ciudad Juárez, la violencia y la inseguridad parecen estar fuera de control, han surgido en México diversas islas dentro del territorio nacional que parecieran estar en estado de guerra y anarquía total. En realidad, la internacionalización de las leyes estadounidenses durante el siglo XX ha modificado los sistemas penales de muchos países. Ningún país ha intentado exportar su sistema de justicia penal como Estados Unidos, especialmente en los
  • 16. temas vinculados al crimen organizado. Pero entonces, ¿Por qué han sido tan negativos los resultados de la lucha contra el crimen organizado a pesar de todos los esfuerzos aquí descritos por los Estados Unidos? Curiosamente, a pesar de la grandilocuencia que surge de la política antinarcóticos de Estados Unidos por sus dimensiones y la infraestructura que se ha implementado, los resultados han sido muy pobres porque en realidad no están atacando el problema de raíz. Pensar que el narcotráfico es un problema de seguridad nacional que proviene desde fuera de las fronteras de Estados Unidos es un gran error y muestra un gran cinismo o una gran inocencia por parte del gobierno. Desafortunadamente para México, la única solución real que puede poner fin a la guerra contra el narcotráfico se encuentra en la sociedad estadounidense. La enorme demanda de drogas de Estados Unidos es la causa inicial tal problema. Según estimaciones del gobierno de Clinton, en el año 2000 existían alrededor de 2.7 millones de drogadictos habituales en Estados Unidos, aunque algunos expertos hablan de hasta seis millones. Este mercado gigantesco es altamente atractivo para los narcotraficantes que encuentran formas cada vez más sofisticadas para seguir introduciendo la droga hacia Estados Unidos a pesar de los inmensos esfuerzos de los gobiernos.
  • 17. Bases jurídicas del narcotráfico en México. La legislación para las drogas en México está establecida en la Ley General de Salud de 1984, junto con lo que en materia de drogas establece el Código Penal Federal luego de las reformas de 1994. Además, en 1996 se creó la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, que elevó exponencialmente las penas por cualquier delito que se considera cometido en asociación delictuosa. También, el 21 de agosto de 2009 entró en vigor un decreto que reforma la Ley General de Salud, el Código Penal Federal y el Código Federal de Procedimientos Penales. El decreto se conoce popularmente como Ley de Narcomenudeo, dado que su principal objetivo es justamente combatir la modalidad del comercio de drogas al por menor. El decreto determina también cantidades máximas de las diversas sustancias permitidas para el consumo personal. Así, las reformas hechas en 1994 al Código Penal Federal - junto con lo establecido en la Ley General de Salud - conforman en gran parte la legislación vigente en México en materia de drogas. Un cambio importante introducido por dichas reformas es que desde entonces se habla de drogas y los diversos delitos relacionados con éstos ya no se encuentran todos en un mismo artículo. Las penas se aumentaron para los casos de producción, transporte, tráfico, comercio y suministro, que ahora son de un mínimo de 10 y un máximo de 25 años. Pero la pena por siembra, cultivo y cosecha disminuyó. Para el consumo la ley establece que “No se procederá en contra de quien no siendo farmacodependiente, se le encuentre en posesión de alguno de los narcóticos señalados en el artículo 193, por una sola vez y en cantidad tal que pueda presumirse está destinada a su consumo personal” y que “al farmacodependiente que posea para su estricto consumo personal algún narcótico de los señalados en el artículo 193 no se le aplicará pena alguna”; también que todo procesado o sentenciado que fuere farmacodependiente quedará sujeto a tratamiento (Art. 195). En 1996 se creó la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, que elevó exponencialmente las penas por cualquier delito que se considera cometido en asociacióndelictuosa. Esta Ley también estableció la figura del arraigo, que en 2008
  • 18. fue incorporada a la Constitución. El arraigo permite la detención y privación de la libertad de una persona hasta por 80 días, sin ninguna acusación, orden de aprensión o sin haber sido detenida por cometer un delito en flagrancia, simplemente por ser sospechosa de cometer un delito relacionado con la delincuencia organizada. Las penas y delitos establecidos en los años noventa se mantienen hasta el día de hoy, aunque a partir del 21 de agosto de 2009 sólo para los casos de narco mayoreo. La Ley de Narcomenudeo fue adoptada por el Congreso en abril de 2009 y entró en vigor en agosto de 2009, eliminando todas las sanciones por cantidades para uso personal establecidas así: 5 gramos de cannabis, 2 gramos de opio, medio gramo de cocaína, 50 miligramos de heroína o 40 miligramos de metanfetamina. Los usuarios serán sometidos a tratamiento obligatorio solamente después del tercer arresto. [Véase la Tabla de orientación de dosis máximas de consumo personal e inmediato, art. 479 Ley General de Salud] La ley de narcomenudeo reforma el artículo 478 de la Ley General de Salud. Debido a que los umbrales de la dosis personal son muy bajos, se temía que esta ley conllevara a fuertes condenas de cárcel para los que fuesen sorprendidos con cantidades mayores a las que permite la ley, porque se asumirá que son pequeños traficantes incluso si no hay otras indicaciones de que la cantidad poseída estaba destinada a la venta. Por otra parte, la ley aumentó las penas para varias ofensas, como la venta a menores o en los vecindarios de las escuelas. El decreto define también el tráfico de pequeña escala en cantidades de máximo mil veces la dosis de uso personal. Debido a esto, el contrabando por medio de ‘mulas’ (alguien sorprendido en el aeropuerto que se haya tragado más de 500 gramos de cocaína o más de 50 gramos de heroína) es ahora tratado como tráfico de gran escala, que cae en la categoría de las penas más altas. Desde mediados de la década 2000 se han presentado en México varias iniciativas de ley sobre la marihuana en distintas comisiones parlamentarias, dos en el ámbito local (la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y el Congreso del estado de México), y cinco a nivel federal (cuatro en la Cámara de Diputados y una en la
  • 19. Cámara de Senadores). A éstas se suma la propuesta del diputado Fernando Belaunzaran (PRD) presentada en noviembre de 2012 que contempla permisos para plantar la marihuana de consumo personal. En este documento se hace un recuento de las iniciativas legislativas más destacadas y de importantes pronunciamientos relacionados con cambios a las leyes y políticas de drogas en el país entre 2006 y 2012. El 7 de noviembre de 2012 se conoció que tres estados de los Estados Unidos habían aprobado el consumo de marihuana, dos de ellos con fines recreativos. Este resultado influye el debate sobre regulación del cannabis en México. Según el ex canciller mexicano Jorge Castañeda, el presidente Peña Nieto debe replantear su estrategia contra el narco. Poco después el diputado del PRD, Fernando Belaunzaran Méndez, presentó ante el Congreso una propuesta de ley para regular la producción, distribución, venta y consumo de la marihuana, así como la formulación de una estrategia para combatir la adicción. El proyecto contempla permisos para plantar la marihuana de consumo personal permitiendo hasta cinco plantas. Los centros de distribución autorizados de marihuana no podrían estar cerca de centros escolares, y las licencias serían emitidas por la Secretaría de Salud. El diputado Belaunzaran se ha expresado posteriormente a favor de un debate sobre legalización. Varios diputados del PRD (Partido de la Revolución Democrática) en la Asamblea Legislativa anunciaron que impulsarán la despenalización del uso de la marihuana en la ciudad de México. Según el legislador Vidal Llerenas, se trata de regular a los grupos de consumidores para que cuenten con espacios seguros, lugares donde realizar exámenes médicos y suficiente información respecto de los riesgos de consumo. También, cambiar la prioridad de las detenciones, lo que Vidal Llerenas llama una “despenalización efectiva”. Y el senador del PRD, Mario Delgado anunció que pronto se comenzaría a analizar formalmente la posible legalización del consumo de mariguana. Se instalarán mesas de trabajo donde participarán legisladores, médicos, expertos y consumidores, con el objetivo de elaborar una iniciativa de ley en el próximo periodo de sesiones que inicia en septiembre. El
  • 20. presidente de la Cámara de Diputados, Francisco Arroyo Vieyra (PRI), se pronunció en agosto a favor de normar la marihuana "mediante controles estrictos de su producción, comercialización y consumo". Diputados locales del PRD de la Ciudad de México han mantenido hasta bien entrado 2014 junto con organizaciones civiles y académicas de México un amplio debate sobre la iniciativa de regulación del cannabis en el DF. El 13 de febrero de 2014 la Ciudad de México presentó a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y al Congreso Federal de México respectivos proyectos de ley que buscan la descriminalización de la posesión de pequeñas cantidades de cannabis para uso personal. La iniciativa busca además de la descriminalización de la posesión de pequeñas cantidades, separar el mercado del cannabis de los otros mercados ilícitos, y reducir el daño causado por las drogas por medio de la introducción de un sistema de información de reducción de daños. La iniciativa busca de este modo poner la protección de la salud, la prevención y el tratamiento como ejes de la política pública, en lugar de la persecución policial a los usuarios de drogas. La iniciativa que se presentará ante el Congreso Federal propone reformar algunas leyes federales para que permitan aumentar la tenencia legal de cannabis de 5 a 30 gramos, permita la prescripción médica de cannabis, y para que se descentralice el poder de decisión en políticas de drogas dejándolo en mano de los estados. - Este es el texto de la iniciativa de la ALDF sobre cannabis, y este es el texto de la iniciativa de la ALDF ante el Congreso de la Unión. 4 de noviembre de 2015 - La primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación "ordenó a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) otorgar permisos en lo individual para el consumo de mariguana para uso recreativo y lúdico, la votación fue 4/1 el único voto en contra fue de Jorge Pardo". La legislación de drogas en México ha provocado dos tendencias principales, la primera es el aumento de la población carcelaria y la segunda es la criminalización de consumidores y pequeños vendedores de drogas. Esto obedece en parte al hecho de que la cantidad máxima establecida en la ley para consumo es menor que
  • 21. la cantidad que porta un consumidor promedio. El endurecimiento de las penas por delitos relacionados con drogas ha causado un incremento significativo en la población carcelaria en general, y en el número de personas recluidas sin sentencia. La mayoría de los reclusos por delitos relacionados con drogas pertenecen a sectores pobres y marginados de la sociedad, con escasa o nula educación. Asimismo, el 50 por ciento de los reclusos por delitos relacionados con venta de drogas fue detenido por poseer mercancía de valor total muy bajo, menor a los 100 dólares. Véase más al respecto en el capítulo sobre México del estudio de WOLA y el TNI sobre drogas y cárceles. En la última década ha habido un incremento de la población femenina en las cárceles, siendo el principal motivo de su reclusión el delito relacionado con drogas. Según el informe, Mujeres, delitos de drogas y sistemas penitenciarios en América Latina publicado por el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC), que reseña el aumento significativo de la población carcelaria femenina en la región, en México del 30 al 60 por ciento de las mujeres que están en la cárcel lo están por cargos de drogas, una cifra que se eleva a un 75-80 por ciento en la región fronteriza con Estados Unidos. La población más vulnerable es la de origen indígena. Las mujeres indígenas representan un 5% de la población penitenciara femenina total. Sin embargo, conforman el 43% de las mujeres en reclusión por drogas. A este respecto véanse también los resultados de la Primera Encuesta a Población en Reclusión del Sistema Penitenciario Federal del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). La siguiente gráfica ha sido extraída del estudio Delitos contra la salud y el principio de proporcionalidad en México, de Catalina Pérez. Como lo destaca también la investigadora Catalina Pérez Correa, “… entre 2006 y 2011 hubo, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 136.946 detenidos por consumo y 249.629 detenidos por posesión de drogas (que dados los bajos montos establecidos en la ley para presumir consumo, podemos suponer también incluyen un elevado número de consumidores). Es decir, en cinco años hubo cerca de 400.000 detenidos por consumo y posesión”.
  • 22. De acuerdo al estudio del Centro de Investigación y Docencias Económicas CIDE, “el gobierno del presidente Felipe Calderón ha dilapidado recursos del área de procuración de justicia en casos que no reducen la violencia, sobre todo porque se ha centrado en consumidores de drogas o en vendedores de bajo perfil”. La investigación estuvo a cargo del Colectivo de Estudios Drogas y Derecho (CEDD) y lleva por título, “(Des) proporcionalidad y delitos contra la salud en México”. Los investigadores demuestran que “el 80% de las condenas por delitos contra la salud, además de ser excesivas, fueron impuestas a consumidores o vendedores de bajo perfil y no delincuentes que cometen actos violentos u otras conductas delictivas como el tráfico de drogas o el lavado de dinero”. La siguiente tabla proviene de este estudio y fue elaborada por sus autores a partir de los informes de la Procuraduría General de la República (2011). En octubre de 2014 una juez del Distrito de Guanajuato emitió una sentencia que declara inconstitucional la pena de cárcel por posesión simple por considerarla inconstitucional. Estudios recientes del CEDD (publicados en noviembre de 2015) encontraron que la población recluida por delitos contra la salud en México aumentó un 1.200 % entre diciembre de 2006 y diciembre de 2014. Actualmente el Código Penal Federal establece en su artículo 193 que se consideran narcóticos “a los estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias o vegetales que determinen la Ley General de Salud y tratados internacionales de observancia en México y los que señalen las demás disposiciones aplicables en la materia” (Código Penal Federal 2010). A su vez, el artículo 239 de la Ley General de Salud ubica a estos estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias como “opio preparado, para fumar, diacetilmorfina o heroína, sus sales o preparados, cannabis sativa, indica y americana o marihuana, papaver somniferum o adormidera, papaver bactreatum y erythroxilon novogratense o coca, en cualquiera de sus formas, derivados o preparaciones” (Ley General de Salud, 2010). De igual manera establece una larga lista de sustancias psicotrópicas que categoriza en cinco grupos, el primero siendo las que tienen valor terapéutico escaso o nulo y que,
  • 23. por ser susceptibles de uso indebido o abuso, constituyen un problema especialmente grave para la salud pública. El Art. 237 de la Ley General de Salud señala que “queda prohibido en el territorio nacional la siembra, cultivo, cosecha, elaboración, preparación, acondicionamiento, adquisición, posesión, comercio, transporte en cualquier forma, prescripción médica, suministro, empleo, uso, consumo y, en general, todo acto relacionado con estupefacientes o con cualquier producto que los contenga “(Ley General de Salud, 2010). Cada una de estas conductas se encuentra tipificada y penalizada de distinta manera en el Título Séptimo del Código Penal Federal, artículos 194 al 199, tal como se explicó a detalle en el apartado anterior. Todas estas penas aumentan en una mitad en caso de existir agravantes como los descritos anteriormente en las reformas de 1994. El 21 de agosto de 2009 entró en vigor un decreto que reforma la Ley General de Salud, el Código Penal Federal y el Código Federal de Procedimientos Penales. Hay que señalar que un decreto muy similar fue enviado al Congreso por el presidente Vicente Fox y aprobado en el 2006, más después fue vetado por el mismo presidente Fox por presiones de la administración del entonces presidente estadounidense George W. Bush. Actualmente, este decreto fue presentado por el presidente Calderón, reformado por el Senado y finalmente aprobado por la Cámara de Diputados. Desde su aprobación al decreto se le ha conocido popularmente como “Ley de Narcomenudeo”, dado que su principal objetivo es justamente combatir la modalidad de narcomenudeo en el comercio de drogas. Veamos los aspectos principales de este decreto. Lo segundo que hace el decreto es establecer las competencias de los distintos niveles de gobierno en la lucha contra las drogas. Anteriormente esto era una competencia exclusiva de las autoridades federales, mas ahora las autoridades estatales, municipales y del Distrito Federal también participarán. De acuerdo al Art. 474 de la Ley General de Salud, en los casos de narcomenudeo, donde no hay elementos suficientes para presumir delincuencia organizada, “las autoridades de seguridad pública, procuración y administración de justicia, así como de ejecución
  • 24. de sanciones de las entidades federativas conocerán y resolverán de los delitos y ejecutarán las sanciones y medidas de seguridad” (Ley General de Salud, 2010). En otras palabras, serán las autoridades estatales (autoridades del fuero común) quienes detendrán, investigarán, sentenciarán y ejecutarán las sanciones. Las autoridades federales continuarán siendo las encargadas de todo lo relacionado con el narco mayoreo o narcotráfico y los casos de delincuencia organizada. Perseverancia de México en combatir la producción, tráfico y consumo de la droga no lo ha llevado, sin embargo, como a otros países de América hispana, a dictar a su respecto un estatuto jurídico especial. Mientras eso ocurrió en Bolivia en 1916 con la Ley de Drogas; el mismo año en el Ecuador con la Ley del Comercio del Opio y demás Drogas; en Colombia en 1920 con la Ley sobre Importación y Venta de Drogas que forman Hábito Pernicioso; en el Perú en 1921 con la Ley 4428 que regula la importación, exportación y comercialización de la cocaína y sus sales y derivados, y, en fin, en 1930 en Venezuela con la Ley de Narcóticos, en México las normas respectivas han seguido conteniéndose esencialmente en la legislación sanitaria, la penal y la procesal penal, prescindencia hecha, por cierto, de algunas normas especiales concernientes a la acción preventiva frente a la droga. México sigue sin consagrarle una ley especial, al paso que el Perú en 1978, Venezuela en 1984, Colombia en 1986, Ecuador en 1987 y Bolivia en 1988, han actualizado sus estatutos legales específicos en la materia.2 El bien jurídico protegido. El Código Penal sitúa las conductas punibles relativas a estupefacientes y sustancias psicotrópicas entre los delitos contra la salud, y durante largo tiempo no se dudó de que era la salud el bien jurídico protegido, pero no la salud individual, tutelada con la incriminación de las lesiones y de otros comportamientos, sino la salud pública, pese a que el Código prescinde de ese apelativo en el rótulo del capítulo correspondiente. De lo dicho podría inferirse que desde el pri- mer instante avizoró el legislador el carácter epidemiológico del mal de la droga.
  • 25. En época más reciente se han manifestado reservas en cuanto a que estos delitos atenten en contra de la salud pública. Se dice, al efecto, que, si se entendiera reprimir el empleo de la droga en defensa de tal bien, sustancias que son drogas y que son manifiestamente dañinas a la salud, como por lo pronto el alcohol y el tabaco, se hallarían entre las que según la ley forman el objeto de la acción en estas infracciones. Se agrega que algunas de las sustancias que se incluyen no crean ningún peligro para la salud pública, como acontece con numerosas sustancias psicotrópicas.3 Se hace presente, en fin, que por poco que se pare mientes en el sentido de la cruzada mundial contra la droga, la preocupación que la inspira es menos la tutela de la salud pública que la defensa de grandes intereses económicos amenazados por la expansión de la producción, la comercialización y el consumo ilícitos de la droga. Quienes así piensan, cuando no favorecen de plano la legalización de la droga, siguen viendo en tales delitos la lesión a intereses o bienes de que no es titular el individuo sino la colectividad, y los sitúan entre los que atentan, sea contra la humanidad, sea contra la nación, sea contra la seguridad, sea contra la economía pública. No es dable fundamentar latamente un pronunciamiento sobre el asunto en una exposición eminentemente panorámica sobre el régimen jurídico de la droga en México. Si no era fácil precisar el objeto de la acción, tampoco lo es sistematizar adecuadamente los tipos delictivos que acuña la ley. La dificultad deriva de que la Convención vigente, que hoy sirve de trasfondo a las incriminaciones del Código como en su hora servía la anterior, procura, en el afán de no dejar lagunas a la punibilidad, atrapar la materia de la prohibición en una malla por demás ceñida, a través de un agregado de verbos que denotan por igual acciones jurídicas y materiales, abstractas y concretas, duraderas y episódicas, principales y subordinadas, ejecutivas y favorecedoras, intentadas y logradas. De ese modo se llega a la punibilidad por multitud de conductos, sin que en nuestro entender ello implique, jurídicamente hablando, que haya de tenerse a cada verbo como un tipo independiente. Bien podría el legislador nacional, en los preceptos respectivos del
  • 26. Código, haberse sustraído a semejante sistema y haber cumplido, no obstante, su compromiso como signatario de la Convención, acuñando económicamente unos pocos tipos a los cuales referir, en su caso, como acciones tentadas o participativas, en aplicación de las reglas generales, la mayor parte de aquellas en que hoy resulta legalmente desmenuzado el comportamiento punible en relación con las drogas. Se habría evitado así el riesgo de entender como separadamente punibles acciones que se hallan respecto de otras en alguna de las formas de referencia propias del concurso aparente de leyes. Así, quien trafica con la droga que él mismo cultiva no puede ser punido, sin violar el principio de non bis in idem, por cultivarla y, además, por traficar con ella, no obstante aparecer ambas acciones expresadas en verbos independientes. Del mismo modo, quien acondiciona la droga del traficante para su venta aparece como auxiliador de éste, pero no como autor del delito de acondicionarla.
  • 27. Entrevista (Oswaldo Zavala (1975), profesor de literatura y cultura latinoamericana, narrador y periodista fronterizo). ¿Se puede hablar de una cultura del “narco”, entendida como un conjunto de estereotipos, modelos o patrones explícitos, a través de los cuales, la sociedad contemporánea regula el comportamiento de los individuos que la conforman y de los que están fuera también? Llamaría cultura del “narco” al corpus disperso de producciones culturales que se deriva de un discurso hegemónico sobre los llamados “cárteles de la droga” y sus distintos actores: el “jefe de plaza”, el “sicario”, el “operador financiero”, el “narco junior”, etc. Las producciones culturales funcionan como variaciones de ese discurso que propone una narrativa simple y que puede extrapolarse y reinscribirse independientemente de los distintos contextos sociopolíticos del país: el “cártel” como una poderosa organización criminal que monopoliza el tráfico y menudeo de droga, el lavado de dinero y otras actividades ilícitas como el robo, la extorsión y el secuestro. Según la narrativa, los “cárteles” están en constante guerra entre sí por el control del mercado y al mismo tiempo pueden desafiar e incluso superar a las fuerzas del Estado. La cultura del “narco” consiste en una proliferación de productos que opera dentro de los límites epistemológicos de esa narrativa. Es decir, los productos culturales rara vez pueden pensar por “afuera” de esa lógica. ¿Por qué vende tanto el “narco” como producto? Cada día se producen más películas, narconovelas, series; se realizan más investigaciones académicas y se crean, incluso, piezas de arte conceptual para galerías. Vende porque es el resultado de ese discurso hegemónico que convierte al “narco” en una realidad casi tangible, de modo que las novelas, las películas, las series, la música, el arte conceptual (y un largo etc.) sobre el “narco” se confunden con la realidad porque reproducen la misma narrativa que también aparece en los medios de comunicación.
  • 28. El público lector, por ejemplo, consume una crónica de Diego Osorno del mismo modo en que se acerca a una serie como Narcos de Netflix. De hecho, hace poco el actor Diego Luna (que encarnó al traficante Miguel Ángel Félix Gallardo en Narcos), grabó un reportaje de Osorno para un podcast, como si la lectura dramatizada de un actor fuera el vehículo apropiado para imaginar el mundo del “narco” desde el periodismo. ¿Crees que, en verdad, la sociedad siempre ha sabido qué cosa es el “narco”? Como en su momento explicó el sociólogo Luis Astorga, como sociedad hemos sabido lo que el Estado ha circulado entre nosotros como la realidad del “narco”. Nuestro entendimiento del tráfico de droga muta conforme esa narrativa se ha ido transformando en las últimas cuatro décadas de políticas de seguridad nacional. Entre el verdadero mundo del narcotráfico y la sociedad civil media una espesa bruma de lenguaje hegemónico que impone un sentido, una explicación, que hasta la fecha prevalece. ¿Quién escribe la narrativa del “narco” en México y Estados Unidos? Es un proceso geopolítico que comienza en Estados Unidos con la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional en 1947 que se basa en la constante identificación de un enemigo que justifique el avance del aparato de seguridad de ese país. En México, la agenda estadounidense de seguridad nacional nos condujo a colaborar con la estrategia anticomunista del país vecino, atacando a los movimientos estudiantiles y guerrilleros informados por ideologías de izquierda. Para 1986, cuando se avecina el fin de la Guerra Fría, el presidente Ronald Reagan designó al narcotráfico como la nueva amenaza de seguridad nacional. Desde entonces, el mito del “narco” no ha dejado de aumentar. ¿Cuál es la matriz discursiva del narcotráfico? Luis Astorga analizó la mitología del “narco” como el resultado de una matriz discursiva que construye una relación puramente lingüística con el fenómeno del tráfico de drogas. El Estado construye esta relación no para explicarnos el
  • 29. fenómeno, sino para imponer un sentido, una interpretación que resulta políticamente conveniente. Esto es posible porque no tenemos un conocimiento directo del campo criminal, sino una discursividad siempre mediatizada por las instituciones oficiales que producen el conocimiento sobre las organizaciones criminales. ¿En sí, los cárteles no existen? La palabra “cártel”, que proviene del campo de la economía, fue apropiada por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, la DEA, para referirse a las organizaciones de traficantes en Colombia. El “Cártel de Medellín” como tal nunca existió. Pablo Escobar se refería a su grupo como “Los extraditables”, pues su principal preocupación era terminar en una prisión estadounidense, lo que por sí solo demuestra el grado de vulnerabilidad de esa y cualquier otra organización criminal ante la fuerza del Estado y su monopolio de la violencia “legítima”. Del mismo modo, los “cárteles” en México son también construidos por estrategias discursivas concebidas por el propio estado mexicano. Estas estrategias funcionan como narrativas que imponen un sentido a la violencia que hemos vivido, pero en realidad no la explican. Cuando nos distanciamos de la narrativa hegemónica de los “cárteles” observamos que las organizaciones de traficantes son mucho más pequeñas y vulnerables de lo que las imaginamos y que el Estado es con frecuencia la condición de posibilidad de la violencia misma. ¿No hay guerra de cárteles? No hay guerra de cárteles porque no existen los cárteles como los vende la versión oficial. Lo que hemos experimentado en México es la brutalidad de la ocupación militar en ciudades y regiones del país con un saldo catastrófico de muerte y destrucción que han dañado profundamente el tejido social y ha forzado desplazamientos de comunidades enteras.
  • 30. Esta violencia les permitió a los gobiernos de Calderón y Peña Nieto establecer nuevas hegemonías políticas y militares en estados donde gobernaba la oposición. Pero igualmente les permitió acceder a tierras comunales con gran riqueza en el subsuelo. Es así que la “guerra contra el narco” fue también una estrategia para la apropiación y explotación de recursos naturales en tierras que pertenecían a comunidades que fueron desplazadas violentamente. ¿Cómo llegamos a creer en el mito oficial del “narco”? Aunque el discurso del “narco” tiene un origen oficial, en el momento en que es reportado por los medios de comunicación aparece en la esfera pública como lo real. Cuando leemos noticias de “cárteles” como los productores de la violencia radical que ha sufrido el país desde la militarización ordenada por el presidente Calderón, consumimos la versión oficial como la verdad. Luego, la clase creadora multiplica esta percepción con los numerosos objetos culturales sobre el “narco” que mencioné antes. Es así como el mito de convierte la plataforma de significado que constantemente reproduce el discurso sobre los “cárteles” como la más grave amenaza de seguridad nacional. ¿Ha contribuido el periodismo mexicano en esta exegesis? El periodismo es el primer legitimador del discurso oficial, el mecanismo por medio del cual aquello que comienza como discurso oficial se naturaliza como lo real. Aquí el periodismo narrativo ha sido particularmente pernicioso, pues el trabajo de algunos de los más visibles reporteros cuya autoridad contribuye, acaso involuntariamente, a construir la aceptación colectiva de la narrativa de los cárteles. Me refiero a libros como El cártel de Sinaloa de Diego Osorno y Los señores del narco de Anabel Hernández, además de las más estandarizadas notas informativas de los diarios nacionales que reproducen sin cuestionarla la información que generan las instituciones oficiales. ¿Habría que despolitizar el narco cultura?
  • 31. Por el contrario, en mi libro explico que la llamada narco cultura esta despolitizada porque moraliza un problema que debería ser entendido políticamente. Me refiero al hecho de que el prohibicionismo de la droga es impuesto por una lógica de gobierno que proviene del puritanismo hipócrita de Estados Unidos, el mayor consumidor de droga en el mundo, que es al mismo tiempo el país donde los circuitos financieros hacen circular dinero ilícito. Bajo una premisa moral ajena, hemos criminalizado a los traficantes y consumidores de droga siguiendo la idea de una “guerra” igualmente concebida desde Estados Unidos. En otras palabras, la llamada narco cultura no es sino un reflejo ingenuo, intelectualmente pobre y sin imaginación crítica que no hace sino interiorizar el prejuicio de que los traficantes latinoamericanos son psicópatas y depredadores sexuales dispuestos a todo por el negocio ilegal de la droga. Pero si repolarizáramos este fenómeno, comprenderíamos que entre el comercio de la droga y el del alcohol o el tabaco, por ejemplo, sólo media la prohibición. La condición de posibilidad del “narco” tal cual lo imaginamos es el Estado, y no el comercio de la droga en sí. Háblame del estudio de la obra de escritores como Daniel Sada y Roberto Bolaño en tu ensayo. La matriz discursiva del “narco” es la plataforma de significado por medio del cual espontáneamente imaginamos el fenómeno del tráfico de drogas siguiendo el discurso oficial. Aunque la mayoría de las producciones culturales se inscribe en la hegemonía de ese discurso, algunas obras literarias consiguen fisurar ese discurso precisamente por medio de una repolitización de la imaginación crítica. En mi libro me enfoco en algunas obras que en mi opinión avanzan en esa dirección. Las novelas El lenguaje del juego de Daniel Sada y 2666 de Roberto Bolaño, por ejemplo, nos muestran narcotraficantes de un modo más complejo, en el cual no se trata de seres malignos que asedian a la sociedad civil y su gobierno legítimo, sino algo probablemente más verosímil: empresarios y políticos que, desde una élite
  • 32. resguardada por las instituciones del poder oficial, controlan las economías legítimas, las informales y las clandestinas. El narco, en una palabra, no fuera del estado sino dentro del estado, capaz de aprovechar el monopolio de la violencia legítima para avanzar en sus intereses de acumulación económica y de expansión de su poder político. Son esas obras las que nos permiten pensar en un fenómeno por fuera de los engranajes del poder oficial. Jon Lee Anderson, periodista que ha cubierto las guerras más importantes de la actualidad, viaja al noreste de México. Durante su estancia es llevado con un soldado Zeta, para conocer aspectos de una de las guerras menos documentadas del mundo. Ésta es una parte de ese encuentro improbable. Cualquier reportero realmente entregado, no uno de esos periodistas fanfarrones de escritorio, sabe a lo que me referiré a continuación: existe un momento en el que aparece un dato, un testimonio, una pista importante, y en lugar de darla a conocer debes aguardar, quedarte callado por cuestiones tácticas. Una crónica también es un juego estratégico. Cuando persigues una buena historia debes aprender a convivir con un silencio que arde. A la hora de reportear procuro la discreción extrema sobre lo que hago y en dónde lo hago. El periodismo en el que creo está lejos de la parafernalia y las fuentes oficiales. Ésa ha sido una forma de acercarme a los agujeros negros de nuestra realidad. El bajo perfil a la hora de hacer trabajo de campo y adentrar territorios pantanosos también ha sido mi forma de sobrevivir. Escribo esto porque hace tiempo conocí a un testigo directo de varias batallas de la guerra que ha vivido el noreste de México. Un operador a ras de suelo: un soldado zeta. A través de él y de otros testimonios del mismo entorno fui conociendo cosas de las cuales, por seguridad, sólo he publicado una parte. Pero esa información propia, ese ligero bagaje de mi conocimiento directo, es el que intento que prevalezca cuando escribo cualquier cosa sobre un tema del cual no me considero experto, sino un narrador más.
  • 33. En marzo de 2013 estuvo en Monterrey Jon Lee Anderson, un periodista que vive con el fuego dentro. Lo llevé a que conociera parte de nuestra zona de sombras, donde habló con algunas de las fuentes que he cultivado. Vimos personajes de todo tipo. Desde los más encumbrados y oscuros amos de la región hasta este joven marcado por la última letra del abecedario. Con el joven soldado, la conversación se alargó. Un par de cámaras grababan a un zeta que contaba de combates en Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas a un periodista que se sorprendía con lo que oía, pese a que ha estado en la primera línea de las guerras más importantes del mundo actual. Se han publicado muchas entrevistas con sicarios mexicanos, gente que mata por contrato o bajo las órdenes permanentes de un capo. Hay tantas que hasta podrían declararse ya un género periodístico en sí mismo. Lo que no hay hasta ahora es una entrevista con un miembro de los Zetas. Un soldado de la guerra del narco es un personaje inusual en la narrativa de lo que ha sucedido en estos años. Esta historia trata de un joven al que enseñaron a disparar, lo envolvieron en una mínima disciplina militar y lo pusieron a trabajar cuidando territorios junto a otros soldados como él. No es un sicario. No en el sentido “tradicional”: es un testigo sobreviviente de la guerra que ha vivido una región de México que, a diferencia de Tijuana, Sinaloa o Ciudad Juárez, produce escasos testimonios directos. Aquí se contará una parte del encuentro que organicé para que Jon Lee Anderson, una especie de cosmopolita de las guerras, conversara con el participante de una de las guerras más desconocidas del mundo. LA COCINA Y LOS DESAPARECIDOS Jon Lee Anderson: ¿Cuál es la pena que aplican cuando capturan a sus enemigos? Zeta: Hemos tenido mucha gente que trabaja con nosotros. Luego los agarran, los meten a la cárcel y ya después salen. Cuando salen, algunos de ellos quieren hacer su vida de otra manera. Había un chavo que había trabajado para nosotros, nomás que cuando salió de la cárcel, el chavo quiso hacer su propio cartelito, con su propia gente, ¿verdad? Tenía tres o cuatro morros y contrató a unos guatemaltecos para
  • 34. que le trajeran mercancía. Pero uno se da cuenta y uno tiene mejor equipo, está más preparado para ese tipo de cosas… JLA: Entonces, en ese caso, ¿que había que hacer después de que descubrieron que vendían droga en su territorio? Z: Esa vez nosotros los íbamos a mandar derecho pa’ la cocina. Pero en eso nos habla el comandante primero de la zona. Nos junta a todos y nos dice: “Miren, esto es lo que les va a pasar a los vatos que se quieran pasar de lanza (traicionar)”. JLA: Mencionaste la cocina. ¿Cómo es eso? Z: La cocina es un punto que hayas buscado especialmente. Tiene que estar metido pa’l cerro, lejos de carreteras y de la ciudad. Ahí se llevan a las personas detenidas y se llevan unos toneles (tambos). ¿Sí ha visto que los toneles de doscientos litros traen tres rayitas? Una, dos, tres, pues de la segunda raya para bajo se empiezan hacer puros agujeros y luego el tonel se pone cerca de un arroyito o de un pozo. Ya que este ahí, echas a la persona de cabeza y le empiezas a echar diésel. Con ayuda de veinte litros de diésel desapareces de este mundo. JLA: ¿Cuándo los echas en los toneles están vivos? Z: No, la mayoría ya están muertos. A veces nos los mandan de otros lugares ya muertos, porque no quisieron pagar rescate o porque eran contrarios y los agarraron, o porque estaban en un bar presumiendo que ellos controlaban la plaza, cosas así. Aquí los fines de semana te encuentras muchas personas que dicen que son comandantes y no sé qué tantas cosas más. Ya después los agarras y dicen: “No, es que yo conocía a un primo, o al amigo de un amigo que era tiendero”. Entonces tú le hablas al tiendero y él dice: “No, yo no paro bola por nadie (dar la cara)” porque si dice: “Sí, yo respondo por él”, a lo mejor a él también nos lo llevamos a la cocina. JLA: ¡Vaya! Esto del diésel no lo llegué a entender del todo. ¿Se le prende fuego, o el diésel es corrosivo y va acabando con el cuerpo?
  • 35. Z: Sí. Te echan adentro del tambo, agarras un bote y con una yoga de veinte litros te van bañando. Así le van echando dentro del tonel y ya de pedazo en pedazo te van desapareciendo. Dura como una media hora todo para que ya no quede nada de ti. JLA: Te disuelves… Z: Todo. Te van echando diésel y ahí se va acabando la flama. Cuando ves que se está apagando la flama, le echas otro botecito y ahí te vas… Cuando yo estuve la primera vez en eso duré como un mes sin comer pollo ni carne porque huele igual, casi lo mismo, que cuando pasas por un restaurante o un lugar donde venden pollo asado. Me di cuenta que el pollo asado huele como una persona normal. JLA: ¿Te cambia la concepción de la vida un poco? Z: Sí, te quedas como ondeado. JLA: ¿Cómo? Z: Ondeado es una palabra que quiere decir que te quedas volteando para todos lados y no sabes qué hacer. Como loco. Cuando yo bajé de allá de la sierra iba pasando así por la calle y me llegaba el olorcito y decía: “Mira, ¿qué pasa?, ¿dónde están cocinando a una persona o dónde se están fumando a uno?”. Seguía caminando, daba la vuelta y ahí estaban vendiendo pollo o vendiendo carne asada. JLA: ¡Hombre! ¿Y no tienes malos sueños? Z: De repente sí. Me acuerdo de algunas personas. Como le digo, a veces se van personas inocentes que por uno las llevan. Hubo una vez en que en San Luis agarraron a tres chavos. Uno sí era del cártel del Chapo Guzmán. Era de Michoacán y el chavo llego a San Luis. Esa vez estaban en una disco y traían una bolsita con cocaína diferente a la que nosotros vendemos. JLA: ¿Y qué pasó? Z: Los rodeamos a todos y llegó el comandante, y sin batallar les dijo: “¿Qué?, ¿ustedes qué?”. Y los chavos inocentes dijeron: “Nosotros no sabemos nada”. Pero
  • 36. luego el comandante dijo: “Pos pa’ que no haya testigos y no quede nada, hay que matarlos”. Luego abrió fuego. Les dio un balazo en la cabeza en plena disco. Afuera estaban unas patrullas de la policía, pero como ya estaban arregladas no hicieron nada. JLA: ¿Y eso sí te quedó como una mala conciencia? Z: Son de los chavos que a veces uno dice: “Pues no está bien”, porque cuando andas trabajando, tú dices: “Pos si ando trabajando, me voy a chingar a los que me quieren chingar”. O sea: o eres tú o soy yo ¿verdad? Cuando yo entro en acción quiero que sea por personas que andan mal o que no podían arreglar con nosotros, pero no con cualquiera. EL RETIRO Un joven soldado de los zetas que a sus veintiséis años de edad ya es un veterano de la organización. Empezó a los dieciocho como mensajero de uno de los treinta y dos militares fundadores de los Zetas, cuando éste tenía un campamento en unos cerros de Nuevo León. Le encargaban que fuera al pueblo más cercano a caballo a conseguir alimentos y revisar el movimiento en la zona. Después fue designado para cobrar cuotas a nombre de los Zetas a traficantes de migrantes que operaban en la Central de Autobuses de Monterrey. Con el paso del tiempo aprendió el manejo de armas y se enroló en diversos comandos zetas. Participó en batallas de pueblos y ciudades del noreste de México, Coahuila y San Luis Potosí, lo mismo contra el Ejército que contra bandas rivales. Fue enviado a La Diestra, que es como Los Zetas llaman a sus ranchos de entrenamiento especial para sus mejores miembros. Estuvo en la cárcel, pero salió gracias a la presión de un alto comandante de Los Zetas. Quisieron mandarlo a la guerra que estalló en Tamaulipas en 2010 en contra del Cártel del Golfo, pero uno de sus compañeros le recomendó que no fuera porque iría directo a la muerte. Después de más de dos horas de conversación, le mostró a Jon Lee Anderson cicatrices por heridas de bala recibidas en el estómago, brazo y pierna durante decenas de batallas que relató con lujo de detalle.
  • 37. Cuando se realizó la entrevista, el soldado zeta comentó que estaba en una especie de retiro, ya que ahora sólo trabajaba con una célula que, coludida con un grupo de soldados del ejército, se dedicaba a robar gasolina de unos ductos de Pemex. Dijo que todos sus compañeros más expertos, así como los comandantes zetas con los que él había participado en combate, ya estaban muertos o detenidos. Que algunos de los comandantes que quedaban lo invitaban a trabajar con ellos, pero él prefería mantenerse al margen y trabajar solamente robando gasolina. Unos meses antes de la entrevista se había reportado la muerte de Heriberto Lazcano, el líder de los Zetas, durante un enfrentamiento con la Marina. Sin embargo, horas después el supuesto cuerpo del capo fue robado de la funeraria y el gobierno de México nunca pudo demostrar plenamente que había fallecido. El soldado zeta dijo que él y otros de sus compañeros no creían que estuviera muerto, pero reconoció que Lazcano ya no era mencionado por los estrechos y crípticos canales de comunicación internos de la organización. El rumor que sí se oía entre los demás miembros de los Zetas era que con Enrique Peña Nieto en la presidencia iba a haber un pacto con todos los grupos para bajar la violencia a cambio de que se respetara el control que cada banda tenía de sus respectivas plazas. Sin embargo, también comentó que unos días antes de la entrevista, el gobierno de Enrique Peña Nieto (la Marina) había estado a punto de detener al otro líder, Miguel Ángel Treviño, el Z-40, en una carrera de caballos celebrada en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, muy cerca de Nuevo Laredo, Tamaulipas, la ciudad en donde finalmente fue aprehendido el 14 de julio de 2013. Con la detención del Z-40, la organización emergente más poderosa del narco en México, aunque es posible que siga manteniendo el control de algunas ciudades y pueblos de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León —incluyendo una presencia significativa en Monterrey— tendrá que detener el proceso de expansión que había iniciado hace tres años a lo largo de los estados colindantes del Golfo de México y que incluía también una presencia en Guatemala y el resto de Centroamérica. Esos planes quedarán suspendidos por ahora.
  • 38. Es altamente probable que lo que queda de Los Zetas originales se convierta en un clan familiar. El Z-40 tiene once hermanos (uno de ellos detenido en Estados Unidos) y varios de ellos están en la lista sucesoria, encabezada por Omar Treviño, quien dirigiría la organización desde la silla de ruedas en la que convalece. Así como el cártel de Tijuana pasó a ser la organización de los Arellano Félix o el cártel de Juárez la de los hermanos Carrillo Fuentes, los Zetas serían los hermanos Treviño Morales. Sin embargo, en el imaginario popular y criminal, el nombre de los zetas se mantendrá como una especie de marca de la violencia extrema o de los intentos paramilitares de cualquier organización dedicada al control de territorio o al tráfico de drogas. La última letra del abecedario, impronunciable por varios años en el noreste de México que hace frontera con Texas, también será una marca para muchos jóvenes. Jóvenes que forman parte de una generación que vio de cerca los horrores de la guerra: la generación zeta. Uno de estos jóvenes es el soldado zeta. LOS ZETAS JLA: Háblame de los Zetas ¿Qué es esta organización? Se dicen muchas cosas en el mundo, pero se cubre poco eso. Tú sabes: es muy peligroso para los periodistas. Tú, que conoces ese mundo por dentro, dime, ¿cómo es la cosa? Z: Cuando yo comencé a conocer lo que eran los demás zetas, había mucho control. Nomás se dedicaban con personas que anduvieran mal. Esas personas podían ser las que anduvieran secuestrando, las que anduvieran robando o las que tuvieran grupos chiquitos de repartición de droga. Los Zetas traían su funcionamiento según su mercado de droga. No nos gustaba que otras personas se vinieran a instalar donde ya se había controlado esa plaza (nombre que se le da al territorio bajo control de un grupo del narco). JLA: Digamos, ¿gente de otras organizaciones o pequeños clubs? Z: O pequeños traficantes que empezaban vivir la vida fácil. No podían trabajar solos. Hay quienes dicen ya se están acabando los Zetas, pero no: nos matan a cinco y salen del penal, o se meten otros cinco y se reponen.
  • 39. JLA: Pero entonces, lo que los Zetas controlan es territorio y dentro del territorio, todo lo que es el negocio ilícito: droga, prostitución, juego y cosas así, ¿o también intentan tener un control sobre el comercio normal? Z: Sí. También se manejan otros tipos de negocio ilícitos del comercio normal. Por ejemplo, hay unas personas que se llaman machaqueros. Ellos se dedican a comprar cualquier mercancía normal de los traileros. Se arreglan con un trailero y le dicen: “¿Cuánto quieres por tu carga?” Los traileros están asegurados y reportan a sus empresas que los robaron. JLA: Entiendo, pero en los últimos años las cosas se han puesto superviolentas. ¿Es, cómo se dice afuera, la guerra del gobierno?, ¿o es porque los diferentes grupos, incluyendo los Zetas, están en pugna por las plazas? Z: La guerra comienza por las plazas. La plaza más peleada en todo México es la plaza de aquí de Monterrey, Nuevo León. Aquí se maneja mucho efectivo, mucho dinero. JLA: Una pregunta más bien personal, no tan abstracta: ¿Por qué te incorporaste tú?, ¿cómo fue? Y, ¿por qué tu decisión de entrar y llevar esta vida? Z: Yo inicié cuando vivía allá en un pueblo de por estos rumbos (noreste de México). Una vez me enteré que habían secuestrado a unas personas de un negocio que tenía mi abuelo, y entonces yo, cuando llego digo: “Pos han de ser unos pandilleros”, o no sé, me imaginé también que era la Federal o la AFI. Ya con el tiempo los vas conociendo. Te das cuenta de que es un grupo especial para reventar, para accionar en diferentes áreas. Eran los Zetas. Ahí los conocí. Después uno me juntó y me dijo: “Mira, es que nosotros nos dedicamos a robarnos a las personas que tengan negocios mal, a las que vendan cristal, pericos (cocaína), drogas, todo tipo de droga”. Ahí fue cuando yo empecé a juntarme con un chavo que los conocía mucho a ellos. Ganaban ocho mil pesos (setecientos dólares) por quincena y aparte les daban dinero extra. Entonces entré. Sí había muchos lujos, no te falta nada, lo que tú quieras: mujeres, droga, dinero, carros, pero con el paso del tiempo fueron
  • 40. empeorando las cosas y ya ahorita no se puede hacer casi nada de lo que se hacía antes. JLA: ¿Ya no se puede estar dedicado al gozo, debido al problema?, ¿a eso te refieres? Z: Yo recuerdo que cuando uno antes decía soy Zeta, o soy comandante, todos te admiraban. Antes todos querían ser, ahorita nadie quiere ser. JLA: ¿Por qué?, ¿por el peligro de que alguien va en contra tuya o por la misma situación: la guerra? Z: Ahorita ya hay muchas familias a las que los Zetas les han hecho daño. Ahorita si alguien sabe que tú eres Zeta, la familia te va a ver y te va a denunciar con las autoridades: con la Marina o el Ejército, y ahora van por ti en donde estés. Si te llegan a ver en un bar y te han visto y le ha pasado algo a su familia te denuncian. Antes no. EL PACTO JLA: ¿Hay algún cambio debido a la llegada del nuevo gobierno o las cosas siguen igual? Z: De repente nos pasan información las personas que están arriba, que son allegados al patrón. Nos platican que según habían dicho que ahora que llegara Peña Nieto se había hablado con el patrón del cártel del Golfo, nuestro patrón de los Zetas y el patrón del cartel de los Beltrán, y habían hablado que así como están en cada ciudad se iban a quedar, que no se iban a meter a otro municipio. Por ejemplo, Monterrey y San Pedro son diferentes: San Pedro lo controla Beltrán Leyva y Monterrey lo controlan los Zetas, entonces habían quedado que los Beltrán no se metían con los Zetas y los Zetas con los Beltrán, por ejemplo. Lo que se dice es que la gente de Peña Nieto puso esa orden, dijo: “Los voy a dejar trabajar, nomás que ya no hagan secuestros ni…” JLA: ¿Es la nueva orden: que no haya secuestros y baje la violencia?
  • 41. Z: Según se ordenó que ya no hubiera tanta violencia y ya no hubiera tantos muertos, pero los cárteles son muy poderosos, tanto aquellos como el nuestro. Y cada organización tiene gente muy buena, entonces, a veces sigue la pelea en las plazas. Y, por si faltaba, hay gente que arma sus propios negocios pequeños en una ciudad, entonces un cártel piensa que son miembros del otro cártel y comienzan los problemas. JLA: O sea, ¿aunque haya un pacto o parezca que haya un pacto, por la competencia misma entre los grupos y los carteles, siguen los problemas? Z: Sí. A veces también existen los problemas entre los mismos. Por ejemplo, hay diez comandantes aquí en Monterrey y a veces uno no le cae bien al otro y empieza hacer problemas. Dice que el otro tiene amigos del Cártel del Golfo, que trabaja para el grupo rival y luego todo acaba mal. JLA: Se dicen muchas cosas del comportamiento de las fuerzas de seguridad oficiales, incluyendo la Marina. En algunas partes del país dicen que prácticamente crean comandos sucios ¿Es cierto esto?, ¿y también que tienen escuadrones de muertes que matan gentes sin llevarlos arrestados? ¿Qué saben ustedes? Z: Mire, le voy a platicar una cosa: no sé si supo que aparecieron unos cinco colgados acá en Saltillo. Ellos eran amigos míos. A ellos los agarraron las fuerzas especiales del gobierno, un grupo especial que se llama GATES. Son como cuarenta o cincuenta policías. De acuerdo con la investigación que hizo La Letra (los Zetas), estos policías vienen de Matamoros, allá donde está el cártel del Golfo. Según la información que nos dio el chavo que trabaja con ellos, es que además de su sueldo en el gobierno, el cártel del Golfo les paga un dinero por matar a zetas. JLA: Pero piensas que la guerra va a seguir, por ejemplo, o… digamos, ¿cómo te imaginas viviendo de aquí a cinco años? ¿Qué crees que está en tu futuro? Z: De aquí a cinco años yo digo que van a seguir todas las cosas. Yo no pienso que haya un control por parte del gobierno. Si el gobierno no se pone de acuerdo con los cárteles va a seguir así todo. Balaceras sigue habiendo a cada rato, aunque no se digan tanto ahora. Y siempre que hay balaceras, a veces nos tumban a cinco de
  • 42. nosotros, pero siempre también tumbamos a soldados y eso nunca lo pasan en la televisión. Nosotros, no sé, matamos a diez o quince, y ellos nos tumban a tres o cuatro. Luego el Ejército dice… bueno, en las noticias siempre van a decir que el ejército siempre nos gana y nosotros nunca les ganamos ni tantito. JLA: ¿Cómo podría haber un México sin cárteles? Z: Yo opino que se legalizaría la droga, porque sin droga nadie puede hacer nada. Así, ya si ellos les dan permiso de vender droga, yo pienso que es lo mejor. Que ya dieran permiso de vender droga y todas las personas que estén trabajando mal, que se pongan de acuerdo sobre a quién le van a pagar en cada estado o a su comandante. LA MUERTE JLA: Cuando se está en esto, uno vive con la muerte. ¿Te acostumbraste a eso?, ¿uno se adapta a eso? Z: Cuando uno empieza, se le hace fácil y ya cuando va viendo las cosas, el camino que tomaste, o la decisión, a veces te quieres regresar, pero hay momentos en que uno ya no se puede regresar. Uno con el tiempo se va acostumbrando a ver eso. Una vez llegó una chava que me acuerdo que tenía una cara simpática, muy bonita. La pusieron a que matara a un chavo y me acuerdo que le cambió la mirada. Se le hizo como profunda. Como más chiquita. Yo me la topé después de cuatro meses. A ella la mandaron a la cocina. Mi primera balacera fue en Matehuala. Fuimos por un señor que vendía parque, vendía muchos tiros [en México es ilegal vender municiones y armas]. Cuando llegamos, preguntamos por él y él salió con una pistola en la mano. Lo empezamos a rafaguear. Me acuerdo que salió también una viejita. Una señora con un vestido largo. Traía una escopeta y la viejita también nos tiraba balazos. Luego salieron sus sobrinos, que vivían en una casa de dos pisos. Estaban en el techo y de ahí nos tiraban. Esa vez nos hirieron a uno y a otro le dieron un rozón en el brazo. Al viejito le dimos como veintitrés balazos y ya nos fuimos.
  • 43. JLA: ¿A la familia los dejaron? Z: Sí, a la viejita sí. Nosotros también tenemos reglas. Somos como una empresa. Una de las principales reglas es no meterse con la esposa de tu compañero, otra es no apuntar con tu arma a tu compañero ni hacer maldad entre los mismos. Tampoco podemos matar niños ni secuestrar niños. JLA: ¿Y mujeres? ¿Hay reglas contra las mujeres? Z: Para mí las mujeres son las primeras que te ponen el dedo [traicionan] por dinero. Hubo un tiempo que cuando estaba aquí un comandante, en una junta agarró a una mujer de los pelos y dijo: “Estas son las que nos ponen el dedo, las que nos venden y son de las que menos debemos de confiar”. Pero no la mató. JLA: Vaya, entonces en general “la empresa” tiene rencor a las mujeres, al menos en lo que es en la parte operativa se trata de algo masculino, con algunas excepciones como las mujeres en la cocina, ¿es así? Z: Sí, a veces las usamos también de inteligencia. Había un señor que según había encontrado centenarios y que tenía mucho dinero y que había estafado a unas personas de un rancho, entonces usamos a una mujer para que citara al señor. O sea, primero lo vio y el señor le pidió el teléfono y luego hicimos que la muchacha lo citara en una plaza. Cuando el señor iba llegando a ver a la mujer nos llevamos a los dos. También hemos traído niños de catorce años o de trece años para que nos ayuden con la inteligencia. Cuando vamos a una casa o vamos a checar a alguien que ande mal, mandamos a los niños a casa a que pidan dinero o pregunten algo. Después ya regresa el niño con nosotros y nos dice si está la persona o no. Después entramos nosotros en acción. LA CRUELDAD JLA: Ya hablaste de las reglas de la empresa y es interesante. Cada organización tiene que tener algunas pautas para que los mismos soldados sepan qué pueden hacer y qué no pueden hacer. Desde afuera se lee de mucha crueldad. Hay violencia de todas las organizaciones: de los que cortan los brazos y los dedos, las
  • 44. que dejan los torsos en los caminos, los colgados y estas cosas. ¿A qué se debe tanta crueldad? ¿Hay una política o responde a alguna lógica que me puedas explicar? Z: Yo digo que ya es como una cadenita: El cártel del Golfo agarró a tres de los nuestros y les mochó la cabeza, entonces agarramos a tres de los otros y les hacemos lo mismo o se les hace lo peor: los encostalo y los dejo en una caja… Ya es como una cadenita que se agarró: tú me haces daño y yo te voy hacer más daño todavía. Y siempre hay gente que quiere entrar. A veces nos mandan pedir que juntemos gente para fortalecer, para hacer más grande nuestro equipo. Entra una persona y una sola persona trae como a cuatro o a cinco amigos, ¿Sí me entiende? Traemos a un chavo que primero es halcón (vigía) y luego él ya va a subir de comandante y los amigos del halcón ahora van a ser sus halcones. Para subir a comandante se necesita una Diestra. La Diestra te mandan un mes a hacerla en el monte. Vas a prepararte casi como un soldado. No voy a decir como un soldado porque un soldado de verdad sí es sufrimiento en la vida. JLA: ¿Cómo así? Z: Ahí con nosotros también trabajan soldados y ellos nos platican que a veces han andado en los cerros batallando. JLA: Ah, cuando hablas de soldados, te refieres a los soldados del Ejército, claro. Z: Sí, a los soldados del Ejército. JLA: Yo me refería a soldado en términos generales. ¿Ustedes como se dicen a sí mismos?, ¿combatientes o qué? Z: También nos dicen soldados a muchos de nosotros. Nosotros tenemos a un comandante y todos le decimos papá, porque es el que nos da dinero y el que nos da de comer, el que nos viste. Y el que está arriba de ti siempre va a ser tu papá. Tú también vas a ser papá de los que estén debajo de ti.
  • 45. RELIGIÓN JLA: ¿Ustedes tienen santos?, ¿hay santos católicos en los cuáles creen? Algo así como Malverde allá en Sinaloa. ¿Tienen ustedes alguna figura que veneran porque les protege en el trabajo? Z: Es que hay muchos. Cada quien es según el santo que escoja. Yo soy del Santo San Judas Tadeo. Él es el que me cuida, aunque primero está mi Dios. Yo le prendo su veladora cuando salgo de la casa. Hace poco hicieron unas capillas por aquí cerca. Una era para San Judas y la otra para la Santísima Muerte. Las mandó hacer un comandante de los Zetas de los primeros que llegó aquí, pero luego llegaron los soldados y tumbaron esas capillas porque ahí les ponían churros de mota a la santísima. Le dejaban mota ahí a un lado. Una vez me detuvieron a mí y yo llevaba un celular con una imagen de San Judas Tadeo. En esa imagen, San Judas Tadeo en lugar de traer un palo, trae un cuerno de chivo. Cuando a mí me atoraron, los soldados lo primero que vieron fue la imagen y dijeron: “Éste es malandro”, y yo les dije: “¿Por qué?” Y dijeron: “Porque traes un San Judas con un cuerno”. Y esa era la única foto que traía y la vieron los chavos y buscaron más y me dijeron: “Pon más fotos”, y les dije: “No, no traigo”. Recuerdo que hasta les dije: “¿De quién nos vamos a cuidar?, ¿del Ejército o de los malandros?” Yo le decía al jefe de ellos, de los soldados, y él me dijo: “Ustedes son los que roban, de mil tienen que pagar una”. JLA: ¿Y esa vez te liberaste? Z: Los soldados nos dejaron en un cerro. Nos quitaron todo el dinero, los celulares, cadenas y todo. Nos fuimos descalzos. JLA: ¿Y piensas que fue San Judas Tadeo quien te ayudo ahí? Z: Yo le pedía esa vez a San Judas Tadeo y a mi Dios Padre. Había un comandante que era hermano evangélico. JLA: ¿Cura?
  • 46. Z: Sí, Pastor, pero a él le habían matado un hijo y a su familia y él decidió venirse acá. El bato traía la Biblia y nos dijo una vez: “Cuando ustedes ya estén a punto de morirse, ustedes digan: ‘La sangre de Dios tiene poder'”. En ese momento, uno agarra el consejo como burla, porque andamos en la pura delincuencia, pero ahora cuando va a pasar algo, siempre digo: “La sangre de Dios tiene poder”. JLA: ¿Y lo crees? Z: Sí. Cuando venía para acá, venía con tres chavos y nos topamos con un retén del Ejército. No traíamos nada, pero uno como quiera se queda con la espinita: cuatro muchachos en una camioneta, sabes que va a ver problemas. Yo me agarré a rezar: “La sangre de Dios tiene poder” y otro chavo decía otra oración. Y luego, pues no nos pararon los soldados y dije: “gracias a Dios”. JLA: ¿Crees en Dios? Z: Sí. JLA: ¿Y piensas que eres pecador por haber estado en la empresa en la malandrería? Z: Cuando me pongo a pensar eso, si yo debo algo o hice algo malo, yo digo que sé que he hecho cosas malas, pero también he hecho cosas buenas. Así como le he hecho mal a la gente, también a mí me gustaba mucho apoyar a la gente y darles. Un tiempo un comandante que nos decía: “Mira, en aquel ranchito ahora que se llegue navidad vamos a comprar muchas más despensas”. Y la misma compañía se ponía a darles despensas, juguetes a los niños, cobijas. Cuando se estaban repartiendo, se decía que eran de parte del cártel de los Zetas. Y así uno también agarraba la confianza de un ranchito chiquito, ¿verdad? Por eso a mí, cuando yo trabajaba en una ciudad, me gustaba agarrar carretera una hora para irme a descansar a uno de esos ranchitos. JLA: Un ranchito donde pudieras estar seguro. Z: Sí, donde hubiera una entrada y una salida por diferente lado. Ya nomás ponías un halcón en una entrada y en una salida y él te avisaba.
  • 47. ESTADO DE TERROR Mientras el soldado zeta se colocaba la máscara negra y una gorra para conversar con Jon Lee Anderson delante de mí, de un fotógrafo y dos cámaras de video, otro soldado zeta disimulaba su presencia en el lobby del sitio. Vigilaba nuestro encuentro, entre escritores y periodistas que participaban en un evento cultural celebrado en la ciudad por esas fechas. ¿Cómo termina una conversación así? No termina. Sigo en contacto con el soldado zeta, quien es una de mis referencias durante la búsqueda de algunas de las miles de personas que se ha tragado la guerra del noreste en los últimos años. El último censo oficial reporta veintiséis mil desaparecidos, aunque las estimaciones de diversos organismos civiles rondan los sesenta mil. No conocemos todavía el tamaño de este abismo. La entrevista con el soldado zeta transcurrió a lo largo de casi tres horas en el salón de juntas de un céntrico hotel de Monterrey. Lo que aparece aquí es sólo un fragmento de algo que algún día saldrá a la luz en forma de un documental.
  • 48. Conclusión. En la conclusión de este proyecto de investigación se hablo en general de todo lo escrito y desarrollado a lo largo de él. El narcotráfico se ha convertido en un problema sumamente delicado que debemos conocer, ya que nuestro país siempre ha sido uno de paso para las drogas hacia los Estados Unidos; también nos hemos convertido en país productor y hasta en consumidor de drogas. Por otro lado, hay observar que el narcotráfico tiene un poder tan grande en nuestro país que hemos llegado a conocer la narcopolítica, entendida como la participación directa de narcotraficantes en la política, o bien, la participación de nuestros políticos en el narcotráfico. Hablar sobre este tema en la actualidad es lo más común, ya que el narcotráfico en México ha crecido día a día puesto que abarca todos los aspectos de la sociedad, la política y la economía en nuestro país y en el mundo. El narcotráfico es un problema contemporáneo que repercute en la estabilidad y en la tranquilidad de nuestra sociedad. Incrementa la violencia y la delincuencia. Este problema empezó a trastocar fronteras, países y regiones en el mundo entero, sin tomar en cuenta las nacionalidades. La comunidad internacional empezó poco a poco a tomar consciencia de que existen organizaciones criminales llamados cárteles que no respetan las fronteras y cuyo fin es traficar sus estupefacientes para el consumo y así obtener un mayor volumen económico, mediante el cual incrementan sus ganancias y su poder. Existen diferentes tipos de drogas y maneras para traficar; una de ellas es el famoso lavado de dinero, cuyo procedimiento se lleva a partir de diferentes tácticas y que al final justifica la procedencia de recursos ilícitos. Los cárteles ven la manera de que sus ganancias ilícitas sean legales para así poder lavar su dinero. Estas operaciones financieras van dañando los mercados financieros de los países. Lo triste e irónico de este crimen es que tiene un lado positivo: el lavado de dinero genera empleos en los países se lleva a cabo y crea una fuente inesperada de ingresos para ellos. Otro problema es la corrupción, ya que los diferentes cárteles utilizan su poder y su dinero para sobornar a políticos, policías, empresarios, periodistas, funcionarios de gobierno, jueces, etc. Esto pone en peligro la seguridad nacional y crea un peligro
  • 49. mayor para las naciones. La lucha contra la corrupción no es una tarea individual, sino un reto que asumen las instituciones civiles y públicas. La magnitud de los problemas creados por el narcotráfico en México y en los Estados Unidos no es la misma, ya que el consumo que se da en los Estados Unidos es mayor que al de los mexicanos, a diferencia del tráfico y la producción, donde México lleva la delantera. A pesar de todo, este problema es de índole mundial y afecta a cada una de las sociedades. Por consiguiente, para poder atacar este problema se debe de eliminar el consumo y aminorar la oferta, disminuyendo un poco este problema. Afortunadamente, este tipo de acciones ya se están llevando a cabo y se está tratando de disminuir un poco el narcotráfico con estos métodos. Todos los países deben de reconocer este problema a nivel interno y no estar culpando de manera sistemática a otros por el tráfico de estupefacientes. El narcotráfico es un crimen que se comete a diario en todos los países, por lo que todos deben ponerse de acuerdo para poder combatirlo de manera global. La unión de los países en la lucha contra el narcotráfico se ha convertido en una prioridad para todos. La toma de decisiones internacionales para acabar con este problema se lleva a cabo mediante convenios, intercambio de los métodos para el combate a las drogas, tecnología, acuerdos bilaterales y multilaterales, así como implementación de los medios adecuados para el combate a los cárteles que constituyen una amenaza para el equilibrio económico, social y político. Aunque cada país diseña su propia política exterior, basado en sus propios intereses nacionales, los acuerdos de cooperación internacional han ayudado a disminuir la gravedad este problema y mejorado la capacidad de la toma de decisiones. A estas alturas de la investigación es válido hacerse estas dos preguntas: ¿Se está ganando la guerra contra las drogas? ¿Puede la guerra contra las drogas ganarse? La respuesta parcial a estas cuestionables es que sí, ya que el problema disminuye, aunque no haya visos de que se esté acabando. La perspectiva personal de quien escribe estas líneas es que se puede disminuir y aminorar los efectos y las causas del narcotráfico, más nunca se podrá terminar completamente con él.